Aiguatinta

Es una técnica inventada por Jean Baptiste Le Prince en 1760, en la cual se obtienen efectos pictóricos y espacios de mancha. Para ello, se espolvorea y se funde la resina encima de la plancha. Después, se utiliza el mordiente, que dependiendo de la duración se obtendrán tonos más oscuros o más claros.

Àrea:

Àmbit:

Observacions: 
Es un método indirecto de grabado.
Referència: 

Bernal, M. (2013). Técnicasdegrabado.es. Difusión virtual de la gráfica impresa. Tenerife: F. Drago. Andocopias S. L.


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El aguatinta es una técnica con la que se consiguen efectos pictóricos y zonas de mancha prescindiendo del entrecruzamiento de líneas. El procedimiento más común consiste en espolvorear y fundir resina de colofonia (u otros materiales) sobre la superficie de la plancha, de manera que actúe como una reserva por puntos. Una vez depositada y fijada, se somete a la acción del mordiente que en función de los tiempos producirá tonalidades más o menos oscuras. El aspecto dependerá del grosor del polvo utilizado y de la densidad con la que se deposite: a mayor concentración el efecto será más claro y viceversa, ya que hay más zona del metal protegida. Su origen data del siglo XVIII, cuando los artistas intentan recrear el efecto de las acuarelas o dibujos a la aguada. Parece ser que el primero que lo usó en 1760 fue Jean- Baptiste Leprince (1734-1781). La resina puede aplicarse en la caja resinadora o con un tamiz, aunque para conseguir tonalidades uniformes y negros profundos es mejor la primera. Una vez aplicada se hacen las reservas correspondientes con barniz o con un lápiz graso, de cera o litográfico, que permitirá crear las tonalidades en degradación. Por regla general, la resina y el trabajo de línea suelen ir acompañados. Es aconsejable realizar primero la línea y después la mancha. En sucesivas pruebas de estado, se volverá a barnizar para continuar la elaboración del dibujo. Hay multitud de variantes tanto en su versión más básica como en el aguatinta al azúcar. Se puede realizar también pulverizando laca de bombillas, pinturas sintéticas (de coche o graffiti), betún de Judea en spray, presionando papeles de lija sobre el barniz, mediante el mordido a la sal, con flor de azufre, etcétera. Todas éstas presentan la ventaja de no necesitar calor para su aplicación y, según la mano del artista, producirán un efecto u otro. Todas estas técnicas relacionadas merecen capítulos independientes. Ahora lo más importante es comprender la esencia del proceso: una reserva por puntos que permitirá dar una superficie encrespada a la plancha, de mayor o menor profundidad, en la que la tinta pueda introducirse.