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La biblioteca pública: un espacio de aprendizaje y experimentación en familia

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Gisela Ruiz
Directora de la Biblioteca Elisenda de Montcada


Macfarland, Caroline; Owen, Katy (2017). The experiential library: the future of family learning. London: Society of Chief Librarians (SCL). Disponible en: http://www.covi.org.uk/wp-content/uploads/2017/11/The-Experiential-Libra.... [Consulta: 29/06/2018].


Las bibliotecas públicas siempre están en transformación: durante la Mancomunitat se crearon bibliotecas de libre acceso al estilo inglés, en plena guerra civil llevaron los libros al frente con los bibliobuses y, más adelante, se convirtieron en centros de estudio y lectura. Con la llegada de la democracia, la libertad entró por las puertas y las ventanas de nuestras bibliotecas y los públicos, los servicios y las actividades se diversificaron. Las tecnologías de la información y la aparición de nuevos soportes audiovisuales supusieron nuevos retos que transformaron el papel de las bibliotecas públicas para así adaptarse a las necesidades del momento.

Hoy en día vivimos una nueva revolución: conseguir que las bibliotecas se conviertan en espacios de aprendizaje y experimentación, donde los usuarios aprendan haciendo (by doing) de manera creativa y compartida con los otros. Un ejemplo de este cambio lo encontramos con el programa Bibliolab de la Xarxa de Biblioteques Municipals (XBM) que «desarrolla y apoya acciones que tienen por finalidad el acceso al conocimiento a través de la experimentación y metodologías innovadoras y creativas en un entorno colaborativo abierto a la ciudadanía».

El informe de Macfarland y Owen toma como punto de partida esta transformación y se centra en la biblioteca como servicio que fomenta el aprendizaje no formal de las familias. Los estudios que han revisado las autoras muestran que los padres y los cuidadores son el factor de mayor impacto en la educación de sus hijos y, por lo tanto, es importante favorecer sinergias que permitan el aprendizaje donde participen todos los miembros de la familia.

El documento pretende ser una ayuda para bibliotecas que quieren sacar adelante iniciativas similares. Reflexiona sobre cómo las bibliotecas públicas pueden crear oportunidades de aprendizaje de manera creativa para favorecer el desarrollo de habilidades para la vida en el seno de las familias. Las autoras definen aprendizaje familiar como un conjunto de actividades de educación no formal llevadas a cabo por miembros de dos o más generaciones de la misma familia que tienen una relación afectiva y de atención. Las bibliotecas deben ofrecer, pues, experiencias cualitativas y convertirse en un entorno para cultivar relaciones más allá de ser un espacio de almacenamiento de información1.

No se trata de hacer actividades para los niños donde los padres y familiares juegan el papel de acompañante, sino de pensarlas para todos y así reforzar hábitos, habilidades, conocimientos y relaciones. Todas las actividades deberían tener esta óptica. De esta manera, no hacemos una hora del cuento para los niños, sino para la familia, para favorecer el vínculo entre sus miembros a través de la oralidad. Un vínculo que después ellos podrán trabajar en casa a la hora de ir a dormir, por ejemplo. La biblioteca debe ofrecer un espacio y un tiempo para los adultos y sus hijos, para estar juntos, para disfrutar en familia, y no para desconectar porque otra persona ya atiende a los pequeños.

La investigación que llevaron a cabo Macfarland y Owen tenía cuatro etapas:

  • La revisión bibliográfica de artículos sobre el aprendizaje familiar.
     
  • La realización de encuestas a diferentes bibliotecarios y responsables de bibliotecas sobre sus opiniones y experiencias relacionadas con el objeto de estudio.
     
  • La selección de cinco bibliotecas que cumpliera tres criterios: diversidad geográfica, diversidad socioeconómica y presencia de actividades formativas para familias. Las bibliotecas seleccionadas fueron las de Lambeth, Kirklees, Coventry, Norfolk y Bournemouth.
     
  • La entrevista por teléfono a las bibliotecas seleccionadas sobre el desarrollo de las actividades, las alianzas para llevarlas a cabo, la difusión y la evaluación.

Al final del informe las autoras hacen unas recomendaciones sencillas para diseñar actividades en la biblioteca de manera que esta se convierta en un verdadero centro de aprendizaje para las familias:

  1. Identificar la necesidad.
     
  2. Revisar las actividades existentes para que favorezcan el aprendizaje familiar.
     
  3. Definir los resultados que se quieren conseguir.
     
  4. Adaptar las actividades al público familiar y entender la familia desde una perspectiva amplia: padres/madres solteros, padres/madres en prisión, familias sin techo...
     
  5. Programar actividades mediante un enfoque basado en los activos que tenemos.
     
  6. Utilizar la tecnología.

Macfarland y Owen establecen seis tipologías de entornos de aprendizaje familiar, con una gradación que va desde la formación del adulto sin la presencia del niño, hasta la formación familiar entre y para todos los miembros de una familia.

  • Formación para adultos que repercute en el bienestar familiar. Se enmarca dentro del ámbito de la educación formal o el desarrollo de habilidades. Por ejemplo, formación universitaria, financiera, tecnológica.
     
  • Formación para adultos en entornos adaptados para familias, es decir, con guardería para los niños. La formación se dirige a los adultos pero se facilita que puedan ir con los hijos. Por ejemplo, clases realizadas en universidades, centros educativos u otros centros públicos.
     
  • Entornos de aprendizaje adaptados para familias que comparten un mismo espacio pero hacen actividades de manera individual sin interactuar entre ellas y sin que haya un formador. Por ejemplo, actividades ofrecidas en lugares de libre acceso como museos, bibliotecas, polideportivos o espacios de ocio.  
     
  • Entornos de aprendizaje familiar que solo tienen un público diana: o el adulto o el niño, aunque incluyen actividades complementarias para el otro grupo. Por ejemplo, una formación para los padres que incluye un taller de manualidades para los hijos, o una formación para los niños en la que los padres pueden colaborar ayudándoles.
     
  • Entornos de aprendizaje familiar que se dirigen tanto a los adultos como a los niños y facilitan el aprendizaje intergeneracional y colaborativo entre los miembros de una misma familia y entre diferentes familias.

Además, los estudios de casos analizados revelan tres tipos de actividad formativa:

  • Talleres conducidos por expertos en una materia.
     
  • Eventos abiertos que animen a todos los miembros de la familia a participar.
     
  • Experiencias basadas en el juego como metodología de aprendizaje.

Así pues, estas actividades deben tener un alto componente de creatividad y deben permitir el aprendizaje colaborativo entre los diferentes miembros de la familia.

Quizás en Inglaterra, este enfoque sea muy innovador pero en nuestro país tenemos buenos ejemplos de esta manera de trabajar. Es imprescindible citar los Laboratoris de lletres i imatges creados por Gloria Gorchs (Biblioteca Roca Umbert), Marta Roig y Nati Calvo (Biblioteca de Sant Ildefons), o las Noves espècies literàries de la Biblioteca Infantil i Juvenil Can Butjosa. Y es que los profesionales lo tienen claro: el mejor aprendizaje es aquel que se hace en familia.


1 Macfarland, Caroline; Owen, Katy (2017). The experiential library: the future of family learning. London: Society of Chief Librarians (SCL), p. 15.