Añadir nuevo comentario

Así son los sistemas de gestión bibliotecaria que queremos

Versión para impresiónVersión para impresión

Ciro Llueca
Director de Biblioteca y Recursos de Aprendizaje
Universitat Oberta de Catalunya (UOC)


Evans, Gwen; Schonfeld, Roger C. (2020). It’s not what libraries hold; it’s who libraries serve: seeking a user-centered future for academic libraries. New York: Ithaka S+R. Disponible en: <https://doi.org/10.18665/sr.312608>. [Consulta: 22/05/2020].


Nos hemos referido anteriormente a los trabajos de Ithaka, una organización estadounidense sin ánimo de lucro que se dedica, entre otras cosas, a dar soporte estratégico y de investigación a la comunidad académica1. Un común denominador en estos informes es su determinación por dar voz a los usuarios de los servicios bibliotecarios, por encima de otros factores. 

En el presente caso, el análisis se centra en OhioLINK, un consorcio con 117 bibliotecas de educación superior de diversa tipología, impulsado en 1987 por el estado de Ohio (EE. UU.) con el objetivo de crear un catálogo colectivo «as expeditiously as possible». Superado con creces el encargo inicial, en la actualidad es un referente de cooperación bibliotecaria, siquiera por la heterogeneidad de sus miembros: bibliotecas universitarias, hospitalarias, de institutos, centros de documentación especializados, todos a una.

El estudio se fraguó entre 2018 y 2020 con el objetivo de imaginar el ecosistema de plataformas y aplicaciones que tendrían sentido para el futuro a corto plazo. Un ejercicio sano y necesario, el de imaginar el futuro, que en este caso estaba centrado en las herramientas tecnológicas a las que aspira evolucionar el referido «catálogo colectivo» objeto fundacional del consorcio. 

El informe se estructura en diez capítulos, de los que cabe destacar los dedicados exhaustivamente a las conclusiones principales («OhioLINK’s Vision», con más de treinta demandas concretas) y la proyección final («Looking ahead: new futures, new systems»), pero no podemos soslayar algunos puntos de partida de una contundencia poco disimulada: 

  • Los recursos analógicos forman parte del pasado (0,3 millones de ítems impresos vs. 35,9 millones de recursos digitales).
     
  • Las herramientas de gestión bibliotecaria pecan de obsolescencia (sus procesos, sus circuitos, sus metadatos): incluso los autodenominados de «next-generation» son insuficientes para las necesidades de nuestros usuarios.
     
  • En el pasado, las bibliotecas ocupaban una posición central en el campus; ahora vivimos en un entorno virtual descentralizado, que las bibliotecas ni controlan ni canalizan. 

Con estos antecedentes el estudio promete emociones fuertes, y sigue: actualmente, las empresas de software no ofrecen un sistema que satisfaga las necesidades. De hecho no son nuevas estas observaciones2, pero su procedencia –un consorcio de referencia– y la contundencia de las mismas no pueden tener otra lectura que un aviso alto y claro a los protagonistas de la situación oligopólica de las plataformas de gestión bibliotecaria, un sector con menos competidores que hace una década que no cumple con la gama completa de necesidades.

Ante la deficiencia en el desarrollo tecnológico, la gestión de las colecciones seguirá reduciendo su función estratégica. Como me comentaba un compañero en una tertulia de este confinamiento, es evidente que aprendizaje e investigación han de substituir a colecciones y edificios en nuestras preocupaciones y estrategias; no pueden desaparecer de nuestro lenguaje porque como instrumentos siguen siendo válidos, pero mientras no evolucionen sí deben desaparecer de nuestro foco de atención. 

Y el consorcio OhioLINK apuesta justamente por ese cambio de enfoque: mirar hacia el usuario, en vez de a las colecciones. Tirando de storytelling, el informe imagina un futuro a la altura de sus usuarios: un estudiante arquetípico, un investigador médico y también el personal bibliotecario acceden a la información que necesitan (pull) y la que les podría resultar pertinente (push). Para los primeros, la información fluye, y las primitivas limitaciones técnicas (proxys, permisos, counters) desaparecen como por arte de magia. El relato finaliza con la capacidad del personal bibliotecario para acceder a indicadores de los accesos y descargas, sin trampa ni cartón3. Y así toma mejores decisiones para su comunidad de usuarios y para su institución. 

El recuento de las actuales debilidades de estos sistemas ocupa la siguiente parte del análisis, resultando familiares las demandas: interoperabilidad de los datos y los metadatos, prioridad a los recursos digitales (licencias, acceso abierto, proveedores diversos), facilidades para el trabajo cooperativo, capacidad de admitir proyectos piloto y experimentación en los sistemas, etc. 

En una sociedad donde Google, Facebook, Uber y Amazon definen las expectativas de los usuarios, las reglas del juego, la parte central del informe, «OhioLINK’s vision», concreta cuatro áreas de importancia estratégica para estos sistemas: 

Centrarse en el usuario, y no en la colección, puesto que el usuario necesita poder acceder a toda la información pertinente, no solo a la que contiene su institución principal. Para ser claros: nuestros usuarios llegan a la información vía Google y Google Scholar. El rol de un buen sistema, por tanto, pasa por facilitar que esas búsquedas encuentren las mínimas cortapisas para el pleno acceso al documento, máxime teniendo en cuenta que a menudo nuestros usuarios tienen diferentes filiaciones. Por poner un ridículo ejemplo local a modo de aportación personal, hoy en día existe en eBiblio (bibliotecas públicas) una potente colección cinematográfica a la que el personal académico de las universidades no tiene acceso si busca por medio de los catálogos universitarios. 

El informe compila ocho elementos a tener en cuenta: substitución de las colecciones por la experiencia del usuario (en palabras de Amazon: «libros seleccionados para ti»); capacidad de combinarse con aplicaciones propias del campus o de trabajo colaborativo (Dropbox); transparencia en los usos y protección de datos personales; asociación de acceso y descarga; información al usuario sobre costes extra o limitaciones por licencia; información cualitativa sobre los recursos (vetados, reputados, precisos, auténticos, versionados, etc.); recursos diferenciados para cada tipo de usuario (estudiantes, docentes, investigadores); visibilidad de las opciones de acceso (versión digital vs. versión impresa, tiempo de entrega en caso de préstamo, etc.); coherencia con los dispositivos de acceso (tableta, móvil, sobremesa). 

Apostar por la curación de colecciones, donde el sistema ofrece una combinación de servicios locales, cooperativos y externos, reunidos para las necesidades del usuario, sin limitarse a las suscripciones institucionales individuales. 

El estudio concreta esta necesidad en otros ocho aspectos: colecciones compartidas y adquisiciones cooperativas; gestión de inventario y administración que incluye información sobre impresión o preservación digital (el sistema señala la última versión de un libro electrónico preservada digitalmente); administración descentralizada de la colección; sistemas de impresión compartidos; integración ágil de bibliotecas individuales y consorcios, con acceso a sistemas no bibliotecarios (librerías, plataformas de libros de texto); mayor importancia al rol de las bibliotecas y los consorcios en el acceso al contenido; integración de las colecciones especiales y de contenido digitalizado; reconocimiento al acceso abierto en las herramientas de descubrimiento. 

Garantizar la vinculación o integración con las necesidades académicas, para prestar un mejor servicio a la comunidad académica, que debe conjugar contenidos con competencias, fomento de habilidades, niveles de complejidad, etc. 

El informe describe ocho nuevos requisitos para avanzar en esta demanda: integración con los sistemas de gestión académica; vinculación al currículo, los planes docentes, las evaluaciones y la acreditación de los conocimientos que debe superar el estudiante (informando de los recursos disponibles para cada nuevo programa, por ejemplo); adaptación a los flujos de trabajo relacionados con los datos de investigación (acceso, gestión, publicación); gestión documental y preservación digital; vinculación con los sistemas de acreditación (estatales, por ejemplo); gestión de la identidad institucional; integración de los sistemas de adquisición con otros sistemas de compras; vinculación de los sistemas con los servicios de publicaciones universitarios, así como con los Recursos de Aprendizaje en Abierto (OER, por sus siglas en inglés). 

Facilitar la explotación de datos, o Business Intelligence, para una mejor toma de decisiones de las bibliotecas, de las instituciones de educación superior, y de los consorcios y redes de las que forman parte: datos en tiempo real, costos, etc. 

La visión del consorcio analizado culmina su estudio con ocho nuevos requisitos de mejora: compilación, uso y reúso de los datos que afectan a la colección gestionada; mejoras para optimizar los usos de las colecciones; ampliación para el análisis del impacto curricular y de la investigación (cuántos estudiantes usaron estos recursos y qué resultados académicos obtuvieron); gestión de usuarios; información completa del uso y circulación de los recursos a los que se tiene acceso; gestión del préstamo interbibliotecario; datos en tiempo real, sin recurrir a petición expresa de información ni consultas con los proveedores; aplicaciones de inteligencia vinculadas a los recursos pero también a las actividades de la biblioteca y la satisfacción de los usuarios y de la institución. 

La mayoría hemos sufrido, estamos sufriendo o sufriremos cambios del sistema de gestión de nuestra biblioteca. Sabemos que el sector ha empeorado: difícilmente la reducción de competidores va a traer nada bueno. Por otra parte, ni Amazon ni Google son ya recién nacidos: ¿cómo es posible que nuestros sistemas de catálogo no hayan evolucionado? Con este punto de partida, el informe del consorcio OhioLINK puede recordar a una «Carta a los reyes», una lista de deseos que ya son realidad en otras aplicaciones de consumo masivo, pero que está por ver si el mercado de las bibliotecas es lo suficientemente apetitoso para que los proveedores de sistemas de gestión bibliotecaria realicen las inversiones necesarias. La lectura de este fenomenal documento puede ayudar a establecer la hoja de ruta. 


1 Balagué, Núria (2020). «A cada tipología de universidad, su biblioteca». Blok de BiD, 29/01/2020; Agustí, Lluís (2019). «Adquisiciones en bibliotecas universitarias norteamericanas: algunas tendencias recientes». Blok de BiD, 05/06/2019; Llueca, Ciro (2019). «¿El cliente siempre tiene la razón?: las bibliotecas universitarias estadounidenses vistas por su profesorado». Blok de BiD, 22/05/2019. 

2 Anglada, Lluís (2016). «Compras, plataformas y lo abierto: el software para bibliotecas en 2016». Blok de BiD, 11/05/2016. 

3 Un interesante estudio sobre la baja fiabilidad de las estadísticas de consumos digitales en bibliotecas es: Wilde, Michele (2019). «Scientists don’t use books –or do they?: how ebook statistics can challenge conventional wisdom amb inform collection decisions». ACRL 2019 Proceedings. Chicago: American Library Association.