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El impacto de la inteligencia artificial sobre los profesionales de la información y documentación

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Ángel Borrego
Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals
Universitat de Barcelona (UB)


Cox, Andrew (2021). The impact of AI, machine learning, automation and robotics on the information professions. London: CILIP. 52 p. Disponible en: <https://www.cilip.org.uk/page/researchreport>. [Consulta: 30/05/2021].  


La inteligencia artificial ha sido señalada como el elemento central de la denominada Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por la acumulación de grandes cantidades de datos, el uso de algoritmos para procesarlos y la interconexión masiva de sistemas y dispositivos digitales. Los relojes inteligentes, los asistentes virtuales o los coches sin conductor son ejemplos de productos de esta etapa.

El informe que reseñamos es un encargo del CILIP —la asociación profesional de bibliotecarios y documentalistas del Reino Unido— para entender cómo las tecnologías asociadas a esta revolución —inteligencia artificial, aprendizaje automático y robótica— están afectando a las profesiones de la información y documentación o es previsible que lo hagan en un futuro próximo. El trabajo se basa en una revisión bibliográfica y en entrevistas a una veintena de expertos. Se estructura en seis partes.

El primer capítulo sirve de acercamiento al fenómeno. En realidad, muchas de estas tecnologías ya están presentes en los entornos bibliotecarios. Es el caso de los sistemas de búsqueda de información que incorporan conceptos de la inteligencia artificial o los robots para la colocación de libros en estanterías. La idea de una máquina que piense o tenga un cuerpo similar al de un humano es antigua. Lo que ocurre es que en algún momento los cambios se aceleran y se vuelven disruptivos, convirtiendo estas tecnologías en ubicuas. Al margen de los sentimientos encontrados que estas tecnologías generan —entusiasmo por la mejora en el acceso a la información o temor por la pérdida de puestos de trabajo—, lo cierto es que su difusión no es universal. En diferentes sectores y lugares del mundo, la generalización de estas tecnologías adquiere ritmos distintos. Cabe pensar que las bibliotecas no serán un sector prioritario en la incorporación de estas tecnologías, sino que adaptarán aquellas herramientas que se evidencien exitosas en otros campos. Los expertos coinciden en que estamos en una era de inteligencia artificial «suave», en la que las máquinas son capaces de hacer mejor y más rápidamente que un humano algunas tareas concretas. Sin embargo, la inteligencia artificial «fuerte», capaz de interpretar diferentes contextos para la toma de decisiones o de sustituir completamente a un humano, es aún lejana.

El segundo capítulo analiza las promesas, riesgos y amenazas de la inteligencia artificial y la robótica. Por lo que a las promesas se refiere, el informe se centra en el impacto de la inteligencia artificial sobre el análisis de textos, que nos hará pasar de búsquedas en bases de datos estructuradas a consultas en texto completo combinando múltiples algoritmos. Se pasa de buscar un ítem concreto para consultarlo —un libro o un informe— a extraer el conocimiento disponible en una colección de textos. Ya existe la tecnología capaz de redactar un texto sin intervención humana a partir de la síntesis de la bibliografía. De manera similar, ha mejorado enormemente la capacidad de procesar la voz humana o de discernir el tema de un conjunto de imágenes y categorizarlas en respuesta a una búsqueda. Desde el punto de vista ético, la preocupación por el impacto de la inteligencia artificial sobre la sociedad es intensa: las injusticias y casos de discriminación que puede producir el uso de datos sesgados para entrenar a los algoritmos; el temor a la pérdida de la privacidad; los riesgos de seguridad y de robo de datos; la falta de transparencia en las decisiones tomadas por los algoritmos y la ausencia de encargados a los que pedir responsabilidades; etc. El apartado de las amenazas incluye la automatización de todo tipo de procesos. De momento, las tareas automatizadas son supervisadas por humanos, pero no es descartable que las máquinas los reemplacen completamente a medida que la tecnología sea más efectiva y barata.

El tercer capítulo se centra en las aplicaciones de la inteligencia artificial en el ámbito de la información. El trabajo parte de algunos ejemplos ya existentes y los amplía a otros en fase de desarrollo: la búsqueda en la web —a propósito de la cual se destaca la necesidad de ofrecer «alfabetización algorítmica» para entender los intereses comerciales detrás de los rankings de resultados o la personalización de las respuestas—; las nuevas interficies de los sistemas de gestión bibliotecaria; los chats de referencia; los sensores para monitorizar el movimiento, los niveles de ocupación o las condiciones ambientales en bibliotecas; etc.

El cuarto capítulo aborda los retos y las oportunidades de la inteligencia artificial en el entorno bibliotecario. El trabajo recoge una cierta desilusión entre algunos profesionales respecto a la aplicabilidad de algunas tecnologías y la sensación de que, a menudo, se empaquetan como nuevas herramientas ya existentes. El primer reto será, pues, la adquisición de un cierto nivel de formación que permita evaluar la idoneidad de las aplicaciones, valorar su utilidad y los potenciales beneficios para los usuarios y que evite dejarse obnubilar por tecnologías atractivas, pero con escaso impacto real. El segundo reto hace referencia a la ubicación de la inteligencia artificial dentro de la organización: en el departamento de informática, en el de gestión del conocimiento, en un departamento propio, etc. En tercer lugar, dado el elevado coste de muchos productos y servicios, hay un gran interés por las herramientas de código abierto y por cuestiones relacionadas con la propiedad intelectual de, por ejemplo, los textos sobre los que aplicar técnicas de minería de datos. El cuarto reto hace referencia a la preservación de los datos que alimentan los algoritmos. Otros desafíos se refieren a la formación y promoción de estas herramientas una vez implementadas o a los aspectos éticos y la necesidad de un uso responsable.

El quinto capítulo del informe delinea las competencias necesarias para aprovechar las oportunidades que brindan la inteligencia artificial y la robótica. Muchas de ellas son competencias ya adquiridas por los profesionales, como el liderazgo o la colaboración. Dos nuevos bloques de competencias serían las relativas al «pensamiento computacional» —abordar los problemas y sus posibles soluciones tal como lo haría un ordenador— y la «ciencia de datos».

El sexto y último capítulo del informe describe las fortalezas y debilidades de la profesión frente a la inteligencia artificial. Las primeras están relacionadas con el hecho de que los profesionales ya disponen de muchas habilidades útiles en este terreno: evaluación de contenidos, técnicas de búsqueda, gestión de datos, etc. Las segundas hacen referencia a la dificultad para trasladar algunas de las habilidades ya existentes al marco de la inteligencia artificial, la necesidad de reorientar la profesión respecto a la tecnología o la aún incipiente formación de los futuros profesionales en estas áreas. Para superar estas debilidades, se ofrecen trece recomendaciones dirigidas al CILIP —que debería definir la contribución de la profesión a la inteligencia artificial—, los centros de información y documentación y sus profesionales —que deberían experimentar con la tecnología— y los centros formativos —responsables de la adquisición de nuevas competencias por parte de los futuros profesionales.

El informe aborda un tema tan complejo como de actualidad. Diariamente, leemos noticias sobre las últimas novedades tecnológicas y sus efectos en cuestiones como la privacidad o el mercado de trabajo. Es evidente que estas tecnologías afectarán de lleno a profesiones que, como la nuestra, tienen la información como elemento definitorio de su actividad. El informe constituye un notable intento de discernir qué cambios se producirán en el corto y el medio plazo y cómo podemos afrontarlos.