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La biblioteca universitaria en países en desarrollo: el valor ya no se supone

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Cristóbal Urbano
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona


McCreadie, Nell. Library value in the developing world. London: Sage, 2013. 27 p. Disponible en: <http://www.uk.sagepub.com/librarians/dw> [consulta: 20/03/2014].

En el entorno actual de la educación superior, marcado por la desintermediación, la digitalización y la globalización de los recursos de información, las bibliotecas universitarias están obligadas a crear valor para el usuario. Ahora bien, crear valor es una condición necesaria pero no suficiente para la transformación y mejora de los servicios bibliotecarios, pues el valor finalmente lo determinan los propios usuarios en función del uso que practican, pero de forma muy especial mediante la percepción que tienen de los mismos. De aquí que junto al desarrollo de nuevos modelos de servicio y una organización más eficiente de los recursos, la preocupación por demostrar el valor de la biblioteca universitaria haya comportado en los últimos tiempos un mayor interés por el marketing y por la evaluación.

Dicho interés explica la publicación del informe Library value in the developing world que hoy reseñamos. Se trata de un estudio que sigue la estela del informe Working together: evolving value for academic libraries1, realizado un año antes con datos de Estados Unidos (US), Reino Unido (UK) y Escandinavia, igualmente bajo el impulso del grupo editorial SAGE. En ambos casos nos encontramos con un trabajo de campo basado en un número limitado de bibliotecarios y de profesores o investigadores, correspondiente a un grupo reducido de universidades que se toman tentativamente como representativas de los ámbitos geográficos estudiados.

Ambos trabajos son un ejemplo más de una sólida bibliografía de estudios de evaluación bibliotecaria. El lógico interés por estos temas explica la existencia de un volumen muy importante de trabajos que, con enfoques metodológicos muy variados, intentan captar las tendencias de fondo en cuanto a percepciones y evidencias sobre el valor de la biblioteca universitaria. Esta trayectoria se puede trazar con claridad desde finales de los años 70, pero presenta un importante punto de inflexión hacia el año 2000. A partir de ese momento, la necesidad de captar el valor la biblioteca, de objetivar su contribución a las finalidades de educación e investigación de la universidad en su conjunto, se ha venido asociando con términos como rendición de cuentas, retorno de la inversión, evaluación del impacto, gestión de la calidad o satisfacción del usuario. A partir de dicho punto de inflexión, el interés creciente entre la comunidad bibliotecaria por dichos enfoques se explica por la propia evolución de los modelos de gestión de la universidad en su conjunto, pero de forma muy especial por la necesidad de evidenciar la actividad de unas bibliotecas que en su transición digital hacia la Red corren el riesgo de una cierta invisibilidad.

Son muchas las organizaciones profesionales y las instituciones bibliotecarias en todo el mundo que han participado en la última década en ese movimiento destinado a poner en valor la biblioteca universitaria en el nuevo entorno. A título de ejemplo es reveladora la actividad desplegada por la Association of College and Research Libraries (ACRL) de los Estados Unidos: basta observar los hitos que se marcan entre 1999 y 2010 en la página Value of academic and research libraries para ilustrar que la transformación de la biblioteca universitaria exige un trabajo muy serio en evaluación, marketing y políticas de información. En dicha página encontramos el enlace a dos documentos que delimitan esa evolución y que son fundamentales para entender la publicación del informe Library value in the developing world que hoy reseñamos:

Do we need academic libraries?: a position paper of the Association of College and Research Libraries (ACRL). A finales de 1999 se publica este documento, que marcaba la posición de la ACRL en relación a las transformaciones y las continuidades que la biblioteca universitaria tenía que asegurar en el entorno digital para seguir siendo fiel a su misión y relevante para sus usuarios.

Value of academic libraries: a comprehensive research review and report. En 2010 se publicó este interesante informe que ha dado lugar a un sitio web en el que se actualizan recursos sobre políticas, métodos y buenas prácticas de evaluación y de comunicación del valor de la biblioteca universitaria. Partiendo de la crisis del concepto tradicional en la universidad americana que otorgaba a la biblioteca un papel central en el campus («Academic libraries have long enjoyed their status as the "heart of the university."») propone toda una serie de recursos que contribuyan a que bibliotecarios y administradores mejoren y actualicen la respuesta a la pregunta sobre cómo contribuye la biblioteca a la misión de la universidad.

Como hemos dicho, la lista de iniciativas para la puesta en valor de los servicios bibliotecarios, o del estudio de la percepción de su valor como paso necesario para su transformación, es a día de hoy muy completa2. En el ámbito del estudio de las percepciones tanto de bibliotecarios como de profesorado cabría destacar como referentes el US faculty survey y el US library survey de Ithaka S+R. Por otra parte, el interés por avanzar en los métodos de evaluacióndel impacto de las bibliotecas ha alumbrado también una abundante bibliografía que culminará durante este año 2014 con la publicación de la norma ISO 16439:2014 Methods and procedures for assessing the impact of libraries3.

En un panorama tan completo y potente como el que hemos mencionado Library value in the developing world y su antecedente Working together: evolving value for academic libraries son contribuciones humildes, pero pragmáticas, que facilitan el contraste de datos de diversos países en desarrollo entre sí, así como con países desarrollados (en este caso US, UK, Noruega y Suecia). Hablamos de contribución humilde por las limitaciones que se dan en estos estudios de SAGE por el reducido número de universidades, profesores y bibliotecarios participantes. Sin embargo desde un punto de vista pragmático, se puede afirmar que son contribuciones útiles, reales, que cubren un vacío de comparación internacional de amplio espectro sin pretender una visión definitiva. En cualquier caso, son estudios con poca profundidad metodológica y de contenidos, pero que en su brevedad tienen una cierta virtud al apuntar algunas conclusiones importantes y potencialmente generalizables.

En el caso del informe que nos ocupa relativo al mundo en desarrollo, se ha trabajado solamente con 12 instituciones de otros tantos países: Honduras (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), Indonesia (Indonesian Research Institute), Ghana (University of Cape Coast), Georgia (National Scientific Library), Kenia (Maseno University), Nigeria (Covenant University), Nigeria (Obafemi Awolowo University), Filipinas (University of the Philippines Visayas), Senegal (University of Thies), Uganda (Makerere University), Ucrania (Institute of Intellectual Property of National University, Kiev) y Zimbabwe (University of Zimbabwe). Se trata de una lista en la que la mayor representación africana permite ofrecer una imagen más cercana a la realidad de los países con mayores retos de desarrollo, y que a grandes rasgos se puede considerar adecuada para generalizar sobre el valor de la biblioteca universitaria en un abanico tan grande como el de los centenares de países que conforman lo que se denomina el mundo en desarrollo.

El estudio toma como punto de partida la existencia de una importante transformación en las bibliotecas universitarias de dichos países. Desde finales de los 90, la publicación en línea de la bibliografía científica, la extensión del movimiento Open Access y los programas de cooperación al desarrollo en este terreno (Research4Life, INASP y EiFL) han hecho posible que los investigadores o docentes universitarios de los países con índices de desarrollo más bajos cuenten con acceso a un stock de información en línea, equivalente en gran medida a la que pudiera tener un colega del primer mundo4. Sin embargo la disponibilidad de semejantes colecciones de recursos-e no ha sido condición suficiente para la transformación de la cultura investigadora y de uso de la información, ni para una renovación completa de la percepción que bibliotecarios y autoridades académicas tienen sobre el valor de sus bibliotecas.

Por ello el estudio confronta la percepción que los bibliotecarios tienen del valor que el profesorado atribuye a la biblioteca universitaria, con la opinión del profesorado mismo. Mediante las preguntas al colectivo docente e investigador se pretende dibujar el perfil real de unos usuarios que se mueven entre aquellos que desconocen lo que su biblioteca les ofrece (y aún más lo que les podría ofrecer), y aquellos que le siguen atribuyendo un valor simbólico, meramente basado en una reputación histórica de lo que pueda representar la palabra biblioteca como corazón del campus en la tradición del siglo XX. Los principales resultados inciden en la necesidad de mejorar la comunicación y el marketing de los recursos que se ofrecen, al tiempo que ponen de manifiesto la necesidad de servicios de apoyo a la docencia a la investigación, más allá de la tradicional tarea de facilitar el acceso a los recursos mediante la formación y custodia de una colección.

Respecto al diagnóstico obtenido se pueden destacar las siguientes conclusiones recogidas en el sumario ejecutivo:

• Las iniciativas para facilitar el acceso a los recursos-e en los países en desarrollo han puesto a disposición de los usuarios un potencial que no se está aprovechando de forma adecuada. Una quinta parte del personal docente e investigador (PDI) encuestado no usaba, o incluso no era consciente de los recursos-e a su disposición.

• Los problemas de equipamiento tecnológico y de conectividad, continúan siendo una barrera para muchos países.

• La biblioteca, como edificio físico, continua siendo muy importante para el PDI.

• La mayoría de los bibliotecarios (dos tercios) creen que la percepción que el PDI y los gestores universitarios tienen de la biblioteca se asocia principalmente al uso y valoración de la colección de recursos
• La mayoría del PDI (75%) establece la valoración de su biblioteca por la calidad y accesibilidad de la colección de recursos.

• El PDI no es siempre consciente de los servicios que le ofrece su biblioteca, más allá del acceso a los recursos de información: la mitad de los encuestados no eran conscientes de su existencia, o no eran usuarios de los mismos.

• Existe una cierta evidencia del apoyo a la docencia que ofrecen las bibliotecas, pero existen grandes lagunas en la oferta de servicios de apoyo a la investigación.

• La comunicación entre la biblioteca, los departamentos y los miembros del PDI considerados individualmente no es siempre efectiva y transparente. Una sexta parte de los profesores e investigadores participantes en el estudio no tenían claro con quién contactar en su biblioteca.

• Los bibliotecarios estiman como necesario un incremento de los recursos destinados al marketing y la promoción de la biblioteca. De todas formas existe una desconexión entre lo que los bibliotecarios consideran acciones efectivas de marketing y aquello que realmente se reconoce por parte del PDI como mensajes útiles y efectivamente recibidos.

• Contar con un sitio web de la biblioteca robusto es crítico para canalizar el acceso a los recursos-e. También es un canal fundamental de comunicación entre la biblioteca y sus usuarios.

El informe propone algunas acciones que las bibliotecas deberían considerar ante la realidad que se dibuja en el estudio:

• Ir más allá de la mera formación de la colección y puesta a disposición de los recursos, creando conciencia de la disponibilidad y estimulado el uso de los mismos.

• Interactuar más intensamente con el PDI para encontrar nuevas soluciones en la forma de ofrecer apoyo, formación y orientación.

• Crear aliados entre el PDI y los gestores universitarios mediante el cultivo de las relaciones públicas con aquellas personas predispuestas al apoyo a la biblioteca.

• Asegurar la actualización de la biblioteca en relación a los instrumentos y el entorno digital.

• Promover el apoyo hacia la biblioteca mediante sólidas relaciones con la alta dirección de la universidad y la participación en proyectos conjuntos de investigación. La biblioteca ha de llevar su voz a los principales foros de decisión, asegurando que sus preocupaciones y necesidades tienen el debido eco en los documentos estratégicos de la universidad.

• Practicar de forma regular y sistemática la evaluación del desempeño como vía para demostrar el valor de las colecciones y de los servicios.

Sin duda los resultados señalan problemas propios de las bibliotecas de los países en desarrollo, pero también tendencias y soluciones que comparten con los países más avanzados. La lectura de los puntos anteriores nos hace sentir frente a un espejo, ya que en buena medida el diagnóstico y ciertas propuestas tienen cierta validez en instituciones de cualquier parte del mundo, especialmente en países emergentes con economías en transición o en zonas como el Sur de Europa, en las que vivimos con gran crudeza la crisis económica. En síntesis, se trata de una lectura breve y asequible, recomendable para facilitar el conocimiento de la situación de países con los que sigue siendo necesaria la cooperación internacional, pero de forma muy especial como ejercicio de reflexión ante ese espejo. 


1. Claire Creaser and Valérie Spezi, Working together: evolving value for academic libraries (Loughborough: Loughborough University: SAGE, 2012),<http://libraryvalue.files.wordpress.com/2012/06/ndm-5709-lisu-final-report_web.pdf>.

2.  Blok de BiD ha prestado atención anteriormente a algunos de ellos, con reseñas como: Hilario Hernández, El valor de las bibliotecas en España triplica su coste [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/el-valor-de-las-bibliotecas-en-espana-triplica-su-coste], 19/02/2014; Antoni Feliu, ¿En qué nos beneficia la British Library? [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/%C2%BFen-que-nos-beneficia-la-british-library], 15/01/2014; Ángel Borrego, El comportamiento informativo de los docentes universitarios norteamericanos, tres años después [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/el-comportamiento-informativo-de-los-docentes-universitarios-norteamericanos-tres-a%C3%B1os-despu], 19/06/2013; Ángel Borrego, El valor de la biblioteca para la investigación [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/el-valor-de-la-biblioteca-para-la..., 20/4/2011; o Ángel Borrego, ¿Qué aporta la biblioteca a la universidad? [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/%C2%BFqu%C3%A9-aporta-la-biblioteca-la-universidad], 16/11/2010.

3.  Roswitha Poll, (2012) "Can we quantify the library's influence?: creating an ISO standard for impact assessment", Performance measurement and metrics, Vol. 13(2), p. 121 – 130. doi: 10.1108/14678041211241332.

4.  Véase nuestra reseña en este mismo Blok de BiD: INASP: la hora del protagonismo local en la cooperación al desarrollo científico y bibliotecario [http://www.ub.edu/blokdebid/es/content/inasp-la-hora-del-protagonismo-local-en-la-cooperacion-al-desarrollo-cientifico-y-biblioteca], 24/07/2013.