¿El cliente siempre tiene la razón?: las bibliotecas universitarias estadounidenses vistas por su profesorado

Versión para impresiónVersión para impresión

Ciro Llueca
Director de Biblioteca y Recursos de Aprendizaje
Universitat Oberta de Catalunya (UOC)


Blankstein, Melissa; Wolff-Eisenberg, Christine (2019). Ithaka S+R US Faculty survey 2018. New York: Ithaka S+R. Disponible en: <https://doi.org/10.18665/sr.311199>. [Consulta: 23/04/2019].


Uno de los momentos estelares del reciente congreso de la Association of College and Research Libraries (ACRL 2019 Recasting the narrative) celebrado en Cleveland (3.000 asistentes) fue la presentación del nuevo informe trienal de Ithaka, una organización sin ánimo de lucro con cuatro servicios bien conocidos por las bibliotecas universitarias: ArtStor, JStor, Portico e Ithaka S+R, centrado este último en dar soporte estratégico y de investigación a la comunidad académica. 

Para entender el alcance del informe hay que partir de los números: 10.919 respuestas a un cuestionario enviado en otoño de 2018 a 150.941 personas de la comunidad universitaria estadounidense, miembros del profesorado en un sentido amplio, clasificados según su pertenencia a Humanidades, Ciencias Sociales, Ciencias o bien Ciencias de la Salud. El tamaño importa, si tenemos en cuenta que estudios similares parten de una muestra menor, por mucho que la tasa de respuesta pueda superar este 7,2 %. Otro factor contundente es la trazabilidad de las tendencias, pues el informe se publica periódicamente desde el año 2000, y Ángel Borrego ha reseñado puntualmente los informes precedentes1 para el Blok de BiD. Es, pues, un informe que complementa a los que habitualmente se publican basados en la opinión de grupos de expertos mediante Delphy.2 

Han preguntado al profesorado de las universidades estadounidenses, y estas son las principales conclusiones:

  • Google Scholar gana peso como punto de partida de la búsqueda de información científica. Si bien las bases de datos académicas mantienen la primera posición, el profesorado está incrementando sus búsquedas mediante Google Scholar y otras herramientas similares. Es más evidente en Ciencias Sociales y en Ciencias genéricas, mientras que en Humanidades y Ciencias de la Salud se prefieren, como punto de partida, las bases de datos suscritas por las bibliotecas. 
     
  • El libro impreso está vivo. El capítulo dedicado al acceso a la información apunta también a la transición digital, y solo un 20 % del profesorado opina que no será necesario mantener una versión impresa de los libros. Esa cifra alcanza proporciones cercanas al 80 % en Humanidades, en una tendencia que ha subido desde 2015, especialmente en el profesorado más joven y cuando la intención es leer un capítulo o todo el libro completamente.
     
  • En datos de investigación, el profesorado prefiere gestionar por su cuenta. Si bien los servicios externos (Google Drive, Dropbox, etc.) ganan peso en la gestión de datos y recursos, decrece pero se mantiene como primera opción la preferencia por la gestión en sus propios ordenadores. Alejada de la órbita de preferencias: la gestión por parte de la biblioteca universitaria, pese a que cerca de un 40 % la valora positivamente cuando no se pregunta como primera opción. 
     
  • En comunicación científica crece tímidamente el interés por el acceso abierto. La publicación científica tradicional es la mejor valorada, tanto en publicaciones con revisión por pares (90 %) como en las actas de congresos (cercana al 70 %) y libros (60 %). Para el acceso abierto no se prefiere un repositorio institucional o sectorial por encima de cualquier lugar de Internet. Si se pregunta en qué se basa la elección para publicar en un lugar u otro, las preferencias apuntan a temática y distribución de la revista, alto factor de impacto o, en cuarto lugar (valoración del 70 %), que se permita publicar en acceso abierto sin APC (article processing charges). Solo un 40 % tiene en cuenta que el contenido sea accesible totalmente en abierto. 
     
  • Sin entusiasmo para evaluar el impacto social. En el apartado de comunicación científica también se pregunta si es necesario incorporar la medición del impacto social en el proceso de evaluación del profesorado. En la respuesta, únicamente un 20 % se muestra en contra, siendo la opinión totalmente a favor cercana al 30 %.
     
  • OER, en el centro del debate sobre aprendizaje. Por primera vez, el cuestionario preguntaba sobre los Objetos de Aprendizaje en Abierto (OER, por sus siglas en inglés). Cerca del 70 % del profesorado opina que es importante reducir el coste de lo que pagan los estudiantes por libros de texto y otros materiales, y alrededor del 50 % está interesado en utilizar OER en su docencia. Poco más del 10 % opina que su universidad reconoce o recompensa la integración de OER en la práctica docente. En general, hay menor interés en Ciencias de la Salud que en el resto de disciplinas. El profesorado, por otra parte, se muestra escéptico por el uso de learning analytics. 
     
  • Las bibliotecas universitarias, centrales de compra. El informe dedica su apartado final a analizar la percepción del profesorado sobre el rol de las bibliotecas. Agrupado por conceptos, su importancia apunta a la gestión de las compras y adquisiciones (buyer, más del 80 % de las respuestas); soporte al estudiante en análisis crítico, competencias informacionales y desarrollo de la investigación (undergraduate support, más del 70 %); repositorio y preservación de recursos (archive, más del 70 %); punto de partida para localizar información para la investigación (gateway, 70 %); soporte al estudiante en investigación, gestión de datos y publicación científica (graduate support, más del 60 %); soporte al profesorado en su docencia (teaching support, más del 60 %); y soporte a la investigación (research support, poco menos del 60 %). Las cuestiones menos consolidadas (gestión de la página web; asesoramiento en la publicación científica, tanto impacto como contratos de edición) no alcanzan el 40 % de percepción por parte del profesorado. 
     
  • El personal bibliotecario ayuda a los estudiantes en la búsqueda y uso de información. En el mismo capítulo, se indaga sobre el rol principal del personal bibliotecario. Se destaca la contribución clásica al aprendizaje en el uso de las fuentes de información por parte de los estudiantes; así como el desarrollo de sus habilidades para la investigación; y el soporte a la mejora de las competencias informacionales de los estudiantes para la manipulación de los medios y la desinformación. Se observa una mejor percepción en el profesorado de Humanidades, seguido de Ciencias Sociales, Ciencias genéricas y Ciencias de la Salud. 

El informe es una magnífica herramienta para tomar el pulso a las bibliotecas universitarias estadounidenses, cuya realidad no difiere en demasía del resto del mundo económicamente desarrollado. Desde la perspectiva europea, es inevitable constatar que la percepción del profesorado universitario (estadounidense y del resto del mundo) es menos integrada –por usar, una vez más, el famoso binomio de Umberto Eco– de lo que cabría esperar. Para poder comparar la realidad local y la descrita en el informe, el CSUC encargó en 2014 un estudio a semejanza del de Ithaka,3 con resultados muy similares a su precedente estadounidense: no siempre el profesorado está a la altura de las expectativas. 

Puede asombrar una visión alejada del mundo al que está acostumbrado el personal bibliotecario en sus congresos, publicaciones e informes de expertos: un mundo donde reinan las colecciones digitales, las infraestructuras de gestión de datos de investigación, y que es proclive al acceso abierto y a la evaluación por impacto social. El mundo de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) vinculados a la transferencia de conocimiento de la universidad, de la Declaración de San Francisco en Evaluación de la Investigación, del Plan S y los datos FAIR (findable, accessible, interoperable and reusable). En este sentido, es admirable la complicidad de los profesionales de las bibliotecas con la estrategia de nuestras universidades. Pero hablando en términos anglosajones, bien haremos en no olvidar que el profesorado es, si no nuestro cliente, nuestro principal aliado en la capacitación de los que seguro sí lo son: las y los estudiantes. 


1 Borrego, Ángel (2010). «Buscar, consultar y comunicar información en entornos académicos: ¿qué impacto está teniendo el formato digital? Blok de BiD, 02/06/2010. 

Borrego, Ángel (2013). «El comportamiento informativo de los docentes universitarios norteamericanos, tres años después». Blok de BiD, 19/06/2013.

Borrego, Ángel (2017). «¿Qué piensa el profesorado sobre la biblioteca universitària? Blok de BiD, 01/03/2017.

2 Gallo León, José Pablo (2019). «Tendencias para bibliotecas universitarias en un entorno cambiante: el informe 2018 de la ACRL». Blok de BiD, 06/02/2019. 

Anglada, Lluís (2019). «¿Si el sistema de la comunicación científica no funciona, por qué no cambiamos el sistema? Blok de BiD, 06/03/2019. 

3 Borrego, Ángel (2014). Comportament informatiu del professorat de les universitats catalanes. [Barcelona: CSUC]. 70 p. 

Borrego, Ángel; Anglada, Lluís (2016). «Faculty information behaviour in the electronic environment: attitudes towards searching, publishing and libraries». New library world, vol. 117, no. 3-4, p. 173-185.