El futuro de las librerías

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Antoni Daura i Jorba
Presidente del Gremi de Llibreters de Catalunya


Rodríguez, Joaquín (2017). El futuro de las librerías. [Las Rozas, Madrid: J. Rodríguez]. [70] p. (Los futuros del libro; 1). Disponible en: https://lektu.com/l/futuros-del-libro/el-futuro-de-las-librerias/7013. [Consulta: 14/05/2017].


Joaquín Rodríguez es un reconocido y activo estudioso del mundo del libro, que lleva una década aportando información y opinando sobre el pasado, el presente y, sobre todo, el futuro de nuestro sector cultural. Ahora, ha agrupado en un volumen –disponible y, pues, consultable a través de la red– un conjunto de artículos publicados inicialmente en su blog Los futuros del libro, debidamente agrupados y actualizados. Vale la pena seguirlo porque nos hace un análisis detallado del estado de salud de la cadena de valor del libro, con una especial atención en ver cómo el ámbito comercial, representado por las librerías, debe encontrar su papel en un mundo que ha cambiado en gran manera. La irrupción, más o menos repentina, de las tecnologías de la información ha cambiado claramente las reglas del juego. Sin ninguna planificación previa por parte de las empresas de nuestro sector y sin haberlo pedido explícitamente, las innovaciones aportadas por el mundo de la telecomunicación han entrado con fuerza, lo que hace que la manera tradicional de encarar la relación entre autor y lector, en medio de los cuales se encuentra el editor, el distribuidor y el librero, se han modificado a marchas forzadas. Y no siempre con el punto de pausa necesario para digerirlo bien. Todo dentro de un nuevo contexto socioeconómico de ámbito global del que el mundo de las letras no ha quedado al margen. Y, para acabar de complicarlo, diversas empresas multinacionales, ajenas de entrada a nuestro ámbito, han visto posibilidades de negocio, modificando por la fuerza de los hechos los usos, prácticas y costumbres de siempre.

Pero más allá de este punto de inflexión que han supuesto las nuevas maneras de exponer, vender y leer, el autor nos demuestra claramente que teníamos unas carencias estructurales, unos puntos negros, que esta crisis técnico-económica, por decirlo de alguna manera, han puesto al descubierto. Y conviene, pues, acertar el diagnóstico y, sobre todo, las medidas urgentes para curarnos. De hecho, Joaquín no se presenta como un analista externo y ajeno. Más bien lo contrario. Lector compulsivo y amante de pasear por la excelente red de librerías que todavía conservamos, le duele que quizás el eslabón más débil de la cadena se encuentre desconcertado, muchas veces paralizado, y con poca fuerza para dar un golpe de timón indispensable. Se da cuenta, claramente, que es preciso dotar a las librerías de un apoyo institucional claro y efectivo para realizar la reconversión necesaria, que pasa por tener una presencia importante en la red y una nueva proyección ciudadana como comercio y agente cultural de proximidad. Y esto queda claro que debe llevarse a cabo de manera coordinada y con una cooperación insoslayable.

Y es que por todas partes planean un par de preguntas oportunas y pertinentes: ¿qué tiene de indispensable la presencia física, analógica, respecto al entorno virtual? Y, sin ampliar significativamente el índice de lectores habituales, ¿hay pastel para todo el mundo? Es obvio que, de alguna manera, debemos reinventarnos, cogiendo todo lo bueno que tenemos –contacto directo con el lector, conocimiento de sus gustos, prescripción personalizada, ambiente especial, etc.– y dando un servicio adecuado a los nuevos tiempos, que pasa por tener la posibilidad de ofrecer unos amplios catálogos bibliográficos y un servicio logístico impecable. La apuesta del autor es por un futuro mixto, donde la presencia física, que da un carácter especial y emocional al acto de comprar, conviva con un buen trabajo en y en la red.

Esta recopilación tiene, hay que reconocerlo, una voluntad de zarandearnos, aunque en algunos capítulos quizás tiene un tono un punto filosófico y literario que no molesta en absoluto, pero que tampoco propone soluciones concretas y fácilmente implementables. Y es que no es nada sencillo, dado que al inmovilismo estructural y a los vicios adquiridos con el tiempo hay que añadir una gran atomización de las empresas que no ayuda a ser ágiles y activos. Cuesta, por tanto, poder mover toda una dinámica que tiene un recorrido temporal largo, pero seguramente que visiones como esta ayudan a zarandearnos. De hecho, dentro de nuestro ámbito catalán hemos intentado, especialmente desde el Gremi de Llibreters, estar atentos a los nuevos escenarios y hemos buscado fórmulas y propuestas que fuesen en esta dirección. Quiero recordar experiencias como el portal E-llibreries (año 2010), reconvertido en 2012 en Liberdrac y en 2015 en Libelista, que va avanzando poco a poco, en la línea de coordinar esfuerzos, presentar una oferta rica y plural y poner en valor el papel indispensable de la librería, sin hacer que pierda su personalidad singular. O también la creación de la Escola de Llibreria (2012) para formar buenos profesionales. E incluso una propuesta que ahora empieza a caminar que es el espacio de debate Hieronymus, que ha de servirnos para analizarnos y buscar propuestas de mejora que garanticen nuestra supervivencia, aunque sea con otros parámetros. Y, ya para terminar, la puesta en marcha de una Casa de les Lletres en Barcelona, en el marco de la marca Ciudad de la Literatura de la Unesco, debe servir para agrupar todos los elementos de nuestro sector, dar valor y recursos a un necesario Observatori del Llibre y proyectarnos de cara al futuro sin miedo y con convicción.

Nota. Esta reseña se publica simultáneamente con el Blog de l'Escola de Llibreria. [http://bd.ub.edu/edl/ca/el-futuro-de-las-librerias]