25. Refuerzo para la autosuperación

Presentación

Los premios concedidos a los mejores estudiantes de la clase, y que tienen como objetivo motivar la superación, no siempre generan este efecto. Contrariamente, pueden provocar desánimo y desmotivación, por la frustración que causan en aquellos que piensan que nunca lograrán un reconocimiento. En cambio, el reconocimiento a las mejoras individuales de cada estudiante puede potenciar y motivar la autosuperación, desde la percepción de que todos pueden mejorar, no sólo los mejores.

Síntesis del caso →

Contexto

Este caso se sitúa en una ciudad de la zona centro de Chile, en un colegio científico-humanista que acoge a más de 2.000 estudiantes, distribuidos en cursos desde preescolar hasta enseñanza secundaria y, concretamente, en un curso de segundo año de este último nivel, que equivaldría a cuarto curso de la ESO en España.

El nivel académico y disciplinario general es bueno. Cada curso tiene un profesor responsable que, durante dos años, es el tutor o guía encargado de orientar a los estudiantes en la formación humanista y en valores que la escuela propone claramente en su proyecto educativo institucional, basado en las leyes educativas del país, que protegen el desarrollo de las personas, además del desarrollo académico.

Planteamiento de la situación

En las escuelas de Chile, es una práctica habitual premiar determinados estudiantes en cada curso. Es un reconocimiento de aquellos estudiantes que obtienen el mejor promedio semestral o anual, y del alumno integral, que es aquel alumno que destaca académicamente y que participa en gran cantidad y variedad de actividades extracurriculares. Estos premios tienen el objetivo de reconocer el esfuerzo y el compromiso de los estudiantes en su desarrollo académico, y motivar a otros estudiantes a luchar para conseguirlos.

En este contexto y en mi tarea de profesora responsable, tenía que elegir el «alumno integral» del segundo año, para el primer semestre. Fue un cometido difícil, ya que teniendo en cuenta las características del curso había más de un estudiante que reunía los requisitos exigidos. Ante este dilema, decidí elegir una alumna que, pese a no tener el desempeño académico más alto, sí destacaba por sus mejores rendimientos en la constancia mostrada a lo largo de su trayectoria escolar, por su elevado compromiso con las actividades del curso, y por su destacado desempeño deportivo, artístico y literario en la escuela.

Después de entregar la distinción en un acto público, tuve una entrevista con la madre de esta estudiante, que quería darme las gracias por el premio de su hija, que tras diez años de estudios en la escuela, de esfuerzo constante y de participación activa, por primera vez había visto reconocido el compromiso significativo con su propio desarrollo y con el centro. Entendí en ese momento que este reconocimiento había generado un gran impacto, no sólo en la estudiante, sino en toda su familia.

Desarrollo de la experiencia

El gran impacto que había provocado el premio en el caso de esta alumna y su familia me hicieron plantear una serie de preguntas: ¿Estos premios provocan el efecto deseado? ¿Qué pasa con aquellos estudiantes que nunca conseguirán los rendimientos que les permitan ser premiados?

¿El reconocimiento los motiva a continuar esforzándose?  Quise saber más, y decidí hablar con la estudiante premiada. Ella me confesó que había sido una gran sorpresa ser elegida para este premio, ya que sabía que siempre era concedido a determinados estudiantes (hay que decir que estos premios habían rotado históricamente entre tres estudiantes que siempre obtenían las mejores medias).

La alumna nunca dejó de esforzarse, porque quería llegar a la universidad. Además, sus padres le habían apoyado en todo lo que se proponía, y habían reconocido siempre sus logros. Hablé también con otros estudiantes que nunca habían recibido ninguna de estas distinciones. Todos coincidían en afirmar que estos premios no tenían importancia para ellos, ya que nunca los conseguirían, a pesar de su esfuerzo: «siempre los recibirían otros, los mejores”. Todo ello me empujó a buscar algo que provocara un cambio de actitud, pensar en la manera de ayudarles a entender el significado del esfuerzo, de la superación, y de ser mejor.

La idea fue muy sencilla, pero con efectos sorprendentes y fabulosos. Busqué los expedientes académicos del año anterior de todos los estudiantes, con el fin de contrastarlos con los resultados parciales en ese momento y determinar las mejoras de su rendimiento en todas o algunas de las asignaturas. Con estos antecedentes, redacté una carta para cada uno de mis estudiantes con el objetivo de felicitarles por el esfuerzo que habían hecho y que les había permitido superar su nivel de aprendizaje, y los invité a continuar en este camino de superación.

Desenlace

La carta fue entregada en un claustro, con la asistencia de los estudiantes y sus padres. Recibieron estas agradables noticias que, sin duda, generaron muchos buenos momentos familiares y que provocaron mejoras en todo el curso durante el semestre siguiente.

Síntesis del caso

ContextoCurso de segundo año de enseñanza media, equivalente a cuarto de ESO
Nivel educativoSecundaria obligatoria
ÁmbitoAula
AcciónGestión de aula
ParticipantesProfesora responsable o tutora, Alumnado de segundo año, Padres y madres
Desarrollo• Selección del estudiante para conceder el premio al alumno integral
• Agradecimiento de la madre y de la estudiante
• Análisis del efecto de estos premios en los estudiantes no premiados
• Reconocimiento a todo el grupo por el esfuerzo de superación
DuraciónUn curso escolar

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Un comentario en “25. Refuerzo para la autosuperación”

  1. Hoy, el estudio de la inteligencia emocional es un tema que se encuentra en el punto de mira de muchas discusiones por parte de distintas disciplinas, como la psicología, la medicina, la filosofía, etcétera.
    En 1990, Meter Salovey y John Mayer propusieron por primera vez el modelo de «Inteligencia emocional» y describieron los principales aspectos que la conforman, siendo estos: el conocimiento y manejo de las propias emociones, la automotivación, el reconocimiento de las emociones de los demás y el manejo de las relaciones interpersonales. Lo cierto es que la introducción de este nuevo concepto ha evidenciado que existen muchas excepciones a la regla de que el cociente intelectual (CI) predice el éxito, de hecho algunos autores plantean que el CI contribuye solo en 20% a los factores que determinan el éxito en la vida, 80 % se relaciona con otros factores.
    Las emociones tienen un papel muy importante en el estudio y aprendizaje en todas las etapas de la vida -escolar, universitaria y la del aprendizaje permanente a que hoy nos obligan las responsabilidades profesionales y ejecutivas. Es por eso que, a pesar de que tradicionalmente la sociedad ha sobrevalorado la inteligencia de las personas en detrimento de otras cualidades de los individuos, la evidencia empírica ha demostrado que ser cognitivamente inteligente no es suficiente para garantizar el éxito académico, profesional y personal.
    Estudios realizados en la Universidad de Cádiz y por Sternberg encuentran correlaciones estadísticamente significativas entre inteligencia emocional y rendimiento académico en estudiantes de secundaria, que se mantienen con independencia de la influencia que sobre las notas tiene la personalidad y la inteligencia general o el efecto combinado de ambos. Si se desea que el desarrollo del aprendizaje sea exitoso, estimule entonces las emociones positivas como parte del componente de la inteligencia emocional. Ambientes de aprendizaje positivos, generan transformaciones creativas en los educandos.

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