3. Complicidad con el educador del aula-taller

Presentación

En un entorno de aula-taller, un estudiante con dificultades sociales, familiares, personales y de futuro académico-laboral, impulsa que el equipo docente adopte diferentes recursos para estimular el aprendizaje y la autoestima. Uno de los recursos que resulta determinante es la relación que, de forma intencional, se establece con uno de los educadores.

Síntesis del caso →

Contexto

Características del centro

Este caso se desarrolla en el marco de una fundación. En esta fundación hace 5 años que acompañamos adolescentes y jóvenes en el proceso de hacerse mayores y de afrontar el futuro.

Luchamos por la igualdad de oportunidades en el ámbito educativo y social: ofrecemos al adolescente y al joven un lugar y un espacio para desarrollar un aprendizaje y para crecer como persona.

Nuestro recorrido como institución educativa orienta nuestro trabajo sobre la forma en que se ha de acompañar a los adolescentes en su itinerario de formación, después de un recorrido de fracaso escolar y personal, y empezar a pensar en su futuro de formación y de empleo.

Contexto sociofamiliar

Fernando hace dos años que está en nuestro centro. Tiene 16 años. La madre de Fernando es muy depresiva y cuida de sus dos hijos prácticamente sola, porque el padre trabaja fuera del país y pasa poco tiempo con la familia.

El hijo mayor también es muy depresivo y prácticamente no sale de casa. Dicen que es superdotado, sin embargo ha pasado unos años sin hacer nada (ni trabajar ni estudiar) y ahora vuelve a estudiar Bachillerato, aunque falta continuamente a clase porque se duerme.

Fernando considera a su hermano como un rival que le roba todo el protagonismo. El hermano trata con rechazo Fernando, le coge sus cosas y le hace la vida imposible. Tienen muy mala relación y sólo se entienden en el tema del consumo de marihuana.

Ahora el padre ha vuelto al país y vive con los hijos. Se presenta como un padre sobreprotector, que tiene que recuperar los años perdidos defendiendo sus hijos y protegiéndolos como si fueran niños pequeños (interviene en peleas de Fernando con amigos y en problemas que tiene). Parece, además, agresivo verbalmente y muy autoritario. Dice que los problemas que hay en casa han sido provocados por la falta de la figura paterna y de autoridad.

Planteamiento de la situación

Los rasgos que dificultan el proceso de aprendizaje de Fernando, que cursa 4º de ESO en formato de aula-taller son:

  • Manifiesta muy poca tolerancia a la frustración y demanda de forma acusada la atención del adulto.
  • Es muy obsesivo en su comportamiento. Cuando se le mete algo en la cabeza no razona.
  • Está en tratamiento psiquiátrico desde hace unos años y lo manifiesta con total normalidad.
  • Se infravalora y eso hace que se sienta nervioso y muy inseguro en todo lo que hace.
  • Necesita constantemente el refuerzo del adulto; si no lo tiene, pierde el control con facilidad y se bloquea. En las aulas reclama la atención constantemente; aunque puede trabajar solo, la inseguridad lo supera.
  • En la clase de orientación laboral manifiesta un discurso maduro, quiere sacarse el curso y seguir los pasos de su padre.
  • Manifiesta malestar con asiduidad. Siempre tiene algún malestar. Es muy hipocondríaco.
  • Come obsesivamente. No puede hacer el cambio de clase sin comer bocadillo y lo hace de manera compulsiva.
  • Tiene problemas de sueño. Le cuesta mucho levantarse por las mañanas y si no lo despierta la madre no lo consigue, porque dice que es incapaz de oir el despertador.
  • Se preocupa por el consumo de porros: continuamente dice que quiere fumar menos. Le preocupa engancharse.
  • En síntesis, es un chico maduro, que es consciente de sus dificultades personales, sabe que su futuro se presenta complicado y eso le crea mucha angustia e impotencia.

La educadora presenta el caso de este adolescente en una de las reuniones del equipo docente del centro. Necesitamos tiempo para comprender qué le pasa a este muchacho, y para elaborar hipótesis que luego sirvan para establecer una línea de trabajo conjunta de todo el equipo. Su comportamiento es cada vez menos sostenible: a determinados talleres, en los que se siente incapaz de poder participar, comienza a encontrarse muy mal, tiene la necesidad de que alguien lo escuche y lo envíe a casa, que le dé permiso para «victimizarse» y que, de este modo, pueda responder que efectivamente es impotente y que no lo conseguirá.

Los motivos principales de preocupación son:

  • Los brotes de agresividad y violencia.
  • Cómo debe afrontar la finalización de este último trimestre: debido a su obsesión con el graduado y que sabemos que el instituto en el que está matriculado no le quieren dar tal posibilidad.
  • La imposibilidad de poder trabajar en determinados talleres. Ya no puede entrar, y en la primera reunión de trimestre vuelve a manifestar esta imposibilidad.
  • La salida del centro, puesto que se termina la escolaridad obligatoria y debemos pensar en su futuro más inmediato, respecto a la formación o bien desde la vertiente más laboral.

Desarrollo de la experiencia

El curso pasado se sintió mal en el grupo, ya que por madurez es un grupo muy infantil.

Se quejaba repetidamente de su desmotivación por esta causa, decía que nadie le hacía caso. Acabó el curso con muchas dificultades, ya que no se vinculó con la figura de la educadora y constantemente la cuestionaba.

Este curso lo empezó motivado. Está más tranquilo con el grupo, ya que es mucho más maduro y se encuentra a gusto. También encaja con su educadora y establecen un buen vínculo. Necesita mucho hablar de lo que le pasa, que alguien valore su trabajo y se esfuerza mucho para agradar y trabajar. Está obsesionado con el graduado, que debería certificarse en el instituto de referencia. Pero con su instituto de referencia existen dificultades tanto para darlo de alta de matrícula como para recibirlo en escolaridad compartida, ya que no lo quieren ver por el instituto. El chico se pasa todo el primer trimestre preguntando si podrá ir. Desde el instituto no responden a nuestra demanda y nosotros intentamos tranquilizar al chico.

Los resultados del primer trimestre del curso son buenos. No hace el taller de peluquería porque manifiesta asco a tocar el pelo. La verdad es que es una manía que tiene y creemos que esto le será insoportable, así que adaptamos la tarde del miércoles a otros talleres que hace de manera individualizada.

Otro aspecto a destacar de este trimestre y curso es que la impuntualidad mejora al principio de trimestre, aunque al final empieza a tener más problemas. La madre se duerme como él mismo y nadie se levanta en casa.

Comienza el segundo trimestre del curso con muchas angustias. Se siente enfermo continuamente. Habla de un malestar general que le impide trabajar. Habla de un nudo en el estómago. Al principio le pasaba comiendo, pero cada vez es más intenso y se presenta con más frecuencia. Su hermano, en casa, también empieza a tirar la toalla y, según él, al hermano se le permite todo. En cambio, a él se le obliga a ir a la escuela aunque se encuentre mal. Dice que en casa nadie le hace caso, que es el último en todo. Está muy sensible y pierde el control con facilidad, aunque siempre vuelve a hablar; el vínculo con la educadora le permite volver a empezar. Tiene varios arrebatos y se le ve mucho más nervioso y tiene muy poca espera y control. Parece que haya sufrido un brote. No soporta los comentarios de los compañeros, se vuelve despectivo y mira de reojo.

No asiste ningún miércoles por la tarde a los talleres (que se le ofrecieron en vez del de peluquería). Durante este trimestre se ha aprovechado para hacerlo colaborar en el taller de mecánica. Viene dos días muy contento, pero después dice que no lo soporta y que él no viene a trabajar para nadie y que él viene a hacer los talleres y punto. Deja de asistir.

También deja de asistir a los talleres de electricidad y de cerrajería. Cada vez que toca este taller ya empieza a tener varios males y lo empieza a avisar dos horas antes de que toque. Al principio entra en el taller, pero no para de quejarse y busca que le digamos que marche. Como esto no sucede se pone muy nervioso y al final acaba yéndose.

El último mes ya ni consigue entrar.

Quiere conseguir un trabajo, aunque se da cuenta de todas las dificultades que conlleva. Su gran problema es que es consciente de todo lo que le pasa y eso lo desespera.

Desenlace

Graduado

Es un tema que tiene olvidado, está más tranquilo, aunque en la reunión del tercer trimestre no conseguía salir del discurso: «que si no tendré graduado decídmelo que no sigo». Como no depende exclusivamente del aula-taller, aplazamos el tema para poder seguir trabajando con el instituto, y con él, para poder trabajar la vía más laboral. De momento, el tema está funcionando y la última semana ya decidió que vendría  el próximo curso con Graduado o sin Graduado.

Talleres

Cuando tenemos la reunión del tercer trimestre él manifiesta que, aunque quiere el graduado, no sabe si logrará asistir a los dos talleres que ha dejado. No sabe qué le pasa, pero no consigue entrar y quisiera hacerlo, ya que es por esta vía que quiere enfocar su futuro laboral.

Tenemos la hipótesis de que el maestro que lleva los talleres, en los que se obsesiona por no entrar, le recuerda la figura paterna, la perfección que lo hace imperfecto; y no soporta evidenciar que él no puede hacer las cosas de manera correcta. Por ello, tratamos de que este maestro se pueda acercar a Fernando para buscar su ayuda y que le manifieste que también hay muchas cosas que él no sabe. Lo hemos probado durante el mes y medio que llevamos de trimestre y Fernando no ha faltado a ninguna de sus clases. Se muestra con menos angustia, trabajando a su ritmo.

La estrategia de un tipo de atención más personalizada, ratos de conversación y la flexibilidad para rebajar el grado de exigencia que no tolera y lo desborda, reconducen la situación, y se presenta un escenario de tranquilidad y calma que le permite continuar el proceso de aprendizaje.

Síntesis del caso

ContextoAula-taller
Nivel educativoSecundaria obligatoria
ÁmbitoEstudiante
AcciónRecursos y servicios
ParticipantesEstudiante, equipo docente de aula-taller, educador
Desarrollo• Estudiante derivado a un aula-taller. Con dificultades sociales, familiares, personales y de futuro académico-laboral
• El primer grupo donde se incorpora no estimula su autonomía. El siguiente curso mejora inicialmente. Destaca la nueva relación con la educadora
• A pesar de que el estudiante percibe que su sitio es el aula-taller, mantiene su interés por incorporarse o relacionarse con el instituto de referencia, que se asocia con la posibilidad de sacarse el título de Graduado. Este interés no es correspondido
• Progresivamente, aumentan sus angustias y disminuye su rendimiento académico. Muestra rechazos casi obsesivos, especialmente si puede relacionar la tarea con la figura paterna
• Atendiendo al conjunto de aspectos, el equipo educativo apuesta para fortalecer la relación con un educador de taller masculino
DuraciónUn curso escolar

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2. Mejorando el clima de una aula abierta

Presentación

A partir de la observación de dos clases, una de matemáticas y otra de ciencias sociales en un Instituto, se plantean diversas realidades dentro del aula con los estudiantes y las diferentes formas de trabajar de cada uno de los profesores que imparten estas asignaturas.

Síntesis del caso →

Contexto

En el marco de la investigación realizada sobre las estrategias de acogida de alumnado extranjero en los institutos de educación secundaria, se ha solicitado al profesorado de un centro de los alrededores de una gran ciudad, la posibilidad de observar como gestionan en el aula la atención a la diversidad. Una vez aceptada la petición se establece día y hora para hacer la observación, y se determinan los grupos clase y el profesorado participante.

Planteamiento de la situación

Son las 11.15h de un martes del mes de mayo. Llego al instituto. Voy a observar dos clases: una de matemáticas de 1º de ESO y la otra de ciencias sociales de 4º de ESO. Hemos informado al profesorado que queremos hacer estas observaciones para ver como gestionan el aula, como atienden la diversidad y  en especial la diversidad que conlleva el alumnado extranjero.

Desarrollo de la experiencia

Cuando entro en la escuela me dirijo a Conserjería y pregunto por el profesor con quien había establecido el contacto. Mientras espero, hablo con el conserje sobre como agrupan los alumnos (me explica que están agrupados por niveles: buenos, medianos, malos), la duración de las sesiones de clase, el horario de los alumnos… Después de unos 10 minutos se me dirige a la profesora que he de observar. Es una chica muy joven. Parece un poco cansada. Me dice: “Ya te había visto, pero he salido a fuera a tomar el café, porque todo el día aquí dentro…”

De camino hacia el aula me explica que hoy le toca matemáticas con el grupo medio, con los alumnos que no son buenos, pero que aún se puede hacer alguna cosa.

Me explica también que tiene una alumna inmigrante que no entiende casi nada ni el castellano ni el catalán, y que le da hojas con multiplicaciones, porque aún no sabe multiplicar bien. Entro en el aula y le pregunto dónde le va bien que me siente. No tiene tiempo para responderme, que ya entran gritando los alumnos de primero de ESO. Ella, también grita, les pide que se sienten. Muchos de ellos y ellas continúan hablando y no se sientan. Mientras, ella da al alumno inmigrante, situado en una mesa individual en el extremo derecho  de la clase, la hoja con multiplicaciones. El resto de los alumnos van sentándose poco a poco. Las mesas están dispuestas de dos en dos. Empieza diciendo: ¿“recordáis el que hicimos ayer? (…) Hoy haremos la mediatriz y la bisectriz. ¿Habéis traído el compás?” Muchos chicos y chicas gritan: “Nooooo”. Yo pregunto a un chico que tengo al lado: “¿cómo es que no lo has traído?” y me contesta: “¡porque no tengo y no me lo quiero comprar!”. Ella va explicando y haciendo la mediatriz y la bisectriz en la pizarra, con compás, mientras el resto va charlando. Pocos escuchan y sobre todo los de detrás hacen burla, se tiran el estuche…

Cuando acaba dice: “haced el ejercicio 7 y 8 del libro”. Algunos van haciendo los ejercicios, pero muchos no los hacen. Como que muchos no llevan compás no lo pueden hacer y ella sugiere que lo hagan a mano alzada. Los chicos y chicas siguen quejándose en voz alta: “¡profe esto es un rollo! ¡Yo no lo pienso hacer! ¡Me aburro!”, y con otros comentarios parecidos.

Yo digo al mismo chico que le había preguntado antes porque no había traído el compás si quiere que le ayude a hacer el ejercicio. Como no ha traído ni compás ni libreta, le propongo calcar en una hoja el ángulo y que dibuje la bisectriz a mano alzada.

La maestra los riñe y les dice que ya les había avisado y que tenían que haber traído el  compás. A los que se portan mal les hace separar la mesa y sentarse delante.  Después les manda hacer en la pizarra unos ejercicios. Salen preferentemente los chicos y castiga los que “no se han portado bien” dejándolos sin hacer el ejercicio en la pizarra. Luego corrigen los deberes del día anterior en la pizarra (¡que muchos no han hecho!).

Antes de que suene el timbre recogen, y cuando suena salen todos y todas muy rápidamente. Al salir me comenta: “ya ves como son… hacemos lo que podemos… con este grupo no se puede hacer mucho más”.

La profesora me acompaña a encontrarnos con el profesor de ciencias sociales de 4º de ESO. Nos encontramos en el pasillo. Me da la sensación que éste profesor está mucho más relajado y contento que la profesora anterior. En la entrada me habla de los chicos y chicas extranjeros que tiene. Se queda en la puerta y saluda a los alumnos que entran. Cuando ya han entrado casi todos entra él. Los alumnos se van sentando. Me presenta y dice que vengo a observar la clase y que con mi feedback le ayudaré a mejorar la clase.

El profesor empieza diciendo que hoy explicará la revolución francesa. Lo hace con pasión. Después muestra un Power Point, con cuadros sobre la revolución francesa, esquemas y pequeños fragmentos de texto de los núcleos más importantes. Va haciendo preguntas a los alumnos, va relacionando el tema con películas, con libros, con la situación política de los países de donde provienen los alumnos…

El alumnado está sentado, de dos en dos y de cuatro en cuatro, todos mirando a la pizarra. Parece que están atentos y atentas. Muchos van copiando los pequeños fragmentos de texto del Power Point. Suena el timbre y todos continúan sentados, escuchando hasta que el profesor acaba de hablar. Luego van saliendo tranquilamente.

Al acabar la sesión, me pregunta qué me ha parecido y me comenta que desde hace unos años ha probado hacer las clases con Power Point con muchas imágenes y que le funciona muy bien. Ahora bien, me dice que hace pocos trabajos en grupo, que le gustaría hacer más. También me comenta que los alumnos están distribuidos por su conducta y que este es el grupo más alto. Que a él no le gusta, pero que en el centro hay una corriente antipedagógica muy fuerte y que no puede oponerse a esta distribución del alumnado. Eso sí, él intenta que la mayoría estén en el grupo más elevado. Nos despedimos y se pone a mi disposición para cualquier cosa que necesitemos.

Desenlace

Mientras me dirijo al metro voy dando vueltas a las observaciones realizadas, a los profesores y a las diferencias. No puedo evitar compararlos y me surgen ideas que quiero contrastar con mi equipo de investigación en cuanto pueda. Entre estas, aparece la influencia de las expectativas del profesorado hacia el grupo de alumnos, la experiencia de los docentes o los recursos didácticos utilizados (la bienvenida a los alumnos, la presentación de una persona que se incorpora al grupo, las preguntas a los alumnos, entre otras). Pero lo que más me ha impactado ha sido la pasión, en contra de la desmotivación, con la que los docentes viven y sienten su profesión.

Síntesis del caso

ContextoInstituto, en zona metropolitana de una gran ciudad, con mayoría de población inmigrante
Nivel educativoSecundaria obligatoria
ÁmbitoAsignatura
Aula
AcciónCurrículum
Metodología
Atención a la diversidad
ParticipantesProfesor novel, grupo de estudiantes
Desarrollo• El alumnado muestra dificultades de aprendizaje, de autoimagen y de relación
• El profesor programa 10 sesiones considerando las características del grupo de estudiantes
• Los alumnos responden positivamente, aunque a veces con dificultades de atención
• El trabajo realizado es presentado a alumnos de las aulas comunes
Duración10 sesiones de clase

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1. Dos formas de gestionar el aula

Presentación

A partir de la observación de dos clases, una de matemáticas y otra de ciencias sociales en un Instituto, se plantean diversas realidades dentro del aula con los estudiantes y las diferentes formas de trabajar de cada uno de los profesores que imparten estas asignaturas.

Síntesis del caso →

Contexto

En el marco de la investigación realizada sobre las estrategias de acogida de alumnado extranjero en los institutos de educación secundaria, se ha solicitado al profesorado de un centro de los alrededores de una gran ciudad, la posibilidad de observar como gestionan en el aula la atención a la diversidad. Una vez aceptada la petición se establece día y hora para hacer la observación, y se determinan los grupos clase y el profesorado participante.

Planteamiento de la situación

Son las 11.15h de un martes del mes de mayo. Llego al instituto. Voy a observar dos clases: una de matemáticas de 1º de ESO y la otra de ciencias sociales de 4º de ESO. Hemos informado al profesorado que queremos hacer estas observaciones para ver como gestionan el aula, como atienden la diversidad y  en especial la diversidad que conlleva el alumnado extranjero.

Desarrollo de la experiencia

Cuando entro en la escuela me dirijo a Conserjería y pregunto por el profesor con quien había establecido el contacto. Mientras espero, hablo con el conserje sobre como agrupan los alumnos (me explica que están agrupados por niveles: buenos, medianos, malos), la duración de las sesiones de clase, el horario de los alumnos… Después de unos 10 minutos se me dirige a la profesora que he de observar. Es una chica muy joven. Parece un poco cansada. Me dice: “Ya te había visto, pero he salido a fuera a tomar el café, porque todo el día aquí dentro…”

De camino hacia el aula me explica que hoy le toca matemáticas con el grupo medio, con los alumnos que no son buenos, pero que aún se puede hacer alguna cosa.

Me explica también que tiene una alumna inmigrante que no entiende casi nada ni el castellano ni el catalán, y que le da hojas con multiplicaciones, porque aún no sabe multiplicar bien. Entro en el aula y le pregunto dónde le va bien que me siente. No tiene tiempo para responderme, que ya entran gritando los alumnos de primero de ESO. Ella, también grita, les pide que se sienten. Muchos de ellos y ellas continúan hablando y no se sientan. Mientras, ella da al alumno inmigrante, situado en una mesa individual en el extremo derecho  de la clase, la hoja con multiplicaciones. El resto de los alumnos van sentándose poco a poco. Las mesas están dispuestas de dos en dos. Empieza diciendo: ¿“recordáis el que hicimos ayer? (…) Hoy haremos la mediatriz y la bisectriz. ¿Habéis traído el compás?” Muchos chicos y chicas gritan: “Nooooo”. Yo pregunto a un chico que tengo al lado: “¿cómo es que no lo has traído?” y me contesta: “¡porque no tengo y no me lo quiero comprar!”. Ella va explicando y haciendo la mediatriz y la bisectriz en la pizarra, con compás, mientras el resto va charlando. Pocos escuchan y sobre todo los de detrás hacen burla, se tiran el estuche…

Cuando acaba dice: “haced el ejercicio 7 y 8 del libro”. Algunos van haciendo los ejercicios, pero muchos no los hacen. Como que muchos no llevan compás no lo pueden hacer y ella sugiere que lo hagan a mano alzada. Los chicos y chicas siguen quejándose en voz alta: “¡profe esto es un rollo! ¡Yo no lo pienso hacer! ¡Me aburro!”, y con otros comentarios parecidos.

Yo digo al mismo chico que le había preguntado antes porque no había traído el compás si quiere que le ayude a hacer el ejercicio. Como no ha traído ni compás ni libreta, le propongo calcar en una hoja el ángulo y que dibuje la bisectriz a mano alzada.

La maestra los riñe y les dice que ya les había avisado y que tenían que haber traído el  compás. A los que se portan mal les hace separar la mesa y sentarse delante.  Después les manda hacer en la pizarra unos ejercicios. Salen preferentemente los chicos y castiga los que “no se han portado bien” dejándolos sin hacer el ejercicio en la pizarra. Luego corrigen los deberes del día anterior en la pizarra (¡que muchos no han hecho!).

Antes de que suene el timbre recogen, y cuando suena salen todos y todas muy rápidamente. Al salir me comenta: “ya ves como son… hacemos lo que podemos… con este grupo no se puede hacer mucho más”.

La profesora me acompaña a encontrarnos con el profesor de ciencias sociales de 4º de ESO. Nos encontramos en el pasillo. Me da la sensación que éste profesor está mucho más relajado y contento que la profesora anterior. En la entrada me habla de los chicos y chicas extranjeros que tiene. Se queda en la puerta y saluda a los alumnos que entran. Cuando ya han entrado casi todos entra él. Los alumnos se van sentando. Me presenta y dice que vengo a observar la clase y que con mi feedback le ayudaré a mejorar la clase.

El profesor empieza diciendo que hoy explicará la revolución francesa. Lo hace con pasión. Después muestra un Power Point, con cuadros sobre la revolución francesa, esquemas y pequeños fragmentos de texto de los núcleos más importantes. Va haciendo preguntas a los alumnos, va relacionando el tema con películas, con libros, con la situación política de los países de donde provienen los alumnos…

El alumnado está sentado, de dos en dos y de cuatro en cuatro, todos mirando a la pizarra. Parece que están atentos y atentas. Muchos van copiando los pequeños fragmentos de texto del Power Point. Suena el timbre y todos continúan sentados, escuchando hasta que el profesor acaba de hablar. Luego van saliendo tranquilamente.

Al acabar la sesión, me pregunta qué me ha parecido y me comenta que desde hace unos años ha probado hacer las clases con Power Point con muchas imágenes y que le funciona muy bien. Ahora bien, me dice que hace pocos trabajos en grupo, que le gustaría hacer más. También me comenta que los alumnos están distribuidos por su conducta y que este es el grupo más alto. Que a él no le gusta, pero que en el centro hay una corriente antipedagógica muy fuerte y que no puede oponerse a esta distribución del alumnado. Eso sí, él intenta que la mayoría estén en el grupo más elevado. Nos despedimos y se pone a mi disposición para cualquier cosa que necesitemos.

Desenlace

Mientras me dirijo al metro voy dando vueltas a las observaciones realizadas, a los profesores y a las diferencias. No puedo evitar compararlos y me surgen ideas que quiero contrastar con mi equipo de investigación en cuanto pueda. Entre estas, aparece la influencia de las expectativas del profesorado hacia el grupo de alumnos, la experiencia de los docentes o los recursos didácticos utilizados (la bienvenida a los alumnos, la presentación de una persona que se incorpora al grupo, las preguntas a los alumnos, entre otras). Pero lo que más me ha impactado ha sido la pasión, en contra de la desmotivación, con la que los docentes viven y sienten su profesión.

Síntesis del caso

ContextoInstituto
Nivel educativoSecundaria obligatoria
ÁmbitoAula
AcciónAtención a la diversidad
ParticipantesProfesora de matemáticas, profesor de ciencias sociales, alumnado agrupado según rendimiento académico, observador
DesarrolloEn dos situaciones de aula, se observa:
• Tipos de interacción entre profesor/a / alumnado y contenidos
• Criterios de agrupamiento interno
• Formas de presentación de los diferentes tipos de contenidos de aprendizaje
• Uso del material didáctico
• Maneras de cerrar la sesión
• Percepción del docente
DuraciónUna sesión de clase (fase previa, interactiva, posterior)

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