29. El críquet como medio de integración en el barrio

Presentación

Ante las dificultades de integración de un colectivo de alumnado recién llegado y de nueva incorporación, se pone en marcha una actividad extraescolar de críquet, que propicia un espacio educativo abierto a la comunidad.

Síntesis del caso →

Contexto

El caso se desarrolla en un instituto de secundaria del extrarradio de una gran ciudad, en un barrio obrero y con un porcentaje de inmigración elevado, donde un 35% del alumnado es recién llegado, hay una tasa de paro inmensa, con situaciones familiares gravísimas en algunos casos, y con una gran mezcla de culturas (chinos, paquistaníes, marroquíes, sudamericanos, gitanos, entre otros). El barrio está bastante bien dotado de servicios: bibliotecas, ambulatorio, seguridad, complejos deportivos privados. Pero existe una alta densidad de población y pocos espacios verdes. La comunicación y el sistema de transporte con la gran ciudad son relativamente buenos.

El claustro del centro está formado por unos cuarenta docentes. El personal de servicios son siete u ocho personas. El porcentaje de alumnado con necesidades educativas especiales es muy elevado en 1o y 2o de ESO, algunos de ellos siguen un PI (Plan Individualizado) o un PIM (Plan Intensivo de Mejora). También existe un aula de acogida porque cada año, a mitad del curso, llega alumnado extranjero de nueva incorporación.

Planteamiento de la situación

El barrio tiene carencia de espacios para los tiempos de descanso y los niños y las niñas viven en unas áreas pobladas con calles estrechas y empinadas, con mucho tráfico, exceso de ruidos, espacios familiares reducidos y sin tener cubiertas las condiciones higiénicas, sanitarias y económicas mínimas. Un hecho aislado es que algunos alumnos piden alguna vez ducharse en el instituto y, en ocasiones esporádicas, el centro se ha hecho cargo de una comida al día. Desde hace cuatro años se ofrecen una serie de actividades extraescolares a los alumnos y las alumnas casi gratuitas: fútbol, baloncesto, balonmano, hip-hop, etc. Estas actividades no resultan muy motivadoras ni interesantes para el alumnado paquistaní, por lo que solicitan al instituto la posibilidad de realizar una actividad lúdica extraescolar propia de su país, en concreto: críquet.

Desarrollo de la experiencia

Como coordinador deportivo del Plan Catalán del Deporte y profesor del Departamento de Educación Física, recibo la petición de un grupo de alumnos interesados en tener un espacio propio y seguro donde poder practicar críquet. Al ser también el presidente de la asociación deportiva escolar (AAEE) convocó una reunión, en la que también están miembros del AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos). Se llega a un acuerdo unánime: llevar a cabo la actividad de críquet. Informo de la decisión al equipo directivo. Luego, inicio una campaña publicitaria para animar al alumnado a inscribirse en todas las actividades, incluida la del críquet. Me pongo en contacto con un exalumno interesado en coordinar el equipo. Por dirigir la actividad recibirá 8 € semanales, sin contrato. Los alumnos que se inscriben pagan 10 € el año. Esto implica que hay una situación laboral irregular de los monitores, y comporta que la responsabilidad recaiga en el coordinador deportivo. Si los alumnos tienen problemas sanitarios, se utiliza el seguro escolar, además del seguro del Plan Catalán del Deporte.

En principio, pensé en la posibilidad de que el alumnado no paquistaní también estuviera interesado en aprender a jugar al críquet. No ha sido el caso, pero sí tenemos un grupo de siete u ocho alumnos que dos veces a la semana hacen esta actividad e, incluso, ya han participado en encuentros con otros institutos. A través de la asociación les hemos comprado material básico (pelotas, wicket, conos) y ellos lo han complementado con el material que tienen (guantes, bates, etc.).

Desenlace

Lo más importante, después de estos años de experiencia, es que los alumnos se encuentran en un lugar seguro, están protegidos, cuentan con profesorado y personal que conocen, con unas buenas infraestructuras. La repercusión de esta actividad es muy positiva en la convivencia del barrio y fomenta el respeto hacia otras culturas.

Es cierto que la iniciativa todavía posee debilidades que deben abordarse. Sin embargo, es de destacar que estas debilidades en gran parte guardan relación con la sostenibilidad o factibilidad del proyecto; en contrapartida, y como cuestión fundamental, ambas se relacionan con otra característica de este tipo de iniciativas: el hecho de que han de ser dinámicas y evolucionar hacia el objetivo de la real incorporación a la institución de principios de inclusión y conexión con la comunidad; y la generalización e institucionalización de estos principios en el instituto y en el sistema educativo.

Para mí está suponiendo una motivación y estímulo en mi vida laboral, planteándome objetivos diferentes de los de 20 años atrás. Es muy alentador ver cada día cómo un instituto que estaba cerrado por la tarde cobra vida con 27 alumnos en el patio, de lunes a jueves, además de algunos fines de semana. Incluso el personal no docente hace comentarios positivos y, de esta manera, reconoce la labor realizada: “un instituto sin alumnado es un instituto sin vida, triste. Los alumnos y las alumnas le dan vida y alegría”.

Síntesis del caso

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