Marco preliminar.


Los análisis feministas han subrayado que la mayor parte de las teorías y estudios sobre el Estado del Bienestar han puesto el énfasis en las relaciones de clase, sin atender a las consecuencias de estos desarrollos para hombres y mujeres. Estos análisis no han tenido en cuenta tampoco el papel central que las familias y las mujeres dentro de ellas han tenido en la creación de bienestar a través del trabajo de la reproducción, de los cuidados y de la atención a las personas.

En la medida en que las políticas sociales se han desarrollado fundamentalmente en función del trabajo asalariado, sin reconocerse un estatuto equivalente al trabajo de la reproducción, las mujeres, en cuanto inscritas mayoritariamente en la familia, no han accedido como sujetos de pleno derecho a dichas políticas, recibiendo en todo caso dichas prestaciones en términos de tutela, como madres y esposas.

Sin embargo, la reflexión sobre la relación entre estado y familia ha sido central en las últimas décadas debido a la mayor implicación pública en los trabajos de atención a las personas, a la implementación de medidas de consecución de la igualdad en el trabajo, la familia y la política, asíc como a la crisis del propio Estado del bienestar.

Uno de los aspectos fundamentales, puesto de manifiesto por los análisis feministas, se refiere al hecho de que el desarrollo de los servicios públicos y privados para la atención a las personas ha recaído nuevamente sobre las mujeres, siendo los trabajos peor pagados y de menor estatus social, mientras las mujeres siguen ausentes de los puestos públicos mejor cualificados. De esta forma, se ha afirmado que el desarrollo de los Estados del Bienestar ha supuesto la extensión del patriarcado de las esferas privadas a las públicas, liberando a las mujeres de la dependencia del marido para sustituirla por la dependencia del Estado.

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