Marco preliminar.


Todos los Estados del Bienestar han partido de la existencia de un modelo de familia en el que el varón era el proveedor de ingresos y las mujeres se ocupaban de la reproducción. Este modelo predominó en la mayor parte de los países europeos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. En los diferentes países ha predominado, alternativamente, el considerar a las mujeres como sujetos de las políticas sociales en tanto trabajadoras o en tanto madres, aunque en algunos casos les han sido reconocidos ambos estatus.

En Francia y Escandinavia se han favorecido políticas de apoyo a la inserción laboral de las mujeres. En el primero de estos países se ha potenciado, además, el reconocimiento de los derechos de las mujeres como madres y como trabajadoras remuneradas.

En países como Inglaterra, Alemania o Irlanda, ha predominado la idea del salario del varón como salario familiar; las mujeres acceden a los derechos sociales en tanto esposas y madres, quedando en segundo término su estatus como trabajadoras asalariadas. En algunos de estos países, como Irlanda, la legislación trata además de restringir ese acceso al mercado laboral.

A partir de los años setenta, con distintos ritmos y modalidades, la mayor parte de los países se han ido distanciando de este modelo, lo que no necesariamente significa que los gobiernos se hayan empleado más a fondo en apoyo de la integración de las mujeres en el trabajo ni en el desarrollo prioritario de sus derechos como trabajadoras, ni en la implementación de políticas de conciliación de la vida laboral y familiar o en políticas sociales de apoyo a las familias. En algunos casos, los años ochenta significaron el inicio de una erosión en los avances realizados en las políticas sociales desde mediados de siglo.

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