Las tendencias de actividad en la Europa actual


Pese al aumento general de la tasa de actividad femenina en todos los países europeos durante los últimos 20 años, las grandes disparidades entre ciertos países no hacen posible una lectura unificada de la problemática. En 1998 en Suecia, Finlandia o Dinamarca, la tasa de actividad femenina se situaba en 1998 por encima del 70%, mientras en países como España o Italia registraban tasas en torno al 40%.

No obstante, es posible plantear algunas consideraciones generales que afectan por igual a las tasas de actividad en todos los países de la UE:

En primer lugar la variación de las tasas de actividad femenina es mayor que la masculina. En 1998, el 78.7% de los hombres suecos eran activos, en España dicha tasa se situaba en el 75.5%; y sin embargo por lo que respeta a las mujeres la tasa de actividad sueca era del 72.2%, mientras que las mujeres españolas activas tan sólo representaban el 47.5%. Esta variación es generalizada, lo que significa que las políticas internas, así como, la particular evolución del mercado laboral en los diferentes países ha afectado de forma más profunda a la mujer que al hombre.


En segundo lugar, en casi todos los países del norte de Europa, con políticas más activas a favor de la mujer la tasa femenina de actividad se sitúa muy cercana a la masculina, mientras que en los países del sur de Europa, exceptuando el caso anómalo de Portugal, existen todavía grandes diferencias entre ambas.


Las razones que explican esta diferencia entre países son varias y complejas, pero es indudable que la masiva incorporación al mercado laboral retribuido en los países del norte se debe, en gran medida, a la creación de servicios públicos asistenciales -guarderías, centros de atención a gente mayor y disminuidos, etc.- así como a una mayor flexibilización de los horarios y los tiempos de trabajo.

Una segunda característica importante es la forma en que la actividad es desarrollada, es decir, si se trata de un trabajador/a autónomo o empleador/a o bien trabajador/a asalariado/a. De forma global, en la UE hay más mujeres activas asalariadas que hombres, con una tasa media de salarización en 1991 del 85%, mientras que para los hombres es del 75%. Esta mayor presencia de mujeres en actividades asalariadas, ha provocado una masiva concentración femenina en el sector terciario, dado que es en el sector servicios donde se aglutinan la mayor parte de los puestos asalariados.

En tercer lugar, cabe señalar las profundas diferencias de las tendencias de actividad en función del sexo. En el caso de los hombres europeos, se observa una disminución en los dos extremos de la pirámide de edad (menores de 25 y mayores de 50 años), lo que podría relacionarse con la mayor duración de los estudios y con el descenso de la edad de jubilación, y un estancamiento de la actividad en las edades centrales. En cuanto a las mujeres, se registra un crecimiento fuerte y general de las tasas de actividad femenina entre los 25 y 49 años, mientras son mayores las variaciones entre las mujeres más jóvenes y de mayor edad. Por lo tanto, podemos concluir que el aumento reciente de la actividad en Europa viene fuertemente condicionado por la incorporación al mercado de trabajo de las mujeres en edad de tener y criar hijos.





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