Formación de la Unión Europea.

¿Qué se puede pensar de un sistema de convivencia en el que la razón de cada particular le dicta máximas directamente contrarias a las que la razón pública predica al cuerpo social y en el que cada cual encuentra su provecho en el mal del prójimo?"
J.J. ROUSSEAU, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres

Desde el Consejo de Europa, como foro europeo, se potenciaron las vías para la integración europea, ante la imposibilidad de crear un sistema federal entre los estados europeos (por las reticencias de todos ellos a ceder parte de su soberanía), los diferentes países optaron por formar parte de instituciones que defendieran intereses comunes. Entre estas organizaciones, algunas pretendían la cooperación interestatal clásica (como la OTAN, la UEO, la OECE o la EFTA), mientras otras mantenían una clara voluntad integradora, y que se trataban de organizaciones con poderes económicos como paso previo a la integración política.

Los políticos franceses Monnet y Schumann fueron los protagonistas y promotores de este sistema para lograr la integración, pues opinaban que el hecho de generar los vínculos económicos lo que llevaría a la creación de vínculos políticos, según un plan funcionalista, sistema que había sido válido en el caso alemán con Zollverein, o unión aduanera, antes de su unificación.

El primer paso hacia la unidad europea, fue la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), firmado por Francia, Alemania Federal, Bélgica, Italia y Holanda en 1951, que en realidad era una ampliación del BENELUX a tres socios más. Con este tratado se creaba un mercado común del carbón, acero, hierro y residuos, arbitrado por una Alta Autoridad que velaba por los intereses comunes y administraba los fondos de cooperación.

No obstante, para algunos utópicos, el proyecto de federalismo se iniciaba en este momento y un paso fundamental en este sentido se dio en 1957, cuando en la reunión de Messina se organizó la Comunidad Económica Europea (o Mercado Común) y el Consejo Europeo de Energía Atómica (EURATOM), firmado por los países que formaban parte de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, un año más tarde, en el acta del Tratado de Roma de 1957.

El Tratado de Roma creó una Asamblea común, (Asamblea parlamentaria conocida como Parlamento Europeo) y un Tribunal que interpreta y aplica los Tratados y decisiones. Los objetivos eran, y son, la creación de un arancel común, el libre movimiento de las personas y trabajadores, servicios y capitales, la elaboración de una política agraria común, la creación de un Fondo Social Europeo (Seguridad Social común) y, por supuesto, la potenciación de las relaciones entre los Estados miembros como medio de lograr la unidad política.

La CEE, CECA y EURATOM, formaron las Comunidades Europeas, y las tres mantenían órganos propios. Sobre ellas, el Tratado de Roma estableció unos órganos comunes a modo de poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que se mantienen hoy en día como estructura organizativa de la Unión Europea.

En 1973 se amplió a nueve miembros, con la inclusión de Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca (puesto que Noruega, una vez admitida se negó a participar por decisión popular en sufragio). Tres nuevos países formaron parte de la Comunidad, transformando la organización en la Europa de los doce: Grecia, que ingresó en 1981, y España y Portugal que fueron admitidos en 1986.

El tratado de la Unión Europea, que transformó la Comunidad Europea es una institución más sólida, fue negociado en Maastricht en 1991 y aprobado por los parlamentos nacionales en febrero de 1992. Este Tratado fue previamente aprobado por referéndum a cada uno de loa países miembros, y por fin aprobado por el Parlamento Europeo en octubre de 1993.

En 1995 la comunidad se transforma en la Europa de los quince, con la inclusión como miembros de pleno derecho de Suecia, Finlandia y Austria. Otros países han solicitado la incorporación, lo que hace suponer una próxima ampliación de la Unión Europea, fundamentalmente entre los países que forman parte de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio), entre los países interesados en ser admitidos, están Chipre y Malta, que lo solicitaron en 1990, o Turquía, que lo hizo en 1987. Otros países que sí tenían el beneplácito de los actuales miembros para su incorporación inmediata, como son Suiza y Noruega, decidieron no hacerlo, unos porque consideraron que no respetaba su tradicional política de neutralidad, y otros, los noruegos, porque en el referéndum convocado para este efecto, vencieron las tesis de los llamados euroescépticos.

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