Conclusión.

En los años sesenta surge una expresión "tecnodemocracia" que dio nombre a una famosa obra de Duverger y desde entonces viene siendo usada para expresar los cambios que los distintos sistemas democráticos tienen la necesidad de introducir ante los profundos cambios en las sociedades postmodernistas. Uno de estos cambios más significativo es la trascendental influencia de los medios de comunicación, habitualmente sobre la sociedad en su conjunto y más determinantemente sobre el electorado en sus llamamientos a las urnas. Los partidos políticos de masas y los medios de comunicación (prensa, radio y sobre todo televisión) constituyen un tándem que condiciona en gran medida un acercamiento real de los ciudadanos a los temas y resortes de decisiones. Un segundo cambio sustancial, tras la desaparición del modelo de democracias populares y de la misma URSS, (Unión de Repúblicas Socialistas Soviética) es el denominado fin de las ideologías, que evidencia una diferenciación mínima de las distintas propuestas políticas, solo identificables por la pujanza de sus símbolos tradicionales y la atracción de sus líderes. El tercer gran cambio afecta a la misma existencia de los tradicionales ámbitos de identificación soberana; la crisis del Estado nacional y la creciente regionalización por un lado y la transnacionalización por otro, unido a la apertura del sufragio a los residentes (independientemente de su nacionalidad), transforman en profundidad la idea misma de la democracia asentada sobre la "soberanía nacional". Y por último se daría un cuarto cambio, que no recoge Duverger y que sería la aplicación de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, y su aportación a la idea de democracia, con la introducción por ejemplo en un futuro no muy lejano del voto electrónico, y la participación de los ciudadanos en una supuesta democracia directa y participativa a través de Internet, en cuanto los avances técnicos permitan su aplicación.

En este final y principio de siglo que nos ha tocado vivir se nos ha planteado grandes retos, a los que deberemos darles las correspondientes respuestas y que afectan muy directamente a todos los ciudadanos no solo europeos sino del mundo, naturalmente me refiero, al respeto a los derechos humanos, a la globalización y a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación y el entronque que tiene todo este entramado con el sistema democrático y con ello la participación de los ciudadanos en la globalización como se va ha establecer esa participación También sabemos que se abrirá ante nosotros grandes posibilidades, se trataría de proponer un gran pacto por una globalización pero ¿seremos capaces de aprovecharlas?

La singularidad del momento histórico que ahora vivimos en el continente Europeo, se debe a la coincidencia de tres circunstancias históricas; la primera es el final de la guerra fría, un proceso negativo que congeló las relaciones internacionales durante medio siglo, pues bien, el fin de la guerra fría abrió paso al género humano en el camino hacia la libertad, la democracia y la ciudadanía; el segundo el ambicioso proyecto de constitución de la Comunidad Europea, un proceso iniciado allá por 1957 en Roma, abierto y dinámico, que avanza inexorablemente hacia la ciudadanía europea, y el tercero la preocupación por parte de las instituciones internacionales entre ellas destacaría la ONU (Organización de Naciones Unidas), para el reconocimiento de los derechos humanos, que en definitiva es una apéndice y desarrollo de los iniciales derechos del hombre y del ciudadano. Estas tres circunstancias históricas son las necesarias para un desarrollo pleno de los ciudadanos de la humanidad. Este será nuestro punto de partida para que en un futuro no muy lejano se de entre el Norte y el Sur un futuro de entendimiento y cooperación.

El proceso de implantación de los derechos inherentes al ser humano que durante siglos se ha llevado a cabo por la ciudadanía puede considerarse como de gran revolución humana que han supuesto la formulación y consolidación de las distintas generaciones de derechos, en los distintos sistemas democráticos; no obstante como todo avanza y el ser humano es dinámico, junto con el progreso hoy en la actualidad de nuestros días podemos hablar de una serie de derechos en la cuarta generación entre ellos destacaría los que afectan al medio ambiente, las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, etc., así como su participación en la gran red de redes Internet que hace posible la superación de dos barreras que dificultaban la comunicación interhumana: las barreras del tiempo y el espacio. El mundo se ha convertido en algo más unísono y simultáneo para todos, en algo más accesible, aunque tengamos que reconocer también que es mucho más accesible para los que disponen de una mayor capacidad económica, sin embargo es precisamente el sistema democrático y la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos quien deberá establecer los cauces necesarios para arbitrar las formulas de participación y cohesión social dentro de un equilibrio en igualdad de condiciones.

La combinación de esos tres procesos, la apertura del mundo como consecuencia del fin de la guerra fría, la formación de la Unión Europea que va dando pasos de gigante hacia la unión política y consolida esos pasos de forma irreversible con la implantación de la moneda única el euro el día 1 de enero de 2002, ya somos un poco más ciudadanos europeos, la aplicación y extensión de los derechos del hombre y del ciudadano, y junto con estos tres procesos históricos se añade otro el desarrollo de las técnicas de comunicación y la conexión entre los seres humanos a nivel planetario, ha dado como resultado ese fenómeno que hoy influye sobre la suerte de todos los seres humanos, independientemente del país o continente que habiten, el fenómeno de la globalización.

Los debates sobre la conveniencia de la globalización se han intensificado en la última década y ahora se han desarrollado en todo el mundo. Ello es así porque la globalización es un proceso que abarca todas las esferas de la vida en un grado cada vez mayor: la política, la economía, la cultura. Sin embargo, hay expertos a nivel internacional que aseguran que el fenómeno no tiene nada de nuevo, y que la globalización dura ya muchos siglos, que al menos comenzó en el momento en que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo o mucho antes, hace 2500, cuando Anaximandro de Mileto creó el primer mapa del mundo (un círculo plano en representación de la Tierra, rodeado de aguas y con unos delfines en el centro).

Para posicionarse en contra de la teoría anteriormente expuesta, se puede afirmar que nunca en el pasado ha existido un centro de poder político y económico, concentrado en una única superpotencia EE.UU. como la que hoy existe, con la suficiente capacidad como para influir sobre la suerte de todo el planeta. -Aunque pueda ser atacada por un grupo terrorista como ocurrió el 11 de septiembre con el atentado a las torres gemelas, y al pentágono desencadenándose el terror por todo el mundo occidental, y actualmente vivamos en un periodo de desaceleración económica, son los síntomas de la globalización, el efecto domino se viene encima sobre todo el planeta-. Tampoco existieron los medios técnicos de que disponemos hoy y que permiten a un ser humano ponerse en contacto en apenas un segundo con otro ser humano en el polo opuesto del globo. Eso significa que estamos entrando en un mundo de una calidad diferente que apenas conseguimos entender y asimilar, esto es precisamente la globalización, ahora bien lo que debemos reivindicar los ciudadanos es una globalización democrática y en la que imperen los derechos del hombre y del ciudadano por encima de los exclusivamente económicos, y fomentar la aplicación de la globalización humanizada.

La noción de "globalización" se confunde a veces con la lucha que libran las corporaciones internacionales por el acceso a los mercados, por la máxima libertad posible del flujo de capitales y productos por encima de los Estados y de las regiones. Esa interpretación económica es demasiado estrecha y superficial, entiendo que el problema se debe a que la noción de "globalización" comprende también elementos culturales; de incluso proposiciones y formas de actuación que tratan de transformar la cultura en un mercado más. Como, de acuerdo con la ideología de la globalización, todo depende de las leyes del mercado, se tiende a conseguir que esas mismas leyes rijan también en la esfera de la cultura, no obstante la labor de los demócratas y de la sociedad democrática es no que impere la ley del mercado sino las leyes democráticas y la participación de los ciudadanos en las decisiones, que el mercado no este por encima de las personas, sino que el mercado o la economía se un eslabón para el desarrollo de la persona en la sociedad plenamente democrática y participativa.

Existen muchas confusiones y equivocaciones que nacen de la distinta percepción de los fenómenos de la cultura que tiene en la tradición anglosajona, y en particular en la norteamericana -no olvidemos que EE.UU. es la principal locomotora de la globalización-, en la tradición europea influye la corriente romántica simplificando el planteamiento, podemos decir que en la tradición norteamericana las obras culturales son productos del trabajo humano a las que se establece un valor económico a las mismas. Mientras que la tradición europea ve en la obra cultural el producto de una inspiración, algo con contenido sagrado, y su valor mercantil o económico tiene una importancia secundaria o accesoria, se prima más un valor profano hacia el derecho de ciudadanía.

Por último, afirmar que la democracia, la ciudadanía, los derechos humanos y la globalización, son conceptos que van unidos a nuestro modo de pensar del discurso lógico y occidental que actualmente superan las fronteras estatales e ignora incluso las legislaciones nacionales -como demuestra el hecho de que muchos países se reivindique el derecho a disfrutar de sistemas democráticos y del respeto a los derechos humanos y de la igualdad entre los seres humanos, y respecto de la globalización su máximo exponente es que se introduce en las culturas nacionales, de manera inexorable, junto al mecanismo del mercado, la tendencia a la mercantilización de todo lo que es producto de la mente y el espíritu humanos. La globalización, así vista, ofrece la posibilidad de sobrevivir sólo a las culturas que generan obras de gran valor estético y ético y que disponen, a la vez, de una gran fuerza económica y financiera que les permite resistir la competencia e impedir la marginación. La nueva situación del mundo en la esfera de las comunicaciones ha hecho que el individuo tenga un acceso más o menos libre no solamente a su cultura nacional, sino a decenas de otras culturas, a veces muy potentes y ricas. El ser humano se encuentra constantemente obligado a elegir porque la capacidad de percepción y asimilación de su mente sigue siendo limitada. Esa total apertura del mundo que tanto nos satisface y alegra tiene que preocuparnos también, en el mejor de los casos, un poco, porque somete cada cultura nacional a una inexorable confrontación con otras culturas. La apertura del mundo obliga a las culturas nacionales a ponerse en movimiento, a circular, porque nunca antes los bienes de la cultura fueron sometidos a una divulgación y propagación tan intensos como ahora. Marshall McLuhan dijo que el mundo se convertiría en una aldea global. Nosotros podemos decir que en cada aldea hay un poco del mundo global, y a esto último podemos añadir las palabras que nuestro Rey Juan Carlos I, realizó en la clausura de las jornadas sobre transición y regímenes democráticos celebrada en Madrid, "La democracia es el mejor sistema político para la especie humana", puesto que garantiza la máxima aspiración de los ciudadanos, que es el Estado de Derecho.

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