El trabajo de las mujeres dentro y fuera de la familia.


A nivel general se puede afirmar que el papel económico de las mujeres era esencial en todos los estamentos sociales y no quedaba reducido al trabajo doméstico cuyo contenido por otra parte variaba enormemente de unos estamentos a otros. A diferencia de la sociedad contemporánea abarcaba tareas productivas como la elaboración de alimentos, vestidos, utensilios, etc. La mayor parte de la población femenina trabajaba para su subsistencia y la de la familia. Y lo hacían desde edades muy tempranas.

La ideología de la domesticidad, de la separación de esferas como espacios sociales alternativos para hombres y mujeres es propia de la burguesía decimonónica. Las mujeres nobles controlaban y dirigían las tareas domésticas de las haciendas y sustituían la representación de la familia en ausencia del marido cediendo el cuidado de los hijos a nodrizas o conventos. Las mujeres campesinas ocupaban su tiempo entre el trabajo del campo y de la casa que significaba la fabricación de alimentos (queso, mantequilla, cerveza, pan, el salado de la carne, la fabricación de los vestidos, el abastecimiento de agua y fuego; el cuidado del huerto y de los animales, etc.).

El trabajo de las mujeres urbanas se distribuía también entre las tareas domésticas y los diversos trabajos que ofrecía la ciudad: el servicio doméstico, el hilado, el tejido, la confección, el lavado, la venta callejera, etc., muchos de ellos realizados a domicilio como también sucedía en las industrias domiciliarias muy extendidas en el ámbito rural, lo que hacía que las mujeres compaginaran el trabajo asalariado a domicilio con las tareas domésticas.

Los gremios, en general, vedaban el acceso a las mujeres como maestras, aunque sabemos que era habitual que trabajaran en ellos, y que al enviudar las mujeres de los maestros pudieran continuar con el taller, aunque las dificultades económicas muchas veces les obligaban a cerrar. Existían algunos gremios femeninos (lavanderas, floristas, costureras) aunque se hallaban clasificados entre los oficios más modestos. Conforme avanzaba la edad moderna y las dificultades de trabajo asalariado para las mujeres irían haciéndose muy difíciles para las mujeres en algunos lugares, especialmente en momentos de crisis, hasta tal punto que comenzó a extenderse la idea de que el trabajo de las mujeres era competencia desleal.


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