Las mujeres y los clubs revolucionarios.


La entrada de las mujeres en los clubs políticos estuvo llena de dificultades y nunca llegaron a integrarse de pleno derecho en los mismos. Los clubs agrupaban tan sólo a ciudadanos activos y las mujeres no formaban parte de ellos. Sólo la Asamblea Federativa de los Amigos de la Verdad, el club de los Jacobinos y el de "les cordeliers" toleraban su presencia, pero no dieron un estatuto oficial a la misma. De hecho la petición de Théroigne de Mericourt de ser aceptada con voz y sin voto ni siquiera fue aceptada por el club de "cordeliers".

De hecho, en septiembre de 1791, un proyecto de decreto del comité de Constitución preveía fuertes multas a los miembros que no estuviesen inscritos como ciudadanos activos, como era el caso de las mujeres. Las mujeres aprovecharon los estrechos resquicios que les ofrecían los clubs para hacer patente su descontento respecto a la marcha de la Revolución, llevando ante sus asambleas las reivindicaciones femeninas pendientes, como hizo Etta Palm en su "Discurso sobre la Injusticia de las leyes" leído en diciembre 1790 en la Asamblea Federativa de Amigos de la Verdad.

Ante la radicalización de los clubs, la Asamblea constituyente a través de un decreto, prohibía prácticamente toda actividad política a clubs y sociedades de toda clase. La presencia activa de las mujeres en los clubs tuvo lugar fundamentalmente a través de las "sociedades fraternales mixtas" y a través de los clubs femeninos.


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