El feminismo nacionalista.



En los territorios más industrializados del Estado, el País Vasco y Cataluña, surgieron organizaciones femeninas vinculadas al nacionalismo de origen burgués y al reformismo católico. Para dichas organizaciones las mujeres debían continuar circunscritas al ámbito privado, al hogar y la familia. La función social de las mujeres debía continuar ceñida a la maternidad, a la socialización y educación de sus hijos y a la protección de la familia. No obstante se reconocía la necesidad de modernizar su papel social. La "nueva mujer moderna" debía, junto a la adopción de aspectos de la modernidad europea, conservar los valores culturales y nacionales tradicionales. Para conseguirlo las mujeres debían vincularse a instituciones educativas, culturales, benéficas y de acción social. Estas organizaciones se mostraron, al menos inicialmente, contrarias al sufragio femenino. Si embargo, durante las primeras décadas del siglo xx, al igual que entre los partidos conservadores, esta actitud cambió en favor de una táctica posibilista al concluir que el voto femenino podía beneficiar el voto nacionalista. De este modo, una de sus prioridades era decantar a las mujeres hacia el nacionalismo conservador y crear organizaciones obreras femeninas ligadas al reformismo social.

En el País Vasco, se constituyó en 1922, la organización de mujeres Emakume Abertzale Batza ( Asociación de la Mujer Patriota), dirigida, entre otras, por Carmen Errazti. De orientación nacionalista, aparecía con la intención de revalorizar el papel tradicional de las mujeres vascas. Suspendida por la Dictadura de Primo de Rivera en 1923 un año después de su formación, desarrolló una importante tarea educativa, benéfica y propagandística. En 1923 se creo Emakume Azarri Bazcuna, con una carácter más moderado que su predecesora aunque con unos objetivos similares.

En Cataluña se fundó en 1906 la Lliga Patriòtica de Dames, en consonancia con la Lliga Regionalista, que contaría entre sus filas destacadas escritoras como Dolors Monserdà o Carme Karr esta última abandonaría la organización en el año 1917 para fundar en 1921 Acció Femenina, organización que se distanció del nacionalismo conservador. Organización que aunque a principios de siglo se mostró ambigua con el sufragismo británico, durante los años 30 aglutinó a significativos núcleos en defensa del derecho a voto de las mujeres.

Las reivindicaciones del nacionalismo femenino catalán se dirigían a defender las instituciones y los valores culturales catalanes y la institución familiar donde las mujeres podían y "debían" influenciar al marido, y mediante la cual actuaban en la vida pública. Con un carácter y unos objetivos similares a las organizaciones femeninas vascas, el nacionalismo femenino catalán desarrolló una importante labor cultural y benéfica, con la creación por ejemplo de "l'Institut de Cultura i Biblioteca Popular per a la Dona" en el año 1910, fundado por Francesca Bonnemaison que se convirtió en el centro educativo más importante de España dedicado a la formación profesional de mujeres de clase obrera y media, o el "Patronat per a les Obreres de l'Agulla" constituido en el mismo año. Difundieron sus planteamientos a través de la fundación de revistas y semanarios para mujeres, entre las que destacó la publicación aparecida en 1906 bajo la influencia de Solidaridad Catalana, "Or y Grana. Un semanario autonomista para mujeres, impulsor de una Liga Patriótica de Damas".

En los años 30 empezarían a fundarse Secciones Femeninas en la mayoría de partidos conservadores, entre otros la Lliga Regionalista en 1932, y la postura de las mujeres conservadoras pasaría de negar el voto femenino a defender el sufragio. Su actitud respondía a la voluntad de monopolizar el voto femenino en las elecciones de 1933.

Las Secciones Femeninas se caracterizaron por su subordinación a las directrices y doctrinas del partido, desplazándolas de los asuntos políticos "relevantes" hacia asuntos "femeninos" (educación, beneficencia, etc,...)

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