Isaiah Berlin - Biografía


Nacido en 1909 en Riga, capital de Letonía, en aquel momento anexionada a la Unión Soviética, se educó en Oxford. Ha sido Fellow en All Souls College (1932-1938; 1950-1957) y en New College (1938-1950), profesor de Teoría Social y Política en Oxford(1957-1967) y profesor de Humanidades en la City University de Nueva York (1966-1972). Berlin ha atacado el determinismo de ciertas filosofías de la historia; en particular, se ha opuesto a la idea marxista de una marcha objetiva de la historia y a la visión según la cual todos los valores están condicionados por la situación social que los evaluadores puedan ocupar en un momento dado.

Según él, la historia ni puede ser ni debería intentar ser «objetiva», es decir, libre de evaluaciones a la manera de la física, puesto que si hay intencionalidad y búsqueda de objetivos en las acciones humanas -es decir, si se trata de acciones motivadas y no simplemente causadas en una cadena de eventos-, entonces resulta inevitable aceptar algún grado de evaluación moral o psicológica.

En Contra corriente, Berlin presenta varios pensadores opuestos a algunas tesis centrales del racionalismo del siglo XVII y de la Ilustración del XVIII. Tres de aquellas tesis básicas son: cada pregunta genuina -de hecho o de valor- debe tener sólo una respuesta verdadera; en principio, sólo hay un método válido para descubrir esas respuestas; todas las respuestas deben ser mutuamente compatibles. Parece, pues, como si las respuestas a nuestras preguntas pudieran darnos el conocimiento de cuál sería la vida perfecta para los humanos. Pero resulta que la oposición escéptica a esas tesis racionalistas e ilustradas revela grietas importantes en el edificio aparentemente sólido del cientifismo.

Berlin critica que se minimice la influencia de los individuos humanos sobre los eventos históricos -así como su responsabilidad sobre ellos-, y que se pretendan eliminar la evaluación y el juicio moral de los escritos históricos. Con ello acentúa la importancia de los valores morales y la necesidad de rechazar el determinismo si queremos seguir manejando nociones como las de responsabilidad y libertad. Su desafío se dirige a los defensores del positivismo lógico, del marxismo o de cualquier otra doctrina que intente traducir los problemas humanos a lo que él llama «términos científicos engañosos».