John Rawls - Biografía


(1921- ) Filósofo americano. En 1971, Rawls publicó su libro A Theory of Justice (Una teoría de la justicia), obra que ha ejercido desde su aparición una gran y singular influencia en la filosofía política angloamericana. Previamente, algunos artículos aparecidos en revistas especializadas anticiparon los principales temas de esta obra, a la que Rawls ha incorporado varias revisiones teóricas en otros artículos y conferencias posteriores. En el plano filosófico, la contribución más importante de Rawls ha sido presentar una teoría ética alternativa al utilitarismo. En el político, su concepto de la justicia ha sido considerado como una defensa del liberalismo en el sentido americano, o de la socialdemocracia en el europeo.

Los libros de Rawls han sido interpretados, en ocasiones, como un resurgimiento de la tradición del contrato social en el pensamiento político; pero, de hecho, sus intereses y modo de proceder son muy diferentes de los de la corriente principal de esa tradición. Rawls no se ocupa directamente de justificar la autoridad política, sino de establecer principios de justicia social. A este objeto, imagina a las personas situadas en lo que él denomina «la posición original». Es una situación puramente hipotética en la que las personas carecen de conocimiento sobre sus facultades y capacidades, y sobre el lugar que ocupan en la sociedad. Se les pide entonces que formulen principios de distribución por los que serán gobernados cuando regresen a la sociedad normal. Ellos no saben cuáles son sus objetivos particulares en la vida; pero sí saben que podría serles útil disfrutar de varios «bienes primarios», que para Rawls son: los derechos y libertades, las oportunidades y los poderes, la renta y la riqueza y las bases del respeto propio. Se supone que totdos quieren tantos de estos bienes como sea posible, pero, debido a su ignorancia en la posición original, se limitan a desarrollar principios distributivos bastante generales.

Rawls pretende que esta construcción evita la principal desventaja del utilitarismo, a saber, que los intereses de los individuos particulares puedan ser sacrificados en aras del bienestar agregado del conjunto, relegando así a un segundo plano principios de justicia que reflejan nuestras creencias más profundas. Ninguna de las dos posiciones es indiscutible. Algunos críticos han señalado que el resultado de la posición original sería realmente una forma de utilitarismo; otros piensan que los principios que Rawls pretende derivar de aquella posición entran en conflicto con algunas creencias profundas. Los principios son:

  • Cada persona debe tener derecho al mayor grado de libertad posible que sea compatible con una libertad similar de los demás.

  • Las desigualdades sociales y económicas deben ajustarse de manera que (a) se obtenga el mayor beneficio para los menos favorecidos, y (b) queden ligadas a posiciones y oficios abiertos a todos en condiciones de justa igualdad de oportunidades.

El primer principio encarna una idea liberal muy conocida, pero la interpretación de Rawls tiene tres rasgos característicos. Primero, interpreta la «libertad» de una manera estricta, para referirse a las libertades legalmente definidas de movimiento, expresión y participación política (véase también libertad). Segundo, al reconocer que el valor de esta libertad de cada persona debe depender de los recursos materiales que posee, supone que la libertad en sí misma, y no su valor, debe ser igualmente distribuida. Tercero, da al principio de libertad una estricta prioridad sobre el segundo principio, al menos en las sociedades económicamente desarrolladas. La libertad nunca puede ser sacrificada al aumento del bienestar material.

Si el primer principio revela el compromiso de Rawls con el liberalismo, el segundo, y especialmente la parte (a) -el denominado «principio de diferencia»- parece darle un aire más igualitario a su teoría. El principio de diferencia requiere que regulemos las desigualdades sociales de manera que aquellos que disfrutan de un menor número de bienes materiales (renta, riqueza y bases de la dignidad) reciban, sin embargo, la mayor cantidad posible. Rawls aprueba una economía de mercado en la que las desigualdades sociales sirven como incentivos para aumentar la provisión general de bienes disponibles para la distribución. En términos prácticos, su principio implica que el sistema tributario debe emplearse de forma progresiva para redistribuir los bienes hacia los más desfavorecidos, hasta el punto en el que los efectos desincentivadores del aumento de los impuestos comiencen a reducir la producción total.

Hasta qué punto sean igualitarios los efectos de los principios de Rawls es una cuestión que depende de los datos de la psicología humana. Sus críticos de izquierda ven en ello una desventaja, señalando que la necesidad de incentivos no es un hecho psicológico, sino un producto de las instituciones económicas dominantes. A la inversa, sus críticos de derecha piensan que los que tienen éxito en un mercado competitivo merecen sus recompensas, e incluso merecerían ser eximidos de los impuestos si fuera económicamente factible.

La teoría de Rawls ha sido también desafiada en un nivel más fundamental. Algunos han considerado que su noción de los bienes primarios encarna un individualismo infundado: parece pasar por alto el valor que la mayoría de nosotros damos a los aspectos colectivos de la vida social (como vivir en una sociedad armoniosa). Otros han señalado que la teoría es indefendiblemente ahistórica, pues intenta derivar todos los principios de la justicia de supuestos generales sobre los propósitos humanos. Rawls ha respondido a estos desafíos en su obra más reciente y especialmente en sus conferencias Tanner y Dewey. En particular, Rawls considera hoy su teoría de la justicia no como una verdad eterna, sino como un reflejo de las «tradiciones del estado democrático moderno». Los bienes primarios deben ser comprendidos según la concepción «kantiana» de la persona como agente moral, que se guía por los principios públicos de justicia y al mismo tiempo idea y persigue sus propios ideales de la vida buena.

Aunque la teoría de la justicia de Rawls no ha ganado muchos adeptos incondicionales, ha servido para estimular una gran cantidad de literatura crítica en el campo de la filosofía política. Los políticos de tendencia liberal o socialdemócrata la han tomado como una adecuada base filosófica para las políticas que defienden.