Francia


Francia es, al mismo tiempo, un Estado nacional clásico y la sociedad inmigrante más destacada de Europa. El gran poder asimilador de Francia esconde la amplitud real de su inmigración. Francia es un país de inmigrantes de una manera más amplia que cualquier otro país europeo, pero no es, a pesar de ello, una sociedad plural. La explicación más probable a este hecho debe buscarse en la historia moderna de Francia, en la construcción revolucionaria de un Estado nacional republicano. Ideológicamente se manifiesta en la exaltación del pueblo como formado por ciudadanos comprometidos en una causa común. Uno es francés, en la medida en que es republicano. Los inmigrantes han ido asimilándose de manera más o menos voluntaria. Es lo que Jean-Paul Sartre escribió en 1944 en Anti-Semite and Jew, para explicar lo que sigue siendo la posición propia del republicanismo francés: "Su defensa del judío le rescata como hombre y le aniquila como judío (...) no le deja nada (...) sino ser sujeto abstracto de los derechos del hombre y del ciudadano".

Esta era la situación en Francia hasta la llegada de los judíos norteafricanos y de los árabes musulmanes. Estos grupos, por su tamaño y un clima de cambio ideológico, desafían el ideal republicano. Estos nuevos grupos tienen culturas propias que quieren conservar y reproducir. También quieren que se les reconozca como grupo y que se les permita expresar públicamente los rasgos de su identidad grupal.

La respuesta republicana a estos nuevos movimientos es la de intentar mantener la ciudadanía universal e uniforme, aceptando la diversidad étnica y religiosa mientras sea mantenida en el ámbito privado o familiar. Sin embargo, los inmigrantes intentan obtener alguna forma de multiculturalismo.