Libertad y acción


El puntal del pensamiento político de Hannah Arendt es la libertad. La política está íntimamente relacionada con la libertad y la posibilidad de acción. Para Arendt los seres humanos tienen la capacidad de inicio (nacimiento), motivo por el que las posibilidades de historia continuaran siendo infinitas. Arendt entiende la natalidad como creación. La natalidad es la irrupción de algo inédito en una continuidad temporal. El nacimiento implica la aparición de lo nuevo en el tiempo. Esta aparición permite a los hombres actuar, lo que para Arendt es el equivalente a la libertad. Esta idea de nacer se puede relacionar con la idea de pluralidad como aquello que nos distingue, aquello que permite la constitución de la individualidad de cada uno. Tiene que ver con lo que se muestra a través de la acción y el discurso. Con la idea de nacimiento Arendt destaca la vitalidad de las cosas humanas.

En el totalitarismo el fin justifica la violencia, esta es muda por eso puede prescindir de la acción y del discurso que son dos de los factores que definen una sociedad libre porque para los hombres la realidad del mundo esta garantizada por la presencia de otros, por su aparición ante otros. Este espacio de aparición es el espacio político, donde los hombres se agrupan para la acción y el discurso, es el lugar genuino de la presencia de poder. La libertad política la posee el ciudadano y no el hombre en general. La acción es ilimitada, nunca pueden conocerse a priori las posibles acciones.

Pluralidad y diálogo son los dos factores que definen la acción. Hemos visto que el hombre al actuar desarrolla la capacidad que le es propia: la libertad. Pero esta libertad no se manifiesta como una capacidad para elegir sino como la capacidad de trascender lo actual y comenzar de nuevo. Y esta capacidad no sería posible sin una comunidad (el ágora) donde los hombres puedan manifestar sus ideas (su particularidad) e intercambiarlas con los demás ciudadanos.



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