La escritura en el centro de Europa (siglos VI / VII - IX) 

La zona del centro de Europa, sobre todo de Francia, constituye una zona de gran interés para el estudio de la historia de la escritura. Es una de las zonas en que se puede hablar con más propiedad de escrituras precarolinas, puesto que la escritura que se utilizará en esta zona influirá en el desarrollo de lo que será después la minúscula carolina.

Hay una gran riqueza escrituraria puesto que se mantiene la administración según el modelo romano, hecho que comporta la confección de documentos legislativos (códigos jurídicos, actos conciliares y documentación pública -real- y privada); por otro lado, también, el papel que juega la Iglesia Romana en su lucha contra el arrianismo, utilizando en esta confrontación la fundación de monasterios benedictinos y también monjes procedentes de Irlanda. En estos monasterios la actividad gráfica será notable, sobre todo en la copia de códices. Tenemos por lo tanto dos usos de la escritura muy bien diferenciados: la escritura documental y la escritura libraria.

      


Escritura merovingia. Reproducción parcial de un diploma de Teodorico III, año 679

 

Con el uso de la escritura para la redacción de documentos surgirá la escritura merovingia, es decir, aquella minúscula conservada a través de los documentos y diplomas merovingios. Su origen está en la minúscula cursiva romana, pero presenta muchas ligaduras, un trazado muy ondulado y carencia de astas verticales que se prolongan por la parte inferior. Su uso está básicamente restringido a la cancillería, aunque también se utiliza en las diferentes escribanías que redactan documentos privados, siempre a mano de escribanos más o menos profesionales o mínimamente letrados.
En los monasterios se da otro fenómeno, relacionado con la copia de códices para satisfacer las propias necesidades de los diferentes centros. Básicamente se utiliza la escritura uncial y la semiuncial, pero a partir de finales del siglo VII o principios del siglo VIII se empieza a plantear la necesidad de buscar una escritura libraria no tan compleja en su ejecución y más fácil de leer. De aquí saldrán las precarolinas francesas.
Dejando de lado los orígenes de estas escrituras, conviene señalar los lugares dónde se escriben códices que presentan unas características que hace que hablemos de este tipo de escritura, existiendo, por lo tanto, una diferencia clara respecto a las grafías anteriores. De esta manera destacamos los monasterios de Luxeuil, y sus filiales de Laon y Corbie, que fueron fundados por monjes irlandeses.
En cada uno de ellos se desarrolla un tipo de escritura característico. Por ejemplo, en Luxeuil la escritura es una merovingia muy caligráfica, con el mismo alfabeto y las mismas ligaduras y enlaces. En el monasterio de Laon la escritura es más angulosa y las astas son más cortas. Y en Corbie, las tres variantes que presentan sus códices proceden de diferentes versiones estilizadas y caligráficas de la escritura merovingia documental.


San Gregorio Magno, Regula Pastoralis, XXIII.
Ivrea, Biblioteca Capitular, cod. 1, fol. 153v. Escritura merovingia con las iniciales muy decoradas.