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Introducción y edición crítica. Vida y tragedias de Leonor López de Córdoba. Memorias. Dictadas en Córdoba entre 1401 y 1404

Introducción y edición crítica. Vida y tragedias de Leonor López de Córdoba. Memorias. Dictadas en Córdoba entre 1401 y 1404

Al cuidado de María-Milagros Rivera Garretas

Estudio biográfico de Leonor López de Córdoba

LEONOR LÓPEZ DE CÓRDOBA (Calatayud 1362/63-Córdoba 1430)


Los datos biográficos

La dio a luz Sancha Carrillo en el real de Calatayud en diciembre de 1362 o en enero de 1363, 1 en la casa de su primo el rey Pedro I de Castilla. Sancha Carrillo era sobrina de Alfonso XI, en cuya casa se había criado. Su padre fue Martín López de Córdoba, camarero mayor y privado del rey, 2 maestre de las Órdenes militares de Alcántara y Calatrava, y adelantado mayor de Murcia, el cual descendía de la casa de Aguilar y era sobrino de don Juan Manuel. 3 Leonor se educó en el alcázar de Segovia -donde moriría pronto la madre- al lado de las infantas Beatriz (nacida en Córdoba en marzo de 1353), Constanza (nacida en Castrojeriz en julio de 1354) e Isabel (nacida en Tordesillas en 1356), hijas del rey y de María de Padilla, que herederas al trono de Castilla desde 1363, 4 y de las cuales las dos mayores eran madrinas de Leonor. 5 Antes de 1367, en esa etapa de su vida anterior a los recuerdos, Leonor López, su madre, sus hermanas y las hijas del monarca fueron llevadas a Bayona como rehenes por Martín López y por Pedro I, en el marco de las negociaciones de este con el Príncipe Negro durante el exilio del rey de Castilla. 6

A los siete años –como era entonces costumbre legal corroborada por las Partidas- 7 fue prometida a Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, un niño muy rico, primo de las infantas, hijo y heredero único de María de Haro, señora de Haro y de los Cameros, y de Juan, señor de Hinestrosa, canciller del rey y mayordomo de la reina doña Blanca. 8

En marzo de 1369, cuando Pedro I fue asesinado en Montiel a manos de su hermanastro Enrique de Trastámara, el padre de Leonor la llevó, seguramente con las infantas, a Carmona. Relata ella: “Y residíamos en Carmona con las fijas del señor rey don Pedro mi marido e yo e mis cuñados, maridos de mis hermanas, y un hermano mío que se llamaba don Lope López de Córdova Carrillo”. 9 En Carmona resistieron durante meses hasta que, finalmente, pactaron la paz con Enrique II; pero este les traicionó y les detuvo el 15 de mayo de 1371, 10 mandando matar al padre de Leonor en la plaza de San Francisco de Sevilla y confiscar sus bienes y los de su yerno, el rico prometido de Leonor. Leonor presenció este acto terrible, narrando en sus Memorias cómo, al subir el maestre al cadalso, se encontró con Beltrán Duguesclín (el caballero que había llevado a Pedro I a la muerte en manos de su hermano) y se cruzó entre ellos un diálogo que se ha hecho famoso: “ Señor maestre ¿no os decía yo que vuestras andanzas habían de parar en esto? Y él le respondió: Más vale morir como leal, como yo lo he hecho, que no vivir como vos vivys, habiendo sido traidor.” 11

Después de presenciar este acto terrible, la niña, de ocho años, fue encarcelada con su prometido, dos de sus hermanos, tres cuñados y otros seguidores de su padre en las atarazanas de Sevilla; “Y estubimos, los demás que quedamos, presos nueve años” –explica-, “hasta que el señor rey don Henrique falleció. Y nuestros maridos tenían sesenta libras de hierro cada uno en los pies, y mi hermano don Lope López tenía una cadena [encima] de los hierros en que había setenta eslabones; él era niño de treze años, las más hermosa criatura que había en el mundo. 12 E a mi marido en especial poníanlo en el algive de la hambre, e teníanlo seis o siete días que nunca comía ni bebía, porque era primo de las señoras infantas, hijas de el señor rey don Pedro”. 13 La epidemia de peste que afectó al reino de Castilla en 1374 la resistió Leonor, pero murieron una serie de seguidores de su padre, los cuñados de Leonor y sus dos hermanos, entre ellos Lope López, que tenía entonces trece años (uno más que ella): “En esto, vino una pestilencia” –escribe- “e murieron todos mis dos hermanos e mis cuñados e trece cavalleros de la casa de mi padre. E Sancho Miñes de Villendra, su camarero mayor, decía a mí y a mis hermanos: Hijos de mi señor, rogad a Dios que os viva yo, que si yo vos vivo nunca moriréis pobres. E plugo a Dios que murió el tercero día sin habla ”. 14 A todos estos muertos –explica con horror- “los sacaban a desherrar al desherradero como moros después de muertos. E el triste de mi hermano don Lope López pidió a el alcaide de que nos tenían que le digese a Gonzalo Ruiz Bolante, que nos hazía mucha caridad e mucha honra por amor de Dios: "Señor alcaide, sea agora vuestra merced que me tirase estos hierros en antes que salga mi ánima en que no me sacasen al desherradero". E él díxole: "Si en mí fuese, yo lo faría". Y en esto salió su ánima en mis manos, que avía él un año más que yo. E sacáronlo en una tabla al desherradero, como a moro”. 15 Luego, esos hermanos, hermanas y cuñados fueron enterrados en San Francisco de Sevilla.

En 1375 -al cumplir los doce años requeridos por la ley-, 16 estando todavía en la cárcel, Leonor se casó con su prometido Ruy Gutiérrez de Hinestrosa. Lo sabemos por una escritura de reconocimiento de dote que hizo Ruy Gutiérrez de Hinestrosa en Córdoba en 1386. 17 Recuerda en ella “que puede aver diez, o doze años poco más o menos” que “fecimos nuestras bodas en faz de la iglesia de Carmona ”. Leonor llevó en dote sesenta mil maravedís en dinero: “los quales dichos sesenta mil maravedís resceví por vos y en nombre de vos e para vos del dicho don Martín López, vuestro padre, en doblas de oro de justo peso moriscas y en paños de oro e de seda y en plata y en ropas y en alajas y en preseas de casa y en joias y en otros bienes e cosas”. 18 Cuando fue prometida, su padre le había dado veinte mil doblas “en casamiento”. 19

Leonor siguió encarcelada hasta la muerte de Enrique II (30 mayo 1379), el cual “mandó en su textamento que nos sacasen de la prisión e nos tornasen todo lo nuestro”. 20

La acogió entonces en Córdoba su tía (abuela) materna María García Carrillo, señora de Aguilar, en unas casas cercanas a las suyas junto a la colegiata de San Hipólito. 21 Mientras, el marido pasaba siete años perdido y desventurado, intentando sin éxito recuperar sus bienes, “y los que los tenían, preciáronlo poco, porque no tenía estado ni manera para los poder demandar: e los derechos ya sabéis cómo dependen a los lugares que han con que se demandar”. 22 Ella entretanto negociaba con su tía Teresa Fernández Carrillo, hermana de su madre, el ingreso en la “Orden de Guadalaxara”, “que la hizieron mis visabuelos, e dotaron precio para quarenta ricas hembras de su linage, que viviesen en aquella Orden”. 23 Podría tratarse del convento de bernardas o, más probablemente, en opinión de Mar Cortés Timoner, de uno de clarisas de esa ciudad, que estuvo vinculado con la familia de Leonor. 24 El texto de las Memorias no permite deducir con seguridad si Leonor llegó a entrar en esa Orden.

Siete años después de la muerte del rey -sigue relatando Leonor-, o sea en 1386, su marido regresó a Córdoba desde Badajoz, donde estaba con su tío Lope Fernández de Padilla, en la guerra de Portugal. Regresó al oír que ella estaba “mui bien andante”: “Cabalgó encima de su mula, que valía mui pocos dineros, e lo que tenía vestido no valía treinta maravedís. Y entrose por la puerta de la señora mi tía ”. 25 Sería entonces cuando él redactó la carta de reconocimiento de la dote de Leonor a que me he referido, dote que recibiría tal vez del padre de ella Martín López antes de que este fuera ejecutado en 1371 y confiscados por el rey todos sus bienes. O tal vez Leonor solicitara el documento con el fin de evitar en el futuro conflictos patrimoniales con su marido, si la dote no había llegado a pagarse a consecuencia de las dificultades familiares, económicas y políticas vividas por Leonor a raíz del cambio de dinastía en Castilla.

Leonor López de Córdoba tuvo, en los años que siguieron, una hija (Leonor de Hinestrosa) y tres hijos (Juan Fernández de Hinestrosa -el primogénito, nacido en 1387/88-, 26 Martín López de Hinestrosa y Gutierre de Hinestrosa), y rehízo su fortuna. Su marido, sin embargo, desaparece del relato de las Memorias . Comenzó, en cambio, una estrecha relación con la Virgen, que le inspira y le ayuda en sus asuntos económicos y familiares. En las cuatro páginas que quedan de relato, la Virgen aparecerá cinco veces colaborando en los negocios de la protagonista: la Virgen le envía mensajes a través del sueño; 27 la Virgen liquida obstáculos; la Virgen facilita la difícil relación con su tía y primas; la Virgen le da casa; la Virgen le da un corral donde ella se edifica “de labor de mis manos” “dos palacios y una huertesuela e otras dos o tres casas para servicio ”. 28 Describe de la siguiente manera su primer contacto con la Virgen a través de la oración:

“Y después que mi marido vino, como dicho es, fuímonos a casa de mi señora tía, que era en Córdoba junto a San Hipólito. Y a mí y a mi marido me acogeron allí, en unas casas junto a las suyas. Y, viéndonos con poco descanso, fize una oración a la Virgen Santa María de Bethlén treinta días: cada noche rezaba trescientas Aves Marías derrodillas para que pusiese en corazón a mi señora que consintiese abrir un postigo a sus casas. Y dos días antes que acabase la oración, demandele a la señora mi tía que me dexase abrir aquel postigo, por que no viniéssemos por la calle a comer a su mesa entre tantos cavalleros que había en Córdova. E la su merced me respondió le placía, y yo fui mui consolada.”

“E quando otro día quise abrir el postigo, criadas suyas le habían buelto el corazón, que no lo hiziese. E fui tan desconsolada que perdí la paciencia; e la que me hizo más contradición con la señora mi tía se murió en mis manos comiéndose la lengua.”

“E otro día que no quedava mas que un día de acabar mi oración, sábado, soñava pasando por San Hipólito tocando el alba: vi en la pared de los corrales un arco mui grande e mui alto, e que entraba yo por allí y cojía flores de la Sierra y veía mui gran cielo. Y, en esto, disperté; e hobe esperanza en la Virgen Santa María, que me daría casa. 29

Leonor tendrá efectivamente casa propia en 1396, diecisiete años después de salir de la cárcel. Consiguió, a pesar de las reticencias de los clérigos, 30 que su tía María García Carrillo le comprara por doscientas doblas los corrales junto a San Hipólito que ella había soñado; 31 con la condición de que hiciera una capellanía por el alma del rey Alfonso XI, que había fundado esa iglesia en memoria de su nacimiento el día de ese santo. 32 El monasterio de San Hipólito, convertido más tarde en colegiata, estaba situado en la collación de San Nicolás y había sido fundado en 1343. 33 Unos años antes (en 1390 y en 1394), el obispo de Córdoba, previa consulta real, había concedido permiso al prior y canónigos de San Hipólito para que vendieran unos corrales entre la iglesia y el muro de la ciudad. Parece posible afirmar que se trata de los mismos corrales. 34 Por esos años, movida por la piedad y el amor de Dios, Leonor había adoptado y criado un niño judío –al que bautizó como Alonso-, que se había quedado huérfano durante el asalto a la judería de Córdoba a principios de agosto de 1392: 35 interpreta ella el cumplimiento de su sueño como recompensa por esta obra de amor divino. 36

En el mismo año 1396 en que consiguió casa propia, el 7 de junio, el rey Enrique III el Doliente y la reina Catalina, estando en Córdoba, le concedieron a Leonor López una tienda de jabón en esta ciudad con los mismos derechos y prerrogativas que las demás tiendas de jabón de Córdoba. 37 No se menciona a su marido, que vivía, 38 sino solamente la relación filial de Leonor con el maestre Martín López de Córdoba. El jabón producía una renta interesante.

Cuando ya ha obtenido sus primeros deseos y estaba instalada en su casa junto a San Hipólito de Córdoba, precisamente donde ella quería y donde le indicó la Virgen, estalló la peste de 1400 , que afectó a la ciudad de Córdoba durante los meses de marzo, abril, mayo y junio de ese año. 39 Abandonó la ciudad y se trasladó con su hija e hijos primero a Santaella y, algo después, a Aguilar con su tía y protectora. Entre cambios de humor y amarguras incontables, entre las que destaca la enemistad con sus primas (las hijas de su protectora), Leonor relata los estragos de la peste, que entró en Aguilar y en su familia por medio de ella, concretamente traída por el judío –Alonso– que Leonor había recogido huérfano y bautizado en Córdoba después de las matanzas de 1392. Alonso entró en Aguilar la misma noche de la llegada de Leonor con su hija e hijos y su tía, y llegó “con dos landres en la garganta y tres carboncos en el rostro, con mui grande calentura”. 40 La familia de Leonor rechazó al enfermo, en especial sus primas, “y el dolor que a mi corazón llegó, bien lo podéis entender quien esta historia oiere; y que yo venía corrida y amarga.” Demandó ella a un antiguo criado de su padre que cuidara al enfermo, “y, por mis pecados, treze personas que de noche lo velavan, todos murieron”. 41 Leonor, entretanto, se concentraba en rezar a Cristo crucificado oraciones por miles, “rogando a Dios me quisiese librar a mí y a mis fijos; o, si alguno hobiese de llevar, llevase el mayor porque era mui doliente”. Efectivamente, una noche en que nadie estaba disponible para velar al converso Alonso, ese hijo débil y enfermizo, que tenía doce años de edad, fue movido por ella a velarlo y fue enterrado al día siguiente, mientras el enfermo sobrevivía. 42 En el entierro de su hijo mayor, que se llamaba Juan Fernández de Hinestrosa como su abuelo paterno, su familia y la gente de Aguilar manifestaron su horror ante la situación:

“Y assí, quando lo llebaban a enterrar, fui yo con él. Y quando iba por las calles con mi hijo, las gentes salían dando alaridos, amancilladas de mí. Y decían: Salid, señores, y veréis la más desventurada, desamparada e más maldita muger de el mundo, con los gritos que los cielos traspasaban. E como los de aquel lugar, todos eran crianza y hechura de el señor mi padre, aunque sabían que les pesaba a sus señores, hizieron grande llanto conmigo, como si fuera su señora.” 43

Leonor fue entonces expulsada de hecho de Aguilar por sus parientes y regresó a Córdoba, donde su tía y protectora rompió con ella. El relato concluye ahí con la frase: “Y assí víneme a mis casas a Córdova”. Se trataría de las casas que se había edificado junto a San Hipólito; si bien sabemos que en diciembre de 1401 era propietaria de unas casas en la collación de San Bartolomé, una propiedad que ampliaría más tarde. 44

Entre 1401 y mediados de 1404 , cuando tenía unos cuarenta años, Leonor dictó sus Memorias a un escribano público o notario de Córdoba. 45

El día de la fiesta de la Santísima Trinidad de 1404 pasó a ser valida o mujer de confianza de la reina de Castilla Catalina de Lancáster. Esa fiesta movible correspondió, en 1404 , al domingo 25 de mayo según la tradición católica, o al lunes 26 según una tradición más pura. Marca además la fecha límite de la redacción de sus Memorias , una obra que es la primera autobiografía conocida en lengua castellana: el texto de las Memorias –que conservamos completo porque es el mismo en las cinco copias manuscritas que conozco- concluye con el relato de la epidemia de peste de 1400 , sin mencionar la etapa de valida de la reina.

El dato del comienzo de su relación de privanza con la reina y el rey lo da la propia Leonor López en un codicilo o última voluntad añadida a su testamento, que dictó a dos escribanos públicos de Córdoba el 3 de julio de 1430, cuando estaba a punto de morir, texto que he citado y comentado ya. 46

Fue, pues, la concepción por la reina del príncipe heredero Juan (que nacería el 6 de marzo de 1405), el acontecimiento que inauguró la relación de privada o valida de Leonor López de Córdoba con Catalina de Lancáster y, también, con Enrique III. Y en celebración de esta maternidad habría mandado construir Leonor la espléndida combinación de nervios en forma de estrella que configuran la bóveda de la capilla de la Trinidad: la estrella –como he dicho ya- evoca uno de los nombres de la virgen María, Stella matutina o estrella de la mañana, que es la aurora, y que en la antigüedad romana era una diosa denominada Mater matuta, o sea madre alba o aurora, madre que trae la luz y da a luz.

Catalina de Lancáster había nacido en Bayona en junio de 1372, 47 siendo, por tanto, diez años más joven que Leonor. Era hija de Juan de Gante, duque de Lancáster, y de Constanza de Castilla, hija de María de Padilla y de Pedro I, madrina y compañera de infancia de Leonor López de Córdoba.

Al lado de Catalina de Lancáster y de Enrique III el Doliente, Leonor López de Córdoba intervino desde mayo de 1404 en el gobierno de Castilla. Al morir el rey el 25 de diciembre de 1406,, siguió gobernando, ahora junto a la reina regente Catalina (desde 1407), y a Fernando de Antequera, corregente, ya que el heredero Juan tenía menos de dos años. 48 Dice la Crónica de Juan II –refiriéndose al año 1407- 49 que la opinión de Leonor López de Córdoba en asuntos políticos pasaba por encima de las de los grandes nobles y eclesiásticos de la corte castellana, porque entre ella y la reina se había entablado una relación de amor y de confianza:

“[La reina] tenía una dueña natural de Córdova, llamada Leonor López, hija de don Martín López, maestre que fué de Calatrava en tiempo del Rey Don Pedro, de la qual fiaba tanto, é la amaba en tal manera, que ninguna cosa se hacía sin su consejo. E aunque algo fuese determinado en el Consejo donde estaban la Reyna y el Ynfante, é los obispos de Sigüenza é Segovia é Palencia é Cuenca, é doctores Pero Sánchez e Periañez, é muchos otros Doctores y Caballeros, si ella lo contradecia, no se hacia otra cosa de lo que ella quería”. 50

Parece que Ruy Gutiérrez de Hinestrosa no le acompañó a Leonor a la corte durante su etapa de valida de la reina, una reina que el historiador de la época Fernán Pérez de Guzmán (muy hostil a Leonor) 51 describió en sus famosas Generaciones y semblanzas como “alta de cuerpo, mucho gruesa, blanca é colorada é rubia, y en el talle y meneo del cuerpo tanto parecia hombre como mujer [...] muy honesta é guardada en su persona é fama, é liberal é magnífica, pero muy sometida á privados é regida dellos. 52 ” No es de sorprender que el marido de Leonor siguiera en Córdoba, donde era en 1411 –tal vez por influencia de su mujer- uno de los alcaldes mayores de la ciudad, 53 pues la experiencia se repite, por ejemplo, en el caso de Juana de Mendoza, que vivió junto a Isabel I mientras su marido Gómez Manrique era corregidor de la reina en distintas ciudades de Castilla. En realidad, las cortes feudales y del siglo XV se organizaron reconociendo la potencia significante de las relaciones de semejanza.

Del amor y la estima que Catalina de Lancaster sintió por Leonor López de Córdoba, da testimonio una carta de la reina, escrita en Valladolid un nueve de septiembre de probablemente 1409, 54 durante una separación, una carta muy copiada y citada a lo largo de los siglos porque habla de una relación de intercambio rara en la cúspide del poder social. Dice lo siguiente:

“Yo la sin ventura reyna de Castilla y de León, madre del rey e su tutora e regidora de sus reynos, embío a saludar mucho a vos, la muy amada y deseada madre doña Leonor López, mi dueña, fija del maestre don Martín López que Dios perdone, como aquella que mucho amo y precio, y de quien mucho fío. Fágovos saber que el rey mi fijo e yo e las ynfantas mis fijas, somos sanos e en buena disposición de nuestras personas, Dios sea loado. Et embío-//voslo a decir porque so cierta que vos placerá dello, para que vos ruego que lo más continuamente que vos pudiéredes me certifiquedes e fagades saber de vuestra salud e vida e de doña Leonor Gutierre vuestra fixa mi sobrina, en lo 55 qual so sabredes quánto placer e cosolación me faredes. Otrosí sabed que don Juan vuestro 56 fijo está bien sano. Otrosí sabed que el pleyto que ha con el conde su hermano que está en buenos términos e tiene muy buenos letrados que le ayudan, e sed cierta que yo trabajé por que su derecho le sea bien guardado, et que el dicho pleyto sea fenecido lo más en breve que ser pueda. Dada en Valladolid, nuebe días de septiembre. Yo la reyna, vuestra leal fija. 57

No es de excluir que la relación de amor y confianza entre Leonor López de Córdoba y la reina fuera para Catalina un vínculo con su madre Constanza, madrina y compañera de infancia de Leonor, reevocando en Catalina la relación con esta el punto de vista de su origen.

Muy distinta fue, en cambio, la relación de Leonor con el corregente del reino, el infante Fernando de Antequera, hermano de Enrique III y cuñado, por tanto de la reina Catalina. Fernando de Antequera había sido heredero de la corona de Castilla desde la muerte de Juan I en 1390 hasta el nacimiento de la primera hija de Catalina, María, el 14 de noviembre de 1401. Tuvo dificultades para entenderse con la reina desde el inicio de la regencia. 58 En 1408 dio un golpe de estado contra la reina y su valida, 59 sin conseguir destruir la relación entre ambas, pero erigiéndose de hecho en regente único. El golpe incluyó, sin embargo, una grave campaña de difamación contra Leonor López de Córdoba, que él mismo explicó en una carta escrita en Guadalajara el 28 de septiembre de 1408 y dirigida a la ciudad de Murcia. 60 A pesar de lo cual, en 1411 Leonor López de Córdoba, aunque confinada en esta ciudad, 61 seguía siendo “mucho privada de la Reyna”. 62 Pero, en 1412, en un contexto confuso en el que Leonor intentó volver al lado de Catalina, con permiso del omnipotente regente, y la reina fue inducida a temer que Leonor López se hubiera aliado con Fernando de Antequera, 63 se produjo la ruptura entra ambas mujeres, y el alejamiento definitivo de Leonor de la corte. La reina declaró que si se acercaba “la mandaría quemar”. Leonor, al saberlo “fue tan turbada que pensó morir”. 64 Leonor tenía entonces cuarenta y nueve años. Asimismo, la reina escribió desde Toro el 23 de julio de 1412 a Pedro López de Ayala, alcalde de Toledo, que detuviera a Leonor si pasaba por esta ciudad de camino hacia ella:

“Fágovos saber que a mí es fecho entender que Leonor Lopes [mi criada] fija del maestre don Martín Lopes, a mí enojó; porque uos rruego e mando si seruiçio e plaser me avedes de faser, que luego enbiedes vuestras espías a saber si viene; e si ende veniere, que vos salgades al camino por do veniere, aperçibido por tal manera que la prendades e la tomades todo lo que truxiere consigo, e que a ella tengades presa en el alcáçar de la dicha çibdat, e me enviedes todo lo que le tomáredes porque yo ordene e faga en ello lo que entendiere que cumple a seruicio del Rey mi fijo e mío. 65

E insiste todavía la reina, después de la datación de la carta, añadiendo, menos tajante ahora: “Et como quiera que vos enbío desque la prendades, le tomedes todo quanto truxiere, vos requerirle primero vna e dos veses que se torne luego, et rrequerida, si non se quisiese tornar, entonces prendetla e tomadle todo lo que truxiere segund vos enbío mandar, porque a ella e a otros sea castigo e exenplo, et guardar mi mandado non se atreua a faser lo semejant. Yo la Reyna. 66

Al romperse la relación de amor y confianza entre Leonor López de Córdoba y Catalina de Lancáster, esta dispuso que fueran expulsados de su casa y apartados de sus cargos el hermano de Leonor, 67 su yerno Juan de Guzmán –marido de Leonor López de Hinestrosa- y “todos los oficiales que por su mano eran puestos en sus oficios”. 68 Ente estos oficiales pudo estar el poeta Juan Alfonso de Baena, que perdería entonces la escribanía en la corte ganada por influencia de Leonor. 69 No fue, sin embargo, el caso de Inés de Torres, que había sido introducida en la corte por Leonor, y sería quien le sustituiría en la privanza de la reina:

“En este tiempo la reina tenía en su casa una doncella que llamaban Inés de Torres, que allí había puesto doña Leonor López de quien la historia ha hecho mención, a quien la reina mucho amaba e después la aborresció a causa desta Inés de Torres que ella había puesto con la reina; la qual Inés de Torres hubo tan gran privanza con la reina, que todas las cosas se libraban por su mano. 70

Entre las personas expulsadas estaba la hija de Leonor, Leonor López de Hinestrosa, que había sido criada –es decir, educada y tenida a su lado- por la reina Catalina, pasando luego, parece, a ser dama de su corte y protegida de la reina, la cual “quando la su merced fue de la mandar casar, le libró y dio 150 doblas de oro moriscas para su casamiento [...], por el buen amor e voluntad que la dicha señora reyna le avía e por deudo del linaje que con ella tenía de parte de su padre e por sus buenos servicios. 71

En cuanto al hermano de Leonor que fue expulsado de la corte, según la crónica oficial del reinado, parece que era fray Álvaro de Córdoba, confesor de la reina, si bien hay autores que sostienen que permaneció en este cargo hasta que Catalina murió. 72

De la importancia histórica de Leonor López de Córdoba durante sus años de valida, quedan también testimonios en la poesía castellana, concretamente en el Cancionero de Baena. Gómez Pérez Patiño compuso sobre ella en 1412 dos o quizá tres poesías. 73 Las dos seguras dicen lo siguiente: 74

351:

“Aquí se comiençan las cantigas e dezires e preguntas e respuestas que fizo e hordenó en su tiempo el muy sabio e discreto barón Gómez Pérez Patiño, criado del obispo de Burgos don Johan de Villacreçes. Las quales obras qu’el dicho Gómez Patiño fizo e ordenó son bien fechas e sabiamente ordenadas e sotilmente limadas e escandidas por quanto el dicho Gómez Pérez era buen gramático e lógico e buen filósofo e theólogo e macánico en las otras artes; e primeramente comiénçase aquí un dezir que él fizo a doña Leonor López de Córdova, quando salió de la privança de la reyna doña Catalina, el qual es muy sotil e escuro”.

El fuego que es encubierto
mucho más quema que arde;
la llaga sana más tarde
sin melezina, es cierto.
Ssy duermo o si despierto
mal me quema este fuego:
muy dañoso es el juego
del xaque en descubierto.
Quanto más es encendido
tanto más arde e quema;
...............................
sy una vez es ferido
el que cae en olvido
dubdo si ayna cobra;
antes quiebra que non dobra
el madero enduresçido.
Asas de cuyta padesçe
quien puede fablas, si mudo
se faze e yo non dubdo
que a muy muchos contesçe;
e al que calla fallesçe
a las vezes el su seso;
quando seacuesta el peso
la una parte peresça.
Quien a sí mesmo es malo
¿a quál otro será bueno?
De la ballesta el sueno
espanta, pero es palo.
A muchos sin entrevalo
mal se sufre la grand carga;
Sy espeso, más amarga
el xarope que non rralo.
Lo dulce se faze amargo
a las vezes, non lo niego,
e desea vista el çiego
e tener que dar el largo;
lygero se faze el cargo
quando cree algund provecho;
el que tiene buen derecho
non se espanta por embargo.
Algunos dizen mentira,
quiçá que les aprovecha,
e tal cuyda que desecha
saña que finca con yra;
más penetra que non bira
sotileza de onbre artero,
dizen que el mal ballestero
a los suyos sienpre tira.
Desque es fecho el dapño
¿qué pro tiene el consejo?
Muchos vienen a concejo
vestidos de piel de engaño.
nadie lieve veo paño
que sea linpio de rraça,
non se torna m´s la baça
blanca por seguir el baño.
Quien faze algund serviçio,
sy non le dan galardón,
tiénelo por grand baldón
e cobra pesar por viçio.
Alguyen levanta bolliçio
que pocas feridas toma;
tal va por letras a Roma
que torna sin benefiçio.
Quien bien está en el llano
non se quiera mover,
por quanto podríe caer:
ved si le seríe sano.
Grandes soles en verano
traen fríos al invierno;
non se faz lo duro tierno
con el seso de onbre vano.
Quien al fuego faz morir
no se temerá del fumo;
da lo seco poco çumo
bien lo podemos dezir.
Quien se bien sabe partir
de mal juego, non faz poco
[s]yn su dapno, nin es loco
quien el bien puede sofrir.
352:

Este dezir fizo e ordenó el dicho Gómez Pérez contra la dicha doña Leonor.

Sobre negro no ay tintura
nin mayor daño que muerte;
muchos pasan pesar fuerte
que después han grand folgura;
pues ninguno desespere
que, sy grand tienpo beviere,
verá mudarse ventura.
Sy ventura faz mudança,
el triste se torna ledo;
en pronto o quedo a quedo
tórnale su bienandança;
tienpo han todas las cosas,
las buenas e las dañosas
pasan por su ordenança.
Tienpo viene de reyr,
tienpo viene de llorar,
otro viene para dar
e otro para pedir.
Tras un tienpo otro viene,
mas el que buen seso tiene
sabe los tienpos seguir.
Ya yo vi mucho plazer
después de mucha tristura
e, passada noche escura,
yo vi el día esclaresçer,
e, después de grand nublado,
tornar día serenado
e vi al pobre rico ser.
Por ende mal espantado
de ffortuna nunca sea
ningunt onbre, ante provea
cómo sepa ser tenplado;
quando viene el mal, çedo
tornará lo dulçe azedo
e lo fuerte muy domado.
En el año de la ruptura entre Catalina de Lancaster y Leonor López de Córdoba, Fernando de Antequera abandonó la corregencia de Castilla, al ser proclamado rey de Aragón por el Compromiso de Caspe. Catalina de Lancáster moriría en Valladolid el 2 de junio de 1418.

Leonor López de Córdoba se enriqueció y ayudó a su familia y amistades mientras fue valida de Catalina de Lancáster. Pero en medida no comparable con la de su rival Fernando de Antequera, quien, por citar un pequeño ejemplo, usó su poder para hacer a uno de sus hijos maestre de Alcántara en 1408 y, a otro, maestre de Santiago en 1409, siendo ambos menores de edad. 75 Es cierto, sin embargo, que el ejercicio del poder por una mujer suscita y ha suscitado en el pasado emociones especiales en la historiografía, emociones que el método científico no permite explicar.

Moriría en Córdoba, entre el 4 y el 10 de julio de 1430, 76 el mismo año en que nació Isabel de Villena y murió Cristina de Pizán. Moriría en las casas del barrio de la mezquita (o de Santa María) que había comprado entre 1409 y 1412. 77 En estas casas, llamadas del rey Almanzor, se hizo en el siglo XVIII el Hospital Salazar, hoy Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba.

Se mandó enterrar en la capilla del convento de San Pablo de Córdoba que estaba edificando “a nombre y a honor e reuerencia de la Santa Trinidad, en cuio día fue engendrado el muy glorioso embiado de la mano de Dios mi señor el rey don Joan, hijo del muy alto y de la muy alta mis señores el rey don Enrique e la reyna doña Catalina, de muy santa y muy esclarecida memoria, que Diossanto paraíso, en cuio día de la Santa Trinidad me fue comienzo de ser yo consolada en la merced de los dichos señores rey e reyna”. 78 Mandó que la vistieran con el hábito de Calatrava y que la tuvieran en sus casas hasta la noche, en una cámara donde nadie la viera excepto dos buenas mujeres que la guardaran; que a la noche la llevaran a la iglesia de Santa María, con doce hachas, y que luego la llevaran a San Pablo, enterrándola en el arco de la derecha de la capilla, junto a su hijo Gutierre, y que pusieran en su sepultura a sus nietas doña Beatriz y doña Catalina, hijas de Leonor de Hinestrosa. 79

La capilla la había fundado y dotado el 3 de agosto de 1409. 80 La dotación fundacional consistió en unas casas mesón en la collación de San Andrés de Córdoba, otras casas mesón en la collación de San Pedro, otras casas lindantes a estas en la calle de las Carreteras, dos pedazos de olivares cerca de la ciudad, en el pago de El Arroyo de la Palma, y otro pedazo de olivar junto al mismo cauce. 81 A la capilla de la Trinidad, hoy se le llama de la Virgen del Rosario, un culto muy antiguo dentro de esa capilla.

Entre sus mandas testamentarias, dejó 10 maravedís a cada una de las emparedadas de Córdoba y de Santa María de las Huertas, con el ruego de que cada una de ellas rezara los salmos de la penitencia el día de su entierro o tan pronto como pudieran. 82


Las Memorias

Las Memorias son un relato a viva voz de las extraordinarias vivencias de la autora en sus primeros cuarenta años. Terminan con la muerte de su hijo mayor y la ruptura con su tía y protectora, sin ninguna alusión a la etapa brillante de valida de la reina ni a su caída en desgracia. Leonor dictó su texto con la intención explícita de que su versión de la verdadera historia de su vida perdurara en la memoria de la gente que oyera leer su relato. Su estilo es extraordinariamente libre, escueto y certero, adecuado siempre a la expresión de los sentimientos más dispares y de más variada intensidad: sentimientos que van de la dulzura a la ira, del amor a la deseperación, de la piedad al horror, de la incertidumbre a la visión y a la confianza. Describe con precisión y belleza acontecimientos de su tiempo como las epidemias de peste de 1374 y 1400 - 1401 , o algunas consecuencias del asalto a la judería de Córdoba en 1391; también, las relaciones que civilizan la convivencia: con sus tías y primas, con los seguidores de su padre, con sus criadas y criados, con la enfermedad y la pobreza, con sus enemigas, con sus propios duendes y demonios. Su vida es testimonio de la época en que el reino de León-Castilla cambió sus sentimientos de admiración hacia el Oriente andalusí por Europa.

En el centro de las Memorias está la figura de Leonor, rodeada de las mujeres de su familia y de la Virgen, en la que depositó su esperanza de recobrar su fortuna y de rehacer su vida. Al lado, su padre, cuya memoria cuidó con esmero y cariño. A lo lejos, su marido Ruy que, aunque seguía vivo en 1423, apenas aparece –aunque aparece algo- ni en las Memorias ni otras fuentes históricas que se conservan de Leonor López de Córdoba. 83

La libertad de decir y la originalidad de esta autora son fruto de la escuela del dolor, 84 de sus talentos y de la educación femenina que recibió en la infancia: una infancia pasada entre su madre, sus tres hermanas, las infantas de Castilla y las damas de la corte. Al estar presa entre los ocho y los dieciséis años, no tuvo preceptores que le inculcaran los estereotipos de género femenino propios de su clase y época, ni el que defendían los pedagogos misóginos que enseñaban inferioridad a las niñas, ni tampoco el modelo igualitario que estaban poniendo de moda los humanistas, un modelo que enseñaba a las niñas a parecerse lo más posible a los niños.


La ambición política: la relación de valida de la reina

El valido, la valida, es un fenómeno propio de la política de la Europa moderna. Nace, según todos los indicios, en el siglo XIV, en la cortes que gobernaron inspiradas por la teoría política del Humanismo, perdurando hasta el siglo XIX. Se habla habitualmente de validos o privados y, raras veces, de validas o privadas, sin que la lengua haya creado un abstracto para referirse a este no infrecuente fenómeno político.

La valida, el valido, es una mujer o un hombre del mismo sexo que el rey o reina que le elige como su referente y principio particular de realidad. En la relación a dos que ahí se establece, predomina la cualidad de la confianza mutua; relación de confianza que desdibuja sin borrarlos los perfiles habituales de la relación monocolor de jerarquía que caracteriza a las monarquías modernas.

La valida o privada, el valido o privado, han sido entendidos por la historiografía oficial y por la historiografía corriente como un mal inevitable cuando el o la monarca eran débiles de voluntad y de carácter: 85 es decir, cuando no lograban representar el ideal individualista propio del Humanismo.

El ideal individualista que el pensamiento humanista impuso paulatinamente en la vida social europea se nutrió de una versión nueva de la división, ya clásica griega, de lo humano en dos ámbitos: lo público y lo privado; dos ámbitos que Platón había llamado “reino de la filosofía” y “reino de la generación”. Dos ámbitos que pretenden encasillar lo humano en una antinomia, apresarlo en una oposición binaria jerárquica internamente atada. Una oposición binaria en la que el reino de la filosofía, primero, y lo público, después, han ocupado y ocupan el polo alto, poderoso, significador, de la antinomia; hasta el punto de que hoy y no solo hoy, lo público se suele identificar con lo político, privándole a lo privado de esta importante cualidad. Una antinomia que el feminismo de los años setenta deconstruyó con el lema: “Lo personal es político”.

En el vocabulario historiográfico del siglo XX, la antinomia público / privado ha dejado su sello en la contraposición implícita entre “ vida humana” y “ vida social”. Tan implícita que, hoy en día, el adjetivo “social” se le agrega a la vida y a otras muchas relaciones humanas como una tercera pierna, “una tercera pierna que hasta entonces me impedía caminar, pero que hacía de mí un trípode estable”, que dice genialmente Clarice Lispector en La pasión según G. H.: 86 es decir, la muletilla “social”, que legitima hoy cualquier afirmación historiográfica, oculta lo humano de la historia, desplazándolo hacia la insignificancia de lo implícito o de lo inmediato; inmediato que, con frecuencia, resta inmediable, sin camino posible de perfección. 87

Pues bien, yo propongo conjeturar que la relación de valida, de valido, es un indicio que no deja olvidar que al lado, antes, más allá de la vida social está la vida. Vida cuya mediación, cuyo camino de perfección, no cabe en el pensamiento binario: es decir, no está ni a favor ni en contra de este pensamiento sino que es libre de él.

La mediación de al lado –al lado con efecto de autoridad, que es distinta del poder- 88 ha sido con frecuencia significada por el pensamiento femenino con la palabra “espejo”. Espejo en el que se contemplan algunas pintoras góticas y renacentistas para retratarse, espejo en el que el alma de Margarita Porete se mira mientras va haciendo su itinerario extremo de libertad, espéculo de lo otro, mujer, que la obra de Luce Irigaray captó en los años setenta enlazando genialmente la lucha feminista para recuperar, explorándose, el placer de ser cuerpo, con la capacidad significadora del entre-mujeres de entonces. 89

La relación de reconocimiento que el espejo nítido señala o puede señalar en el entre-mujeres, es empujada por la teoría política del Humanismo hacia la periferia de su definición de lo político. La valida, la manera de gobernar que la valida significa, es entonces tolerada, no querida. 90

El espejo pasa entonces a reflejarla a ella borrosa o deformada. El espejo inexacto es un espejo que, como un fantasma recurrente, aparece y desaparece de la historia de Occidente desde que Atenea se lo regalara a Perseo para que él, un héroe, pudiera mirar a la Medusa indirectamente, o sea a través del espejo inexacto, sin que la belleza extraordinaria de ella le paralizara; transformándola así, a la Medusa, al reflejarla este espejo deformada y borrosa, de figura de la belleza y de la ambigüedad, en figura del terror. Desde entonces –ha escrito María Zambrano en El espejo de Atenea, “la razón racionalista, esquematizada, y más todavía en su uso y utilización que en los textos originarios de la filosofía correspondiente, da un solo medio de conocimiento. Un medio adecuado a lo que ya es o a lo que a ello se encamina con certeza: a las cosas en suma, tal como aparecen y creemos que son. Mas el ser humano” –concluye- “habría de recuperar otros medios de visibilidad que su mente y sus sentidos mismos reclaman por haberlos poseído alguna vez poéticamente, o litúrgicamente, o metafísicamente”. 91

El mito recoge una verdad conocida, verdad conocida que presenta y transmite en forma de fábula cuando otras formas de transmisión del conocimiento no son capaces de acoger esa verdad. Es, quizá, lo que hace el mito del espejo de Atenea. Dice que Atenea, nacida de la cabeza de Zeus y no del vientre de una madre, sustituye con un espejo ondulado la mediación exacta de la vida; mediación exacta cuyo horizonte eran la belleza y la ambigüedad de la Medusa; mediación exacta de la madre, de la que Atenea prescinde. De manera que la verdad abigarrada, polícroma, bella y ambigua de la vida, es o desdibujada o deformada por el espejo que esta extraña diosa le ofrece para verse en el ámbito político ateniense del que Atenea, y no la Medusa, es significante. Un ámbito que pretende sustituir la vida con la vida social, inaugurando la percepción de lo político que harán renacer siglos después las mentes más especulativas de las cortes europeas del Humanismo. La mediación exacta, el espejo de la Medusa, se refugiará entonces en el entre-mujeres; porque, para algunas, la hermandad es más importante que la libertad. 92

La reina Catalina de Lancáster tuvo dos validas mientras fue regente de Castilla entre 1406 y 1418, durante la minoría de su hijo Juan II: Leonor López de Córdoba e Inés de Torres. 93 Juan II tendría, por su parte, como valido a Alvaro de Luna, uno de los privados más famosos de la historia de Castilla. Martín López de Córdoba, el padre de Leonor, había sido uno de los validos más queridos de Pedro I.

La crónica de Alvar García de Santa María (h. 1370/73-1460), judeoconverso de origen y tío abuelo de Teresa de Cartagena, menos irritada que la de Fernán Pérez de Guzmán, describe la relación entre Catalina y Leonor diciendo:

“Estavan ay con ella una dueña que es natural de Córdova, que dizen Leonor López Carrillo, fija del maestre don Martín López, maestre que fue de Calatrava en tiempo que reynava en Castilla el rey don Pedro. La qual duena hera privada de la reyna en tal manera que cosa del mundo non fazía sin su consejo: quando venía a dezir lo que avía visto con los del su consejo, sy ella e no la Córdova, eso se fazía; tanto era el amor que con ella tenía”. 94

De la relación de la reina con Inés de Torres, la valida que sustituyó a Leonor, dice el mismo cronista:

“Estava con la noble reyna doña Cathalina una donzella que llamavan Ynés de Torres, la qual llevó al palacio e puso en su merçed doña Leonor López, la que diximos en las historias antes desta que era muy privada de la / reyna. E quando la reyna tomó enojo de doña Leonor López e no quiso que viniese a ella e que todas las merçedes que ella e su fijo e los suyos avían della, esta Ynés de Torres fue causa dello, de la poner en enojo con la reyna, por quanto ella quedó en la privança de dona Leonor López quando partió de la corte y fue hechada della”. 95

El que acabó siendo el cronista más oficial del reinado, Fernán Pérez de Guzmán, resumió el horror que le producía la relación de valida escribiendo: “é aun por mayor reprehension é increpación dellos, digo que no solo á este simple hombre, mas á una liviana é pobre mujer ansí como Leonor Lopez... ansí se sometían é inclinaban”. 96

Que lo que la relación de valida, de valido, significa no cabe en la definición de lo político que introdujo en muchas cortes europeas la teoría del gobierno del Humanismo, lo muestran la irritación y la contrariedad de este cronista. Irritación y contrariedad ante una mediación con la gobernabilidad de la vida, la del espejo exacto, atenta simultáneamente, sin disyuntiva jerárquica, al amor y a sus opuestos, la envidia y el odio. Una mediación con la vida, previa, contigua y distinta de la que el espejo inexacto de Atenea le proporcionó a la democracia ateniense; una mediación con la gobernabilidad de la vida que el Humanismo desplazó a la periferia de su definición de lo político.


Las ambiciones socioeconómicas: los dos mayorazgos

El 9 de abril de 1805 murió Joaquín Fernández de Córdoba Aguilar y Teruel, vecino de Córdoba y señor de la villa de Teba. Quedaron un hermano, llamado José, y una niña, llamada Margarita Fernández de Córdoba, hija natural de Joaquín. José Fernández de Córdoba y el tutor testamentario de Margarita (Rafael Izquierdo de Morales) tomaron posesión, cada uno por su parte, de los bienes que había dejado vacantes la muerte de Joaquín.

Se inició entonces un pleito ante el Consejo de Castilla sobre la tenuta del mayorazgo fundado el 4 de octubre de 1423 por Leonor López de Córdoba, mayorazgo que había quedado vacante al morir Joaquín, el padre de la niña. Uno de los bienes más preciados de los mayorazgos que fundó Leonor López de Córdoba, objeto ahora de litigio entre el hermano del muerto y la hija natural, había sido el cortijo de Teba, situado en la provincia de Córdoba, en la villa romana de Ategua. Unos años más tarde sería señora de Teba Eugenia de Montijo, que era condesa de Teba cuando se casó con Napoleón III, aunque esta Teba parece ser la de Málaga, no la de Córdoba.

Margarita Fernández de Córdoba, la hija natural de Joaquín, alegó en su pleito que Leonor López de Córdoba había dispuesto, en el texto fundador, que el hijo natural heredase el mayorazgo por ella instituido “con preferencia y exclusión del descendiente legítimo”.

Para comprobar si esta alegación era verdadera y resolver el pleito, el Consejo de Castilla mandó que se abriera y se inventariara el archivo de los Fernández de Córdoba Aguilar y Teruel: una familia cuyo linaje al completo era, en ese momento (principios del siglo XIX), Fernández de Córdoba, Aguilar y Teruel, Hinestrosa, Guzmán, Solier, Saavedra, Hoces y Portocarrero. Interesa aquí especialmente el apellido Hinestrosa, que era el del marido de Leonor López de Córdoba.

El archivo de los Fernández de Córdoba, Aguilar y Teruel estaba en 1807 en sus casas principales, que eran la Casa del Bailío, situada arriba de la cuesta del Bailío de Córdoba: esta cuesta separaba la medina de la ajarquía, cruzando la muralla romana. El palacio o Casa del Bailío es del siglo XVI; tenía contiguo a él el Hospital de incurables de San Jacinto, en el que está hoy la capilla de la Esperanza, en la plaza del Cristo de los Faroles.

Del inventario judicial de los fondos de los Hinestrosa en la Casa del Bailío se encargó el alcalde mayor primero de Córdoba, Lorenzo Ventura de Dueñas. Le acompañó, entre otros, el escribano Alfonso de Illescas. El protocolo en el que está inventariada y regestada la documentación relacionada con el mayorazgo fundado por Leonor López de Córdoba procede, pues, de la notaría de Alfonso de Illescas y se conserva hoy en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba; 97 a él me encaminó su directora, Esperanza Miranda, a la que expreso mi agradecimiento.

El proceso de inventario y regesto del fondo de los Hinestrosa comenzó el 6 de junio de 1807 por la tarde, y concluyó el 19 de agosto del mismo año, también por la tarde. Se celebraron un total de setenta y cuatro audiencias, unas por la mañana de seis a nueve, otras por las tardes, desde las cuatro hasta el toque de oraciones. Estas audiencias van numeradas desde la veinticinco hasta la noventa y nueve, en el protocolo de Alfonso de Illescas.

El fondo de los Hinestrosa estaba formado por treinta y un cuadernos más dos libros de índices sin numerar, y cinco legajos de papeles sueltos. 98 Leonor López de Córdoba aparece en muchos de ellos, y es también reconocida explícitamente a lo largo de los siglos como fundadora del mayorazgo en el que estaba incluido el señorío de la villa y cortijo de Teba.

La audiencia numerada con la cifra 100 inicia las dedicadas a inventariar y regestar los fondos del mayorazgo los Guzmanes. Estos fondos pueden interesar también a la historia de Leonor López de Córdoba, ya que su hija, Leonor López de Hinestrosa, se casó con Juan Alfonso de Guzmán el Póstumo, el hermano menor del duque de Medinasidonia.

Estos fondos los conoció y consultó el erudito e historiador de Córdoba Vázquez Venegas, que copió y regestó algunos documentos. 99 Hoy se ignora dónde está el archivo de la Casa del Bailío.

Los fondos del archivo de la Casa del Bailío aportan muchos datos de las propiedades y negocios de Leonor López de Córdoba sobre todo durante los treinta primeros años del siglo XV, y aportan, también, datos de sus sentimientos y de sus relaciones no instrumentales. Es decir, documentan relaciones sociales y documentan relaciones que desbordan el paradigma de lo social: relaciones estas últimas que son el fundamento de la civilización y que están más presentes de la historia de las mujeres que de la historia de los hombres. 100

Entre las primeras –las relaciones sociales-, estos fondos documentan, por ejemplo, minuciosamente, la formación del patrimonio fundiario, inmueble y mueble de Leonor López desde que, al comenzar el siglo XV, regresó de Aguilar a sus casas de Córdoba (como dice la frase final de sus Memorias ), hasta la fundación de dos mayorazgos el 4 de octubre de 1423. El proceso de compras y permutas fue muy intenso entre 1409 y 1417, o sea, tanto mientras era valida de la reina Catalina de Lancáster (un documento fechado en Córdoba el 16 de noviembre de 1409 la llama “dueña de la señora reina ”) como después de su caída en desgracia. En el proceso de formación de su patrimonio destacan las operaciones que le llevaron a la posesión del cortijo de Teba y de las dos Huertas de la Reina, llamadas de Adentro y de Afuera. Destaca, también, la noticia de su testamento, hecho en Córdoba el 6 de febrero de 1428 y completado con dos codicilos, uno del 20 de noviembre del mismo año y otro del 3 de julio de 1430.

De sus sentimientos y relaciones no instrumentales –relaciones sin fin-, el protocolo de Alfonso de Illescas aporta también muchos datos. Da cuenta, por ejemplo, de su amor y fidelidad al linaje de su padre el maestre de Calatrava Martín López, cuya ejecución en Sevilla por haber defendido al rey Pedro I ella había presenciado siendo muy niña. Da cuenta de la potencia de su deseo, que la llevó una y otra vez a hacer, de necesidad, libertad; y de su actuar siempre en primera persona, tanto en las relaciones con la monarquía como en las operaciones de compra o en la fundación de los dos mayorazgos, fundación hecha con permiso de Juan II y poder de Rui Gutiérrez de Hinestrosa, su marido. Un marido que pertenecía, como ella, a la más alta nobleza de Castilla y que era, entre otras cosas, primo carnal de María de Padilla, hija de María de Hinestrosa y abuela de la reina Catalina de Lancáster.

Los fondos de la Casa del Bailío aportan, finalmente, datos que indican sentimientos de predilección de Leonor López de Córdoba por su hija Leonor López de Hinestrosa: sentimientos de la madre por la hija que el hijo Martín López de Hinestrosa resintió; resentimiento que tuvo, a su vez, consecuencias importantes de índole social y económica.

Leonor López de Córdoba fundó en 1423, como ya he dicho, dos mayorazgos, uno en cabeza de su hija Leonor y otro en cabeza de su hijo Martín. A Leonor le adjudicó, entre otros bienes, el cortijo de Teba y la Huerta de Afuera (luego llamada Baja) de la Reina. A Martín, entre otros bienes, la Huerta de Adentro de la Reina. Confirmó estas disposiciones en su testamento de 1428. Leonor López de Córdoba murió entre el 4 y el 10 de julio de 1430. El 11 de julio, el apoderado de su hijo Martín tomó posesión de su Huerta de la Reina y de otros bienes. Poco después, su hermana Leonor renunció al cortijo de Teba y a su Huerta de la Reina en favor de su hermano Martín, el cual incorporó estos bienes a su mayorazgo, contraviniendo el respeto debido a la palabra y el deseo de la fundadora. El rey Juan II aprobó esta operación de renuncia y traspaso el 14 de julio de 1431, volviéndola a aprobar más tarde los Reyes Católicos el 15 de febrero de 1480.

Martín López de Hinestrosa se rebeló así contra la autoridad de su madre, en cuanto ella murió. Su hermana, en cambio, que hubiera podido ofrecer resistencia a la violencia ejercida contra ella, me inclino a pensar que eligió la práctica de la paz: una práctica civilizadora que es más propia de la historia de las mujeres que de la historia de los hombres.

Martín López de Hinestrosa se dedicó a la carrera eclesiástica, lo que no contribuía a perpetuar la fidelidad de Leonor López de Córdoba a su linaje. 101 Había tenido, además, conflictos económicos con su madre. 102 Es interesante que, apenas muerta la madre, se casó con Beatriz de Quesada, con la que tendría descendencia. 103 Sería, en realidad, el hijo póstumo de Beatriz de Quesada y Martín López de Hinestrosa, Luis de Hinestrosa, quien, en 1482, completaría las obras de la capilla funeraria de la familia fundada por Leonor López de Córdoba en agosto de 1409. 104

1 En el contexto de la campaña contra Aragón. No en Córdoba, como dice la Crónica de Juan II, p. 278 (Crónicas de los Reyes de Castilla , ed. de Cayetano Rossell, Madrid 1953, “Biblioteca de Autores Españoles" 68). La fecha precisa de diciembre de 1362 o enero de 1363 en Adolfo de Castro, Memorias de una dama (ver luego, nota 6), 139; le sigue Reynaldo Ayerbe-Chaux, Las Memorias , 11.

2 Sucedió en este cargo a Juan Fernández de Hinestrosa, muerto en la batalla de Araviana el 22 de septiembre de 1359, (Pero López de Ayala, Crónica de Pedro I, ed. de José Luis Martín, Barcelona, Planeta, 1991, 230), tío carnal de María de Padilla.

3 Era hijo de Alfonso López de Córdoba, tercer hijo de Alfonso Fernández de Córdoba, Adelantado Mayor de la Frantera. Sobre su posible vínculo con la casa de Aguilar, Mar Cortés Timoner, Madres y maestras espirituales. De Leonor López de Córdoba a Teresa de Jesús. Tesis Doctoral en Filología Española. Universidad de Barcelona, 2003, 73-74. Lo ha puesto en duda Arturo R. Firpo, L’idéologie du lignage et les images de la famille dans les “Memorias" de Leonor López de Córdoba , “Le Moyen Age" 87 (1981) 243-262, p. 248. Véase también Mª Concepción Quintanilla Raso, Nobleza y señoríos en el Reino de Córdoba (siglos XIV y XV), Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1979, 45.

4 Al morir el príncipe Alfonso, Pedro I hizo jurar, en la comarca aragonesa de Borja y Magallón, herederas de la corona a sus tres hijas “cada una en subçesión de la otra" (Pedro López de Ayala, Corónica del rey Don Pedro, ed. de Constance L. Wilkins y Heanon M. Wilkins, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1985, año 14, cap. 2, pág. 135).

5 Los datos de nacimiento de las infantas en Anacleto Orejón, Historia de Astudillo y del convento de Santa Clara, I, Palencia, Diputación Provincial, 1983, 196-197.

6 Ángel L. Molina, Don Frey Martín López, maestre de las Órdenes de Calatrava y Alcántara, Adelantado mayor de Murcia, “Anuario de Estudios Medievales" 11 (1981) 749-758; p. 753. Pedro López de Ayala da el año 1366 (Corónica del rey Don Pedro, año 17, cap. 13, pág. 153).

7 Partida IV, tít. I, ley VI (Las siete partidas del rey don Alfonso del Sabio, ed. Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta Real, 1807, reed. Madrid, Atlas, 1972, 3 vols.)

8 Cuando no lo indico de otra manera, los datos biográficos proceden de las Memorias de la propia Leonor López de Córdoba, de las que propongo un texto luego, en 4.2.2, indicando los párrafos correspondientes. Sus datos son de gran fiabilidad histórica, como ya reconocieron sus primeros editores, en especial Adolfo de Castro. Estas ediciones –que desconocen los cuatro masnuscritos que he descubierto- son: José María Montoto, Reflexiones sobre un documento antiguo, “El Ateneo de Sevilla" 16 (15 julio 1875) 209-214; Marqués de la Fuensanta del Valle, Colección de documentos inéditos para la historia de España, Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1883, 33-44; Teodomiro y Rafael Ramírez de Arellano, Colección de documentos inéditos, raros y curiosos para la historia de Córdoba , 2 tomos en 1, Córdoba 1885, 150-164; Adolfo de Castro, Memorias de una dama del siglo XIV y XV (de 1363 a 1412), doña Leonor López de Córdoba , “La España Moderna" 14-163 (julio 1902) 120-146; Reynaldo Ayerbe-Chaux, Las Memorias de doña Leonor López de Córdoba , “Journal of Hispanic Philology" 2 (1977) 11-33; y (la mejor), Leonor López de Córdoba, Memorie, texto, introd., notas y trad. italiana al cuidado de Lia Vozzo Mendia, Turín, Pratiche Editrice, 1992.

9 Lenor López de Córdoba, Memorias , párrafo 7.

10 Ángel L. Molina, Don Frey Martín López, maestre de las Órdenes de Calatrava y Alcántara, doc. 5, p. 757-758. Sobre la figura de Martín López de Córdoba, Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 202-209.

11 Leonor López de Córdoba, Memorias , cap. 12. Muchos de los historiadores e historiadoras que han tratado la figura de Leonor, han discutido sobre el tipo de muerte –más o menos deshonrosa- que el rey le dio a su padre. Me inclino por reconocerle autoridad a la niña.

12 Era Lope López de Córdoba Carrillo, hermano de Leonor por padre y madre, citado en el párrafo 7 de las Memorias . No es Lope López de Haro, hijo del padre de Leonor y de Teresa Álvarez de Haro, con quien parece confundirle Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 208-209. Lope López de Córdoba Carrillo nacería en 1361. A Lope López de Haro le había concedido Pedro I (en Burgos, a 29 de abril de 1367) las villas de Villoslada, Lumbreras, Ortigosa y otras, sin que conste en el documento el nombre de la madre (RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. D-9, fols. 165-166).

13 Leonor López de Córdoba, Memorias , 13.

14 Ibid. 15. De las tres hermanas de Leonor sabemos que estaban prometidas con tres hermanos: Fernán Rodríguez de Aza, Ruy García de Aza y Lope Rodríguez de Aza. La expresión “todos mis dos hermanos" indica que Álvaro de Córdoba (h. 1360-1430) –discutido hermano de Leonor, como veremos- no estaba en prisión con ella.

15 Leonor López de Córdoba, Memorias , 16. Gonzalo Ruiz Volante era tenedor de las Atarazanas (Adolfo de Castro, Memorias de una dama, 136).

16 Partida IV, tít. I, ley VI. Otros aspectos de la legislación sobre las mujeres y el matrimonio en la baja Edad Media, Emilio Mitre Fernández, Mujer, matrimonio y vida marital en las Cortes castellano-leonesas de la Baja Edad Media, en VV. AA:, Las mujeres medievales y su ámbito jurídico, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1983, 79-86.

17 Así lo dice la Carta de dote de Rui Gutiérrez de Hinestrosa a doña Leonor López su muger, otorgada en Córdoba el 7 de noviembre de 1386 por Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, morador de la collación de San Nicolás, reconociendo el cobro, copia conservada en RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 27v-28r (copia de un pergamino “sellado de ciertos sellos" hecha en Sevilla el 7 de enero de 1617); (cit. Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 210, que propone como fecha de la boda 1374-76). Manuel Nieto Cumplido la fecha en 1375 [Aportación histórica al Cancionero de Baena, “Historia. Instituciones. Documentos" 6 (1979) 197-218; p. 213].

18 RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol 28r.

19 Leonor López de Córdoba, Memorias , 6.

20 Leonor López de Córdoba, Memorias , 17.

21 María García Carrillo era hermana del abuelo materno de Leonor; se casó con Gonzalo Fernández de Córdoba (1343-1384), primer señor de Aguilar, de quien ella heredaría en usufructo vitalicio las casas en que habían vivido en la collación de San Nicolás (Arturo R. Firpo, L’idéologie du lignage, 249, y María Concepción Quintanilla Raso, Nobleza y señoríos en el Reino de Córdoba , 66-67).

22 Leonor López de Córdoba, Memoria, 17: “e nunca halló pariente ni amigo que bien le hiziere ni hubiese piedad de él", añade Leonor.

23 Leonor López de Córdoba, Memorias , 19. Se ha especulado sobre el uso por Leonor del número siete –entre otros- para poner en palabras ciertos sentidos de su memoria autobiográfica: en este caso esta clave coincide con el sucederse de los acontecimientos (Mar Cortés Timoner, Madres y maestras espirituales, 90-93).

24 Mar Cortés Timoner, Madres y maestras espirituales, 101-108.

25 Leonor López de Córdoba, Memorias , 18.

26 Cuando muere en Aguilar, de la epidemia de peste que hubo de marzo a junio de 1400 , precisa su madre que tenía doce años y cuatro meses ( Memorias , 34).

27 Ha estudiado este sueño Jacques Joset, Cuatro sueños más en la literatura medieval española: Berceo, un “sueño" anónimo del siglo XVI, el Arcipreste de Talavera, doña Leonor López de Córdoba , “South Carolina Review" 11 (1996) 51-70.

28 Memorias , 28.

29 Leonor López de Córdoba, Memorias , 20-22.

30 Memorias , 26.

31 María García Carrillo estaba viuda desde 1384. Sobre las ventas de los canónigos de la colegiata, Juan Rafael Vázquez Lesmes, Monasterio y colegiata de San Hipólito de Córdoba (1343-1399), “Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval", Córdoba 1978, tomo 2, 147-161.

32 Memorias , 24.

33 José Manuel Escobar Camacho, Córdoba en la Baja Edad Media (Evolución urbana de la ciudad), Córdoba, Caja Provincial de Ahorros, 1989, 81.

34 José Manuel Escobar Camacho, Córdoba en la Baja Edad Media, 82 y nota 163, y 160 y nota 310.

35 Adolfo de Castro, Memorias de una dama, 141.

36 Memorias , 23 y 26.

37 AGS, RGS, II, núm. 768 (en conf. de 2 de julio de 1478, a petición de Pedro de Guzmán, nieto de Leonor, confirmada a 2 de agosto de 1433 por Juan II a instancias de la propia Leonor). [Cit. RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-4, fol. 52v; Paulina Rufo Ysern, Documentación andaluza en el Registro General del Sello (1463-1482), Huelva, Universidad de Huelva, 1996, núm. 1421; Emilio Mitre Fernández, Evolución de la nobleza en Castilla bajo Enrique III (1396-1406), Valladolid 1968, 118; y Manuel Nieto Cumplido, Aportación histórica al Cancionero de Baena, 214].

38 Leonor López fundó en Córdoba el 4 de octubre de 1423, con licencia de Juan II y poder de Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, su marido, dos mayorazgos (ACC, CVV, 273, fols. 175r-v).

39 La precisión de este dato en Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 210-211, (cita a L. de Maraver y Alfaro, Historia de Córdoba , siglo XIV, tomo 1, 1400, ms. del Archivo Municipal de Córdoba, sin dar signatura).

40 Leonor López de Córdoba, Memorias , 31.

41 Memorias , 32.

42 Memorias , 34.

43 Memorias , 36.

44 AHPC, Libro 7088, audiencia 42, fol. 108: “Una escritura de benta de unas casas otorgada en Córdova a los cinco de diciembre de mil ochocientos digo quatrocientos uno, en pergamino, ante Antón Sánchez y Diego Alfón, escribanos públicos de Córdova, por la que resulta que Diego Poca Sangre, físico, y su mujer, dieron en benta real a Alfón González y a su mujer unas casas a la collación de San Bartolomé linde otras de doña Leonor López en precio de ciento e nobenta y cinco doblas moriscas baladíes de buen oro y justo peso."

45 Véase luego, 4.2.2.

46 ACC, CVV, 273, fol. 176r. Véase antes, 3.2.2.

47 El día 6 [Ana Echevarría, Catalina de Lancaster. Reina regente de Castilla (1372-1418), Hondarribia, Nerea, 2002, 17-18].

48 Sobre la participación de Fernando –llamado de Antequera porque conquistó, con otros, esa ciudad en 1410- en la regencia de Castilla, Juan Torres Fontes, La regencia de don Fernando de Antequera, “Anuario de Estudios Medievales" 1 (1964) 375-429.

49 Esta fecha en Leonor López de Córdoba, Memorie, 74. La crónica indica “Año I".

50 Crónica de Juan II, 278.

51 No fue hostil a ella Álvar García de Santa María (m. 1454, tío abuelo de Teresa de Cartagena). Su versión del párrafo citado es: “E estava ay con ella una dueña que es natural de Córdoua, que dizen Leonor López Carrillo, fija del maestre don Martín López, maestre que fue de Calatrava en tienpo que reynaba en Castilla el rey don Pedro. La qual dueña hera muy privada de la reyna en tal manera que cosa del mundo non fazía sin su consejo; e quando venía a dezir lo que avía visto con los del su consejo, sy ella en al acordaua, eso se fazía; tanto hera el amor que con ella tenía" (Ana Echevarría, Catalina, 125), (véase luego, 4.3). Su Crónica de Juan II comprende desde la muerte de Enrique III el Doliente (1406) hasta 1420. Un ejemplar, que perteneció a la reina Isabel I, se conserva, muy deteriorado, en la Institución Colombina de Sevilla (54-4-27, olim 84-5-1). Este autor –el original de cuya crónica estaba en el monasterio de San Juan de Burgos, donde fue enterrado-, no es hostil a Leonor López de Córdoba; sí lo es, en cambio, Fernán Pérez de Guzmán, que tomó de Álvar García de Santa María lo que mejor le pareció e hizo la versión definitiva de la crónica con su nombre. De la de Álvar García de Santa María (1407-1420) hay edición parcial de Donatella Ferro, Le parti inedite della “Crónica de Juan II" di Alvar García de Santa María , Venecia, Consiglio delle Ricerche, 1972, que, desafortunadamente, no incluye las partes referidas a Leonor López de Córdoba. Antonio Paz y Meliá publicó la que abarca los años 1420-1434 (Colección de documentos inéditos para la Historia de España, 99, págs. 79-464 y 100, págs. 1-409 (Madrid 1952).

52 Generaciones y semblanzas, en Crónicas de los Reyes de Castilla , cit., 700.

53 Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 214 (cita L. de Maraver y Alfaro, Historia de Córdoba , siglo XV, año 1411, tomo 1. 1411). Ruy Gutiérrez de Hinestrosa estaba en la frontera de Andalucía, en Alcalá la Real, el 1 de enero de 1407 (ACC, CVV, 273, fol. 180v; cit. Manuel Nieto Cumplido, Aportación histórica al Cancionero de Baena, 214).

54 Propone este año Ana Echevarría, Catalina de Lancaster, 129.

55 Ms. la.

56 Se refiere a Juan de Guzmán el Póstumo, yerno de Leonor, casado con Leonor López de Hinestrosa, que tenía abierto un pleito con su hermano Enrique, conde de Niebla (Crónica de Juan II, 340, sobre la intervención de la reina).

57 Transcribo la copia del siglo XVIII conservada en la Institución Colombina (Sevilla), Ms. 59-3-27B, fol. 220r-v.

58 Juan Torres Fontes, La regencia de don Fernando, 388-391.

59 Juan Torres Fontes, La regencia , 402.

60 Pub. por Juan Torres Fontes, La regencia , 420-428; difama a Leonor en p. 427-428.

61 Ana Echevarría, Catalina de Lancaster, 129.

62 Crónica de Juan II, 340.

63 Leonor había pedido, con éxito, a la reina (que era reticente a ello) que destinase los fondos de las campañas de guerra contra el reino de Granada a las luchas de Fernando de Antequera por el trono de Aragón (Ana Echevarría, Catalina de Lancaster, 129).

64 Crónica de Juan II, 344.

65 En Ana Echevarría, Catalina de Lancaster, 130 (de Mª J. Galán, El monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, Toledo 1999, 63-64). También en V. García Rey, La famosa priora doña Teresa de Ayala. (Su correspondencia íntima con los monarcas de su tiempo), “Boletín de la Real Academia de la Historia" 96 (1930).

66 Ana Echevarría, Catalina de Lancáster, 130-131.

67 Manuel Nieto Cumplido dice que este hermano era Martín López de Hinestrosa; este era hijo de Leonor (Aportación histórica al Cancionero de Baena, 215).

68 Crónica de Juan II, 344.

69 Manuel Nieto Cumplido, Aportación histórica al Cancionero de Baena, 198-199.

70 Crónica de Juan II, 372. Se refiere al año 1416.

71 Así lo dice Leonor López de Córdoba en su testamento, dado en Córdoba el 6 de febrero de 1428 (RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 117r).

72 A este hermano no se hace mención en las numerosas fuentes de Leonor López de Córdoba con las que he trabajado. No entra en la cuestión Ana Echevarría, Catalina de Lancaster, cit., dando por bueno que era su hermano (p. 126); Juan de Ribas, Vida y milagros del beato fray Álvaro de Córdoba , Córdoba 1687, fols. 28 y 210, basándose en José Pellicer de Tovar, sostiene que Álvaro y Leonor fueron hijos de Martín López de Córdoba y Sancha Carrillo; y que Álvaro nacería hacia 1360 y moriría en 1430. Adolfo de Castro, que sigue la misma fuente, precisa que Álvaro se salvó de la prisión en las atarazanas de Sevilla porque lo estaba criando y educando María Gómez Carrillo, hermana de su madre ( Memorias de una dama, 135). Sigue a Ribas Margarita Cabrera Sánchez (El destino de la nobleza petrista, 208); también, Mar Cortés Timoner, Madres y maestras espirituales, nota 123. Ponen en duda que fueran hermanos –entre otros y otras- María Estela González de Fauve y Patricia de Forteza, Linaje y poder a través de un escrito femenino. Las Memorias de Leonor López de Córdoba , “Meridies" 3 (1996) 17-28; p. 23.

73 La fecha de 1412 (no la de 1416 de José María Azáceta), la propone Manuel Nieto Cumplido, Aportación histórica al Cancionero de Baena, 215.

74 Cancionero de Juan Alfonso de Baena, ed. crítica de José María Azáceta, Madrid 1966. La dudosa tercera es la 353.

75 Juan Torres Fontes, La regencia , 384-385.

76 El 3 de julio de 1430 dio un segundo codicilo, ante los escribanos de Córdoba Juan Rodríguez de Morillo y Juan González (AHPC, Libro 7008, audiencia 27). El 11 de julio del mismo año, el apoderado de su hijo Martín López de Hinestrosa, Alfón Fernández, tomó posesión de la Huerta de la Reina y otros bienes por muerte de doña Leonor López de Córdoba (AHPC, Libro 7088, audiencia 36).

77 Empezó a comprarlas en 1409 (Archivo Ducal de Medinaceli, leg. 26, núm. 42).

78 RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 115r. (Córdoba 6 febrero 1428). Parece que en esta fecha ya había muerto su marido, al que cita de pasada sin desearle descanso eterno.

79 RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 115r.

80 El original en AHN, Clero, carp. 486bis, núm. 1. Pub. María-Milagros Rivera Garretas, En torno a las ‘Memorias’ de Leonor López de Córdoba , “Actas del II Congreso de Historia de Andalucía" (Córdoba 1991), Las mujeres en la Historia de Andalucía, Córdoba, Cajasur, 1994, 109-111. Ha estudiado esta capilla Vicente Serrano Ovín, La iglesia del Real Convento de San Pablo – Córdoba , “Boletín de la Real Academia de Córdoba" 44-95 (1975) 79-130.

81 AHN, Clero, carp. 487bis, núm, 1 (1 agosto 1409). Pub. en Mª Milagros Rivera Garretas, En torno a las ‘Memorias’, 108-109.

82 RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 115v.

83 Véase antes, 4.1

84 Esta expresión es de la poeta de Córdoba Juana Castro.

85 Una formulación cualquiera: “Como todos los débiles, Juan II necesitaba apoyarse en una voluntad más fuerte que la suya: necesitaba un valido" (Pedro Aguado Bleye, Historia de España, I, Madrid, Espasa Calpe, 1958, 786).

86 Clarice Lispector, La pasión según G. H., trad. de Alberto Villalba, Barcelona, Península, 1988, 11.

87 Eco de la propuesta de vida de Teresa de Jesús en el libro que lleva este título. Véase también: Doriano Fasoli y Rosa Rossi, Le estasi laiche di Teresa D’Avila. Psicoanalisi, misticismo e altre esperienze culturali a confronto, Roma, Edizioni Associate, 1998, 94-95.

88 De esta mediación he escrito en Al lado de los derechos , “El viejo topo" 128 (abril 1999) 7-8. Del efecto de autoridad, Luisa Muraro, Esperienza (di Dio) e differenza femminile, “Contratto. Rivista di filosofia tomista e di filosofia contemporanea" 4 1-2 (1995) 357-368; n. 1.

89 Margarita Porete, El espejo de las almas simples, trad. de Blanca Garí y Alicia Padrós-Wolff, Barcelona, Icaria, 1995; Luce Irigaray, Speculum. Espéculo de la otra, mujer (1974), trad. de Baralides Alberdi Alonso, Madrid, Saltés, 1978.

90 De la insuficiencia de la tolerancia para la vida, he escrito en El fraude de la igualdad, Barcelona, Planeta, 1997, 113-123.

91 María Zambrano, Claros del bosque, Barcelona, Seix Barral, 1990, 147.

92 “La hermandad, más que la libertad" (María Zambrano en entrevista de Pilar Trenas, tve 1988, “Muy personal"). Hildegarda de Bingen escribió de su relación con Ricarda von Stade: “Porque cuando escribí el libro Scivias tuve en amor pleno a una joven noble, hija de la marquesa que acabo de mencionar, como Pablo a Timoteo" (cit. en mi Nombrar el mundo en femenino, Barcelona, Icaria, 1994, 202); Edith Stein dice del Areopagita que “nombra al apóstol Pablo, como a su maestro, y dedica su obra a un Timoteo, ‘hermano en el sacerdocio´," (E. Stein, Caminos del conocimiento de Dios , en Ead., Obras selectas, trad. de F.J. Sancho Fermín, Burgos, Monte Carmelo, 1998, 450).

93 He tocado este tema en mi Textos y espacios de mujeres. Europa, siglos IV al XV, Barcelona, Icaria, 1990, 159-178.

94 Biblioteca Nacional de París, Ms. Español 104, R 21652, fol. 21v. El manuscrito más antiguo de la Crónica de Juan II de Alvar García de Santa María, que perteneció a Isabel la Católica y se conserva en la Institución Colombina de Sevilla (sig. 59-4-17, olim 85-5-14) es inconsultable por deterioro grave. Hay copia del siglo XVI (Madrid, RAH, Mss. 4/462, olim 9-3-5 y G-15/462); esta copia cambia parte del final del párrafo que cito: “si ella era la Córdova eso se fazía: tanto era el amor que con ella tenía" (fol. 26r). Ha editado una selección de las partes inéditas: Donatella Ferro, Le parti inedite della “Crónica de Juan II" di Alvar García de Santa María , cit.; véase antes, 4.1, para la versión de Fernán Pérez de Guzmán.

95 Madrid, RAH, Ms. 4/462, fol. 278r-v.

96 Generaciones y semblanzas, cap. 30, en Crónica de Juan II, 711 (Crónicas de los Reyes de Castilla , ed. de Cayetano Rossell, Madrid 1953, “Biblioteca de Autores Españoles" 68).

97 AHPC, Lib. 7088 (antes 8378 P, antes Of. 43, leg. 56). Agradezco a Claudia Zafra Mengual que me orientara hacia este archivo, y a Esperanza Miranda, directora del Archivo, su gran generosidad.

98 Estos cinco legajos fueron creados con los papeles sueltos del fondo de los Hinestrosa durante el proceso de inventario y regesto del archivo. Se incluyeron en ellos un total de 282 documentos.

99 La Colección Vázquez Venegas estaba hace unos años en la biblioteca de la Real Academia de Córdoba. Hoy está en el Archivo de la Catedral de Córdoba.

100 María-Milagros Rivera Garretas, La relazione che non ha fine, “Via Dogana" 55 (junio 2001) 8-9.

101 Datos de esta carrera en Mª Elena González de Fauve y Patricia Forteza, Linaje y poder a través de un escrito femenino, 23-24. Margarita Cabrera Sánchez, El destino de la nobleza petrista, 215-16.

102 Ella los relata con dolor y detalle en su testamento de 1428 (RAH, Col. Salazar y Castro, Ms. M-53, fol. 116v).

103 El 9 de octubre de 1431, en Córdoba, Beatriz de Quesada autorizó a Martín López para que tomara posesión de su dote en Baeza (AHPC, Libro 7088, audiencia 50).

104 Vicente Serrano Ovín, La iglesia del Real Convento de San Pablo, 108.

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María-Milagros Rivera Garretas

Nació en Bilbao, bajo el signo de Sagitario, en 1947. Tiene una hija nacida en Barcelona en 1975 y una nieta nacida en Puerto Rico en 2008. Es catedrática de Historia Medieval, ama de casa y una de las fundadoras de la revista y del Centro de Investigación en Estudios de las Mujeres Duoda de la Universidad de Barcelona, que dirigió entre 1991 y 2001. También contribuyó a fundar en 1991 la Llibreria Pròleg, la librería de mujeres de Barcelona, y, en 2002, la Fundación Entredós de Madrid. Ha publicado los libros: El priorato, la encomienda y la villa de Uclés en la Edad Media (1174-1310). Formación de un señorío de la Orden de Santiago (Madrid, CSIC, 1985); Textos y espacios de mujeres. Europa, siglos IV-XV (Barcelona, Icaria, 1990 y 1995; traducción alemana, de Barbara Hinger, Orte und Worte von Frauen, Viena, Milena, 1994 y Munich, Deutscher Taschenbuch Verlag, 1997); Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista (Barcelona, Icaria, 1994, 3ª ed. 2003, ed. electrónica 2010; traducción italiana, de Emma Scaramuzza, Nominare il mondo al femminile, Roma, Editori Riuniti, 1998); El cuerpo indispensable. Significados del cuerpo de mujer (Madrid, horas y HORAS, 1996 y 2001); El fraude de la igualdad (Barcelona, Planeta, 1997 y Buenos Aires, Librería de Mujeres, 2002); y Mujeres en relación. Feminismo 1970-2000 (Barcelona, Icaria, 2001); traducción italiana, de Clara Jourdan, Donne in relazione. La rivoluzione del femminismo (Nápoles, Guido Liguori, 2007, e-book 2010); Juana de Mendoza (h. 1425-1493) (Madrid, Ediciones del Orto, 2004); La diferencia sexual en la historia (Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2005). Educar como educan las madres (Madrid, Sabina Editoria, en preparación). Ha coordinado los CD-ROM: La diferencia de ser mujer: investigación y enseñanza de la historia – La diferència de ser dona: recerca i ensenyament de la història – Die Differenz eine Frau zu sein: Geschichtsforschung und Lehre. Barcelona, Duoda - Universidad de Barcelona, 2004 y www.ub.edu/duoda/diferencia (2009, con traducciones italiana –a cargo de Clara Jourdan– e inglesa –a cargo de Caroline Wilson–); y La diferencia sexual. Textos escogidos. Revista DUODA 2-30 (1991-2006), (Barcelona, Duoda, Universidad de Barcelona, 2006). Es coordinadora y coautora del manual de Historia Medieval Las relaciones en la historia de la Europa medieval (Valencia, Tirant lo Blanch, 2006, e-book 2010).


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