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La llibertat femenina ho canvia tot

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MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS

La llibertat femenina ho canvia tot

Imagen: "La perfecta casada"
Elena del Rivero


Anoche, incitada por Isabel Ribera Domene, fui con una amiga a ver la película Verano 1993 (España, 2017), de la que es guionista y directora Carla Simón. La película, en muchos sentidos buenísima, dedicada a “Neus, la meva mare”, relata minuciosamente y con una delicadeza femenina insuperable su propia experiencia de niña huérfana de madre a consecuencia del virus del sida. Y sin embargo, la película, deliciosamente lenta, resulta enigmáticamente aburrida.

Después de dejar que el sentir se expresara en la noche, entiendo que el aburrimiento viene de la ausencia en la película del relato de la libertad femenina. La guionista y directora, o no la reconoce o no es capaz de expresarla. La libertad femenina es libertad relacional –no individualista– que encuentra, en la relación dual con otra, vínculo, intercambio y medida (Lia Cigarini). El personaje de la tía/madre adoptiva, la que lo sostiene y lo resuelve todo, es presentado, en cambio, en la película, sin madre, sin amiga, sin hermana, sin confidente, sin relaciones, sin psicóloga, como un héroe solitario antiguo, cuando ella es una heroína de hoy que encuentra, sin que se sepa cómo (y esto es lo que falta, el cómo), la fuerza y el talento para cumplir una empresa gigantesca: la sustituición de la madre para restituírsela a la arisca y difícil niña huérfana. La ausencia de la libertad femenina hace que Carla Simón caiga en la idealización y pierda así la oportunidad de hacer del verano más duro y significativo de su vida, historia viviente; o sea, pierda la oportunidad de hacer un relato apasionante y político de su historia y de la historia de la parte de la generación de su madre y de su padre perdida en la hipersensibilidad y la drogodependencia.

Lo que genuinamente puso en juego esa generación fue el sentido libre de la diferencia sexual y de la libertad femenina. Mirar esto desde las relaciones entre las niñas o entre las tres generaciones implicadas hace que esa importantísima puesta en juego se pierda, de modo que se queda fuera del relato lo esencial.

Es verdad que el final de la película –una explosión incontrolable y liberadora del sentir profundísimo de la niña– denuncia ya la ausencia en la obra de la libertad femenina, como si la guionista y directora pidiera ayuda para poder expresarla creativamente. Es un nuevo inicio, pero es poco.

Es poco porque la libertad femenina ya está presente en el cine de las mujeres, unas veces por obra de sus guionistas, otras de sus directoras. Ocurre magistralmente, por ejemplo, en la película de la danesa Lone Scherfig Su mejor historia (Alemania, 2016), película también esta lenta pero no aburrida. En ella, la directora y su ángela la funcionaria extrañamente arreglada, no pierde ocasión de expresarla una y otra vez con un clímax contundente cada vez que la protagonista está a punto de perderla sacrificándola a valores pequeños o grandes, incluido el amor al hombre que le gusta. Baste como ejemplo una escena. Cuando ya casi todo el relato está cumplido y, por fin, el intelectual incapaz de entrega acaba de vencer la última resistencia a la entrega de la protagonista enamorada, derrotándola en lo más hondo y tomando el mando de la historia, una viga de la tramoya del rodaje en el que participan se derrumba repentinamente sobre él, que pierde la vida entre los escombros, como, de otro modo, estaba a punto de perderla ella.

También está presente la libertad femenina en la película La escala (Voir du pays) dirigida por Delphine y Muriel Coulin (Francia, 2016), una película difícil de recomendar pero que explora con determinación el sentido propio y sexuado de la libertad de dos soldadesas francesas, amigas íntimas y dispares desde la infancia, que vuelven del frente de combate en la guerra de Afghanistán. Las directoras plasman en imágenes y ponen en palabras la libertad femenina nacida de esa relación dual, con un recurso expresivo de enorme eficacia que a mí me ha resultado nuevo. Donde yo esperaba una reflexión feminista sobre la guerra y sobre la violencia masculina contra las mujeres en los ejércitos occidentales de hoy, ellas ponen la acción pura y trepidante que hace y transmite simbólico (sentido libre de la vida y de las relaciones) con la acción misma, concatenada casi sin respiración, acción emocionante que te trae pensamiento sin pensar, bastando la trepidación que desencadena en minutos lo que a la reflexión le cuesta mucho tiempo analizar y exponer.

Ocurre que el poner en juego la libertad femenina lo cambia todo: pulveriza el aburrimiento de la repetición, llenando el aire, las entrañas y el alma de emoción y sentido libre.

(7 diciembre 2017)

Universitat de Barcelona
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