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La teología de los sentidos

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La teología de los sentidos
Número 42 (2012)

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SUMARIO
EDITORIAL:
6........... La teología de los sentidos
ARTICLES:
20.......Núria Jornet Benito
Pràctiques i gestos de mediació femenina
TEMA MONOGRÀFIC:
LA TEOLOGIA DELS SENTITS / LA TEOLOGÍA DE LOS SENTIDOS
36.......Cristina Campo
Sentits sobrenaturals
54.......Carla Lonzi
Itinerario de reflexiones
90.......Wanda Tommasi
“Cuerpo y alma son una sola cosa”. La experiencia religiosa de Etty Hillesum
102.....Mireia Vidal Quintero
Ressonàncies de sentits sobrenaturals
110.....Rosetta Stella
Ir al lugar de donde todos huyen (para una posible teología de los sentidos)
CREACIÓ LITERÀRIA
120.....Emily Dickinson
Poemas
PROJECTE D’ARTISTA
128..... Carme Sanglas
El sentit de les coses
ENTREVISTA
140..... Entrevista con Maria Teresa Guardiola, ‘Una vida’ por Gloria Luis Peralvo
RESSENYES
150.....Assumpta Bassas Vila
158.....Elina Norandi
164.....Charo Bielsa Rodríguez
170.....Summaries
174.....Les autores

La teología de los sentidos
En este número de la revista que tenemos entre las manos, constatamos que Rosetta Stella y Mireia Vidal vuelven a coincidir, compartiendo espacio en nuestra revista. En la última ocasión lo hicieron para hablar de la mística [La mística és política? DUODA, 34 (2008)] y ahora lo hacen, no solas, para decir y pensar en la teología de los sentidos, especialmente a partir de unos textos escogidos y traducidos por primera vez al catalán y al castellano, de dos autoras muy queridas por el feminismo, Cristina Campo y Carla Lonzi.
No es la primera vez que en la revista hablamos de teología, de lo trascendente o de la relación de las mujeres con lo divino. Ya en el número 34 quisimos conectar explícitamente la mística y la política, enlazando con lo que la filósofa Wanda Tommasi (que nos acompaña de nuevo ¡las coincidencias bien encontradas!) descubría de la llamada “herencia de las místicas”; una herencia que tiene como puntos centrales algunas prácticas que reconocemos desde la política de las mujeres: un saber basado en la experiencia –experiencia naturalmente no separada de la teoría sino “capaz, precisamente en virtud del saber conquistado, de subvertir las concepciones teológicas y dogmáticas de la tradición religiosa” [DUODA, 27, (2004), p. 49]–, o la mediación viviente.
Cuando preparábamos el Tema monográfico y pensábamos en ofrecer una selección de textos básicos, escogidos, de la teología de los sentidos, los de Cristina Campo fueron de los primeros que pusimos sobre la mesa. Ya Maria Pertile, en la revista DUODA [23, (2002)], nos había aproximado a los Sensi sopranaturali de esta autora, donde habla de la vida espiritual del cuerpo y de la intimidad con lo divino como suprema ocasión para los cinco sentidos. Es justamente este texto el que hemos traducido para el monográfico. La autora sostiene que los sentidos pueden servir perfectamente para la vida sobrenatural: entre natura i sobrenatura ja no caldria que hi hagués cap solució de continuïtat: l’Encarnació de Crist hauria proveït a demolir distincions i recintes i a estripar els vels dels santuaris. Para Cristina Campo, los iniciadores de la vida espiritual del cuerpo solo sobreviven en los márgenes en los lugares más inaccesibles, perdidos y casi olvidados; y recupera y cita textos de iniciadores de diversas épocas que, como los poetas –porque viven en el sueño y en la visión–, podrán ir más allá de un mundo que ha confundido, separado, opuesto y superpuesto cuerpo y espíritu, para recuperarlos a los dos.
Ya Wanda Tommasi, también en la revista DUODA [27, (2004)], nos hablaba de la extraordinaria conciencia de la fecundidad de la mística femenina que se halla en Carla Lonzi, llegando a considerarla un puente entre las escritoras místicas y las prácticas del feminismo a las que ella misma había dado vida en È già politica (Milán: Scritti di Rivolta Femminile, 1977). En este monográfico hemos traducido y recuperado Itinerario de reflexiones, en el que Carla Lonzi descubre en los textos de Teresa Martín –Santa Teresita del Niño Jesús- y de Teresa de Ávila o de Jesús vías hacia fenómenos y estados interiores que no encontraba en otras autoras. Los textos de las dos Teresas le permiten dudar, indagar y entrever algo sobre la subjetividad, porque ellas le revelan y le permiten confirmar la búsqueda de sí. Lonzi busca en la escritura, en el arte y en el feminismo el punto de encuentro entre su yo y el de los otros, entre ella y la realidad. La autora se da cuenta de que, con frecuencia, este encuentro se le escapa, porque la “unión de dos entidades incompatibles no podía confiarse a mi sola voluntad individual”. Cristina Campo indaga en su cuerpo, lo redescubre; Carla Lonzi intuye que para ser ella, para cumplir un destino no alienado, no necesita abdicar de su cuerpo sino asentar en él el elemento su existencia: este es su primer acto creativo.
Para dialogar con estos textos hemos invitado, como decíamos, a unas viejas amigas: Rosetta Stella, Wanda Tommasi y Mireia Vidal. De Rosetta Stella, habíamos leído hacía poco en Duoda, su Divagazione sul tema del “Noli me tangere” (Torino: Marietti, 2010), en la que cuerpo y diferencia sexual asumían, en el mensaje cristiano encarnado en María Magdalena, una posición central. Porque era ella, la Magdalena, “la” discípula, a quien se le reveló el cuerpo de Jesús resucitado; pero a ella también, al mismo tiempo, Jesús le dijo: Non volermi toccare. Sfuggimi. Non volermi presso di te. Amami mentre me ne vado. Amami perché me ne vado. Lascia che io vada. Aiutami ad andare. Fa que io vada verso il Padre. El amor que es al mismo tiempo contacto y distancia. Leyendo a Rosetta Stella nos acordábamos (¡otra coincidencia!) de Carla Lonzi cuando encuentra, en Sputiamo su Hegel. La donna clitoridea e la donna vaginale e altri scritti (Milán: Scritti di Rivolta Femminile, 1974), un sentido de la trascendencia marcado por la diferencia femenina, en el sentido de que “una mujer se mueve continuamente de un lado a otro entre inmanencia y transcendencia, entre vida y sentido de la vida” [Wanda Tommasi, DUODA, 27 (2004)].
En el texto de este monográfico Rosetta Stella traza una posible teología de los sentidos por medio de una interlocución activa entre ella, Cristina Campo y Carla Lonzi. Rosetta indaga en una vía que desentierre la “diferente” y asimétrica forma con la que una sensibilidad femenina puede contarnos a Dios. Este texto demuestra como la percepción sensorial tiene que transfigurarse para que trabaje en una dimensión sobrenatural. En lugar de los sentidos, nos dice la autora, el que hi ha que mortificar són les incrustacions i les projeccions que contínuament construeix un jo dominador. Así, limpio, el sí humano resplandece con tanta belleza que Dios lo reconoce. “El tema de nuestro discurso –‘escribe la autora’- es intentar declinar, de algún modo, un camino sensorial de acceso a Dios […]”.
De Wanda Tommasi nos había gustado su texto “Simone Weil: darle cuerpo al pensamiento” (en Traer al mundo el mundo, Barcelona: Icaria, 1996), y especialmente Esperienza religiosa. Esperienza femminile (Nápoles: Liguori, 1997) en el que describía la experiencia mística de Simone Weil, su valoración del ser cuerpo en el camino hacia Dios; aquella chispa divina que está en nosotras, aquel fragmento de divinidad encarnado, como el de los cuerpos de las enfermeras de su proyecto para una formación de enfermeras de primera línea, que dibujaría una acción “que tiene la virtud de llevar de la tierra al cielo una parte del amor que hay en el corazón de un ser humano” (Simone Weil, Echar raíces, Madrid: Trotta, 1996, p. 166). En su texto del monográfico, Wanda Tommasi se ocupa de la estrecha relación entre cuerpo y espíritu, pero ahora en la experiencia religiosa de Etty Hillesum. En Etty Hillesum, el fuerte vínculo entre materia y espíritu se ve en la centralidad del sentido en su itinerario espiritual, en su mantener juntas sexualidad y espiritualidad, en la participación del cuerpo en la práctica de la oración y en la atención a las prácticas cotidianas que ayudan a vivir en el presente. El descubrimiento de Dios como la parte más recóndita de sí misma culmina en el intento de ayudarlo, de alojarlo dentro de sí cuando, en la época oscura de la Shoah, Dios corre el riesgo de desaparecer completamente del corazón de los hombres porque el mal y el odio corrompen las almas. Alojando a Dios dentro de sí como si estuviese embarazada, Etty asume una maternidad simbólica respecto a Dios, en una relación en la que cuerpo y espíritu se implican en el esfuerzo de salvar un trocito de Dios del desastre.
Mireia Vidal ya había en parte expresado la centralidad del cuerpo en la experiencia de las profetas montanistas, Prisca y Maximila, cuando hablaron con el cuerpo, por medio del éxtasis [DUODA, 34 (2008)]. En el diálogo con los textos de Cristina Campo y de Carla Lonzi, nos gusta poder leerla en su reto a la hora de aproximar y hacer vivir su tradición protestante y la mística.
Queremos agradecer a Ana Mañeru Méndez la selección de los poemas de Emily Dickinson.
Deseamos felicitar a nuestras amigas de Via Dogana por sus cien primeros números de la revista, ¡Por muchos años! ¡Por muchos números!

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Universidad de Barcelona
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