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Elizabeth Uribe Pinillos

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VIRGINIA WOOLF. UN CUARTO PROPIO_3

Elizabeth Uribe Pinillos

Jueves 21 de junio de 2018 a las 19:30 - Llibreria Pròleg, Sant Pere Més Alt, 46, Barcelona

imagen: Gloria Luis Peralvo


Tengo el privilegio y el placer de presentar a dos de mis amigas preferidas. La verdad es que tengo muchas… pero Virginia Woolf y María-Milagros Rivera Garretas, ocupan un lugar de privilegio a lo largo de mi vida. Gracias a Milagros, a la relación de muchos años que tengo con ella, a la confianza otorgada para presentar su traducción sexuada de Un cuarto propio de Virginia Woolf.

Presentamos hoy, en este espacio de Pròleg, esta nueva edición de “Un cuarto propio” hecha por Sabina editorial. Gracias Angels Grasses y Núria Mongrós por acogernos en este maravilloso lugar.

Gracias a cada una, cada uno de quienes estáis hoy aquí, acompañándonos.

En el año 2002, Icaria editorial le pide a María-Milagros que traduzca de manera sexuada “Un cuarto propio” de Virginia Woolf. Encargo que acogió -como siempre acoge algo- con amor, con responsabilidad y con la excelencia que tiene todo lo que ella realiza.

Hablaré de la obra Un cuarto propio, de su autora y de la obra de traducción hecha por Milagros. En el orden inverso al que he mencionado.

La traducción sexuada
No se trata simplemente de feminizar aquellos fragmentos donde Virginia, como dice Milagros, habla de sí misma o de las mujeres, que también, sino de darle más juego a todo el trabajo simbólico realizado por ella y del cual era, ha sido y es una de las maestras.

A lo largo de seis capítulos la autora nos relata cómo no puede entregar -en su conferencia sobre las mujeres y la novela- pepitas de verdad, en cuanto la relación entre los sexos, es un tema polémico. Ofrece en cambio algunas conclusiones: una mujer para poder ser escritora necesita tener un cuarto propio y unos ingresos propios, 500 libras esterlinas en 1928 para ser independiente, simbólica y económicamente hablando.

La traducción con la que María-Milagros nos obsequia tiene la virtud de trabajar finamente los hilos que unen en la novela la vida y la no vida como bien insiste Virginia Woolf, en esta misma obra.

Virginia en el Primer capítulo nos relata cómo va transgrediendo “sin querer queriendo” , convenciones. Caminar por el prado, entrar en una biblioteca sin la compañía de un hombre o de una autorización… entrar a una iglesia sin cumplir ciertos requerimientos. Luego, nos muestra con su maestría cómo lo que una come, el entorno y el ambiente en que se desenvuelve inciden en cómo una vive el mundo y en cómo una, puede o no, realizar sus sueños.

¿Por qué un sexo es tan pobre? ¿Por qué un sexo tiene tan excelentes espacios de formación? Espacios alimentados con fondos y dineros que, a lo largo de los siglos, han venido nutriendo las arcas primero y luego las paredes y los espacios de sus colegios y universidades. ¿Por qué unos han viajado, vivido grandes, pequeñas experiencias? Y ¿por qué otras han vivido solamente lo sucedido en las casas, en sus hogares? ¿Por qué ellas se han consagrado a criar hijas, hijos y no a amasar fortunas?

En el Segundo capítulo Virginia nos relata sorprendida, la enorme cantidad de libros consagrados a las mujeres y escritos por hombres cuyo mérito, en muchos de ellos, consiste en no ser mujer. A medida que va leyendo descubre que él está enojado y que poco a poco, ella también se enoja. Es la ira el sentimiento que descubre en los hombres y la necesidad, la de sentirse superiores a las mujeres. Al leer la prensa constata que Inglaterra está bajo el dominio del patriarcado.

“Durante todos estos siglos, las mujeres han servido de espejos dotados del
mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre al doble de su
tamaño natural. Sin este poder, la tierra sería todavía, probablemente,
ciénaga y jungla”.

Sí, las mujeres han sido espejos esenciales a toda acción violenta y heroica. Y continua Virginia: “..Si ella comienza a decir la verdad, la figura del espejo se encoge.” Es esencial la función del espejo para la vitalidad, la seguridad, la confianza que tanta importancia han tenido en la vida privada y profesional junto a los obstáculos tan curiosos que se producen, dice, en el margen de la mente privada.

“De las dos cosas –el derecho al voto y el dinero-, el dinero, debo admitirlo, me pareció con mucho la más importante”.

Según ella, entre la obtención del voto y el dinero recibido de una herencia, le pareció más importante el dinero. Éste le permite dejar de hacer lo que no quería hacer y, sobre todo, la exime del inmenso riesgo de perder ese don único: su alma que podría perecer con ella.

En el capítulo Tres indaga sobre las condiciones en que vivían las mujeres en la Inglaterra de Isabel I, en los tiempos de la dinastía de los Estuardo.

El contraste entre los personajes femeninos de Shakespeare con las mujeres de la vida real a quienes zurraban, es fuerte. En el imaginario, eran de máxima importancia; en la práctica eran del todo insignificantes. Impregnan la poesía pero están ausentes de la historia. Sabemos poco de ellas, pues no escriben ni diarios ni sobre su vida.

¿A qué edad se casan? ¿Cómo eran sus casas? ¿Tenían un cuarto propio? ¿Eran ellas la que cocinaban? ¿Tenía criadas? ¿A qué edad fueron madres por término medio? Se trataría de reescribir la historia, añadir un suplemento a la historia. ¿Por qué no escribieron poesía las mujeres de la época de Isabel? ¿Cómo las educaron? ¿Les enseñaron a escribir? ¿Cuántas fueron madres antes de los 21 años? ¿Qué hacían de las 8 de la mañana a las 8 de la noche? Dinero no tenían. Las casaban a los 15 o 16 años. Después fabula con la historia de una hermana de Shakespeare que quería ser escritora. Para decirnos luego que no existió y que el genio no nace entre la clase pobre ni nació entre los sajones ni los bretones.
La mujer del siglo XVI con talento para la poesía, fue una mujer desdichada en lucha consigo misma.

¿Cuál es el estado de ánimo más propicio para el acto de crear? Hasta el siglo XVIII el escritor nunca dijo nada sobre su estado de ánimo. Esto se inició con Rousseau y comienza la literatura de confesión y autoanálisis. Todo estaba en contra para que la obra saliera íntegra y completa de la mente de quien escribe. Las circunstancias materiales están en contra, los perros ladran, la gente habla, y la necesidad de ganar dinero está, la salud se quebrantará y lo más duro: la indiferencia del mundo.

Para las mujeres, las dificultades eran más formidables. Pensar en tener un cuarto propio era impensable en el siglo XIX a no ser que su familia fuera noble o muy rica.

Estaría bien, dice, medir los efectos de la disuasión en la mente y ánimo de la artista. En la naturaleza del artista está el preocuparse en exceso de lo que se dice de él. La mente del artista -con el fin de conseguir el prodigioso esfuerzo de liberar total y plenamente la obra que está en él- tiene que ser incandescente, como la mente de Shakespeare. Sus rencores, sus antipatías quedan ocultos.

En el capítulo Cuatro nos movemos en el tiempo, en 1661, encontramos a Lady Winchilsea, Margaret de New Castle. Nadie la instruyó, se burlaron de ella. La soledad y la libertad le trastornaron los sentidos. Se encerró sola en Welbeck.

Aphra Behn, mujer de clase media con sentido del humor, vitalidad y valentía, tuvo que trabajar con hombres de igual a igual, ganó lo suficiente para vivir y con ello obtuvo para nosotras la posibilidad de que el espíritu sea libre de escribir lo que le apetezca.

En el siglo XVIII las mujeres empiezan a ganar dinero: hacen traducciones para salvar a la familia o escriben novelas malas. Es enorme la actividad espiritual desplegada por las mujeres en mitad de este siglo. El dinero dignifica lo que si no se paga, es frívolo. En este siglo ocurrió algo más importante que las cruzadas o la guerra de Crimea: la mujer de clase media comenzó a escribir.

Las obras maestras, escribe, son el resultado de muchos años de pensar por el cuerpo de la gente.
Aphra Behn fue quien nos dio a las mujeres el derecho de decir lo que pensamos y que hace posible que Virginia pueda decirles en 1928: ganad 500 libras esterlinas al año con vuestro talento.

¿Por qué todas escribieron novelas? Las estaban siempre interrumpiendo, por eso les sería más fácil escribir prosa y novela que la poesía y el teatro; se requiere menos concentración. La formación que en el siglo XIX tenían las mujeres era la observación de caracteres en el análisis de las emociones. Su sensibilidad había sido educada durante siglos por la influencia del cuarto de estar común.

En este capítulo también aborda la integridad: es la convicción que una, uno, tiene de que lo que dice la novelista o el novelista, es verdad. ¿Cuál es la influencia del miedo, la acritud, la ira, la ignorancia, la opresión, el rencor en ella?

Virginia ha dicho antes: “Porque si somos mujeres, miramos el pasado a través de nuestras madres”.

Para ella, es inútil buscar ayuda en los escritores. No había una frase común lista para que la mujer de la época la usara. No había tradición, faltaba instrucción. El libro tiene que adaptarse al cuerpo de la mujer, ser más corto y adecuado para el tipo de descanso que ella requiere. Aquí nos habla de Jane Austen, Emily Brontë, George Eliot.

Capítulo Quinto. Las mujeres escriben novelas. Ahora Virginia plantea: “Escribid libros sobre arquitectura, estética, obras de teatro y crítica, historia y biografías, viajes y erudición, de investigación, filosofía, ciencia y economía, novelas. Es posible que se haya agotado el impulso autobiográfico y que ahora la escritura se use como arte.”

Toma el libro de Mary Carmichael y lee “A Chloe le gustaba Olivia…”.
“A Chloe le gustaba Olivia. Compartían un laboratorio…”. Esto es un cambio impresionante y esto hace su relación menos personal.

“Falta dejar testimonio de todas esas vidas infinitamente oscuras…”

Hay que aprender a reírse, sin amarguras de las vanidades del otro sexo. Porque una o uno no puede ver sin ayuda esa mancha en la nuca del tamaño de un chelín.

Se trata de escribir como haría una mujer, si escribiera como mujer.

Para Mary, los hombres ya no eran la facción opuesta…. Tenía una sensibilidad muy amplia, vehemente y libre. Se movía con gran sutileza y curiosidad en una gama de cosas casi desconocidas o no registradas.

…”Sacaba a la luz cosas ocultas y le hacia a una preguntarse qué falta había hecho esconderlas aún siendo desmañada. Escribía como una mujer pero una mujer que ha olvidado que es mujer. Páginas llenas de esa curiosa cualidad sexual que no llega más que cuando el sexo no es consciente de sí”.

Mary demostrará que no se limitaba a ser una catadora superficial, sino que había indagado debajo, en lo profundo… ahora es el momento de mostrar sin violencia el significado de todo.

Dale otro siglo… dale un cuarto propio y 500 libras, déjala que diga lo que quiera y descarte la mitad de lo que ahora pone. Dentro de 100 años más, será poeta.

Capítulo Sexto. La escena: un taxi, una mujer, un hombre que se suben, alivia la tensión que es pensarlos por separado.

“…yo he dicho antes que una mujer que escribe piensa a través de sus madres.”
…”cuando en vez de ser la heredera natural de esta civilización, ella pasa a estar, por el contrario, fuera de ella, ajena y crítica.”

El estado propicio para crear es donde se fluye y no se reprime nada. Se trata de que los sexos cooperen. En la mente está lo femenino, lo masculino. Una mente grande es andrógina. Esta época es estridente en cuanto al sexo, la culpa la tiene la lucha por el derecho al voto que ha llevado a los hombres a una necesidad de autoafirmación.
La emoción que inspira la mayoría de libros escritos por hombres no le es comprensible a las mujeres, las deja perplejas. Es una masculinidad no contenida. La poesía debe tener una madre como tiene padre.

Es fatal para quien escribe pensar en su sexo y quejarse, así como defender una causa. Deja de ser fértil. Lo que toca la escritura lo vuelve fijo y perenne. …El escritor, la escritora tiene la ocasión de vivir más que el resto de la gente en presencia de esa realidad. Es asunto suyo el encontrarla, recogerla y comunicarla al resto de la gente.

Después de leer una vez con mayor intensidad la realidad, tened un cuarto propio y 500 libras al año. Os pido que viváis en presencia de la realidad una vida vigorizante tanto si puede ser comunicada como si no. De vosotras depende la influencia que podías tener en el mundo.

“El ser una misma es más importante que todo lo demás. Pensad en las cosas en sí.”

…”Nosotras hemos tenido entre manos otro trabajo... Hemos dado a luz y criado, lavado y educado, quizá hasta los seis o siete años de edad, los mil seiscientos veintitrés millones de seres humanos que, según las estadísticas, existen en la actualidad, y esto, aunque a algunas las hayan ayudado, lleva su tiempo.“

En Inglaterra existen al menos dos instituciones universitarias para mujeres desde 1886. Desde 1880 una mujer casada puede ser propietaria legal de sus propios bienes. Y en 1919, le fue concedido el voto. La mayoría de las profesiones fueron abiertas hace ya casi diez años.

Hay unas dos mil mujeres capaces de ganar de una manera u otra más de 500 libras al año, la excusa de falta de oportunidades, instrucción, estímulo, dinero, tiempo libre ya no sirve. Los economistas nos dicen que la señora Seton fue madre muchas veces.

La poeta sigue viva
…“Vive en nosotras y en mí… Pienso que empezáis a tener el poder de darle esta oportunidad. Porque creo que, si vivimos un siglo más o así -hablo de vida común, que es la vida real, y no las pequeñas vidas separadas que vivimos individualmente- y tenemos cada una quinientas libras al año y cuartos propios, si tenemos la costumbre de la libertad y la valentía de escribir exactamente lo que pensamos… si afrontamos el hecho –pues es un hecho- de que no hay brazo del que colgarse sino que andamos solas y nuestra relación es con el mundo de la realidad y no sólo con el mundo de los hombres y de las mujeres…Ella nacerá derivando su vida de las vidas de las desconocidas que la precedieron… Que ella llegue sin esa preparación, sin ese esfuerzo nuestro, sin la determinación de que cuando vuelva a nacer le será posible vivir y escribir su poesía, no lo podemos esperar, porque sería imposible. Pero yo sostengo que vendrá si trabajamos para ella, y que trabajará así, incluso en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.”

La traductora
María-Milagros Rivera Garretas nace en Bilbao, bajo el signo de Sagitario, hija de Magdalena, madre de Laura y nieta de Yasmina y Samara. Catedrática de medieval, ha investigado, enseñado y escrito durante treinta años. Directora durante varios períodos de DUODA, Centro de Estudios de la diferencia sexual, directora de más de cien tesis doctorales, de centenares de artículos y libros entre los cuales destacaré de memoria: Textos y espacios de mujeres, El cuerpo indispensable, El fraude de la igualdad, Nombrar el mundo en femenino, La diferencia sexual en la historia. Traductora de obras de las mujeres de la librería de Milán, de Luisa Muraro, Lía Cigarini. En la última década combina la escritura propia de obras de historia para mujeres y hombres de mentalidad joven como Juana, la mal llamada La Loca, y la traducción junto a Ana Mañeru de la obra de Emily Dickinson, La culpa fue del paraíso.

La autora
Virginia Woolf, Stephen de soltera. Nacida en Londres bajo el signo de Acuario en 1842, muere en 1941. Escribió entre muchos Fin de Viaje, Noche y Día, Un cuarto propio, Tres Guineas, Al Faro, La señora Dalloway, El cuarto de Jacob, Entre Actos, Orlando, Las olas, Los años. Escritora, crítica literaria, periodista, conferenciante. Escribió biografías como la de Roger Fry, Flush. Trabaja desde la experiencia de las mujeres y ha sido y es maestra para muchas mujeres, lo mismo que María-Milagros Rivera Garretas de muchas mujeres, entre las cuales me cuento.
Mil gracias a ellas dos, por existir y por todo el legado de su obra y de su vida.

Universidad de Barcelona
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