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Textos de la Era de la Perla

La violencia de tantos hombres contra las mujeres

Tres mujeres más que no se volverán a sentar a la mesa: Murcia, Madrid, 27-28 de mayo de 2017

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MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS

Tres mujeres más que no se volverán a sentar a la mesa: Murcia, Madrid, 27-28 de mayo de 2017

Durante este fin de semana, tres mujeres más han sido asesinadas por sus parejas hombre. Dos en la Comunidad de Madrid, una en Murcia. Una tenía 37 años, otra 55, la otra 31. Una maniatada, amordazada y una bolsa de basura en la cabeza, otra asfixiada, la otra.... Da náuseas. ¿Vomitan también los hombres?


En algunos medios de comunicación han abierto sus noticias con esta. Es un paso, pequeño pero (casi) infinito en términos del orden simbólico, de la capacidad de hablar que nos une. Tal vez los hombres estén empezando a darse cuenta de que tienen que decir algo en primera persona. Este pequeño paso ha costado, de momento, veintiocho asesinatos de mujeres (en España) en cinco meses, más otros que no se acaban de contar porque ellas no mueren en el acto. Un paso en el camino ha sido que por fin nos enteremos de que algunos de entre sus ídolos –los futbolistas– no solo defraudan a Hacienda sino que agreden a sus parejas mujer y son juzgados.

Los medios de comunicación añaden, cavilando, que en ninguno de los tres casos había denuncias previas por violencia. Ya no se atreven a sugerir que la denuncia sea la respuesta. Una respuesta es, en mi opinión, que los hombres hablen, digan lo que les pasa, en primera persona, incorporen el dolor a sus vidas. Porque algo les tiene que pasar como hombres ¿no?

En abril de 2016, en la exposición titulada Entre líneas y cosas, la artista Esther Ferrer hizo una instalación impresionante en memoria de las 109 mujeres asesinadas en 2015. Dijo que, al ver (entre líneas) la cifra, sintió y supo que algo tenía que hacer. Lo hizo, emblemáticamente, en el Centro de Arte Francisco Tomás y Valiente de Fuenlabrada (Madrid). Tomás y Valiente fue asesinado en su despacho de la universidad donde trabajaba por los disparos de un terrorista de ETA. El hecho produjo, como era justo, una fuerte contradicción social. Los asesinatos de mujeres no la producen. Por eso no se les erigen monumentos, ni los monumentos podrían redimir lo hecho. Aquí se trata de lo simbólico, o sea, del sentido de la vida y de las relaciones. Es lo más importante que tenemos los seres humanos: el sentido del vivir.

La instalación de Esther Ferrer consistía en una mesa sencilla de comedor de la que salían, de espaldas, 109 sillas negras vacías puestas en fila dibujando un camino que excedía el techo de la sala hacia lo alto, hacia las estrellas. Ninguna de ellas volvería a sentarse a la mesa con las personas que cada una de ellas amaba, y esto repercutía en el cielo. ¿Son sensibles a esto los hombres? ¿Tiene algún sentido para ellos?

29/05/2017

Universidad de Barcelona
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