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Textos de la Era de la Perla

La violencia de tantos hombres contra las mujeres

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LIBRERÍA DE MUJERES DE MILÁN

Hablan las mujeres, hablan

Publicado en la revista: Via Dogana 3

Después de publicar en papel 111 números entre junio de 1991 y noviembre de 2014, la revista Via Dogana, de la Librería de mujeres de Milán, se trasladó a la red y cambió de composición y de nombre. Ahora se llama Via Dogana 3 y consiste en un encuentro de la redacción abierta de la revista en el Circolo della Rosa de Milán cada segundo domingo de mes, en meses alternos, de enero a noviembre. Recogemos aquí la invitación y la Introducción al encuentro celebrado el 14 de enero de 2018, titulado:

Parlano le donne parlano

Invitación
De Hollywood a las universidades, de los parlamentos a los gimnasios, de las oficinas a las redacciones, la toma de la palabra de las mujeres es una rebelión contra el poder masculino. Se ha propagado por el mundo con una eficacia inédita porque ha habido sinergia entre los medios tradicionales de comunicación de masas que actuaron desde el primer momento y las redes sociales que multiplicaron las respuestas.
El poder sigue siendo el amor más grande de quien ahí llega y también de muchos que no llegan. Pero ahora se está abriendo una grieta que deja entrever el secreto que conduce al trastero de la vida pública. Y confirma lo que el feminismo ya desenmascaró en Italia sobre el entramado de sexo, dinero y poder (Il trucco, de Ida Dominijanni) a propósito de uno al que llaman el monstruo.
Lo que está sucediendo es ya el inicio de una nueva contratación entre mujeres y hombres. Las mujeres no se avergüenzan de hablar, encuentran escucha y crédito, las más expuestas han sido ayudadas por las que están en una posición con más garantías, y es un fenómeno contagioso destinado a crecer. Los hombres ya no están al seguro y se fían cada vez menos de los demás hombres.
¿Y... en Italia?
Abrirán el debate Ida Dominijanni y Marisa Guarneri.

Traudel Sattler
Introducción al encuentro

Primero la ola, después la avalancha: estas han sido las metáforas repetidas para describir lo que ha ocurrido tras el escándalo Weinstein. Inmediatamente después de que este productor fuera expulsado de la Academia de los Óscars, circulaba ya la frase: “Nada volverá a ser como antes”. La radicalidad del cambio se refleja en muchos comentarios de los medios de comunicación: “Revolución”, “Viraje”, “línea divisoria”; en una entrevista, Geneviève Fraisse hablaba de “un antes y un después” (France Inter 29 dic. 2017).
Y los acontecimientos se han seguido sucedidendo, como sabemos: Las Silence Breakers fueron elegidas por la revista Time persona del año, el diccionario norteamericano Merriam-Webster selecciona “feminismo” como la palabra del año 2017, en Alabama triunfa el senador democrático bajo los efectos del #MeToo, Ophrah Winfrey, con ocasión del Golden Globe, pronuncia un discurso inaudito en Hollywood, una acción simbólica, habla de genealogía femenina, de la importancia de la palabra: “Lo que sé con seguridad es que el decir la verdad es el instrumento más potente que tenemos”. Un discurso fuerte, liberador, nada que ver con el victimismo y el puritanismo de las cien mujeres francesas, entre ellas Catherine Deneuve, que vendrán después, puntualmente refutadas.
La toma de la palabra no se da solo en los países occidentales sino a nivel mundial: #MeToo en Pakistán, en la India, en China,
En Italia, el 12 de enero sale la noticia de que el magistrado Bellomo ha sido destituido definitivamente del órgano de autogobierno de la magistratura, casi por unanimidad. Fue expulsado por haber dañado el prestigio de la magistratura con su comportamiento con las aspirantes a magistradas en su asignatura.
Lo que empezó siendo denunciado como abuso de poder por parte de un poderoso del show-business reveló ser, según iban hablando las mujeres, la infraestructura que sostenía no solo Hollywood sino que azotaba todos los sitios donde las mujeres trabajan – hospitales, escuelas, oficinas, mundo del deporte: el vínculo entre sexo y poder. Lo nuevo: las mujeres ya no se avergüenzan de hablar y son escuchadas.
Diría más bien que nunca antes se les había dado tanto crédito. En Alemania, por ejemplo, dos mujeres periodistas del semanal Die Zeit publicaron las experiencias de violación y chantajes sexuales que soportaron tres actrices, en los años 90, a manos de un realizador de televisión, a pesar de que él lo había negado todo y amenazado con interponer demanda en caso de publicación. También en otros países han sido precisamente los grandes periódicos, junto con las redes sociales, quienes han dado voz a las mujeres. Estamos en un momento histórico favorable. Ha ocurrido, a gran escala, lo que Vita Cosentino llamó en un texto en nuestra página web una especie de autoconciencia. Yo pienso que es la palabra justa, también cuando en la confrontación no hay presencia física, porque están la autorización de otras mujeres a tomar la palabra, a interrogarse sobre la propia experiencia, y la toma de conciencia, también sobre la fascinación del poder. Y al leer estas noticias muchas de nosotras hemos pasado revista a nuestra propia vida y hemos recordado episodios caídos en el olvido o reprimidos.
Autoconciencia también para los hombres: “Los varones están transtornados”, escribe Pierluigi Battista en el “Corriere della sera” del 18 de enero. Se han dado cuenta de que no pueden seguir así, de que el contrato sexual se ha roto definitivamente. Y se ha roto también la vieja complicidad entre hombres. Tienen miedo de ser expulsados y de que renieguen de ellos sus propios semejantes, y, por encima de todo, temen la caída del eros masculino ante la “calidad de las relaciones que nos reclama el final del apoyo femenino al patriarcado” (Claudio Vedovati, FB 10/1/2018).
No hay duda de que hay que renegociarlo todo en la relación entre hombres y mujeres, desde la sexualidad hasta el mundo del trabajo. Las experiencias que han sido contadas sobre los chantajes sexuales aportan también nueva luz al discurso del “techo de cristal” y obligan a darse cuenta de que la política de las cuotas no es mas que una operación de fachada. Ahora algunos hombres empiezan a reconocer que han creado un “ambiente laboral hostil a las mujeres” (ha ocurrido en la revista Artforum de Nueva York después de la dimisión del coeditor Landesman por las acusaciones de grave acoso sexual a una colaboradora).
“El affaire Weinstein está demostrando ser, para las mujeres, un negocio favorable”, ha escrito Luisa Muraro en un artículo de la página web de la Librería. Estoy de acuerdo.
En realidad, el debate que se ha abierto nos favorece porque ha sacado a la luz el conflicto entre los sexos y, así, contrarresta la tendencia a la neutralización y al Uno que se intenta imponer.
Nos favorece porque lo que antes parecía un discurso “feminista” se ha convertido ahora en sentido común: la sexualidad ha pasado, también en la opinión pública, de ser un hecho privado a ser una dimensión política.
Nos favorece porque supera la reescritura neoliberal de la libertad femenina que traduce la libertad ganada por las mujeres con el feminisno, en emprendimiento autónomo y libertad de mercado, como ha analizado agudamente Ida Dominijanni en su libro Il trucco.
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(Via Dogana 3, 25 enero 2017)
www.libreriadelledonne.it
(Traducción del italiano de María-Milagros Rivera Garretas)

Universidad de Barcelona
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