EL PERIÓDICO - LOS SÁBADOS, CIENCIA - 20/01/01

El parque jurásico

Josep Egozcue

Catedrático de Biología Celular de la UAB

El fracaso de la clonación de un bóvido asiático evidencia que con esta técnica no se salvarán especies en peligro ni se revivirán las extinguidas

El nacimiento de la oveja Dolly, primer mamífero clonado, desató todo tipo de especulaciones. Entre ellas la posibilidad, repetidamente aventurada, de que las técnicas de clonación podrían ayudar a evitar la extinción de especies en peligro, o a resucitar especies ya extintas. La compañía estadounidense Advanced Cell Technologies (ACT) aseguró que esta opción era posible, y se ofreció a colaborar con centros españoles para recuperar al bucardo, una especie ya extinta de cabra montés.

Hoy, la noticia es que ACT ha conseguido clonar al gauro, un bóvido asiático parecido al búfalo, en peligro de extinción. Este gauro clónico, llamado Noah (Noé) para recordar que fue el arca de Noé la que salvó a una pareja de cada especie animal del diluvio, murió a las 48 horas de su nacimiento, al parecer víctima de una disentería. Pero hay que recordar que hace dos años, el profesor Renard ya advirtió del fallecimiento y de las malformaciones presentes en la mayoría de terneros (bóvidos) clonados.

La clonación de Noah se llevó a cabo usando células de un gauro macho, congeladas desde 1992 en el Zoo Congelado de San Diego. Los Frozen Zoos fueron ideados por el profesor T. C. Hsu, de Houston, en los años 60. Fue él quien tuvo la visión de conservar células, es decir, material genético de especies animales, con la esperanza de que en el futuro tuviesen alguna aplicación.

En el caso de Noah, la técnica utilizada fue la misma empleada con Dolly. Se obtuvieron óvulos de vaca, especie próxima y fácil de conseguir, se les extrajo el material genético aspirando los cromosomas con una pipeta de cristal, y en su lugar se colocó el núcleo (material genético) de una célula de gauro, previamente descongelada. Esta técnica es conocida como transferencia nuclear, y se lleva a cabo con un micromanipulador, aparato que convierte los movimientos de la mano (de centímetros de amplitud) en movimientos de la pipeta de milésimas de milímetro.

La técnica es parecida a la fecundación in vitro con inyección intracitoplásmica de espermatozoides, sólo que aquí se inyecta el núcleo de una célula somática. El óvulo con núcleo de gauro, que es ya un embrión, empieza a dividirse, y es luego transferido al útero de una madre de alquiler, en este caso también una vaca, donde se desarrolla hasta su nacimiento. La técnica no es sencilla. En el caso del gauro se realizaron 692 transferencias para obtener un solo nacimiento, cifra parecida a la necesaria para el nacimiento de Dolly.

Pero, aparte de estas enormes dificultades técnicas, la utilidad de la clonación para recuperar especies en vías de extinción o ya extintas es dudosa, aunque el proyecto sea ilusionante.

Las especies se extinguen porque pierden diversidad genética (una mayor diversidad permite una mejor adaptación de algunos de sus miembros a ambientes cambiantes) cuando la especie es diezmada por procesos naturales o por mano del hombre. Y el resultado de la clonación es una nula o casi nula variabilidad genética, porque los clónicos son casi idénticos entre sí. Es decir, un grupo de clónicos tendrá menor variabilidad genética que una especie en vías de extinción. Además, al ser iguales, cualquier desastre natural, como una epidemia (epizootia) podría acabar con todos ellos, y no sólo con unos cuantos.

Hasta ahora, la técnica empleada para intentar salvar especies en vías de extinción ha sido la introducción en su medio natural de especies cercanas desde el punto de vista evolutivo, para producir híbridos y aumentar así la variabilidad genética. Con este método no se salva la especie, estrictamente hablando, pero sí algo muy parecido a ella.

La clonación podría imaginarse como método de recuperación de especies si existiesen muestras de miles de animales, y se clonasen todos ellos. Por desgracia, lo más corriente es que se disponga de muestras de un reducido número de ejemplares, y a veces de un solo animal, o sea, de un solo sexo.

Lo importante no es recuperar un ejemplar, sino recuperar la variabilidad genética, un reto imposible o casi imposible. Lo demás es hacer museología. Y a qué precio.

Catedrático de Biología Celular de la Universitat Autònoma de Barcelona.

GENERO DE PUNTOS

La dificultad de usar la clonación para recuperar especies extintas se agrava por la necesidad de que las madres de alquiler sean hembras de una especie distinta, ya que el feto es un elemento inmunológicamente extraño. El desarrollo evolutivo de los animales con placenta ha utilizado varios trucos para engañar a la madre y evitar el rechazo.

La reproducción consanguínea que se daría entre animales clónicos es utilizada por la naturaleza para fijar cambios que generan nuevas especies. Pero cada cambio se somete al azar, y la mayoría se pierde. La clonación de especies extintas jamás será tan pródiga como la naturaleza. J. E.


Comentarios: obd@pcb.ub.es
Última actualización: 06/09/01 12:26:25