BIOMEDIA - - 11/10/00

La clonación terapéutica

Josep Egozcue

Catedrático de Biología Celular de la UAB

(Barcelona)

Después del revuelo provocado por la clonación de ovejas, terneros y monos, y por la proliferación de noticias que insinuaban un mundo poblado por castas de seres clónicos, las aguas han vuelto, por fin, a su cauce. En la actualidad se sabe que la clonación reproductiva no pretende otra cosa que copiar animales transgénicos, de los que pueden derivarse importantes avances en el tratamiento de numerosas enfermedades, y que la clonación no pone en peligro la diversidad biológica, ni puede utilizarse para salvar especies en peligro de extinción. También se han desvanecido los fantasmas de la clonación humana, una posibilidad anacrónica, antieconómica y sin ningún sentido. A esta normalización ha contribuido, no poco, el desarrollo de las técnicas de producción de células madre humanas, totipotentes, de origen embrionario, capaces de diferenciarse para dar origen a cualquier tipo de tejido, en función del ambiente en que se sitúen, y de células madre pluripotentes, derivadas de fetos o de adultos, con menor plasticidad, pero también capaces de producir diversos tipos de tejido. Las células totipotentes (embrionarias), pluripotentes (tisulares) y las células madre de tejidos renovables, como el epitelio germinal que produce espermatozoides o las células hematopoyéticas reciben el nombre de stem cells*. Stem, en inglés, significa algo de lo que nace todo (como el tallo de una planta, o de un racimo), o algo que progresa frente a cualquier obstáculo. Por desgracia, y quizá por homofonía, algunos medios han usado, en castellano, la denominación de células estaminales. Estaminal se refiere a los estambres, que son órganos reproductores de ciertas plantas. Esperemos que el error no persista. Las posibilidades que abre el cultivo de células totipotentes o pluripotentes obtenidas de embriones o de tejidos humanos son muy esperanzadoras, y quizá representen el mayor avance de la medicina en un futuro próximo, ya que permitirán obtener células inmunocompatibles para cualquier tipo de trasplante de tejidos, de obvia utilidad en procesos tan graves y variados como la diabetes, la enfermedad de Parkinson o los infartos de miocardio. Por supuesto, la aplicación práctica de estas tecnologías precisa de tiempo. En la actualidad, a los dos años de la primera clonación de células embrionarias humanas, los avances son aún más teóricos que prácticos. Por otra parte, el desarrollo de estas técnicas plantea algunos problemas éticos, no excesivamente graves si se analizan con objetividad y sin prejuicios emotivos. El primero de ellos es la necesidad de disponer de embriones humanos, ya que las células totipotentes se derivan de su masa celular interna en la fase de blastocisto (aproximadamente a los 5-7 días de desarrollo). Aunque, en principio, el uso de embriones implica su destrucción, existen argumentos de peso a favor de su empleo. En primer lugar, pueden utilizarse embriones producidos in vitro* y abandonados en los centros de reproducción asistida; estos embriones, al no formar parte de ningún proyecto reproductivo, carecen de posibilidades de desarrollo. Por otra parte, teniendo en cuenta que un embrión preimplantacional no es una persona, según indican los datos biológicos y establece la jurisprudencia, y partiendo del principio de solidaridad, podría aceptarse la creación de embriones con la finalidad de producir células madre. En último término, con una célula madre y un óvulo desprovisto de núcleo sería posible crear de nuevo al embrión que fue destruido para obtener la línea de células madre, siempre que haya quien lo incluya en su proyecto reproductivo. Pero las soluciones no terminan aquí. Utilizando biopsias embrionarias, como es costumbre proceder para el diagnóstico genético preimplantacional, existe la posibilidad de crear líneas de células madre sin impedir por ello que el embrión se desarrolle y nazca. Se obtendrían así líneas “personalizadas” de células madre que serían propiedad de cada persona. Finalmente, es obvio que con el tiempo las células madre totipotentes podrán derivarse de células tisulares pluripotentes, lo que convertirá en obsoletas las discusiones éticas. No parece probable que las células madre faciliten las estrategias de terapia génica de enfermedades que se manifiestan al nacer, pero sin duda estas células facilitarán el desarrollo de métodos para el tratamiento de enfermedades sobrevenidas o de aparición tardía.


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Última actualización: 06/09/01 12:26:26