DR. JOSEP EGOZCUE
Catedrático de Biología Celular (UAB).

Hace unos días, nacía en Barcelona el primer niño procedente de la adopción de un embrión congelado. Aunque para muchos profesionales la adopción no sea considerada más que una variante de la donación de embriones, tanto el objetivo que orienta a este programa como sus resultados son totalmente distintos. En el caso de la donación de embriones, se trata de una pareja infértil que desea reproducirse, y recibe uno o más embriones de entre los donados por otras parejas que ya han visto satisfechos sus deseos reproductivos y han decidido donar sus embriones.

En la adopción de embriones, se dan dos situaciones distintas. Es cierto que, en muchos casos, se trata de parejas infértiles que, por la causa que fuere, ignoraban la existencia de programas de donación y acceden a la adopción. Pero existen también numerosas parejas que, teniendo ya hijos propios, deciden adoptar un embrión (como muchas parejas que ya tienen hijos propios adoptan niños de otros países) para darle la oportunidad de nacer. Las razones que conducen a este tipo de decisión pertenecen a la intimidad de la pareja, y no deben ser objeto de discusión.

Al fin y al cabo, para cualquier clínico o investigador, la finalidad principal de un embrión gamético (producido mediante un óvulo y un espermatozoide) es la reproducción, lo que hace que la adopción de embriones sea una salida lógica a este consenso. Y, además, el programa de adopción de embriones ha contribuido a ampliar considerablemente el número de parejas que, en la actualidad, logran satisfacer su deseo de reproducirse.