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LA VANGUARDIA - 12/07/03 ¿Ha sido ética la separación de las siamesas? |
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El equipo médico está considerado experto en intervenciones de neurocirugía de alta tecnología. La cuestión es si Ladan y Laleh podían tomar decisiones sobre sí mismas con riesgo de su propia vida. La muerte de Ladan y Laleh no sólo ha conmocionado a Irán, sino que ha abierto en todo el mundo un debate sobre los límites de la ciencia, sobre las responsabilidades médicas y sobre la propia intervención quirúrgica. ¿Hubo algún tipo de engaño? ¿Se respetaron los derechos de las afectadas? O, más complejo, aún: ¿Tenían derecho a someterse a esa complicada operación cuyo riesgo de muerte era muy elevado? Los dos artículos de opinión representan dos puntos de vista. Hay otros, hay también quienes se oponen a esa operación al considerar que va contra un designio divino. Son muchos los factores a tener en cuenta y el debate requiere atender todos los matices.
JOAN MONÉS XIOL La polémica es inevitable después de la muerte de las hermanas siamesas que habían vivido íntimamente ligadas por el cráneo durante 29 años, con una disminución muy considerable de su calidad de vida. Esta malformación es excepcional, uno de cada 3 millones de nacimientos. Los expertos opinan que las posibilidades de éxito de la cirugía para separarlas variaban entre el 5% de los más pesimistas al 50% de los más optimistas. Algunos servicios médicos de reconocido prestigio habían rechazado el intento de separación por las enormes dificultades y el elevado riesgo. La pregunta es, por tanto, oportuna. ¿El equipo médico de Singapur actuó de forma ética? El primer punto a considerar ante cualquier acto médico es la formación adecuada del facultativo o facultativos que lo han de realizar y la suficiente infraestructura de la institución. El equipo multidisciplinario que ha realizado la separación es experto y competente en intervenciones de neurocirugía que requieren alta tecnología. Por tanto, ninguna objeción en este aspecto. El segundo punto sería saber si la arriesgada intervención fue aprobada por el Comité de Ética Asistencial del hospital. No tenemos referencias sobre ello, pero es impensable que una intervención con grandes dificultades, alto riesgo y una previsible repercusión mediática no tuviera dicha aprobación. Tampoco podemos poner reparos en este apartado. El tercer punto y muy importante es el consentimiento de las pacientes. La deontología actual contempla con firmeza el predominio de la autonomía del paciente. Las decisiones médicas deben ser compartidas y aceptadas por el paciente, que debe ser cómplice activo de las decisiones que competen a su salud y a su vida. Pero para ello es imprescindible una información comprensible y verídica. Debemos desterrar las “conspiraciones de silencio” que a veces rodean al paciente intentando, con buena pero equivocada intención, que no conozca la realidad de su situación o pidiendo que se minimicen los riesgos de una actuación médica, en que todos conocen lo que le está pasando o lo que puede pasar, menos él, principal y casi único protagonista de su propia historia. Ladan y Laleh fueron informadas y aceptaron las consecuencias de su decisión, incluso contra la voluntad de su padre adoptivo, médico de profesión. Además, cuando la intervención se complicó más de lo previsto, el equipo médico preguntó a sus allegados si la interrumpían. Éstos interpretaron que la voluntad de ellas habría sido de continuar. Tal era la firmeza de su decisión. Por consiguiente, la actuación entra dentro de la más estricta consideración de ética médica. Hay dos aspectos conflictivos. El primero se refiere a la propia propuesta de una intervención de alto riesgo en una malformación grave, pero no mortal, aunque con pronóstico de vida menor que la población control y con importante pérdida de calidad de vida. Aquí es donde hay que hacer énfasis en la trascendencia de la autonomía del paciente en una decisión que le compete. El segundo aspecto es la sospecha de una actuación pensando en la trascendencia mediática (propaganda para la institución y sus profesionales). Es obvio que puede quedar la duda, pero parece poco probable que este aspecto representara un papel importante. Por ello, pensamos que en esta discutible actuación médica no se han producido transgresiones de las mormas éticas aceptadas en la mayoría de los códigos deontológicos médicos.
MARIA CASADO JOAN MONÉS, presidente de la comisión de ética y deontología. Col·legi de Metges de Barcelona MARIA CASADO, directora del Observatori de Bioètica i Dret. Parc Científic de Barcelona. |
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Comentarios: obd@pcb.ub.es Última actualización: 15/09/03 |