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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

GEÓGRAFOS Y ARQUITECTOS: NUEVOS RETOS Y VIEJOS PROBLEMAS

Josep Muntañola Thornberg
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. ETSAB
Universidad Politécnica de Cataluña. UPC
jose.muntanola@upc.edu


Geógrafos y arquitectos: nuevos retos y viejos problemas (Resumen)

Hace ya casi treinta años tuve ocasión de realizar con el Profesor Horacio Capel una interesante colaboración sobre la educación ambiental. Luego cada uno ha sido absorbido por su profesión, él por la geografía y su red Geo-Crítica y yo por la arquitectura y mi red Arquitectonics (http://www.arquitectonics.com/). Ya es hora de reflexionar sobre la deseable interacción entre geógrafos y arquitectos.

Mi comunicación empezará con unas consideraciones generales, muy breves, sobre la evolución reciente de ambas profesiones y de su interacción.

Luego intentaré imaginar el mejor escenario posible para una fructífera cooperación, superando, ante todo, algunos escollos teóricos, como podrían ser: las diferencias entre las dimensiones políticas, artísticas y científicas de los espacios humanos, o las relaciones y diferencias entre diseño de espacios e investigación sobre la significación y estructura de estos mismos espacios.

De todo ello, quisiera deducir en mi comunicación un optimismo, más o menos matizado, sobre la potencia de un paradigma dialógico, inspirado ciertamente en Mijaíl Bajtín, pero abierto a un sinfín de aportaciones interdisciplinarias, como de hecho está ocurriendo, ya que no es posible avanzar en nuevos  paradigmas sobre las relaciones entre arquitectura y geografía sin relacionarlo con temas tan evidentes, como son los de las relaciones entre mente, cerebro y máquinas (ordenadores), o entre el desarrollo del conocimiento del individuo y el desarrollo social del conocimiento, o, finalmente, entre el territorio urbanizado y el comportamiento social, temas, estos tres últimos, tan cruciales para los arquitectos, como, creo yo, también para los geógrafos.

En el fondo, creo que estaremos de acuerdo en que hemos de construir un paradigma que consiga optimizar las prácticas tanto del arquitecto como del geógrafo, con el fin de aumentar así las posibilidades de una supervivencia pacífica de la especie humana. Esto, ya sería mucho.

Palabras clave: arquitectura y geografía, interacción social y territorio, espacios dialógicos.


Geographers and architects: new challenges and old problems (Abstract)

My paper will start with some general considerations on the recent evolution of the geographer’s and of the architect’s professions and their interaction.

Then I will attempt to imagine the best possible scenario for a fruitful cooperation, overcoming, above all, some theoretical obstacles such as the differences between political, artistic and scientific dimensions of human spaces, or the relations and differences between design of spaces and research on the significance and structure of those same spaces.

I wish to deduce an optimism on the power of a dialogical paradigm, inspired in Mikhail Bakhtin, on the relations between architecture and geography relating it to other obvious subjects such as the relations between mind, brain and machines (computers), or between the cognitive development of the individual and the social cognitive development, or, finally, between urbanized territory and social behavior. These last three subjects are so crucial to architects, and I think they are to geographers as well.

Key words: Architecture and Geography, Social Interaction and Territory, Dialogical Spaces


Breves notas sobre la evolución reciente de arquitectos y geógrafos

Según Amos Rapoport[1], las profesiones de arquitectos y geógrafos han seguido caminos opuestos. Los arquitectos han potenciado más y más la “práctica” del proyecto abandonando más y más la investigación y el desarrollo de metodologías de cómo proyectar[2] mientras que los geógrafos han potenciado la práctica en nuevos campos de la geografía humana, el urbanismo, las consultarías ambientales, sin olvidar la investigación (Geo-Crítica es un buen ejemplo). Por lo tanto, el esfuerzo de los años sesenta y setenta del siglo veinte por desarrollar métodos comunes y colaboraciones interdisciplinares no han dado sus frutos. Además, un nuevo elemento, el ordenador, ha ayudado a este mal resultado. En efecto, geógrafos y arquitectos han usado esta nueva herramienta de manera totalmente diversa. Los arquitectos como herramienta artística que “simule” sus propuestas o proyecto, cada vez más espectaculares, mayores de tamaño y más rápidos en su compleja ejecución. Los geógrafos han podido “modelizar” las transformaciones del territorio físico y social en un espacio-tiempo cada vez más preciso, más científico y más complejo. Pero hablamos de complejidades muy distintas y de niveles de discurso irreconciliables, ya que la “simulación” del arquitecto y la “modelización” del geógrafo viven en mundos distintos aunque representen el mismo territorio.

Todo ello ha ido acompañado por buenas iniciativas de colaboración en planes urbanísticos, observatorios del paisaje, auditorías, informes técnicos sobre el terreno, etc. pero, al igual que ha ocurrido con la arqueología, la sociología o la psicología ambiental, los mundos de cada uno no han dialogado en la mayoría de los casos.

Existe, en España, además, un problema añadido. En contra de lo que es usual en muchos países (entre ellos los EE.UU.) la invención en investigación se hace por sectores disciplinares, sin que la finalidad interdisciplinaria pase de un “slogan publicitario”, porque en las evaluaciones se penaliza, de hecho, la inter-disciplinariedad. El cambio es fácil, como en los países que citaba, hay que poner dinero que sólo pueda obtenerse si de verdad el equipo mezcla dos o tres disciplinas y/o profesiones distintas. Separar un dinero del otro es la única solución, aunque, en cualquier caso, se estimule la colaboración. Hay que apoyar a los proyectos transversales sin que el dinero sea evaluado por sociólogos solamente, ingenieros solamente, abogados, etc., ya que volveríamos a lo mismo. Podríamos escribir mucho más, pero me extendería demasiado en un pasado no demasiado excitante.

Un cambio de escenario hacia una colaboración dialógica: los escollos teóricos

Antes de describir las ventajas del modelo dialógico de las ciencias sociales y de un interés en relación al tema que nos ocupa, voy a intentar despejar algunos escollos teóricos que podrían dificultar la aplicación de dicho modelo o, mejor dicho de dicho, paradigma científico.

Hay muchos, pero sobre todo, dos. El primero es la confusión entre arte, ciencia y política en la planificación, construcción y evaluación del territorio construido. El segundo, en parte consecuencia del primero, es la poca claridad sobre el tema de las relaciones entre la construcción de un medio físico y el comportamiento: lo que en inglés se define como las ciencias del comportamiento en relación a su medioambiente físico (Environmental Behavioral Sciences: EBS) concepto de difícil traducción. Un corolario es el de las diferencias entre diseño e investigación.

Empezando por el primer escollo, y yendo directamente a Mijaíl Bajtín, él tuvo desde sus primeros escritos[3] infinito cuidado en defender un modelo de relaciones entre sujetos humanos en el que lo ético, lo científico y lo estético no perdiesen sus fuerzas. Así, indica con su característica filosofía que:

“El ser de lo estético está más cerca del ser vivo que el mundo teórico (científico). Por ello lo estético es una tentación para huir de la realidad, porque en el ser estético no estoy yo mismo (como ocurre en la dimensión ética) sino un “doble” de mi mismo que pretende ser yo mismo, pero que no lo es”.

De modo que, a pesar de que un solo cerebro es el que está en el origen de las tres dimensiones de nuestra cultura, lo cual es evidente, este mismo cerebro es el que “sabe” que la realidad artística tiene un componente de ficción, ausente en la realidad científica y que “politizar” el arte es un flaco favor que le hacemos al arte, y lo mismo si “estetizamos” la política, como muy oportunamente remarcó Walter Benjamín en sus críticas a Hitler y a Stalin.

También sabemos que las patologías en nuestro comportamiento (individual o social) se dan en un cerebro, o cerebros, que no “sabe(n)” distinguir entre estas tres dimensiones de nuestra vida humana, y convierten, así, la ciencia en magia, el arte en ciencia y la política en ficción artística, con nefastos resultados para nuestra supervivencia como especie.

Como el espacio de los arquitectos y de los geógrafos puede analizarse desde los tres puntos de vista, o desde uno solo o dos, hay que acostumbrarse a que quede claro antes de “dialogar” a qué tipo de realidad se refiere la acción conjunta, y no presupongo que el arquitecto es el artista y el geógrafo el científico, solamente indico que las tres dimensiones son igualmente legítimas, y que, en el espacio construido, conviven, queramos o no, las tres. El problema es si conviven bien, con paz, inteligencia y belleza, o mal. En muchos tribunales de tesis doctorales he padecido debates de “sordos” entre distinguidos profesores que se empeñaban en politizar la estética o en convertir la ciencia en arte, por supuesto, inútilmente.

El segundo y tercer escollo tienen relación directa con el antiquísimo problema de las relaciones entre cerebro y vida psíquica o mental, ya que, en el caso de no-relación, tampoco existiría entre medio construido y comportamiento, pero de existir, estas relaciones determinarían las relaciones EBS antes indicadas.

Un hecho para mí es irrefutable, tanto por lo que ocurre con los niños salvajes abandonados en la selva como por las habilidades a concebir ciudades o lugares para vivir por los niños de las escuelas, que he analizado científicamente durante ya casi cuarenta años.[4] Me refiero a la imposibilidad de desarrollar conocimientos a partir de la vida individual de un cerebro y de un cuerpo. La relación social entre cuerpos y cerebros de sujetos distintos es totalmente necesaria para el desarrollo de la inteligencia. Dicho de otro modo: sin la mediación del conocimiento social no hay desarrollo individual entre cerebro y mente, solamente estupidez. Dicho todavía de otro modo, la retroactivación social entre individuos es esencial para la retroactivacion entre el cerebro y la mente de cada individuo. Este teorema, base de toda la teoría de Bajtín, parece obvio, pero no lo es, puesto que muchas investigaciones sobre ciencias cognitivas pretenden evitarlo.

Por otro lado, a pesar de los notables esfuerzos de Jean Piaget,[5] Jaan Valsiner,[6] John Searle[7] etc., el tema está lejos de clarificarse. Las apariencias aquí engañan, y lo implícito en nuestra memoria es tan importante,[8] que tomamos por individual lo que, de hecho, es un conocimiento cultural y socialmente codificado que “ignoramos” en la memoria explícita. Y, por otro lado, despreciamos las posibilidades de un rapidísimo cambio en el conocimiento individual cuando está apoyado por una revolución en el conocimiento social, o, si se quiere, en las reglas, normas y valores del comportamiento social. Aplicando todo ello a nuestro campo del espacio en relación a arquitectos y a geógrafos, las consecuencias son inmediatas y, a menudo, nefastas, porque se pretende que el medio físico determine el comportamiento social o que no hay relación entre el medio físico y el comportamiento social, lo cual, tanto a nivel colectivo como a nivel individual son afirmaciones falsas. Lo que si es esencial es la interacción social, o coexistencia real o imaginaria, construida con las relaciones intersubjetivas estéticas, científicas y políticas a las que antes hacíamos referencia, la cual mantiene “articuladas” las dos realidades física y social, objetos y sujetos, a través de una red espesa y compleja de relaciones entre lo real y lo virtual. Aquí podríamos estar de acuerdo arquitectos y geógrafos.

Por último, el tercer problema es la relación entre investigación y diseño, o entre el discurso de la filosofía y las ciencias sociales de un lado, y la arquitectura, del otro. A partir de lo dicho, ya se ve claro que es un espinoso problema que tengo que describir muy brevemente.

En todos mis estudios los sujetos no desarrollan un conocimiento sobre lo que es diseñar arquitectura, moverse por una ciudad, etc. Su imaginario individual y social está lleno de modelos de arquitectura y de urbanismo que usa su cerebro sin saberlo. Es lo que llaman los neurólogos “memoria implícita”, como la que sirve para jugar a tenis[9]. Contra lo que podría pensarse, el necesario equilibrio entre lo implícito y lo explícito en nuestro cerebro no se desequilibra con la civilización, sino que sigue existiendo, aunque cada cultura, y cada momento histórico, produce su propio equilibrio, afectando esto incluso a la proporción entre capacidad funcional operativa y capacidad de formalización geométrica-matemáticaen el uso del espacio en el desarrollo de la humanidad[10]. Me pregunto, pues, hasta que punto es positivo que el proyecto arquitectónico se plicite” científicamente y hasta que punto se han de superponer la investigación y el diseño.

Llegados aquí yo creo que investigación y proyección creativa han de entrecruzarse y retroalimentarse pero no substituirse, puesto que esto equivaldría a convertir en explícita toda nuestra memoria. No obstante, se constata que los diseñadores y proyectistas que no desarrollan en absoluto su cultura “explícitamente”, acaban agotando su potencial creativo (entre otras cosas porque no tienen posibilidades de interacción social “explícita”). Y esto es cierto tanto a nivel individual como a nivel colectivo de toda una profesión. Por lo tanto, el modelo sigue siendo el que propone Amos Rapoport de una red interna en cada disciplina entre teoría, métodos y prácticas, y una red externa entre todas las disciplinas a los tres niveles indicados, y cruzándolas, para producir una red espesa de relaciones en la que los nudos son las disciplinas. Una red de redes.

Los arquitectos con su espléndida soledad y autonomía disciplinar no son ciertamente un modelo a seguir, sino que han “exportado” a muchas profesiones este “autismo”, al reproducir el modelo de agresividad competitiva entre disciplinas en la planificación urbanística, con lo que se estimula una retroalimentación patológica entre conocimiento implícito y explícito, entre medio físico y comportamiento, y entre mente y cuerpo. La investigación, por el contrario, debería ser una salvaguarda ante estas patologías, evitando, por ejemplo, que se propaguen prácticas “sostenibles” que no se sostienen en absoluto, y que simplifican el espacio humano a unos pocos parámetros, tal como propagan algunos arquitectos de prestigio que abusan del “espectáculo”. Ciencia y arte coinciden aquí en una corrupción cultural muy difícil de erradicar.

Hacia un modelo de interacción dialógica entre arquitectos y geógrafos: breves notas teóricas y prácticas

Veamos un ejemplo que sugiero como pura metáfora de lo que propongo.

En la figura 1 se puede observar las redes de relaciones entre objetos arquitectónicos: torres, iglesias, casas, caminos, fuentes, etc., en el valle del Vallespir[11] en el sur de Francia en el siglo XIII. Las relaciones eran múltiples, una red planteada a partir de la visibilidad permitía advertir de la llegada de piratas a la costa y avisar con humo a una distancia de 150 kilómetros en poco menos de treinta minutos cuando andando por caminos angostos se tardaban días. Otra red permitía llegar a refugios o fortalezas. Existían palomares y otros medios de comunicación, como campanas, etc. Si imaginamos los distintos personajes socialmente cualificados para usar esta red en coexistencia, tendremos un modelo primitivo del modelo dialógico entre territorio y sociedad, en el que cualquier cambio de los objetos o de su distancia podría provocar una catástrofe. Hay que indicar que, por ejemplo, la colocación de puertas y ventanas participaba de esta dialogía urbanística, como si fueran las ruedas de un gigantesco cronómetro espaciotemporal, ya que una ventana o una puerta mal colocadas provocaba disfunciones en la red general. Por otro lado, cada objeto, y cada sujeto podían ser singulares gracias a su posición en la red general de relaciones (que respondía a un conocimiento social, implícito, por supuesto).

Figura 1
Red de relaciones espacio temporales en el territorio del Valle de Vallespir en el siglo XIII

Evidentemente esta metáfora no puede servir de modelo directo hoy, pero si que puede indicarnos el camino a seguir en nuestro problema. Quiero decir que si arquitectos y geógrafos fueran dialógicos, su interacción sería más fácil. Me explico:

En el caso del arquitecto y de sus proyectos, querría decir que deberían explicitarse los aspectos dialógicos esenciales de la propuesta arquitectónica y/o urbanística, como son:

a) La arquitectura de un territorio es siempre un planteamiento de coexistencia entre sujetos, grupos sociales, culturas, economías, instituciones, etc.

Por ejemplo, al intervenir en un núcleo histórico, si el arquitecto imagina que sus habitantes fueron sucios, ignorantes, pobres y miserables, ello permite destruir sus edificios sin tener mala consciencia. Si por el contrario, los imagina, inteligentes, más cultos que los actuales, innovadores, etc. quizás su proyecto cambia. Por otro lado, científicamente, ¿qué es lo más adecuado? ¿valorar los edificios en función de los sujetos que los inventaron o en relación a los usuarios actuales totalmente inconscientes de la cultura que produjo el territorio en el que viven?.

Los arquitectos sabemos que estos “sujetos” que coexisten “adivinan”, o “intuyen”, inmediatamente, en un proyecto de edificio, o ciudad, de que parte está el arquitecto, y a quien “imagina” cuando proyecta. Como indica Aristóteles: los objetos inanimados producen “reconocimiento” social.[12]

b) Desde un punto de vista dialógico, las tecnologías están al servicio de la coexistencia y el progreso social, y nunca al revés.

Un dilema ético se plantea (como en la guerra cuando se sacrifican unos pocos, a la fuerza, por el “bien común”). La ley de la “compensación” es aquí una necesidad: expropiación, intercambio, reparcelación, etc.

Los jueces aquí, sustituyen a arquitectos y geógrafos, pero creo que tenemos aquí un gran reto, ante el cual no hay que mirar a otro lado.

Yo creo que las actuales tecnologías permiten el progreso social sin víctimas, y que todo lo demás son excusas de mal pagador. Hay demasiada gente que obtiene enormes beneficios por defender lo contrario.

Por ejemplo, los valores de un territorio, a escala local, consensuados por sus habitantes, deberían ordenar “a largo plazo” la inversión financiera y sus beneficios “a corto plazo” a escala global. Esta ley general del Profesor Alberto Maghaghi[13] está explicitada en su modelo de gestión urbanística (figura 2) en el que se descubre la práctica de una proyección del territorio autosostenible e identificario (según sus ideas). Creo que esta distinción entre argo plazo” y “corto plazo” puede compartirse entre arquitectos y geógrafos, sin dificultades insuperables, si previamente se llega a un sólido acuerdo sobre los “valores” a preservar.

Figura 2
Metodología del proyecto urbano autosostenible según Alberto Maghaghi


c) La evolución de las ciencias, artes y políticas, ya nos puede indicar que cuanta más velocidad experimentamos en el progreso “más hacia atrás” y “más hacia delante” debemos ver. Quiero decir: ver “más lejos” y a “mayor profundidad”. Correr más no quiere decir menos riesgo y menos conocimiento, sino más riesgo y más conocimiento. Esto es cierto en física teórica, en las carreras de coches, en el arte abstracto, en ciencias cognitivas, en informática, etc.: ¿Por qué no ha de ser así mismo cierto en la planificación y construcción del territorio?

Cuando Bajtín define que el contenido “estético” de una obra de arte es su “arquitectónica”, para distinguirlo de otros contenidos “técnicos” que son ajenos a la “intencionalidad estética” de dicha obra, está pensando en este “espaciotiempo” universal y local de la especie humana que atraviesa millones de años luz en unos segundos.

Por ello, cuando vemos que el desarrollo “en extensión” de las matemáticas modernas, base del cálculo de las estructuras más nuevas en arquitectura, coincide con una disminución de “la comprensión” de dichos sistemas matemáticos que sólo son sensibles a un único parámetro: la comprensión elemental de las diferencias topológicas, que son, epistemologicamente, las más primitivas a desarrollarse en el sujeto infantil a nivel funcional. Dialogicamente el progreso se da socialmente o no se da, la máquina es necesaria pero no suficiente. De hecho, en arquitectura, su uso ha justificado muchos errores, cuando debería haber sido lo contrario. La medicina sería un buen contraejemplo.

Dialogicamente, la abstracción permite “dialogar” y “viajar”, mucho mejor y más rápidamente en el espaciotiempo, y también diseñar con mucha más seguridad y exactitud: científica, política y artísticamente. No se comprende que sea lo contrario en muchos casos concretos.

d) Para que estos “viajes en el espaciotiempo”, que son los proyectos y los planes, lleguen a buen puerto, la colaboración e interconexión entre disciplinas es esencial. El concepto de “cronotopo” como “configuración” profunda entre tiempo social (histórico) y tiempo cósmico (natural y técnico), a partir de un conocimiento mental sano, inteligente y creativo, es aquí una buena herramienta que se desarrolla lentamente.

Esta herramienta conceptual comparte la precisión espaciotemporal de una modelización de un geógrafo con la capacidad de “simulación” de un plano proyecto de arquitecto, y hasta podría servir a la legitimación política y ética de una promesa electoral. También sirve, como bien sabemos, para la corrupción, la traición, la fealdad y la destrucción gratuita de la naturaleza.

En cualquier caso no hay dialogía sin una “configuración” en la que se crucen el saber “implícito” de uno con el “explícito” del otro, etc., tal como consigue cualquier narrativa literaria, de buen nivel, en el lector.

El “cronotopo” es capaz de analizar la estructura de esta “configuración” y ver cómo cambia con el tiempo, con el autor y, también con el lugar. Por lo demás, el cronotopo se ubica entre la realidad y su representación, por lo que es igualmente sensible a la ciencia, al arte y a la política. Conecta lo más profundo con lo más superficial de nuestra existencia, allá donde la retórica ya toca a la poética, y la construcción al uso. Es el grupo suizo de Neûchatel de la “lógica natural” el que mejor ha definido como funciona matemáticamente este cronotopo dialógico y configurativo.[14] En efecto, descubren estos autores como existe una lógica que no exige saber el resultado antes de empezar, ni conducir a un único resultado posible con las mismas premisas. Así: “En la lógica natural los objetos se relacionan a partir de una configuración lógica del contexto que ellos mismos definen y en el cual están definidos”.

e) En las figuras 3, 4 y 5 se pueden ver ejemplos de arquitecturas que han intentado “proyectarse” entre la geografía y la historia en territorios concretos. Nada es perfecto en este mundo, pero, a veces, hay cosas más perfectas que otras, y estos ejemplos pueden ayudarnos.

Figura 3
Diálogo entre arquitectura y arqueología en un parque público
en Premià de Dalt de la arquitecta e historiadora Magda Saura Carulla

Figura 4
Herakleia, ciudad helenística fundada dos mil años antes de Cristo y acomodada
milagrosamente sobre una topografía escarpadísima sin tocar una sola roca.


Figura 5
Paseo junto a la playa en Empúries (Girona, Catalunya)
de Josep Muntañola y Magda Saura

f) Por último, las figuras 6 y 7 reproducen, una vez más,[15] el impacto de una educación dialógica, o no-dialógica, de las escuelas primarias en la capacidad de concebir ciudades para vivir en niños y niñas de entre 6 y 12 años de edad. En la figura 7 está la llave dialógica psicosocial de la diferencia: los espacios imaginarios de los sujetos se entrecruzan y, con ellos, sus culturas, en las escuelas dialógicas. En las escuelas monológicas cada mundo imaginado por cada sujeto es impenetrable e invisible para los demás, así, los muros separan, los espacios públicos desaparecen, y la sociedad se llena de “autistas” o de “dictadores”, que, tal como sugería el psicólogo suizo Jean Piaget, son dos caras de lo mismo, o sea de un desarrollo deficiente del conocimiento.[16] Las relaciones entre el interior y el exterior de cada sujeto (y de cada disciplina) son indiferentes a las relaciones entre el interior y exterior de otros sujetos (o disciplinas). El resultado es fácil de adivinar: el triunfo de un escenario “global” como indica la figura 8, con millones de actores robotizados: ¿O es que no hay alternativas?

Figura 6
Concepción de la ciudad ideal monológica o dialógica
en escuelas primarias de Barcelona en el año 2006

Figura 7
Diferencias estructurales profundas entre las ciudades ideales dialógicas y las monológicas

Figura 8
El triunfo de capitalismo liberal tiene su mejor ejemplo en algunos lugares de la costa española,
aunque Dubai o Shangai son igualmente ejemplos distinguidos a tener bien presentes

Notas

[1] Rapoport 2007, 2008.

[2] Pollack 1997

[3] Bajtín. 1993.

[4] Muntañola 2007.

[5] Piaget 1965.

[6] Valsiner 2000.

[7] Searle 1997.

[8] Zerubavel 2008.

[9] Kandel 2006.

[10] Muntañola 2007.

[11] Saura 1997.

[12] Ver http://www.arquitectonics.com/. Entrar por documentos y Josep Muntañola para encontrar los veinte últimos artículos de este autor sobre estos temas (2004-2008).

[13] Maghaghi 2000.

[14] Grize, Borel, Miéville 1983.

[15] Muntañola 2000. Ver también op. cit. nota 12.

[16] Piaget 1965.

Bibliografía

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MUNTAÑOLA, J. Las formas del tiempo. Volumen I. Badajoz: Editorial abecedario, 2007.

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Referencia bibliográfica

MUNTAÑOLA THORNBERG, Joaquím. Geógrafos y arquitectos: nuevos retos y viejos problemas. Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de mayo de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/-xcol/10.htm>

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