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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

PAISAJES AGRARIOS MARGINALES DE MONTAÑA: MIRADAS DESDE EL PIRINEU Y EL HIMALAYA

Alexis Sancho Reinoso
Universitat de Barcelona
Departament de Geografia Física i Anàlisi Geogràfica Regional
sancho.reinoso@ub.edu


Paisajes agrarios marginales de montaña: miradas desde el Pirineo y el Himalaya (Resumen)

Tanto el sector medio del valle del río Noguera Ribagorçana (la Terreta, entre Cataluña y Aragón), como una pequeña área situada en el piedemonte del macizo de los Annapurnas (el valle de Ghandruk, distrito de Kaski, en Nepal­) son dos espacios montañosos que tradicionalmente han compartido unos paisajes con evidentes paralelismos, fruto de la plasmación en el territorio de unas formas de vida basadas, fundamentalmente, en la agricultura.

En la siguiente comunicación pretendemos realizar un análisis comparativo de ambos espacios, manteniendo como hilo conductor todo lo relativo al mundo agrario. Partiendo de una base social y territorial común (como dos lugares genuinamente agrícolas), se aborda su evolución reciente, que ha llevado a la construcción de unos paisajes muy diferenciados. En concreto, se abordan cuestiones como las transformaciones recientes en el mundo agrario en un contexto supraregional (a nivel de política pública), el papel creciente de las actividades terciarias, o la dinámica demográfica y el papel de la población local en la transformación territorial. Finalmente, un tercer apartado tratará de reflexionar, a partir de lo expuesto en las líneas anteriores, sobre la condición de marginalidad de ambas áreas. 

Palabras clave: agricultura, montaña, marginalidad, la Terreta, valle de Ghandruk


Mountainous agricultural marginal landscapes: an overview from the Pyrenees and the Himalaya (Abstract)

In this paper are presented two widely distanced areas: la Terreta, which belongs both to Aragon and Catalonia (North-East Spain), and the valley of Ghandruk, in the Kaski district (central Nepal). Despite the present differences (due to recent and deep territorial mutations), it may notice that traditional landscapes and ways of life in both regions were once based in a mountainous agriculture.

Thus this exercise puts the accent on these agrarian systems, which share a couple of important aspects, but also have their own characteristics. Questions like the recent shift in the supra-regional context affecting the agriculture management, the growing tourism activities over these areas, the different demographic evolution, or the role of local people in the changes affecting the areas are taken in account. The final chapter attempts to overcome the idea of marginality applied in these regions, as it is shown on the title.

Key words: agriculture, mountain, marginality, la Terreta, the valley of Ghandruk


Las mutaciones que han experimentado los sistemas agrarios a lo largo de las últimas décadas se manifiestan en el territorio de manera muy dispar: en algunos lugares, esta dinámica ha comportado la incorporación generalizada de las actividades agrarias a la economía global, motivando una pérdida progresiva de su carácter tradicional y generando cambios generalizados que se plasman en el paisaje. En otros lugares –más alejados de los centros de decisión mundiales o regionales– los cambios acaecidos han adquirido y adquieren otra naturaleza, de manera que, en muchos casos, aún no se han manifestado con tanta intensidad ni en el paisaje ni en las formas de vida (Arqué et al, 1982).

Una perspectiva geográfica –transversal y con voluntad sintética– puede ayudarnos a comprender mejor estos procesos. Con esta intención se presentan, en las siguientes líneas, dos casos de estudio, a nuestro juicio muy representativos de los cambios anteriormente citados. El objetivo es detectar y comprender dinámicas como la distorsión del sentido original de la agricultura en la sociedad y el territorio; o la pervivencia o desaparición de modos de vida tradicionales, afectados por cambios de distinta naturaleza.  El trabajo se plantea entorno a dos ideas clave, que nos sirven como punto de partida: en primer lugar, el hecho de que la mayoría –cierto que no todos– de estos territorios son considerados rurales, en tanto que poseen una idiosincrasia complementaria –que no opuesta– a todo lo relativo a lo urbano. La segunda, la condición de marginal, que en muchos casos está íntimamente relacionada con la propia idea de ruralidad.

Si trasladamos esta reflexión a un territorio determinado (entendido como espacio tangible y acotable) observamos que, frecuentemente, son las áreas de montaña las que acogen formas de vida basadas principalmente en lo agrario y caracterizadas tanto por su profunda ruralidad como por una acentuada marginalidad (Mas Hernández, 2000). Este es el ámbito geográfico en el que nos interesa poner atención. Centrando el análisis de esta idea en dos casos de estudio que presentan nítidas diferencias, queremos mostrar un par de ejemplos de cómo todo aquello relativo a lo agrario ha ido transformando su razón de ser dependiendo de multitud de factores que se manifiestan en diferentes escalas, pero que se hacen más evidentes en el ámbito local.

Presentación de los casos de estudio

La Terreta (42ºN; 3ºE) y el valle de Ghandruk[1] (28ºN; 83ºE) son dos pequeños enclaves en el piedemonte de la vertiente sur de dos extensas cordilleras: el Pirineo y el Himalaya. Ambos territorios están vertebrados por dos ríos de relativa importancia en la zona: La Terreta se sitúa en el sector medio del valle del Noguera Ribagorçana (uno de los principales ríos que desaguan la vertiente sur del Pirineo, en la cuenca del Ebro), mientras que el valle de Ghandruk se encuentra en la cuenca del Gandaki (tributario del Ganges), concretamente en el curso del Modi Khola, que drena por el sur el macizo de los Annapurnas. Desde el punto de vista estructural, la Terreta está enclavada en una depresión muy accidentada y poco definida desde el punto de vista morfológico, pero que geológicamente es importante, porque supone una gran discontinuidad estratigráfica dentro de un contexto puramente montañoso. En cambio, la región de Ghandruk constituye un valle mucho más angosto y de pronunciado desnivel en sus vertientes, propio de una zona de contacto entre dos de las tres regiones fisiográficas que componen el país: el núcleo de la cordillera himalayense (Mountains) y la región de medianías (Hills). La otra región es la llanura del Terai.

Pese a que geográficamente se incluye en una región histórica bien definida (la Ribagorça), la Terreta es un territorio fronterizo desde el punto de vista administrativo, puesto que desde la Edad Media el río que la vertebra juega un papel como límite separador de dos realidades políticas con mucho arraigo: Cataluña y Aragón. El valle de Ghandruk comparte parcialmente esta condición limítrofe pues, aunque no se encuentra dividido, sí está situado en el extremo occidental del distrito de Kaski[2], de manera que el Burungdi Khola (afluente del Modi), ejerce de límite con el distrito de Parbat.

Figura 1
Situación de los ámbitos de estudio

Cuadro de texto:  
1											2
 	 
Mapa 1: situación de los ámbitos de estudio. Elaboración propia a partir de www.maps.google.com

La geografía actual de la Terreta no se puede entender sin tener en cuenta su intensa despoblación que, a partir de la década de 1960, ha venido experimentando como respuesta a un doble proceso: por un lado, el declive progresivo de las formas de vida “tradicionales”; por el otro, el proyecto estatal de aprovechamiento energético integral de los recursos hídricos de la cuenca del Noguera Ribagorçana. Aunque es cierto que tanto el éxodo rural como la construcción de pantanos constituyen dos constantes territoriales en muchos espacios de montaña de España y Europa, en el caso que analizamos hay que tener en cuenta, además, su peculiaridad político-administrativa (Tort, 2000). Esta condición fronteriza, prolongada durante siglos, ha generado un “desierto-frontera” (concepto desarrollado por el historiador Pierre Vilar[3]), donde la situación de declive se manifiesta en una preocupante reducción de sus efectivos demográficos y en una economía condicionada por su deficiente competitividad.

Una visión introductoria del valle de Ghandruk nos induce a destacar, en primer lugar, la conservación de las formas de vida tradicionales en un medio montañés tradicionalmente muy poblado (Shrestha, 2007): se mantiene una base social compuesta por unidades familiares, que practican una agricultura de autoconsumo complementada con actividades cinegéticas. Para comprender la dinámica actual de esta región debemos tener en cuenta su contexto territorial más próximo (a saber: la zona de influencia de Pokhara y también el resto del país); así como un contexto supraestatal (Nepal como uno de los estados más pobres del planeta[4]). Así, el escaso desarrollo técnico y económico de todo el país repercute en las condiciones básicas del mundo rural montañés, de manera que los cambios solo se están dejando ver muy recientemente, ligados al crecimiento descontrolado de la –hasta ahora– única gran aglomeración urbana (Kathmandú).

La agricultura, base común de las condiciones de vida tradicionales

Partiendo, pues, de los paralelismos en la geografía de ambos territorios, podemos afirmar, además, que las actividades agrarias ocupan un lugar preeminente en la sociedad y el paisaje tanto de un lugar como del otro. El caso del valle de Ghandruk es muy representativo en este sentido: la actividad agraria ocupa la mayoría de la población de la zona, independientemente de su edad y sexo[5]. Se trata de una agricultura familiar, de subsistencia, determinada por las condiciones del relieve (pendientes muy pronunciados y fondos de valle estrechos, rocosos e inestables, con un talweg que acusa las grandes oscilaciones de caudal derivadas de la irregularidad en las precipitaciones). Las tierras cultivadas, pues, remontan las laderas, conformando grandes extensiones de terrazas (Garah, en la lengua local).

En la Terreta, las condiciones litológicas no son favorables a la formación de suelos profundos y capaces de desarrollar agricultura de elevados rendimientos. Solo en el valle principal, el sistema de terrazas fluviales  cuenta con suelos más desarrollados, donde los rendimientos son superiores (y además está extendido el regadío). El resto del terreno cultivado es mayoritariamente de secano, y se extiende por laderas poco pronunciadas en pendiente, pero con unos suelos muy pobres (especialmente en las carenas alomadas). La agricultura desarrollada ha sido tradicionalmente de subsistencia, aunque las transformaciones recientes han transformado sus cultivos y sus métodos, orientándola al mercado exterior.

El paisaje abancalado del valle de Ghandruk se explica, en gran parte, por el incremento continuado de la presión antrópica, que no ha cesado hasta hoy. La organización de la sociedad en el territorio se ha traducido en un minifundio conformado por parcelas extremadamente reducidas (de unos 20 o 30 m2, [fig. 2 y 3]). En ellas se cultivan cereales destinados básicamente al autoconsumo. Dominan el arroz, el trigo y el mijo, dispuestos según el condicionante altitudinal: el primero hasta los 1.800 metros (el punto más bajo de la zona alcanza los 1.050 metros), el segundo hasta los 2.400, y el tercero hasta los 3.600 (Shrestha, 2007). En el clima se encuentra, pues, la clave de la agricultura de esta región (y de todo el país): las cosechas y, en última instancia, la vida de la mayoría de los nepalís, dependen del monzón. Este fenómeno se traduce también en el trasfondo cultural de esta región: así lo atestigua una antigua leyenda que relaciona la calidad de las cosechas con el espesor del manto de nieve que cubre durante el invierno el Annapurna (topónimo que significa “despensa llena de grano” –Shrestha, 1997:3).

Figuras 2 y 3
Dos paisajes representativos. Derecha: valle del Modi Khola, al S de Ghandruk. Izquierda: sector noroccidental de la Terreta (Valira de Cornudella)

Elaboración propia.

La economía y las formas de vida en la Terreta también han estado tradicionalmente dominadas por las actividades agrarias, por encima de la explotación cinegética o del comercio (Tremosa, 1991; Tobaruela y Tort, 2003). Esta región es, por tanto, esencialmente agrícola, pues la ganadería juega un papel secundario, y tradicionalmente se ha limitado al ganado ovino, aunque en las últimas décadas han adquirido importancia las explotaciones dedicadas al engorde del porcino (Solé Sabarís, 1958:88) y el vacuno. Los cereales (trigo y centeno) y la arboricultura mediterránea (olivo, viña, almendro) han sido, tradicionalmente, los cultivos dominantes; no obstante, actualmente la viña ha desaparecido y las extensiones de olivo y almendro son realmente testimoniales. Por contra, los cultivos forrajeros de secano han proliferado y actualmente ocupan grandes extensiones. Los datos estadísticos revelan esta tendencia: la práctica totalidad de las tierras labradas son cultivos herbáceos de secano, aunque en algunos municipios los prados y pastizales de secano también adquieren un protagonismo destacable[6]. La desaparición de la agricultura tradicional en la Terreta tiene que ver con dos procesos de gran trascendencia territorial: la concentración parcelaria y la drástica reducción de las tierras de cultivo, que más adelante analizaremos, y que han marginado a la agricultura dentro de la estructura económica local, aunque paisajísticamente siga siendo el pilar indiscutible.

La preeminencia de unas formas de vida autosuficientes debe ser íntimamente vinculada con la condición de región montañosa de ambas regiones. En primer lugar, debido al aislamiento que impone el medio físico en estos espacios (Solé Sabarís, 1951): la vida se ha organizado entorno a los diferentes valles; y este hecho ha impregnado el carácter de las sociedades, también desde el punto de vista geopolítico[7]. Sin embargo, es necesario recordar la otra cara de la realidad montañesa: pese a las dificultades de comunicación y transporte, nunca han cesado los intercambios (de personas, mercancías e información). Así, en el mundo pirenaico, las regiones como la Terreta (de altitud media –entre los 550 y los 1.890 metros– y con unas condiciones climáticas relativamente benignas para desarrollar agricultura mediterránea) intercambiaban el grano y otros productos derivados (vino) por leche y lana procedentes de los rebaños de los valles más elevados (con unas condiciones más rigurosas que les impedían poder obtener productos agrícolas durante todo el año). El patrón era probablemente muy parecido en el Himalaya, a juzgar por la geografía de los valles de medianías (Ghandruk), productores de arroz y mijo que podían ofrecer a otros lugares transhimalayenses como el Mustang, un valle con unas condiciones de aridez parecidas a la meseta del Tibet, donde viven pueblos de pastores y donde la agricultura tiene unas posibilidades ínfimas.

Las transformaciones agrarias: caminos divergentes

Esta geografía de la montaña descrita ha empezado a cambiar de manera irreversible, hace unas cinco o seis décadas en la Terreta, y más recientemente en el valle de Ghandruk. En general, podemos afirmar que muchos de los rasgos comunes que se han puesto de relieve empiezan a desaparecer o a verse profundamente alterados, de manera que han acabado generando un paisaje muy distinto en cada uno de los ámbitos de estudio.  En este sentido, no cabe duda que hoy la principal diferencia entre la Terreta y el valle de Ghandruk es la pervivencia, en este último, de un mundo rural donde la agricultura continúa siendo la base fundamental del territorio (frente a una profunda desestructuración del sistema agrario en el primero).

La clave interpretativa para comprender estas transformaciones y sus efectos en los paisajes agrarios es el inicio de una nueva etapa de relaciones sociales sobre el territorio, que supone una apertura al exterior mucho más intensa que en otros momentos. En este sentido, posee una importancia vital el origen de estas dinámicas,  ligadas a determinados agentes externos, ya tengan carácter público –gobierno– o privado –compañías de capital foráneo. Estos agentes persiguen diversos intereses en la montaña, centrados generalmente entorno a la explotación de algún recurso –natural o humano–[8]. Así, el desarrollo del proyecto de aprovechamiento integral de los recursos del Noguera Ribagorçana –llevado a cabo exclusivamente por instituciones oficiales mediante una empresa creada ex profeso en 1946[9]– resulta el eje alrededor del cual gira la transformación territorial de los años 50 en la Terreta. En este sentido, el valle de Ghandruk no ha recibido un impacto directo similar, pero sí de forma indirecta, pues el río principal (el Gandaki) está siendo ya explotado desde ese punto de vista, y acoge el proyecto hidroeléctrico de mayor envergadura de Nepal[10].

El otro recurso explotado en muchos espacios de montaña es su propio paisaje, en su faceta más estética. Es indudable que el turismo se ha convertido en la actividad de referencia, también bajo una gran incidencia de capital y políticas foráneas, hasta el punto que, en muchos espacios montañosos en Europa, es considerado como el gran abanderado de una diversificación que debe superar las visiones exclusivamente agraristas (Ortega Valcárcel, 2004:8[11]). En lugares de media montaña como la Terreta, sin posibilidades de generar una infraestructura potente ligada a la práctica de deportes de invierno (motor del desarrollo turístico de la alta montaña en Europa), se potencian otras facetas del territorio como la fauna[12]. El desarrollo turístico en el Himalaya, que se enmarca en otro contexto, exigiría modificar las pautas escalares de análisis para su comprensión. Valga como apunte que, en el valle de Ghandruk, la penetración del turismo es harto perceptible, y que gira alrededor de la práctica del excursionismo ligado al atractivo del macizo de los Annapurnas[13].

Esta apertura al exterior ha acarreado diferentes consecuencias en la agricultura de ambas regiones. Las actividades agrarias en la Terreta han experimentado un profundo cambio en su pauta de distribución territorial. La mecanización de las tareas en el campo se ha convertido en el criterio fundamental que ha determinado si una propiedad se continúa trabajando o no, en función de su accesibilidad y su tamaño (es decir, según un criterio mercantilista), tal y como hemos podido conocer a través de un agricultor local entrevistado[14]. Simultáneamente se ha producido un proceso de concentración parcelaria (Laguna y Lasanta, 2007:39), consecuencia lógica del éxodo rural: las familias que emigraban dejaban su vivienda, que quedaba abandonada, y las tierras eran traspasadas a las casas vecinas. Los pocos agricultores que quedan en la zona deben gestionar grandes superficies de manera individual, en un territorio desertizado demográficamente hablando: la densidad de población de la zona es de 1,4 hab/km2.[15]

Figura 4 y 5
Agricultura de contrastes . Derecha: Mas de Paula (sector central de la Terreta ). Izquierda: cerca de Ulleri (valle del Bahurungdi Khola)

 

En el valle de Ghandruk no se ha producido ningún movimiento generalizado de concentración parcelaria. Sirva como referencia que en toda la región (Hills) la extensión media de las explotaciones es de 0,09 ha (Kumar, 2004:482). De ello se deduce una mecanización nula del campo: las tareas de labranza se siguen llevando a cabo manualmente o, en el mejor de los casos, con el arado romano tirado por un par de búfalos o bueyes [fig. 4 y 5]. Pese a los intentos de mejora en el suministro de abonos y fertilizantes sintéticos, el estiércol sigue siendo la fuente de abastecimiento para la fertilización de la tierra. La productividad alcanza unos valores ínfimos[16], y este hecho resulta la causa principal del déficit alimentario crónico de toda la montaña nepalí (Pereira, 1984), que no parece remitir pese a la consolidación, en los años 50, de la fértil llanura aluvial del Terai (franja sur de Nepal, en contacto con la India) como la zona agrícola de mayores perspectivas del país.

Lo que sí se ha producido es una relativa diversificación de las actividades económicas, ligadas a la profusión del turismo en la zona. Determinados caminos acogen rutas que cada temporada (de octubre a diciembre y de febrero a mayo) siguen centenares de excursionistas. A lo largo de estas rutas se han instalado un rosario de pequeños locales que ofrecen sus servicios a los transeúntes. Así, una minoría de la población local ha podido aprovechar esta oportunidad, obteniendo ingresos complementarios a las tareas agrícolas mediante una guest house[17]. Estos locales suelen estar gestionados por generaciones de adultos, como causa directa del proceso emigratorio que afecta a los jóvenes[18]. Por otra parte, la penetración del turismo empieza a generar otras oportunidades, además de las estrictamente ligadas al mundo del trekking. Así, se empieza a valorar el patrimonio local ligado a las tareas agrícolas, como demuestra la apertura de museos dos etnográficos en la zona
(durante la estancia en Ghandruk tuvimos la oportunidad de visitar uno de ellos, el Old Gurung Museum[19]).

La diversificación de actividades económicas ha adquirido una dimensión aún más generalizada en los espacios de montaña europeos y españoles. Sin embargo, no puede decirse que su profusión en la Terreta haya sido fruto de una estrategia de fomento de actividades complementarias, sino más bien estamos frente a un proceso de declive generalizado del modo de vida rural. Sirva como referencia un par de datos: las actividades agrarias suponen sólo el 1,7 por ciento del PIB de Catalunya (Aldomà et al, 2004:161). Consecuentemente, tienen un peso testimonial en el empleo (un 7,9 por ciento del total de la población activa de las provincias de Lleida y Huesca se dedica a la agricultura, frente al 58,7 por ciento de los servicios[20]).

Llegados a este punto de la reflexión, nos interesa observar cuál es la gestión que los poderes públicos o privados realizan en estos dos casos de estudio. Por un lado, para conocer la realidad de la agricultura en la Terreta hay que acudir a diferentes administraciones, aunque en España y desde 1986 el peso recae, fundamentalmente, en Política Agraria Comunitaria de la UE. Este instrumento ha pasado por etapas sucesivas, cambiando de manera radical sus objetivos iniciales. En general, estos cambios han adaptado sus estrategias encaminadas a gestionar un espacio que desde la reforma de 1992-93 se observa desde el prisma del postproductivismo y la necesidad de gestionar espacios de manera cohesionada (García Pascual, 2006). En la práctica, las ayudas al sector agrario se siguen planteando en subvenciones directas, basadas en “la filosofía de la compensación a los agricultores de la montaña como principales gestores de la conservación de los paisajes de montaña, de su integridad y de sus valores[21]” (Ortega Valcárcel, 2004:18). La política española, que desde los inicios de la etapa democrática ya había mostrado sensibilidad hacia la agricultura en espacios de montaña (Ley 25/1982, de Agricultura de Montaña), ha experimentado un proceso gradual de descentralización hacia las comunidades autónomas. El trabajo que estas entidades realizan en sus respectivos territorios no ha tenido una plasmación demasiado coherente en la Terreta, debido a la ausencia de instrumentos con una vocación mínimamente transversal que implique de lleno a ambas administraciones.[22] De hecho, esto resulta una constante en un país “funcionalmente federal que carece de mecanismos adecuados de coordinación y cooperación” (Romero González, 2005:66).

En Nepal, el gobierno es el principal ejecutor de la mayoría de las políticas públicas. Desde finales de los años 50 se han aplicado hasta diez planes quinquenales (Pradhan, 2007:45) con el objetivo de lograr el desarrollo del país a partir de múltiples estrategias. Además, se instauró una división básica en cinco áreas de desarrollo –Development regions[23]– (Shrestha, 2007. Sin embargo, debido a la permanente situación de inestabilidad del país,[24] el protagonismo en esta tarea es asumido por organizaciones de carácter no gubernamental, Naciones Unidas y entidades financieras como el Asia Development Bank (Kumar Karna, 2004). Su acción, sin embargo, tampoco se materializa en el territorio, y se concentra en la región central (Central Nepal, donde se encuentra el valle de Kathmandú). En el resto del territorio funcionan los CBDP (Community Based Development Programs), entidades de carácter local[25].

Desde las instancias oficiales se ha prestado atención persistente a la actividad económica más importante del país, la agricultura. Los problemas que se detectan en  Ghandruk no difieren en exceso al resto del mundo rural en las medianías (Hills), a saber: fragmentación de la propiedad, escasa productividad, problemas de abastecimiento de alimentos, problemas de erosión en laderas y de deforestación debido a la sobreexplotación. Tradicionalmente se ha puesto el acento en el desarrollo de las semillas y de fertilizantes químicos para intentar aumentar los rendimientos y pasar de una agricultura de subsistencia a otra comercial (Kumar, 2004). El fracaso reiterado de estas medidas tiene su origen en la ligerísima aplicación de las numerosas actas de reforma agraria. En la actualidad, el instrumento más relevante es una estrategia que se lleva a cabo desde el año agrario 1997/98 y para los siguientes 20 años[26], que se basa en el fomento de la coordinación entre agentes, productores y comerciantes para lograr un crecimiento anual del 5 por ciento en agricultura y reducir al 14 por ciento el nivel de probreza (Kumar, 2004:491). En este panorama de retraso sistemático del campo, el actor que más está incidiendo en el cambio territorial del valle de Ghandruk es la actividad del Annapurna Conservation Area Project, tal y como se desprende de nuestro trabajo de campo y de la literatura consultada[27].

A modo de reflexión final. Sobre la condición de marginalidad de ambos espacios

En este apartado final queremos dedicar los primeros párrafos a aportar algunas ideas sobre la supuesta marginalidad de los territorios estudiados. En primer lugar, queremos poner de relieve que, para nosotros, el factor de la escala juega un papel fundamental en este tipo de análisis. Decimos esto porque, al fin y al cabo, la condición de periferia no deja de ser algo relativo, que requiere de un contexto acotado para ser revalidada. En segundo lugar, creemos que uno de otro de los aspectos más interesantes a destacar es que, bajo el prisma de la marginalidad, suelen aparecer numerosas contradicciones interesantes, porque obligan a plantearse muchas situaciones que de otra manera quizás no aparecerían. A continuación intentaremos esclarecer todos estos aspectos, siendo fieles al mismo procedimiento que hemos mantenido hasta ahora: el análisis comparativo de los dos ámbitos de estudio.

Uno de los requisitos básicos que un territorio marginal debe cumplir (al menos a priori) es contar baja densidad de población. Desconocemos este dato para el valle de Ghandruk, pero sí disponemos de información referida al distrito: Kaski cuenta con 2.017 km2 de extensión, y con una población de 380.527 hab en 2001[28] (es el distrito más poblado de toda la región oeste, si exceptuamos los tres distritos de la llanura del Terai). Su densidad de población alcanza los 189 hab/km2. Para tener una referencia de datos básicos paralela a la anterior, renunciamos a tomar como referencia los datos referidos a la Terreta, sino que contaremos con los de las dos provincias en las que se inserta (Huesca y Lleida). Ambas ocupan una superficie de 27.808 km2, con una población de 634.122 habitantes (2007) [29], lo cual significa una densidad de población de algo menos de 23 hab/km2.

Los datos, aunque muy aproximativos, coinciden con nuestra descripción de los dos ámbitos de estudio, donde insistíamos en tildar de desertizado un territorio como la Terreta, y oponerla al mantenimiento de una población relativamente elevada en el valle de Ghandruk. Si leemos estos resultados según la idea de la supuesta marginalidad, deberíamos pensar que sólo la primera cumple este requisito fundamental. De hecho, estudios en esta línea referidos a Nepal (Pradhan, 2007) no incluyen a Kaski dentro de las áreas periféricas y marginales del país, no solo por la densidad de población, sino porque no tienen una accesibilidad tan difícil ni una estructura demográfica tan envejecida como otros distritos de la montaña. Concretamente, el valle de Ghandruk no está considerado marginal (como sí lo están los territorios vecinos del Mustang y Manang) por dos factores principales: su cercanía a una ciudad dinámica como Pokhara[30] y su consolidación como área como destino turístico de primer orden en el distrito y en toda la región.

La Terreta padece otros problemas: desprovista de casi todo su contingente poblacional, queda distanciada de cualquier ciudad importante (Lleida es la más cercana, y se encuentra a casi un centenar de kilómetros) y no posee ninguna alternativa decidida al problema agrario. Su condicionante fundamental es de orden interno: su cohesión territorial nunca ha resultado fácil (por la propia orografía), pero más determinante resulta la ausencia de voluntad política para solucionar los problemas. Por poner un ejemplo, la Terreta se encuentra hoy peor conectada internamente que con territorios con los que históricamente había tenido dificultades de conexión (la alta montaña y el llano de Lleida), debido a la intervención externa de la Administración (que en el futuro reforzará esta tendencia con el proyecto de construcción de una autovía[31]). Resumiendo: las relaciones “centro-periferia” se empiezan a manifiestar en una escala 1:1, es decir, en el contexto estrictamente local”[32].

Las contradicciones que aparecen en la Terreta también se manifiestan, quizás de manera más sutil, en el valle de Ghandruk: a ojos del turista europeo parece que nada cambie: vertientes aterrazadas y en pleno funcionamiento (algo que en nuestros paisajes ha desaparecido), caminos transitados por arrieros y numerosas caravanas de mulas, niños caminando kilómetros diarios para ir a la escuela… Pero lo cierto es que el mundo rural nepalí (estructuralmente pobre) ya ha empezado a perder población: hacia las ciudades del país y hacia al exterior[33]. La realidad urbana (testimonial hasta ahora ­–solo un 14% de la población total del país era urbana en 2001) crece exponencialmente, especialmente Kathmandú, donde la población se amontona y sobrevive gracias a actividades comerciales informales, que son el motor de la economía familiar: la mayoría de la población malvive y tiene como objetivo el envío de divisas a las familias que suelen permanecer en el campo. Como trasfondo también aparecen esas relaciones “centro-periferia”, esta vez referidas a una escala planetaria[34].

Las contradicciones también afloran cuando analizamos la actuación pública para revitalizar la agricultura de áreas como la Terreta. Para conseguir el mantenimiento de las explotaciones, la PAC lleva a cabo una política de compensaciones monetarias al agricultor por sus servicios “ecológicos” prestados a la sociedad. Al mismo tiempo, se establecen topes relacionados con las dimensiones superficiales de la explotación para recibir las ayudas, cuando la realidad que hemos podido constatar en primera persona indica que la viabilidad de las explotaciones depende dramáticamente de su tamaño[35]. Sin embargo, lo cierto es que esa viabilidad buscada es utópica: los propietarios se deberían convertir en terratenientes para empezar a conseguir beneficios, todo esto en un contexto de permanente incertidumbre, que impide al agricultor diseñar una estrategia a medio o largo plazo[36]. Todo esto nos lleva a pensar que los modelos imperantes apuestan por una visión de las áreas rurales de montaña “como un mero espacio de supervivencia para su población” (Ortega Valcárcel, 2004:18), es decir, marginales, y no integradas. Es cierto que se fomenta (y que debe fomentarse) la diversificación. Pero no es menos cierto que si existe un sector que debería recibir una atención prioritaria es el agrícola, por su relevancia territorial y social.

En otro orden de cosas, es cierto que la agricultura de subsistencia que se practica todavía en el valle de Ghandruk (que no es capaz de superar la condición de pobreza generalizada y que esquilma suelos y recursos forestales) debe ser superada por otra más competitiva, que persiga un objetivo prioritario (es decir, por encima de cualquier otro): superar el déficit alimenticio. Pero tras todo esto subyace una situación estructural que reclama ser previamente asumida y paralelamente solucionada. Es necesario mejorar el nivel educacional de una sociedad que se está descohesionando rápidamente (Shrestha, 1997); y también se debe establecer algún tipo de consenso político para poder llevar a cabo algún tipo de actuación. Y con esto no pretendemos proponer (ni siquiera sugerir) un traslado de ninguna visión occidental al territorio de estudio[37]. Ante todo creemos en el principio de la participación de la ciudadanía en la gestión de sus propios proyectos (algo que en Nepal también se defiende desde los organismos oficiales y la universidad). Sin embargo, no se puede ocultar una realidad de fondo, que es la realidad del país, y que debe ser solucionada para que el resto de dinámicas en el territorio puedan funcionar.

Por último, nos gustaría realizar el apunte final de forma conjunta para ambos espacios, pese a todas sus diferencias. La agricultura (independientemente si se practica en la Terreta o en el valle de Ghandruk), que está sometida irremediablemente a las leyes del mercado internacional, necesita políticas integradoras, que tengan una visión del territorio como lo que es: un calidoscopio de gentes y lugares, algo que no puede ser tratado sectorialmente. Por causas de distinta naturaleza, en los ámbitos estudiados se practican políticas públicas cuyos efectos en el territorio tienen un carácter parcial, que alcanza unos pocos elementos del territorio y los presenta como si fueran los únicos: por ejemplo, los recursos naturales, faunísticos o meramente estéticos. Ni el pagès de la Terreta, ni los campesinos de Ghandruk viven al margen del movimiento turístico generado alrededor de las aves carroñeras o de los circuitos de trekking. Pero muchos de ellos dependen de otros factores: subvenciones que se deciden a miles de kilómetros de su hogar, o el inestable porvenir de un país entero. Seguramente resultaría mucho más estimulante (y al mismo tiempo más complicado) poder observar el territorio como algo único, algo que no entiende de fronteras ni de prejuicios: “una realidad que no puede ser troceada”  (Ortega Valcárcel, 2004:13).

Agradecimientos

A Jesus Porté Grangé y a Gerlinde Keplinger, con quienes he compartido y comparto inquietudes sobre el territorio. A los profesores Joan Tort (Universitat de Barcelona) y Pushkar Pradhan (Tribhuvan University), que me proporcionaron orientación y pistas para el enfoque del trabajo.

Al Programa de beques de Formació d’investigadors (FI), de la Generalitat de Catalunya, así como al proyecto de I+D, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, titulado “Los paisajes de la agricultura en España. Paisajes mediterráneos y canarios” (ref. SEJ2006-15331-C02-02).

Notas

[1] El topónimo Ghadruk posee otra acepción (Ghadrung), que aparece en el material cartográfico que hemos utilizado. Nosotros empleamos el primer término, puesto que es el que aparece en la literatura consultada (por ejemplo, Sharma, 2006:56). En cuanto a la denominación “valle de Ghandruk”, resulta ser el topónimo que mejor se ajusta al área de estudio, que otorga el protagonismo al núcleo principal del valle.

[2] Este distrito está situado en el centro de Nepal, y su capital –Pokhara– es la segunda ciudad más poblada del país.

[3] Vilar, P. (1966): Catalunya dins l'Espanya moderna. Barcelona: Edicions 62.

[4] Aportamos dos datos para ilustrar esta idea: 1) Nepal, con un valor de 0,534, ocupa el puesto nº 142 (de un total de 177 estados) en ranking del Índice de Desarrollo Humano (HDI), referido al año 2005 y publicada en 2007 (Fuente: Human Development Report [http://hdr.undp.org/en/media/hdr_20072008_tables.pdf]). 2) El 32% de la población de Nepal vive por debajo del umbral de la pobreza (Fuente: Kharel, 2006:88).

[5] Según el censo de 2001, un 65,7% de la población activa de Nepal (a partir de 10 años de edad) sobrevive gracias a la actividad agraria (Shrestha, 2007:64). Según la misma fuente, más de un 85% de la población total del país reside en el mundo rural (ob cit, 2007:11). Además, la agricultura supone casi un 40% del PIB del país (Kumar, 2004:469).

[6] Para conocer la distribución concreta, consultar la “Distribución general de tierras por municipios” (fuente: Instituto Aragonés de Estadística).

[7] La evolución política de las regiones de estudio nos muestra curiosos paralelismos temporales. Los numerosos condados independientes que se repartían el territorio pirenaico no perdieron su autonomía hasta el fortalecimiento de los estados-nación actuales en la Edad Moderna (por ejemplo, el condado de Ribagorza no perdió todos sus privilegios hasta 1707). Por otra parte, las raíces del estado actual de Nepal se remontan a un mosaico de pequeños reinos, que no fueron unificados hasta 1743 (Shrestha, 1997:6).

[8] “La perifèria té uns recursos naturals a oferir al centre, però no té els mitjans per a explotar-los. El centre, a partir de l'aportació de capital, explota aquests recursos en la mesura del seu interès. Això es concreta en unes relacions de dependència, ja que la perifèria no té cap domini sobre els processos dels quals participa. El control i la capacitat decisòria recauen en les àrees centrals amb l'explotació d'aquests recursos a la perifèria: el capital es beneficia també del cost diferencial de la mà d'obra” (Arqué et al, 1981:19).

[9] Nos referimos a la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana (ENHER). Para más información véase Vallès i Pujals, J. (1949): La cuenca del Ribagorzana, Barcelona: ENHER/Imprenta Universal.

[10] Se trata del proyecto “Kali Gandaki A” (Shrestha, 2007:58). La industria hidroeléctrica se inició en Nepal a principios del s.XX,  pero solo recientemente se ha extendido por todo el país, afectando especialmente a ríos como el Gandaki, del cual el Modi Khola es afluente. La construcción de grandes presas (patrocinada por las élites internacionales) tiene unas potencialidades enormes en Nepal, que resulta el segundo país del mundo con mayores cantidades de recursos hídricos, por detrás de Brasil (Shrestha, 2007:55).

[11] “las áreas rurales en general, y de modo muy destacado las áreas rurales de montaña, han sido y son, un espacio social complejo, diversificado en alto grado, desde la perspectiva de la actividad y formas de explotación de la naturaleza, hasta las modalidades de integración o relación con el resto del territorio, a escala regional y supra-regional.

[12] Una de las iniciativas que más resonancia tiene en el ámbito de estudio es la marca turística de “La vall dels voltors”, una iniciativa impulsada por una fundación privada vinculada a una caja de ahorros, y gestionada por uno de los ayuntamientos de la zona. En su síntesis, el proyecto aprovecha la abundancia de vultúridos en la zona para intentar atraer aficionados al bird watching (fuente: Pla de Gestió de la Terreta)

[13] La práctica de deportes como el trekking ha abierto el valle a una demanda mundial de excursionistas. La gestión turística es llevada a cabo por el proyecto de conservación del Annapurna (Annapurna Conservation Area Project), que supone la reserva natural más extensa de todo Nepal, con 7.649 km2 (Shrestha, 2007:43).

[14] J. Porté nos ilustró en esta entrevista, llevada a cabo en Casa Rafel (la residencia familiar), este proceso de abandono progresivo, acelerado en la última generación: “els camps més enlairats, on no es pot ficar el tractor, ja no es treballen. Són  camps quedaven als vessants de la muntanya. N'hi ha d'altres que encara sobreviuen, però molts d'ells no tardaran massa a desaparèixer. Els que és clar que no perillen, ni perillaran mai, son els que estan a la vall, perquè aquests sí que són rentables”, nos cuenta J. Porté, que posee una explotación de 160 ha, fruto de la reparcelación conseguida a medida que iba comprando otras propiedades colindantes.

Además, los datos estadísticos nos revelan una reducción del número de explotaciones: tomando como referencia el municipio de Tremp (que contiene 2/3 de su superficie en el ámbito de estudio), se ha pasado de 323 explotaciones con tierras (en 1982) a 155 (en 1999). La mayoría de ellas (98 de 155) posee entre 2 y 50 ha. Fuente: datos del Censo Agrario a partir del Institut d'Estadística de Catalunya [www.idescat.net].

[15] Densidad de población para la Terreta en 2007. Fuente: elaboración propia a partir del Padrón Continuo: datos obtenidos del Institut d'Estadística de Catalunya y el Instituto Aragonés de Estadística.

[16] “The traditional methods of farming are continuous and exhaustive cropping of limited areas of terraced hillside, with productivity precariously maintained from manure dropped (...) at night by livestock which range over the very steep hillsides during the day” (Pereira, 1984:i).

[17] A lo largo de la ruta que sube hacia el campamento base del Annapurna, se encuentran numerosos locales de restauración. Un ejemplo en la localidad de Kimche (entre Birethanti y Ghandruk) nos permitió conocer de cerca esta realidad. Según nos cuenta su propietario, él mismo junto con su mujer llevan la gestión del local (desde hace 26 años), que combinan con la tarea en el campo. Tienen en propiedad un par de parcelas donde producen arroz y mijo. Además, poseen unas pocas cabezas de ganado (búfalos). La producción la destinan al negocio hostelero, y el excedente lo venden a tratantes que recorren la zona y llevan el cereal río abajo, en dirección a Naya Pul y la ciudad de Pokhara.

[18] Los diversos testimonios nos explican diferentes casos: un matrimonio en Kimche con 5 hijos, todos fuera de casa en este momento (estudiando o trabajando en Pokhara y Kathmandú); un matrimonio en Ghandruk con una de sus hijas viviendo en el Reino Unido, y con nacionalidad británica; dos hermanas en Banthanti, una de las cuales estudia en la India.

[19] Este museo resulta de una iniciativa individual de dos hermanos del pueblo, que decidieron reconvertir la antigua casa de la familia en un testimonio antropológico de la vida en el valle. La iniciativa ha contado con el apoyo del Annapurna Conservation Area Project.

[20] Fuente: Encuesta de Población Activa (resultados provinciales). Instituto Nacional de Estadística.

[21] El entrevistado nos ofrece un ejemplo de la situación y la importancia de las ayudas a la actividad agrícola en la Terreta: hasta hace 2 años recibía ayudas en forma de diferentes conceptos, es decir, de manera individualizada. Ahora se han unificado en un pago único anual, que depende de los ingresos que agricultor recibió en forma de ayudas oficiales durante los años 2001,02 i 03. El peso de esta paga resulta fundamental, hasta el punto que de él depende la viabilidad de su explotación: “estem vivint de les subvencions. Sense elles el negoci seria insostenible”.

[22] El único plan del que tenemos constancia y que abarca todo el ámbito de estudio es el Proyecto piloto de desarrollo rural “Ribagorza Románica”, impulsado por 14 ayuntamientos (incluyendo todos los municipios de la Terreta), y con unos objetivos muy ambiciosos, pero que hasta el día de hoy no se ha aprobado.

[23] Son las siguientes: Eastern, Central, Western, Mid Western y Far Western.

[24] Nepal es todavía, y a día de hoy una monarquía. No obstante, el rey ha perdido su popularidad y su capacidad de decisión, y las clases políticas discuten el nuevo modelo de Estado, que debería incluir la instauración de una república y la consolidación de la democracia. La situación se puede tildar de relativamente inestable, a nivel económico (fuerte dependencia de la India y de China), social (las manifestaciones son frecuentes en Kathmandú) y  político (no existe ningún gobierno formado que asuma el liderazgo del país, y son numerosos los grupos revolucionarios maoístas  que ralentizan cualquier proceso).

[25] Para más información, consultar NEPAL, P. (2007): “Participatory Local Organisation as an Approach to rural development in Nepal” in Nepalese journal of development and rural studies, vol.4, nº1 (Enero-Junio 2007), pp. 25-33. Kirtipur: Central Department of Rural Development, Tribhuvan University.

[26] Strategy for the Development of Agriculture in Agriculture Perspective Plan (APP) (Kumar, 2004:490).

[27] “During the mid 80's so-called conservation areas was established with the principle of community participation, eg. Annapurna Conservation Area Project (ACAP). The approach addresses the problem of maintaining a crucial link between economic development and environmental conservation and recognises that protection of critical habitats and long term maintenance of biodiversity can not be achieved without improving the economic conditions of the mountain inhabitants” (Gurung, 1995 en Tiwari y Balla, 2006:41).

[28] Fuente: Gobierno de Nepal: Central Bureau of Statistics

[29] Fuente: Institut d'Estadística de Catalunya y el Instituto Aragonés de Estadística

[30] Pokhara se ha convertido en un lugar de destino para muchos colectivos sociales, tanto autóctonos como foráneos. Sin embargo, su poder de atracción no es tan potente como para vaciar demográficamente su hinterland. Sea como sea, lo cierto es que el valle de ghandruk recibe directamente el impacto de la rápida transformación (y degradación) de Pokhara y su entorno (Shrestha, 1997:1).

[31] Nos referimos al proyecto de construcción de la autovía A-14, de Lleida a Vielha, ya en marcha.

[32] Más información en Sancho, A. (2007): “Fronteras y ordenación del territorio. Notas sobre políticas territoriales autonómicas en la Baja Ribagorça (Aragón/Cataluña)” in  Actas del XX Congreso de la AGE: la geografía en la frontera de los conocimientos [CD]. ISBN: 978-84-690-8234-8

[33] Principalmente emigran a los países anglosajones algunos estudiantes cuya familia puede permitírselo: también algunos trabajadores cualificados emigran allí o a países del Golfo Pérsico.

[34] N.R. Shrestha (1997) realiza una lectura subjetiva de la situación de Nepal en clave a las relaciones de este país con Estados Unidos, los organismos internacionales y las empresas multinacionales.

[35] “No tiene sentido predicar por un lado técnicas extensivas e imponer limitaciones superficiales, cuando el fundamento esencial de las técnicas extensivas en montaña ha sido, por una vía u otras, es decir, pública o colectiva o privada, el asegurar extensiones considerables que hagan factible y rentable una explotación a bajo costo, que pueda compensar bajos beneficios unitarios por Ha.” (Ort Val, 2004:21).

[36] Uno de los aspectos en los que el entrevistado se mostró más preocupado fue la dependencia del agricultor respecto a la Administración: “Tu portes el teu camí, però vulguis o no, l'administració amb els seus diners et fa anar cap a un costat o cap a l'altre. El problema és la dependència de decisions externes, la direcció de les quals ningú coneix: no s'haurien de canviar dràsticament les línies en un període de temps massa curt, perquè el pagès no té un marge de maniobra tan ample com per anar canviant el bestiar que cria o el cereal que conrea. Aquesta incertesa també prové de factors econòmics generals: la fluctuació dels preus no té res a veure amb la seguretat d'antuvi.”

[37] Las experiencias en ese sentido en Nepal son numerosas y se cuentan como fracasos: se recomienda leer Shrestha (1997).


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Recursos en internet

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Referencia bibliográfica

SANCHO REINOSO, Alexis. Paisajes agrarios marginales de montaña: miradas desde el Pirineo y el Himalaya. Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de mayo de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/-xcol/135.htm>


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