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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona


EL ASOCIACIONISMO DE LOS EMIGRADOS ITALIANOS: PAPEL HISTÓRICO,
FUNCIONES CULTURALES, TRANSFORMACIONES SOCIALES DE UNA RED ESPACIAL

Emilia Sarno (PhD- Historical Geography)
Centro G.A. Colozza, Università del Molise (Italy)
sarno@unimol.it


El asociacionismo de los emigrados italianos: papel histórico, funciones culturales, transformaciones sociales de una red espacial ( Resumen)

Este artículo se centra en la importancia estratégica que tienen las asociaciones de emigrantes como red espacial entre las comunidades. Ya que, de hecho, los emigrantes, en el lugar de llegada, se organizan espontáneamente en grupos asociativos para comunicar, intercambiarse informaciones, conservar ritualidades comunes y encontrarse periódicamente. Esta primera fase va seguida de una segunda: las asociaciones formalizan su organización, se presentan como intermediarios, entre las comunidades de salida y aquellos de llegada, y asumen un papel tanto social como económico.

En este caso, resulta relevante la experiencia italiana, ya que los emigrados al extranjero han formado sólidas comunidades desde hace varias generaciones y han constituido asociaciones que han resultado cada vez más importantes.

Puesto que este argumento nos merece especial atención desde el punto de vista geográfico, pretendemos analizar, a través de este artículo, las redes que han formado las asociaciones de los emigrantes italianos, su difusión territorial y las funciones que desarrollan; además, quiere subrayar la importancia que las asociaciones tienen en nuestra sociedad contemporánea sustentando la múltiple identidad de los emigrados y favoreciendo nuevos procesos socio-económicos.

Palabras-clave: Emigración, geografía del asociacionismo, red espacial 


The group association of italian emigrants: historical role, cultural functions, social transformations of a spatial network ( Abstract)

 This paper highlights the strategic importance of group association of Italian emigrants which form a ‘spatial network’ between communities. Immigrants, in fact, tend to organize themselves spontaneously into groups and associations to communicate, maintain their usual traditions, exchange information and meet periodically.  This first phase is followed by a second: the groups tend to assume an established and legal form of organization which acts as an intermediary between the immigrants culture and the host country, as well as taking on a social and economic role.

The Italian experience  is significant for our study; Italian immigrants abroad tended to form ‘solid’ communities which handed down their traditions from one generation to the next and eventually formed groups  which assumed a certain importance in the host country. 

As this topic needs attention from the geographical point of view, this article would like to analyse the network of groups which Italian immigrants have formed, their territorial diffusion, and their functions. Furthermore, we would like to emphasize the importance which these groups have in our contemporary society by maintaining the plural-identity of immigrants and favouring new socio-economic processes.

Key words: Emigration, geography of the group association, spatial network.


El asociacionismo de los migrantes y los estudios geográficos

Los emigrantes tienden a unirse entre ellos en los lugares de acogida, tanto para facilitar el proceso de adaptación al nuevo contexto, como para mantener viva la memoria de su identidad. Esta costumbre, que caracteriza a cada forma de migración, puede ser estudiada de modo pormenorizado a través de un recorrido evolutivo de las asociaciones de los emigrados italianos en el extranjero.

El asociacionismo es un fenómeno típico del siglo XIX que connota a las sociedades liberales y demócratas y se desarrolla en las clases sociales populares a través de formas de solidarismo. Si la primera referencia cultural es Alexis de Tocqueville[1] quien valoró la importancia de las uniones sociales, podemos reconocer también en segundo lugar el influjo de Reclus y de una visión compleja de la vida a través de la cual quiere construir relaciones entre iguales con prácticas de mutuo socorro y enlazadas con fuertes sentimientos[2]. Esta visión se fortalece en el siglo XX, con la evolución de las relaciones sociales basada en la simetría de los intercambios (Claval, 2002) una evolución que se enriquece con la movilidad contemporánea y con los procesos complementarios que de ésta se desprenden[3]

Por lo tanto, el asociacionismo se trata de un argumento que se ratifica ampliamente en la geografía, y sobre todo en la geografía social, un sector que privilegia el estudio de los grupos humanos y su organización en el espacio. El interés por los problemas y las relaciones humanas tiene como precursor de forma precisa a Reclus, aunque le deba mucho a George (1976), y a sus relaciones entre geografía y sociología. En concreto, si la geografía social es “la ciencia de las formas de organización espacial y de los procesos espacialmente activos de las funciones elementales de los grupos y las sociedades humanas[4]”, las asociaciones forman parte con pleno derecho en este tipo de investigaciones. Desde el punto de vista geográfico se puede, de hecho, indagar sobre las interacciones que se producen en grupos que se entrelazan con objetivos precisos, la difusión de los procesos asociativos, las relaciones que se establecen en los grupos tanto al interno como al externo, los variados niveles de relación entre asociaciones, entes e instituciones, y por último, el radio de acción que los grupos tienen, por ejemplo, formando además una red internacional.

En el caso de las asociaciones de los emigrantes, el interés geográfico aún se hace más evidente puesto que se ocupa de los flujos migratorios, y el estudio de las asociaciones nos permite analizar las decisiones que han tomado los emigrantes después de su traslado, los comportamientos que han incorporado y sus relaciones con la tierra de origen. En este sentido, el estudio de las asociaciones debemos situarlo dentro de un contexto histórico porque ellas son resultado de las comunidades, la señal de su estabilidad y organización, primero de forma informal, y luego formal. El proceso social se puede enriquecer a través de la dinámica histórico-demográfica, en efecto, como lo demuestra el caso italiano, en el que cada fase migratoria se corresponde con un modo diferente de organización de las asociaciones, y en el que, siguiendo el punto de vista de Wagner[5], se puede establecer una contigüidad entre geografía social y geografía histórica.

La dimensión histórica se hace relevante en el momento en el que se reflexiona sobre el concepto de pertenencia: las asociaciones permiten conservar la memoria del propio origen y adaptarse al nuevo contexto, por lo que promueven una pluri-pertenencia que es la respuesta a las dificultades que le son innatas a la movilidad. Los grupos consolidan las raíces históricas mientras se adaptan a lo nuevo, siguiendo una lógica de construcción de su identidad (King, 2001). 

Un análisis geo-histórico-social permite, por lo tanto, afrontar este argumento, y el caso italiano por su amplitud ofrece elementos de relieve asegurado. 

El contexto italiano y la primera fase del asociacionismo

Los emigrantes italianos que, desde la segunda mitad del siglo XIX se establecieron en países europeos y extraeuropeos, empezaron a unirse primero espontáneamente, luego fundaron grupos asociativos dando vida a numerosas formaciones y a instituciones que hoy poseen relativa importancia[6]

Si es históricamente conocido el recorrido cumplido por los emigrantes italianos hacia las regiones europeas y extraeuropeas (figura1), también nos parece oportuno señalar los procesos que han llevado a la práctica para mantener estrechas uniones con la madre patria y para integrarse en los países que los hospedan. De hecho, ya desde las primeras expatriaciones en la segunda mitad del siglo XIX, han formado grupos asociativos para ayudarse, comunicar, intercambiar información, conservar ritos comunes y encontrarse periódicamente. 

Figura 1
La emigración de italianos en el mundo ha favorecido la formación de comunidades y asociaciones.

Fuente: Elaboración propia.

Desde la primera fase, llamémosla más instintiva, las asociaciones, teniendo un estatuto propio y una organización precisa, se han consagrado como intermediarias entre la comunidad de salida y la de llegada, asumiendo en sí mismas un papel social y económico hasta constituirse en una red espacial de comunicación e integración.

Inicialmente, los emigrantes encontrándose en tierras diferentes de las de origen buscaban formas de agregación para intentar vivir todavía “entre paredes domésticas” y para conseguir ayuda en la inserción social y profesional; las asociaciones son las premisas para afrontar las primeras necesidades, contacto con empresarios u hospitales. Pero también son los instrumentos para la defensa de la propia proveniencia, para mantener viva la memoria de la cultura de origen. 

La primera fase, por lo tanto, entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, se configura como mutuo socorro entre emigrantes ayudando en las exigencias afectivas, a la tutela y sirviendo de soporte en los lugares de destino. Los emigrantes retoman un modelo que se había consolidado en Italia en el siglo XIX: el de las sociedades de mutuo socorro, quienes al inicio de la industrialización y de la formación del Estado unitario, fueron constituidas por los trabajadores para tutelar sus derechos[7]

Las sociedades de mutuo socorro de los emigrantes acompañan en la experiencia del viaje, del traslado, poniéndose como punto de referencia para los que tuvieron que introducirse en una realidad desconocida. Los grupos, reconociendo una exigencia afectiva y cultural, propia de quien debe dejar su propia tierra, se basan en un alto sentido de hermandad y solidaridad. 

Los emigrantes se ayudan en la búsqueda del trabajo y en todo lo que concierne a la acomodación, incluso conscientes de no ser siempre bien aceptados; intentando adaptarse por un lado, y tratando de mantener viva la identidad lingüística, religiosa y cultural por el otro. En este sentido, el simbolismo religioso identifica las sociedades de mutuo socorro, quienes, en algunos casos, en su acrónimo hacen referencia al patrón o santo de su tierra. Por lo tanto, fe religiosa e impulso patriótico sustentan esta primera fase.

La segunda fase

En el siglo XX, después de la segunda Guerra Mundial, asistimos a una evolución de los grupos asociativos, quienes organizan de forma precisa sus funciones en el lugar de llegada a través de diversas iniciativas y encuentros. Se empeñan en convertirse en los interlocutores oficiales de los apuros y necesidades de los emigrantes, y cada vez más van a desarrollar una función de enlace con los países de origen. 

El cambio viene determinado también por una atención siempre mayor a la emigración por parte del Estado italiano, y por la activación de entes regionales a partir de 1970. Las regiones, desde el principio, han dispuesto una serie de instrumentos normativos que, en autonomía, han garantizado a las realidades locales la concreta posibilidad de relacionarse con las comunidades en el extranjero. 

A partir de 1975, las regiones italianas han constituido asesorías para la emigración, preparando intervenciones a favor de sus paisanos regionales en el extranjero. Las asesorías, en activo en los años siguientes, tuvieron en primer lugar un papel consultivo y luego cada vez más propositito; haciendo participar a políticos, exponentes de las comunidades en el extranjero y representantes de las asociaciones. 

Además, en 1988 fue constituido el Consejo General de Italianos en el Extranjero, en el que tienen derecho de participación los delegados de las diferentes comunidades, y en 2000 se organizó la primera Conferencia de los Italianos en el Mundo. En relación con estas actividades de carácter nacional, también las regiones se han empeñado en el desarrollo de encuentros con los delegados de sus paisanos regionales en el extranjero. Por último, en 2003 se promulgó la ley que garantiza el derecho al voto a los italianos en el extranjero. 

De este modo, las asociaciones han adquirido un papel cada vez más definido desde el punto de vista legislativo y han superado los confines físicos territoriales construyendo un flujo de personas, medios y bienes. Los cuales se constituyen como trait d’union y presentan "comportamientos espaciales de particular relieve" (Mayer et al., 1983, p.73), ya que por un lado se estructuran como conjunto de cohesión, y por el otro establecen relaciones cada vez más específicas con la madre patria[8]

La evolución actual 

Desde esta óptica, el asociacionismo del emigrante nacido como forma de defensa de la memoria y soporte, se ha revitalizado, en la sociedad posmoderna, garantizando nuevos derechos para la ciudadanía donde se tienen en cuenta la condición de quien emigra. 

El Estado y las regiones italianas, de hecho, han reconocido las funciones y el papel de las asociaciones de sus emigrados y las consideran como punto de referencia o cohesión con los paisanos de la misma región."La dinámica de relación entre las asociaciones de emigración e Italia parece configurarse por lo tanto como una verdadera unión entre un centro, indiferentemente de la naturaleza política, económica o cultural, y una serie de periferias, que desarrollan recorridos independientes pero no completamente autónomos de una madre patria todavía muy fuerte y muy presente en la vida de las propias comunidades"(Colucci, 2001, p.429).  

El emigrante no tanto tiende a volver a su tierra de origen, como viviendo en otro estado a mantener una fuerte unión con ella. Se trata de una identidad compleja que aspira por un lado conservar sus propias raíces y al mismo tiempo introducirse en el nuevo contexto. Las asociaciones crean las condiciones para vivir esta compleja identidad y se manifiestan como espacios de la memoria y como intermediarias de cambios y relaciones. 

Por este motivo, las asociaciones utilizan la normativa reciente, la cual hace referencia a las organizaciones sin ánimo de lucho y de utilidad social, ONLUS, las cuales vienen garantizadas a través de específicos instrumentos normativos, pueden volver a invertir los eventuales ventajas o privilegios para conseguir sus objetivos y tienen derecho a participar en muchas iniciativas. 

Una posterior evolución viene representada por la constitución de federaciones y de fundaciones, ya que estas asociaciones se han unido y han dado vida a organismos federativos o fundaciones, los cuales centralizan y unen los grupos garantizando una mayor relevancia social En algunos casos hemos utilizado el término “unión” para señalar la fusión federativa de las asociaciones (cuadro 1). 

Cuadro 1
Las asociaciones de los emigrantes se han unido para formar federaciones
y fundaciones en las naciones

NACIONES

FEDERACIONES

FUNDACIONES

Canadá

19

1

Estados Unidos de América

21

5

Argentina

19

3

Brasil

14

 

Australia

30

 

 Alemania

5

 

Bélgica

15

 

Francia

3

 

Suecia

1

 

Suiza

15

4

Fuente: Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores, 2007; elaboración propia

El censo del 2000 y el 2007 del Ministerio de los Asuntos Exteriores 

Estos factores han impulsado al Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores a realizar un censo de las asociaciones. Por primera vez en el 2000, y posteriormente en el 2007,  recogiendo los datos en un CD. 

Los grupos han proporcionado noticias precisas sobre su constitución, organización, funciones y número de miembros. En la encuesta del 2000 han sido censadas unas 8000 asociaciones distribuidas en amplia medida en América del Norte (2000) y del Sur (1000), en Australia (800), en Europa (2700), y en medida un poco más reducida en África (100) y Asia (25). El análisis se mueve sobre todo a través de una lógica cuantitativa, delineando de modo limitado las funciones, y sin hacer emerger la unión de las asociaciones para la formación de federaciones y fundaciones. 

En cambio la encuesta del 2007 localiza 5944 asociaciones, en las que han sido insertadas también sociedades de mutuo socorro, federaciones y fundaciones, distribuidas en 70 naciones, en cada continente, demostrando así una gran vitalidad. En los siete años de diferencia no se ha producido una reducción de asociaciones, puesto que algunas de ellas se han constituido en fundaciones y federaciones que representan un punto de fuerza del asociacionismo. Además, esta segunda investigación pone mayor relieve en las múltiples funciones desarrolladas por los grupos, moviéndose no sólo en el plano cuantitativo, sino también cualitativo.

El análisis del 2007  es por lo tanto más articulado, ya que se interesa en reflejar, además de las cifras, el amplio radio de acción de las asociaciones: sus relaciones con la madre patria y las relaciones que se establecen entre ellos. 

Las naciones que presentan un número de asociaciones superior a 100, tanto en el censo del 2000 como en el de 2007, son: Argentina (764), Australia (580), Bélgica (264), Brasil (365), Canadá (591), Francia (445), Alemania (319) Estados Unidos de América (550), Suiza (884), Venezuela (161). La presencia de todos estos grupos prueba la dinámica de traslados italianos sobre todo hacia América del Norte, del Sur y Australia, así como hacia algunas regiones europeas como Bélgica, Francia y Alemania.

El censo del Ministerio de Asuntos Exteriores de 2007 también suministra el número de socios domiciliados en Italia. Aunque aproximadamente un tercio de las asociaciones no indique sus miembros, probablemente las más antiguas y las poco activas. Resulta interesante el dato de la colaboración con socios italianos, puesto que algunas asociaciones mantienen su sede en Italia para poder establecer cómodamente contactos desde el punto de vista jurídico - económico, ya que los representantes italianos pueden delegar en otros para solucionar cuestiones administrativas.

Las asociaciones[9] que declaran la presencia de los socios son particularmente numerosas, en torno a los dos tercios, y algunas se hacen notar por el número elevado de socios, de los 10.000 a los 30.000  y en este caso la amplia presencia se encuentra tanto en el censo del 2000, como en el de 2007. Las fundaciones cuentan con una participación más elevada aún (algo que se explicará más adelante con el NIAF).  El consistente número de socios atestigua que por un lado los miembros son en su mayoría emigrantes, y por el otro que también hay miembros descendientes de emigrantes, lo cual demuestra que muchos quieren seguir conservando su unión con Italia, además del peso que quieren tener en los países en los que viven, bien representados a través de sus asociaciones.

Por último, el empeño explícitamente regional se mostró ya presente en la encuesta del 2000, implicando a unos 1000 clubes sobre 8000, mientras que se vuelve más denso o mejor expresado en el 2007, y concierne a en torno a un tercio de las asociaciones.  La monitorización continua a escala nacional y a escala regional ha favorecido indudablemente a los grupos que se han organizado en los últimos años, que se han estructurado de forma más clara, además de la colaboración con los entes regionales italianos, quienes organizan los mismos censos, actualizados anualmente, haciéndolos públicos por su directa relación con los grupos asociativos.

El censo del 2007 resulta en todo caso bastante preciso y articulado, por lo que, nos referiremos a esta fecha para el análisis de las actividades de los grupos asociativos.

Las actividades

Las asociaciones desarrollan diversas funciones censadas por el Ministerio italiano de Asuntos Exteriores. Analizando las actividades, se puede subrayar la evolución de sus funciones, las cuales se pueden clasificar en tres categorías, cada una de ellas correspondiente a las fases delineadas anteriormente:

a) asociaciones con funciones asistenciales; 

b) asociaciones con funciones recreativas y culturales; 

c) asociaciones con funciones socio-económicas. 

La primera tipología, la asistencial, sobre el 20%, recoge las asociaciones que han declarado un empeño explícito en proveer ayudas a los emigrantes, incluso de carácter sanitario, según las características propias de la primera fase, caracterizadas por las sociedades de mutuo socorro ( figura 2). A este grupo se les pueden también unir las que manifiestan el empeño patriótico, la defensa de la memoria y de los orígenes.

Figura 2
La primera tipología recoge las asociaciones de la fase más antigua, caracterizadas por las sociedades de mutuo socorro

Fuente: Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores, 2007; Elaboración propia.

La segunda tipología, muy consistente, sobre el 60%, declara funciones recreativas, deportivas, culturales y religiosas, típicas de la segunda fase de las asociaciones ( figura 3). Está constituida por muchos miembros quienes desarrollan encuentros periódicos, según las solemnidades festivas, por ejemplo favoreciendo actividades deportivas como la petanca, o el ser forofo o hincha de equipos italianos; además se empeñan desde un punto de vista cultural, organizando periódicamente conferencias y seminarios sobre la lengua y la cultura italiana. El cuadro viene completado por el respeto de finalidades religiosas para recordar eminentes figuras de santos y corroborar su propia devoción.  

Las asociaciones que desarrollan estas funciones son particularmente numerosas porque tanto lengua, como cultura y religión representan los aspectos fundamentales de la identidad humana y estas actividades les permiten consolidarla. Además, la participación en encuentros periódicos, recreativos o culturales, favorece el proceso de adaptación en un contexto diverso, donde el emigrante sigue viviendo según sus tradiciones y sus propias costumbres deportivas. Entre las actividades recreativas se encuentran también exhibiciones relacionadas con productos de la región de pertenencia, para incentivar las relaciones y consolidar la memoria. 

Figura 3
La segunda tipología recoge el mayor número di asociaciones; sus funciones permiten consolidar los aspectos fundamentales de la identidad

Fuente: Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores, 2007; Elaboración propia.

Figura 4
La tercera tipología representa la evolución actual; las asociaciones desarrollan funciones de mediación entre el país que les hospeda e Italia

 Fuente: Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores, 2007; Elaboración propia.

La tercera tipología agrupa las asociaciones que desarrollan un papel comercial, turístico y político-sindical, coherentes con la evolución actual (figura 4). Se trata de un número todavía limitado,  sobre el 10%, pero en todo caso en crecimiento; además estas funciones vienen desarrolladas sobre todo por las federaciones y las fundaciones, quienes tienen numerosos socios y mayores reconocimientos. Se empeñan en la estipulación de partenariados comerciales, favorecer el turismo de los emigrantes en Italia y organizar mítines políticos para facilitar las relaciones entre instituciones y entes.  

La regionalización de las asociaciones 

Un tercio de las asociaciones censadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores en 2007 manifiesta un explícito empeño regional utilizando un acrónimo que hace referencia a la propia región, a un ayuntamiento o a un santo localmente representativo (figura 5). De este modo, los emigrantes han querido por un lado conservar plenamente su identidad local, sus raíces más concretas, los valores y los rituales experimentados; y por el otro, han considerado a los entes regionales como los interlocutores más idóneos para mantener contacto con la tierra de origen. De hecho, desde 1975, muchas regiones italianas han puesto en marcha actividades específicas destinadas a sus emigrantes, han asignado fondos para su regreso y también para sustentar las asociaciones. Los entes regionales se han preocupado sobre todo de los paisanos que han vivido en contextos políticos en conflicto. 

Las regiones promueven, de forma periódica, encuentros con las delegaciones de las asociaciones y federaciones con el objetivo de: intensificar formas de turismo para emigrantes ya ancianos deseosos de volver a ver su tierra o favorecer breves permanencias para los hijos de los emigrados con becas para el conocimiento de la lengua y la cultura italiana. 

Figura 5
Un tercio de las asociaciones censadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores en 2007 manifiesta un explícito empeño regional

Fuente: Ministerio Italiano de Asuntos Exteriores, 2007; Elaboración propia.

NIAF Y ANFE: dos ejemplos 

La National Italian American Foundation, NIAF, es de una fundación con sede a Washington y cuenta con un altísimo número de participantes, en torno a unos veinte millones de italo-americanos. Instituida en el 1975, se define como una organización sin ánimo de lucro y sin afiliaciones políticas[10].  

Tiene dos objetivos estratégicos de gran relieve: por un lado el permitir a los italianos en EE.UU. el seguir conservando su patrimonio cultural, y por el otro, el mostrar la importante contribución de la comunidad italiana al desarrollo americano. En este sentido, la NIAF colabora con el Congreso de los Estados Unidos en todas las problemáticas que conciernen a los ítaloamericanos.

Promueve importantes iniciativas como conferencias y congresos sobre la lengua y cultura italiana, ofrece becas para estudiantes de descendencia italiana, o con al menos un antepasado emigrante de Italia, y monitorizan constantemente la imagen de los italianos en los mass-media. Por último, sus exponentes se empeñan en reforzar las relaciones económico-culturales entre Italia y los Estados Unidos. Cada año, en el mes de octubre, los miembros de la NIAF organizan una gala en la que intervienen importantes exponentes del mundo político, de la cultura y de las finanzas, unas 3.000 personas procedentes de los Estados Unidos y de Italia. Esta ocasión viene aprovechada para otorgar condecoraciones a eminentes personalidades italianas e ítaloamericanas consideradas particularmente distinguidas. 

La NIAF también tiene contactos con las diversas regiones italianas para incentivar la presencia turística de los ítaloamericanos en Italia, de hecho, por ejemplo, con este objetivo ha establecido acuerdos con la región Toscana y Emilia Romaña. 

A su vez, la Asociación Nacional Familias Emigradas, ANFE, es una asociación fundada en Roma, en 1928, con diferentes sedes en el mundo, en concreto dieciséis naciones. Además, en esta institución muestran una participación activa quince regiones italianas. 

A nivel nacional, sus actividades son múltiples y ofrecen cada posible forma de asistencia a las comunidades italianas en el extranjero, así como también garantizan la formación profesional a los inmigrados. A nivel internacional, sus delegaciones, activas en cada parte del mundo, cuidan de los miembros de la asociación en EE.UU., en Europa, en Sur América y en Australia. Son múltiples los objetivos: asistir a los migrantes y a sus familias en la tutela de los derechos y los intereses en Italia y en los países de inmigración, organizar encuentros de preparación psicológica y cultural, predisponer formación para mejorar la preparación profesional de los socios. Por último, publica también una revista online. 

Estos dos ejemplos muestran el amplio radio de acción que las asociaciones pueden tener, su robusta capacidad para construir una red de enlace internacional, el estar efectivamente presentes en la realidad social y el de promover actividades incisivas.  

La NIAF tiene, por ejemplo, una importancia estratégica en la vida política americana y al mismo tiempo una acreditada presencia en la sociedad italiana. Por lo tanto, este modelo está siendo cada vez más practicado por otras fuerzas asociativas. 

Un escenario social abierto

El asociacionismo, por lo tanto, se presenta como un argumento de particular relieve geográfico, como el caso italiano nos enseña por su relevancia social, económica y cultural que los grupos tienen y por la importancia estratégica de la red internacional e inter-institucional que han construido.

Las asociaciones de los emigrantes se han convertido en un punto de referencia importante en el proceso de mediación entre las comunidades. Son los nudos de una red espacial constituida, gracias a los emigrantes, entre las tierras de origen y aquellas que los hospedan. Éstas le garantizan al emigrado el convivir con su compleja identidad y conservar el patrimonio cultural y lingüístico de las propias raíces. A través de su evolución se han empeñado no sólo en favorecer su inserción en las nuevas realidades, sino en permitir a las comunidades su repercusión social y política. Además, gracias a la presencia activa de las asociaciones, también las instituciones italianas han comprendido la importancia del tener que preocuparse de los italianos en el extranjero y han predispuesto para éstos normativas especificas. 

Por lo tanto, se trata de un recorrido evolutivo coherente con el dinamismo actual de nuestra sociedad, en el que el emigrante no es más un sujeto desarraigado de su realidad y parcialmente integrado en otra, sino que ha adquirido el derecho al reconocimiento de su pluri-identidad y es gracias a la red asociativa la que le permite esta coexistencia sin fracturas. 

El apoyo afectivo y subjetivo, ofrecido por las asociaciones, viene enriquecido por señas económicas y sociales, las cuales facilitan los partenariados, favorecen cambios de bienes y servicios y establecen relaciones políticas.  

Por estos motivos, la red construida por las asociaciones se encuentra siempre abierta a nuevos apremios y funciones para facilitar contactos, intercambios, relaciones, y para superar los límites de los confines físicos, de las separaciones políticas y de las diferencias culturales. 

La emigración italiana ha dado vida a un modelo de relaciones particularmente válido en nuestra sociedad multiétnica, en el que las redes asociativas pueden servir como soporte de la construcción de la pluri-identidad de los emigrados y sostén de nuestra sociedad globalizada. 

 

Notas

[1] La importancia de Alexis de Tocqueville para el desarrollo del asociacionismo viene evidenciado por Taricone, 2003 .

[2]  Los escritos de Elisée Reclus invitan a una visión fraterna de la vida humana; puede verse de E. Reclus, Naturaleza y Sociedad, traducción a cargo de Clark, 1999.

[3] El tema de la movilidad, de las relativas interdependencias y de los procesos que desarrolla, son objeto de estudio por la geografía social; una reciente síntesis del cuadro conceptual, de las escuelas de pensamiento alemana, francesa y angloamericana, ha sido propuesto por Lombardi, 2006.

[4] La cita es de Schaffer y puede encontrarse en Lombardi, 2006, p.35. Las traducciones de los pasajes sacados de los ensayos citados son a cargo de Emilia Sarno.

[5] La reflexión de Wagner y el debate entre geografía histórica y geografía social se puenden consultar en Maier et al., 1983.

[6] En cuanto a la emigración italiana y el estudio sistemático del fenómeno a escala nacional y regional, pueden verse los actos del XXVI Congreso Geográfico Italianod el 1992, publicados en 1996. 

[7] Los aspectos que caracterizan a las sociedades de mutuo socorro y los grupos asociativos puede verse Taricone, 2003. En cuanto a la evolución de las asociaciones, esta información a sido extraída de los CD's a cargo del Ministerio italiano de Asuntos Exteriores en el año 2000 y 2007.

[8] Las traducciones de los pasajes sacados de los ensayos citados son a cargo de Emilia Sarno.

[9] En Australia se encuentran presentes grupos particularmente numerosos, con una elevada presencia de socios.

[10] Las informaciones sobre NIAF y ANFE han sido extraídas de las correspondientes páginas Web, visitadas en el mes de marzo de 2008:  

      http://www.niaf.org /; 

      http://www.anfe.it /. 

 

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