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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona


APERTURA NEOLIBERAL Y EXPANSIÓN FORESTAL:
ALGUNOS FACTORES PARA SU MODELACIÓN EN LA CUENCA DE CHILLÁN
[1]

Cristian Henríquez Ruiz
Instituto de Geografía
Pontificia Universidad Católica de Chile
cghenriq@puc.cl


Apertura neoliberal y expansión forestal: algunos factores para su modelación en la cuenca de Chillán (Resumen)

El modelo neoliberal implementado en Chile ha impulsado fuertemente el crecimiento de variados sectores económicos relacionados con la explotación de recursos naturales, tal como el forestal. La principal medida que ha facilitado la explotación de bosques ha sido la promulgación del Decreto Ley Nº 701 de fomento silvícola en 1974, que dispuso una serie de incentivos a las plantaciones forestales. Las consecuencias territoriales de tal política, en conjunto con otros factores económicos, se han dejado sentir especialmente en la región del Biobío, produciendo en corto tiempo fuertes presiones por transformar predios agrícolas en plantaciones de pinos y eucaliptus, y por otro la materialización de importantes proyectos productivos forestales de capitales privados. A partir de los cambios de uso de suelo observados en la cuenca del río Chillán y datos de producción forestal, se discute y propone un modelo espacial de cambio de uso de suelo que permita contrarrestar diferentes patrones de crecimiento forestal.

Palabras claves: Expansión forestal, Modelación del uso de suelo, Decreto Ley N° 701, Chillán.


Neoliberal opening and forest expansion: some factors for modeling in the Chillán’s watershed  (Abstract)

The neoliberal model implemented in Chile has hardly prompted the growth of many economic sectors. All these related to the natural resources exploitation like the forest one. The main measure in forest explotation was proclaimed in 1974 (Decreto Ley Nº 701). This decision was arranged a series of incentives to the forest plantations. The territorial consequences of such politics, together with other economic factors, have impacted especially in the Biobío region. These factors have produced in short time strong pressures by transforming agricultural land in plantations of pines and eucalyptus. Also the region has materialized important forest productive projects of private capital. This research discusses and proposes a spatial model of land use change, in function of the observed land use changes in the watershed of the river Chillán and data of forest production, to permit to counteract different patterns of forest growth.

Keywords: Expansion of forest plantations, land use modeling, DL 701, Chillán


Las distintas estrategias de desarrollo económico en muchos países en vías de desarrollo, están íntimamente ligadas a la utilización de los recursos naturales, organización del territorio y, en el mediano plazo, a la sostenibilidad de éste. En el caso de Chile, se ha implementado por casi 35 años el modelo neoliberal que ha impulsado fuertemente el crecimiento de variados sectores económicos relacionados con la explotación de recursos naturales. Este modelo implementado por el gobierno militar y continuado por los gobiernos democráticos, se sustenta fundamentalmente en las ventajas comparativas y competitivas que ofrece el país para la extracción y exportación de materias primas, principalmente productos mineros, pesqueros, agrícolas y silvícolas.

En el caso particular del sector forestal chileno se ha desarrollado gracias a una multiplicidad de factores que incluye: ventajas comparativas naturales, cercanía a puertos de distribución, bajo costo de capital, principalmente de mano de obra, incentivos a la inversión extranjera, y ventajas competitivas construidas con un esfuerzo público y privado (Moguillansky y Silva, 2001). Destaca dentro de esto último la promulgación del Decreto Ley Nº 701 en 1974 y el Decreto Supremo N° 193 de 1998 de fomento forestal, que dispusieron una serie de incentivos a las plantaciones forestales.

Las consecuencias territoriales de tal política, en conjunto con otros factores económicos, se han dejado sentir especialmente en la Región del Biobío, produciendo en corto tiempo fuertes presiones por transformar predios agrícolas en plantaciones de pinos y eucaliptus, y por otro la materialización de importantes proyectos productivos de capitales privados, como el Complejo Industrial Forestal Itata.

Desde una perspectiva geográfica resulta interesante poder modelar espacialmente este sector de la economía, que en las últimas décadas ha mostrado un vertiginoso crecimiento, aprovechando las ventajas que ofrece el modelo. Consecuentemente este crecimiento ha provocado importantes cambios en la fisonomía del paisaje, como es el caso de la región del Biobío, denominada también capital forestal de Chile.

A partir de los cambios de uso de suelo observados en la cuenca del río Chillán y datos de producción forestal, se discute y propone un modelo espacial de cambio de uso de suelo, que permita contrarrestar diferentes patrones de crecimiento silvícola. Mediante la aplicación de una Evaluación Multi Criterio (EMC), en ambiente SIG, se ha determinado la capacidad de acogida de la extensión potencial de plantaciones forestales en el área de estudio en función de algunos criterios de la política forestal.

No obstante para poder proyectar el sector forestal es necesario revisar las implicancias de modelos económicos anteriores que delinearon condiciones geográficas particulares que ayudan a entender ciertos factores de expansión forestal actual. Esta constituye la primera parte de la comunicación; luego se examinan brevemente algunos antecedentes del crecimiento forestal y uso de la tierra en la región del Biobío. Finalmente en la tercera sección se proponen factores de extensión forestal en función de algunos de los criterios del Decreto Ley N° 701, para posteriormente realizar una EMC del tipo booleana y contrastar esos resultados con las nuevas áreas de extensión forestal entre los años 1999 y 2007.


Cambios en los paradigmas de desarrollo económico y transformaciones territoriales en la Región del Biobío

Un buen ejemplo de cómo los modelos de crecimiento económico han impactado en la configuración espacial del territorio chileno es la región del Biobío, ubicada en el centro sur del país. A lo largo de su historia se han plasmado diferentes políticas económicas que han dejado huella en el tipo de inversiones, en los sistemas de producción y en definitiva en los cambios del paisaje de la región.

Desde la época colonial hasta el presente pueden ser distinguidos cuatro estrategias de desarrollo económico: economía agrícola-ganadera, modelo primario exportador, modelo industrial de sustitución de importaciones y modelo neoliberal, que se plasman con especial nitidez en la región del Biobío.

Economía agrícola-ganadera durante la Colonia

El primer modelo, caracterizado por el predominio de una economía agrícola y ganadera, corresponde al periodo de dominación española hasta aproximadamente 1830 cuando se consolida la Independencia. Este período se caracteriza por una singular historia de fundaciones, destrucciones, re-fundaciones y traslados de la población producto de los constantes conflictos entre los conquistadores y el pueblo mapuche, y por la impronta de los desastres naturales. En efecto, el límite del avance español hacia el sur fue el río Biobío debido a la férrea defensa que dieron los araucanos.

En el caso de la ciudad de Chillán, a causa de desastrosas inundaciones, fuertes terremotos y violentas incursiones de los indios entre los años 1580 y 1751, fue necesario trasladar y refundar la ciudad varias veces. Por su parte, terremotos y maremotos determinaron el traslado de la ciudad de Concepción ubicada originalmente en el sector de Penco al sitio actual el año 1754. En esta fase histórica, el modelo central de desarrollo económico es la economía agrícola-ganadera del valle central, representada por tres actividades productivas: la crianza de ganado, las viñas y el trigo, aunque no constituyen aún una explotación intensiva por la limitada demanda externa son un factor relevante en la ocupación del territorio (Mardones, 2001). Especialmente el espacio comprendido entre el Biobío y el Itata, articulados por la línea de fuertes a lo largo del río Biobío y compuesta por grandes estancias reales y de productores privados. En el caso de Chillán destaca la producción ganadera y exportación de sus derivados fuera de las fronteras regionales.

Modelo primario-exportador y el auge cerealero

La segunda etapa, denominada primaria-exportadora entre 1830 y 1930, se distingue principalmente por la Independencia del dominio español y por la integración de la región al comercio internacional, a través de la exportación de trigo y harina a los mercados de Perú, Australia, California y Europa, lo cual impacta fuertemente en el crecimiento de la región (Mardones, 2001).

A nivel nacional, y también en la región del Biobío, la explotación intensiva de trigo se desarrolló principalmente en la Cordillera de la Costa, lo cual va produciendo un proceso progresivo de degradación del suelo. Al respecto el estudio del Instituto Geográfico Militar señala: “..La gran demanda externa generó una fuerte actividad antrópica que removió la débil capa de los suelos arcillosos de la cordillera de la Costa, produciendo una rápida y fuerte erosión, que repercutió directamente en la capacidad productiva de la región” (Mardones, 2001: 199).

Este antecedente, como se verá más adelante, será un importante argumento para explicar los incentivos estatales para forestar sectores altamente erosionados de la región. La presencia de grandes cárcavas, regueras y terrenos desnudos en la Cordillera de la Costa son reflejo de este proceso erosivo que permanece hasta la actualidad.

Paralelamente comienza a desarrollarse la industria carbonífera especialmente en Lota y Coronel y Lebu, apoyada por la construcción de una red de ferrocarriles que favorecen la integración entre los centros de explotación y distribución.

Ya al finalizar este periodo la actividad agrícola alcanza un incremento notable, debido principalmente a la construcción de numerosas obras de vialidad y de regadío, que impacta positivamente en el crecimiento de las principales ciudades de la región.  

La crisis económica mundial del 30, la participación de otros países en el mercado del trigo como EE. UU., Canadá, Argentina y Australia, el incremento de los stocks del mismo y el crecimiento de la industria son las principales causas de la finalización abrupta de este modelo (Mardones, 2001).

Modelo industrial de sustitución de importaciones o el crecimiento hacia adentro

A continuación viene la etapa industrial de sustitución de importaciones de 1930 a 1973. Esta etapa se caracterizó por el esfuerzo del Estado, a través de la Corporación del Fomento de la Producción (CORFO) y de particulares, a partir de 1938 por desarrollar y proteger la industria nacional y desincentivar las importaciones con el fin de dar respuesta a las necesidades del mercado interno (Mardones, 2001).

Muchas fábricas son potenciadas (por ejemplo, Fábrica Nacional de Paños de Tomé) y otras son creadas como la Siderúrgica Huachipato inaugurada en 1950, ENAP planta de refinadora de petróleo, ASMAR, astillero, maestranza y construcción naval, entre otras, trasformando al núcleo Concepción-Talcahuano en un polo urbano- industrial de gran importancia para el país.

El resto de la región también experimenta un desarrollo industrial, basado principalmente en la disposición de grandes recursos forestales que impulsan importantes inversiones como la planta papelera de San Pedro de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, CMPC, inaugurada en 1957 y planta de celulosa de Laja de la misma compañía. Luego en 1963 se crea la planta de celulosa y de papel ubicada en Nacimiento, propiedad de la empresa Industrial Forestal S.A. INFORSA. En 1964 Arauco se integra a este proceso al iniciarse la construcción de una fábrica de celulosa, transformando a Chile en el primer productor de papel de diario y el único exportador de este producto en Latinoamérica (Mardones, 2001).

El sector forestal en este período cuenta con el apoyo normativo de la Ley de bosques Nº 4.363 de 1931 que incentivó las acciones tendientes a la arborización y protección del suelo por la creciente erosión ocasionada por el ciclo cerealero y expansión de cultivos (Camus, 2006).

Modelo neoliberal actual y expansión forestal

A partir de 1974 se produce un drástico cambio en el modelo político-económico cuando el Gobierno Militar procede a implementar nuevas estrategias económicas fundamentadas en el modelo de apertura neoliberal. Este período, también denominado internacionalización económica (Geisse, 1983), tiene como propósito disminuir el aparato estatal comprometido en las tareas productivas, dejar la responsabilidad a empresarios particulares y llevar el proceso productivo a una regulación de libre mercado, con el objetivo de insertar al país en el mercado externo desde una perspectiva de competencia a través de las ventajas comparativas (Mardones, 2001).

De esta forma las exportaciones pasan a ser un elemento central en la política económica, las cuales se han diversificado en cuanto a productos y destinos. Respecto a lo primero, el cobre deja de ser el principal producto de exportación; pasando de un 70% de representación a comienzos de 1970 a un 35% en 1994, mientras que las exportaciones agrícolas, pesqueras y forestales alcanzaron un 43,3% y las industriales un 12,8%. Respecto a lo segundo los principales mercados lo constituyen la Comunidad Económica Europea, NAFTA, América Latina y Japón, con un porcentaje de 23,3%, 19,7%, 19,2% y 17% respectivamente (Figueroa et al, 1996).

Las exportaciones de recursos naturales y sus derivados son por tanto, la base de la economía nacional, destacando el sector forestal que durante el período 1975-1994, creció a 19,3%, superando a los sectores agrícolas, pesqueros y mineros (Figueroa et al, 1996). Al año 2000 el sector forestal representa el 10% de las exportaciones chilenas (Neira et al, 2002, citado en Wilson et al, 2005). Los principales productos exportados por el sector son celulosa (44%), madera aserrada (11,4%), astillas (10%), trozos de madera (6,9%) y papel (4,9%) (Figueroa et al, 1996). A nivel latinoamericano Chile es el segundo país exportador de plantaciones forestales, luego de Brasil (Moguillansky y Silva, 2001) y según Lara y Pandey presenta el área plantada de pino radiata más grande del mundo, con aproximadamente 1,2 millones de hectáreas (Carrere y Lohmann, 1996).

Se estima que sólo cuatro compañías manejan el 40% de las plantaciones de bosque y casi el 70% de las exportaciones (Carrere y Lohmann, 1996). Los principales conglomerados que operan el sector son el grupo Matte (CMPC), Angelini (COPEC), Pathfinder y Terranova. Los dos primeros grupos mantienen la propiedad de una parte importante de las plantaciones, exportan el 100% de celulosa química blanqueada, el 100% de la celulosa cruda de pino y blanqueado de eucalipto, el 60% de la madera aserrada y 63% de las trozas para aserrar (Moguillansky y Silva, 2001).

De acuerdo a lo planteado por Moguillansky y Silva (2001) actualmente el sector forestal puede ser dividido en dos partes completamente diversas: una compuesta por los grandes conglomerados y grandes empresas orientadas a la exportación; y el segundo conformado por los medianos y pequeños empresarios ligadas a actividades como aserraderos, confección de muebles, venta de madera para construcción, que actuán de manera desarticulada, sin economías de escala y de integración, con bajo nivel tecnológico y baja calidad de los productos orientados al mercado interno. Uno de los puntos estratégicos que identifican estos autores para el futuro del sector forestal es la caída en los ritmos de incorporación de nuevas superficies a la forestación, aspecto que se relaciona directamente con la dimensión espacial de la problemática forestal.

Desde un punto de vista desde la sostenibilidad, no existen evidencias concluyentes que este proceso reestructuración económica producida por la apertura haya generado impactos negativos sobre el medio ambiente. En efecto la exigencia de certificaciones ambientales de países desarrollados a algunos productos exportados reafirma tal aseveración. No obstante actividades intensivas como la industria de celulosa y papel se caracterizan por ser altamente contaminantes, mientras que la transformación del bosque nativo en plantaciones de explotación, igualmente constituye impacto mayúsculo sobre el medio ambiente (Gómez-Lobo, 1992, citado en Figueroa et al, 1996).

De igual forma la forestación con pino genera un proceso acidificación del humus del suelo, por consiguiente las aguas de percolación que circulan en el subsuelo contienen altos niveles de H y Al (Boullard, 1984, citado en Mardones, 2001). También las plantaciones de pinos alteran el rendimiento hidrológico de las cuencas: los montos de uso-consumo del pino son altos lo que disminuiría notablemente las reservas de agua en el suelo, particularmente en verano (Huber et al, 1985, Mardones, 2001). Otro impacto es el aumento del número de incendios del bosque.

Por otro lado, el tipo de modelo implementado en Chile ha minado fuertemente el capital laboral vinculado a la explotación de recursos naturales, especialmente en el caso forestal. En este sentido, se puede decir que el modelo neoliberal presenta dos tendencias principales: el modelo renano y el modelo angloamericano. El primero, se ha desarrollado especialmente en Alemania, Francia, Italia y los Países Bajos y Escandinavos, está basado en un pacto o concertación social entre el trabajo y el capital, en el que sindicatos y empresarios comparten el poder, y en la existencia de un Estado del bienestar que proporciona un sistema de educación pública, de pensiones y de prestaciones de salud. El modelo angloamericano es el que se aplica actualmente en Estados Unidos y en el Reino Unido y está fundamentado en el capitalismo de libre mercado y en la subordinación de la burocracia estatal a la economía, por lo tanto tiende a debilitar o privatizar la red de seguridad social que proporciona el gobierno (Sennett, 2000).

Ambos modelos muestran convergencias, pero enfrentan con estrategias diferentes el proceso de globalización; el modelo renano favorece la cooperación entre el Estado, los trabajadores y los empresarios y la regulación social, mientras que el angloamericano fomenta la desregulación económica, la desintitucionalización, el cortoplacismo, la privatización y la flexibilidad laboral, conduciendo a la disolución o fragmentación de la sociedad (Rojas, 2002 y 2003).

Por cierto, Chile ha seguido ejemplarmente una versión tercermundistas del modelo angloamericano, ya que el Estado durante el Gobierno Militar fue profundamente transformado, quitándosele las funciones sociales y públicas que adquirió progresivamente durante el proceso de industrialización o de sustitución de importaciones iniciado en la década de los treinta del siglo pasado (Rojas, 2002).

Las precarias condiciones laborales y sociales de los trabajadores subcontratados por las empresas forestales son un ejemplo de cómo el libre mercado opera.

Actualmente, el Estado y la sociedad han abierto sus puertas al capital, a las inversiones a la venta y disposición libre de sus recursos naturales, trayendo consigo el fraccionamiento del territorio y el surgimiento de regiones ganadoras y perdedoras (Rojas, 2003). En este contexto, la mayor parte de los asentamientos urbanos de la Octava Región, incluido Chillán y Los Ángeles junto con la conurbación Concepción-Talcahuano, han exhibido un fuerte crecimiento económico producto de la aplicación de estas políticas neoliberales, por lo que se podría considerar como territorios “ganadores”. Por el contrario, otros asentamientos, como Lota y Coronel, han experimentado un importante estancamiento económico producto del declive la actividad del carbón (Arenas y Bustos, 1999), transformándose, bajo la óptica de la globalización económica, en territorios “perdedores”, incrementando sus índices de pobreza y desintegración social.


El crecimiento forestal y uso de la tierra en la región del Biobío

En un escenario como el descrito las exportaciones  hacia los mercados internacionales juegan un rol preponderante para entender la economía regional y el destino que se le da al territorio. En el caso de la región del Biobío la actividad silvícola representa el 71,62% (US dólares) de las exportaciones de la región al año 1995 y del total de toneladas métricas exportadas un 83,6% corresponden a productos forestales (INFOR, 1995, citado en Mardones, 2001). Estas cifras demuestran la importancia de este sector en el crecimiento de la región.

En la década del 70 la región crece a tasas muy bajas (3,7%), lo cual se explica por la especialización de la región en actividades como la industria manufacturera y agrícola tradicionales, hasta entonces protegidas por la política de sustitución de importaciones, que luego se vieron fuertemente impactadas por la política neoliberal. Este el momento en que colapsan las industrias tradicionales, como la industria textil y surgen nuevos rubros dinamizadores como el forestal que va a desarrollarse con un fuerte impulso del Estado e interés de los privados (Mardones, 2001).

En efecto, con la promulgación del Decreto Ley Nº 701 (DL 701), en octubre de 1974, se subsidia la forestación y el manejo de las nuevas plantaciones, además de liberar del pago de algunos impuestos a los propietarios y obliga, a cambio, a un uso regulado en los terrenos calificados como de aptitud preferentemente forestal. Con esto se da un decisivo impulso al desarrollo del sector en el país y en la región (Lara y Thomas, 1993). Desde su promulgación, se produce un notorio incremento en las tasas de forestación anual (ver Figura 1), principalmente de pino radiata (Pinus radiata) o insigne y eucalipto (Eucalyptus globulus y Eucalyptus nitens); cifras de Corporación Nacional Forestal (CONAF) indican que en 1976 la región del Biobío concentraba el 60% de las bonificaciones del país (2.789 hectáreas) y 30 años más tarde un poco más del 20% (3.056 hectáreas).

Figura 1
Bonificación por forestación (DL 701) en la región del Biobío y país

Fuente: CONAF, 2008

Este decreto facilitó la explotación de bosques, principalmente pino radiata y en menor medida eucaliptos, disponiendo una serie de incentivos a las plantaciones en terrenos declarados forestales, de aptitud preferentemente forestal y bosques naturales, quedando exentos de impuestos territoriales y de rentas percibidas o devengadas por la explotación de bosques. El DL 701 contempló que el Estado, en el período de 10 años, contados desde la fecha de vigencia del DL 701, bonificará en un 75% y por una sola vez a cada predio o parte de él que forme parte de un plan de forestación y de manejo forestal, los costos netos de forestación, incluidos los gastos de manejo correspondiente en que incurran las personas naturales o jurídicas de cualquier naturaleza (Camus, 2003). Además, “los terrenos acogidos a las disposiciones del DL 701 se declararon inexpropiables y se declaró la libertad de comercio para todos los productos del bosque, levantándose, por ejemplo, la prohibición que existía para la exportación de rollizos” (Camus 2006: 251).

El DL 701 fue modificado en 1979 por el DL 2.565, incorporando cambios de orden técnico con el objetivo de precisar conceptos y evitar interpretaciones erróneas y eliminar trámites burocráticos. El sector privado representado por CORMA (Corporación Chilena de la Madera), recibió con satisfacción ésta modificación y los primeros certificados de bonificación forestal fueron recibidos justamente por medianos propietarios de Ñuble y Biobío (Camus, 2006).

La mayor parte de la producción forestal en la región se destina a la elaboración de celulosa y rollizos y, en menor proporción, a tableros, chapas y madera dimensionada. Todos productos de exportación. En el caso de la celulosa representa sobre el 50% de las exportaciones forestales (56,7% en 1987 y 58% en 1995), a continuación le sigue en importancia la madera aserrada equivalente a la 13,2% y 5,4% en ambos años (Mardones, 2001). La evolución de la producción de madera aserrada en la región es sostenida en el tiempo y equivale a casi el 65% de la producción nacional (Figura 2).

Figura 2
Producción de madera aserrada en la VIII Región del Biobío y el país

Fuente: INFOR (INFOR 2006)

En la región se han desarrollado, recientemente, importantes proyectos industriales de capitales privados, como el Complejo Forestal Industrial Itata (CFI) y centrales hidroeléctricas Pangue y Ralco. Los dos grandes conglomerados forestales (Arauco y Mininco) pertenecientes a CMPC abastecen el mercado de madera aserrada de alto rendimiento y a su vez son los principales demandantes de chips y rollizos de celulosa. El 30% de las plantaciones de pequeños y medianos propietarios no producen la madera de calidad requerida, estando dispersos en diferentes regiones, y sin una articulación con el resto de la cadena productiva (Moguillansky y Silva, 2001). Estas autoras señalan:

“Medidas como el DL 701 orientado a la pequeña propiedad no son suficientes, no solo porque los pequeños propietarios hoy se ven con dificultades para operar por falta de títulos de propiedad y de capital inicial, sino también porque el manejo que actualmente le dan al bosque genera un producto que no es de óptima calidad, lo que no permite una orientación de la explotación hacia el mercado de la construcción y de los muebles” (Moguillansky y Silva 2001: 132).

La Fundación Chile en sociedad con el Ministerio de Agricultura y CORFO están desarrollando el proyecto Sociedad Inversora Forestal (SIF) de apoyo a los pequeños propietarios, a los cuales se les paga por el usufructo de las tierras para la plantación y la producción al momento de la cosecha es comprada por las grandes empresas forestales Mininco y MIllalemu (Moguillansky y Silva, 2001). Esta iniciativa, junto con la bonificación del nuevo DL 701, y el uso de créditos, como por ejemplo bonos de carbono constituye una importante posibilidad para revertir la precaria condición de los pequeños propietarios frente a los grandes conglomerados (Moguillansky y Silva, 2001: 132).

Modelación espacial de políticas forestales en la cuenca del río Chillán

En términos espaciales a fines de la década del setenta las plantaciones forestales se concentraban en la cordillera costera, principalmente en la provincia de Arauco y en algunos sectores de la llanura piedmontana, sobre todo en los suelos arenosos del cono aluvial del río Laja. Hacia 1985 “la forestación se extendió hacia la precordillera andina, ocupando suelos abandonados por la ganadería o superficies con vegetación nativa degradada, en la que se han establecidos bosques que hoy están dentro de los de más alta productividad en la región y el país” (Mardones, 2001: 268).

Las condiciones de suelo y clima (clima templado cálido con invierno húmedo, humedad ambiental permanente, suelos arenosos y arcillosos adecuados) son favorables para el crecimiento de diferentes especies forestales, especialmente, de pino insigne cuya rotación fluctúa entre los 20 y 25 años, la mitad de lo que demora en Canadá, un tercio de lo que tarda en Suecia y algo inferior a lo observado en Nueza Zelanda y EE.UU (Gana, 1983, citado en Camus, 2003, p. 250).

La superficie total de la región es 36.929,3 km2 de los cuales 23.560 km2 corresponden a suelos silvoagropecuarios. De este total un 14% se usa en agricultura, 40% en ganadería y un 46% en actividades forestales. En términos de uso potencial, un 11% corresponde a superficie agrícola, 37% a uso ganadero y 52% al uso forestal (Mardones, 2001); de lo cual se desprende que sólo 429 hectáreas serían factibles de forestar en la región.

De acuerdo a los datos del último Censo Agropecuario el 47% de la superficie plantada en la región corresponde a cobertura forestal; a su vez un 35% en la provincia de Ñuble; y un 28% en la comuna de Chillán y Chillán Viejo. La distribución de los otros cultivos para estos tres niveles administrativos se aprecia en la Figura 3.

Figura 3
Superficie plantada según región, provincia y comuna

Fuente: VII Censo Nacional Agropecuario y Forestal (INE 2008)

La cuenca del río Chillán se ubica entre los 71º00’ y 72º30’ de longitud oeste y los 36º30’ y 37º00’ de latitud sur, y es una de las principales tributarias de la gran cuenca del río Itata que tiene una superficie de 11.090 km2 (Niemeyer y Cereceda, 1984). La cuenca del río Chillán posee un área de 822 km2 y tiene una extensión sentido SE-NW de 105 km, naciendo en la falda poniente de Los Nevados del Chillán en la Cordillera de Los Andes, a unos 3.200 metros de altitud, y confluye en el río Ñuble que es la mayor arteria del sistema Itata, a 75 msnm en la depresión intermedia.

En el caso de la cuenca de Chillán las plantaciones forestales, identificadas mediante interpretación visual de imágenes satelitales Landsat TM [2], crecieron de 11.814 hectáreas en el año 1999 a 19.118 hectáreas en 2007.

Los criterios para el modelo de EMC booleano propuesto para plantaciones forestales han sido extraídos de algunos de los requisitos para postular al subsidio estatal, de acuerdo a lo estipulado en el DL N° 701 [3], cuyo texto original fue reemplazado por el Decreto Ley Nº 2.565, de 1979 y luego modificado por la Ley Nº 19.561 de 1998 y el Decreto Supremo N° 52, de Agricultura, de 2001 orientado a favorecer al pequeño propietario rural.

La calificación de aptitud preferentemente forestal se define como todos aquellos terrenos que por las condiciones de clima y suelo no deban ararse en forma permanente, estén cubiertos o no de vegetación, excluyendo los que sin sufrir degradación puedan ser utilizados en agricultura, fruticultura o ganadería intensiva (Ministerio de Agricultura, 1974). Para ello, se han adaptado las Clases de Capacidad de Uso de Suelo utilizadas por el Centro de Información de Recursos Naturales (CIREN) que señala la relativa adaptabilidad de los suelos a ciertos cultivos y riesgos que se pueden presentar al usarlos. Son ocho clases, que se designan con números romanos ordenadas según sus crecientes limitaciones y riesgos en el uso.

De esta forma los suelos clase VII, VI y V se han considerado como categorías preferentemente forestales. La clase VIII no se ha considerado ya que corresponde a suelos sin valor agrícola, ganadero ni forestal. La condición de fragilidad del suelo [4] se ha determinado en función del tipo de erosión para cada clase de suelo, según el Estudio Agrologico de la VIII región del Biobío, algunas ortofotos escala 1:20.0000 de la cuenca (CIREN, 1999 y 2008).

El DL 701 también define condiciones para los suelos que no sean de aptitud preferentemente forestal [5]. Es importante destacar que este Artículo está orientado a los pequeños propietarios forestales [6] que tienen suelos con problemas de degradación, incluyendo suelos arables y de riego. En esta condición se encuentran muchos suelos del secano costero de la cordillera de la Costa que, como se mencionó anteriormente, fueron sometidos una intensiva explotación especialmente de cultivo de trigo, entre los años 1830 y 1930. De esta forma la política forestal se orienta a facilitar la recuperación de estos suelos mediante la plantación de bosques independiente de su aptitud forestal.

Es importante aclarar que el DL 701 entiende por suelo degradado [7] a los suelos que presentan categorías de erosión de moderada a muy severa [8]: al igual que en el caso anterior la selección de suelos con erosión moderada y severa se ha extraído del Estudio Agrologico (CIREN, 1999).

Una síntesis de los criterios booleanos utilizados en la EMC para determinar la capacidad de acogida forestal se aprecia en el Cuadro 1.

Cuadro 1
EMC de plantaciones forestales en función de criterios del DL 701

Coberturas

Descripción del criterio aplicado

· Clases de capacidad de uso y erosión del suelo

Suelos aptos (1): suelos clase VI y VII con erosión severa (Articulo 3, letra a)

· Clases de capacidad de uso, erosión del suelo y predios rurales

Suelos aptos (1): suelos clase IV, VI, VII con erosión moderada y severa y pertenecientes a pequeños propietarios (< 12 hectáreas) (Articulo 4, letra a)

Fuente: Elaboración propia.

Las áreas modeladas de acuerdo a la aptitud forestal según los criterios del DL 701 fueron relacionadas con las nuevas áreas de extensión forestal para el período 1999-2007. La superposición de ambas coberturas indica que en sólo 606 hectáreas hay una coincidencia entre las áreas modeladas y las áreas realmente forestadas con plantaciones exóticas (Figura 4). En otras palabras, se podría indicar que el objetivo de favorecer la forestación del pequeño propietario campesino que posee terrenos con aptitud forestal mediante el subsidio estatal DL 701 del año 1998, no ha sido importante en la cuenca del río Chillán. Más bien, se hace patente la fuerte presión de los grandes conglomerados forestales del sector privado por extender sus plantaciones a lo largo de la cuenca.

Figura 4
Cuenca del río Chillán. Crecimiento de plantaciones forestales y modelación del DL 701

Fuente: Elaboración propia

Paradojalmente el Estado ha financiado más de 90% de las plantaciones forestales a través DL 701 original de 1974, y los activos generados son parte del patrimonio de los principales grupos económicos del país, que controlan el sector y que de esta manera han sido los beneficiarios directos de la política de subsidios (Moraga y Rodríguez, 1989, citado en Mardones, 2001: 451). En efecto, según cifras de Aguayo y Contreras (1989, citado en Mardones, 2001) plantean que entre el grupo Matte y Angelini controlarían el 39,6% de la propiedad de las plantaciones forestales, 63,3% de la producción industrial y 69% de las exportaciones del sector (Mardones, 2001).

El análisis de la distribución espacial de las nuevas áreas de extensión forestal en la cuenca de Chillán permite distinguir tres patrones de ocupación. El primero, de mayor extensión, se distribuye en la depresión intermedia al sur del río Chillán, en su sección media. Este sector presenta terrenos con aptitud forestal en cuanto a su capacidad de uso y nivel de erosión, no obstante la proyección hacia el norte, hacer prever un escenario de potencial conflicto entre los usos forestales y agrícolas de mantenerse la tendencia invasiva del primero, especialmente en el caso que se traspasará la barrera impuesta por el río Chillán. Esto implicaría que la población campesina se vería obligada a vender su tierra, para trasladarse a los núcleos urbanos vecinos, muchas veces engrosando los cordones de pobreza, o bien pasaría a transformarse en mano de obra forestal como única forma de obtener ingresos para subsistir (Mardones, 2001). En este caso, bajo un ambiente laboral de alta inestabilidad considerando el carácter estacional de las faenas forestales y las precarias condiciones de subcontratación del trabajador rural no calificado.

Las áreas cercanas a plantaciones existentes se les puede considerar como áreas forestales en potencia, no tan solo por sus condiciones naturales, sino porque cuentan con una serie de condiciones favorables como cercanía a vías de comunicación y centros de producción, existencia de caminos forestales, sistema de riego, cortafuegos y otros equipamientos de apoyo a la extracción silvícola que incentivan el cambio de uso de suelo.

El segundo patrón se concentra en la precordillera andina, planteando un conflicto de uso entre la pérdida de bosque nativo por avance altitudinal de las plantaciones forestales. Al respecto el estudio del IGM (Mardones, 2001) plantea que hasta ahora el desarrollo forestal había estado limitado principalmente a la cordillera de la Costa y depresión intermedia, pero a futuro se espera que las provincias de Biobío y Ñuble sean el nuevo polo de desarrollo. En efecto, a partir de 1975 se plantan extensas superficies en la precordillera andina, que ya en 1985 sumaban más de 50.000 hectáreas. Esto se evidencia claramente en la parte superior de la cuenca de Chillán, transformando el avance forestal como un elemento de potencial amenaza al bosque nativo.

Una proyección de esta tendencia en el tiempo implicaría una importante pérdida significativa en la calidad ambiental de la cuenca, incluyendo destrucción de hábitats, alteración del ciclo hidrológico y contaminación de suelos y acuíferos. Adicionalmente al problema de reconversión del bosque nativo se suma la explotación no regulada de éste y el escaso interés de las autoridades de regularla. Un antecedente a la causa: el proyecto de ley de bosque nativo ha “dormido” en el Congreso por más de 16 años esperando ser aprobado. 

Finalmente, el tercer foco incipiente de crecimiento forestal surgido en esta última década es el que se presenta en la parte inferior de la cuenca. Una probable explicación es la influencia territorial que ha ejercido el Complejo Forestal Itata sobre la cuenca del Ñuble que incluye a la de Chillán, lo cual ha implicado un interés económico de reconvertir muchos predios a un uso forestal, por lo cual, se plantea que las áreas más cercanas a este complejo tienen mayor probabilidad para cambiar de uso. Esto considerando la tendencia de las nuevas plantaciones a localizarse en áreas con buena accesibilidad, para poder transportar las materias primas a puertos de embarques, centros de producción de productos semielaborados como aserraderos, o industrias de mayor escala como plantas de celulosa.

Algunas ideas finales

Las consecuencias de la política forestal y el modelo de libre mercado han transformado a la región del Biobío en un polo de crecimiento forestal. Las consecuencias territoriales implican que algunos sectores, como la cuenca del Chillán tradicionalmente agrícola, se vayan forestando más por las condiciones del mercado internacional que ejerce una presión sobre el cambio de uso que por las ventajas naturales que ofrece la zona.

La modelación espacial del DL 701 de 1998 recoge ciertos criterios que permiten identificar zonas con aptitud forestal destinadas a pequeños propietarios, no obstante las nuevas áreas de extensión forestal identificadas en la cuenca del Chillán demuestran un predominio que ejercen las grandes empresas forestales.

Esto permite proyectar un escenario donde las plantaciones de pino continuarán desplegándose en el espacio si es que la demanda internacional de productos forestales se mantiene. ¿Es sostenible esta dinámica forestal en el tiempo? Los modelos predictivos de cambio de uso de suelo, junto al análisis retrospectivo de políticas económicas y accionar de agentes económicos actuales pueden ayudar a esta tarea. Esta contribución es una invitación para seguir profundizando en ello.

Notas

[1] Investigación financiada por Proyecto Fondecyt de Iniciación Nº 11060278. Se agradece la colaboración de los ayudantes de investigación Rodrigo Jara y Raúl Henríquez del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

[2] Esta clasificación de uso de suelo consideró como apoyo las coberturas de Catastro de Bosque Nativo (CONAF-CONAMA-BIRF, 1997), estudio de la cuenca de Chillán del centro EULA año 2000 y visitas a terreno año 2007.

[3] Artículo 3°.- La calificación de terrenos de aptitud preferentemente forestal, para efectos de optar a las bonificaciones establecidas en el decreto ley, sólo procederá cuando los terrenos propuestos a calificar posean tal aptitud y correspondan a: a) Suelos frágiles, los cuales serán previamente certificados por organismos públicos o privados con competencia en materia de suelos y que estén acreditados en el registro que, para tales efectos, abrirá la Corporación;

b)  Suelos ñadis;

c)  Suelos ubicados en áreas en proceso de desertificación;

d) Suelos de secano degradados y dunas; y

e)  Suelos de propiedad de pequeños propietarios forestales (Ministerio de Agricultura, 1998).

[4] Suelos frágiles: Aquellos susceptibles de sufrir erosión severa, debido a factores limitantes intrínsecos, tales como pendiente, textura, estructura, profundidad, drenaje, pedregosidad u otros, debidamente certificados por los organismos competentes que establezca el reglamento de esta ley (Ministerio de Agricultura, 1974).

[5] Artículo 4º.- Para efectos de optar a las bonificaciones establecidas en el decreto ley, en otro tipo de suelos que no sean de aptitud preferentemente forestal, procederá el reconocimiento de suelos forestables. En este caso, los terrenos deben corresponder a:

a)  Suelos degradados de cualquier clase para la forestación por pequeños propietarios forestales, en adelante, suelos degradados de pequeños propietarios forestales;

b)  Suelos de secano arables ubicados en áreas en proceso de desertificación;

c)  Suelos de secano arables, degradados;

d)  Suelos de clase IV de riego, que tengan la naturaleza de tales, conforme a la clasificación que utiliza el Servicio de Impuestos Internos en la tasación fiscal de los terrenos y que, además, se encuentren degradados, y

e)  Suelos para el establecimiento de cortinas cortavientos destinadas a proteger suelos degradados de cualquier clase o con serio peligro de erosión por efecto de la acción eólica (Ministerio de Agricultura, 1998).

[6] Según el DL 701 pequeño propietario forestal corresponde a la persona que, reuniendo los requisitos del pequeño productor agrícola, definido en el artículo 13 de la ley Nº 18.910, trabaja y es propietaria de uno o más predios rústicos, cuya superficie en conjunto no exceda de 12 hectáreas de riego básico, de acuerdo a su equivalencia por zona, fijada en el referido texto legal (Ministerio de Agricultura, 1974).

[7] Suelos Degradados: Aquellos suelos de secano y los de clase IV de riego según la clasificación que utiliza el Servicio de Impuestos Internos en la tasación fiscal de los terrenos para determinar los avalúos agrícolas, que presentan categorías de erosión de moderada a muy severa, susceptibles de ser recuperados mediante actividades, prácticas u obras conservacionistas del uso del suelo (Ministerio de Agricultura, 1974).

[8] Erosión Moderada: Aquélla en que los suelos presentan signos claros de movimiento y arrastre de partículas del manto y surcos.

Erosión severa: Aquélla en que los suelos presentan un proceso activo de movimiento y arrastre de partículas del manto y cárcavas (Ministerio de Agricultura, 1974).


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