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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

DE FRONTERA DE LA CRISTIANDAD A FRONTERA DE LA O.T.A.N.: CAMBIOS EN EL SISTEMA DEFENSIVO DEL MEDITERRÁNEO ESPAÑOL

Antonio Gil Albarracín
Doctor en Historia
Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada
agilalbarracin@yahoo.es


De frontera de la Cristiandad a frontera de la O.T.A.N.: cambios en el sistema defensivo del Mediterráneo español (Resumen)

La costa mediterránea española, tras la expansión musulmana quedó incorporada en el siglo VIII al Islam, pero un largo proceso que se completaría a finales del siglo XV la transformaría en frontera de Cristiandad, frente al Islam que desde el siglo VIII continúa ocupando el litoral africano de dicho mar. El litoral mediterráneo español, incluyendo el estrecho de Gibraltar, sigue cumpliendo a comienzos del siglo XXI la misma función de frontera entre naciones y culturas, como límite del territorio defendido y amparado por la U.E.O. y la  O.T.A.N.

Palabras clave: Cristiandad, Islam, Mediterráneo, O.T.A.N., U.E.O.


From the border of Christendom to the border of the N.A.T.O.: changes in the defensive system of the Spanish Mediterranean seabord (Abstract)

The Spanish Mediterranean coast, after the Muslim expansion, became part of Islam in the 8th century, but a long process which ended at the end of the 15th century transformed it into the border of Christendom against Islam which since the 8th century has been occupying the African shore of the Mediterranean. The Spanish Mediterranean seaboard, including the strait of Gibraltar, has been doing at the beginning of the 21st century the same function of frontier between countries and cultures, as limit of the land defended and protected by the W.E.U. and NATO.

Key words: Christendom, Islam, Mediterranean sea, N.A.T.O., W.E.U.


El Mediterráneo, único mar cuyas aguas bañan tres continentes, ha sido hasta el siglo XIX un espacio cerrado, salvo la puerta del estrecho de Gibraltar; mitificado desde la antigüedad al atribuir a Hércules su presumible apertura[1]. Sólo la combinación de la tecnología y la capacidad de empresa ha sido capaz de construir un canal por Suez que proyecta el Mediterráneo, a través del mar Rojo, hacia otros océanos.

Asoman al Mediterráneo cuatro penínsulas, tres europeas y una asiática; costas articuladas e islotes facilitaron la navegación y desde que el hombre aprendió a surcar sus aguas ha sido una vía de comunicación de las personas y de sus culturas, pero también ha facilitado que por el mismo se trasladaran las agresiones y las confrontaciones entre los partícipes de unas y otras.

A orillas del Mediterráneo se inventó el alfabeto, se han formado las principales religiones monoteístas de la tierra y se han alternado algunas épocas de paz con abundantes periodos de enfrentamientos que, a partir del siglo VIII solían realizarse en el nombre de dos de las religiones monoteístas surgidas a sus orillas; la tercera, la judaica, decana de las mismas, se hallaba desde hacía siglos en diáspora y sus comunidades carecían de capacidad militar para participar en dicha confrontación[2].

Son tradicionales los debates acerca de las consecuencias de la ruptura de la unidad cultural y religiosa mediterránea, pero nadie puede poner en duda que las consecuencias para la población fueron catastróficas, pues el Mediterráneo se convirtió, en palabras de Braudel, un mar en cuyas orillas[3]:

“El hombre es pieza de caza, carne de tortura y de presidio, mercadería de venta a lo largo de todo el Mediterráneo, en medio de todas las miserias, los horrores y santidades de un inmenso campo de concentración”.

Ciertamente el autor francés refería su análisis al siglo XVI, motivo fundamental de su estudio, pero son extensivas al agitado milenio que se extiende entre los siglos VIII y XVIII.

El valor estratégico de la Península Ibérica

El litoral mediterráneo español, en el extremo occidental del continente europeo, ocupa una posición geográfica, entre dos mares y dos continentes, que ha supuesto un notable estímulo de relación y de apetencia que ha forzado a dotarlo de un notable dispositivo defensivo desde la antigüedad[4].

La importancia geoestratégica del estrecho de Gibraltar y de la costa mediterránea española resultaría de menor valor cuando Roma consiguió controlar el litoral de todas las tierras mediterráneas, transformándolo en Mare Nostrum. Sin embargo, las crisis que condujeron a la desaparición del control romano de Occidente y el auge de un movimiento político-religioso surgido en el siglo VII en Arabia acabaría por dividir el Mediterráneo en dos realidades culturales y militares enfrentadas desde entonces durante la mayor parte de su historia, que siguen marcando su actualidad.

La antigua Hispania de los romanos se transformo a partir del siglo VIII, bajo dominio islámico, en Al-Ándalus  y su territorio se convirtió durante la edad media en uno de los espacios de confrontación de ambos bloques religioso-militares a orillas del Mediterráneo.

El litoral mediterráneo peninsular quedó bajo control musulmán, salvo el extremo septentrional que pasó a control carolingio entre los siglos VIII y IX, ampliando los condes de Barcelona su extensión ya en e siglo XII; pero sería en el siglo XIII cuando, tras el fracaso almohade, las costas levantinas de Valencia, Murcia y las insulares de Baleares quedarían bajo control de la Cristiandad, igual que las atlánticas de la baja Andalucía, iniciándose un largo enfrentamiento, que se prolongaría a lo largo de todo el siglo XIV por el control del estrecho de Gibraltar y una centuria más tarde sería liquidado el poder islámico de Granada. Al final de dicho enfrentamiento el litoral mediterráneo peninsular, volvió a hallarse bajo control de poderes políticos cristianos. Hitos importantes de dicho enfrentamiento fueron los siguientes[5]:

Cuadro 1
Cambios en la frontera del litoral mediterráneo ibérico entre la Cristiandad y el Islam en el medievo

- 711-720: Ocupación islámica de Hispania/Al-Ándalus.
- 778-801: Formación por Carlomagno de la Marca Hispánica.
- 1095-1149: Ocupación del resto de Cataluña.
- 1229-1287: Incorporación de Valencia y de Baleares a la corona de Aragón.
- 1212-1265: Conquista del valle del Guadalquivir y del reino de Murcia por Castilla.
- 1292-1394: Control de estrecho de Gibraltar por Castilla.
- 1482-1492: Conquista de del reino de Granada por los Reyes Católicos

La importancia simbólica de fecha de liquidación del poder islámico peninsular que también coincide con el primer viaje de Colón a América, se ha considerado de tal importancia que se ha situado tradicionalmente en ella el cambio de la edad media a la moderna, frente a la convención internacional que adjudica el mismo a 1453, año de la caída de Bizancio en poder de los turcos.

La intervención en el Norte de África

El empuje bélico de los reyes peninsulares se proyectó sobre África, donde ya contaba con antecedentes pero quedo plenamente justificado por el testamento de Isabel la Católica, en el que se apoya el ambiente de cruzada existente durante la regencia del Cardenal Jiménez de Cisneros, que debía de concluir con la toma de Jerusalén, aunque la misma nunca llegó a realizarse, como es de sobra conocido[6].

Este esfuerzo bélico significo la ocupación de diversas ciudades en el Norte de África.

Cuadro 2
Ocupaciones cristianas en el Norte de África (siglos XV y XVI)

- 1415. Ceuta
- 1497. Melilla
- 1505. Mazalquivir
- 1508. Peñón de Vélez de la Gomera
- 1509. Orán
- 1510. Bediaia / Bugía, Trípoli, Túnez

Excepto la ocupación de Ceuta realizada por portugueses, bajo cuyo dominio permaneció entre 1415 y 1656; desde entonces fue territorio español. Intervenciones similares se produjeron en el siglo XVII, cuando aún se recurrió a la ocupación de plazas africanas para neutralizar núcleos dedicados a la piratería.

Cuadro 3
Ocupaciones españolas en el Norte de África (siglo XVII)

- 1610-1689. Larache
- 1614-1689. La Mamora

Eran intentos baldíos por acabar con una piratería que se convirtió en endémica durante al menos tres siglos en casi todos los mares de la tierra.

Aquella política en el Norte de África, se halla en el origen de la intervención en el territorio marroquí a mediados del siglo XIX y de la creación del protectorado español de Marruecos, establecido entre la firma del Acuerdo Franco-Español de 27 de noviembre de 1912 y el reconocimiento, el 7 de abril de 1956, de la independencia de dicho país. Aún más tarde España se desligó de otros territorios africanos, alejados del Mediterráneo, como Sidi Ifni y Sáhara, creando agravios diversos que aún no han sido totalmente resueltos.

La fortificación del litoral mediterráneo

También se plantearon a lo largo del siglo XVI grandes batallas en el Mediterráneo intentando resolver el enfrentamiento entre Cristiandad e Islam, la batalla de Lepanto, ocurrida el 7 de octubre de 1571, sería la última gran muestra, pronto neutralizada por los hechos, y el traslado de las rutas más lucrativas de la economía mundial al Atlántico antes de concluir el siglo XVI, asignaron un papel secundario para este mar a partir de entonces; no obstante, su carácter de frontera cultural será causa justificante suficiente por el que[7]:

“La Cristiandad mediterránea levanta, pues, contra el Islam, una serie de ‘cortinas’, de frentes fortificados, de largas líneas defensivas detrás de las cuales, consciente de su superioridad técnica, se sentía más segura”.

Frente a dicha intervención los turcos fortifican poco y mal sus costas y las de las regencias norteafricanas dependientes de ellos.

Las costas mediterráneas y atlánticas españolas (situadas entre las fronteras de Francia y de Portugal) han sido históricamente divididas para su defensa durante la mayor parte del último medio milenio en los sectores defensivos o capitanías generales que figuran en el cuadro 4, con las provincias en que se dividen desde 1833, enumeradas de Este a Oeste.

Cuadro 4
Capitanías históricas y provincias desde 1833 de la costa española
(levantina y andaluza)

 

En realidad el sistema defensivo del litoral heredado de los musulmanes era bastante endeble, sirva de ejemplo la costa del reino de Granada, donde una década después de su incorporación a la corona de Castilla de los 71 establecimientos militares existentes 33 eran estancias, es decir, puestos de vigilancia sin fortificación asociada, 27 torres y 11 poblaciones, incluyendo las obras erigidas por los Reyes Católicos desde que ejercían su responsabilidad sobre el territorio; además la calidad y densidad de la defensa se precarizaba conforme el territorio se alejaba del estrecho.

Figura 1
Dispositivo de defensa de la costa del reino de Granada en 1501

Elaboración del autor

La labor a desarrollar era inmensa y fue encomendada a ingenieros militares, que resultaron ser grandes planificadores espaciales del litoral cuya defensa les fue encomendada, y las costas mediterráneas europeas en general y españolas en particular se dotaron de un notable conjunto de fortalezas abaluartadas. Se trata de fortificaciones que, para contrarrestar los avances de la artillería, rebajaron su altura, aumentaron el grosor de los muros y se dotaron de bastiones angulares, que facilitaran la observación de las murallas y sirvieran de plataforma para las baterías artilleras, dando a menudo lugar a un plano poligonal con bastiones triangulares, que resultaba sencillo, flexible y, normalmente, rápido de construir, manteniendo la función básicamente defensiva. Este esfuerzo alcanzó redoblado impulso durante el reinado de Felipe II, en el que se hicieron importantísimas inversiones para poner a punto el citado dispositivo[8].

El siglo XVII fue un siglo de penuria económica, de abandono parcial y de privatización de la defensa del litoral, que empobreció notablemente el dispositivo defensivo heredado de la anterior centuria[9].

El siglo XVIII supuso un cambio de dinastía con la instalación de la familia Borbón en la monarquía española y nuevas pautas de organización del territorio y de su defensa pero, en la guerra internacional que desencadenó la disputa por el trono, Inglaterra aprovechó para apoderarse de la plaza de Gibraltar, desde la cual controla desde entonces el acceso al Mediterráneo[10].

Entre las reformas borbónicas cabe destacar la creación a partir de 1711 del cuerpo de ingenieros militares, grandes técnicos de la organización del espacio, y la división desde 1726 de las costas españolas en tres departamentos marítimos, cuyas cabeceras se situarían en Cartagena, Cádiz y El Ferrol, afectando las dos primeras al área de estudio[11].

También hubo planes parciales que facilitaron la fortificación de tramos específicos del litoral o la renovación de su dispositivo de defensa y reglamentos que afectan a una capitanía general completa, como sucede con la del reino de Granada, para la que fue preparado por un concienzudo informe de Antonio María Bucarelli y Ursúa, mariscal de campo, que fallecería años más tarde desempeñando el cargo de virrey de Nueva España. Basándose los trabajos de Bucarelli, el  18-8-1764 fue promulgado por el monarca el[12]:

 Reglamento que Su Magestad manda observar en las diferentes clases destinadas a el Real Servicio de la Costa del Reino de Granada.

Se trataba de un plan de fortificación de la costa y redespliegue de las tropas y recursos disponibles, por que se establecían 113 instalaciones militares diversas, que tuvieron la distribución que se aprecia en la figura 2.

Figura 2
Dispositivo defensivo de la costa del reino de Granada, tras el reglamento de 1764


Elaboración del autor

La actualización del dispositivo de defensa fue combinada con una serie de tratados de paz y comercio que se firmaron con los poderes islámicos mediterráneos[13].

Cuadro 5
Tratados de paz y comercio
(año y país)

- 1766. Marruecos
- 1782. Turquía
- 1784. Trípoli
- 1786. Argel
- 1791. Túnez

La combinación de la modernización de los medios de defensa del litoral español con la diplomacia darían como resultado la liquidación de la que los historiadores magrebíes denominan como guerra de los 300 años, un enfrentamiento continuado que, pese a la falta de hechos llamativos, supuso un extraordinario sufrimiento para las poblaciones de ambas orillas del Mediterráneo.

Esta eficaz defensa del litoral, unida a la firma de los citados tratados de paz, amistad y comercio, dieron lugar a que las relaciones con el Norte de África, tan conflictivas durante la mayor parte de la Edad Moderna, cambiaran hasta tal punto que antes de concluir el siglo XVIII encontramos comerciantes islámicos asentados en las ciudades portuarias españolas, como se comprueba por las firmas que estamparon en los protocolos de sus escribanos[14].

En conmemoración de la nueva situación, el salón noble del nuevo edificio de la Aduana de Barcelona, concluido a comienzos del reinado de Carlos IV, fue decorado por el pintor Pedro Pablo Montaña con una serie de imágenes relativas a los tratados de paz y comercio acordados entre Carlos III y diversos poderes islámicos mediterráneos, así como la liberación desde 1778 del comercio peninsular con América, también debida al citado monarca.

Figura 3
Recepción de Carlos III a una embajada de paz y comercio de Turquía.
Pedro Pablo Montaña, Salón de honor de la antigua Aduana de Barcelona, actual Subdelegación del Gobierno

Destrucción y la obsolescencia de las fortificaciones costeras

Las guerras desencadenadas por la revolución francesa y la ocupación del territorio español provocaron la destrucción del dispositivo de defensa y la penuria posterior al conflicto dificultó su restauración, que además habría sido inútil, porque la revolución industrial con los cambios tecnológicos introducidos por los avances científicos en los sistemas de armamentos, especialmente: el cañón de ánima rayada y la granada hueca explosiva, entre otros, permitieron aumentar el alcance y precisión de la artillería y su capacidad destructora, obligando a la adopción de sistemas defensivos acasamatados y protecciones de blindajes diversos.

El sistema defensivo del litoral quedó completamente obsoleto y hacia mediados del siglo XIX la mayor parte de estas instalaciones acabaron siendo transferidas a los cuerpos policiales encargados de la lucha contra el contrabando y, en algunos casos, ya en la segunda mitad de la centuria, sencillamente desamortizados mediante subasta al mejor postor, proceso privatizador que ha proseguido posteriormente y no se ha detenido aún en la actualidad.

Es cierto que también se trabajó en la actualización del dispositivo defensivo más sensible como ocurre, entre otras plazas, con la de Cartagena, la principal base naval española del Mediterráneo peninsular, que fue declarada en 1842 de primer orden, iniciándose estudios para proceder a su efectiva defensa, junto a la de otras de similar categoría, aunque la ejecución de las nuevas fortificaciones se dilató durante décadas, dando lugar a que frecuentemente quedaran obsoletas antes de ser operativas.

Uno de los últimos ejemplos de dispositivo defensivo emplazado sobre el propio territorio son la sucesión de búnqueres iniciados por la administración republicana al terciar el siglo XX, posteriormente continuados por el gobierno franquista triunfante del conflicto armado, ante el temor de una intervención de los vencedores en la II Guerra Mundial. Sus restos aún festonean el litoral mediterráneo español, siendo su utilidad más que dudosa para frenar cualquier acción decidida realizada con armamento moderno[15].

Fue el último intento español para desarrollar una defensa estática del litoral que antes de mediar el siglo XX quedó abandonada ante el fracaso de dispositivos mucho mejor dotados como la Línea Maginot o la Línea Sigfrido, que fracasaron en sus objetivos de impedir la invasión alemana de Francia o la de Alemania por los ejércitos aliados a lo largo de la II Guerra Mundial, así como el Muro del Atlántico, otro dispositivo de defensa del litoral europeo  que no pudo impedir el desembarco aliado en la costa francesa de Normandía. En realidad se trataba de un sistema de defensa estático ya obsoleto que careció de efectividad frente a la acción combinada del arma aérea, la potencia desarrollada por la artillería en aquellas fechas y la agilidad de las unidades motorizadas y aerotransportadas.

La modernización de la defensa

Las dos guerras mundiales que desbastaron los campos de Europa, pero España se mantuvo neutral, aunque tuvo que sufrir el enfrentamiento armado del que se derivaría la segunda dictadura del siglo XX español, que sólo concluyó con el fallecimiento del dictador y una transición en la que se impuso un cambio pactado, que abrió el camino a una necesaria democracia, sin exigir responsabilidades a los beneficiarios del régimen dictatorial.

Durante la dictadura, pese al aislamiento internacional, España quedó ligada militarmente al bloque occidental mediante los Acuerdos España-EE.UU. de ayuda económica, ayuda para la mutua defensa y el convenio defensivo de 26 de septiembre de 1953, que permitieron el establecimiento diversas bases militares en territorio español, especialmente en Zaragoza, Torrejón de Ardoz (Madrid), Morón de la Frontera (Sevilla) y Rota (Cádiz), entre otras instalaciones menores que pasaron desde entonces a formar parte del despliegue mundial del ejército norteamericano en el marco de la guerra fría.

Sería en las postrimerías del siglo XX, coincidiendo con la normalización democrática española, cuando se produjo su incorporación a instituciones internacionales políticas y militares, entre las que destacan:

Cuadro 6
Organizaciones internacionales políticas y militares

U.E. (Unión Europea, en inglés E.U.)
U.E.O. (Unión Europea Occidental, en inglés W.E.U.).
O.T.A.N. (Organización del Tratado del Atlántico Norte, en inglés N.A.T.O.)

La U.E., surge de la necesidad de acabar con la confrontación entre las potencias europeas, origen de dos guerras mundiales en las primeras décadas del siglo XX, y tiene como antecedente el Tratado de París firmado el 18 de abril de 1951 por el que se formó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (C.E.C.A.); los mismos 6 países firmantes serían los signatarios el 25 de marzo de 1957 del Tratado de Roma, originario de la Unión Europea, entonces denominada Comunidad Económica Europea. El proceso de incorporación de los 27 países miembros se ha producido en siete etapas que aparecen enumeradas en el cuadro 7.

Cuadro 7
Incorporación 27 países miembros U. E.


(Fuente: europa.eu/index_es.htm. Elaboración del autor)

En el cuadro 8 aparecen dichos países agrupados por orden alfabético incluyendo en cada caso la fecha de firma del tratado de adhesión y la entrada en vigor de la misma.

Cuadro 8
27 Países miembros U.E. (2007)


(Fuente: europa.eu/index_es.htm. Elaboración del autor)

El éxito político de la U.E. ha dado lugar a una de las épocas más largas de cooperación y prosperidad de la historia del continente y a la formación de una de las grandes potencias económicas mundiales.

Superadas las principales secuelas políticas ocasionadas por sus respectivas dictaduras, España y Portugal firmaron su adhesión a la organización el 12 de junio de 1985, aunque su incorporación tendría efecto desde el 1 de enero siguiente, siendo desde entonces ambos países miembros de pleno derecho.

De aquellas fechas, aunque algo anterior, es la creación de la U.E.O., que surge a partir del Tratado de Bruselas, firmado el 17 de marzo de1948, posteriormente reformado por los Acuerdos de París, de 23 de octubre de 1954, aunque esta organización quedó sumamente oscurecida por el protagonismo de otros organismos, fue revitalizada a partir de 1990, con la intención declarada de convertirla en órgano militar de la U.E.; ese mismo año  ingresó España como país miembro.

En el cuadro 9 se indica que la U.E.O. se compone en la actualidad de 28 países, que participan en sus reuniones agrupados en cuatro categorías[16].

Cuadro 9
28 Países de la U.E.O. (Año y tipo de incorporación)


(Fuente: www.weu.int. Elaboración del autor)

La O.T.A.N. se fundó con la firma por 10 países del Tratado de Washington el 4 de abril de 1949, aunque no entró en vigor hasta el 24 de agosto de 1949 en que se completó su ratificación por todos los países firmantes; como figura en el cuadro 10, posteriormente se han ido incorporando otros estados hasta sumar el número de 26 que actualmente conforma la organización[17].

Cuadro 10
Incorporación 26 países miembros O.T.A.N.


* En 1954 República Federal Alemana
(Fuente: www.nato.int. Elaboración del autor)

Surgida en el marco de la guerra fría para oponerse al expansionismo de la Unión Soviética y entre 1955 y 1991 al Pacto de Varsovia, organización militar formada en torno a dicha potencia. El hundimiento del bloque soviético y del sistema que defendía ha dado lugar a que desde 1999 parte de los países que formaban parte del mismo se hayan incorporado a la O.T.A.N., siendo parte de los 26 miembros que lo conforman en la actualidad, cuya enumeración alfabética figura en el cuadro 11, incluyendo en cada caso su fecha de incorporación.

Cuadro 11
26 países miembros O.T.A.N. (2008)

(Fuente: www.nato.int. Elaboración del autor)

El aspecto que más ha sido destacado del tratado de Washington es su artículo 5, que literalmente señala[18]:

“Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, ser considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudar a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y todas las medidas adoptadas en consecuencia serán inmediatamente puestas en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales”.

El carácter disuasorio de esta parte del tratado, que también se ve reflejado en el resto del texto, es una de las claves fundamentales que ha dado efectividad a esta asociación militar desde su fundación.

Además, la potencia militar de los países que la componen y su capacidad de adaptación a las situaciones de cada momento han permitido que se integren nuevos miembros sin problemas destacables y que se mantenga un permanente proceso de modernización que se podría constatar con el análisis la evolución de sus estrategias y estructuras organizativas desde su inicio hasta el presente[19].

España en el marco de la O.T.A.N. y de la U.E.O.

La incorporación del ejército español al dispositivo de la O.T.AN. supuso necesariamente una aceleración de los procesos de modernización que, entre otras consecuencias, ha significado la casi definitiva superación de la estructura territorial que tenía el despliegue militar español hasta esa fecha, fundamentalmente orientado al control del territorio y de su población, quedando la defensa exterior como objetivo secundario; en febrero 1994 fue aprobado el Plan N.O.R.T.E. (Nueva Organización del Ejército de Tierra), en realidad la culminación de otros anteriores, que liquidaba por su caducidad la rígida estructura defensiva territorial que aun perduraba, quedando fuera de servicio casi todas las baterías que aún permanecían operativas, salvo las situadas en el estrecho de Gibraltar; además se produjo un redespliegue de unidades acantonando un número importante de las mismas en el Sur de España, a corta distancia de África y atentas a la defensa de las plazas de soberanía y del eje Baleares-Estrecho-Canarias, aunque con los sistemas de armamentos modernos el área a defender asignado a las instalaciones militares existentes en España, supera ampliamente el territorio español y abarca espacios aéreos y marítimos pertenecientes a otros socios de la organización cuya defensa le ha quedado así encomendada.

Desaparecido el peligro de la guerra frían nuevo factor en estrategia mundial y sus dispositivos de defensa ha sido el ataque realizado por Al-Qaeda el 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, que ha obligado a la búsqueda de nuevos objetivos y despliegues, en los cuales la situación estratégica de España ha dado lugar a que el año 2004 se instale en el cuartel de Retamares, en las cercanías de Madrid el Mando Conjunto SW de la O.T.A.N., con mando terrestre de hasta tres cuerpos de ejército[20].

En realidad, España ha reasumido, ya en el siglo XXI y en el marco de las organizaciones internacionales, a las que se ha incorporado gracias al establecimiento de una democracia estable, el papel que su situación geopolítica, como límite fronterizo de un área cultural durante más de un milenio, le ha obligado a desarrollar con suerte diversa durante la mayor parte de su historia; bien es cierto que en este momento el nivel de responsabilidad es muy superior, pues afecta a un importante sector de la población mundial, que confía en la efectividad de dichos acuerdos internacionales para garantizar su propia seguridad.

Es deseable que la función descrita nunca supere su carácter disuasorio: el mantenerse en dicha situación será la mayor muestra de su éxito.

Notas

[1] Gozalbes Cravioto 2007, 9-28.

[2] Braudel 1973, p. 48-64.

[3] Braudel 1953, tomo II, p. 98-106.

[4] Terán y Solé Sabarís 1978, p. 1-3, 135-144.

[5] García de Cortázar 1973, p. 49-176.

[6] García Oro 1992, p. 681-766. Torre y del Cerro  1974, p. 78-79.

[7] Braudel 1953, tomo II, p. 72-97.

[8] Cámara Muñoz 1990, I, 55-86, II, 53-94. Gil Albarracín 2004, 34-42.

[9] Gil Albarracín 2004, p. 42-44. Id. 2006 b, 306-308.

[10] Sáez Rodríguez 2006, p. 17-21.

[11] Capel, García, Moncada, Olivé, Quesada, Rodríguez, Sánchez y Tello 1983. Capel, Sánchez y Moncada 1988, 14-33. Rubio y de la Piñera 1988, p. 23-40, 59-62.

[12] Gil Albarracín 2004, 783-829, 1.151-1.202.

[13] Cantillo 1843, p. 505-507, 568-572, 590-594, 610-613, 634-639. Vilar y Lourido 1994,  110-112, 160-177, 319-382.

[14] Gil Albarracín 1997, p. 145-46.

[15] Campanera i Rovira 2006, 363-393. Gómez Vizcaíno 1998, p. 37-50. Guerrero Montero 2007, 42-50.

[16] www.weu.int.

[17] www.nato.int. Ortega Martín 2007, p. 292.

[18] www.nato.int.

[19] Ortega Martín 2007, p. 130-151.

[20] Ortega Martín 2005, 183-288. Pérez Navarro 2004, 6-12. Puell de la Villa 2001, 17.

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