menú principal

volver al programa

X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

VIDA EN LAS POSTALES: ESTRATEGIAS Y ADAPTACIONES DE LA POBLACIÓN LOCAL A LA CUESTIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL

José A. Cortés
jacorvaz@upo.es

Victoria Quintero
vquimor@upo.es

Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Vida en las postales: estrategias y adaptaciones de la población local a la cuestión del patrimonio natural y cultural (Resumen)

Las poblaciones locales no son meros espectadores ante la cuestión del patrimonio sino que responden a ésta reformulando sus discursos y reelaborando sus propuestas. Sin embargo, en la práctica, han sido tratados frecuentemente desde una perspectiva sincrónica. Nuestra intención en esta comunicación es poner de relevancia el proceso por el cual estos actores sociales, en relación cotidiana con el discurso patrimonialista y turístico e influenciados por las dinámicas globales, aprenden y aprehenden nuevos símbolos y significados. Más aún, en la instrumentalización de éstos de cara a la disputa de unos elementos o espacios estos grupos estarían articulando similares lógicas a aquellas con las cuales se ha legitimado tradicionalmente la patrimonialización natural y cultural de los mismos.

Palabras clave: Patrimonio, turismo, naturaleza, poblaciones locales, recreaciones medioambientales

Life in postcards: Locals’ strategies and adaptations related to natural and cultural heritage (Resume)

Local groups are not mere spectators related to heritage discussions, but they usually answer to these issues by remaking their speeches and proposals. However, in practice, the analyses of these social groups have often been carried out using synchronic perspectives. Our goal in this paper is to pay attention to the proccess in which these social actors -in a daily relation with heritage and touristic speeches and influenced by globalist dynamics- learn and grasp new symbols and meanings. Moreover, in using them in the struggle of some protected elements and spaces these groups would be thinking in similar logics to those which have been used frecuently to legitimizing that protection.  

Key Words: Heritage, tourism, nature, locals, environmental recreations

Las poblaciones locales de muchas comarcas y pueblos españoles han visto en los últimos años cómo sus habituales espacios de trabajo se iban transformando en paisajes para contemplar. Estas mudanzas no son atribuibles a una causalidad simple y entroncan con procesos de jerarquización territorial en el marco de la globalización. No obstante, quisiéramos señalar la relación de estos cambios con al menos tres factores: a) un creciente interés por el pasado y por el medioambiente que se ha ido desarrollando en las últimas décadas (Lowenthal, 1998; Riechman y Fernández de Buey, 1994; Navarro, 2000; Holden, 2001); b) el incremento y la redefinición de la industria turística (Santana, 1998; 2003) y c) la explosión de identidades nacionales y locales (Castells, 1998; Friedman, 2001). Dentro de estas tendencias, y articulado con fenómenos complejos a nivel global, ha tenido lugar un proceso de expansión del patrimonio, tanto cultural como natural y la progresiva salvaguarda y valorización de espacios, objetos y actividades (García Canclini, 1999; Ariño, 2002; Santamarina, 2005).

Las crisis agrarias de los años cincuenta y sesenta, el desarrollismo, los éxodos migratorios, la integración en la UE, la redistribución territorial y productiva en los  mercados globalizados... Estos procesos han auspiciado la crisis y la práctica desaparición de los sistemas económicos que históricamente caracterizaban a muchas comarcas agrarias, extractivas o industriales españolas. La decadencia de estos sistemas productivos y la nueva ordenación de esos territorios hacia actividades de carácter terciario, nos muestra un recorrido común a la mayoría de las comarcas de interior de Andalucía (González, 1993; Caravaca et. alt., 1997; Aguilar, 2003). Se ha producido así una reorientación turística de estos ámbitos territoriales, a partir de la cual los edificios, tradiciones, maquinarias, mobiliarios, entornos y paisajes han adquirido otra significación, se han convertido en nuevos recursos a través de su patrimonialización. Las políticas de protección de espacios naturales muestran una de las vertientes de esta nueva ordenación: el territorio se lee en clave medioambiental. Se produce una patrimonialización de la naturaleza, se subrayan las características “naturales” y ecológicas del territorio, minimizando en ello las acciones antrópicas (Pascual y Florido, 2005).

En España, a finales de los años ochenta las políticas de protección de espacios naturales se estaban definiendo. Por el contrario, en la última década hemos asistido a una etapa más madura de este proceso, un periodo en el que se pueden evaluar muchos de los resultados de aquellas actuaciones. Esta consolidación de las políticas proteccionistas nos permite observar las relaciones entre distintos grupos sociales que habitan estos territorios y aproximarnos a los diferentes significados que ciertos elementos de los mismos –ya sean naturales o culturales- tienen para estos colectivos.

Se han realizado algunas investigaciones que describen los conflictos y desajustes entre la población local, el turismo, la Administración y los técnicos de medioambiente en los espacios protegidos (González, 1993; Boissevain y Theuma, 2000; Escobar, 2000; Mels, 2002; Sletto, 2002; Gray, 2002; Mulero, 2002;  Van der Duim y Caalders, 2002; Santana, 2003; De la Cruz, 2004; Pascual y Florido, 2005; Coca y Quintero, 2006). Sin embargo, estos conflictos no pueden ser restringidos a intereses directos en relación con el uso y gestión de los elementos y recursos patrimonializados –un acre de tierra, un molino, un aljibe...- sino que deben comprenderse en relación a las formas en que se reclaman sus significaciones por parte de unos y otros colectivos y agentes sociales. La transformación de áreas rurales en espacios protegidos no es una actuación simple de repoblación o salvaguarda de la flora y fauna de la zona, sino que pasa por la construcción de un conjunto de “imágenes culturales” sobre ese territorio (Rodríguez Campos, 2003). Unas imágenes o significaciones que han servido en numerosas ocasiones para contribuir a la definición de la nación o región, a través de paisajes –o elementos de la naturaleza- considerados emblemáticos e incluso que imprimen carácter (Lowenthal, 1994; Mels, 2002; Tilley, 2006).  Los conflictos y alianzas en relación el control y gestión de los recursos no pueden por tanto ser escindidos de las luchas y negociaciones en torno a los significados atribuidos a determinados elementos y al modo en que se seleccionan ciertos objetos, acciones o bienes como emblemáticos para unos u otros colectivos.

Este artículo se centra en observar, en el contexto concreto del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería), la configuración de estas imágenes y discursos y las formas en que los diferentes colectivos seleccionan emblemas y les asignan unos significados u otros[1]. Sin embargo, lo que más nos interesa es señalar la necesidad de entender estas representaciones y asignaciones de significados, de un modo procesual y diacrónico, en el que las transformaciones en la ordenación territorial y la aparición de nuevos actores –turistas, empresarios turísticos, políticos supralocales, técnicos medioambientales, grupos ecologistas, etc.- influyen en la mirada, las percepciones y la configuración de significados de la población local. Esta es una relación no unidireccional, sino que se produce de un modo entrecruzado entre diferentes grupos. Sin embargo, en este caso analizamos las dinámicas de cambio y transformación que se están produciendo en relación a los discursos y percepciones de la población local ante la influencia cotidiana del discurso patrimonialista y de la globalización.

El Paraíso Natural de Cabo de Gata-Níjar

El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar se encuentra en el extremo sur-oriental de la Península Ibérica, en la provincia de Almería. La declaración del espacio como Parque Natural en 1987, supone la protección de un parque de carácter marítimo terrestre con casi cincuenta mil hectáreas de terreno[2]. Este espacio protegido se reparte entre tres términos municipales: Níjar, Carboneras y Almería. Aunque poco edificado, este es un territorio con un poblamiento disperso y que alberga en su interior una población permanente cercana a los dos mil habitantes.

Esta es una tierra dura, áspera, en la que se deja notar la sed de generaciones que buscaron cómo escamotear al sol algunas gotas de agua. Las pequeñas elevaciones montañosas, adustas y oscuras por su origen volcánico, marcan el contrapunto con los azules del mar Mediterráneo. Un paisaje agreste y aparentemente indómito, marcado por un sol constante y un déficit hídrico permanente. La ausencia de agua y de árboles, la dureza del clima, la posición fronteriza y periférica, han caracterizado secularmente esta tierra como inhóspita y mísera.

La aridez ha marcado los límites de las actividades humanas desarrolladas en la zona.

La búsqueda de agua –o más bien del modo óptimo de aprovecharla y conservarla- y el desarrollo de trabajos que permitieran subsistir en esta tierra, han ido conformando un paisaje de espartizales y palmitos, de chumberas y pitas, de huertos recónditos y exiguos llanos de cereal. Algunas casas achaparradas de techumbres planas, escasos vanos y muros trapezoidales, conformaron un poblamiento disperso de cortijos o cortijillos (Gil Albarracín, 1992). Los sistemas de pozos, norias y aljibes, alimentados por un cuidado constante de ramblas, atajaderas y diques dieron agua y vida al sistema agroforestal. En las zonas más aptas se cultivaba al tercio, cereales, maíz, legumbres... dejando siempre zonas de barbecho. En muchas fincas el principal aprovechamiento era de carácter forestal -el palmito y el esparto- combinándose con la siembra de pastos para cabras y ovejas. Históricamente, además de estos sistemas agrícolas, se han desarrollado actividades extractivas en minas y salinas y la pesca, principalmente de bajura. Era frecuente la combinación de diferentes actividades en el seno de un grupo familiar, complementándose los ingresos de diversas fuentes. Este sistema agro-silvo-pastoril se sostenía en un difícil equilibrio (Provansal y Molina, 1991) y el cierre de la mina de Rodalquilar a finales de los provocó una emigración aparentemente definitiva en este territorio.

En Cabo de Gata-Níjar ha tenido lugar una aceleradísima transformación socioeconómica en no mucho más de treinta años. Los municipios del Parque Natural (Almería, Níjar y Carboneras) tienen un buen nivel de rentas y tasas de paro bajas, además de un crecimiento acelerado de población en las ultimas dos décadas[3]. La gran metamorfosis de la comarca ha venido de la mano de la agricultura intensiva bajo plástico que se ha expandido en el Campo de Níjar –principalmente en el área de Campohermoso y San Isidro- desde mediados de los ochenta y cuyo incremento ha sido considerable en las últimas décadas[4].

La declaración de espacio protegido en 1987 vino a poner coto a la expansión de los cultivos enarenados. La protección de la naturaleza se imponía sobre las dinámicas desarrollistas. Durante muchos años, el Parque Natural se vio como un freno sobre todo a la agricultura de invernadero que crecía exponencialmente. La figura de protección en principio también pareció alejar los intereses urbanísticos de construcción en una de las áreas del litoral mediterráneo que aún no se había visto invadida por el cemento. Sin embargo, las excepciones establecidas por los planes urbanos de los consistorios locales –posteriormente avaladas por el PORN del 94- dejan amplio margen a intereses inmobiliarios, tal como muestra el crecimiento del parque de viviendas en los núcleos del parque (p. ej. en San José, La Isleta del Moro, Rodalquilar, Las Negras, Agua Amarga…).

La patrimonialización de un paisaje desértico

Las dos dinámicas que mayor impacto han tenido en la zona en los últimos veinte años han sido sin duda, el desarrollo de la agricultura intensiva bajo plásticos y la declaración de espacio protegido de 1987. Esta declaración, como se ha señalado, supone la caracterización de este espacio, fundamentalmente, no como espacio productivo, agrario o extractivo –tal como lo fue en un pasado reciente-, sino como un espacio contemplativo y definido por sus valores medioambientales. Se ha producido, por tanto, un proceso de patrimonialización que, aunque fundamentado en valores naturales, se expande a objetos y actividades calificadas como patrimonio cultural.

La noción de patrimonialización parte de la idea del patrimonio como construcción social (Prats, 1997; García Canclini, 1999). Un elemento no es patrimonio por sus cualidades intrínsecas –de naturaleza, de tradición, de historia, de estética, de documento- sino por lo que pasa a significar, a través de una serie de actuaciones. A este conjunto de actuaciones y discursos, referidas o encaminadas a la protección, salvaguarda, conservación, rehabilitación, restauración, reutilización, puesta en valor, difusión, etc. es a lo que designaremos como proceso de activación patrimonial (Prats, 1997, 2005) o proceso de patrimonialización (Pereiro, 2003; Sierra, 2005; Hernández y Ruiz, 2005). Ambos términos hacen incidencia en el carácter dinámico, procesual que tiene el patrimonio, y muy especialmente en su configuración como ámbito de interacción entre diferentes agentes que construyen y reconstruyen diversos significados (Quintero, 2007).

El proceso de patrimonialización se caracteriza por tener una dimensión relacionada con acciones conscientes y planificadas por parte de diferentes agentes: se pretende conservar, salvaguardar o poner en valor un objeto, una práctica, un saber, un paisaje… Se interviene sobre el paisaje, el saber o el objeto con una finalidad de preservación y puesta en valor. Sin embargo, en tanto que proceso en el que intervienen distintos agentes, la forma concreta en que se actúa sobre un elemento puede diferir notablemente en un caso u otro. Este aspecto no depende por tanto de una planificación sino del modo en que se interactúa en distintos escenarios. La intencionalidad abierta y consciente que es común a todos estos procesos es aquella de la preservación. Se dota a esos edificios, instalaciones, espacios o rituales de otro significado diferente al que tenían, una nueva significación que está vinculada a la conservación y/o la transmisión a otros. Los procesos de activación patrimonial parten de una lógica que se basa en el rescate; la lógica de la acción patrimonial consiste en resignificar y reutilizar lo que ya ha dejado de usarse en un contexto cotidiano (Kirshemblatt-Gimblett, 1998).

Efectivamente, la zona que hoy está delimitada como Parque Natural deja de tener el sentido productivo directo que históricamente se le había atribuido y pasa a dotársele de un nuevo valor simbólico: como un paisaje natural de gran valor y belleza. Un paisaje hecho de contrastes, salvaje, apenas transformado por la mano del hombre… donde son significativos, no sólo a nivel andaluz, sino en el ámbito nacional e internacional, la riqueza marina, ciertos endemismos, los fenómenos volcánicos… En estas recreaciones se subraya el carácter natural, salvaje, indómito, con unas condiciones de vida al limite, donde el hombre lo único que ha podido hacer es adaptarse a esa naturaleza. Esta lectura del territorio es perfectamente compatible, no sólo con la preservación de ciertas características geológicas o ecológicas, sino con el desarrollo de una de las industrias en expansión en el sur de Europa: el turismo. De hecho, desde la fecha de declaración los planificadores han tenido consciencia de la potencialidad turística del área protegida y de la compatibilidad de usos (Castro, 1987).

Ahora bien, tal como hemos definido, la patrimonialización es un proceso en el que intervienen diferentes agentes y colectivos sociales. El patrimonio es un lugar de conflicto y negociación, donde distintos agentes sociales dirimen significados. La selección de unos u otros bienes, de unos u otros espacios como lugares patrimoniales tiene un claro contenido político, pues permite visibilizar y dar protagonismo a ciertos colectivos sociales a la vez que invisibiliza a otros (Bonfil, 1992; Moreno, 1999).

En el caso de la protección de espacios considerados naturales, en España es la administración autonómica o estatal, a través de sus técnicos, la que define, en principio, cuáles son los valores relevantes del territorio y qué es lo que se debe salvaguardar. La lógica por la que se rige este proceso de patrimonialización es una lógica de los grupos dominantes, donde se concentra el saber formal y la “asepsia” del saber científico.

No obstante, la caracterización de un bien o de un paisaje en tanto que patrimonio, no es un hecho estático, sino que está constantemente siendo definido y redefinido. De este modo, los grupos de nuevos residentes que se han venido asentando en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar han hecho especial hincapié en las características estéticas de este paisaje: en la belleza de las formas, en la singularidad de su aridez, en el protagonismo de la luz, como reivindicaba el poeta José Ángel Valente. Esta belleza del desierto, se está convirtiendo en un segundo eje de la patrimonialización de la zona, que ya no queda definida sólo por sus características ecológicas.

Pero ¿cuál es el papel de la población local en este proceso de patrimonialización? A menudo su resistencia u oposición a los procesos de protección y salvaguarda de la naturaleza o de la cultura se analiza bajo un prisma simplificador, o bien de la ignorancia –no saben, no tienen educación, les falta cultura-, o bien del interés material directo. De este modo, los posicionamientos y desencuentros de poblaciones locales frente a la administración y grupos concienciados han sido explicados frecuentemente a través de la confrontación entre diversos tipos de ideologías, asociándolos comúnmente al debate entre materialismo y postmaterialismo. Pero son ya numerosos los autores que han demostrado que las poblaciones locales no son meros receptores pasivos, sino actores con capacidad de reelaborar su discurso y reconstruir identidades, relaciones sociales y prácticas económicas (Escobar, 2000; Gray, 2002; Sletto, 2002; Nygren, 2003; Adams, 2003). De este modo, los campesinos y pescadores del Parque Natural, tienen sus propias interpretaciones sobre el espacio donde han trabajado y vivido, unas visiones que no son coincidentes con las de los otros sectores que intervienen y habitan en este territorio.

Esta disonancia de significados y las divergencias entre la forma de interpretar desde un monte, una zona litoral, una planta como el palmito o el esparto o construcciones hidráulicas como un aljibe, pueden explicarse, en primer lugar porque se trata de grupos sociales diferenciados, con un bagaje cultural –en el sentido antropológico del término- muy diferentes. Sin embargo, es necesario constatar que la forma en que se seleccionan y se significan cualquiera de estos elementos sirve para legitimar unos usos u otros, para dar prioridad en la toma de decisiones a unos colectivos por encima de otros y, en definitiva, para justificar la organización presente y futura del territorio.

Trasformaciones discursivas / Nuevas experiencias

A través de nuestra investigación hemos constatado, no obstante, cómo durante estos veinte años de gestión de este espacio como Parque Natural, los planteamientos, discursos y percepciones de unos grupos y otros no han permanecido estáticos, sino que se han ido transformado. Así pues, las explicaciones dicotómicas que oponen pares como materialistas (poblaciones locales) a postmaterialistas (técnicos y habitantes venidos de fuera) parecen muy simplificadoras. Según esta visión conceptos como biodiversidad, conservación o valor ecológico, o mirada contemplativa del medio, son unos rasgos característicos de quienes, superando las máximas materialistas de seguridad económica y personal, tienen hoy como prioridad valores postmaterialistas como la autorrealización personal, la mejora de la calidad de vida y la preocupación por el medio ambiente (Novellino, 2003; Nugent; 2003). Por el contrario, nuestros datos empíricos sugieren que esta situación está cambiando y las poblaciones locales asimilan e integran una parte de estas miradas y discursos, aunque se las reapropian según sus propias experiencias del mundo y en relación con sus intereses y expectativas.

Los procesos de patrimonialización natural y desarrollo del turismo de naturaleza en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar nos permiten observar un conjunto sutil de modificaciones en el discurso de la población nijareña. Debido a lo complejo y entrelazado de ambos procesos nos centraremos en varios aspectos singulares. Por un lado analizaremos las transformaciones de la mirada de la población local respecto de su medio, especialmente en relación a la influencia que el turismo y el discurso patrimonialista tiene en la misma. Por otro, analizaremos cómo nuevas significaciones de la naturaleza están permeando hoy día en ellas. Junto a ello prestaremos también especial atención a cómo las lógicas proteccionista y turística están empezando a calar en el discurso local (Provansal, 2003)

A través de las postales: la transformación de la mirada.

"Me dicen: 'María, esto es el paraíso'. Sí, las Presillas es el paraíso. Así que lo que tú ves, a quien tú le preguntes, de Francia, de Sevilla... esto les encanta. Y me dicen: 'con razón no te mueve de aquí de las Presillas, María, con razón'" (María, agricultora, 75 años).

Desde que empezara a hacerse notable la llegada de los primeros turistas a la zona, a mediados de la década de los sesenta, la población nijareña ha mantenido una continua relación, a veces positiva, a veces encontrada, con ellos. Parte de esta relación se ha traducido, con el tiempo, en una transformación en la forma de mirar de nijareños respecto a su propio espacio. Pero al mismo tiempo, no podemos ignorar que muchas de estas personas son ahora también turistas en otros espacios y como tales han aprendido a mirar otros escenarios desde la misma perspectiva distanciada y panorámica que es común en la mirada turística. Ambas razones juegan hoy un papel clave en el apreciable distanciamiento que comienza a tener lugar en el discurso del nijareño, en la forma panorámica en la que mira su tierra.

"Todo el que viene se queda enamorado del valle de Rodalquilar, pero se queda sorprendido de... del valle arrodeao de montañas, con salida al mar ¿eh? […] Y eso dicen que no lo conocen en ningún punto de la costa, una porque han edificado y otros porque el valle tan redondo y tan perfecto, hecho de naturaleza..." (Cecilio, agricultor y ganadero, 65 años).

Sin embargo, la influencia en las miradas de los grupos locales no se limita exclusivamente a la perspectiva desde la cual éste mira un escenario determinado. Comentarios como “hecho de naturaleza” reflejan un cambio aún más profundo. El discurso sobre el contenido del escenario también se transforma, incidiendo en lo que se ve y no se ve y utilizando para ello no sólo un lenguaje turístico sino abriendo la puerta a toda una serie de términos y conceptos procedentes del discurso proteccionista y patrimonialista. Pese a que la idea de naturaleza no es nueva en nuestras sociedades, la reinvención de la misma en las últimas décadas, de la mano de las corrientes proambientalistas, ha llevado a determinados espacios -considerados ahora como “naturales”- la necesidad de una continua redefinición. Porque natural en estos casos no tiene que ver sólo con el reconocimiento de unos determinados rasgos o contenidos de estos espacios sino con toda una serie de legitimaciones respecto a un patrimonio disputado.

"No es un paraíso natural, porque si tú te das cuenta todo, todo lo ha hecho el hombre. […] Algo natural es lo que se ha hecho por si sólo, hasta las salinas no son naturales" (Antonio, agricultor, 45 años).

Es esta situación de relación continua y cotidiana con el discurso patrimonialista oficial la que ha forzado poco a poco a la población local a familiarizarse con una mirada que califica el medio siempre como natural o artificial, naturalizando o desnaturalizando. La mirada del nijareño se transforma, y si antiguamente al darle valor a una tierra la atención se dirigía principalmente a rasgos como el bujeo, hoy día es lo “natural” de la misma la característica que toma mayor protagonismo.

Aún más, no conviene dejar de lado la influencia que el tipo de turismo desarrollado principalmente en Cabo de Gata-Níjar –atraído por los valores que promueve y defiende la figura de Parque Natural- tiene en la población local. La búsqueda continua que lleva a cabo el turista en pos de lo natural, lo auténtico y lo virgen –y la rentabilidad económica que algunos han sabido sacar de ello- no pasa desapercibido para quienes se han tenido que enfrentar a una nueva forma de mirar su espacio.

"Esto ahora al cambiarlo a parque natural igual se le está ayudando, porque parque natural... a la gente le gusta la naturaleza, y esto está manteniéndose como era, y ya va quedando muy poco como esta zona. Porque eso de urbanizaciones y con tres plantas creíamos que era una gran cosa y luego el turismo no quiere eso porque eso ya lo tiene él a donde está viviendo" (Cecilio, agricultor y ganadero, 65 años).

La población local toma estos discursos, aprende y los aprehende y ya no sólo se habla de cómo ellos mismos ven su espacio sino de cómo lo ven los demás. Ese sentimiento de alteridad sirve para redefinir su entorno y reforzar su la identidad y su sentimiento de pertenencia, usando para ello una perspectiva y unos conceptos nuevos. De este modo su espacio es virgen y ello entra dentro del discurso de apego a la tierra y al pueblo. Su significado se relaciona con que a ellos no ha llegado aún de una forma intensa la presión de coches y urbanizaciones. Igualmente, vivir en su medio es vivir en el paraíso, porque éste se ha salvado por ahora del estrés y del ritmo de vida urbano. Más aún, los escenarios menos construidos y menos frecuentados por turistas son espacios más naturales.

Recreaciones medioambientales y nuevas lógicas

El segundo de los aspectos que vamos a tratar en relación a la incorporación de nuevos significados y la reelaboración del discurso es el debate sobre las recreaciones medioambientales del medio que se articulan desde distintos grupos sociales. En el caso de Cabo de Gata-Níjar el conjunto de recreaciones, base en la argumentación y legitimación de propuestas de desarrollo y gestión, está compuesto principalmente por dos ideas de Naturaleza bien distintas y opuestas. Una de ellas, la de una Naturaleza salvaje, virgen y necesitada de protección debido a sus valores ecológicos que es articulada por la administración ambiental, grupos de presión concienciados con el medio ambiente, empresarios turísticos del turismo de naturaleza y nueva población foránea atraída por estas ideas y valores. En el lado contrario, la idea de una Naturaleza hostil y mísera que evoca un pasado difícil y de la que la nueva agricultura y el turismo clásico han sabido al fin sacar rendimiento. A esta Naturaleza es necesario combatirla, con infraestructura, con continua intervención humana, y este es un referente común en el discurso de agricultores y autóctonos.

"(¿Por qué es esto un parque natural?) Hombre, pues lo único quizás puede ser porque no está explotado por grandes urbanizaciones. Por lo demás ¿qué me puedes decir tú a mí que haya algo...? Si no hay ni plantas ni, ni... cómo te digo yo... Lo que es la masa forestal... como diría... Fauna, ya lo estamos viendo... no se cultiva la tierra... ya te digo yo que trabajaba aquí y se labraba y tenía vida y había animales. Aquí había unos pájaros que criaban... pero todo eso ha desaparecido. Luego los colorinos, que se ven en algunos cañaverales, pero muy pocos y antes había muchísimos. Lo que yo creo es que la tierra, como la Junta quiere que no se toque nada, muere lo poco que hay. Te lo digo de verdad. Porque tú te pones a labrar un terreno y al momento acuden las pajarillas esas blancas..." (Manuel, agricultor, 45 años).

Estos discursos están muy condicionados por una experiencia y una memoria para las cuales este espacio, seco y poco generoso, ha requerido siempre de intervención humana para escamotearle unos pocos y famélicos frutos. El que, de repente, la patrimonialización del medio frene y limite a estas poblaciones a la hora de intervenir sobre el medio -precisamente porque comienza a verse como un espacio ecológicamente singular y paisajísticamente bello- es contrario a su experiencia, a su forma de relacionarse con este espacio y se refleja en narraciones y discursos protagonizados por la incredulidad y la incomprensión. Más aún si tenemos en consideración que, demostrada la rentabilidad que estos nuevos discursos tienen de cara a un turismo de naturaleza, estas poblaciones han sido meros espectadores del desarrollo del mismo. El parque natural, como legitimador de estas nuevas prácticas, se convierte entonces en el responsable de nuevas desigualdades y discriminaciones.

Por otra parte, los discursos globales también tienen su efecto en la población nijareña.

El calentamiento global, la “turistización” de espacios, los problemas del desarrollismo salvaje... son fenómenos que no escapan a sus oídos. A través de estos nuevos conceptos, incorporándolos a su discurso, la población local intenta buscar respuesta a unos problemas y otros, a la vez que refuerzan sus propuestas o critican las ajenas. Las lógicas de protección de la naturaleza y las lógicas turísticas, según la cual agricultores y autóctonos han debido responder y dar cuenta durante años de sus acciones y propuestas ante la administración, hoy son revisadas y apropiadas por ellos mismos.

Como hemos apuntado anteriormente, el medio de Cabo de Gata-Níjar, para tener valor, ahora debe tener “naturaleza”. Ésta, sin embargo, no es siempre sinónimo de desierto, de dunas o de páramos sin cultivar. La Naturaleza que se articula en los discursos locales está compuesta de agua, arboledas, huertas irrigadas e incluso invernaderos. La tierra no se destruye, no se “desnaturaliza” por la actividad humana sino por el abandono de la misma, porque la vida la da el hombre y su trabajo. El nijareño reclama hoy que él es naturalista, que le gusta la naturaleza y la considera un bien necesario. La Naturaleza es preferentemente un paisaje de montaña, con ríos, cascadas, arboledas y truchas. Sin embargo, también se comienza a reconocer Naturaleza en el espacio subdesértico, pero con toda una serie de condicionantes humanos. La Naturaleza, en el discurso local, es agua y vida, y para que se den estas condiciones en el desierto, debe intervenir la mano del hombre.

El nijareño conoce su tierra y la cuida, conservando como han conservado desde siempre sus actuales rasgos ecológicos y naturales. La misma lógica esgrimida desde los discursos oficiales y con la que se han restringido la creación de invernaderos, la roturación de suelos, recolección de especies, caza, etc. hoy es utilizada por los campesinos locales y se articula en defensa de estas actividades. Es más, las mismas actuaciones de la Consejería de Medio Ambiente y de los ecologistas son puestas en cuestión a través del argumento de ser “perjudiciales para el medio”.

Como se ve no es en sí el posicionamiento de unos y otros lo que se transforma, pero sí el contenido de fondo del discurso. La conservación del medio ambiente es ahora, aparentemente, una prioridad en el discurso de la población local.

"Los invernaderos sólo son una protección climatológica contra el aire para la conservación de las plantas ¿me entiendes? Yo demuestro con fotografías, con las mismas cantidades litros de agua caída, en la misma época, con fecha y hora, te demuestro donde ha habido agricultura, la hierba enorme de grande y donde no se ha cultivado nunca, como el papel blanco" (Antonio, agricultor, 45 años).

Otro punto donde se hace palpable esta nueva prioridad discursiva lo encontramos en el argumento que señala que la prohibición de ciertas labores silvícolas –principalmente la recolección de especies como esparto, espárragos, palmito...-  es una medida “equivocada”. Ya no es sólo el perjuicio a una población que pudiera aprovecharse de esta actividad o la ruptura de una tradición. El argumento que también se esgrime hoy día es el daño que se le ocasiona al medio, puesto que éste, al no llevarse a cabo la recolección de estas especies, se deteriora, se seca.

"Porque ahora con el Medio Ambiente este es una exageración porque el esparto necesita reproducirse y es una planta con una tocha que está así abierta y si no le quitas nada... Y la palma me parece a mí que le pasa igual. Se dejaba y en septiembre se segaba la palma. Se sacaban las hojas y así se reciclaba. Y ahora, ahora está quemada, está... en vez de hacerle beneficio lo que hace es quemarlo. Por ejemplo la carretera esa que va a Genoveses y Mónsul: si no quieren poner asfalto de ese negro, que lo pongan del colorado, porque hoy hay asfalto de todos los colores que quieran. Si son tan ecologista y todo eso, las plantas respiran por la hoja y si están enterradas por el polvo las plantas se mueren" (José, agricultor, 65 años).

Los discursos globalizados están adquiriendo igualmente una presencia notable. Hoy a la hora de legitimar la agricultura frente a la construcción de urbanizaciones se argumenta, entre otras cosas, que la primera reduce el efecto invernadero porque consume CO2 mientras que las construcciones no. También que una favorece la formación de suelo, la otra lo destruye. Las plantaciones de árboles reducen el calentamiento global, a la vez que dan cobijo a animales y personas, por lo que iniciativas de la Consejería de Medio Ambiente como la restricción a la plantación de especies como el pino o la eliminación de otras ya presentes como los eucaliptos carecen de sentido.

La población local es la más ecologista, por cuidar el medio como está hoy día. Se asimila por lo tanto el rol de éstos y la correspondencia entre quien respeta el medio y quien tiene derecho a decidir sobre él. A través de esta denominación la tutela del medio recae en ellos, ya no sólo porque sean los mejores conocedores de ese espacio, sino porque son los que más lo han respetado y respetan.

"Aquí hemos sido más ecologistas que el que más. Aquí la gente que ha vivido precisamente de eso, se tiraba al monte a coger cogollo y esparto y cogía la colilla y la ponía una piedra encima no sea que el viento se la llevara, porque al día siguiente había que volver allí. Más ecologistas que todos ellos. Y después de tantos años hay aquí una cantidad de perdices y de cosas de esas, y ahora no caza nadie" (José, agricultor, 65 años).

Tampoco podemos pasar por alto que la lógica turística es igualmente aprendida y aprehendida. A través de ella se refuerzan determinadas propuestas como el desarrollo de invernaderos o infraestructuras argumentando que no sólo son respetuosas e incluso beneficiosas para el medio, sino que además son compatibles con el turismo y la imagen turística, e incluso pueden fomentarlo. Aún más, no sólo algunos de estos elementos serían compatibles con el turismo, sino que incluso podrían llegar a ser rentables como atractivos turísticos con una adecuada puesta en valor de los mismos. La tan flexible lógica turística aplicada de una forma bastante práctica.

"Pero ¿es que no se podría compatibilizar lo que es el turismo y también la agricultura, que no es intensiva, sino tradicional? […] Si es que entran en uno y dicen: madre mía, qué bonito está esto, qué bien que está. […] No es que haya más invernaderos, sino que los que hay ¿por qué no puede ir la gente a visitarlos, toda esa gente que viene de Madrid y eso?" (Manuel, agricultor, 45 años).

"En Genoveses si desea desde hace un tiempo un aparcamiento subterráneo se tapa y se adapta y no crea ningún impacto ambiental, ni ningún daño ecológico, bajo ningún concepto" (Antonio, agricultor, 45 años).

Conclusiones

En los procesos de patrimonialización de la naturaleza realizados desde la administración, se considera a las poblaciones locales como meros receptores pasivos de las propuestas o, en todo caso, como un agente social al que convencer u obligar a adaptarse a las normativas oficiales. En general, se observa a las poblaciones locales considerando sus necesidades económicas y buscando sectores económicos alternativos a los tradicionales y que sean compatibles con el programa de preservación.

Hemos tratado de mostrar cómo en la patrimonialización de la naturaleza se juega con procesos que no sólo atañen a intereses materiales, sino también a las lógicas de comprensión del mundo, del entorno y a las experiencias vividas. La experiencia práctica de los seres humanos que viven en un espacio natural se confronta con el saber de los foráneos que le atribuyen nuevos valores en función de otros criterios, confrontándose dos discursos en los que es fundamental sustentar la legitimidad de viejas y nuevas formas de representar el espacio. No podemos olvidar que para operar en un espacio es fundamental resignificarlo culturalmente.

Sin embargo, lo que venimos observando en las últimas décadas es cómo los discursos y perspectivas globalistas y también los puntos de vistas difundidos desde la patrimonialización oficial de la naturaleza, están siendo asumidas y readaptadas de una forma estratégica por las poblaciones locales. Las lógicas globales sobre ecologismo, protección de la naturaleza y turismo, están siendo incorporadas por los campesinos nijareños. Estos grupos, de un modo consciente o inconsciente, están reinventando y reelaborando sus discursos. Utilizan nuevos conceptos para legitimar sus prácticas y sus expectativas de futuro. Es por ello que la patrimonialización, entendida como un proceso que pretende la salvaguarda y preservación de un espacio o de unos bienes, no puede ser interpretada como un hecho homogéneo, sino como un proceso en el que se confrontan diferentes grupos sociales y que para asegurar sus objetivos debe contar con las perspectivas y pretensiones de los diferentes actores sociales.

 

Notas

[1] Para el análisis específico que aquí se presenta los autores han desarrollado trabajo de campo intermitente en el Parque Natural Cabo de Gata durante los años 2004-2007. Mediante entrevistas en profundidad y observación participante se han estudiado las perspectivas y posicionamientos de diversos colectivos de la zona. Este proyecto ha sido financiado por el Gobierno de España a través el proyecto I+D “Recreaciones medioambientales en torno al turismo cultural y de naturaleza en Andalucía” (SEJ2004/SOCI06161).

[2] La declaración del espacio como Parque Natural tiene su origen en el año 1987, mediante el Decreto 314/1987, de 23 de Diciembre. Posteriormente la declaración se ratificó mediante la Ley 2/1989, de 18 de julio, fijando unos límites más amplios de los que recogía el anterior Decreto (Decreto 418/1994, de 25 de Octubre). Actualmente tiene una extensión de 49.630 ha, de las cuales 37.513 ha son terrestres y 12.117 ha son marinas. En este espacio confluyen asimismo otras figuras de protección de ámbito supranacional: zona ZEPA, Lugar de Interés Comunitario, Red Europea de Geoparques, convenio RAMSAR, Reserva de la Biosfera, ZEPIM.

[3] Níjar ha pasado de 11.213 habitantes en 1970 a más de 25.000 en el padrón de octubre de 2005. Carboneras tenía apenas 3050 habitantes en e 1970 y censa en 2004 a 7.100 (Fuente IEA y Padrón municipal de habitantes de Níjar, 2005).

[4] En el censo agrario de 1999 se contabilizaban 11.000 hectáreas de hortalizas de regadío. La agricultura intensiva ocupa al 61% de la población empleada y supone un sector decisivo y central en la economía del municipio (Instituto Estadístico de Andalucía) En 2005 se cuentan 9.500 extranjeros en Níjar, la mayoría de origen magrebí, aunque también procedentes de otras zonas de Africa y del este de Europa (Padrón Municipal de Habitantes, 2005 Ayuntamiento de Níjar).

 

Bibliografía

ADAMS, C. Pitfalls of Synchronicity: A Case Study of the Caiçaras in the Atlantic Rainforest of South-eastern Brazil. In ANDERSON, .G. y BERGLUND, E. Ethnographies of conservation. EnvironmIntalism and the distribution of privilege. Oxford; New York: Berghahn Books, 2003, p. 19-31.

AGUILAR CRIADO, E. La cultura como recurso en las políticas de desarrollo rural. Una lectura desde la globalización. In Actas del IX Congreso de Antropología de la FAAEE. Barcelona: Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español, 2003.

ARIÑO, A. La expansión del Patrimonio Cultural. Revista de Occidente, marzo de 2002, nº 250.

BOISSEVAIN, J. y THEUMA, N. Un espacio discutido: Planificadores, turistas, promotores y ecologistas en Malta. In ROQUE, M. (ed.). Nueva antropología de las sociedades mediterráneas. Barcelona: Icaria, 2000.

BONFIL BATALLA, G. Pensar nuestra cultura. México: Alianza Editorial, 1992.

CARAVACA BARROSO, I. et al. El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Andalucía. Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, 1997, nº 20, p. 87-97.

CASTELLS, M. La era de la Información. Economía, sociedad y cultura. Vol.2. El poder de la identidad, Madrid: Alianza, 1998.

CASTRO NOGUEIRA, H. Turismo y medioambiente, dos realidades sinérgicas: planificación del parque natural del Cabo de Gata. Paralelo 37, nº 11-12, 1987, p. 47-56.

COCA PÉREZ, A. y QUINTERO MORÓN, V. Los de fuera claman por la naturaleza ¿Qué reclaman los de dentro? In VALCUENDE DEL RÍO, J.M. y CARDIA, L.M. Territorialización, Medio Ambiente y Desarrollo en Brasil y en España. Rio Branco, Acre, Brasil: Editora da Universidade Federal do Acre, 2006, p. 319-348.

DE LA CRUZ MODINO, R. Patrimonio Natural y Reservas Marinas. Revista Pasos. 2004, vol. 2, nº 2, p. 179-190.

ESCOBAR, A. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalización o posdesarrollo. In VIOLA, A. (Comp.) Antropología del desarrollo: Teorías y estudios etnográficos de América Latina. Barcelona: Paidós, 2000.

FRIEDMAN, J. Identidad cultural y proceso global. Buenos Aires: Amorrurtu, 2001

GARCÍA CANCLINI, N. Los usos sociales del Patrimonio Cultural. In  Patrimonio etnológico. Nuevas perspectivas de estudio. Sevilla: Instituto Andaluz de patrimonio Histórico, 1999, p. 16-33.

GIL ALBARRACÍN, A. Arquitectura y tecnología popular en Almería. Almería-Barcelona: GBG, 1992.

GONZÁLEZ TURMO, I. (Coord.) Parques Naturales Andaluces. Conservación y cultura. Sevilla: Agencia de Medio Ambiente, D.L. 1993.

GRAY, L.C. Environmental policy, land rights, and conflict: rethinking community natural resource management programs in Burkina Faso. Environment and Planning D: Society and Space, 2002, vol. 20, p. 167-182.

HERNÁNDEZ, M. Y RUÍZ, E. Apropiación patrimonial en contextos mineros en Andalucía. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 2005, vol. LX, nº 2, p. 103-127. 

HOLDEN, A. Environment and Tourism. London; New York: Routledge, 2001.

KIRSHEMBLATT-GIMBLETT, B. Destination Culture. Tourism, Museums and Heritage. Berkley, Los Angeles: University of California Press, 1998.

LOWENTHAL, D. European and English Landscape as Nationals Symbols. In HOOSON, D. (Ed.). Geography as National Identity. Oxford: Blackwell, 1994.

LOWENTHAL, D. El pasado es un país extraño. Madrid: Akal, 1998.

MELS, T. Nature, home and scenary: the official spatialities of Swedish National Parks. Environment and Planning D: Society and Space, 2002, vol. 20, p. 135-154.

MORENO NAVARRO, I. El Patrimonio Cultural como capital simbólico: valorización/usos. In Anuario Etnológico de Andalucía 1995-1997. Sevilla: Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 1999.

NAVARRO YAÑEZ, C. J. Cultura política, ambientalismo y cambio social. Medio ambiente y sociedad en Andalucía. Sevilla: Aconcagua Libros, 2000.

NOVELLINO, D. Contrasting Landscapes, Conflicting Ontologies: Assessing Environmental Conservation on Palawan Island (The Philippines).. In ANDERSON, .G. y BERGLUND, E. Ethnographies of conservation. Environmentalism and the distribution of privilege. Oxford; New York: Berghahn Books, 2003, p. 171-188.

NUGENT, S. Ecologism as an Idiom in Amazonian Anthropology. In ANDERSON, G. y BERGLUND, E. Ethnographies of conservation. Environmentalism and the distribution of privilege. Oxford; New York: Berghahn Books, 2003, p. 189-204.

NYGREN, A. Nature as Contested Terrain: Conflicts Over Wilderness Protection and Local Livelihoods in Río San Juan, Nicaragua. In ANDERSON, G. y BERGLUND, E. Ethnographies of conservation. Environmentalism and the distribution of privilege. Oxford; New York: Berghahn Books, 2003, p. 33-49.

PASCUAL FERNÁNDEZ, J. y FLORIDO DEL CORRAL, D. ¿Protegiendo los recursos? Áreas protegidas, poblaciones locales y sostenibilidad. Sevilla: Fundación El Monte [etc.], 2005.

PEREIRO, X. Patrimonialização e transformação das identidades culturais. In PORTELA, J. e CASTRO CALDAS, J. (Coords.). Portugal Chao. Oeiras: Celta editora, 2003.

PRATS, Ll. Antropología y Patrimonio. Barcelona: Ariel, 1997.

PRATS, Ll. La mercantilización del patrimonio: entre la economía turística y las representaciones identitarias. PH Boletín, 2006, nº 58, p. 72-80.

PROVANSAL, D. Productores y consumidores del paisaje: de la agricultura intensiva al desarrollo sostenible. In NOGUÉS PEDREGAL, A. M. (Coord.) Cultura y turismo. Sevilla: Signatura, D.L. 2003. p. 27-55.

PROVANSAL, D. y MOLINA, P. (Eds.). Etnología de Andalucía Oriental. Barcelona [etc.]: Anthropos [etc.], 1991.

QUINTERO, V. Conflictos y negociaciones en torno al patrimonio etnológico en Andalucía. Tesis Doctoral, Universidad de Sevilla, s/p. 2007

RIECHMANN, J. y FERNÁNDEZ BUEY, F.  Redes que dan libertad: introducción a los nuevos movimientos sociales. Bacerlona: Paidós, 1994.

RODRIGUEZ CAMPOS, X. La cultura como paradigma para la conservación de la naturaleza. In Actas del IX Congreso de Antropología de la FAAEE. Barcelona: Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español, 2003.

SANTAMARINA CAMPOS, B. La patrimonialización de la naturaleza: figuras (espacios protegidos) y discursos (desarrollo sostenible). In PASCUAL FERNÁNDEZ y FLORIDO DEL CORRAL, D. ¿Protegiendo los recursos? Áreas protegidas, poblaciones locales y sostenibilidad. Sevilla: Fundación El Monte [etc.], 2005, p. 25-44.

SANTANA TALAVERA, A. Patrimonio Cultural y turismo: Reflexiones y dudas de un anfitrión. [En línea]. Congreso Virtual de Antropología. Equipo Naya, <http://www.naya.org.ar/congreso>.

SANTANA TALAVERA, A. Mirar y leer: Autenticidad y patrimonio cultural para el consumo turístico. In NOGUÉS PEDREGAL, A. M. (Coord.) Cultura y turismo. Sevilla: Signatura, D.L. 2003.

SIERRA RODRIGUEZ, X. C. y X. PEREIRO (Coord.) Patrimonio cultural: politizaciones y mercantilizaciones. Actas del X Congreso de Antropología. Sevilla: FAAEE y Fundación El Monte, 2005.

SLETTO, B. Boundary making and regional identities in a globalized environment: rebordering the Nariva Swamp, Trinidad. Environment and Planning D: Society and Space, 2002, vol. 20, p. 183-208.

TILLEY, C. Introduction: Identity, Place, Landscape and Heritage. Journal of Material Culture, 2006, vol. 11(1/2), p.7-32. 

VAN DEL DUIM, R. y CAALDERS, J. Biodiversidad y turismo. Impactos e intervenciones. Annals of tourism research en Español. 2002, vol. 4, nº 2, p. 273-294.

 

Referencia bibliográfica:

CORTÉS, José A. y QUINTERO, Victoria. Vida en las postales: estrategias y adaptaciones de la población local a la cuestión del patrimonio natural y cultural. Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de mayo de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/-xcol/235.htm>

 

Volver al programa