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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

LA LIBERALIZACIÓN ECONÓMICA Y LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ESPACIOS AGRARIOS MEXICANOS: PROBLEMAS Y ALTERNATIVAS EN LA REGIÓN AGUACATERA MICHOACANA

Virginia Thiébaut
Centro de Estudios de Geografía Humana
El Colegio de Michoacán A.C. México
virginiathiebaut@yahoo.fr


La liberalización económica y la transformación de los espacios agrarios mexicanos: problemas y alternativas en la región aguacatera Michoacana (Resumen)

La liberalización económica de las últimas décadas ha provocado reestructuraciones importantes en el medio rural mexicano. Frente a la pérdida de rentabilidad de las actividades agropecuarias tradicionales en la mayor parte del territorio, se desarrollaron pequeños nichos de cultivos mayormente dedicados a la exportación.

El caso de la principal región aguacatera, situada en el estado de Michoacán (centro occidente del país), es representativo de regiones que se especializaron en un solo cultivo y de los problemas medioambientales que se desencadenan: deforestación, pérdida de la biodiversidad, contaminación, cambios climáticos.

En los últimos años, se hicieron esfuerzos por parte de las instituciones y sobre todo de los productores, para limitar estos efectos medioambientales negativos a través de intentos de reforestación y de la expansión de la agricultura orgánica. La comparación con otras regiones donde se practican monocultivos y su evolución reciente podría dar otras pistas para el desarrollo sustentable de la región aguacatera.

Palabras clave: liberalización, medioambiente, aguacate, agricultura orgánica


Economic Liberalization and the Transformation of Agrarian Spaces in Mexico: Problems and Alternatives in the Avocado-growing Region of Michoacán (Abstract)

In recent decades, economic liberalization has brought about an important restructuring of the Mexican countryside. In the face of the reduced profitability of traditional agricultural activities in most of that territory, one response was the development of small niches dedicated primarily to producing export-oriented crops.

The case of the principle avocado-growing region located in the state of Michoacán (in central-west Mexico), is representative not only of regions that began to specialize in one sole crop, but also of the environmental problems that this has propitiated, including deforestation, loss of biodiversity, pollution and climate change.

In recent years, efforts have been made by institutions and especially producers, to limit such pernicious environmental effects through such measures as reforestation and expanding organic agriculture. Comparisons with the recent evolution of other regions where mono-cropping is practiced may allow us to identify new forms of sustainable development for the avocado-growing region.

Keywords: liberalization, environment, avocado, organic agriculture


La liberalización económica de las últimas décadas ha provocado reestructuraciones importantes en el sector agrario mexicano y en el medio rural en general. Frente a la pérdida de rentabilidad de las actividades agropecuarias tradicionales en la mayor parte del territorio, se desarrollaron pequeños nichos especializados en los cultivos de exportación, como las hortalizas y las frutas tropicales. En Michoacán, en la región occidente de México, el cultivo del aguacate, en expansión desde los años sesenta, conoció un nuevo impulso con las exportaciones que empezaron en los ochenta y se acentuaron en la siguiente década con la apertura de las fronteras de Estados Unidos al aguacate mexicano. En este trabajo sobre el corazón de la región aguacatera michoacana (municipios de Tancítaro, Uruapan, Peribán) (figura 1), se estudiarán las transformaciones territoriales ocurridas en estas últimas décadas y las consecuencias medioambientales y socioeconómicas de las mismas. Se insistirá en las alternativas existentes frente al desastre ecológico que se está desdibujando.

Figura 1
Localización de la región de producción aguacatera, en el Estado de Michoacán

 
Fuente: Fabio Soto, Conjunto de datos vectoriales 1/50,000, INEGI, 2000.

El monocultivo del aguacate reforzado por la liberalización de los mercados

El viajero que hoy en día atraviesa el centro occidente del estado de Michoacán puede ver paisajes bastante uniformes. La parte meridional del eje neovolcánico que culmina en el Pico de Tancítaro con 3,840 msnm está cubierta por cultivos de aguacate y bosques de pinos. Las huertas, presentes en las llanuras y las vertientes entre 1,200 y 2,400 msnm de altitud, predominan netamente entre 1,600 y 2,200 msnm. Distintos fenómenos dan indicios de la expansión reciente del cultivo: al lado de huertas con árboles altos, que aparentan treinta o cuarenta años, yacen otras huertas de implantación reciente con arbolitos en pleno desarrollo. Estas huertas se extienden hasta las laderas más altas y pronunciadas de los cerros, y en parte de la vertiente sur del Pico de Tancítaro. La presencia de hileras de jóvenes árboles en medio de hileras antiguas espaciadas de diez metros es otra señal del movimiento de expansión, ya que se está aprovechando al máximo cualquier espacio disponible para extender el cultivo. El fenómeno de expansión agrícola está claramente relacionado con la deforestación; numerosas parcelas forman claros de cultivo en medio del bosque de pinos y encinos, que sigue predominando solamente en las vertientes más altas y en las barrancas poco accesibles. En otras áreas, la cobertura vegetal silvestre comparte el espacio con árboles de aguacate plantados abajo, lo que implica la desaparición del sotobosque en un primer tiempo y la de los resinosos a mediano o corto plazo. De hecho, un recorrido en la región permite observar las diferentes etapas de dicha coexistencia; bosque con frutales jóvenes desarrollándose a la sombra de los pinos, pinos y aguacates mezclados, huertas convencionales conservando uno o dos resinosos en medio de los frutales o a la orilla de la parcela. Los aguacates y el bosque ocupan casi todo el espacio; solamente algunos pastizales, maizales y huertas de duraznos interrumpen de vez en cuando la monotonía del paisaje montañoso. 

El aguacate tiene varias décadas en la región, como lo indica la presencia de huertas con árboles antiguos. En efecto, el árbol que se cultivaba en las huertas frutales de la región desde el siglo XIX fue promovido por el Instituto Mexicano de Café, a través del Programa de Diversificación de Cultivos para Zonas Cafetaleras y se volvió un monocultivo en los años sesenta[1]. Se dio primero en los llanos y pendientes suaves –muchas veces con el beneficio de agua de riego– en los alrededores de Uruapan y de San Juan Nuevo y poco tiempo después en los alrededores de Peribán. El clima templado y húmedo y las condiciones edafológicas (la mayoría de los suelos son andosol) permitieron obtener buenos resultados de la variedad Hass que conquistó poco a poco nuevos terrenos. En algunos años, la región hasta entonces dedicada al cultivo de cereales (maíz y trigo), a la ganadería y a la producción de café y de algunos frutales, se cubrió de huertas aguacateras. En la década de los setenta, la tendencia se reforzó; la posibilidad de contratar créditos por parte de los ejidos y los subsidios otorgados a los insumos agrícolas por el Estado favorecieron el cultivo, mientras la demanda de aguacate en el país fue aumentando[2]. La tendencia continuó cuando los productores intentaron compensar el desplome de los precios, que provocó la crisis financiera de 1982, con un aumento de la superficie plantada (véase figura 2)[3]. Las huertas se extendieron progresivamente a municipios vecinos, como Tancítaro y Ario de Rosales, haciendo de la región la principal zona productora de aguacate en el país. La disponibilidad de madera para la fabricación de cajas facilitaba el proceso de empaque y las empresas empacadoras de aguacate se fueron multiplicando, sobre todo en Uruapan, incentivadas por apoyos financieros ofrecidos a los empresarios en los setenta. La deforestación –que beneficiaba a los productores de aguacate con la implantación de nuevas huertas y a los aserraderos que obtenían madera– tomó proporciones cada vez más importantes.

Figura 2
La superficie plantada de aguacate en hectáreas, en el Estado de Michoacán, 1980-2006
 
Si no tomamos en cuenta las incongruencias que presentan los años 1985 y 1986,  se ve un movimiento continuo
de expansión con un crecimiento especialmente agudo en el transcurso de los ochenta y principio de los noventas, y al inicio de la nueva centuria.
Elaboración propia. Fuente: SIAP-SIACON.

La expansión se aceleró al final de los ochenta y en los noventa, en un contexto de liberalización económica totalmente distinto al anterior. Como consecuencia de las políticas de ajuste estructural que se aplicaron bajo la presión de los países desarrollados, México pasó, en estas décadas, de una política económica proteccionista a una política de apertura. La inversión del gobierno en el sector rural disminuyó con medidas como la clausura del seguro agrario Anacsa, la supresión de los precios de garantía a los productos básicos y la disminución de créditos agropecuarios otorgados por Banrural a los ejidatarios y pequeños propietarios. Se incentivaron las inversiones extranjeras y las grandes agroindustrias nacionales, como los ingenios azucareros, fueron privatizadas. En 1992, la reforma a la ley 17 de la Constitución marcó el final de la Reforma Agraria con el cambio de estatus de los ejidos, que se privatizaron, y la interdicción de repartir nuevas tierras. La apertura de las fronteras con el Uruguay Round de 1986, primer paso hacia la liberalización de los mercados, fue reforzada ocho años más tarde con la firma del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, esta medida fortaleció los vínculos comerciales entre los tres países y facilitó los intercambios de mercancías.

Estas medidas afectaron al sector rural en general, ya que las grandes cantidades de productos agropecuarios, procedentes de Estados Unidos y Canadá, que entraron a México hicieron una fuerte competencia a los productos mexicanos. Los pequeños productores que se dedicaban a la ganadería y al cultivo de los granos básicos, es decir, la mayor parte de los campesinos mexicanos, resintieron muy fuertemente el cambio de política. Las únicas regiones que se beneficiaron fueron las que producían frutas y hortalizas frescas, estos cultivos disfrutan de buenas condiciones para la exportación y de ventajas comparativas fuertes frente a los países vecinos del norte, ya que necesitan un clima cálido o templado y la disponibilidad de una mano de obra barata por no ser  mecanizables. Dentro de este nuevo esquema de liberalización de los intercambios, el mercado de Estados Unidos, principal mercado al alcance de México, permanecía cerrado al aguacate, a pesar del Tratado de Libre Comercio, por la supuesta presencia de plagas cuarentenarias (barrenador de hueso, barrenado de rama, mosca de la fruta). Los intentos que hicieron empacadores de la región por exportar pequeñas cantidades a Francia, en el transcurso de los años ochenta, no dieron resultados muy convincentes,  ya que la lejanía y la competencia de otros países productores más cercanos limitaban las exportaciones mexicanas[4]. A principios de los noventa, las cantidades exportadas seguían siendo mínimas: 2.29 por ciento de la producción total (Comtrade, SIAP) principalmente a Francia y Canadá. Empezó entonces un trabajo intenso por parte de los productores, asesorados por ingenieros agrónomos de Sanidad Vegetal, para levantar el veto de Estados Unidos, aportando la prueba de que las plagas incriminadas no se daban en los aguacates (mosca de la fruta) o eliminando las otras (barrenadores)[5].

En 1997, después de varios años de trabajo intenso y de ochenta y cuatro años de veto, se abrieron finalmente las fronteras de Estados Unidos al aguacate mexicano, aunque de manera restringida: se podía exportar la fruta solamente hacia 19 estados del norte y noroeste del país –los más alejados de los estados americanos productores, California, Florida y Hawai– y durante cuatro meses al año, de noviembre a febrero,  cuando no hay producción en Estados Unidos. En los años siguientes, el mercado se siguió abriendo progresivamente: en noviembre de 2001, se autorizó la exportación a 31 estados durante seis meses, y en enero de 2005 a todos los estados durante todo el año, excepto a los tres productores. Finalmente, el 31 de enero del 2007, California, Florida y Hawai se abrieron también, lo que representó otro avance importante, ya que en el primer estado vive una importante población de emigrados mexicanos que es gran consumidora de este producto. 

Para garantizar la calidad fitosanitaria, es decir, la ausencia de las plagas cuarentenarias en los productos de exportación, y evitar que se volvieran a cerrar las fronteras, los ingenieros agrónomos de Sanidad Vegetal siguieron trabajando. Gracias a las campañas organizadas por las Juntas Locales de Sanidad Vegetal que se crearon en los municipios aguacateros, se eliminó progresivamente el barrenador pequeño de hueso (Conotrachelus persea y C. aguacatae). De los veintidós municipios michoacanos productores, quince municipios estaban considerados como totalmente liberados en febrero de 2008. La plaga de barrenador de rama (Copturus aguacatae) es más difícil de eliminar totalmente. Solamente dos municipios de Michoacán están totalmente libres, no porque se haya eliminado, sino por las condiciones climáticas que nunca le permitieron desarrollarse. Los certificados se dan entonces huerta por huerta, después de pasar por diversos controles de los ingenieros. En Peribán, municipio del corazón de la zona aguacatera, aproximadamente 4,000 hectáreas de huertas están libres de barrenador de rama y 3,500 hectáreas tienen todavía problemas (Sanidad Vegetal de Peribán). Gracias al trabajo realizado para eliminar las dos plagas, la superficie aprobada para exportar aguacate a Estados Unidos pasó de 1,499 hectáreas en 1997 a 34,752 hectáreas en 2005 (Sanidad Vegetal) a nivel nacional[6].

Mientras la exportación a Estados Unidos aumentaba, las expediciones a otros países, tantos europeos como asiáticos y de América central y del sur crecieron, por una parte por la mejora de calidad de la fruta, y por otra, porque estos países no exigen los certificados fitosanitarios solicitados por los Estados Unidos. La cantidad exportada a nivel nacional fue multiplicada por 13.8 en quince años; de 14,314 toneladas exportadas a doce países en 1991 (2.29 por ciento de la producción) a 198,023 toneladas enviadas a veintidós países en 2006 (17.5 por ciento de la producción) (Comtrade). El crecimiento de las exportaciones provocó un movimiento general de alza de los precios, incluso para las ventas nacionales, que siguen siendo las más importantes, ya que México es el mayor consumidor del mundo con un promedio de 10 kg per capita al año, además de ser el mayor productor. Con sus precios altos (hasta 35$ por kg para exportación en 2006-2007) y en un contexto generalizado de grandes dificultades en el sector agropecuario, el cultivo de aguacate fue considerado como una oportunidad única para la región. La expansión de las huertas, continua desde los inicios del cultivo en los años sesenta, siguió a un ritmo acelerado, ya que casi se duplicó la superficie sembrada en el estado de Michoacán entre 1990 y 2006 (véase figura 2). Sin embargo, los beneficios económicos y sociales tienen como contrapartida importantes problemas medioambientales.

Los beneficios y los problemas medioambientales

La expansión de la actividad aguacatera aporta beneficios que están concentrados en pocas manos. Algunos productores que empezaron al inicio del cultivo lograron comprar poco a poco grandes cantidades de tierras gracias a los beneficios adquiridos. Son los mismos que, después de un tiempo, abrieron su propia empacadora para evitar los intermediarios y se encuentran hoy a la cabeza de dominios importantes. Los otros beneficiados fueron las grandes empacadoras de capital estadounidense como Calavo, West Pak, Mission, Fresh Directions, que tienen sucursales en otros países (Estados Unidos, Chile), y se implantaron al momento de la apertura de las fronteras de Estados Unidos. Sin embargo, en el caso del aguacate mexicano, el cultivo no depende exclusivamente de estas grandes transnacionales ya que la mayor parte de la producción se vende en el país a través de centenares de pequeñas empacadoras nacionales, centros de acopios, puestos diseminados en toda la región aguacatera y que benefician a pequeños productores o comerciantes independientes.

De la misma manera, si muchos beneficios están concentrados entre las manos de los grandes productores, numerosos son los ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios, que pueden subsistir hoy con una superficie de algunas hectáreas, gracias a la fuerte rentabilidad del cultivo, caso excepcional en el medio rural mexicano[7]. El aguacate constituye además una fuente importante de trabajo: se requieren peones para los labores de la huerta, cortadores especializados en tiempo de cosecha, es decir, durante casi todo el año, trabajadores para las empacadores, profesionistas como los ingenieros agrónomos contratados por Sanidad Vegetal, por APEAM (Asociación de Productores y Empacadores de Aguacate de Michoacán) o que trabajan por su cuenta. En cuanto a los empleos indirectos, son innumerables, tanto en el sector del transporte, en el comercio, la construcción o los servicios.

La mejora de la situación económica de buena parte de la población se refleja en la calidad de las viviendas, las infraestructuras de los pueblos, las vías de comunicación. Se pavimentaron nuevas calles, se asfaltaron los caminos de terracería que juntan los ranchos a los pueblos, se hicieron obras en las carreteras importantes, como la que une Tancítaro a Peribán, para ensancharlas y mejorar su calidad. La mejora de las condiciones de vida se nota también en los movimientos de población. Como se ve en el cuadro 1, los principales municipios aguacateros de Michoacán tienen una tasa de crecimiento de población cercana a dos por ciento –crecimiento leve, pero inhabitual actualmente en las localidades rurales mexicanas– mientras en los municipios vecinos de la Sierra Purhépecha donde no se da el cultivo del aguacate por cuestiones climáticas (altitud superior a 2,400 msnm), el crecimiento es mucho más tenue y hasta negativo. De hecho, esta tendencia tiene mucho que ver con los movimientos de migración: en los principales municipios aguacateros, la emigración a Estados Unidos, tan común la región, se da poco. En cambio, existen movimientos pendulares de habitantes de la Sierra Purépecha que vienen a buscar trabajo en las huertas como peones.

Cuadro 1
La tasa de crecimiento de la población en algunos municipios de Michoacán, entre 1990 y 2005

Municipio aguacatero

Población 1990

Población 2005

Tasa de crecimiento

     

anual 1990-2005

Salvador Escalante

9,852

13,069

1.90

Nuevo Parangaricutiro

9,765

12,710

1.77

Tancítaro

3,653

5,478

2.74

Peribán

9,179

13,654

2.68

Uruapan

187,623

238,975

1.63

Municipio sin aguacate

     

Cherán 

11,846

12,331

0.27

Chilchota

10,494

7,206

-2.47

Paracho de Verduzco

14,322

16,816

1.08

Elaboración propia. Fuente: Censos de Población del INEGI, 1990 y 2005.

Frente a estos cambios económicos que se pueden considerar como globalmente positivos, la expansión creciente de las huertas tiene como consecuencia problemas medioambientales cada vez más preocupantes. En efecto, cuando las tierras de cultivo y los pastizales que se extendían en las tierras ya desmontadas fueron totalmente sustituidos por las huertas, la expansión se hizo esencialmente a expensas de las tierras forestales. Muchas veces, tal sustitución convenía a los distintos actores sociales implicados en la región; los productores de aguacate, los aserraderos que se beneficiaban de la madera, y los talamontes que se encargaban de la operación de corte. En las últimas décadas, se multiplicaron los controles para frenar el proceso de deforestación por parte de varias instituciones que actúan en distintos niveles de gobierno (la Semarnat[8], la Profepa[9], la SAGARPA[10], la Procuraduría Agraria y los ayuntamientos). Sin embargo, su acción no fue suficiente para invertir el fenómeno. Se utilizan estrategias alternativas, como la implantación de huertas debajo de los pinos y la tala progresiva de éstos una vez que crecen los frutales. Los talamontes siguen trabajando de noche, a veces en acuerdo con los aguacateros, para que las dos partes se beneficien. Se producen incendios, supuestamente, accidentales que “limpian” el bosque y permiten a los propietarios de la parcela plantar árboles frutales. Según investigadores del INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias) que trabajaron con imágenes satelitales de uso de suelo, veinte por ciento de la superficie cubierta por aguacate en 2006 era ocupada por especies forestales en 2001 (Anguiano). Las consecuencias medioambientales de ese fenómeno de deforestación son impresionantes: erosión de los suelos con deslaves y derrumbes en los cerros; disminución de las precipitaciones y de la humedad; desaparición de la flora y fauna específica del lugar, en especial de insectos polinizadores, etcétera.

Se conjuga la deforestación con otros fenómenos como el agotamiento de aguas superficiales y la contaminación provocada por los químicos utilizados en las huertas. Los productores aprovechan las aguas limpias de los manantiales con goteras y desvían el agua de los ríos para regar sus parcelas, lo que provoca la desecación de los manantiales, el agotamiento de los escurrimientos superficiales o su cambio de escurrimiento perenne a escurrimiento temporal, ya que cesan sus aguas durante el estiaje[11]. Además, el uso de químicos en las huertas provoca fuerte contaminación del aire, el agua y los suelos, y tiene sin duda consecuencias negativas en la salud de los productores y de los trabajadores, aunque es difícil comprobar la relación directa que existe entre los químicos y los numerosos casos de cáncer y de discapacidades en los niños que se dan en la región.

Las alternativas medioambientales

La poca eficiencia de los programas de reforestación

De forma paralela a las políticas gubernamentales de protección del bosque, la CONAFOR (Comisión Nacional Forestal) y la COFOM (Comisión Forestal del Estado de Michoacán) llevan a cabo programas de reforestación, como el Pronare (Programa Nacional de Reforestación) o Proárbol, que están dando hasta ahora pocos resultados. Por una parte, es difícil convencer a los productores que planten resinosos que darán beneficios económicos, por lo menos, veinte años más tarde, mientras las ganancias que aporta el aguacate son rápidas (la primera cosecha se obtiene después de cuatro o cinco años) y mucho más importantes. Cuando la tala es legal, es decir, cuando la SEMARNAT autoriza el cambio de uso de suelo, lo que representa una minoría de los casos, la Secretaría otorga, en mancuerna con la CONAFOR, un incentivo de 30 a 40 centavos por pino plantado –además de las plántulas que regala– lo que equivale a 500 pesos por hectárea. Los habitantes de la región que reforestan lo hacen más por convicción propia que por razones económicas. Es el caso de la comunidad de San Juan Nuevo, presentada como ejemplar por su labor de reforestación desempeñada desde hace varias décadas; los comuneros, conscientes de que el bosque debe ser un recurso sustentable, ya que de éste sacan la materia prima para la fabricación de muebles, molduras, casas prefabricadas, resina, dividieron las parcelas y cosechan la madera siguiendo un plan de rotación[12].  

Mientras, desgraciadamente, el caso de San Juan Nuevo sigue siendo aislado, los programas de reforestación, además de ser poco atractivos económicamente, presentan fuertes deficiencias. Como lo demostró un estudio independiente realizado en 2006 por ingenieros agrónomos del INIRENA (Instituto de Investigaciones sobre Recursos Naturales, Universidad Michoacana) sobre el Pronare, las especies seleccionadas para la reforestación no son siempre adaptadas a las condiciones edafo-climáticas de la región, por lo que solamente una tercera parte de las plántulas logra sobrevivir[13]. Además, una vez entregadas las plantas a los comuneros, los responsables de los programas no controlan la labor de plantación, ni dan seguimiento para conocer la adaptación de los árboles al medio, por lo que, en algunos casos, ni los árboles son plantados[14].

La agricultura orgánica: inicios problemáticos

Ante los pocos resultados obtenidos por parte de las instituciones gubernamentales, las iniciativas de protección del medio ambiente son más bien individuales y asociativas. En los últimos años, podemos observar la aparición y el desarrollo de varias tendencias vinculadas con la agricultura orgánica cuyos objetivos son “la conservación y el mejoramiento de la fertilidad del suelo, la protección de los recursos naturales y el impedimento de la contaminación”[15].

Los primeros intentos de producir aguacates orgánicos en la región de Uruapan se pueden fechar en los años noventa. Algunos agrónomos y productores,  fuertemente convencidos de los beneficios, empezaron a difundir información de la producción del aguacate orgánico y convencer a otros productores, muchos ya sensibilizados de los problemas de contaminación por su propia experiencia o por traumas familiares[16]. Los inicios no fueron fáciles: aparte del escepticismo general que enfrentaron estos innovadores, no había insumos biológicos para sustituir a los fertilizantes y abonos químicos; era poca la asesoría para el manejo adecuado, por lo que se cometieron errores en la aplicación de ciertos productos que provocaron daños a los árboles en vez de fortalecerlos. Frente a la disminución de la producción y a las plagas y enfermedades que atacaron las frutas (trips, varicela, viruela), hubo productores que no supieron como reaccionar y abandonaron ese manejo. Los que lograron superar estos problemas, se encontraban en la imposibilidad de vender sus productos a buen precio, ya que no existía mercado nacional –donde el consumo de productos orgánicos sigue siendo hoy casi inexistente– ni internacional. Las frutas de pequeño calibre y con daños se vendían a precios ridículos que no permitían a los productores compensar sus gastos, ni mucho menos obtener beneficios. En el peor de los casos, la experiencia acabó con un fuerte endeudamiento y la venta de la huerta.

Sin embargo, después de varios años de tanteos y dificultades, la situación empezó a mejorar gracias a una mayor organización de los productores y al aumento de las posibilidades de venta. Al principio de la nueva centuria, las grandes empacadoras transnacionales y las empresas nacionales más importantes empezaron a manejar la fruta orgánica para responder a una demanda creciente por parte de los países europeos, de Japón y de Estados Unidos, países donde el mercado orgánico se está desarrollando muy rápidamente. La oferta creciente de productos, que al mismo tiempo iban mejorando su calidad, convenció a las empacadoras a involucrarse en un mercado nuevo donde se manejan precios altos. 

La creación de la empresa de Comercio Justo Fairtrasa (Fair Trade South América), fundada por el suizo Patrick Strübi en Uruapan al final del año 2004, marcó una nueva etapa en el desarrollo del cultivo orgánico, ya que ofreció a los productores más alternativas de venta y buenos precios. Se conjuntaron los lineamientos del Comercio Justo –asegurar precios de garantía a los pequeños productores, pagar de manera justa a la mano de obra y garantizar que las estructuras, los mecanismos, las prácticas y actitudes comerciales sean equitativas[17]– con los de la agricultura orgánica[18]. La empresa garantiza un precio mínimo de compra a los productores, independiente de las condiciones de mercado, y exige que sean aplicadas prácticas sanas de producción[19]. Tiene su propia empacadora, Santa Bárbara, la que maneja solamente frutas orgánicas y frutas en proceso de transición. La empresa está involucrada además en obras sociales, regresa una prima de ocho centavos de dólar por kilogramo vendido a los productores para el financiamiento de proyectos elegidos por ellos. Se construyó, así, una escuela para niños con discapacidades (relacionadas según los habitantes con el sobreuso de químicos) en Peribán en el año 2007, se mejoraron caminos rurales, se hizo una obra hidráulica en la ranchería Santa Catalina, municipio de Tancítaro, etcétera.  

Al mismo tiempo que empezó a funcionar Fairtrasa, se creó la Asociación Agrícola de Productores de Aguacate Orgánico (hoy Sociedad de Producción Rural) PRAGOR, cuyo principal papel es publicar los precios que ofrecen los compradores en un momento dado y establecer el contacto entre los productores y las empacadoras. La relación entre PRAGOR y Fairtrasa es estrecha pero no exclusiva; existe un convenio de compra-venta, pero los socios de PRAGOR no tienen la obligación de vender a Fairtrasa, sino que pueden ofrecer sus productos a otra empacadora que les proponga mejores precios. Además de su papel de intermediario, la Asociación se encarga de organizar cursos y talleres, y de difundir información sobre el manejo orgánico del aguacate. Las reuniones entre  productores permiten igualmente compartir experiencias y mejorar el manejo, gracias a intercambios de consejos, asesoría de productores que son también agrónomos, etcétera. Había 24 socios en 2004 cuando se creó la asociación,  y 92 en enero de 2008. La mayoría son pequeños productores: sesenta y siete por ciento tenía menos de quince hectáreas según las estadísticas de la Asociación en 2007. No todos los productores orgánicos son socios, ya que parte de los más fuertes no entraron a la Asociación por no necesitar asesoramiento ni intermediario en la comercialización del producto. 

Con el tiempo, las tiendas de fertilizantes y repelentes orgánicos se fueron multiplicando, así como las posibilidades de asesoramiento para el uso de los insumos, por parte de ingenieros agrónomos que trabajan de manera independiente o en colaboración con estas mismas tiendas. En paralelo, se difundieron los conocimientos para la producción propia de insumos. La presencia de asesores fue imprescindible al principio, porque además de dar indicaciones de las proporciones, avisaban quienes eran los productores prohibidos y restringidos de acuerdo a las normas de IFOAM[20]. Gracias a los consejos de socios de PRAGOR, de los inspectores de la certificadora orgánica Bioagricert y de la asesoría de agrónomos independientes convencidos, varios productores empezaron a fabricar su propia lombricomposta, su pudrición de estiércol o supermagro, sus repelentes a base de plantas, de cal y azufre para fumigar en contra de la araña roja y del trips.

La situación actual del aguacate orgánico en Michoacán

Después de haber pasado por estas etapas, la situación del aguacate orgánico es por lo tanto muy distinta en el año 2008 de lo que era diez años antes. Las huertas orgánicas que cubrían a nivel nacional 85 hectáreas en 1996 y 911 hectáreas en el año 2000[21], llegan a cubrir un total aproximado de 2,000 hectáreas en Michoacán[22]. Este porcentaje corresponde a dos por ciento de la superficie aguacatera del estado, lo que puede parecer poco, pero equivale a la proporción de las tierras agrícolas ocupada por la agricultura orgánica en los países de la Unión Europea, que producen más orgánicos en el mundo después de Oceanía[23]. Los aguacates orgánicos continúan, además, en una dinámica de expansión: hay muchas huertas en proceso de transición y gran parte de las hectáreas contabilizadas son huertas orgánicas recientes. 

Ante la catástrofe ecológica que se avecina, la agricultura orgánica presenta ventajas indiscutibles para la región como para los productores. La principal consiste en la supresión del uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos. En ausencia de estos productos se repone la biodiversidad perdida, los insectos polinizadores se multiplican, se deja crecer la maleza hasta poco antes del corte, esto aporta varios beneficios a la huerta: protege el suelo de la erosión; da materia orgánica a los suelos pesados; retiene la humedad; evita que los insectos y gusanos se suban a los árboles. Sin embargo, los resultados de la eliminación de químicos son limitados en las huertas pequeñas rodeadas por huertas de cultivo convencional, debido a que los productos son muy volátiles. Para evitar la máxima contaminación del aire y de los suelos, se establece una zona de amortiguamiento, de diez metros de ancho, en cada huerta orgánica, o una o dos hileras de árboles manejados como orgánicos, pero considerados convencionales por el contacto que tienen con las huertas vecinas. De hecho, los productores orgánicos hacen a veces convenios con los productores convencionales vecinos para realizar fumigaciones orgánicas en sus huertas. El no uso de químicos proporciona un ambiente sano y mejora la calidad de vida de los pequeños propietarios y de los encargados, que además de tener que aplicar estos productos de manera continua, viven a menudo dentro de la huerta o en pueblos muy cercanos.

El vínculo entre el cultivo orgánico y la deforestación no es tan directo, ya que muchas huertas que pasaron al manejo orgánico se encuentran en zonas ya deforestadas. Sin embargo, la preocupación por el bosque está, en general, más arraigada en los productores orgánicos que en los productores convencionales. Las normas orgánicas tienen este sentido: una norma de Suiza (Bio Suisse), país importador de productos orgánicos, exige que los productores deben conservar siete por ciento de área silvestre dentro de su área de cultivo orgánico (parcela o huerta), con el fin de reducir la deforestación y favorecer la biodiversidad[24]. Además, las normas europeas orgánicas son condición para poder exportar a ese país, 28 de los 92 socios de la Asociación PRAGOR cumplían las condiciones en enero de 2008[25]. Los productores orgánicos intentan también diversificar sus cultivos, con la reimplantación del aguacate criollo –variedad que se daba en las huertas de frutales antes del auge de la variedad Hass– con huertas de duraznos intercaladas entre las huertas de aguacate o con la plantación de arbustos de café debajo de los aguacates. Sin embargo, se trata de casos aislados que se dan en superficies muy reducidas, por lo que el monocultivo sigue predominando en los paisajes de la región.

Económicamente, el aguacate orgánico representa igualmente una opción bastante viable. Mientras las huertas sufren de una merma de la producción en los primeros años, un buen manejo, que consiste en la aplicación de una cantidad suficiente de abonos y de repelentes naturales de calidad, permite recuperar la producción totalmente o en parte, según los casos. El precio del producto, en promedio, treinta por ciento más alto que el de la fruta convencional, varía en el transcurso de la temporada; cuando los precios son bajos la plusvalía es más importante que cuando son altos, por lo que en estos períodos muchos nuevos productores se quieren pasar a la producción orgánica. La pérdida de productividad que se da en los primeros años y que perdura a veces después (dependiendo del asesoramiento, de la calidad de los suelos, de la posibilidad o no de riego, de la altitud de la huerta, de la elaboración o no de los insumos, etcétera) queda, en general, casi compensada con este sobreprecio. Sin embargo, los costos de mano de obra son más altos que en las huertas convencionales; si en el caso de las pequeñas huertas, la mano de obra es esencialmente familiar, excepto algunos días al año para hacer fumigación y cortar la maleza, en las huertas grandes estos costos se resienten más.

Exportar a Estados Unidos representa la mejor opción económica para los productores, es el país que ofrece los mejores precios para el aguacate orgánico. Sin embargo, los requisitos son mayores que en Europa y Japón, ya que las huertas deben de cumplir con las normas fitosanitarias –como cualquier huerta– para obtener el permiso de exportar, además de respetar las normas orgánicas exigidas por los países clientes (Reglamento N° 20/92 en la Unión Europea, JAS en Japón, NOSB (Nacional Organic Standards Borrad) en Estados Unidos.

La producción orgánica ofrece en 2008 una seguridad total en la venta, ya que hay más demanda que oferta, según nos comentó el director de Fairtrasa cuya exportadora aumentó sus ventas a más de tres mil por ciento en tres años. La venta además de ser segura es rápida, porque entre las grandes empacadoras y Fairtrasa existe siempre una posibilidad de vender en cualquier momento del año. Mientras, otros países productores de América del Sur, como Chile y Perú, están intentando abrirse paso al mercado estadounidense y pueden amenazar, a mediano plazo, la preeminencia del aguacate mexicano convencional en Estados Unidos, el mercado orgánico sigue siendo seguro. Existen además fuertes probabilidades de ampliación de este mercado en los países desarrollados e incluso en los países emergentes en los próximos años. En la Unión Europea, se registró un crecimiento de las ventas de veinticinco por ciento por año desde el año 1991, seguramente, continuará debido a que la calidad alimentaria es cada vez más valorada en estos países[26]. De hecho, Inglaterra se puso como plazo el año 2012 para que la totalidad de los alimentos sean orgánicos, meta muy difícil alcanzar, pero que da idea de las posibilidades de desarrollo del mercado europeo en los próximos años. En cuanto al mercado mexicano, es muy reducido todavía, por diversas razones: desconocimiento de los productos, sobreprecio difícil de asumir para gran parte de la población que es de bajos recursos, ausencia de preocupación por tener una alimentación sana y cuidar el medioambiente, falta de abastecimiento continuo en los mercados[27]. Sin embargo, la creación de la marca mexicana de certificación ecológica Aires del Campo y el desarrollo en algunos supermercados (como Superama) con una gama de productos orgánicos hace pensar que cierto auge es posible.

Sin embargo, quedan todavía problemas por resolver en el cultivo orgánico del aguacate. La decisión de hacerse orgánico se toma a veces a la ligera y por razones únicamente económicas, considerando solamente el sobreprecio. Cuando los productores que quieren obtener resultados y beneficios rápidamente, que no están realmente preocupados por la cuestión medioambiental, se dan cuentan que el sobreprecio apenas compensa los gastos y la disminución de la producción y en algunos casos ni llega a esto, regresan con facilidad al cultivo convencional. El manejo orgánico parece fácil, incluso hay productores que confunden el abandono de los cultivos y el cultivo orgánico, ya que hubo casos de aguacateros que pasaron a la producción orgánica después de haber abandonado su huerta durante un tiempo, lo que facilita el proceso porque no se aplicaron productos químicos durante esta temporada. El paso a la agricultura orgánica es un proceso largo que consiste en nutrir los suelos, restaurarlos, incorporando microorganismos, bacterias, etcétera, y no solamente en sustituir los insumos químicos (nitrógeno, fósforo y potasio) por fertilizantes orgánicos para alimentar las plantas.

Existen además problemas para la certificación: el certificado orgánico de Bioagricert (compañía italiana implantada en Uruapan) es imprescindible para exportar el producto con el sello orgánico, sin embargo, puede haber fraude por parte del productor que falsifica su certificado o incorpora una parte de aguacate convencional al momento de vender sus productos orgánicos. No existe en este momento el control necesario para impedir tales estafas, para esto la certificadora Bioagricert está elaborando una base de datos para controlar qué cantidad compran las empacadoras y establecer una relación entre las producciones orgánicas que obtienen los aguacateros y las que compran las empacadoras. En caso de fraude, los países clientes tienen controles a la llegada de la mercancía, lo detectan y reportan los problemas a la certificadora. En 2007, dos productores de Michoacán perdieron su certificado orgánico por estas razones. Esta situación representa un riesgo, si se multiplican los casos, los países importadores podrían cerrar sus puertas a la producción orgánica.


Conclusión

En general, la agricultura orgánica representa una buena opción para la región aguacatera y sus habitantes: es un nicho de mercado que se podría desarrollar y es viable económicamente. Sus efectos para el medio ambiente son sin duda positivos, aunque limitados, de momento, por la poca superficie cubierta.

Para afrontar los problemas y para desarrollar el cultivo orgánico, se creó en 2006 la Ley de Productos Orgánicos que tiene como principales objetivos: “fomentar el desarrollo de estos sistemas productivos en el territorio nacional, para la recuperación de cuencas hidrológicas, aguas, suelos, ecosistemas, así como sistemas agropecuarios deteriorados por las practicas convencionales de producción […]; fomentar la producción de alimentos libres de sustancias dañinas al hombre y a los animales […], fomentar el desarrollo de un mercado nacional de consumidores de productos orgánicos […]"[28]. Para llevar a cabo tales iniciativas, se necesitarían sin duda apoyos financieros gubernamentales para los productores que difícilmente reponen sus gastos y mantienen su producción. El apoyo ayudaría también a rebajar los precios y haría accesibles los productos a más consumidores, incentivando el consumo nacional para evitar tanta dependencia de los mercados internacionales.

La agricultura orgánica representa solamente una de varias opciones para revertir los daños en el medioambiente provocados por el monocultivo aguacatero. Se debería, al mismo tiempo, incentivar la reforestación y reglamentar la deforestación de manera más estricta, diversificar los cultivos para no depender de una sola actividad, etcétera. La comparación con otras regiones donde se practican monocultivos, y su evolución reciente, nos daría otras pistas para el desarrollo sustentable de esta región michoacana.


Notas

[1] Bárcenas 2002, p. 35.

[2] Mendoza 2001, p. 140.

[3] Mendoza 2001, p. 155.

[4] Paz Vega calculó que en 1985 la duración del viaje entre el puerto de Lázaro Cárdenas y Le Havre en Francia era de diez y siete días, mientras las frutas llegaban de Israel al mismo país en cuatro días, y de África del Sur en diez a doce días. Paz Vega 1986.

[5] Organismo auxiliar de la Secretaria de Agricultura (SAGARPA), financiado por el Gobierno y sobre todo por los productores. El Comité Estatal de Sanidad Vegetal se creó en 1993 en Michoacán. Su objetivo principal es acabar con las plagas que se dan en distintos cultivos, por lo que organiza campañas fitosanitarias.

[6] La superficie plantada de aguacates en el estado de Michoacán representaba 84,8 por ciento  de la superficie nacional aguacatera en 2005, y las exportaciones salían casi exclusivamente de este estado.

[7] Se calcula que los beneficios netos de una hectárea de huerta de aguacate alcanzan $ 85,000, lo que hace de este producto uno de los más rentables a nivel nacional. Se considera que una superficie de cinco hectáreas permite a una familia mantenerse. Sin embargo, durante el trabajo de campo, hemos conversado con pequeños productores cultivando solamente dos, tres o cuatro hectáreas.

[8] Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

[9] Procuraduría Federal del Medio Ambiente.

[10] Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.

[11] Fuentes 2002, p. 40-41.

[12] Luján 2003, p. 272.

[13] La Jornada Michoacán, 21/03/06.

[14] Un aguacatero de Nuevo Zirosto, municipio de Uruapan, nos contó en una entrevista que encontró en una ocasión centenares de plántulas tiradas en medio del bosque.

[15] Pérez 2004, p. 96.

[16] Muchos productores orgánicos cuentan que les hacía daño manejar agroquímicos en las huertas, otros relacionan los químicos con casos de cáncer que sufrieron sus familiares después de manejar tales productos durante muchos años.

[17] Gómez 1999, p. 102.

[18] Tiene el sello de internacional de certificación de comercio justo por parte de FLO (Fairtrade Labelling Organizations Internacional), certificadora alemana, y el sello Nature & More (parte de la compañía alemana EOSTA) en cuanto al manejo orgánico.

[19] Según el director de Faitrasa, Rewi Illsley Granich, “el precio mínimo del aguacate orgánico es de un dólar catorce centavos por kilo, y si bien en 2007 el precio estuvo por arriba del mínimo, en 2006 descendió, sobre todo en los meses de septiembre a diciembre y Comercio Justo les pagó un precio que doblaba regularmente al que resultaba del mercado” (La Jornada Michoacán, 27/12/07).

[20] IFOAM: Federación internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica fundada en 1972 con sede en Alemania, reconocida a nivel mundial como la ONG más importante en el rubro de la agricultura orgánica que impulsó globalmente esta forma de agricultura y estableció normas generales para la producción (Gómez 1999, p. 36)

[21] Pérez 2004, p.98.

[22] La producción de aguacate orgánico apenas está arrancando en los otros estados productores, como Jalisco o Nayarit.

[23] Frente a 0.1 por ciento en Estados Unidos, 1.34 por ciento en Canadá, y 0.5 por ciento en países de América Latina, según estadísticas del año 2003 (Pérez 2004, p.96-97).

[24] Se consideran áreas silvestres, extensiones con plantas que puedan cumplir un ciclo entero de vida, por lo que pueden ser zonas con arbustos e incluso con maleza, y no necesariamente bosque.

[25] Además de las normas generales, establecidas por IFOAM, cada país tiene sus propias normas en cuanto a los productos orgánicos.

[26] Pérez 2004, p. 97.

[27] Gómez 1999, p. 119-121.

[28] Pérez 2006, p. 103.


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