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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

LA RENOVACIÓN SOCIODEMOGRÁFICA DE UN CENTRO URBANO MADURO: PERFILES MIGRATORIOS Y FILTROS RESIDENCIALES EN LA CIUDAD DE BARCELONA[1]

Antonio López Gay
Universidad de Minnesota y Centro de Estudios Demográficos
tlopez@ced.uab.es

Joaquín Recaño Valverde
Universidad Autónoma de Barcelona y Centro de Estudios Demográficos
jrecano@ced.uab.es

La renovación sociodemográfica de un centro urbano maduro: perfiles migratorios y filtros residenciales en la ciudad de Barcelona (Resumen)

Desde la saturación urbana y demográfica de Barcelona, la migración y la movilidad residencial han explicado su renovación sociodemográfica. En muchas otras ciudades centrales se ha demostrado que los participantes en los flujos residenciales (moviéndose hacia, desde o dentro del centro urbano) no son extraídos al azar del conjunto de la población sino que responden a precisos criterios de selección. En Barcelona, personas jóvenes, solteras, profesionales y altamente educadas se dirigen hacia la ciudad central o cambian de vivienda en su interior. Al contrario, los obreros manuales con un nivel de instrucción medio, en el contexto de unidades familiares ya formadas o en proceso de formación, son más propensos a abandonar el área central. Como consecuencia de estas dinámicas, la ciudad central ha experimentado un intenso proceso de renovación sociodemográfica en los últimos años. La investigación profundiza en este proceso a partir del 100% de los microdatos censales de 2001.

Palabras clave: Barcelona, movilidad residencial, demografía urbana, filtro migratorio, selección migratoria.

Sociodemographic renewal of a mature urban center: Migration profiles and residential filters in Barcelona (Abstract)

Since Barcelona’s central municipality reached its maturity, migration and residential mobility have been the determinant factors of its sociodemographic renewal. It has been proved in many other inner cities that participants in residential flows (moving into, moving out and moving within the urban core) are intensively selected according their sociodemographic profiles. In Barcelona, young people, singles, professionals and the highly educated are more willing to move into and within the central city. Meanwhile, family dimension is behind most of the leaving the inner city movements. Manual workers and medium educated are more likely to leave central areas. As a consequence, Barcelona’s urban core has experienced an intense process of population renewal during the last decade. The research is based on the analysis of the Census 2001 100% microdata, which have enable us to explore the sociodemographic profile of each person moving into, leaving from and moving within Barcelona’s central city.

Key words: Barcelona, residential mobility, urban demography, migratory filter, migratory selectivity.

Desde mediados de la década de los ochenta, el sistema migratorio español registra un crecimiento vertiginoso e incesante de la movilidad residencial en las aglomeraciones urbanas que adquiere su máxima expresión en los primeros años del siglo XXI. Este auge de los movimientos de corta distancia se explica por diversos factores sociodemográficos, por otra parte comunes a buena parte de las regiones metropolitanas españolas: a) En primer lugar, la llegada a la edad de emancipación de las generaciones del baby-boom nacidas entre 1960 y 1975 generó un aumento significativo de la demanda de vivienda en los sectores urbanos, con el consiguiente aumento del precio de ésta. Este último aspecto se agudiza en núcleos extremadamente densos como Barcelona, en donde la imposibilidad de construir nuevas residencias y la preferencia de los individuos por permanecer en sus barrios de origen, en los que pueden disfrutar de las ventajas de las redes sociales y familiares que han ido configurando a lo largo de su ciclo vital, agravan la escasez residencial (Módenes, 1998). Este conjunto de factores impulsó a un número significativo de parejas jóvenes a buscar su residencia en las periferias urbanas; b) En segundo lugar, la existencia de colectivos que persiguen mejorar la calidad de su entorno residencial, adquiriendo viviendas de mayor tamaño y precio más económico en los aledaños de la ciudad. Este tipo de movimiento es frecuente entre las parejas con hijos y con un status socioeconómico medio que utilizan la venta de una vivienda en el núcleo central del área metropolitana para financiar la compra de la nueva residencia; y c) En tercer lugar, la deslocalización residencial y de los centros de trabajo en el interior de las regiones urbanas se ha visto favorecida por el desarrollo de las vías de comunicación, las cuales han facilitado, en una parte, una mayor independencia entre el lugar de residencia y el de trabajo. En otros casos, las familias han optado por la estrategia de minimizar u optimizar, en el caso de parejas en las que ambos miembros trabajan, el tiempo de desplazamiento accediendo a una vivienda más cercana a los lugares de trabajo. Estas líneas argumentales son bien conocidas por la literatura geográfica española (Módenes, 1998; Módenes y López Colás, 2004; Vinuesa, 2005), que ha desarrollado numerosas investigaciones sobre los fenómenos de desconcentración urbana en los que priman los enfoques espaciales y demográficos (ver bibliografía al final del texto) pero en muy pocos de ellos se consideran las características personales que inciden en los cambios residenciales. En este artículo vamos a explorar algunos de los factores individuales y familiares que facilitan la permanencia (cambio de vivienda), entrada (inmigración) o salida (emigración) de la ciudad, en lo que algunos autores denominan el filtro residencial. Para ello, vamos abordar un ejemplo concreto pero significativo de los movimientos de desconcentración urbana en España: los cambios residenciales con origen y destino en Barcelona emplazados en el ámbito global de Cataluña, estudio que vamos a desarrollar a partir del conjunto exhaustivo de los microdatos del censo de 2001.

La génesis de un espacio urbano central saturado: la ciudad de Barcelona

El componente migratorio ha sido la clave en la evolución demográfica de la ciudad de Barcelona a lo largo de los últimos 170 años, desde su explosión industrial y urbana hasta la actualidad (figura 1). La migración define, no tan solo los periodos de máximo crecimiento demográfico de la ciudad, sino también las pérdidas registradas durante el último cuarto de siglo XX. Por ejemplo, el crecimiento demográfico experimentado por la ciudad durante los dos últimos tercios de siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX  es explicado exclusivamente por la aportación migratoria. El desarrollo industrial y económico de Barcelona, traducido en una enorme atracción de población, se convirtió en el motor del crecimiento demográfico de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX, y la condujo a superar el medio millón de habitantes en el cambio de siglo. El saldo migratorio no sólo equilibraba las pérdidas producidas por un crecimiento vegetativo negativo (Vidal, 1985), sino que permitía crecer a la ciudad a un ritmo frenético, sólo conocido en la Barcelona del siglo XX durante las dos etapas de máximo crecimiento de efectivos, 1915-1930 y 1940-1960.


Figura 1. Componentes demográficos en la evolución de la población del municipio de Barcelona, 1857-2005[2]

 

A partir de la década de 1920, y como consecuencia del descenso de la mortalidad, la natalidad barcelonesa contribuyó también al incremento del volumen de población en la ciudad. La inmigración neta fue, no obstante, el componente que permitió traspasar la frontera del millón de habitantes en 1930. La aportación migratoria del periodo 1915-1930 fue la más intensa de la historia de la ciudad, tanto en términos relativos como absolutos. En 1930 la población no nacida en el municipio de Barcelona ya representaba más de la mitad de los residentes. La centralidad de Barcelona en la dinámica migratoria catalana durante este episodio migratorio fue indiscutible: en 1940 cuatro de cada diez catalanes residían en Barcelona (uno más que en 1900).

Tras el paréntesis obligado por la Guerra Civil, de nuevo la migración explica la mayor parte del incremento de población que se registra durante la década de 1940 y 1950, cuando el municipio de Barcelona todavía domina el sistema migratorio catalán. El aumento de la natalidad registrado a finales de la década de 1950 comienza a diluir la importancia de la variable migratoria en el aumento de la población, una tendencia que se reforzará a lo largo de las décadas de 1960 y 1970.

La progresiva saturación del tejido urbano municipal anticipó, respecto al resto de Cataluña, la desaceleración del flujo inmigratorio procedente de otras regiones españolas. La construcción de la ciudad-municipio alcanzaba su punto final con la urbanización de los últimos espacios disponibles en los límites municipales. Esta misma saturación urbanística, con las lógicas consecuencias económicas en el precio del suelo, fue clave en la pérdida de la centralidad migratoria que Barcelona había alcanzado a lo largo de las etapas migratorias anteriores. Los municipios metropolitanos, sobre todo los situados en la primera corona, fueron los que recibieron la mayor parte de la inmigración que durante la década de 1960 continuaba llegando de forma intensa a Cataluña, además de ser destino preferencial del flujo que abandonaba Barcelona en forma de movimientos residenciales de relocalización metropolitana. Así, el foco inmigratorio, localizado en las etapas migratorias anteriores casi exclusivamente la ciudad de Barcelona, evolucionó hacia una nueva situación en la que el conjunto de la Región Metropolitana, con la ciudad central como motor económico, se convirtió en el destino de los nuevos flujos procedentes del resto de España desde inicios de la década de los sesenta.

Es necesario recordar que entre las grandes aglomeraciones europeas, el municipio de Barcelona, con sus 100 km2, es una de las entidades municipales menos extensas (Serra 2003). Ese pequeño tamaño permite considerar el territorio municipal como área central, capital indiscutible de su región metropolitana. Además, debe añadirse la ventaja estadística de configurarse como entidad municipal, ya que ésta acostumbra a ser el menor nivel administrativo en el que se distribuyen datos sociodemográficos.

El saldo migratorio del municipio de Barcelona es negativo a partir del primer quinquenio de la década de 1970. Pese a todo, el crecimiento natural le permite alcanzar el techo poblacional justo antes de entrar en la década de 1980, con una discutible cifra oficial que rozaba los dos millones de personas. Poco después, el signo del crecimiento vegetativo convergió con el migratorio, y los dos contribuyeron al descenso total de la población.

Hasta entonces, pues, la inmigración había establecido la constante redefinición sociodemográfica del municipio central. Comenzaba ahora, en cambio, un periodo en el que los movimientos emigratorios, en clave de cambios residenciales con el entorno metropolitano y el resto de Cataluña, se erigen como el principal componente que explica los cambios en el perfil sociodemográfico del conjunto de la población de la ciudad. Las explicaciones del saldo migratorio negativo del municipio central se derivan de las teorías de desconcentración demográfica de los espacios centrales y de la suburbanización territorial en áreas metropolitanas, perfectamente trazados en la bibliografía barcelonesa (Módenes 1998; Módenes y Recaño, 2003; Nel·lo 2001 y 2004; Pujadas, 2005; Pujadas y López Villanueva, 2005; Recaño y López Gay, 2007; López Gay, 2008). Además de los elementos económicos (revalorización de la periferia con la relocalización industrial y comercial), territoriales (articulación del territorio metropolitano a través de las vías de comunicación que ha permitido el desarrollo de la creciente movilidad cotidiana) y urbanísticos (oferta residencial, evolución de los precios, revalorización criterios residenciales), los factores demográficos han contribuido a este proceso. La evolución del número de hogares permite añadir una nueva dimensión al proceso de desconcentración demográfica de la ciudad central (cuadro 1). A diferencia de lo sucedido con el número de habitantes, no se ha registrado un descenso en el número de hogares. La reducción del tamaño del hogar, pues, se convierte en un factor clave de este proceso. Se han registrado profundos cambios en la estructura de los hogares barceloneses en las últimas tres décadas. Éstas han sido producto de las nuevas formas de convivencia, que deben entenderse en el contexto de la Segunda Transición Demográfica (López Villanueva, 2002). Por un lado, el efecto de una estructura envejecida ha incrementado con velocidad el número de hogares unipersonales de individuos de edad avanzada en la ciudad central. Por el otro, la llegada de las generaciones llenas del baby-boom a edades de emancipación residencial ha provocado, simultáneamente, la reducción del tamaño del hogar previo y la generación, normalmente, de un nuevo hogar. Con un parque de viviendas limitado, que crece a un ritmo más lento del que se generan nuevos hogares, el nuevo hogar que se ha creado con la emancipación se ha tenido que localizar, a menudo, en las coronas metropolitanas. Se puede considerar, pues, que la emigración de los espacios centrales obedece, en gran parte, al producto neto de la dinámica de hogares (Módenes y Pascual, 1998).

 

Cuadro 1. Crecimiento relativo de la población y del número de hogares, y tamaño medio del hogar en los municipios de la Región Metropolitana de Barcelona según distancia al municipio central, 1950-2001
Distancia

Crecimiento de la población (%)

Crecimiento del número de hogares (%)

Personas por hogar
 
1950-60
1960-70
1970-81
1981-91
1991-2001
1950-60
1960-70
1970-81
1981-91
1991-2001
1950
1960
1970
1981
1991
2001
BCN
19,6%
14,1%
0,6%
-6,2%
-8,5%
23,3%
21,2%
20,8%
-0,9%
3,7%
3,99
3,87
3,64
3,03
2,87
2,53
<10
74,1%
114%
36,1%
-3,3%
-4,9%
42,0%
115%
50,8%
4,5%
10,4%
3,22
3,95
3,94
3,55
3,29
2,84
10-14
48,5%
136%
56,9%
7,0%
5,6%
24,6%
146%
71,2%
15,4%
23,8%
3,51
4,19
4,03
3,69
3,42
2,92
15-19
64,7%
75,7%
41,1%
11,5%
16,8%
23,6%
81,7%
51,6%
21,0%
34,8%
3,00
4,00
3,87
3,60
3,32
2,88
20-29
37,0%
54,5%
29,5%
13,0%
22,4%
5,7%
61,0%
40,4%
22,1%
39,2%
3,05
3,95
3,79
3,49
3,23
2,84
30-44
13,9%
27,2%
23,1%
10,8%
29,1%
-10,4%
33,2%
35,5%
19,3%
47,1%
3,15
4,00
3,82
3,47
3,22
2,83
>45
16,8%
14,8%
10,9%
3,2%
9,0%
-6,2%
20,9%
23,9%
12,2%
22,8%
3,25
4,04
3,83
3,43
3,16
2,80

 

Pese a que en el caso de la ciudad de Barcelona la inmigración extranjera es la única responsable del reciente aumento de población residente en la ciudad, y que su llegada permite esconder las pérdidas de población por migración interna que se experimenta sin interrupción desde el primer quinquenio de la década de 1970, en los últimos años se están manifestando signos suficientemente intensos que revelan una desaceleración de los modelos de desconcentración demográfica de la población de nacionalidad española en la Región Metropolitana de Barcelona.

Tras los períodos de intenso crecimiento y decrecimiento de efectivos, parece que la Barcelona madura ha comenzado un período de relativa estabilidad en la evolución del número de efectivos. La renovación de la población y los cambios en la estructura sociodemográfica del conjunto de sus habitantes, quedan definidos ahora por la relación que se establece entre las características sociodemográficas de los que llegan, marchan y permanecen en la ciudad.

Aproximación teórica al estudio de la renovación poblacional y selección migratoria en los espacios centrales maduros

El perfil sociodemográfico de los individuos que participan en los flujos residenciales de entrada y salida de las grandes aglomeraciones urbanas ha sido analizado en múltiples ciudades de Europa y de Estados Unidos. Los estudios recientes en esta temática se enmarcan en una corriente ampliamente aceptada de reurbanización de las ciudades centrales, de un retorno de la población a estas áreas vinculado a una nueva especialización funcional (Musterd, 2006), y a su resurgimiento demográfico (Chesire, 2006, Storper y Manville, 2006). En Estados Unidos, la gran mayoría de núcleos centrales han incrementado su población entre 1990 y 2005 (Frey, 2006), así como las ciudades de París y Londres, que han puesto freno a un largo periodo de intensas pérdidas de población. El caso de la ciudad de Barcelona es similar al de estas ciudades pero con un cierto retraso en el momento en el que se produce la inflexión.

Rossi (1955) y Abu-Lughod y Foley (1960) explicaron la selectividad residencial a partir del ciclo de vida individual y familiar, justo cuando los procesos de suburbanización y los cambios de residencia hacia las coronas metropolitanas estaban cambiando la fisonomía de las ciudades americanas. Según esta perspectiva del ciclo de vida, cambios en el tamaño, la estructura por edad y la condición socioeconómica del hogar crean una insatisfacción respecto a la residencia actual, una sensación que determina el deseo por un tipo diferente de vivienda o de localización geográfica, que finaliza, en numerosos casos, con un movimiento migratorio (Landale y Guest, 1985; Speare, Goldstein y Frey, 1975).

A partir de la década de 1970, con la emergencia de los movimientos de retorno a la ciudad (back to the city movements), se comienzan a desarrollar estudios que indagan las características de los que llegan a los centros urbanos, considerando muy a menudo a los que parten de la propia metrópolis. En la mayoría de ellos subyace la idea de una mayor complejidad para explicar, a partir de las características del ciclo de vida individual y familiar, la llegada a los centros urbanos que la que suele caracterizar las salidas (Sánchez y Dawkins, 2001).

En Europa, se han llevado a cabo numerosos esfuerzos para entender los cambios sociodemográficos experimentados en los centros urbanos de París y Londres. Así, Bonvalet y Lelièvre (1991) identificaron el papel de filtro demográfico de la ciudad de París[3] y lo definieron a partir de su capacidad como espacio privilegiado para exteriorizar los éxitos sociales. Los recientes estudios de Ogden, Hall y Schnoebelen (Ogden y Hall, 1998, 2000 y 2004; Ogden y Schnoebelen, 2005) analizan las transformaciones en la estructura de los hogares en el conjunto de ciudades francesas y, en especial, en el conjunto del municipio de París. Estos investigadores atribuyen a la selectividad migratoria y a la movilidad residencial un papel clave en la transformación de los hogares parisinos (sintetizada en el descenso del tamaño del hogar y en la proliferación de los hogares unipersonales), siempre en el contexto de la Segunda Transición Demográfica. No tan sólo refuerzan la idea de una inmigración selectiva derivada de los recientes procesos de recentralización, sino también contemplan la existencia de una emigración con unas características específicas. Atribuyen a la inmigración el clásico perfil de jóvenes, muy a menudo profesionales y solteros, que conciben a la ciudad como centros de consumo cultural y con un elevado potencial para cumplir sus expectativas de movilidad social ascendente.

En la Región Metropolitana de Londres (Greater London), Ford y Champion (2000) muestran la existencia de diferencias en el perfil sociodemográfico de los participantes en los tres tipos de flujo residencial en los que está envuelta la ciudad (inmigración, emigración y cambios de domicilio en el interior del área), aunque sus datos no les permiten descender al análisis exclusivo de la ciudad central. En el contexto inglés, en cambio, la mayor parte de los estudios que analizan la selectividad migratoria del Inner City londinense lo hacen desde la perspectiva de la gentrificación, de manera que asociadas a las características de los migrantes aparecen otros puntos temáticos de interés, como la transformación social, económica y urbanística de los espacios centrales. Así pues, era esperable que para el caso de Londres, la categoría socioprofesional de la población haya estado la variable que más atención haya recibido (Coombes y Charlton, 1992; Champion, 1999; Atkinson, 2000a, 2000b, 2000c; Hamnet 2003). Muchos trabajos asumen, de entrada, que el tipo de ocupaciones generadas por las nuevas actividades centralizadas, y que se encuentran en la cúspide de la jerarquía económica, atrae inevitablemente un gran número de trabajadores cualificados (Coombes y Charlton, 1992).

Gale (1979) revisa los primeros casos de movimientos de retorno al centro de la ciudad en el conjunto de ciudades norteamericanas, y concluye que los inmigrantes acostumbran a ser blancos, más jóvenes, con un alto nivel de instrucción, y muy a menudo profesionales sin hijos y con un nivel de renta elevado, unas argumentaciones similares a las de Sapin (1989), que identificó que los solteros y los hogares sin hijos e ingresos elevados eran los más propensos a instalarse en la ciudad central. También LeGates y Hartman (1986) alcanzan las mismas conclusiones en su intento de perfilar al inmigrante tipo: porque el mercado de la vivienda acostumbra a ser más pequeño y más caro que el de la periferia, se debería esperar una mayor llegada de hogares con recursos y sin hijos. Long y Glick (1976) añaden también la atracción gravitatoria a las ciudades centrales de los hogares no tradicionales. Varady (1990), en un estudio de la ciudad de Cincinnaty, habla de un inmigrante caracterizado por un elevado nivel de instrucción, sin hijos, con un claro deseo por mejorar la accesibilidad al lugar de trabajo y por residir en un entorno cosmopolita.

Los aspectos raciales también son introducidos con frecuencia en las aportaciones norteamericanas. Kasarda y otros (1997) identifican la presencia de asiáticos y latinoamericanos en algunas ciudades centrales norteamericanas, mientras que Yinger, 1986 destaca la importancia más decisiva de algunas minorías en los movimientos centro-periferia que a la inversa.

Frey y Kobrin (1982) enfatizan la diferente composición en el tipo de hogares que llegan o salen de la ciudad central. South y Crowder (1997) y Sanchez y Dawkins (2001) también introducen la dimensión de los cambios de domicilio dentro de la ciudad central. Frey (2002, 2005, 2006) y Birch (2005) confirman el crecimiento de población de la mayoría de las ciudades centrales de Estados Unidos durante los últimos quince años, así como cambios en la composición de la población residente en los espacios centrales de estas ciudades.

En el caso de la ciudad de Barcelona, los estudios que más han proliferado sobre los procesos de substitución demográfica lo han hecho desde la perspectiva de la gentrificación, óptica que los ha conducido a limitar la escala territorial analizada, normalmente el centro histórico de la ciudad o el distrito de Sant Martí. Así, la renovación de la población observada ha estado definida por la substitución de los grupos de población más desfavorecidos, sometidos a una fuerza de expulsión, por otros con más recursos, atraídos por la rehabilitación y transformación urbana de zonas antaño degradadas (López, 1986; Aramburu, 2000; Sargatal, 2001; Martínez Rigol, 2002; Vilà, 2004)

Es difícil encontrar referencias al impacto de la migración en la transformación sociodemográfica de la ciudad. Entre ellos cabe destacar el trabajo de Alabart y López Villanueva (1996) quienes, a partir de datos de la década de los ochenta, señalan una incipiente tendencia a la elitización del municipio barcelonés, No obstante, hay que retroceder un poco más en el tiempo para encontrar la primera referencia al filtro demográfico barcelonés, definido por Cabré y Pujadas (1984), al observar que la selección migratoria que se producía en la ciudad favorecía la presencia de parejas activas, con más recursos para competir en el mercado de la vivienda y que podían maximizar la centralidad de Barcelona en términos de actividad.

Fuentes y metodología

Los datos empleados en este trabajo proceden de una relación exhaustiva de los microdatos del censo de 2001 correspondientes a Cataluña. La población seleccionada se refiere a las personas con 16 años cumplidos y más en el momento del censo, franja de edad a partir de la cual pueden incorporarse todas las características ligadas a la actividad y la condición socioeconómica.

El censo de 2001 interroga sobre el año de llegada al municipio, además los microdatos censales proporcionan información acerca del origen y destino del movimiento, siempre a nivel municipal. A través del censo de 2001 también se puede realizar una incursión en el análisis de la movilidad dentro del municipio, a partir del año de llegada a la vivienda. Esta variable es la única de las analizadas que pertenece a la totalidad del hogar, al informar sobre el año en que el primero de los residentes llegó a la vivienda. Este atributo permite asegurar que todas las personas del hogar han llegado con posterioridad a la fecha declarada, pero imposibilita la identificación de individuos que lo hicieron con posterioridad a una vivienda ocupada por alguna persona que llegó con anterioridad al 1 de enero de 2000, fecha de referencia utilizada para la investigación. En este sentido, el volumen total de cambios de domicilio en el interior de Barcelona, puede presentar un pequeño subregistro.

La investigación que hemos desarrollado se centra en el análisis del 100% de los microdatos censales, lo que nos permite explorar con profundidad el perfil sociodemográfico de cada persona que ha llegado y abandonado el municipio de Barcelona desde o hacia el resto de Cataluña durante los 20 meses posteriores a 1 de enero de 2000, así como los de las personas que han cambiado de domicilio en el interior del municipio. Una cuarta dimensión del flujo residencial debe ser también considerada debido a su relevancia para analizar el filtro demográfico barcelonés: aquellos que cambiaron de residencia dentro de Cataluña sin incorporar el municipio de Barcelona en su itinerario residencial.

El uso de la regresión logística es ideal para el caso que se plantea en esta investigación, el estudio de la relación entre una serie de variables independientes, y una variable dependiente de tipo dicotómica, es decir, que sólo admite dos categorías que definen dos posiciones excluyentes. Como variables independientes se incluyen aquellas que han sido apuntadas por la literatura previa en el campo de estudio: sexo, edad, naturaleza, estado civil, nivel de instrucción, categoría socioeconómica y parámetros relacionados con las características de la vivienda. La variable dicotómica es la realización o no de un cambio de vivienda o municipio.

Los resultados obtenidos se presentan a partir del indicador Exp (β), los coeficientes exponenciales (también conocidos como Odds Ratio) de la regresión logística, que permiten una interpretación más sencilla. En cada variable independiente se contempla una categoría como referencia, que toma el valor 1 en la comparación con el resto de categorías. De esta manera, en cada variable de la categoría se compara cuántas veces, más o menos, se experimentará el acontecimiento estudiado (definido por la variable dicotómica dependiente) en relación con la ocurrencia de éste en la categoría de referencia. Un valor igual a uno se traduce en una ocurrencia equivalente a la de la categoría de referencia. En cambio, una odds ratio superior a 1 demuestra que aquel acontecimiento se experimenta más a menudo en aquella categoría que en la de referencia (si la odds es de 2,5, por ejemplo, la ocurrencia es un 150% mayor), y al contrario, si es inferior a 1 la ocurrencia es menor (una odds de 0,7 equivale a una ocurrencia un 30% menor a la de la categoría de referencia).

Al tratarse de la totalidad del censo, los modelos estadísticos que hemos construido no están afectados por niveles de significación derivados de la muestra, por lo que la significación que se presenta en el cuadro 2 corresponde exclusivamente al papel que presenta la categoría de la variable en el modelo en relación con el valor de referencia de esa misma variable[4].

El modelo estadístico que vamos a emplear para evaluar la influencia de las variables individuales y territoriales es la probabilidad de realizar una emigración interna o cambio de vivienda en dos contextos diferentes durante el período 2000-2001: los movimientos que tienen como origen el municipio de Barcelona, que pueden ser un cambio de vivienda intramunicipal o un desplazamiento al resto de Cataluña y los cambios con origen el resto de Cataluña que pueden dirigirse hacia Barcelona o hacia otros municipios de Cataluña. La perspectiva que hemos aplicado afecta a la selección e interpretación de las variables independientes. Así, el sentido de la influencia de las variables como el sexo, la edad, la nacionalidad/lugar de nacimiento, el nivel de estudios y el estado civil es más fácilmente interpretable ya que están más relacionadas con los procesos demográficos y prácticamente no se modifican durante el proceso migratorio, otras características como la actividad, la categoría socioeconómica y los elementos que definen la vivienda de residencia en 2001 pueden haber variado a partir del proceso migratorio (interacción evidente) y deben interpretarse, por lo tanto, como variables explicativas en el lugar de destino (por ejemplo, un barcelonés que ha emigrado al resto de Cataluña tiene una mayor propensión a residir en un tipo determinado de vivienda).

Resultados: ¿Quién llega, permanece y abandona la ciudad de Barcelona?

A continuación presentamos los resultados de la investigación. En el anexo I se presenta la distribución de la muestra según diferentes características sociodemográficas y la proporción de personas que realizan diferentes tipos de cambios de residencia en virtud de esas características.

Las variables demográficas: Edad, sexo y nacionalidad

De acuerdo con los comentarios anteriormente expuestos sobre el ciclo de vida individual y familiar, la edad de los individuos selecciona el comportamiento migratorio y residencial. Se alcanza la máxima intensidad de la migración entre los 25 y 34 años, en consonancia con la concentración en esas edades de las transiciones del ciclo de vida que generan una mayor movilidad residencial. La concentración de la movilidad en ese grupo específico de edad se registra tanto en los movimientos que marchan de la ciudad central, así como en los intermunicipales que parten del resto de Cataluña y que no contemplan la marcha a Barcelona. En cambio, en la movilidad intramunicipal y en la inmigración que llega a Barcelona procedente del resto de Cataluña, la concentración de movimientos en el grupo de 25 a 34 años es mucho menor, un hecho que converge con las aportaciones repasadas anteriormente y que destacaban la menor validez del modelo de ciclo de vida en los movimientos residenciales que terminan su recorrido en la ciudad central.

En referencia a la movilidad generada en el seno de la ciudad central, la realización más temprana de un cambio de vivienda entre los adultos más jóvenes, tan sólo afecta ligerísimamente a una menor permanencia en la ciudad. La proporción de movimientos realizados entre los 23 y 29 años de aquellos individuos que abandonan la ciudad se sitúa alrededor del 39% del total de cambios de vivienda, mientras que entre los 30 y 34 años el porcentaje disminuye al 36%. A lo largo de la vida adulta, son las mujeres las que presentan un mayor arraigo en la ciudad, situación no tan sólo determinada por una sensible menor propensión a ese tipo de movimiento, sino también por una mayor permanencia una vez se emprende el cambio de vivienda. Esta diferencia se ha de entender en el contexto de los movimientos residenciales que hombres y mujeres realizan de forma individual; a los hombres separados y divorciados, por ejemplo se les atribuye una mayor movilidad intermunicipal.

 

Cuadro 2. Modelo de emigración e inmigración con origen y/o destino Barcelona y el resto de Cataluña

 

Población en riesgo de emigrar
Residentes en el municipio de Barcelona a 1-1-2000
Población en riesgo de emigrar
Residentes en el resto de Cataluña a 1-1-2000

 

Movimientos intramunicipales con origen y destino Barcelona
Movimientos con destino el resto de municipios de Cataluña
Movimientos con destino el municipio de Barcelona
Movimientos con destino el resto de municipios. de Cataluña

Sexo

 

 

 

 

 

 

 

 

Hombre

-

-

-

-

 

Mujer

1.004

--

0.918

***

0.940

**

0.952

***

Edad

 

 

 

 

 

16-24

0.723

***

0.723

***

0.740

***

0.785

***

25-34

-

-

-

-

 

35-49

0.462

***

0.320

***

0.625

***

0.371

***

50-64

0.226

***

0.152

***

0.483

***

0.209

***

65+

0.161

***

0.103

***

0.533

***

0.160

***

Nacionalidad/Lugar nacimiento

 

 

 

 

 

Español nacido en BCN

-

-

3.951

***

1.227

***

Español nacido en resto de Cat.

1.083

***

1.559

***

-

-

 

Español nacido en resto de Esp.

1.125

***

0.872

***

1.640

***

1.051

***

Español nacido fuera de Esp.

1.574

***

0.974

--

3.212

***

1.231

***

Nacionalidad extranjera

3.932

***

1.669

***

3.115

***

1.601

***

Estado civil

 

 

 

 

 

Soltero

0.745

***

0.526

***

1.168

***

0.611

***

Casado

-

-

-

-

 

Viudo

1.038

--

1.013

--

1.442

***

1.140

***

Separado o divorciado

1.241

***

1.579

***

1.948

***

1.755

***

Nivel de instrucción

 

 

 

 

 

Estudios primarios o inferior

0.961

***

0.996

--

0.642

***

0.840

***

EGB, ESO o FP 1er grado

-

-

-

-

 

Bachillerato Sec. o FP seg. Grado

1.048

***

0.857

***

1.913

***

1.124

***

Estudios universitarios

1.207

***

0.635

***

3.092

***

1.082

***

Categoría socioeconómica

 

 

 

 

 

Empresario

1.081

***

1.014

--

0.922

*

0.929

***

Profesional técnico

1.050

***

1.010

--

1.203

***

1.061

***

Personal admon., comercio, serv.

-

-

-

-

 

Operario

0.979

--

1.545

***

0.511

***

1.062

***

Activo parado

0.781

***

1.145

--

0.800

***

1.065

***

Inactivo no estudiante

0.765

***

1.076

***

0.728

***

0.954

***

Estudiante

0.613

***

0.352

***

0.920

*

0.468

***

Tenencia vivienda. ¿Alquiler?

 

 

 

 

 

No

-

-

-

-

 

1.545

***

0.654

***

4.413

***

1.659

***

Superfície útil de la vivienda

 

 

 

 

 

60m 2 o menos

1.109

***

0.763

***

1.689

***

0.972

*

61- 80 m 2

-

-

-

-

 

81- 100 m 2

0.967

***

1.477

***

0.653

***

1.082

***

Más de 100 m 2

0.926

***

3.048

***

0.429

***

1.445

***

 

 

 

 

 

 

Constante

-1.940

***

-2.203

***

-6.386

***

-2.868

***

 

 

 

 

 

 

 c2

68,188.7

34,252.7

24,973.6

57,636.7

 

 -2LL

602,840.2

352,750.3

144,781.2

944,972.8

 

 R2 de Nagelkerke

0.127

0.101

0.150

0.065

 

 N

1,309,058

1,309,058

3,966,884

3,966,884

 

Significación: ***p<0,001; **p<0,01; *p<0,05; - p>0,05.

 

 

 

 

 

El dinamismo con el que la migración y la movilidad residencial han modificado la pirámide de edades barcelonesa no se conocía desde la década de 1960. Por un lado, ha tenido una importante repercusión en la reducción del volumen de baby boomers de más edad, los nacidos durante los sesenta, que habían crecido en la ciudad, y que habían atravesado la década de los noventa en edades relacionadas con las transiciones hacia la emancipación y la formación de hogares. En cambio, la inmigración extranjera casi consigue equilibrar las pérdidas de las generaciones nacidas entre finales de 1970 y comienzos de 1980, aquellas que en 2001 pertenecían al grupo de adultos más jóvenes. Así, los primeros cambios que la inmigración ha provocado en la pirámide de edades barcelonesa la han conducido a presentar un perfil ligeramente más joven. La dinámica migratoria, pues, ha contribuido a reducir en Barcelona las notables diferencias preexistentes entre el volumen de las generaciones llenas con las vacías, las inmediatamente posteriores. Habrá que observar con detenimiento que sucederá en el futuro con el paso de estas últimas por las edades de máxima movilidad.

Los barceloneses nacidos en Barcelona cambian de vivienda en el interior de la ciudad con menos frecuencia que el resto de la población. Se pone de relieve, pues, que la población con antecedentes migratorios (como mínimo el que los llevó a la ciudad de Barcelona) tiene una mayor propensión a conocer nuevos desplazamientos intramunicipales. En cambio, la movilidad de los barceloneses a ámbitos metropolitanos situados a distancias intermedias es similar a la del resto de colectivos, hecho que muestra su preferencia por éstos ámbitos metropolitanos (López Gay, 2008). Por otro lado, se ratifica la extraordinaria movilidad residencial de la población de nacionalidad extranjera, sobre todo cuando se contemplan los movimientos intramunicipales (se mueven cuatro veces más que los nacidos en Barcelona), y los que se dirigen a los municipios limítrofes, un comportamiento ya demostrado en estudios previos (Recaño, 2002; Bayona y López Gay, 2006).

El ciclo de vida y la familia: estado civil y convivencia con la pareja e hijos

La emigración barcelonesa en edades vinculadas con la emancipación y la formación de nuevos hogares presenta un fuerte componente familiar. Esta dimensión se ratifica desde dos aproximaciones. Por un lado, pese a que la permanencia en el municipio central es la estrategia residencial preferente, la realización de un cambio de vivienda que concluye con la presencia de la pareja en el hogar tiene una mayor probabilidad de abandonar el municipio que cuando los individuos finalizan su recorrido sin convivir con la pareja (esta afirmación se puede extender al estado civil de la población, los solteros que cambian de vivienda permanecen más en la ciudad central que los casados). Algunos indicadores son ilustrativos: el 40-45% de la población barcelonesa de 20 a 34 años que convive con la pareja (sin hijos) en la fecha censal y ha cambiado de vivienda entre 2000 y 2001 ha abandonado el municipio. Aquellos que no conviven con la pareja y han comenzado un cambio de vivienda, han permanecido en un 65-75% de los casos. Entre sexos, las mujeres que no conviven con la pareja al finalizar el cambio de vivienda presentan una preferencia local notablemente superior a la de los hombres que residen en las mismas circunstancias. Por otro lado, la población que convive con la pareja con posterioridad al cambio de vivienda es protagonista de los movimientos de salida de la ciudad de Barcelona, mientras que el peso de este grupo es menor entre la población que ha realizado un cambio de domicilio dentro de la ciudad. Los que no conviven con la pareja tan sólo representan el 36,1% y el 24,3% de los hombres y mujeres de 25 a 34 años que marchan, mientras que representa el 43,0% y el 36,0% de los que permanecen en la ciudad.

Además del mayor arraigo en la ciudad de los solteros que emprenden un cambio de vivienda, debe incorporarse un segundo elemento que incrementa la permanencia de este grupo en la ciudad: la menor propensión a realizar un cambio de vivienda.

Los municipios metropolitanos situados a distancias intermedias del centro se configuran como el principal ámbito de recepción de población que convive con la pareja. El 74,0% de los hombres y el 81,1% de las mujeres que parten de la ciudad central y tienen como destino los municipios de la Región Metropolitana de Barcelona situados a una distancia de 10-19 kilómetros conviven con la pareja, mientras que lo hacen el 57,0% y el 64,0% de los que realizan un cambio intramunicipal.

La ciudad de Barcelona resulta más atractiva para la población soltera que reside en el resto de Cataluña que para la casada, pese a que esta última presenta una mayor movilidad intermunicipal. Incluso los solteros del resto de Cataluña de más de 25 años y las solteras de más de 30 registran una probabilidad más elevada que la de los casados de desplazarse hacia la ciudad central. En proporciones, tan sólo el 10% de los movimientos intermunicipales de casados de entre 25 y 34 años generados en el resto de Cataluña tiene como destino Barcelona, mientras que para los solteros la relación alcanza el 20%, el doble. Nuevamente, Barcelona se muestra especialmente atractiva para las mujeres solteras.

La inmigración extranjera mitiga la elevada proporción de solteros que presentan los inmigrantes españoles, pero en este colectivo las proporciones de casados son menores que las que muestran los que marchan de Barcelona. El 37% de la población de 20 a 39 años de nacionalidad extranjera que llegó a Barcelona entre 2000 y 2001 estaba casada, mientras que lo estaban el 31,8% de los inmigrantes españoles de este mismo grupo de edad. En términos de convivencia en el hogar, el 64,0% de los hombres extranjeros y el 58,6% de las mujeres no conviven con su pareja, resultado relacionado claramente con la estrategia migratoria internacional que se subsana posteriormente con la reagrupación familiar.

Resultado de ambos mecanismos de filtro, el saldo migratorio del periodo estudiado, 2000-2001, permite afirmar que en las edades adultas jóvenes, Barcelona importa solteros y población que no convive con la pareja (saldo neto moderadamente positivo) y exporta casados y población que pasa a convivir con su pareja (saldo neto extraordinariamente negativo).

La dinámica migratoria y residencial de los últimos años ha potenciado la segmentación de los espacios metropolitanos en términos de estado civil y de convivencia con la pareja. Las diferencias se han acentuado y no son únicamente fruto de un comportamiento diferencial en términos de nupcialidad. En Barcelona, un 54,0% de los hombres y un 40,3% de las mujeres de 30 a 34 años no conviven con la pareja en 2001, mientras que en el conjunto de municipios situados entre los 10 y los 19 kilómetros de Barcelona, esos porcentajes se reducen considerablemente, el 33,4% de los hombres y el 19,7% de las mujeres. Y un dato más, el 43,0% de la población metropolitana de 30 a 39 años que no convive con la pareja reside en Barcelona, mientras que en la ciudad tan sólo reside el 24,8% de la población formada por una pareja con hijos.

Las características del filtro barcelonés, en términos de dimensión familiar o individual de la migración, ha incidido en la evolución de la tipología de hogares en la ciudad central. La dinámica migratoria de los noventa ha potenciado un incremento relativo de los hogares unipersonales, pero sobre todo de los más complejos, mientras que las familias nucleares, con presencia o ausencia de hijos, han visto descender su importancia. Se acentúan, por tanto, las diferencias, y se repite, pues, la segmentación comentada anteriormente: casi la mitad de los hogares unipersonales metropolitanos se encuentran en el municipio de Barcelona, mientras que se albergan en éste tres de cada diez hogares en que el único núcleo es una pareja.

El Nivel de instrucción

El mecanismo de filtro que la ciudad ejerce en los movimientos generados en Barcelona en términos de nivel de instrucción se puede sintetizar en la retención de la población más formada y en la salida de población con estudios medios, aquellos que han completado la educación obligatoria o la Formación Profesional de primer grado. Esta afirmación se cumple, sobre todo, en las edades adultas-jóvenes, aquellas vinculadas con la emancipación residencial.

En estas edades, los individuos con estudios universitarios son los que ostentan una mayor probabilidad de experimentar un cambio de vivienda dentro de la ciudad, en cambio, son el grupo con una menor propensión a desplazar la residencia a otro municipio. Esta doble situación se traduce, obviamente, en una mayor permanencia en la ciudad cuando emprenden un cambio de vivienda. Siete de cada diez personas de 25 a 34 años con esta formación permanecen en la ciudad cuando realizan un cambio de vivienda.

Las personas con estudios obligatorios se presentan como la antítesis de la población con estudios universitarios: en las mismas edades son los que ostentan la mayor propensión a marchar de la ciudad y la menor a cambiar de vivienda para permanecer en el municipio central. Se mueven antes, no obstante, pero enraízan en la ciudad en una menor proporción, en un 55% de los movimientos emprendidos. La población con estudios de Bachillerato manifiesta un comportamiento a medio camino entre estos dos colectivos, ni marchan tanto como los que tienen estudios obligatorios ni permanecen como lo hace la población con estudios universitarios. Los menos instruidos, pocos en estas edades, se mueven con intensidad en ambos tipos de movimientos, y presentan unos niveles de permanencia medios, similares a los del grupo de referencia.

La capacidad por fijar en su territorio municipal a personas con estudios universitarios es especialmente remarcable en las edades de máxima movilidad residencial, mientras que pierde fuerza a partir de los 45 años, consecuencia del aumento de la proporción de movimientos intermunicipales. En las edades adultas más avanzadas, en un nuevo contexto familiar y laboral, el descenso más significativo en la permanencia en la ciudad se registra entre la población con menor formación, que abandona el municipio en más del 50% de los cambios de vivienda. Este resultado debe vincularse al pasado migratorio de gran parte de los individuos agrupados en este colectivo.

La capacidad por retener a la población más formada tiene correspondencia en la atracción que la ciudad central genera hacia estos individuos, en una situación que se repite en todos los grupos de edad y que, por tanto, se deber entender más desde un punto de vista de preferencia residencial, que no como un proceso vinculado a la amplia oferta académica barcelonesa.

La atracción es más significativa cuando sólo se analiza la población de nacionalidad española con estudios superiores. En el caso de los habitantes residentes en el resto de Cataluña, las probabilidades de realizar un cambio de vivienda con destino Barcelona es, como mínimo, más del doble que la del resto de población en todas las edades. Entre la población de 30 a 34 años, por ejemplo, la probabilidad de la población con más estudios es cinco veces superior a la de los individuos con menor formación académica. Los resultados permiten hablar de Barcelona como un punto de referencia para la población con estudios universitarios del resto de Cataluña. El 25% de sus movimientos intermunicipales dentro de Cataluña, tiene como destino la ciudad central. En cambio, para la población con estudios de primer grado u obligatorios, Barcelona tan sólo es referencia de uno de cada diez movimientos. Con estos comportamientos, se entiende que casi el 50% de la población inmigrante procedente del resto de Cataluña tenga estudios universitarios.

Los inmigrantes que llegan desde el interior de Cataluña y de España, presentan una mayor representación de población con el máximo nivel de formación. Esta dinámica reciente contrasta con los periodos de máxima inmigración del pasado, cuando una de las principales características sociodemográficas de los inmigrantes fue su bajo nivel de instrucción, inferior como conjunto respecto al de la población autóctona.

Finalmente, la inmigración de nacionalidad extranjera no responde al mismo perfil extraordinariamente formado de la población española. Su participación en el flujo inmigratorio no provoca, pese a todo, la desaparición de las diferencias entre emigrantes y inmigrantes, ya que, incluso, en la fecha de estudio, estaban ligeramente más formados que los emigrantes barceloneses.

En el contexto de pérdida de población de todas las edades registrado durante la década de 1990, se contabilizan en la ciudad casi el mismo número de inmigrantes de 25 a 34 años con estudios universitarios que de emigrantes. En cambio en el mismo grupo de edad, por cada persona con estudios obligatorios que ha llegado a la ciudad, han marchado 2,4. En términos generacionales, la pérdida de barceloneses de las generaciones llenas con estudios obligatorios ha sido notable, de forma que residen fuera de la ciudad uno de cada tres individuos que vivían en ella en 1991. Entre la población con estudios universitarios la relación es notablemente más baja, ya que han abandonado la ciudad uno de cada 4,5 habitantes.

Resultado de este balance, la redefinición de la estructura de los adultos jóvenes barceloneses como consecuencia de la migración ha sido muy significativa, siempre a favor de un aumento de su nivel de instrucción. En cambio, la incidencia de la migración sobre este aspecto es casi invisible en el resto de edades adultas y en las más avanzadas. El contraste educativo de la ciudad central con el resto de la Región Metropolitana y Cataluña se puede seguir considerando como notable, reforzado, pues, por la migración y la movilidad residencial. En la ciudad central se concentran el 53,9% de los doctores de 25 a 39 años de la Región Metropolitana, mientras que lo hacen el 23,0% de la población con estudios obligatorios o Formación Profesional de primer grado del mismo ámbito territorial.

La relación con la actividad y la condición socioeconómica

Los principales aspectos que definen el filtro migratorio barcelonés en términos de la relación con la actividad tienen su mayor expresión entre las mujeres, puesto que es conocido que la práctica totalidad de los hombres en edades adultas forman parte de la población económicamente activa. Cómo es de esperar, la incorporación de los adultos más jóvenes al mundo laboral incrementa su movilidad residencial, pero los pocos estudiantes inactivos que se mueven muestran una preferencia por la movilidad local. Superada esta primera fase, es cuando se detectan las diferencias más notables entre las mujeres. Aun cuando las generaciones que atraviesan la edad adulta son cada vez más activas, todavía existe una representación significativa de mujeres inactivas que no son estudiantes. Éstas participan en mayor grado en la movilidad hacia el resto de Cataluña. A lo largo de todas las edades adultas, su probabilidad de trasladarse a otro municipio es superior a la de las activas, mientras que es notablemente inferior a experimentar un cambio de vivienda en el interior de Barcelona. Las activas permanecen en la ciudad el 70% de las ocasiones en las que efectúan un cambio de vivienda, mientras que la permanencia de las inactivas no estudiantes oscila en torno al 50%-60% de esos movimientos. Más tarde, a partir de los 50 años, la inactividad es sinónimo de un notable aumento de la proporción de salidas, mientras que la población activa incrementa los niveles de permanencia en el municipio.

Es necesario vincular la marcha de mujeres inactivas con la selección migratoria que se ejerce sobre los hogares con un único sueldo. Como ya apuntaban Cabré y Pujadas (1984) la ciudad retiene a los hogares con doble sueldo, con mayor capacidad para afrontar el selectivo mercado barcelonés de la vivienda y con la voluntad por minimizar los desplazamientos laborales.

Entre los ocupados, la emancipación residencial de los grupos situados en el extremo inferior de la jerarquía socioeconómica de la ciudad tiene un componente claramente emigratorio. La población de obreros manuales u operarios es la que tiene una mayor probabilidad de experimentar un movimiento emigratorio, mientras que manifiesta la propensión más baja a permanecer en la ciudad. El filtro barcelonés, pues, facilita cruzar la frontera municipal a estos grupos, mientras que retiene a los profesionales y técnicos. Estos configuran el grupo con una probabilidad más elevada de realizar un cambio de domicilio dentro de Barcelona, y el que es menos propenso a abandonar la ciudad, de forma que permanecen en Barcelona tres de cada cuatro veces que cambian de vivienda. Los grupos que encabezan la jerarquía socioeconómica de la ciudad, empresarios, directivos, gerentes y altos funcionarios presentan una elevada movilidad, pero no una especial preferencia por arraigarse en la ciudad. Se les presupone a todos ellos una capacidad económica suficiente para afrontar la selección ejercida por el mercado de la vivienda barcelonesa, pero parece que parte de éstos muestra una preferencia por otras tipologías de vivienda localizadas en el entorno metropolitano, sobre todo en las edades adultas centrales y en las más maduras.

La ciudad central es un importante espacio residencial de referencia para los profesionales y técnicos del resto de la Región Metropolitana de Barcelona y de Cataluña. A lo largo de toda la vida adulta, una cuarta parte de los emigrantes metropolitanos de este grupo se trasladan al municipio de Barcelona. En cambio, los obreros manuales raramente contemplan la ciudad en su itinerario residencial. En edades de emancipación residencial, la probabilidad de llegar en Barcelona es cinco veces inferior a la de los profesionales técnicos, y sólo es el destino del 8% de movimientos. Tampoco emigran a la ciudad desde el resto de Cataluña las mujeres inactivas.

Aunque no se ejerce una atracción especialmente intensa sobre el resto de metropolitanos e individuos del resto de Cataluña ocupados en el sector terciario (comercio, administrativos, servicios), éstos juegan un papel importante como consecuencia de su volumen, especialmente elevado entre los jóvenes y la población femenina. La selección frente a las categorías socioeconómicas más altas presenta, al igual que en la movilidad generada en Barcelona, una interpretación más compleja. Es cierto que Barcelona es contemplada frecuentemente en su itinerario residencial, pero no logra el protagonismo que tiene la ciudad para los profesionales y técnicos.

La mejor condición socioeconómica de la población que llega procedente del resto de Cataluña y de España ratifica los comentarios sobre la elevada formación de los inmigrantes, poco que ver con las características de los flujos inmigratorios de etapas anteriores. Entre los adultos más jóvenes procedentes de estos orígenes, se percibe todavía la elevada atracción de Barcelona vinculada con la oferta laboral en el sector servicios.

Los inmigrantes procedentes del extranjero sólo presentan una cierta convergencia con el perfil socioeconómico del resto de inmigrantes en las edades adultas más avanzadas, cuando la composición por nacionalidad del propio stock de inmigrantes experimenta una fuerte transformación en relación con el resto de las edades. Hasta los 50 años, los operarios y el resto de personal administrativo, comercial y de servicios, hombres y mujeres, representan tres cuartas partes del stock de inmigrantes que llega a Barcelona desde el extranjero entre 2000 y 2001

La redefinición de la estructura de la población en términos de actividad y de condición socioeconómica de la población generada por la migración ha sido más sensible que la experimentada por las otras variables consideradas. Los movimientos migratorios de la década de 1990 han favorecido un ligero incremento de la población activa femenina de más de 25 años de edad, justo cuando se para la presencia de estudiantes en el flujo inmigratorio. Esta tendencia consolida a la ciudad de Barcelona como el ámbito urbano de Cataluña con mayor actividad de la mujer. Esta situación se produce incluso al haber observado que una fracción más elevada de la esperada de la población extranjera se ha declarado inactiva en el cuestionario censal, hecho que ha alterado sensiblemente la simulación de los hipotéticos escenarios que se habrían producido en ausencia de migraciones.

Entre la población activa de la ciudad, la migración ha originado una mayor representación de las condiciones socioeconómicas medias o altas, especialmente visible entre la población en edades relacionadas con la emancipación residencial, y siempre con menoscabo del conjunto de obreros manuales. La intensidad de esta renovación se ha suavizado, no obstante, como consecuencia de la menor condición socioeconómica de la población que ha llegado procedente del extranjero, que ha mitigado los efectos de gentrificación que producía la inmigración procedente del resto de Cataluña más cualificada. La incidencia de la migración es todavía más débil en las edades posteriores, reflejo de la menor movilidad de esas personas. Aún así, se identifica un sensible decrecimiento de la población que se sitúa entre ambos extremos de la estructura socioeconómica, consecuencia de la relativa frecuencia con qué estas categorías abandonan el municipio.

Las características de la vivienda

El filtro emigratorio permitie la salida de la ciudad a aquellos que pretenden satisfacer sus preferencias residenciales en términos de tenencia y superficie de la vivienda. En cambio, la población recién llegada no puede reproducir el comportamiento de la población de la ciudad, y vive más en alquiler y en viviendas más pequeñas.

El resultado de introducir las características de la vivienda en la dinámica migratoria en la que participan los barceloneses (antiguos residentes o recién llegados) es ya conocido: los emigrantes pasan a vivir en viviendas más grandes que las de los que cambian de vivienda en el interior de la ciudad, y todavía más de los que acaban de llegar a la ciudad. En términos de tenencia, los primeros son propietarios en el 75% de los movimientos, los segundos en casi el 60%, y los terceros no llegan a serlo en el 30% de los casos.

A pesar de las diferencias se puede decir que, en la movilidad originada en Barcelona, la adquisición de la vivienda es la estrategia residencial mayoritaria en todas las edades. La población que marcha de la ciudad satisface sus preferencias en regimenes de tenencia y superficie, mientras que se puede considerar que muchos de los que permanecen en la ciudad en régimen de alquiler, buscan en esta estrategia satisfacer su preferencia por el arraigo local. En edades de emancipación residencial el 70% de los que han marchado de la ciudad viven en propiedad, mientras que lo hacen el 55% de los que cambian de vivienda en Barcelona. Cuando el cambio de vivienda lo realiza la población más joven, antes de los 25 años, los individuos muestran un mayor uso del alquiler, una situación que se observa sobre todo en la movilidad dentro del municipio. La proporción de emigrantes de Barcelona que acceden a la propiedad se muestra muy estable a lo largo de la vida adulta. Entre los que permanecen en Barcelona, en cambio, se identifica un aumento significativo del régimen de alquiler a medida que aumenta la edad adulta.

Situación análoga se manifiesta en la exploración de la superficie de las viviendas. En edades de emancipación residencial los que permanecen en la ciudad viven en viviendas de unos 75m2 por término medio, mientras que los que atraviesan la frontera municipal lo hace en viviendas de más de 90m2. En la superficie, el aumento de la edad sí que es sinónimo de viviendas más grandes, sobre todo en los movimientos de Barcelona hacia el resto de Cataluña.

Esta doble característica de las viviendas dónde residen los emigrantes con origen en Barcelona, más grandes y en propiedad, se acentúa cuando se contemplan sólo los movimientos con destino al conjunto de municipios situados más allá de los límites de la Región Metropolitana. En edades adultas-jóvenes, casi el 85% de estos emigrantes residen en propiedad y en viviendas con una superficie mediana de 95 m2. Se da el hecho de que los emigrantes barceloneses residen, incluso, en pisos sensiblemente más grandes y más a menudo en propiedad de lo que lo hacen los propios habitantes en ámbitos de destino. La apuesta de los que realizan un cambio de vivienda en el interior de Barcelona y de los que marchan del municipio es, pues, claramente divergente.

En la inmigración, conviene discernir el comportamiento de la población según el ámbito de procedencia. Cuando los nuevos residentes llegan desde el resto de Cataluña, y por lo tanto, la dimensión residencial del cambio es más patente, actúan de una forma similar a la de los barceloneses que realizan un cambio intramunicipal: pasan a residir en viviendas más pequeñas y más en alquiler que sus vecinos que cambian hacia otros municipios de Cataluña. Cuando aumenta la distancia del desplazamiento se incrementa el peso de los individuos que residen en alquiler, reflejo de la menor estabilidad de sus trayectorias residenciales. Finalmente, la inmigración de nacionalidad extranjera no accede a la residencia en propiedad, como mínimo en el primer periodo de asentamiento en la ciudad: sólo una pequeña proporción de los llegados entre 2000 y 2001 residían en propiedad en la fecha censal. La superficie de sus viviendas es similar a la de los jóvenes barceloneses que se emancipan, aún cuando el tamaño del hogar es bien diferente, mientras que en edades adultas más maduras se ensanchan las diferencias, de forma que las viviendas de los inmigrantes son siempre más pequeñas.

Conclusiones. El filtro migratorio barcelonés

En la movilidad generada en la ciudad de Barcelona, es en las edades de emancipación residencial y entre la población natural de la ciudad cuando los mecanismos de selección migratoria operan con mayor intensidad. El contexto demográfico y de la vivienda de las dos últimas décadas ha potenciado esta situación. La dificultad de la ciudad central para incorporar nuevas viviendas a su oferta residencial es grande, y esta situación está determinada por la saturación de su trama urbana. Desde el punto de vista demográfico, la estructura por edad de la población ha provocado que el ritmo con el que se han generado nuevos hogares haya sido muy superior al ritmo con el que han desaparecido éstos por los efectos de la mortalidad. Las generaciones llenas han atravesado la década de 1990 en las edades de máxima movilidad, de forma que se ha registrado un fuerte desequilibrio entre la demanda y la oferta de vivienda en la ciudad de Barcelona, efecto potenciado a su vez por el incremento de la movilidad en edades adultas centrales. En un primer lugar, se puede considerar que el escenario demográfico dominante durante los últimos veinte años ha sido insólito dentro de la historia de la ciudad y no parece que se deba prolongar más en el tiempo, puesto que la llegada de las generaciones vacías a edades de emancipación residencial es inminente, una situación que coincidirá temporalmente con una mayor desaparición de hogares por la cúspide de la pirámide. La inmigración extranjera podría, no obstante, introducir cambios en el escenario al que conduce la propia estructura demográfica de los barceloneses.

Así, no todos los cambios de vivienda que se han generado a la ciudad han podido contemplar la permanencia en el interior de la ciudad. Los resultados de este artículo muestran que el nivel de instrucción o la condición socioeconómica de los barceloneses, aunque no explican en su conjunto la intensidad con que se produce estos cambios de vivienda, sí que ayudan a explicar el tipo de movimiento realizado, y por lo tanto su distribución final en el territorio. La ciudad central retiene a la población con un mayor nivel de instrucción y con una condición socioeconómica más alta, mientras que los barceloneses con estudios obligatorios y los trabajadores manuales son los principales candidatos a abandonarla. También los colectivos que encabezarían la jerarquía socioeconómica de la ciudad presentan una destacada movilidad intermunicipal, pero el contraste con la intramunicipal es mucho menor que en el caso de los grupos anteriores. La investigación también ha identificado el arraigo a la ciudad de los movimientos con una dimensión individual, de forma que la mayor parte de la población que ha marchado de la ciudad con destino a la Región Metropolitana de Barcelona y el resto de Cataluña estaba casada o convivía con la pareja. La resistencia de los solteros y de la población que no convive con la pareja a abandonar la ciudad, los hace adoptar probablemente estrategias residenciales que les permita hacer frente al competitivo mercado de la vivienda barcelonesa, como el alquiler o la residencia en unidades de menor superficie. En cambio, la población que abandona la ciudad satisface sus preferencias en términos de régimen de propiedad y superficie de la vivienda. De este modo, el modelo emigratorio está caracterizado por el protagonismo casi absoluto de la propiedad y de viviendas con una superficie superior a los 80m2.

La interpretación de las características que intervienen en la selección inmigratoria es más compleja, menos regulada por los aspectos vinculados con el ciclo de vida individual y familiar, que por el contrario si que explican buena parte de la movilidad con origen en Barcelona. La internacionalización de los flujos migratorios también ha añadido mayor complejidad a la definición del filtro inmigratorio, puesto que el perfil de estos inmigrantes es divergente en muchos aspectos respeto al de los que llegan a la ciudad desde la Región Metropolitana, así como desde el resto de Cataluña y España. Así, no se puede hablar de un único filtro inmigratorio, puesto que la ciudad central es referente para la población catalana con un mejor nivel de instrucción y una condición socioeconómica alta, en muchos casos profesionales técnicos, a la vez que permite la entrada de población extranjera menos instruida y, lógicamente, con una peor condición socioeconómica. Las estrategias residenciales de unos y otros en términos de vivienda son, pero, completamente encontradas. A los primeros se los atribuye un comportamiento similar al de los barceloneses que realizan un cambio de vivienda intramunicipal, mientras que los segundos raramente acceden a la propiedad de la vivienda, al menos en las primeras etapas de asentamiento en el territorio.

En el contexto de pérdida de población por migración de las décadas de 1980 y 1990, las transformaciones en la estructura sociodemográfica de la población de Barcelona han estado más determinadas por las características de la población que ha abandonado la ciudad que por la que se ha incorporado. En este sentido, la investigación se sitúa justo en el punto de inflexión con el escenario que caracteriza los primeros años del nuevo milenio, en un momento en qué la inmigración empieza a intervenir tanto como la emigración en la renovación de la población de la ciudad. Entre muchos de los aspectos a los que ha conducido la dinámica migratoria de Barcelona durante el periodo analizado, y que han sido enumerados anteriormente, destaca la pérdida del peso de población casada o que convive con la pareja, que conecta con la mayor proliferación de los hogares unipersonales y de los multipersonales y multinucleares, una mejora del nivel medio de instrucción, así como una cierta elitización de la población, en una tendencia potenciada por el perfil que presentan los que abandonan la ciudad y de los inmigrantes catalanes y españoles, pero contrarrestada por la menor condición socioeconómica de los inmigrantes internacionales. En este sentido, la migración estaría favoreciendo un cierto proceso de polarización social en el conjunto del municipio de Barcelona, con la entrada de población que se situaría en los dos extremos de la jerarquía socioeconómica, y la salida de la ciudad de individuos que pertenecen a una mejor condición socioeconómica que la de la población de nacionalidad extranjera, aunque peor, por regla general, que la de los que permanecen en la ciudad.

La mayor parte del análisis realizado en este artículo ha sufrido la limitación temporal dictada por la fecha censal, la del 1 de noviembre de 2001. Las transformaciones en la dinámica migratoria experimentadas desde aquel momento han sido intensas, y buena prueba de ello es el comentado punto de inflexión en el signo del saldo migratorio, que se había mantenido negativo desde el primer quinquenio de la década de 1970. Desde el censo de 2001, la ciudad ha ganado por migración unas 110.000 personas, fruto de la intensificación de un flujo inmigratorio extranjero que, con toda seguridad, ha incidido con fuerza en la redefinición de la población de Barcelona. No obstante, al margen de la inmigración extranjera, la percepción es que la selectividad migratoria que se ejerce sobre la población de nacionalidad española se continúa manifestando según los parámetros identificados a lo largo de este artículo, tanto en términos de inmigración como de emigración. En este sentido, no es arriesgado pensar que, los efectos del continuo aumento del precio de la vivienda experimentados desde la fecha censal, han contribuido a una intensificación de la selección ejercida entre los migrantes desde el momento censal hasta la actualidad.

Se considera que los elementos de naturaleza demográfica han contribuido a convertir las dos últimas décadas en un periodo de excepcional selectividad migratoria en la ciudad de Barcelona. Como anuncian Blanes y Menacho (2007), a partir de la década de 2010 la dinámica de la estructura por edades de Barcelona provocará que el número de hogares generados sea inferior al de hogares que desaparecerán por los efectos de la mortalidad, con lo cual es de prever una reducción de la presión residencial sobre el conjunto del municipio. Este nuevo escenario introducirá otros elementos al filtro (o filtros) barceloneses a los que habrá que volver a prestar atención, y el censo de 2011 se deberá convertir, entonces, en la herramienta idónea para medirlos.

 

ANEXO I
Distribución de la muestra según diferentes características sociodemográficas y proporción de personas que realizan diferentes tipos de cambios

 

Población residente en el municipio de Barcelona
Población residente en el resto de Cataluña

 

Casos
% Intram.
% Interm.
Casos
% Dest. BCN
% Dest. R. Cat.

Sexo

 

 

 

 

 

 

Hombre

607.128

7.47%

 3.69%

1.956.639

0,32%

2,85%

Mujer

701.930

6.78%

3.12%

2.010.245

0,32%

2,68%

Edad

 

 

 

 

 

 

16-24

154.395

7,9%

3,5%

583.195

0,36%

2,94%

25-34

240.752

15,3%

7,3%

802.063

0,67%

5,81%

35-49

318.478

8,4%

3,7%

1.051.583

0,30%

2,67%

50-64

272.697

3,7%

2,0%

777.986

0,14%

1,37%

65+

322.736

2,2%

1,3%

752.057

0,11%

0,94%

Nacionalidad/Lugar nacimiento

 

 

 

 

 

 

Español nacido en BCN

721.424

6,9%

3,8%

635.398

0,89%

3,91%

Español nacido en resto de Cat.

118.503

5,4%

4,3%

1.935.647

0,16%

2,74%

Español nacido en resto de Esp.

379.265

4,3%

1,9%

1.216.662

0,17%

1,83%

Español nacido fuera de Esp.

31.159

9,9%

3,1%

54.605

0,72%

3,53%

Nacionalidad extranjera

58.707

29,4%

6,2%

124.572

1,20%

6,06%

Estado civil

 

 

 

 

 

 

Soltero

440.285

9,1%

3,5%

1.200.557

0,50%

3,07%

Casado

671.793

6,4%

3,5%

2.302.182

0,21%

2,63%

Viudo

127.001

2,8%

1,5%

296.107

0,16%

1,21%

Separado o divorciado

69.979

9,5%

5,1%

168.038

0,75%

5,12%

Nivel de instrucción

 

 

 

 

 

 

Estudios primarios o inferior

407.049

4,2%

2,1%

1.499.462

0,13%

1,68%

EGB, ESO o FP 1er grado

351.667

7,0%

3,9%

1.393.999

0,23%

3,06%

Bachillerato Sec. o FP seg. Grado

274.856

8,5%

4,1%

633.644

0,54%

3,84%

Estudios universitarios

275.486

10,1%

3,8%

439.779

0,90%

3,92%

Categoría socioeconómica

 

 

 

 

 

 

Empresario

101.547

8,9%

4,2%

371.941

0,30%

2,93%

Profesional técnico

190.182

10,4%

4,2%

358.438

0,81%

4,17%

Personal admon., comercio, serv.

250.774

10,1%

4,1%

697.152

0,47%

3,60%

Operario

106.697

9,5%

6,1%

685.773

0,19%

3,52%

Activo parado

77.250

8,2%

4,6%

227.923

0,42%

3,75%

Inactivo no estudiante

492.335

3,4%

2,0%

1.383.136

0,15%

1,57%

Estudiante

90.273

6,2%

1,9%

242.521

0,39%

1,74%

Tenencia vivienda. ¿Alquiler?

 

 

 

 

 

 

No

982.863

5,8%

3,7%

3.543.219

0,21%

2,56%

326.195

11,0%

2,5%

423.665

1,22%

4,45%

Superficie útil de la vivienda

 

 

 

 

 

 

60m 2 o menos

304.781

8,3%

2,1%

471.605

0,78%

2,63%

61- 80 m 2

476.505

6,9%

2,7%

1.189.429

0,37%

2,59%

81- 100 m 2

342.023

6,6%

3,7%

1.331.696

0,22%

2,65%

Más de 100 m 2

185.749

6,4%

6,4%

974.154

0,15%

3,19%

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Censo de 2001. Elaboración propia.

 

Notas

[1] Este artículo se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación: Migraciones internas, constitución familiar y empleo: dinámicas temporales y territoriales (SEJ2004-01534/GEOG) financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia dentro del Plan Nacional de I+D+i 2004-2007. El trabajo resume, en parte, algunos de los resultados de la tesis doctoral de Antonio López Gay, Canvis residencials i moviments migratoris en la renovació poblacional de Barcelona, que fue presentada en el Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona en abril de 2007 bajo la dirección de los doctores Anna Cabré y Joaquín Recaño.

[2] Se han eliminado los efectos del crecimiento de la población derivados de las diversas anexiones municipales.

[3] «Nous sommes en présence d’un phénomène de filtre si la Région Parisienne attire une population spécifique et laisse repartir une seconde population, différente de la première quant à l’âge, le sexe et la catégorie sociale».

[4] Como en todo análisis estadístico que ajusta un modelo es necesario evaluarlo y precisar la significación de los coeficientes estimados para cada covariable. En el primer caso se utilizan indistintamente la R2 de Cox y Snell, la R2 de Nagelkerke o bien un estadístico llamado –2 log de la verosimilitud. Con todos estos indicadores es posible medir el ajuste global del modelo (ver cuadro 2).

 

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