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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

LA RURALIDAD EN LA REGIÓN METROPOLITANA DE SANTIAGO DE CHILE (2002): DETERMINACIÓN Y RELACIÓN CON LOS GRUPOS SOCIO-PROFESIONALES [1]

Alejandro Salazar Burrows
asalazab@uc.cl

Pablo Osses McIntyre
posses@uc.cl

Instituto de Geografía. Pontificia Universidad Católica de Chile

La ruralidad en la Región Metropolitana de Santiago de Chile (2002): determinación y relación con los grupos socio-profesionales[1] (Resumen)

Los nuevos contextos geográficos de las interacciones urbano-rurales en la periferia de las grandes aglomeraciones impulsan a caracterizar más detalladamente lo rural. La comunicación desarrolla una metodología de categorización espacial de los diferentes niveles de “ruralidad funcional” en la región. Se aplica el uso combinado de la densidad poblacional censal, junto con la determinación de los tiempos de viaje al centro de mercado regional mediante el uso de SIG. Los resultados establecen asociaciones estadísticas significativas, entre los niveles de ruralidad y las categorías socio-profesionales. Se observa además que el tiempo de viaje tiene una influencia determinante en el nivel de ruralidad funcional, lo cual tiene directa influencia en las necesidades y costos de inversiones urbano-rurales en infraestructura y accesibilidad en una región urbana. Los mayores niveles de ruralidad en la RMS se encuentran relacionados principalmente con las ocupaciones del medio agrícola.

Palabras clave: Periurbano, periurbanización, extensión, distancia, enfoque geográfico .

The rurality in the Santiago Chile metropolitan region (2002): determination and relationship with the people employed by economic sector[1] (Abstract)

The new geographical contexts of the rural-urban interactions on the outskirts of large cities motivate a more detailed characterization of the “rural” character. The paper develops a methodology to define several levels of "functional rurality" in the region. It applies the combined use of the census population density, along with the determination of the travel times to central regional market, the tool used was GIS. The results establish statistically significant associations between levels of rurality and the economic activity of the population. It further notes that travel time shows an important influence on the level of “functional rurality”, which has direct influence on the urban-rural forecasts of requirements for investment in infrastructure and accessibility in an urban region. The highest levels of rurality in RMS are mainly related with people employed in the agricultural sector.

Keywords: Peri-urban, urban sprawl, spread, distance, geographical approach.

En todo el mundo y en los países de América Latina, una parte creciente de la población se localiza en las periferias rurales o semi-rurales de las grandes ciudades. Estos espacios contienen múltiples recursos naturales y actividades rurales que son complementarios al funcionamiento del mundo urbano, de los cuales depende una parte considerable de los hogares (FAO. 1999). Estos territorios son considerados como espacios sensibles a las actuales transformaciones sociales y económicas en el contexto de la globalización y de la renovación de las relaciones urbanas-rurales. La nueva ruralidad es impactada por las transformaciones y la modernización de la agricultura en las últimas décadas, las cuales se han amplificado y profundizado por el mejoramiento general de la movilidad, y los sistemas de información de las sociedades urbanas, diluyéndose cada vez más los límites o bordes metropolitanos compactos.

Los nuevos contextos teóricos y geográficos asociados a una nueva ruralidad y al fin de la tradicional dicotomía urbana-rural, promueven la necesidad de intentar nuevas formas de cuantificar y categorizar la ruralidad de forma más detallada, dónde se localiza su población, cuáles son sus características y a qué interacciones con lo urbano responde. Lo anterior adquiere relevancia a partir del creciente acuerdo sobre el efectivo aporte de los espacios rurales a las economías nacionales. Esto, es apoyado por los resultados obtenidos por el Banco Mundial (2005) sobre la contribución relevante de la economía rural al desarrollo y de sus alcances para la formulación de políticas públicas que incorporen la diversidad territorial a través de un enfoque territorial o geográfico.

El presente trabajo desarrolla una aproximación a los criterios en uso actual en torno a la ruralidad (como a la expansión de las ciudades), asociados a las variables de densidad y a la distancia, entendida como tiempo de viaje a un centro urbano principal. Esta aproximación se realiza relacionando además el componente socio-profesional (ocupacional) de la población, intentando integrar diversos enfoques y preceptos en las investigaciones del periurbano rural. La determinación de la ruralidad y su redefinición funcional en un contexto periurbano y metropolitano se inserta dentro de las preocupaciones sobre las recomposiciones territoriales y sociales forjadas entre la sociedad urbana y su espacio rural. Dentro de esta problemática, una división única, administrativa o simplista y dicotómica de lo urbano y lo rural (ciudad/campo) ha perdido total pertinencia.

En el caso de la Región Metropolitana de Santiago (RMS), dada su dinámica espacial, económica y poblacional en la últimas décadas, surgen interrogantes sobre el futuro de la ciudad-región, vinculadas a las transformaciones de los espacios periurbanos y rurales, producto de la dispersión demográfica-residencial (Hidalgo, Salazar, Lazcano et al. 2005) y de la recomposición de las actividades económicas de la población en el medio rural (Salazar. 2007a).

Dentro de este contexto de cambios metropolitanos, el trabajo tiene como objetivo la determinación de diferentes grados o niveles de ruralidad en la RMS, utilizando criterios funcionales como son la densidad de población y tiempo de viaje al mercado relevante para la región. En un segundo tiempo, se analiza la relación entre algunos grupos socio-profesionales de la población, en función de los niveles de ruralidad determinados para el área de estudio. Se plantea que las ocupaciones de carácter agrícola (Gsp 4) se relacionan positivamente con el aumento de los niveles de ruralidad.

Algunas referencias conceptuales del periurbano y la ruralidad

Los espacios periurbanos y sus recomposiciones socio-territoriales en ámbitos metropolitanos han sido estudiados desde hace varias décadas por diversos autores (Barsky. 2005; Salazar. 2007a). En relación a la definición del periurbano y sus derivaciones conceptuales más actuales (interfase periurbana, franja o interfase urbano-rural, periurbano, rururbano, entre otros) no existe un consenso claro, producto de su naturaleza móvil, de una dinámica de permanente reconfiguración y principalmente debido a las aproximaciones operacionales para su definición. Sin embargo, existe un acuerdo creciente en que los rasgos rurales y urbanos coexisten cada vez más dentro de las ciudades y fuera de sus límites (Iaquinta y Drescher. 2001; Allen. 2003).

En este sentido, los procesos de concentración económica y demográfica, así como de desconcentración y de-localización espacial, ocurridos en las regiones metropolitanas en las últimas décadas (Berry. 1976; Arroyo. 2001), han establecido un nuevo sistema de relaciones entre las ciudades y sus medios rurales. Esto ha dado origen a una nueva ruralidad y urbanidad para las sociedades actuales, cada vez más móviles globalizadas y caracterizadas por la intensidad del cambio social que se desarrolla en ellas. Asimismo, Gorenstein, Napal y Olea (2007, p. 94), comentan que “dentro de la geografía, la noción de nueva ruralidad, se asocia a menudo a los nuevos procesos y fenómenos que cruzan las redefiniciones rural-urbanas, abarcando el desbordamiento de las fronteras metropolitanas”.

Por otra parte, el crecimiento disperso de las ciudades ha generado transformaciones, tanto sobre la configuración física o morfológica de lo rural, las condiciones económicas y ambientales, como sobre la composición social, las relaciones sociales y de poder en el periurbano rural. Así lo expresan los diferentes enfoques que intentan definir y categorizar el periurbano y sus dinámicos procesos. En este contexto se encuentra el enfoque clásico de carácter morfológico y funcional, que se centra en las características y cambios en la estructura física del periurbano (densidad, morfología, uso del suelo, etc.). Por otra parte, el enfoque social desarrollado por Palh (1965) se concentra en el surgimiento de nuevas modalidades residenciales urbano-rurales y las clases sociales que las componen, analizando la influencia urbana sobre los cambios sociales en un intento de definir lo periurbano como una categoría social. Por último, encontramos enfoques orientados a explicar el periurbano en la dinámica de las interacciones funcionales urbana-rurales propias de un nivel regional, siendo estos espacios en donde las recomposiciones, conflictos y vínculos urbano-rurales, se expresan con mayor intensidad (Allen. 2003; Douglass. 1998).

A partir de los nuevos marcos conceptuales y metodológicos impulsados por las crecientes transformaciones en la movilidad de las personas (y de la sociedad en general), asociados a los avances en las tecnologías del transporte y las comunicaciones, la evolución de los conceptos como la ruralidad, el periurbano, lo urbano-rural, deben analizarse y confrontarse con la realidad de cada territorio.

Ruralidad: densidad de población y distancia

La ciudad ha cambiado o evolucionado conceptualmente. Esta ya no responde necesariamente al concepto de área densa y delimitada de antes, sino que está hoy claramente más fragmentada, difusa, extendida, diseminada o expandida en archipiélagos (Ascher. 2001), entre otros de los conceptos utilizados para representar el resultado de un proceso de periurbanización, urban sprawl, de-localización y localización residencial periférica, expansión urbana o finalmente expansión metropolitana.

Tradicionalmente, altas densidades de población han sido el elemento más característico para diferenciar lo urbano de lo rural. Esta característica constituía el mecanismo que daba sustento a la conformación de las ciudades compactas. Así, por largo tiempo los altos costos de transporte asociados a la localización de actividades urbanas, las cuales necesitaban de las economías de aglomeración, condicionaban que la “ciudad densa” fuera la única posible (Blanco. 2004). La reducción de los costos de transporte y el mejoramiento de la comunicaciones han conformando el denominado continuum urbano-rural, concepto utilizado habitualmente en el ámbito rural europeo para representar la disolución de los límites entre estas categorías (Gorenstein, Napal y Olea. 2007).

Por otra parte, el Banco Mundial (2005) plantea que la “ruralidad” es un concepto multidimensional que abarca el acceso a servicios sociales y a infraestructura, los encadenamientos con los mercados laborales y de productos básicos, como también la participación en actividades agrícolas y otras relacionadas. Por otro lado, la densidad demográfica y la distancia geográfica a las aglomeraciones urbanas influyen en el costo de los servicios por beneficiario y en la competitividad de varias actividades económicas.

Es así como los enfoques actuales para abordar las transformaciones de las regiones metropolitanas se encuentran cada vez más guiados por la convicción que el desarrollo rural podría ser la solución para controlar el crecimiento de las zonas urbanizadas y a su vez atenuar la pobreza rural. En este sentido, se constata que los organismos internacionales de cooperación para el desarrollo han abordado los problemas urbanos por la vía de atacar los problemas rurales (Di Giullo. 1995). Sin embargo, para avanzar en la superación de la pobreza y en un desarrollo equilibrado, la reflexión se debe orientar al mismo tiempo hacia la prospectiva regional y hacia el análisis detallado de las dinámicas locales (Douglass. 1998). Esto concuerda con el panorama actual en donde los organismos internacionales abogan por estrategias de desarrollo con un enfoque territorial, que considere la diversidad de los territorios, los diversos tipos de activos económicos y las actuales transformaciones del mundo rural y urbano latinoamericano (Sepúlveda et al., 2003; Schejtman y Berdegué. 2005; IICA. 2003; Banco Mundial. 2005).

El enfoque territorial o geográfico frente al desarrollo rural se basa en consideraciones tales como el redimensionar la verdadera magnitud y tamaño del sector rural, incorporando las transformaciones socioeconómicas actuales. Surge entonces la necesidad de diferenciar los territorios en términos de competitividades, recursos humanos, naturales y materiales. Lo anterior incorpora el supuesto que el sector rural tradicionalmente ha sido subestimado en su contribución al desarrollo. Como lo mencionan Osses, Foster y Nuñez (2006), este sector ha sido abordado tradicionalmente desde la perspectiva de su actividad económica principal, es decir, primaria, y desde la óptica del tamaño de sus asentamientos, considerados principalmente como rurales cuando tienen menos de 2.000 habitantes (Banco Mundial 2005).

Esto adquiere mayor sustento gracias a la relevancia que adquiere hoy el sector rural y sus recursos naturales en el desarrollo de las economías, en particular en los países agro-exportadores como Chile. Sobre esto el Banco Mundial (2005) señala que un aumento supuesto de 1% de la producción agrícola contribuye en 0.12% al crecimiento del PIB, considerando una participación del 12% del sector agrícola en el PIB nacional.

Desde el enfoque del desarrollo rural y de los medios de vida sostenibles, las diversas recomposiciones en los medios rurales significan una potencial diversificación en el mercado de los empleos no agrícolas y por ende una diversificación de las fuentes de los ingresos de las familias rurales y urbanas de ingresos bajos y medios, que caracterizan la composición socioeconómica del periurbano de las urbes latinoamericanas (Browder et al., 1995).

Por otra parte, como lo expresa Brun (1996), la mayor diferenciación de los espacios rurales resulta de la periurbanización sobre la base de la red urbana existente, y de su gradiente de densidad. Según el autor, entre los criterios que influencian y proporcionan a cada territorio rural su fisonomía y su dinámica propia, se encuentra su situación respecto a las zonas urbanas que inducen la posibilidad de desarrollar empleos no agrícolas y/o residencias dormitorio. En este mismo sentido, el trabajo de Chomitz et al. (2004) para América Latina indica claramente que la dicotomía urbano/rural es una simplificación extrema. En éste se muestra que el acceso a infraestructura, servicios públicos, empleos no rurales e ingreso se incrementan en conjunto con aumentos en la densidad de población (Osses et al., 2006). Esto hace relevante un análisis de la forma en que se ocupa el territorio, y de las características de uso y capacidad productiva, para una mejor definición y comprensión del sector rural de manera diferenciada en el territorio.

Un aspecto relevante del gradiente urbano-rural que determina importantes oportunidades y restricciones para la población y sus actividades productivas es el acceso a los principales centros urbanos. Esto se encuentra en directa relación con los tiempos de viaje, tanto de la población respecto de sus empleos, como de las actividades económicas localizadas en medios rurales respecto de sus necesidades de vínculos espaciales con sus mercados, fuentes de insumos, de tecnología y otros servicios para la producción.

De otra forma y como lo plantean Berdegué et al (2001)[2] a menudo el impulso y crecimiento de las actividades no agrícolas tienen su origen fuera del sector rural, una vez que inversiones de carácter competitivo reducen la distancia económica o los costos de transacción entre la oferta del medio rural y las fuentes de demanda de sus bienes y servicios. La reducción de los costos de transacción (North. 1993) se relaciona directamente también con la densidad y la distancia a mercados de trabajo, de insumos, de capital, de servicios superiores, de información o institucionales, entre otros.

En los inicios del siglo XIX, Vön Thünen con su modelo de zonas concéntricas ya señalaba que la distancia a los mercados determina diferentes anillos con determinadas actividades, las que cambian en la medida que nos alejamos del centro y se aumentan los tiempos de viaje. Por su parte, Alonso (1964) quien actualiza el esquema de Vön Thünen, “puso de manifiesto como, a medida que se incrementa el nivel de renta, se tiende a sustituir el coste unitario de suelo por costes de transporte, por lo que la población tiende a vivir cada vez más en espacios poco densos y alejados del centro de la ciudad” (Blanco. 2004, p. 36).

Por otra parte, según Gorenstein, Napal y Olea (2007, p. 96), dentro de la discusión teórica de la ruralidad “se expresan nuevas propuestas metodológicas para una mejor aproximación a la visión sobre la integración funcional urbana-rural”. La atención se centraría en estructuras interconectadas donde las aglomeraciones actúan como ejes articuladores de asentamientos poblacionales menores. Para los autores, “es cada vez más habitual que el territorio se divida en zonas y que se utilice el criterio de densidad poblacional para la distinción entre las áreas rurales y las urbanas”. Por ejemplo, las aproximaciones desarrolladas por la OECD (1994) respecto a umbrales de ruralidad, plantean que, al nivel jerárquico de comunidad local, son rurales aquellas agrupaciones con una densidad menor a los 150 hab./km2.

En esta línea, diversos países como Australia, Canadá y Estados Unidos ya utilizan medidas de ruralidad diferenciadas según los fines que se requieran: asignaciones de subsidios, impuestos, dotación de infraestructura, educación y salud, entre otras. En el caso de Australia se utiliza el modelo Accesibility/Remoteness Index of Australia (ARIA) combinado con el método Rural and Remote Metropolitan Area Classification (RRMA) para obtener gradientes de ruralidad funcionales. Asimismo, en Canadá se aplican diversos criterios para establecer grados de ruralidad a escala local, comunal, regional y nacional. En Estados Unidos se aplica un método similar obteniéndose un set de nueve categorías que establecen el continuo urbano-rural, desde las áreas en extremo rurales hacia las esencialmente urbanas (Osses et al., 2006).

En este contexto, y como se planteó anteriormente, el interés del presente trabajo se centra en la determinación de niveles de ruralidad en la RMS, a partir de criterios espaciales y funcionales como la densidad de población y tiempo de viaje a la aglomeración de Santiago.

Área de estudio: Región Metropolitana de Santiago de Chile (RMS)

El área de estudio propuesta corresponde a las comunas periurbanas y en periferia rural en la RMS, donde existen suelos agrícolas dentro su territorio (figura 2). A partir de este criterio, el conjunto de las comunas periurbanas que participan de la mancha urbana de Santiago, junto con las comunas rurales, representan aproximadamente el 38% de la población regional. No obstante, las comunas rurales periurbanas, que por sí solas representan el 11% de la población regional, representan cerca del 70% del territorio regional. Por otra parte, la región ha incrementado su peso demográfico relativo a nivel nacional, aunque a un ritmo decreciente entre 1980 y 2002 (Riffo. 2007).

Según la estadística oficial, la RMS contaba para el año 2002, con un reducido porcentaje de población rural[3], siendo de un 3,0% (186.000 habitantes) sobre poco más de 6 millones de habitantes totales. Esto contrasta inicialmente con los datos que posicionan a la RMS como la segunda región que más aporta al PIB silvoagropecuario del país, con una participación de 14,6 % para el año 2003 y de 16,2 % para el año 1991 (Riffo. 2007). En este sentido, Salazar (2007a) establece espacialmente y de manera general en qué medida las comunas rurales periféricas en la RMS en las últimas décadas (1992-2002) son menos agrícolas (primarias) que antes, y a su vez más obreras e industriales, como también terciarizadas. Sin embargo, la escala de análisis no permite una mayor profundización dentro de los territorios.

Considerando los profundos cambios ocurridos en las últimas décadas, tanto en sectores rurales, como urbanos, se deben intentar nuevas formas de medición y categorización de la ruralidad actual en la RMS. En este sentido, una clasificación de los niveles de ruralidad debe contribuir a profundizar el conocimiento para la elaboración de políticas públicas que generen procesos de desarrollo territorial que incidan en la superación de la pobreza y en la utilización sustentable de los recursos naturales en regiones metropolitanas. Es decir, políticas que contribuyan a la superación de la dicotomía y del sesgo urbano-rural en el sector público y en la asignación de recursos.

Materiales y Método

En función de las clasificaciones de ruralidad existentes y de los requerimientos metodológicos del enfoque territorial es cada vez más evidente en Chile que la información territorial al nivel de comuna, ya no resulta pertinente para los análisis que permitan la toma de decisiones en términos de planificación con un componente espacial adecuado. Esto, en vista de la gran extensión y diversidad geográfica que éstas pueden alcanzar. En relación a lo anterior, las nuevas tecnologías asociadas al análisis geográfico son una poderosa herramienta de análisis para esta diferenciación a una escala espacial de mayor detalle.

Densidad de población censal de detalle

Para la determinación de la densidad de población de la RMS, se procedió a elaborar, a partir de los planos censales (2002), una base de datos censales de detalle geo-codificada y georeferenciada del año 2002 (la unidad de análisis sector rural corresponde a la menor escala posible con datos censales). La resolución mínima de esta información censal corresponde a una celda de 1 km2 que contiene la densidad de población expresada en habitantes por kilómetro cuadrado.

La variable densidad ha sido utilizada ya que se considera, como se mencionó anteriormente, que tiene una importante influencia en el comportamiento económico y para las políticas de desarrollo y equipamiento, especialmente en el sentido del costo/beneficio por habitante de inversiones públicas y privadas tales como redes de transporte, educación, servicios de salud, energía, entre otros (Osses. et. al, 2006).

Los niveles de accesibilidad: tiempo de viaje

El criterio utilizado como indicador de accesibilidad es el tiempo de viaje desde cualquier punto de la RMS hasta donde se localiza la Feria Lo Valledor (centro de acopio y distribución de productos agrícolas, dentro de la mancha urbana de Santiago). Los niveles de accesibilidad o tiempos de viaje fueron obtenidos partir de la cobertura digital de la red vial para el año 2006 del Ministerio de Obras Públicas, escala 1:10.000. Para el cálculo, a cada segmento vial se le asignó una velocidad de desplazamiento de acuerdo a su jerarquía, obtenida en terrenos dentro del área de estudio. Las velocidades son las siguientes: Autopista 100 km/h, Camino principal 75 km/h, Camino secundario 30 km/h. Esta cobertura vectorial fue convertida en información raster con una resolución espacial de 1 km2, calculándose el tiempo de desplazamiento expresado en horas para cada celda. De esta manera, el resultado final es una sumatoria de tiempos de viaje para cada trayecto estimado. Para calcular el tiempo de viaje de aquellas zonas donde no se encuentra infraestructura vial, se utilizó como criterio asignar un valor de desplazamiento de 5 km/h., cálculo que se realizó siguiendo un patrón euclidiano a partir del tiempo de viaje de la red vial existente.

Población según grupos socio-profesionales

Como una forma de establecer relaciones entre la ruralidad funcional y las características sociales y económicas de las periferias metropolitanas, se estimó que la variable características ocupaciones o socio profesionales representaba inicialmente un buen indicador que contiene información socioeconómica (rentas). Los cinco grupos socio-profesionales que se ilustran en el cuadro 1, se construyeron a partir de la información del Censo Nacional del año 2002, y de los códigos asociados en la base de datos censales, y adaptando la metodología De Mattos, Riffo et al (2007). Los datos extraídos para cada unidad censal de detalle fueron trabajados en porcentajes del total de población económicamente activa de cada unidad censal. La información vectorial de cada grupo ocupacional se convirtió en información raster con la misma resolución espacial que las coberturas anteriores, para poder ser analizada de manera conjunta en una matriz con los datos de densidad y tiempo de viaje, es decir, con los niveles de ruralidad.

Cuadro 1
Grupos socio-profesionales según códigos de ocupación

Grupos socio-profesionales (Gsp)

Ocupaciones. CIUO (88)

Códigos de Ocupación

Gsp 1: Directivos y profesionales

Miembros de los poderes ejecutivo y legislativo y personal directivo de la administración; Directores de empresa( tienen 3 o mas directores ); Gerentes de pequeñas empresas ( tienen 1 o 2 directores ); Profesionales de las ciencias físicas, químicas y matemáticas y de la ingeniería; Profesionales de las ciencias biológicas, la medicina y la salud; Otros profesionales científicos e intelectuales.

11, 12, 13, 21, 22, 24.

Gsp 2: Profesionales y técnicos medios

Fuerzas armadas, carabineros e investigaciones; Profesionales de la enseñanza; Técnicos y profesionales de nivel medio de las ciencias físicas y químicas, la ingeniería y afines; Técnicos y profesionales de nivel medio de las ciencias biológicas, la medicina y salud; Maestros e instructores técnicos; Otros técnicos; Oficinistas.

1, 23, 31, 32, 33, 34, 41.

Gsp 3: Empleados de comercios y servicios

Empleados en trato directo con el público; Trabajadores de los servicios personales y de protección y seguridad; Modelos, vendedores y demostradores; Trabajadores no calificados de ventas y servicios.

42, 51, 52, 91.

Gsp 4: Agricultores, trabajadores y peones agrícolas

Agricultores y trabajadores calificados de explotaciones agropecuarias, forestales y pesqueras con destino al mercado; Trabajadores agropecuarios y pesqueros de subsistencia; Peones agropecuarios, forestales, pesqueros y afines.

61, 62, 92.

Gsp 5: Obreros

Oficiales y operarios de las industrias extractivas y de la construcción; Oficiales y operarios de la metalurgia, la construcción mecánica y afines; Mecánicos de precisión, artesanos, operarios de las artes gráficas y afines; Otros oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios; Operadores de instalaciones fijas y afines; Operadores de máquinas y montadores; Conductores de vehículos y operadores de equipos pesados y móviles; Peones de la minería, la construcción, la industria manufacturera y el transporte

71, 72, 73, 74, 81, 82, 83, 93.

Fuente: Elaboración propia a partir de información Censo de Población y Vivienda, 2002. INE, 2002 y adaptado de De Mattos, Riffo et al (2007).

 

Tratamiento de las coberturas de información

Respecto del tratamiento de la información, las bases de datos espaciales fueron trabajadas asociadas a una cartografía regional escala 1: 250.000 y sobre Sistemas de Información Geográfica (SIG) pertinentes, en este caso, como se mencionó anteriormente, se trabajó con sistemas vectoriales y raster. La construcción de los niveles de ruralidad en base a un criterio funcional se realizó mediante una matriz espacial que combina la información de tiempos de viaje y densidad de población bajo el supuesto que a mayor tiempo de viaje, más aislado el territorio, por lo que el acceso a servicios es menor y la ruralidad mayor.

Asimismo, tanto la información de densidad como el tiempo de viaje a la ciudad de Santiago se transformaron en rangos para un mejor manejo de la información generada. Se establecieron entonces, 5 rangos de densidades: 0-25 hab/km2, 25-50 hab/km2, 50-100 hab/km2, 100-150 hab/km2 y más de 150 hab/km2. Junto con lo anterior, se combinó esta información con los tiempos de viaje al centro urbano regional, de acuerdo a los siguientes umbrales: 0-1 horas, entre 1 y 3 horas y más de 3 horas de viaje (Osses et al, 2006). A partir de la combinación de los rangos descritos se obtuvieron 12 diferentes niveles de ruralidad según criterio funcional, los cuales fueron expresados para cada una de las unidades censales en forma vectorial (figura 1). El resto del territorio que contaba con densidad cero se distribuyó según los tiempos de viaje atribuidos. Para las correlaciones entre los rangos de ruralidad y la variable correspondiente a los grupos socio-profesionales, se elaboró una matriz espacial de correlaciones, la cual permite relacionar el territorio en estudio en función de sus niveles de ruralidad para cada grupo analizado.

Resultados

Comparación de umbral de ruralidad y niveles de ruralidad funcional

En la figura 1 se ilustra el mapa de la distribución espacial de los 12 niveles de ruralidad funcional definidos para la RMS como resultado de la metodología expuesta. Este mapa da cuenta de las combinaciones entre la densidad poblacional y los tiempos de viaje antes descritos. Por otra parte, en la figura 2 se presenta el mapa de la ruralidad regional a partir de la definición de la OECD (1994) que señala como rurales a aquellas áreas con densidad inferior a 150 hab./km2. Para esto se clasificaron en un mismo nivel (urbano o rural) todas las unidades espaciales con densidades superiores e inferiores a 150 hab/km2, respectivamente.

La comparación visual entre ambas figuras deja en evidencia lo limitado de un umbral único (OECD) y dicotómico para la clasificación de la ruralidad, desde una perspectiva geográfica. Este homogeniza gran parte del territorio regional e impide una lectura diferenciada del espacio periurbano de la región y al interior de las comunas (figura 2). Por el contrario, a partir del método aplicado, el resultado permite establecer un territorio más diversificado en términos de las relaciones urbano-rurales existentes, por ejemplo el sector oriental del área de estudio y al interior de la comuna de Melipilla (figura 1).

 

Figura 1: Niveles de ruralidad en la Región Metropolitana de Santiago (2002).
Elaboración propia, Proyecto Fondecyt (2006) nº 11060310.

 

Los niveles de ruralidad funcional en su expresión grafica, permite diferenciar espacialmente diversos territorios, tanto al interior de las comunas, como a nivel regional, dando cuenta en cierta medida de las condiciones de sitio y situación de cada área de forma más detallada, a través de sus componentes densidad y tiempo de viaje. Se destaca en la figura 1, el área constituida por los territorios con Nivel 10 de ruralidad, los cuales reflejan bajas densidades de población (0-25 hab/km2) y entre 0 y 1 hora de viaje. Esta área, que contienen a buena parte del resto de los sectores censales con menor ruralidad, estaría esbozando en cierta medida un límite o espacio funcional donde hoy prevalecería más que la condición urbana, la condición metropolitana de sus habitantes [4].

 

Figura 2. Ruralidad en la Región Metropolitana de Santiago (2002), según criterio OECD (1994). Se observa la imposibilidad de establecer una diferenciación territorial de la ruralidad, en oposición a la Figura 1.
Fuente: Elaboración propia. Proyecto Fondecyt. nº 11060310.

 

Niveles de ruralidad funcional

Los objetivos iniciales del trabajo diseñaban las siguientes hipótesis de trabajo. Las ocupaciones de carácter agrícola (Gsp 4) se relacionan positivamente con el aumento de los niveles de ruralidad. En este contexto, y a partir del análisis del cuadro 2, se destacan los siguientes aspectos:

Las correlaciones entre los niveles de ruralidad funcional y los distintos grupos socio profesionales son estadísticamente significativas. Se puede establecer que a medida que aumenta el tiempo de viaje al mercado, el grado de ruralidad aumenta, siendo esta asociación muy superior a la de la variable densidad, esbozando esto una dependencia del nivel de ruralidad, respecto de las características del sistema de transporte.

Respecto de las correlaciones resultantes entre los niveles de ruralidad funcional y los grupos socio profesionales se observa (cuadro 2), que todas las correlaciones, excepto la del Gsp4, correspondiente a ocupaciones agrícolas, son inversas y con bajo nivel de asociación. Sobre esto se puede señalar que eventualmente la localización de la población no responde directamente a la actividad profesional que realizan. Sin embargo, si hay una marcada tendencia, dado el signo inverso de los resultados, a que la población tienda a localizarse cerca de las áreas urbanas o más densas y con menor tiempo de viaje. Esto encontraría su explicación en el hecho que estos espacios cuentan con mayor dotación de equipamientos y servicios básicos.

En relación a la hipótesis inicial, el Gsp4, asociado a población que se dedica directamente a actividades agrícolas, estos efectivamente tienden a localizarse cerca de su lugar de trabajo en áreas menos densas y que necesariamente tienen mayores tiempos de desplazamiento hacia los centros urbanos y de mercado. Se debe señalar, que esta situación no presenta un alto nivel de correlación y por lo tanto no podemos afirmar que todas las personas del Gsp4 se localizan en torno a los predios donde trabajan.

 

Cuadro 2
Nivel de correlación entre niveles de ruralidad y los grupos socio-profesionales
 

Densidad

T. de Viaje

Gsp1

Gsp2

Gsp3

Gsp4

Gsp5

Ruralidad Funcional

Significancia

-0.1939

0.0000

0.4682

0.0000

-0.1682

 0.0000

-0.1066

 0.0000

-0.1215

 0.0000

0.1480

0.0000

-0.1440

 0.0000

Fuente: Elaboración propia.

 

Lo anterior puede encontrar en parte su respuesta en los procesos ocurridos después de más de tres décadas de transformación capitalista de la agricultura nacional. La modernización de la agricultura metropolitana, en conjunto con los avances en transportes y comunicaciones, ha conducido a la urbanización progresiva de los empleos agrícolas[5]. Esta tendencia se ilustra en el cuadro 3 y la figura 3, destacándose en el primero, la variación de 34,8% en los empleos urbanos agrícolas (EUA), en comparación con la variación negativa de -13% de los empleos rurales agrícolas (ERA) para el período 1992-2006[6]. La evolución completa de empleo según tipo de empleo en la RMS, puede ser contrastada en la figura 3.

 

Cuadro 3
Evolución del empleo según zona rural-urbana en la RMS 1992-2006

Empleo

Nº hab.

1992

Nº hab.

2003

Nº hab.

2006

Variación

Anual (%)

Variación Total (%)

1992-2006

EUA (Empleo urbano agrícola)*

51.244

69.172

69.070

2.5

34.8

EUNA (Empleo urbano NO agrícola)

2.010.436

2.499.297

2.732.657

2.6

35.9

ERA (Empleo rural agrícola)*

38.948

36.060

33.890

-0.9

-13.0

ERNA (Empleo rural NO agrícola)

25.452

41.864

47.056

6.1

84.9

(*) Considera a la población que habita en zonas rurales o urbanas con empleos agrícolas.
Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen (Mideplan.1992-2006).

 

Figura 3. Evolución contrastada entre Empleo rural agrícola y no agrícola 1990-2006 en la RMS.
Fuente: Elaboración Propia en base a Encuesta Casen (1990-2006)

 

Se realizó un análisis de regresión lineal considerando como variable dependiente el nivel de ruralidad funcional y variables independientes densidad de población y tiempo de viaje, el resultado del modelo es significativo con un valor F de 649.56 y un p= 0.000. De los resultados se desprende que el coeficiente para densidad es (-0.0001) y para tiempo de viaje (3.640) ambos significativos con valores t de -10.46 y 33.09 respectivamente. De los resultados obtenidos es interesante señalar que es el tiempo de viaje el que prima sobre la influencia de la densidad en el nivel de ruralidad, o visto desde otra perspectiva la condición metropolitana hoy en día se constituye como algo más relevante que la mera situación urbana.

Lo anterior podría explicar por ejemplo, la correlación negativa de la presencia del Gsp 1 respecto de la ruralidad funcional. Esto en la medida que este grupo, con menores restricciones para su localización, privilegiaría la función distancia por sobre la de densidad, en su decisión de aumentar su superficie residencial a costa de mayores costes de transporte.

Conclusiones

En la actualidad los desafíos de las regiones urbanas metropolitanas parecen orientarse hacia el establecimiento de proyectos territoriales que favorezcan el desarrollo regional y la articulación de sus áreas rurales y urbanas bajo su radio de influencia. Esto requiere la superposición de aspectos como, la validación de los avances en los conocimientos concretos sobre los procesos sociales y espaciales metropolitanos; la valoración del potencial de desarrollo del territorio y de las voluntades de agentes y actores relevantes que intervengan sobre las políticas públicas. Esto permitiría redirigir de manera más eficiente las decisiones sobre inversión, equipamientos, conectividad, subsidios, educación y conservación de recursos, entre otros.

Los resultados de este trabajo indican que la aproximación metodológica planteada, a partir de la determinación de niveles de ruralidad, asociada al manejo combinado de bases de datos en sistemas de información raster y vectorial, y bases de datos censales especializadas, puede constituirse en una herramienta eficaz para la toma de decisiones. Esto, ya que es posible determinar, por una parte cuales son las condiciones de densidad y de distancia de territorios en específico, y por otra parte, cómo y en qué medida estas condiciones se encuentran asociadas a las actividades económicas de la población, entre otras variables.

Finalmente, el estudio puede hacer una contribución relevante en términos de política, ya que permite entender mejor la relación entre, la conformación densidad y tiempo de viaje, con las actividades productivas de la población y sus efectos sobre una geográfica social en evolución del territorio en estudio.

 

Notas

[1]La comunicación expone parte de los resultados alcanzados por el proyecto FONDECYT Nº 11060310: “Los nuevos espacios rurales metropolitanos: redimensionamiento, periurbanización y efectos sobre el desarrollo territorial rural de la Región Metropolitana de Santiago 1992–2002”. Se agradece la valiosa colaboración del geógrafo Rodrigo Nuñez C. y del estudiante de geografía Pablo Páez.

[2] Berdegué, et al (2001, p. 198), citado por Gorenstein, Napal y Olea (2007, p. 95).

[3] La definición estadística de lo rural en el caso de Chile, se encuentra dada por los umbrales que plantea INE (2005) como “Entidad Urbana”, es decir, concentraciones de población hasta 1.000, o hasta 2.000 habitantes con menos del 50% de la PEA ocupada en actividades secundarias y terciarias, son consideradas como rurales.

[4] Se constata la conformación de un continuum urbano-rural en forma tenticular, que articula los espacios rurales y agrícolas más productivos de la RMS.

[5] Daher, A. 1990.

[6] Paralelamente las políticas de vivienda social y oferta privada en la periferia metropolitana conducirían el aumento del empleo rural no agrícola (ERNA) (en cuadro 3), pero siempre próximo de áreas de mayor densidad (Salazar 2007b).

 

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