IX Coloquio Internacional de Geocrítica

LOS PROBLEMAS DEL MUNDO ACTUAL. 
SOLUCIONES Y ALTERNATIVAS DESDE LA GEOGRAFÍA 
Y LAS CIENCIAS SOCIALES

Porto Alegre, 28 de mayo  - 1 de junio de 2007.
Universidade Federal do Rio Grande do Sul 

La problemÁtica del ordenamiento territorial en cinturones verdes periurbanos
sometidos a procesos de valorizaciÓn inmobiliaria.
El caso del partido del Pilar, RegiÓn Metropolitana de Buenos Aires 
(*)

Andrés Barsky
abarsky@ungs.edu.ar

Marcela Vio
marcelavio@speedy.com.ar

Instituto del Conurbano
Universidad Nacional de General Sarmiento


La problemática del ordenamiento territorial en cinturones verdes periurbanos sometidos a procesos de valorización inmobiliaria. El caso del Partido del Pilar, Región Metropolitana de Buenos Aires (Resumen) 

En los últimos 15 años, el Partido del Pilar, que forma parte del sector noroccidental de la Región Metropolitana de Buenos Aires, ha sido el epicentro de una intensa reconfiguración geográfica de la periferia, impulsada por la construcción de autopistas y el desembarco de inversiones inmobiliarias de gran magnitud. En este contexto, el cinturón verde hortícola ha mostrado una llamativa persistencia. El trabajo realiza un análisis crítico del ordenamiento territorial resultante en este tipo de espacios de borde y propone ajustar los instrumentos de intervención a las redes sociales presentes en el complejo periurbano, pero también recuperando el rol del Estado desde una escala metropolitana. En definitiva, la interfase urbano-rural es el escenario donde se dirime el conflicto de usos del suelo entre los agentes sociales que generan el abastecimiento alimentario a la ciudad y los que motorizan el mercado de nuevos espacios residenciales.

Palabras clave: periurbano, cinturón verde hortícola, usos del suelo, ordenamiento territorial, área de influencia urbana, migración boliviana, dimensión local, dimensión metropolitana


Periurban green belts affected by land valorization as a problem for spatial planning. The case of Pilar, Buenos Aires Metropolitan Area (Abstract) 

In the last 15 years, the Partido of Pilar, that forms a part of northwestern peripherical area of Buenos Aires Metropolitan Region, has been strongly affected by highways construction that changed previous spatial patterns, with consequent land valorization and housing investments. In spite of this scenario, horticulture has been persisting as economic activity of the green belt. This paper intends to analyze, in a critical way, how territorial ordering results on these periurban areas and proposes to apply politics to protect urban-rural fringe working on local networks, but considering state regulations generated from a metropolitan scale. In conclusion, the fringe is the space where different kind of agents, agricultural producers and urban developers, are competing for access to land.

Key words: urban fringe, green belt, land uses, territorial ordering, urban sprawl, bolivian migration, local dimension, metropolitan dimension.


“…a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre Buenos Aires, gran parte de la metrópolis sigue siendo terra incognita y esto es especialmente cierto en el llamado borde periurbano. El nuevo énfasis en Buenos Aires como ciudad global puede llevar inclusive a posponer el necesario y meticuloso estudio de los suburbios y los márgenes de la gran ciudad” 

José Borello. “Buenos Aires y el interior. Nuevos textos sobre antiguos quiebres”.

En los últimos años, se viene registrando en diversos ámbitos académicos y profesionales de Buenos Aires una creciente preocupación por la situación socioambiental actual y perspectivas de crecimiento de los territorios de borde de la aglomeración. Como ejemplo significativo reciente, puede mencionarse que en el foro político “Lineamientos estratégicos para la Región Metropolitana de Buenos Aires”, organizado en octubre de 2006 por la Subsecretaría de Urbanismo y Vivienda y la Dirección de Ordenamiento Urbano y Territorial de la provincia de Buenos Aires, se estableció como uno de los ejes prioritarios de gestión el “implementar medidas de protección del borde periurbano”(1). 

Caracterizar el periurbano implica, entre otras cuestiones, estudiar los actores sociales que están detrás de su construcción. El presente trabajo se preocupará por analizar la situación de ordenamiento territorial resultante en una jurisdicción que se ha constituido como el epicentro de las principales transformaciones socioespaciales acontecidas en la periferia de Buenos Aires en la última década y media: el Partido del Pilar. Para alcanzar dicho objetivo, se realizará un análisis de las estrategias territoriales desplegadas por un tipo particular de actor social, cuya trama de quintas sostiene el cinturón verde alimentario de la ciudad en el marco de una creciente valorización del suelo: el horticultor periurbano.

El trabajo seguirá la siguiente secuencia expositiva: primeramente, se realizará una descripción de las principales características sociodemográficas y productivas de Pilar como integrante del complejo periurbano; a continuación, se realizará una caracterización de su cinturón verde hortícola, cuyo emplazamiento se relaciona con migraciones de origen boliviano; posteriormente, se efectuará una evaluación sobre el tipo de ordenamiento territorial resultante en el distrito como consecuencia de las intensas transformaciones que registró su territorio en los últimos quince años; y por último, se realizará una reflexión sobre las posibilidades de intervención sobre las tendencias reconfiguracionales de la periferia de Buenos Aires.


Pilar en los años noventa: la expansión acelerada de un “urban sprawl” americanizado sobre una periferia anterior
El Partido del Pilar posee una superficie 355 Km2 y se encuentra localizado en un espacio perimetral distante a unos 50 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, sobre el denominado eje norte de crecimiento y en la tercera corona de la Región Metropolitana. La zona ha sido una de las áreas de mayor crecimiento demográfico en la provincia de Buenos Aires en las últimas décadas: de acuerdo a los censos nacionales de población, pasó de 84.429 a 231.176 habitantes entre 1980 y 2001. Entre 1990 y 2004, la población creció 56,2 por ciento y en los últimos cinco años 14,7 por ciento, el triple de la media provincial (4,3%). Se calculaba a mediados de 2006 que el distrito ya alcanzaba unos 266.500 habitantes y se estima que en 2020 alcanzará el medio millón. 

Durante la mayor parte del siglo XX, Pilar constituyó una jurisdicción perteneciente al espacio perimetral de Buenos Aires, caracterizado por actividades rurales que iban desde las más extensivas a otras más periurbanas. Formaba parte de la denominada “Zona de Abasto Norte”, que procuraba a la ciudad de lácteos y verduras. Desde mediados de siglo, parte de su territorio también se fue fraccionando para destinarlo a residencia de fin de semana (quintas). La ciudad del Pilar, es decir su casco urbano, constituía una tradicional localidad satélite bonaerense, cuya jerarquía y posición en la trama de centros y subcentros estaba determinada por la disposición radial de corredores del ferrocarril. Este medio de transporte constituyó el principal eje inductor estructurante del crecimiento metropolitano durante más de ochenta años. 

Durante la década del sesenta se registró en el partido cierta localización industrial dispersa, como consecuencia de la saturación de las zonas industriales urbanas. En los años setenta, la implementación del Parque Industrial Pilar, actualmente de los más importantes de Latinoamérica, constituyó un tipo pionero de loteo altamente especializado y generó un impacto ambiental de consideración (Briano, 2002). Pero fue en los años noventa cuando Pilar pasó a convertirse en el epicentro de una serie de inéditas transformaciones socioeconómicas y territoriales que irían a alterar profundamente el patrón de organización de la periferia de la ciudad. Ocurrió cuando “por vía de la consolidación de un modelo de desarrollo económico aperturista -un nuevo régimen de acumulación comandado por los sectores financiero y de servicios, con una importante presencia del capital internacional-, una serie de emprendimientos, tecnologías y servicios urbanos desembarcaron a través de la construcción de nuevas autopistas más allá del segundo cordón, hasta unos 90 kilómetros de distancia, reconfigurando y complejizando el periurbano” (Barsky, 2005).

Torres (1998) advirtió que el último período del desarrollo urbano de la Región Metropolitana tuvo su expresión más acabada en el Partido del Pilar. El autor señaló como uno de los rasgos particulares de este período el reemplazo del ferrocarril por la autopista como eje difusor de la urbanización. Las nuevas formas de suburbanización, que no se desarrollarían dentro del perímetro de influencia de la extensa red de ferrocarriles de Buenos Aires sino fuera de él, en los ejes de influencia de las nuevas autopistas, no siendo sus protagonistas los trabajadores urbanos sino, por el contrario, grupos de ingresos superiores (Clichevsky, 2003)(2).

Siguiendo en la línea de lo discutido en el Foro, se produjo una profunda modificación de la estructura metropolitana a través del desarrollo de nuevas formas de urbanización protagonizadas por sectores medios y altos, basadas en la utilización del automóvil. Las nuevas urbanizaciones cerradas, caracterizadas por un alto consumo de suelo por habitante, contribuyeron a generar la ruptura de la continuidad del espacio público y a introducir nuevos patrones de segregación, generando grupos humanos altamente diferenciados, a pesar de compartir un mismo territorio. 

La ruptura de la estructura territorial de la ciudad tradicional comienza a expresarse en (..) la dispersión de las nuevas áreas urbanizadas (sprawl), que conviven con un entorno de urbanizaciones precarias. (..) De modo que la ciudad, que evolucionaba sobre la base de pautas previsibles, con un centro potente y un suburbio en permanente construcción, incorpora nuevos patrones que la aproximan a la realidad de otras ciudades latinoamericanas” (Subsecretaría de Urbanismo, 2006).

De esta manera tuvo lugar un proceso de reestructuración urbano-territorial determinado principalmente por el rediseño y la ampliación de la red de transporte metropolitano. La emergencia de este nuevo patrón de urbanización propició además, la aparición y el desarrollo de nuevas formas de residencia y consumo que tienen su expresión material en la consolidación de extensas áreas destinadas a urbanizaciones cerradas (barrios cerrados, clubes de campo) y a grandes equipamientos de consumo, entretenimiento, turismo y espectáculo. Se ha estimado que durante los años noventa entre el 75 y el 80% del total de inversiones se han localizado en el Área Central de la Ciudad de Buenos Aires, y el eje norte de la Ciudad y de la Región Metropolitana, habiéndose concentrado allí tres cuartas partes de los nuevos emprendimientos inmobiliarios y casi la totalidad de los nuevos centros empresariales (Mignaqui, 1997; Szajnberg, 1999; Batalla, 2004)Con el advenimiento de la crisis política y social argentina de los años 2001 y 2002, se registró una desaceleración de todos estos intensos fenómenos de reestructuración territorial, pero desde la recuperación de la economía desde fines de 2002 se revirtió el panorama, a tal punto que en la actualidad se habla de un “neoboom”. En 2004, el monto de inversiones privadas en Pilar se aproximaba a 80 millones de dólares y continuaba en crecimiento.

Durante los años noventa, Pilar recibió inversiones privadas del orden de los 5.500 millones de dólares. En la segunda mitad de la década se registró el momento máximo de la ola de inversiones, dirigiéndose 970 millones al sector inmobiliario, 300 millones al sector industrial y 80 millones al sector comercial. A mediados de la década aconteció el “boom” de las urbanizaciones cerradas. De acuerdo a la Subsecretaría de Desarrollo Urbano de la Provincia de Buenos Aires, actualmente en el Partido del Pilar existen 153 barrios que corresponden esas características, bajo diferentes formas: clubes de campo y barrios cerrados principalmente. Se estima que el 50 por ciento de sus habitantes viven de forma permanente en los mismos, habiendo comenzado esta tendencia residencial hace unos cinco años, generándose un tipo particular de “conmuterización” por vía del automóvil. El número de unidades funcionales dentro de las urbanizaciones pasó de 223 en 1995 a 1.894 en 2004 y la superficie ocupada por las urbanizaciones cerradas alcanzaba en 2001 casi al 17 por ciento de la superficie total del partido(3). 

Cuadro 1. Partido del Pilar: superficie total del partido y superficie con urbanizaciones cerradas. Año 2001. 
 

Superficie total partido
Superficie urbanizaciones cerradas
Porcentaje (%) Sup. Urbanizaciones Cerradas sobre total partido
355 km2
59,5km2
16.80 %

Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC.

Uno de los impactos territoriales más importantes que ha generado el desembarco de inversiones en Pilar durante la década del noventa ha sido la consolidación de un área de nueva centralidad, cuya localización geográfica tiene lugar en el kilómetro 50 de la autopista. Precisamente en esta área se ha concentrado una parte muy importante de la oferta comercial, gastronómica y de servicios personales(4). En consecuencia, Pilar posse hoy en día dos centros. Uno corresponde al centro histórico, que comenzó a consolidarse en torno a la estación de tren de Pilar desde fines del Siglo XIX, y otro, consolidado durante los últimos quince años y asociado al desarrollo de las urbanizaciones cerradas. Actualmente, el centro histórico sigue concentrando las actividades de servicios bancarias y las atinentes a la administración pública local, mientras que el segundo posee una relevancia y alcance metropolitanos en tanto atiende una demanda que trasciende a la local(5).

Otra cuestión importante a señalar es que, a pesar de la fuerte impronta residencial y de servicios que ha adquirido el territorio de Pilar en la última década y media, la principal actividad económica es la industria. El Parque Industrial Pilar, que concentra la mitad de la industria del partido, posee 130 establecimientos distribuidos en 920 hectáreas, emplea a 12.000 personas y factura 3.000 millones de dólares por año. Por lo tanto, si se analiza la estructura económica del partido el 89 por ciento corresponde a industria, el 6 por ciento a comercio y el 5 por ciento a servicios, caracterizándose fundamentalmente por un perfil industrial. Desde el punto de vista del empleo, del total de empleados cada 1.000 habitantes el 50 por ciento trabaja en la industria, 21 por ciento en los servicios y 20 por ciento en el comercio.

En lo referido a la organización del territorio, el carácter periurbano del partido es evidente si se considera la alta heterogeneidad de los usos de suelo existentes (Capel, 1994) y se estima la participación de cada uno de ellos respecto de la superficie total. Según una estimación realizada por la Subsecretaría de Desarrollo Urbano de la Provincia de Buenos Aires, el suelo destinado al uso agrícola intensivo y extensivo es el dominante, alcanzando el 57% del total de su superficie, mientras que el uso residencial en todas sus formas (abierta, cerrada, villas y asentamientos) abarcan un poco menos del 30 por ciento. Las áreas destinadas a la actividad industrial corresponden a un poco menos del 3 por ciento y la destinada a equipamiento comercial, educativo, de salud, etc. al 1 por ciento. Se señala un porcentaje significativo (10%) que corresponde a tierra vacante.

Cuadro 2: Usos de suelo en el Partido del Pilar, superficie en km2(Ç) y porcentaje de participación de cada uso en el total sup. del partido.

Fuente: Elaboración propia en base a estimaciones de la Dirección de Desarrollo Urbano de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires.

En el territorio de Pilar acontecen en la actualidad situaciones socioeconómicas altamente heterogéneas. Por un lado, Pilar representa para, desde el punto de vista del marketing territorial, un espacio diferenciado y prestigioso para los sectores medios altos y altos. Para dar algunos ejemplos puede mencionarse que, desde el punto de vista de su oferta educativa y de servicios, Pilar posee una de las principales escuelas de formación de ejecutivos de Latinoamérica, ranqueada 25º a nivel mundial (IAE, Universidad Austral), uno de los hospitales privados del país mejor equipados (Austral) y el Hotel Sheraton, cuyo centro de convenciones concentra muchos de los principales eventos nacionales e internacionales que se realizan en Argentina, como, por ejemplo el Congreso Internacional de Shopping Centers realizado en 2006. En lo deportivo, el partido cuenta con 5 clubes de rugby, 21 canchas de golf y 140 canchas de polo –dentro y fuera de las urbanizaciones cerradas- que ocupan más de 500 hectáreas. La Asociación Argentina de Polo, emplazada en torno al castillo victoriano Carabassa, es la segunda sede de este deporte a nivel mundial. Durante 2006, Pilar fue sede del “101º Abierto de Golf de la República Argentina”, del “UNICEF Golf Tour” y del torneo de polo “Copa Cámara de Diputados”, entre otros eventos. Durante 2007, la Feria de Decoración, Arquitectura y Paisajismo “Estilo Pilar”, organizada por la entidad de bien público “Amigos del Pilar” –que destina lo recaudado a asistencia odontológica para sectores de menores recursos-, buscará posicionar al distrito como “Capital Nacional del Polo”. Continuando con otros ejemplos significativos, puede mencionarse que distintas instituciones educativas de gestión privada de Buenos Aires han abierto sedes dentro de las urbanizaciones cerradas en los últimos años: el colegio Saint Mary of the Hills en el complejo Pilar del Este; el colegio “San Juan Bautista de La Salle” en Boca Ratón y el colegio “Los Robles” en Estancias del Pilar, por citar algunos casos(6).

Por otra parte, una serie de fenómenos sociodemográficos conviven en el mismo territorio con aquella realidad. En la actualidad, se estima que unas 600 personas arriban a Pilar cada mes, atraídas por la situación económica, provenientes desde el primer cordón metropolitano, otros puntos del país y países limítrofes (7). La mayoría se radica en asentamientos precarios sin infraestructura básica. El 55 % de la población del partido no posee ningún tipo de cobertura médica -lo cual refleja el alto grado de informalidad laboral, especialmente en el sector de la construcción- y el 24,8 por ciento presenta condiciones NBI (necesidades básicas insatisfechas). 28,7 por ciento de los jefes de hogar económicamente activos está desocupado, 12,3 por ciento de la población vive en condiciones de hacinamiento (3 o más personas por habitación). 50.000 personas reciben ayuda del Estado: 38.000 de programas alimentarios, 7.000 cobran el Plan Jefes de Hogar y más de 5.000 se alimentan en 100 comedores distribuidos a lo largo del partido. Siguiendo el patrón de un distrito con población joven, 42,8 por ciento de sus habitantes tiene menos de 20 años y el 23,3 por ciento menos de 10. La tasa de natalidad en 2004 fue de 20,5: nacen 5.800 bebés por año. El 88 por ciento de la población no tiene red cloacal y el 82 por ciento carece de agua corriente. De 25.000 cuadras, sólo 10 por ciento está asfaltada(8)(9). La carencia de una planificación urbana y regional ha comenzado a sentirse en los últimos años en el partido, en el marco de la fuerte reactivación económica registrada, presionando demográficamente sobre los sistemas públicos de educación, salud y transporte. En el año 2006, Pilar se declaró en emergencia edilicia escolar debido al mal estado de los edificios educativos públicos. A comienzo de las clases en marzo de 2007, el distrito estaba solicitando ser declarado en estado de emergencia mobiliaria escolar, pues ante la gran matrícula las instituciones públicas no dan abasto para incorporar a los alumnos en sus aulas. En el año 2007, se matricularon unos 60 mil alumnos, 10 mil más que durante el año anterior (10). En lo referido al sistema de salud, entre 2003 y 2007 aumentó un 80 por ciento el número de consultas médicas, totalizando alrededor de un millón anuales, que se efectúan en tres hospitales, 24 centros de salud y diez postas sanitarias. La presión sobre el sistema es intensa, pero también traccionada por los programas de atención primaria y asistenciales desarrollados desde la órbita nacional que han alcanzado a una mayor población del partido(11). Con respecto al sistema de transporte, el mismo se encuentra saturado por el incremento del número de viajes. De 1 millón de viajes anuales que se realizaban en 2003 en las seis líneas de corta y media distancia que prestan el servicio en Pilar se pasó a 4 millones. El municipio se encuentra actualmente realizando licitaciones de recorridos de emergencia, así como distintas líneas están incorporando actualmente nuevas unidades a sus flotas (12).
 
 

Características del sector hortícola de Pilar

El cinturón verde de Buenos Aires se desarrolló durante el siglo XX por la presencia de españoles e italianos y sus descendientes primero, y portugueses después, hasta que en los años setenta comenzaron a ser gradualmente desplazados por migrantes andinos bolivianos que trabajaban como peones golondrina en otras regiones del país, y se instalaron en Buenos Aires cuando Argentina ya estaba llegando a un nivel prácticamente total de población urbanizada. La llegada de los bolivianos a Buenos Aires se produjo en los años setenta en el Partido de Escobar, vecino a Pilar, “atraídos por la escasez de mano de obra en las quintas de los patrones portugueses”, conformándose desde allí un núcleo de difusión hacia el resto de la Región Metropolitana (Benencia, 2006:146). Por lo tanto, uno de los fenómenos fundamentales registrados en las últimas décadas en Buenos Aires –y mucho más silencioso- ha sido el de la “bolivianización” de gran parte de su periurbano, especialmente de su sector norte. En los últimos 25 años, la migración boliviana le ha dotado de una impronta cultural y espacial particular al cinturón verde. Se estima que el 40 % de los horticultores de la Región Metropolitana son actualmente de origen boliviano (Benencia, 2006) (13) (14).El potente fenómeno de “bolivianización en red” que se ha producido sobre la periferia de Buenos Aires en las últimas tres décadas responde a diversas causas: a) el fuerte carácter clánico de la migración boliviana, que mediante formas particulares de conchabo, relaciones intrafamiliares y de género entre sus integrantes les ha permitido extenderse tanto en lo referido a la esfera de la producción como en la de la comercialización; b) la fuerte especialización en horticultura en fresco que experimentó el mercado argentino desde los años noventa; c) las intensas transformaciones tecnológicas que permiten hoy en día un aprovechamiento mucho más intensivo del espacio físico, tanto bajo cubierta como al aire libre; d) el debilitamiento de la autoridad estatal de concentración de la comercialización hortícola (Mercado Central de Buenos Aires), que ha permitido un florecimiento de mercados secundarios en toda la Región Metropolitana, entre otros factores.Según el Censo Nacional Agropecuario 2002, en el Partido del Pilar se destinan 1.185 hectáreas a la producción agropecuaria, de las cuales 467,9 (40 %) se utilizan para la producción de hortalizas, que corresponde a un tercio de la superficie hortícola de la zona norte de la Región Metropolitana. Esto marca su nivel de especialización. A su vez, el Censo divide entre 467,9 hectáreas de horticultura a campo y 30.500 metros cuadrados de horticultura bajo invernáculo, mostrando un claro perfil en producción de “hoja verde” y la presencia del fenómeno de producción bajo cubierta. El Censo Hortiflorícola 2005 de la Provincia de Buenos Aires relevó 576,3 hectáreas en horticultura, 11,3 en floricultura y 6,4 en viveros, en un total de 127 explotaciones hortiflorícolas, de las cuales 106 son hortícolas puras. De 572,4 hectáreas en horticultura pura, 567,6 están cultivadas a campo; 352,1 hectáreas se destinan a la producción de hortalizas de hoja (predominan acelga y lechuga criolla), 167 a hortalizas de flores, frutos y tallos (predominan frutilla, zapallo y tomate), 49,3 a crucíferas (brócoli y repollo) y 23,6 a hortalizas pesadas y de raíz (remolacha). En 11,2 hectáreas bajo cubierta prácticamente la totalidad se destina a la producción de lechuga mantecosa. De un total de 761,7 hectáreas (incluye supeficie destinada a viviendas y otros usos), 568,4 (75 %) están bajo régimen de arrendamiento en 94 explotaciones y 189,3 (25 %) en propiedad en 30. Desde el punto de vista jurídico, 119 explotaciones se constituyen como personas físicas, cinco sociedades de hecho y tres otras.La horticultura en Pilar se desarrolla especialmente en las zonas de Parque Industrial Pilar, Ruta 25 y Zelaya. De acuerdo a datos de la Embajada de Bolivia en Argentina, de las 58.000 familias que habitan Pilar se estima que entre 2.000 y 2.500 corresponden a núcleos bolivianos. Además de desempeñarse en horticultura, en la zona también trabajan en la provisión de servicios de mantenimiento casas, parques y jardines (15). Como afirma Benencia (2006:149), los migrantes bolivianos han transitado por diferentes zonas hortícolas del país hasta que se asentaron en Buenos Aires. En un cierto número de años, entre diez y quince, los bolivianos han ido ascendiendo económicamente a través de lo que el autor denomina “escalera hortícola boliviana”, es decir, ocupando distintas posiciones laborales en la actividad: peones, medieros (16), arrendatarios, propietarios y puesteros. Asimismo, el autor destaca la flexibilidad que ha presentado la red para expandir el área hortícola hacia otros sectores de la Región Metropolitana en la medida en que el mercado de tierras presentó restricciones para seguir desarrollando la producción. Por ejemplo, ante la escasez de lotes accesible en el Partido de Escobar, la horticultura se expandió en los años noventa hacia Pilar y Exaltación de la Cruz. Es en este marco que debe comprenderse en el desarrollo de la horticultura en el partido. Los productores hortícolas de Pilar son de tipo familiar (70 %), con baja participación de asalariados y/o medieros, y con una media de menos de 5 hectáreas por explotación. La difusión del invernáculo no llega a un 20 % de las quintas. Todas estas características (pequeñas explotaciones familiares bajo arriendo) denotan la presencia de la colectividad boliviana en Pilar y un estadio joven del ciclo de la actividad hortícola. 

Sobre la ruta 25, los quinteros han emplazado la “Cooperativa de Provisión de Horticultores 2 de Septiembre”. Benencia destaca cómo en los últimos años, “se puede apreciar la emergencia creciente de mercados de distribución de productos, donde sólo pueden acceder a la tenencia de puestos de presentación y venta de frutas y hortalizas migrantes bolivianos, en carácter de asociados (..). Los bolivianos han extendido su poder de decisión hacia el eslabón más importante de la cadena agroalimentaria hortícola, que reside en la comercialización de los productos (..). En los últimos años ya son tres los mercados de estas características que se han instalado en la zona norte del área hortícola bonaerense: Escobar, Pilar y Moreno.” (op.cit:155).

  
El ordenamiento territorial resultante en Pilar: Convivencia conflictiva entre lógicas diferentes
La estructura del Partido del Pilar ha resultado desbordada por la intensidad de las transformaciones territoriales y presenta hoy en día una gran heterogeneidad socioespacial. El “urban sprawl” americanizado avanza de este a oeste por el Acceso Pilar con sus urbanizaciones cerradas, condominios, complejos de oficinas, edificios inteligentes, centros comerciales, universidades privadas, polos gastronómicos, hoteles, centros de convenciones, clínicas de alta complejidad, cementerios privados y concesionarias de automóviles, entre otros. Por lo general, estos emprendimientos se ubican sobre la autopista o hasta un máximo de 3 kilómetros de distancia de la misma. La autovía ha constituido el eje vertebrador de este nuevo tipo de espacios. En el sector este del partido, atravesado por la autopista y el ferrocarril Belgrano, las localidades de Manuel Alberti y Del Viso son zonas densamente pobladas que ya han sido alcanzadas por el tejido urbano de la segunda corona, es decir, que ya están dentro de la conurbación propiamente dicha. Se registra allí una alta heterogeneidad socioeconómica, con la presencia de urbanizaciones cerradas y viejas zonas de quintas absorbidas por una densificación urbana de baja condición social. Los problemas de inseguridad y violencia en ese espacio forman parte de la agenda política local actualmente. Más al sur, las localidades de Presidente Derqui, Toro y Monterrey representan la continuidad, en términos socioeconómicos, de uno de los partidos más desfavorecidos de la aglomeración, alejado de los accesos, perteneciente a la segunda corona “profunda” del conurbano: José C. Paz. 

Las situaciones de pobreza estructural, crecimiento en baja densidad, elevados índices de hacinamiento y alto crecimiento demográfico vegetativo y por migraciones son importantes en este sector, en el que la comunicación se centraliza en torno al ferrocarril San Martín. Tanto este “eje de la pobreza”, como el de la cercana vieja ruta 8 y La Lonja –donde se produce un alto fraccionamiento de la tierra para quintas y otras actividades periurbanas-, constituyen actualmente el “patio trasero” del partido, el locus de la población en situación socialmente precaria que vive detrás de las urbanizaciones cerradas que dan a la autopista (17). Se suman a ellos las localidades de Villa Astolfi y Manzone, que  ya pertenecían a los alrededores de la ciudad del Pilar (18). Estos tres ejes (autopista Acceso Pilar, ex–ruta 8 y ferrocarril San Martín) convergen en el casco urbano de Pilar, cuya centralidad ha sido dislocada por la gran cantidad de servicios y urbanizaciones que se localizan sobre la autopista. El emblemático kilómetro 50 se ha transformado en el sitio donde se concentra con fines de consumo la población de las urbanizaciones cerradas, habiendo desplazado al centro comercial tradicional de la ciudad. Siguiendo por la autopista hacia el oeste, por allí continúa extendiéndose este particular tipo de exhurbia hacia Fátima, Manzanares, Santa Coloma y Carabassa, que son las nuevas zonas donde está puesta la mirada de los desarrolladores –especialmente en las dos primeras- y cuyos núcleos poblacionales originales han quedado cada vez más rodeados por distintos emprendimientos (Paiva, 2000), que constituyen verdaderas barreras urbanas para el acceso a esas localidades (19). 

Hacia el noroeste se emplazan el Parque Industrial, explotaciones hortícolas, la pequeña localidad de Almirante Irízar y un remanente de campos agrícolas y ganaderos en proceso de fraccionamiento que serán fuertemente reconfigurados en el mediano plazo dado que, por el oeste, y como un verdadero juego de pinzas sobre la geografía del partido, la ruta 6 está siendo transformada en autopista de circunvalación metropolitana.De norte a sur, Pilar es atravesado por la ruta provincial 28, que constituye un eje secundario que conecta con los partidos de Escobar y General Rodríguez respectivamente, y sobre el que también se ha localizado un cierto número de urbanizaciones cerradas. Hacia el norte, las estructuras urbanas de las localidades de Agustoni y Villa Rosa han quedado un tanto fragmentadas espacialmente por la presencia de los emprendimientos inmobiliarios, y se dan situaciones de urbanización difusa, baja centralidad comercial y altos contrastes sociales, especialmente en Villa Rosa, localidad sobre la que está planificado el paso de un tren de alta velocidad hacia la ciudad Rosario. Al noroeste de este punto, caminos en mal estado conectan con la localidad de Zelaya. En ese trayecto se levanta un emprendimiento inmobiliario de enormes dimensiones (550 hectáreas), que en los años noventa se presentó como “la primera ciudad verde de la Argentina”, un verdadero gated town que constituye una barrera física que separa a Zelaya del resto del partido. Sin embargo, vale señalar que, dada su lejanía de la autopista y la amplitud de la oferta inmobiliaria en el mercado, una parte del emprendimiento resultó fallido. Se pudo apreciar, en las salidas de campo, tractores cultivando trigo en el sector trasero de la urbanización y una urbanización entera abandonada. En la zona de Zelaya, limítrofe con Escobar, se localiza otro de los núcleos hortícolas de Pilar.Hacia el sur, sobre la ruta 28 se emplazan media docena de urbanizaciones en un sector periurbano de bajo poblamiento, con presencia industrial y comercial dispersa. Se desdobla hacia el sur-suroeste la ruta provincial 34 –no pavimentada-, en dirección a Luján, que constituye el ingreso hacia el sector rural más definido del partido, con explotaciones agropecuarias que producen commodities de exportación (soja, trigo). Hacia el oeste-sudoeste, la ruta provincial 25 conecta Pilar con Moreno. 

Allí se localiza un bajo número de urbanizaciones, pero constituye una zona donde se registran activos procesos de periurbanización (fraccionamiento y venta de lotes). Esta vía conecta los Accesos Pilar y Oeste, dos ejes de expansión metropolitana, y su continuación en Moreno constituye una cuña periurbana dentro de la segunda corona. De ambos lados del límite político entre ambos partidos se localiza otra zona hortícola. Sobre esta ruta se asienta la cooperativa de horticultores bolivianos de Pilar y en Moreno la sede del Instituto Municipal de Desarrollo Económico Local, que proporciona asistencia al sector hortícola periurbano de ese municipio.En definitiva, la estructura territorial del Partido del Pilar, que respondía a los patrones de una periferia anterior, resultó fuertemente alterada, tensionada y reestructurada por la construcción de la autopista y el desembarco de inversiones privadas de gran magnitud. Se ha desarrollado un corredor americanizado sobre zonas de segunda corona, parte del casco histórico de la ciudad de Pilar y continúa desarrollándose hacia el oeste-noroeste. En los márgenes de este particular tipo de “urban sprawl” de 5 kilómetros de ancho se localizan asentamientos precarios, barrios de clase media, núcleos desarticulados de antiguos pueblos, un parque industrial, campos en fraccionamiento, espacios hortícolas y un área rural extensiva. Otro eje secundario lo constituye la ruta 28, que ha generado un eje perpendicular de urbanizaciones cerradas con respecto al principal.

 
Figura 1: Vías de comunicación y urbanizaciones cerradas del Partido del Pilar
 
 
Fuente: www.pilartotal.com.ar. El mapa se incluye con fines ilustrativos. Las líneas de color rojo simbolizan las rutas principales, las de color naranja las secundarias y las verdes los corredores ferroviarios. Cada círculo de color negro representa una urbanización cerrada.
Figura 2: Usos del suelo del Partido del Pilar

Fuente: C.I.M. (FADU/UBA), 2006. En: Vidal-Koppman (2006).
 

 

Conclusiones: Ajustando los instrumentos de intervención sobre la periferia. Posibilidades y restricciones

Teniendo en cuenta la complejidad y dimensiones de una ciudad-región de más de 13 millones de habitantes, perteneciente a su vez a un país con una historia de escenarios políticos y económicos altamente cambiantes, cabe preguntarse si se puede proyectar con claridad cómo va a evolucionar su periferia, cuáles son las posibilidades concretas de incidir sobre dicha evolución y desde dónde (instancias aparentemente definidas como “el Estado”, “la planificación urbana”, etc.) se puede realizar dicha intervención.

En un trabajo anterior sosteníamos que “son los agentes del sector privado (capital inmobiliario, capital industrial y desarrolladores) los que “marcan el ritmo” de la urbanización en Buenos Aires bajo formas diferentes, ya sea completando el tejido con el desarrollo de los intersticios de la trama vacantes; o extendiendo la ciudad en su borde, desarrollando el periurbano, –es decir, transformando tierra rural o semi-rural en suelo urbano–; o bien generando enclaves de nueva centralidad como lo ilustra su actuación en el Partido del Pilar” (Fritzsche y Vio, 2005). En este punto, coincidimos con Vidal-Koppman (2000), quien afirma que “el emplazamiento de barrios privados y countries en áreas complementarias y zonas semi-rurales de Pilar ha desdibujado (aún más) los límites entre lo urbano y lo rural”, y también en que “las interacciones entre los nuevos enclaves y las ciudades cabeceras de los partidos aún no han sido debidamente estudiadas”.

Como se ha mencionado, el Foro consideró entre uno de sus puntos prioritarios la necesidad de tomar medidas de protección del periurbano lo cual, necesariamente, implicaría tomar partido por una opción de intervención conservadora o “de resistencia” ante agentes que están llevando a cabo un reacondicionamiento profundo de ese territorio. Por lo general, se ha considerado que en un contexto de valorización inmobiliaria, el ámbito hortícola periurbano constituye un espacio frágil, susceptible de ser modificado, un “borde blando” en términos de los urbanistas. Una cuestión de interés es, justamente, discutir este último punto.

En las últimas tres décadas se ha producido el fenómeno de “bolivianización” de la periferia hortícola de Buenos Aires, protagonizado por un tipo particular de migración de cultura andina. La compleja espacialidad de esta red, cuyo radio de acción trasciende los límites del periurbano, no sólo incide en una persistencia de estos espacios sino también en una extensión de los mismos. En la actualidad, un porcentaje significativo de los canales de comercialización hortícolas de Buenos Aires están bajo influencia o control de los migrantes bolivianos. Inclusive, se ha registrado un creciente manejo de diversas bocas de expendio (verdulerías) por parte de bolivianos en distintos puntos de la ciudad, es decir, cubriendo el circuito completo producción-circulación-venta. Por otra parte, el manejo de un cultivo como la frutilla bajo nylon implica un nivel de inversión importante por parte de los horticultores. Asimismo, vale señalar que los bolivianos han ingresado recientemente a la floricultura, tradicionalmente manejada por los japoneses y sus descendientes, y se había registrado anteriormente la presencia de paraguayos en la actividad. El Censo 2005 demuestra que de 848 explotaciones florícolas del total provincial, 47 son manejadas en la actualidad por bolivianos, constituyendo la tercera colectividad en importancia detrás de argentinos y japoneses. Este dato indica un creciente nivel de capitalización de ciertos segmentos dentro del conjunto social boliviano.

Es necesario ajustar los instrumentos de intervención en la periferia considerando la dinámica y lógica de las redes de actores sociales presentes en el territorio y los ciclos económicos de sus actividades. Teniendo en cuenta que la producción de alimentos en el periurbano es altamente sensible a las condiciones de conectividad con el mercado consumidor, debe considerarse que los horticultores bolivianos están aprovechando la infraestructura vial instalada en el partido. Se localizan en zonas bien comunicadas, como el acceso al Parque Industrial Pilar o la ruta 25, alejándose unos kilómetros del gran eje inductor de urbanizaciones cerradas, es decir la autopista. Tal como describió un suplemento especializado en countries, “en un radio de pocos kilómetros, la diferencia de precios de la tierra supera el mil por ciento”, agregando que “el valor está determinado por una combinación de factores, que varían según la zona. En el caso de Pilar, los accesos rápidos y seguros, la infraestructura y el grado de consolidación, son los ítems fundamentales” (20).

Es por ello que desde distintos niveles de intervención puede darse apoyatura al sector hortícola con fines de conservar el borde periurbano (21). En primer lugar, resulta imperioso implementar algún tipo de política económica destinada, entre otros objetivos, a gestionar y apoyar económicamente el desarrollo del cinturón verde. El Censo 2005 demuestra que de un total de 2.934 explotaciones hortícolas de la provincia, sólo 547 (19 %) contaron con algún tipo de financiamiento externo, en su mayor parte (más del 80 %) proveniente parcial o totalmente de proveedores de insumos y préstamos informales. Asimismo, 2.725 (93 %) no contratan ningún tipo de seguro en una actividad como la horticultura. La escasez del crédito en países como la Argentina lleva al replanteo de la necesidad de implementar políticas crediticias para el sector, como una forma fundamental de sostenimiento de los espacios periurbanos, así como políticas de inclusión social y educativas, pues de 3.400 productores hortícolas relevados por el Censo, 2.461 (72 %) sólo poseen estudios primarios completos o incompletos (22).

En segundo lugar, un problema significativo es la cuestión de la tenencia de la tierra. Roberto Benencia (2006) señala que, de acuerdo al Censo Hortícola de la Provincia de Buenos Aires 2001, en la Región Metropolitana el 39,2 % de los quinteros era boliviano y que el 88 % trabajaba en carácter de arrendatario, mientras que 12 % lo hacía en carácter de propietario de la tierra. Los bolivianos han extendido su actividad en el marco de una fuerte reducción general de la superficie y número de explotaciones hortícolas registrada en las últimas dos décadas. En los años noventa, la horticultura se expandía de Escobar a Pilar, simultáneamente con el desembarco de las inversiones privadas de gran magnitud. Tales situaciones paradojales deben ser consideradas a la hora de evaluar como estrictamente “blando” el tipo de construcción territorial que estos agentes sociales hacen del suelo hortícola.

En Pilar, la horticultura se encuentra en una etapa joven de desarrollo y el acceso a la propiedad de la tierra es incipiente. En general, los quinteros se encuentran en una situación de arrendamiento, lo que en principio los hace vulnerables a las oscilaciones del mercado del suelo. Sin embargo, se ha mencionado cómo la red resulta muy adaptativa a los cambios territoriales y expande su actividad en distintos puntos del cinturón verde. Pero por otra parte, desde el punto de vista del estadio de desarrollo económico,  lo acontecido en la zona difiere de otras áreas hortícolas más consolidadas y capitalizadas de la Región Metropolitana, especialmente en el sector sur, donde la presencia del invernáculo, la mediería y el trabajo asalariado son muy importantes (23). La lógica de su ciclo económico indica que avanzará en esa dirección al madurar la actividad.

Desde el ámbito local son muy importantes las acciones que se pueden realizar. Una de las cuestiones principales es dejar de gestionar el territorio de manera compartimentada. Esta visión limitada de intervención constituye un problema muy extendido en los municipios de la Región Metropolitana, cuya gestión se realiza siguiendo las lógicas de acumulación política, con baja incorporación en la agenda local de fenómenos socioespaciales que los trascienden territorialmente. En el caso del cinturón verde de Pilar, debería considerarse que el principal núcleo de organización política de la comunidad boliviana en la zona norte proviene de un partido contiguo, Escobar, y que el principal y valioso cúmulo de experiencias de trabajo con horticultores bolivianos desde el nivel municipal en toda la Región Metropolitana está en otro distrito vecino, Moreno. En un trabajo anterior (Barsky, 2006) señalábamos cómo el Instituto de Desarrollo Económico Local ha incidido en el aspecto legal de los contratos de arrendamiento del suelo hortícola en el partido a través de documentos de “comodato de uso”, además de asistir a los quinteros en lo referido a manejo técnico y acceso a mercados. Este tipo de experiencias llevadas a cabo en Moreno deberían replicarse en Escobar, institucionalizando las mismas  mediante convenios intermunicipales de transferencia técnica, con apoyo de las organizaciones políticas bolivianas de la zona norte y la Embajada de Bolivia (24).

Sin embargo, resulta necesario dar la discusión sobre cómo está evolucionando el periurbano y cuáles son las opciones de intervención desde el nivel metropolitano. Considerando la importante recuperación de la economía argentina desde 2002 y de acuerdo a las acciones encaradas desde el Estado y los agentes privados en el territorio, todo indica que el periurbano se irá urbanizando de manera acelerada en las próximas décadas. El Estado se encuentra actualmente mejorando una serie de infraestructuras viales: a) transformará la ruta 8 hacia el noroeste en autopista; b) transformará una arteria de circunvalación que constituye la “columna vertebral del periurbano”, la ruta 6, en autopista; c) ha licitado un tren de alta velocidad –que será manejado por capitales franceses- que comunicará las ciudades de Buenos Aires y Rosario, con posible parada en la estación de Villa Rosa (Pilar). Tales cambios en las redes de comunicación traerán aparejadas intensas transformaciones territoriales en el sector norte de la tercera corona. 

Teniendo en cuenta la crítica que Garay (1995) ha realizado al modelo de crecimiento suburbano de Buenos Aires, de gran extensión territorial y en baja densidad, todo indica que, en estas condiciones, la periferia continuará reconfigurándose intensamente, de manera heterogénea y compleja, abarcando enormes extensiones, con el agravante de que un Estado, que no ha podido llegar aún con las infraestructuras necesarias a otros sectores de la ciudad, está propiciando el escenario para que se produzcan tales transformaciones en su borde exterior (25).
Desde el ámbito metropolitano, es necesario que el Estado recupere el espacio de la política urbana y la planificación territorial. Resulta imprescindible la generación de acciones que tengan como marco de referencia una política metropolitana de suelo, que incida efectivamente en: a) la estructura de propiedad de la tierra; b) en la regulación de las rentas urbanas; y c) en una distribución del suelo capaz de garantizar el desarrollo residencial y productivo de los sectores de menores recursos, entre ellos los horticultores periurbanos, que sostienen la perdurabilidad del cinturón verde que alimenta a la ciudad. Consideramos que la acción pública debería incidir, a través de los instrumentos propios de la planificación, sobre las siguientes cuestiones: a) la configuración geográfica que asuma el proceso de desarrollo urbano; b) el tipo de ciudad que resulte (densa, compacta, extendida, de baja densidad); c) las condiciones necesarias para el acceso de los que pretendan habitarla; y d) el control sobre las condiciones que pudieren afectar la sustentabilidad urbana en todas sus dimensiones, entre ellas la seguridad alimentaria de sus habitantes.
De acuerdo Borthagaray (2006), “..el periurbano y las cuñas ocuparon un espacio protagónico en el Foro de Lineamientos Estratégicos Metropolitanos. Los especialistas españoles invitados (Joaquín Clusa, Josep Llop, Sara Mur y Salvador Rueda) nos preguntaron qué pensábamos hacer con los tres millones de nuevos habitantes que deberá alojar la Región Metropolitana de aquí al 2020. Que si pensábamos despilfarrar el periurbano tal como habíamos hecho históricamente con los sucesivos anillos, o si optaríamos por la densificación del área ya urbanizada”. En este sentido, vale señalar que determinadas acciones “sensibles” de intervención sobre el desarrollo de la Región Metropolitana pueden incidir particularmente en la continuidad del borde periurbano. Entendemos que es conveniente proteger el borde que hoy presenta la región a través de la promoción de zonas ya provistas con infraestructura, que pueden coincidir con suelo urbano o inmuebles disponibles, especialmente en la primera corona de la conurbación. De este modo se puede motorizar un proceso de densificación que no necesariamente implique un desarrollo en altura de las zonas centrales más saturadas o urbanizadas (26). Asimismo, también resulta deseable promover una ciudad más compacta, lo que implica necesariamente concentrar los esfuerzos de inversión en infraestructura en la segunda corona y estimular mayores densidades en las áreas menos densas de los partidos que la componen. 
A pesar de que en los últimos años se han dejado sin efecto una parte significativa de las políticas de corte neoliberal, la política urbana aún continúa en estado latente. Sin desestimar los esfuerzos que se realizan en este sentido, todavía no está claro cuáles son los lineamientos de la política para la Región Metropolitana. No se vislumbra tampoco, por parte de los distintos niveles de gobierno, la intención de definir y hacer operativa una política de suelo para la ciudad y sus bordes. Si alguna enseñanza debe dejar el devenir del último proceso expansivo metropolitano es precisamente la necesidad de integrar las acciones públicas en el marco de una política general, y evitar así repetir lo ocurrido con la ampliación de las autopistas que disparó el frenesí del capital inmobiliario y un anárquico desarrollo urbano. Lo que pase con el periurbano dependerá de la capacidad del Estado para incidir en las cuestiones planteadas. De lo contrario las ampliaciones de la ruta Pilar-Pergamino, la ruta perimetral 6 y el desarrollo de un tren rápido entre Buenos Aires y Rosario podrían convertirse en una nueva hipoteca, impagable para el conjunto de la región. 

Consideramos imprescindible recuperar una perspectiva regional que parta del análisis de la complejidad territorial e identifique subregiones a partir de las diferentes áreas-problema. Lo que nos interesa destacar en este punto es que la división arbitraria del territorio conforme los límites político-administrativos no pueden permanecer como unidad de análisis y gestión de los problemas de la Región Metropolitana (27). La definición de una política urbana y sus programas particulares deberían gestionarse en subregiones que en algunos casos supondrán la competencia de más de un gobierno local y en sentido inverso implicará para los gobiernos locales su participación en más de un espacio subregional. Este proceso supondrá para las administraciones locales restricciones de sus grados de libertad para acciones individuales, debiendo éstas ser consensuadas política y presupuestariamente con el resto de las jurisdicciones y niveles (28). 

El futuro de la tercera corona se dirimirá en el espacio comprendido en torno a la ruta de circunvalación 6 (29). El modelo de suburbanización acelerada desde mediados del siglo XX y la ley de suelos de mediados de los años setenta –que pautó de manera rígida el proceso de consolidación de la ciudad- estimularon un crecimiento extendido de la aglomeración y en baja densidad, generando urbanizaciones con insuficiente nivel de equipamiento (Garay, 1995). De acuerdo al nuevo escenario que se está conformando, el “estofado” de usos del suelo de la tercera corona se pondrá más espeso en el futuro. Incidir en el agregado de sus ingredientes requerirá ajustar una diversidad de instrumentos de intervención regionales y locales disponibles o a ser creados, considerando la complejidad de las redes de actores sociales que operan en este gran escenario de 600.000 hectáreas, que es el área agropecuaria total de la Región Metropolitana de Buenos Aires, y apuntando a consolidar un verdadero garden marketing en el caso de la horticultura periurbana. También deberían tenerse en cuenta otras valiosas experiencias realizadas en cinturones verdes de otras regiones metropolitanas de dimensiones similares, como San Pablo en Sudamérica (FAO, 1999).

Bajo tales consideraciones entendemos como fundamental que el Estado retome su rol protagónico en el proceso de producción de ciudad y recupere el espacio de la planificación urbana como ámbito desde el cual ejercer ese papel. Ello de ningún modo sugiere que la ciudad sea únicamente expresión y resultado de la inversión pública. Por el contrario, creemos que la inversión pública debe organizar la inversión del capital privado orientándola según parámetros que las distintas fracciones del capital ignoran en su búsqueda anárquica por la obtención del mayor beneficio, determinando lo que hace ya varios años Topalov definió como una de las contradicciones esenciales de la urbanización capitalista. En palabras de Horacio Capel (1994), “es preciso volver nuevamente a una visión global, de planeamiento integrado y a largo plazo, que tenga en cuenta el reparto equitativo de las externalidades en la ciudad”.

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Notas
(*) Este trabajo se genera en el marco del proyecto “Aspectos sociales, ambientales y territoriales relacionados con el desarrollo del periurbano productivo en los bordes de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Pilar, 1990-2005”, con sede en el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, bajo la dirección de Andrés Barsky y en el que participan Marcela Vio, Federico Fritzsche y Luis Briano.

(1) El foro convocó a los planificadores de la Ciudad Autónoma y de la Provincia de Buenos Aires y contó con el auspicio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

(2) Lejos de acotar este fenómeno de conformación de las urbanizaciones cerradas a un proceso de “suburbanización de las élites”, tal como señalaba una expresión clásica de Horacio Torres, debe considerarse que el mismo es mucho más amplio y que ha abarcado, por ejemplo, a un gran número de parejas jóvenes de clase media y media-alta que se han visto imposibilitadas de acceder a la propiedad en las zonas cotizadas de la Capital y partidos del Gran Buenos Aires. 
(3) Considerando que un porcentaje significativo de estas urbanizaciones se crearon a partir de la ampliación de la Autopista Panamericana, inaugurada en el año 1994, podría decirse que la superficie urbanizada del partido, es decir la tierra convertida en suelo urbano, creció en el lapso de los últimos quince años por lo menos en un 15%.
(4) Los centros comerciales Torres del Sol, Hipermercado Jumbo e Easy Home y el centro de entretenimientos Village, así como a la oferta comercial y de servicios que nuclean ambos equipamientos. 
(5) Durante los años noventa, en el centro de la ciudad se pusieron en marcha emprendimientos comerciales con la intención de atraer a los countristas. No tuvieron demasiado éxito, pues no fueron realizados en el marco de un plan de ordenamiento urbanístico. Durante 2006, se inauguró una calle peatonal con el objetivo de competir con el desarrollo del kilómetro 50. Sin embargo, y a pesar de que el problema de la pérdida de centralidad del centro tradicional de Pilar continúa siendo hoy en día motivo de discusión por parte de la opinión pública local, se anunció recientemente la construcción de otros cuatro centros comerciales y la ampliación del complejo de cines entre el kilómetro 42 y el kilómetro 50. Reunirán locales comerciales, oficinas, áreas de entretenimiento y hotelería. El Diario Pilar Regional, 19/10/06: “Con otros cuatro emprendimientos, avanza el fenómeno shopping”.
(6) Revista Pilar, City & Countries, 4/4/06: “Estudiar en el country”.
 (7) Pilar de Todos, 17/3/07: “Llegan del interior, el conurbano y países limítrofes. Por mes 600 personas se suman a la población de Pilar”.
 (8) El Diario Pilar Regional, 28/5/05: “Pilar en números”.
 (9) En la Región Metropolitana de Buenos Aires, el acceso al agua forma parte de una agenda socialmente compleja. La presencia del agua como un recurso natural abundante en la pampa húmeda ha facilitado la expansión periférica de la ciudad. Por su nivel de ingresos, las clases medias y altas acceden a agua mineral de buena calidad perforando una napa ubicada a unos 60 metros de profundidad (acuífero puelches), mientras que los sectores populares disponen de tecnologías baratas de extracción y están obteniendo el agua de la napa más cercana a la superficie (acuífero pampeano), que está colapsada en términos ambientales, debido a la contaminación domiciliaria e industrial. Con respecto a la disposición de los efluentes cloacales domiciliarios, ciertas cabeceras de municipios y urbanizaciones privadas cuentan con planta de tratamiento con dispares niveles de funcionamiento. Sin embargo, en la mayor parte de la segunda y la tercera coronas el problema “se resuelve” contratando individualmente un camión tanque atmosférico. El mismo retira las aguas servidas de las residencias de las casas de clase media y alta, transfiriendo su disposición final a otros puntos de la Región Metropolitana. Las clases más bajas no tienen la posibilidad de contratar este tipo de servicios, conviviendo en un ambiente altamente degradado.
 (10) Diario Resúmen de Pilar, 17/3/07: “Educación en crisis. Ahora solicitan declarar a Pilar en emergencia de mobiliario escolar”.
 (11) El Diario Pilar Regional, 20/3/07: “Aumentaron un 80 % las consultas médicas en el sistema público”.
 (12)  El Diario Pilar Regional, 22/3/07: “Un sistema en colapso. Colectivos: El gobierno admite que todas las líneas están saturadas”.
 (13) En Buenos Aires no existe una agricultura urbana como en otras regiones del Tercer Mundo sino que la agricultura es únicamente periurbana y con producción destinada al mercado. Tampoco el desarrollo de la agricultura periurbana responde a migraciones del campesinado a la ciudad, como ocurre en otros países, ya que nunca se registró en nuestro país la presencia de un porcentaje significativo de población campesina en los términos en los que se los define en América Latina. Las migraciones campo-ciudad se produjeron fundamentalmente en las décadas del cincuenta y sesenta inducidas por el desarrollo de la industria, generando una construcción acelerada de la segunda corona cuyos protagonistas fueron europeos y criollos mestizos. Desde entonces, las migraciones han constituido un fenómeno de dimensiones muy inferiores.
 (14) El Censo Hortiflorícola bonaerense 2005 estimó que en un total de 2.934 explotaciones hortícolas de la provincia de Buenos Aires, 893 casos (30 %) correspondían a titulares o encargados bolivianos. Pero como la ficha censal es por explotación, sólo se rastreó a una persona por establecimiento, lo cual deja afuera al resto del conjunto de trabajadores hortícolas. Por ello, un 30 % de establecimientos con presencia boliviana en todo el territorio provincial (60 % restante son argentinos y 10 % otras nacionalidades) es un dato altamente significativo del fenómeno de la “bolivianización”.
 (15) Sitio web de la Embajada de Bolivia en Argentina.
(16) Mediería: los migrantes arreglan con los patrones un contrato por el cual reciben un lote dentro de una quinta, para producir una verdura con su propia mano de obra, recibiendo 50 % o menos de lo ingresado por ventas al mercado cuando el patrón comercialice lo producido.(Benencia, 2006:150).
 (17) Vale señalar que a mediados de la década del noventa, el desalojo de habitantes de un asentamiento de la Ciudad Autónoma (Villa 31, Retiro) y otra muy cercana a la Capital (Fuerte Apache) derivaron en una migración de cientos de familias hacia los barrios Monterrey Sur (Derqui), La Loma (Del Viso) y San Alejo (Pilar). Web Pilar, 14/7/06: “El gobierno porteño pagó para que una villa se traslade a Pilar”.
 (18) Un ejemplo significativo sobre el tema tiene relación con la territorialidad de la barrabrava (hinchada violenta) del club de fútbol de Pilar “Fénix”, de la divisional D del fútbol argentino. Sus integrantes, de origen marginal, proceden de zonas como Villa Astolfi, Presidente Derqui y Monterrey, entre otras.
 (19) En el caso de Fátima, una industria química –hoy cerrada- ha quedado enclavada entre emprendimientos inmobiliarios que la circundan. Constituye un pasivo ambiental de importancia en la zona.
(20) Clarín, 25/3/06: “El precio de vivir en Pilar”.(21) Tampoco se trata de idealizar ingenuamente a la agricultura periurbana como un espacio verde en un sentido ecológicamente inocuo. Son actividades de importante impacto ambiental. Por ejemplo, en el Censo Hortiflorícola 2005, de 2.725 explotaciones hortícolas de toda la provincia que
declararon hacer disposición final de los envases de pesticidas, en 2.157 casos (80 %) se afirmó que se deshacían de ellos quemándolos, 547 enterrándolos y 277 arrojándolos con la basura domiciliaria, mientras que sólo en 83 explotaciones (3 %) sus encargados devolvieron los envases al proveedor.
(22) En lo referido al asesoramiento técnico en las explotaciones hortícolas, las cifras del censo indican que el 64 % de las explotaciones hortícolas reciben algún tipo de asesoramiento privado u oficial. Estas cifras muestran una alta heterogeneidad de situaciones productivas, pero indudablemente es mucho lo que falta por hacer. 
 (23) En la actualidad, el 73 % de las 1.207 explotaciones hortícolas de Buenos Aires se concentran en zona sur, el 15 % en el oeste y el 12 % en el norte.
 (24) En este sentido, vale señalar como antecedente que en mayo de 2004 la Embajada de Bolivia y la Municipalidad del Pilar firmaron un acta de entendimiento en la que se estableció, entre otros objetivos, consolidar un mercado concentrador de frutas y verduras. En la actualidad, la Secretaría de Medio Ambiente del municipio se encuentra ejecutando el programa PROAAS (Promoción de Actividades Agropecuarias Sustentables para ayuda y regulación del sector agropecuario), que apunta a regularizar la actividad hortícola. Durante el mes de marzo de 2007, se realizó la inscripción obligatoria de los horticultores, involucrando a la Cooperativa “2 de Septiembre” en la iniciativa.
 (25) “Pilar fue mostrado, vendido y prometido como el paraíso que oficiaría de sucursal de la Capital Federal. De hecho hasta fue calificado como “La ciudad satélite” que descomprimiría el caos inmobiliario que afecta a la gran ciudad. Las urbanizaciones cerradas, el verde de los campos y grandes emprendimientos comerciales aportaron su cuota para que cada vez más personas tuvieran en cuenta al distrito para vivir. Pero varios años de falta de una planificación estratégica sostenible, desnuda la otra realidad que se hace aún más visible con el incremento de la población actual. Es que muchas de las personas que llegan a Pilar, se instalan en asentamientos precarios y en condiciones irregulares. La balanza se desequilibra y el sistema queda colapsado. (..) La obra pública siempre será escasa ya que los nuevos habitantes suelen instalarse en asentamientos precarios en los que carecen de asfaltos, agua potable y hasta transporte. Los esfuerzos por parte del gobierno para continuar con esos trabajos no alcanzan para mover la aguja del déficit, porque el crecimiento hace que siempre se encuentren un paso atrás de las necesidades de la gente”. Pilar de Todos, 17/3/2007: op.cit.
(26) Nos referimos, por ejemplo, a la posibilidad de renovar parte del stock edilicio que quedó vacante y obsoleto como resultado del proceso de desindustrialización, en particular del primer cordón.

(27) Tal como lo hemos anticipado en otro trabajo referido al sector industrial de Buenos Aires, tal abordaje fragmentario de la problemática urbana, que ha desconocido la escala regional de los fenómenos metropolitanos, condujeron a una competencia territorial intraurbana que resultó en una pérdida de competitividad del conjunto (Fritzsche y Vio, 2000).

(28) En este punto, no necesariamente coincidimos con aquellos que enfatizan en la necesidad de constituir un gobierno metropolitano, por resultar esta iniciativa de difícil viabilidad. De acuerdo al ordenamiento jurisdiccional vigente, la Nación, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires deberían compatibilizar un marco institucional en el que se definan las políticas territoriales metropolitanas y establezcan los ámbitos de gestión de las mismas.
 (29) Un ejemplo significativo relacionado con el caso tratado proviene de la gestión política. Durante 2006 el Partido del Pilar fue reconocido formalmente por la Provincia de Buenos Aires como integrante de la conurbación (el conurbano), porque tal como declaró un político local “desde el punto de vista de la gestión provincial no sabíamos si pertenecíamos al conurbano o al interior”. “Nombrando el hecho más importante de su gestión, Molina no dudó en afirmar que el paso más trascendental “fue haber logrado que Pilar forme parte del conurbano bonaerense, a través de una ley de mi autoría que traza la ruta 6 como límite. Muchas veces -recordó-, cuando desde el distrito solicitábamos ingresar a un plan que había salido para, por ejemplo, las escuelas, nos decían que no porque pertenecíamos al interior, y cuando golpeábamos otras puertas nos decían que no éramos interior, entonces, ¿qué éramos?”. El senador agregó, refiriéndose a los beneficios de implica el pertenecer al conurbano: “con esta posibilidad se abren gran cantidad de créditos internacionales a los que antes no teníamos acceso, además de que podría reabrirse un fondo de reparación histórica”.”. Web Pilar, 21/12/2006: “Senador José Molina: Antes de la gestión, Pilar no estaba ni en el conurbano ni en el interior".

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