IX Coloquio Internacional de Geocrítica

LOS PROBLEMAS DEL MUNDO ACTUAL
SOLUCIONES Y ALTERNATIVAS DESDE LA GEOGRAFÍA
Y LAS CIENCIAS SOCIALES

Porto Alegre, 28 de mayo - 1 de junio de 2007
Universidade Federal do Rio Grande do Sul


CRISIS DE LA GOBERNABILIDAD DEL ESTADO-NACIÓN

José G. Vargas Hernández
Instituto Tecnológico de Cd. Guzmán
jgvh0811@yahoo.com



Crisis de la gobernabilidad del Estado-nación (Resumen).

Este trabajo tiene como propósito explicar cómo la crisis del Estado y la gobernabilidad de las instituciones del sistema sociopolítico es una crisis que es inducida por la crisis económica y financiera del capitalismo en su versión neoliberal diseñada como un proyecto hegemónico que solo beneficia a los Estados más desarrollados a costa de los países menos desarrollados, como es el caso de los Estados Latimoamericanos.

Palabras clave: Estado-nación, governabilidad, globalización



Crisis económica y financiera del capitalismo

Desde una perspectiva histórica el capitalismo muestra algunas contradicciones que limitan su desarrollo y que ponen en riesgo la 'mitología política de la contención'  para entrar en una incontrolable crisis del imperio colectivo y que para evitarlo requiere de modelos alternativos para un nuevo orden mundial que en mucho dependerá de las fuerzas emergentes en oposición al nuevo colonialismo global que se acomoda en una ideología política cínicamente represiva y excluyente. Las crisis del objeto del capitalismo están más relacionadas con su valor de uso que con el valor de cambio.

La crisis de 1929, la mayor que el sistema capitalista ha enfrentado es atribuida al liberalismo por su confianza en la capacidad de los mecanismos de mercado para superar las crisis económicas y la asistencia pasiva de los gobiernos los gobiernos. La crisis del capitalismo fordista que encontró sus propias limitaciones y contradicciones como sistema de producción con los procesos de acumulación capitalista, fue la causa que disparó la revolución científico tecnológica que  reorganiza el sistema productivo en agencias multinacionales que promueven los procesos de globalización.

Las teorías keynesianas orientaron nuevas formas de acción anticíclica bajo el modelo de Estado Bienestar para prevenir crisis económicas protegiendo la seguridad social, las cuales fueron un factor decisivo en la expansión de las economías de potencias capitalistas en la posguerra, a tal punto que los partidos políticos de derecha terminaron por aceptar el keynesianismo como un reflejo  de la propuesta de Estado capitalista como poder hegemónico.

El modelo de Estado de bienestar construido en la posguerra por liberales demócratas y conservadores, que al margen de la critica al liberalismo económico causante de la crisis de 1929 y de las tendencias económicas y políticas dominantes de la época,  sostiene y acelera un largo ciclo global expansivo de crecimiento económico alto que alcanza niveles de agotamiento con la crisis energética del 73.

Las instituciones de Bretton Woods" fundadas en 1944 (FMI, BM y el GATT, que se transmutó en OMC) en su origen fueron esencialmente keynesianas, diseñadas para la "economía de desarrollo y la prevención de crisis monetarias y pánico financiero se transformaron en entidades monetaristas/fiscalistas, para degenerar en la desregulación "laissez faire, laissez passer" bajo el modelo económico que impone el Consenso de Washington. Liberalización y desregulación conducen, como demuestra ab nauseam la última coyuntura, al abuso.

La globalidad, convergencia y competitividad cooperativa son principios del nuevo paradigma de la globalización económica. Existe una relación positiva entre eficiencia económica y generación de la riqueza. La globalización impulsa la desregulación de la economía internacional que obliga a los Estados nacionales a perder el control de la política económica, a reestructurar las instituciones públicas para reducir y en su caso eliminar los sistemas de bienestar y protección social, lo cual a su vez exacerba la capacidad del Estado para dar respuesta a las demandas sociales con las consecuentes crisis de legitimidad democrática.

Los mercados internacionales de capital  dan forma a un nuevo poder fáctico supranacional que sobrepasa la soberanía de los Estados y les fiscaliza e impone una disciplina de política económica que en varias ocasiones causa crisis. El intercambio de mercancías y los flujos de capital en los mercados internacionales integrados vincula a las naciones con articulaciones de los diferentes modos de producción en formaciones sociales que forman un sistema mundial.

Sin embargo los procesos de globalización entran en períodos de crisis cuyas formas pueden ser débiles o fuertes, como medidas de los disturbios sistémicos financieros de acuerdo a indicadores que permiten trazar las rutas de los contagios de mercados internacionales y estimar el impacto. Las contradicciones del sistema capitalista globalizador han causado las crisis recurrentes que ponen en entredicho la viabilidad del proyecto neoliberal. No obstante, no se puede ignorar el impacto que una mayor apertura financiera tiene en la estabilidad financiera.  Los colapsos financieros están en el centro de los episodios de alta globalización que requieren de modelos asimétricos para explicar la crisis sistémica.

La concentración del capital corporativo es una tendencia inherente al sistema capitalista que se manifiesta desde su mismo origen, y se ha acelerado en parte por el efecto de las constantes crisis financieras a partir de adquisiciones y fusiones que fortalecen las posibilidades de competir en un ambiente de globalización más incierto y complejo. Los ciclos económicos son más cortos ahora que antes y la crisis económicas son ahora globales convergentes, fenómenos que escapan al control de las instituciones globales.

Las políticas económicas monetaristas surgidas en los setenta como resultado de distintas dinámicas que contribuyeron a la expansión internacional de las operaciones financieras en tiempos de crisis de la economía productiva. Las crisis financieras son un signo más de que el sistema capitalista está en constante transformación y destrucción creativa, como por ejemplo el caso de la crisis del petróleo de la década de los setentas y las crisis de la globalización en los noventas, en donde no importa a quienes se perjudique mientras que los grandes capitales se beneficien.

Los Estados imperialistas desempeñan un papel importante en la gestión de crisis económicas y financieras de los Estados menos desarrollados y de aquellas empresas transnacionales que confrontan problemas financieros. Los países que tienen los más grandes y desarrollados sistemas financieros ejercen una influencia mayor en los países periféricos con sistemas financieros incipientes y débiles. Son débiles cuando de acuerdo a los impactos de una crisis financiera en un país determinado genera contagio en los sistemas financieros de otros países. Cuando la propagación de la crisis financiera va de un país periférico a otro periférico a través del comercio bilateral, pero también puede darse esta transmisión a través de un país con un gran centro financiero.

La combinación de políticas domésticas combinadas con regímenes de tasas de intercambio fijo condujo a la desaparición de reservas de divisas y luego a la crisis. La combinación de políticas domésticas combinadas con regímenes de tasas de intercambio fijo condujo a la desaparición de reservas de divisas y luego a la crisis.

En las últimas tres décadas muchos países han experimentado estas crisis: México en 1973, 1982 y 1994-95, Argentina en 78, 81 y 2001, varios países europeos en 1992 y 1993, el Este asiático en 97-98, Rusia en 1998, Brasil en 1999 y Turquía en 2000-01. Como en el caso de las crisis mexicanas de 1982 y 1994 cuando se contagió a otras economías latinoamericanas a través del centro financiero de Nueva York.

Desde el inicio de la primera fase de la globalización económica marcada por un mundo unipolar con el fin del socialismo real a principios de los noventa del siglo pasado, se inician una serie de crisis financieras asestan golpes al sistema de producción económica. Un recuento de las crisis financieras que han golpeado las economías después del inicio de la primera fase de la globalización bajo un mundo unipolar, indica que a la crisis del sistema monetario de Europa en 1992, fue  seguida por la crisis mexicana de 1994, la del sudeste asiático que afecto a los países modelo de los neoliberales. En el caso de México, las agencias financieras internacionales y otros defensores del ajuste estructural estuvieron hablando de su éxito hasta que llegó el momento de la crisis  y por tanto revelaron las imperfecciones de su aplicación.

La crisis mexicana del 94-95 puso en peligro el delicado balance hemisférico y sus efectos fueron parcialmente evitados solo bajo una fuerte inyección de capital proveniente de préstamos urgentes con garantías del Tesoro de Estados Unidos. Esta acción intervencionista de los Estados Unidos es contraria a las prescripciones neoclásicas que condenan  las interferencias del Estado en la libre operación de los mercados. La crisis mexicana de 1994 contagió a Argentina y Brasil después de que se realizaron retiros masivos de fondos mutuales.

Luego siguió la crisis rusa en 1998. Una política económica aplicada contrariamente a la dictada por las instituciones financieras internacionales salvó de las crisis a Malasia en plena crisis, Rusia después de “defauliar” y devaluó su moneda contrariando las prescripciones neoliberales y China que tiene controles de capital, no privatizó muy rápido y obtuvo más inversión extranjera directa que ningún otro país del mundo, fuera de Estados Unidos. Para explicar la crisis asiática se requiere el uso de un modelo de “tercera generación”.

Las expectativas elevadas que generó la Nueva Economía para alentar el crecimiento económico como resultado del proceso de globalización pronto se esfumaron cuando sus escasas contribuciones elevaron los niveles de volatilidad y de inestabilidad y profundizaron las crisis financieras, convirtiéndose del sistema económico global. A finales de los noventa, los mercados financieros desregulados orientados a la rentabilidad especulativa originaron crisis financieras y a escándalos de corrupción. En el 2001 las crisis financieras afectan a las grandes corporaciones iniciando con Enron y World Com.

La crisis moral del sistema capitalista es una crisis de confianza que se manifiesta en los escándalos financieros de las grandes corporaciones, los cuales no son resueltos por sus propias instituciones, y degeneran en burbujas especulativas que arruinan a los grandes inversionistas y contagian los pequeños ahorradores. Una profunda crisis moral e intelectual asola a la humanidad como resultados de la implantación del modelo de globalización, que se manifiesta por una apatía e indiferencia para diseñar un modelo de desarrollo más justo y equitativo.

A pesar de que la administración de finales del siglo XX obscurece la del siglo XXI, las ciencias administrativas enfrentan la tarea de forjar una nueva administración en las sociedades que se encuentran en crisis de dirección, lo cual debilita las percepciones colectivas, exacerba el individualismo y la introversión y erosiona los fundamentos morales de la vida comunitaria.

Los signos de agotamiento del neoliberalismo se presentaron a partir de las crisis financieras regionales iniciadas con la mexicana en 1994 y con el caos provocado por la dinámica de la nueva economía que pretendió ser la locomotora de la economía global entro en crisis en el 2001. Curiosamente, India y China no abrieron sus mercados de capitales y son los países que han mostrado una mayor estabilidad y que mejor atravesaron las crisis financieras mundiales. Con la crisis ideológica del neoliberalismo que tiene implicaciones con la crisis económica y social que debilita los sistemas políticos, se cuestionan los principios del libre mercado, se promueven las acciones de la sociedad civil y se reivindican las funciones complementarias del Estado.

Los promoventes de la aplicación de los principios de la Nueva Economía Política centrada en el libre mercado, son los primeros que abandonan sus posiciones en tiempos de crisis económicas y retornan a buscar la protección del Estado-nación para extraer los recursos financieros necesarios para sortear sus problemas y eliminar los riesgos a sus inversiones.

Inherente a las prácticas de los sistemas gestión macroeconómica es el comportamiento incierto, cíclico y caótico que conlleva colapsos y crisis financieras para los principales agentes económicos. La estabilidad macroeconómica es cuestionada porque si bien se ha logrado mayores controles en la inflación y una mejor disciplina en la política fiscal, sin embargo, la turbulencia del medio ambiente global ha provocado grandes crisis financieras.

El apoyo para manejar las crisis de la deuda de los países menos desarrollados fue aprovechado por el capitalismo transnacional para imponer el funcionamiento de sus estructuras  y exigir el cumplimiento de condiciones. Estas políticas neoliberales han derivado en graves fracasos: crisis financieras repetitivas de los Estados Nación endeudados y aumento de las  desigualdades sociales. Sin embargo, los costos externos de las crisis económicas provocan serios conflictos en la distribución de los recursos.

El impacto de las crisis financieras en la pobreza, la desigualdad y el desarrollo sostenido ha aumentado a medida que son cada vez más frecuentes y profundas. La desigualdad obstaculiza el consenso para los cambios de políticas que respondan a la inestabilidad generada por crisis. In general, la clase trabajadora y otros elementos de la clase baja, los campesinos, los estratos bajos de la clase media, los participantes pobres en el sector informal, etc., han sido forzados a pagar los costos de la crisis económica de los ochenta y el proceso global de reestructuración capitalista que está teniendo lugar desde los setentas. El sistema de patronazgo facilita la manipulación y el control socio-político y burocrático.

Las privatizaciones de las empresas propiedad del Estado no están dando los beneficios y ventajas esperadas a la ciudadanía y a la sociedad civil en términos de calidad, precios, etc., y si han quedado más expuestas a los impactos de los efectos de las crisis financieras.

La crisis financiera por la que atraviesan los gobiernos locales los ha impulsado a utilizar un nuevo modelo de gestión social que articule y coordine los esfuerzos aislados y fracturados de organizaciones y actores sociales para integrarlos en proyectos participativos con estructuras de organización flexible pero en un mismo espacio social de tal forma que integre a la sociedad.


Crisis del Estado

El agotamiento del modelo de desarrollo de orientación keynesiano dio por resultado una profunda crisis fiscal del Estado. Esta política de compensación a los requerimientos y demandas de los diferentes agentes económicos y actores políticos y sociales sobrecargan las estructuras político burocráticos y provocan la crisis del Estado de Bienestar. En realidad, las estructuras estatales se convierten en obstáculos para el cambio y la transformación.

La crisis del Estado de Bienestar es el resultado de la creciente demanda social de servicios asistenciales que no puede cubrir financieramente por los recursos disponibles y los bajos niveles de ingresos. La crisis del Estado es resultado de la crisis económica, es decir de una crisis fiscal esencialmente. La crisis del Estado de Bienestar es empujada por nuevas correlaciones del poder de los actores involucrados que se multiplican y que se interrelacionan con las organizaciones políticas.

La crisis del Estado de Bienestar puso en evidencia la necesidad de reinventar la ciudadanía y el gobierno. Por lo tanto, existe una doble crisis, la crisis de lo político y la crisis del Estado en las democracias institucionalizadas. Sin embargo, en la crisis de lo político, la crisis del Estado de Bienestar no incide necesariamente en la crisis de la democracia. La crisis de la democracia es un remanente de una deficiente regulación del mercado.

La democracia liberal representativa que promueve el neoliberalismo económico como la forma idónea de organización política queda marcada en una profunda crisis de legitimidad. La crisis de lo político es caracterizada por Ramos (1994) por débiles implicaciones políticas subjetivas, escasos sentimientos de competencia, relevancia de las actitudes desconfiadas y cínicas hacia los políticos, así como una muy baja identificación partidista (Del Alamo, 2001). 

La inminente crisis fiscal del Estado benefactor propicio a mediados de los ochenta las reformas denominadas como de “primera generación” que se orientaron a lograr el crecimiento económico mediante una política de liberalización económica, la redefinición de las funciones y reducción de tamaño del Estado, y por ende de sus costos,  transfiriendo la responsabilidad de dirección de la nueva estrategia de desarrollo al mercado y a los particulares. La primera generación de crisis financiera de los países en desarrollo explica las crisis como el resultado de las inconsistencias entre las políticas gubernamentales internas y externas.

Las reformas implantadas al Estado para superar esta crisis fiscal se orientaron a lograr la estabilidad macroeconómica con medidas que solamente incrementaron los niveles de pobreza y marginación social. Hasta ahora, los resultados de la implementación de programas de políticas públicas que se focalizan a los grupos más pobres, sin atacar verdaderamente las causas de su pobreza, descuidan otros importantes sectores también golpeados por las crisis económicas y por el modelo neoliberal capitalista. La crisis del Estado-nación  es estructural  y se manifiesta en tendencias contradictorias hacia la supranacionalidad y hacia la intranacionalidad, en su incapacidad para cumplir con sus funciones, principalmente las de implementación de políticas sociales.

Las instituciones del Estado pasan por severas crisis políticas de tal forma que provocan disfunciones y terminan en fallas en las que el Estado no puede garantizar el orden político. Investigaciones sobre la cultura política concluyen que la crisis política tiene poca relación con la crisis de confianza en las instituciones democráticas cuyo nivel de aceptación sigue siendo elevado. Goodson (2001) identifica tres niveles de fallos del Estado: desintegración, fragmentación y colapso.

Petras (2001) sostiene que la frecuencia y la creciente intensidad de las crisis ha transformado el papel del Estado desde policía a bombero apagando el fuego de las conflagraciones financieras. El Estado-nación entra en crisis al no poder contener las funciones étnico-regionales erosionadas por el avance de las fuerzas globalizadoras y al no poder controlar la nueva economía, la cual tampoco resuelve la crisis del sistema capitalista tal como se estimó.

La crisis  permanente del Estado social y democrático de derecho y sus funciones más características, contribuyen a acelerar el proceso de descomposición social, el desenraizamiento cultural, y la caída en la anomia y la delincuencia, que sirve de justificación del dispositivo de represión y criminalización. La identidad comunitaria se expresa como una reacción a las crisis de legitimación e integración del Estado nacional, lo que también implica que los gobiernos nacionales atraviesen por una crisis de legitimidad y por lo tanto requieren del apoyo de actores sociales representativos para lograr su legitimación.

La crisis de identidad nacional es resultado de la crisis del Estado nación, es decir, de la separación entre ambos, lo que da lugar a que la ideología nacional sea reemplazada por la ideología del mercado. La crisis de identidad del Estado nación que se manifiesta en su pérdida de soberanía y da lugar a la expresión de una sociedad multicultural, es también producto de la crisis de las instituciones que no tienen la capacidad para la resolución de los conflictos.

La lógica de la racionalidad económica formula e implanta estrategias ortodoxas para solventar la crisis  mediante el ordenamiento de un cambio en las instituciones que regulan las relaciones de intercambio y estimula los comportamientos emprendedores, innovadores y de apertura entre los actores económicos, sociales y políticos.

Las presiones políticas resultan de cambios en los intereses y en la distribución del poder que apoya y legitima los arreglos institucionales existentes, como resultado de crisis de desempeño, cambios del medio ambiente y otros factores organizacionales que cuestionan la legitimidad de las instituciones. De acuerdo a del Alamo (2001), la crisis de la política y del Estado no desestabilizan las instituciones democráticas cuyo poder se asegura mediante el “enjaulamiento” de los ciudadanos que quedan atrapados en las redes del poder.


Crisis de gobernabilidad

El debate sobre la crisis de la gobernabilidad democrática se centra en la relación causalidad versus casualidad de los fenómenos. La gobernabilidad plantea una problemática por las crisis de legitimidad del sistema, las deficiencias económicas y las inequidades sociales.

La crisis de gobernabilidad democrática se caracteriza por la disfuncionalidad de las instituciones para solucionar democráticamente los conflictos y que ponen en evidencia las tensiones existentes entre los requisitos de la democracia y los de la gobernabilidad. La crisis de la gobernabilidad democrática y la inestabilidad de las instituciones son características de las democracias participativas que requieren de la implantación de programas de desarrollo humano para mejorar sus sistemas de gobernabilidad. El concepto del desarrollo humano sostenible o lo "socialmente sustentable" intenta ordenar las respuestas críticas al concepto tradicional de desarrollo (Sutcliffe 1995: 38).

El elemento común de la crisis de gobernabilidad democrática, argumenta Prats (2000),es la incapacidad de las instituciones democráticas para asumir y procesar democráticamente el conflicto. El elemento común de la crisis de gobernabilidad es la falta de funcionalidad de las instituciones para dar solución a los problemas, por lo tanto, la crisis de la gobernabilidad democrática se manifiesta debido a la debilidad de las instituciones democráticas, resultado de otra crisis, la democrática.

El origen de las crisis de gobernabilidad puede proceder, siguiendo a Prats (2001), de la incapacidad de las reglas y procedimientos para resolver problemas de interacción o de acción colectiva, de una institucionalización de reglas y procedimientos débiles o inadecuados, de la emergencia de nuevos actores estratégicos y del cambio estratégico de actores poderosos.

Las crisis de la gobernabilidad son resultado de las debilidades del Estado, disfuncionalidades de las instituciones económicas, políticas y sociales que erosionan los sistemas democráticos y dan lugar a regímenes híbridos. La crisis de gobernabilidad resulta cuando los conflictos entre los diversos actores estratégicos tradicionales y emergentes cuestionan el equilibrio institucional del sistema sociopolítico debido principalmente a un deficiente sistema de institucionalización de reglas y procedimientos.

La crisis institucional se profundiza por la falta de una ideología de identidad, en parte porque la identidad nacional disociada del Estado se convierte en ideología con corresponsabilidad en el modelo de desarrollo. La crisis institucional se profundiza con la tendencia al individualismo que carga la acción política en una fragmentación de movimientos y actores sociales. Los movimientos sociales surgen de las crisis de legitimidad motivados por una reconstrucción del Estado.

La fragmentación debilita la seguridad y la estabilidad que proporcionan las instituciones económicas, políticas, sociales y culturales. Precisamente en los tiempos en que se transita a la formación de una sociedad global centrada en la información y el conocimiento, se presenta una crisis de valores institucionales que desvincula a la ciudadanía paulatinamente de la política y se pierde la confianza en las instituciones democráticas hasta volverse indiferente a su actuación y desempeño.

De acuerdo a Selznick (1949, 1957), los valores institucionales y sus prácticas son precarios y sujetos a desplazamiento cuando son mal definidos, confusos o en conflicto, lo requerimientos técnicos están en conflicto con su mantenimiento, las organizaciones tienen crisis financieras o demandas por eficiencia, en dependencia  de constituyentes que no los apoyan, las organizaciones carecen de legitimidad y reconocimiento, disentimientos en la política interna, las elites que los protegen carecen de autonomía, poder o compromiso.

Apoyados los ciudadanos por los movimientos de la Nueva izquierda presionan por cambios en los estilos de la política democrática mediante formas de acción política no convencional de democracia directa por sobre las formas de la democracia representaiva, lo que resulta en una crisis de los valores de la democracia (Dalton, 2002). Para el movimiento altermundista el modelo de desarrollo económico neoliberal es inviable porque ha agotado sus alcances, los proceso de globalización se encuentra en crisis de legitimidad y credibilidad porque ha profundizado la depresión económica mundial y urge a cambiar el rumbo económico.

Las crisis de gobernabilidad democrática afectan el desempeño de las instituciones del sistema político y a la inversa, si las instituciones no son eficientes, la gobernabilidad se ve disminuida. Cuando este tipo de problemas de la sociedad se prolongan indefinidamente en períodos históricos, Torrijos (2001) las denomina sociedades ancladas para definir aquellas colectividades  que no logran desprenderse y superar los ambientes de alta incertidumbre, caos e inestabilidad.

De acuerdo con Altman (2001) las crisis de gobernabilidad democrática “se dan en países con sistemas de partidos muy poco institucionalizados, donde la fragmentación partidaria es alta, la disciplina es baja, el presidente goza de fuertes poderes ejecutivos y fue electo haciendo una campaña anti-establishment, la confianza en las instituciones es muy limitada y donde el Estado deja, como O’Donnell dice, muchas zonas “marrones”, es decir, en los sectores de la sociedad donde el Estado está ausente.

El sistema de partidos políticos entra en crisis y son rebasados por una sociedad civil mas demandante y participativa, y por los medios de comunicación que se asumen como actores políticos para servir de intermediarios en las demandas de la sociedad. La principal causa de la crisis de los partidos políticos es el surgimiento de formas no democráticas de legitimación que los vuelve incapaces de promover los cambios sociales. La  crisis de los partidos políticos se manifiesta en la crisis de la democracia representativa formal como expresión de la soberanía popular ejercida por un pueblo que no es consciente de que la soberanía le pertenece y debe ejercerla a través de sus representantes.

La emergencia de la participación política de los grupos sociales excluidos que como sujetos políticos colectivos ponen en acción práctica principios democráticos de la política que contradicen y confrontan la democracia representativa institucionalizada, cuestionan el orden establecido y muestra su crisis hegemónica.

El sistema capitalista transnacional tiene contradicciones internas que hacen que el Estado Neoliberal atraviese por una crisis de gobernabilidad y legitimidad, debido que los procesos de globalización impulsados debilitan la integración económica interna,  se pierde la capacidad para armonizar los intereses sociales conflictivos y por tanto, para mantener la cohesión social de los estados nacionales. La crisis de gobernabilidad democrática es una crisis que lleva implícita las estructuras estatales y el fin de la política, anunciada por Marx.

Si bien la gobernabilidad de la globalización económica avanza, la gobernabilidad política se rezaga en muchos Estados porque se encuentra con limitaciones institucionales, sociales y de cultura política que inciden en verdaderas crisis de capacidades, las deficiencias tecnológicas que debilitan la legitimidad de los procesos de globalización y la irresponsabilidad para asumir los costos relacionados.


Crisis de gobernabilidad en Latinoamérica

Estructuralmente América Latina ha sido siempre muy vulnerable en su estabilidad económica financiera debido a que afronta las crisis financieras externas con políticas económicas, monetarias y cambiarias erróneas.

La crisis de los Estados Latinoamericanos se agudiza en la década de los noventa con la ruptura de las alianzas con los sectores populares para incorporarse a los procesos económicos y socioculturales articulados con la globalización, a costa de la desarticulación de las economías locales, dando como resultado la profundización de las características de una sociedad dualista: sectores socioeconómicos incrustados en la modernidad y los procesos de globalización, y sectores desarticulados con bajos niveles de competitividad y sin posibilidades de mejorar su desarrollo, condenados a una dependencia tecnológica, financiera, etc.

La recesión económica es profunda desde 1998 en muchos estados latinoamericanos provocada por el descenso de los bienes de consumo y las crisis financieras,  con un crecimiento económico menor que en otras partes del mundo. Las expectativas puestas por los latinoamericanos en la agenda del Consenso de Washington para salir de las crisis de los ochentas y parte de los noventas, han sido canceladas al ver los comportamientos en los pobres resultados económicos y sociales. Si bien estas reformas contribuyeron en forma limitada a rescatar a los países latinoamericanos de las crisis financieras en la década de los ochentas, no atacaron las causas de esas crisis.

El Consenso de Washington que ha considerado sus políticas como las mejores y únicas, sin otra alternativa, después de dos décadas de implantación, los resultados evidentes no han sido los prometidos, la expansión económica se ha convertido en recensión económica, la distribución del ingreso es mas inequitativo, la tasa del desempleo se ha incrementado y las economías nacionales son más vulnerables a las crisis financieras.

Los expertos del BID reconocen en su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe (1999) que “no es un consuelo el recordar que las crisis actuales  no han sido resultado de errores de políticas domésticas, sino de la volatilidad de los mercados financieros internacionales. Lo triste de esto es que millones de latinoamericanos están sufriendo sus efectos”.

La alta volatilidad de los países latinoamericanos se instala en el 2002 en Argentina y Brasil. El signo de fracaso del nuevo modelo está presente en la mayor parte de los países latinoamericanos en donde la política de apertura unilateral y acciones  privatizadoras ha culminado en problemas financieros que enviaron a los países a crisis económicas. En los países de Latinoamérica y el Caribe esta crisis está marcada por la falta de un proyecto alternativo de desarrollo al neoliberal de las instituciones financieras internacionales y porque el desarrollo democrático está marcado por una creciente falta de gobernabilidad y pérdida de la confianza en sus instituciones.


Discusión

Las reacciones a la crisis condenan a la confianza en el "libre juego del mercado". Acciones cuestionables como la implementación de la política comercial, el otorgamiento de créditos internacionales que inciden en el crecimiento de la deuda externa, el manejo de las crisis financieras, etc.

El aumento de la frecuencia de las crisis financieras requiere de serias reformas a la arquitectura del sistema financiero mundial en la que también participen las organizaciones de la sociedad civil de los países en desarrollo para diversificar la formulación de políticas. La disputa de los países por la hegemonía de los mercados globales se acrecienta, desdice el supuesto del reemplazo del imperialismo por el imperio en un mundo unipolar y pone en crisis la hegemonía basada en un solo país.

El impacto de los flujos financieros privados y su regulación es uno de los principales problemas que enfrenta el desarrollo. Después de cada crisis bursátil aumentan las capacidades regulatorias. Las actividades altamente especulativas de los sectores financieros que promueven la economía global requiere de las funciones reguladora del Estado para asegurar que la volatilidad de los mercados emergentes de capitales no perjudiquen sus inversiones y garanticen la estabilidad del mercado financiero para lograr el retorno máximo de utilidades sobre las inversiones a pesar de las crisis financieras. Estos grupos no pueden atemperar los efectos que producen la inestabilidad inherente a los flujos financieros internacionales, lo cual justifica, hasta cierto punto, una política intervencionista como protección en contra de los estragos que causan las crisis financieras a los Estado-nación debido a inestabilidad financiera.

Las crisis financieras revelan la importancia de crear los arreglos institucionales, en términos de organizaciones, reglas y códigos de comportamiento para garantizar las transiciones. Las instituciones financieras internacionales se encuentran desfasadas con respecto a los avances que realizan los mercados financieros internacionales con altos niveles de inestabilidad y en donde son reales los peligros de la aplicación del fundamentalismo del mercado derivan en profundas crisis financieras que devastan las economías emergentes.

La dinámica del Estado de Bienestar es potencialmente importante para entender la emergencia de nuevos arreglos y su reingeniería cuando tienen problemas financieros y cuando nuevos desarrollos socio-económicos los hacen menos relevantes, tales como crisis económicas, desarrollos demográficos no esperados, bajas tasas de crecimiento de productividad y desempleo que genera disturbios macroeconómicos. Los regímenes políticos centralizados han logrado más reformas al Estado de Bienestar que los regímenes políticos descentralizados (Huber and Stepehens, 2001), aunque estas reformas han sido posibles por las agudas crisis económicas que han dado lugar a severos shocks macroeconómicos negativos.

La reconceptualización del papel de la política social requiere de un cambio de solución de problemas y administración de crisis a corto plazo a una agenda de desarrollo a largo plazo de prevención de problemas. La ausencia de políticas sociales destruye el tejido social. Precisamente, el diseño de adecuadas políticas sociales como mecanismos de protección en prevención de situaciones de emergencias y crisis sociales, constituye una actividad con una orientación económica rentable que prioritaria del Estado, en vez de revertir los costos de la crisis. Otro mecanismo innovador son los Consejos Sociales que permiten hacer frente a las crisis económicas y buscar estrategias de protección para los grupos que son más impactados.

Las crisis de gobernabilidad pueden ser la oportunidad para que un sistema sociopolítico establezca un nuevo equilibrio institucional que aliente su desarrollo. Frente a esta crisis del Estado-nación es necesario la construcción teórica de nuevos modelos de organización política y económica, de nuevas formas y desarrollos de gobernabilidad. Para superar esta crisis de gobernabilidad y la estabilidad de las instituciones, características de los sistemas democrático participativos, se requiere de la implantación de programas de desarrollo humano.

Para Tezanos (2002), en la búsqueda de la democracia postliberal participativa “...es necesario avanzar nuevos pasos en el proceso histórico de desenvolvimiento democrático, para remontar los riesgos de crisis social relacionados con los procesos de dualización social y deterioro del trabajo...Lo que está ocurriendo en nuestras sociedades revela que algo está fallando en los procedimientos establecidos de representación política y que existen demandas nucleares para el futuro de la convivencia que no están siendo bien solucionadas...”

La interacción de la revolución de la tecnología de la información y la comunicación, la crisis del Estado benefactor y del capitalismo y el surgimiento de los nuevos movimientos sociales han provocado la formación de una nueva estructura social hegemónica que Castells (1998) denomina la “sociedad-red”, la nueva economía basada en lo informacional/global y una nueva cultura con fundamento en la virtualidad real.

La Nueva Administración Pública es una respuesta de la economía neoliberal a la crisis financiera del Estado-nación. Las etapas de la reforma de la administración pública comprenden el ajuste estructural orientado a adecuar el tamaño y nivel de intervención del Estado para afrontar la crisis financiera y la reingeniería institucional que comprende las acciones e instrumentos para rediseñar el aparato institucional y burocrático del Estado, sus estructuras, procesos, tecnologías, comportamientos, etc., es decir hacia un proceso de reburocratización mediante la adopción de métodos, técnicas y sistemas de gerenciamiento público.

La ciudadanía tiene que participar en la gestión de los servicios públicos para legitimar las acciones de un Estado ágil, con un gobierno que integración y equilibrio social y que atiende a las demandas sociales.


Referencias

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