Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIX, nº 1095, 25 de octubre de
2014
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

ENVEJECIMIENTO, DESPOBLACIÓN Y TERRITORIO.
CONTRIBUCIONES AL XI CONGRESO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

LÓPEZ TRIGAL, Lorenzo; ABELLÁN GARCÍA, Antonio y GODENAU, Dirk (coord.): Despoblación, envejecimiento y territorio: un análisis sobre la población española, León: Universidad de León, 2009. 831 p. [ISBN: 978-84-9773-474-5]

Juan David Sempere Souvannavong
Dpto. de Geografía Humana
Universidad de Alicante

Recibido: 2 de enero de 2012; devuelto para revisión: 13 de junio de 2013; aceptado: 2 de septiembre de 2014


 

Envejecimiento, despoblación y territorio (Resumen)

El libro envejecimiento, despoblación y territorio recoge las participaciones en el undécimo congreso de población española organizado en 2008 en la Universidad de León por el Grupo de Población de la Asociación de Geógrafos Españoles. En ellas se muestra la creciente dispersión de las pautas poblacionales centrándose en dinámicas poco mediatizadas pero que vienen ganando importancia desde hace décadas. Entre éstas cabe destacar el reciente aumento generalizado de población merced a la instalación de extranjeros y al ligero repunte de los nacimientos; la previsible aceleración del envejecimiento debido a la disminución del número de mujeres en edad fértil; el continuado aumento de la movilidad y la dispersión de parte de la población urbana mientras que la población, en su conjunto, sigue concentrándose. Como indica el título una parte importante de las comunicaciones se centra en los impactos de la pérdida de población en el medio rural español y especialmente en las regiones del noroeste de la península.

Palabras clave: España, población, poblamiento, despoblación, envejecimiento, territorio


 

Ageing, depopulation and territory (Abstract)

The book Ageing, depopulation and territory gathers the contributions of the eleventh congress of the Spanish population organized at the University of León in 2008 by the Population Group of the Association of Spanish Geographers. They show the increasing dispersion of population patterns focusing in dynamics which receive little media coverage but which have been gaining importance in the last decades. Among these, we can highlight the recent widespread increase in the population due to the arrival of foreigners and a slight increase in births, the acceleration of ageing due to a declining number of women of childbearing age, the continued increase in mobility and the dispersion of urban population, while the population as a whole continues in a process concentration. As reflected in the title, an important part of communications focuses on the impacts of population decline in rural areas and especially in the northwest regions of the peninsula.

Key words: Spain, population, settlement, depopulation, ageing, territory


 

El Grupo de Población es uno de los catorce grupos de trabajo de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE). Desde su constitución en 1986 ha venido organizando una serie de congresos bianuales cuyas temáticas siempre han respondido a cuestiones de interés social y académico. El undécimo congreso de la población española se celebró en la Universidad de León en septiembre de 2008 y se dedicó a “envejecimiento, despoblación y territorio”. Esta reunión científica desembocó, un año después, en la publicación del libro con el mismo título cuya recensión aquí presentamos[1].

El libro ha sido coordinado por Lorenzo López Trigal, de la Universidad de León y coordinador del comité organizador del congreso, Antonio Abellán García del CSIC de Madrid y Dirk Godenau de la Universidad de La Laguna. Se compone de sesenta capítulos además de la presentación de Vicente Gozálvez Pérez, de la Universidad de Alicante y Presidente del Grupo de Población de la AGE entre 2004 y 2008. Los capítulos del libro están organizados en torno a cinco apartados que corresponden con las tres ponencias del congreso[2], un taller[3], una mesa redonda[4] y la conferencia inaugural.

Se trata de una puesta en común de las investigaciones sobre la situación en 2008 de las dinámicas demográficas en España, en algunos de sus aspectos más importantes y preocupantes aunque no por ello más estudiados y difundidos. En la presente reseña las ideas recogidas han sido reagrupadas en torno a cuatro grandes apartados: el primero dedicado a la reciente evolución demográfica, el siguiente a la distribución de la población, el tercero a la pérdida de habitantes y el último a las estructuras de población.

Pautas actuales en la evolución de la población en España

La población española que en los años ochenta y noventa del siglo XX ha tenido su tasa de crecimiento más baja, conoce en la primera década del siglo XXI un incremento sin precedentes motivado por el tímido repunte de la fecundidad y sobre todo por la instalación de extranjeros. Se trata de un fenómeno que podemos seguir con más precisión que nunca gracias a la reciente revolución en el acceso a las fuentes geodemográficas y en las herramientas para el estudio de la población. Como dice el ponente Antonio Abellán las fuentes, la calidad y la accesibilidad de éstas han aumentado desde que en 1996 apareció el padrón continuo; pero también advierte cómo hemos pasado de tener sólo el censo al riesgo de infrautilizar otras fuentes de información muy costosas.

Con independencia de la temática tratada, la mayoría de las comunicaciones del libro repasan la evolución demográfica de sus respectivas zonas de estudio. Esto nos permite inducir las diversas dinámicas, pasadas y actuales de la población de España y de algunas de sus regiones.

En lo que respecta a los territorios cabe señalar que la dicotomía clásica según la cual el interior pierde habitantes a favor del litoral y de las grandes ciudades debe ir siendo matizada con la escala. A nivel estatal y autonómico la población sigue en aumento, y en esta primera década del siglo XXI lo ha hecho más que nunca, pero al aumentar la escala de análisis las pautas demográficas se vuelven diversas, complejas e incluso contradictorias. A nivel provincial son varias las provincias que pierden población (León, Lugo, Ourense, Palencia, Asturias, Zamora) mientras que la escala comarcal o local permite observar zonas que se recuperan, zonas que pierden como los municipios pequeños de la provincia de Granada[5] y otras más amenazadas que nunca por la despoblación como la montaña astur-galaico-leonesa[6] o la comarca leonesa de Riaño[7], entre otras muchas.

Hasta mediados del siglo XX la tendencia general, tanto urbana como rural, es al incremento poblacional por la reducción de la mortalidad y el alargamiento de la esperanza de vida como indican el texto de Ricard Génova sobre la longevidad de la población española y el de Sara Hidalgo sobre la montaña leonesa durante las seis primeras décadas del XX. A partir de los años cincuenta y sesenta, mientras los espacios metropolitanos siguen ganando población, las zonas rurales y de montaña empiezan a perderla como atestiguan numerosos autores. En este sentido es representativo el capítulo de Olga De Cos et al. que, hablando del Valle de Nansa en Cantabria, explica cómo el espacio rural ha pasado de ser reserva demográfica al agotamiento biológico.

Tras décadas de despoblamiento rural en favor del medio urbano, en los años ochenta se llega a una inflexión en la que se perciben cambios de comportamiento. Los grandes municipios urbanos ganan menos población en beneficio de sus zonas metropolitanas y de periferias cada vez más alejadas, como señalan Enrique Pozo et al. para el caso de Madrid, mientras que zonas puntuales del medio rural empiezan a frenar la pérdida de habitantes, aunque sin invertir la tendencia. Se trata de un esquema ya clásico de crecimiento por difusión urbana o construcción de segundas residencias en el medio rural próximo mientras las áreas aisladas, la mayoría, siguen estancadas.

El censo de 1991 marca en muchos apartados el inicio de la fase actual caracterizada por la creciente complejidad e incluso por las contradicciones en oposición al esquema clásico antes mencionado. En el medio urbano el incremento demográfico pasa a las ciudades medias y en ocasiones a las pequeñas como indican Miguel Solana y José Cortizo refiriéndose a cabeceras comarcales de Girona y de León. Pero en el medio rural la tipología se diversifica. Por una parte está la difusión de los espacios que siguen en regresión mostrada entre otros por José Antonio Aldrey para la montaña Astur-galaico-leonesa, Alberto Del Rey et al. para Castilla León, Manuel Sáenz et al. para la provincia de Granada o Diego Barrado et al. para zonas mineras de Palencia y de Huelva. Esta evolución llega hasta la desertización de crecientes zonas como explica Lorenzo López Trigal al revelar que entre Galicia, Asturias y Castilla León son 2.137 las localidades abandonadas. Por otra parte están los territorios que han conseguido frenar, sin detenerla, la sangría demográfica como señalan María José Aguilar para el caso de Castilla-La Mancha y Ramón Martínez et al. para el Noroeste de la Región de Murcia. Finalmente están los cada vez más numerosos espacios que, mucho o poco, recuperan población, especialmente en zonas dinámicas como Cataluña o el Pirineo catalán como escriben Jordi Bayona et al. y Carles Guirado en sus respectivos capítulos, y en el entorno de las grandes zonas metropolitanas como señalan Enrique Pozo et al.

Desde finales de los años noventa se observa una aceleración general de la recuperación demográfica como indican Ramón Díaz et al. para el caso de Canarias y Román Luzán et al. para el de Navarra, una región que en palabras del autor había perdido el pulso demográfico. En ambos casos, como en el del conjunto del Estado, este cambio se debe a la ligera recuperación de la natalidad debida al tardío aumento de la fecundidad de las últimas baby boomers, y sobre todo a la instalación de millones de nuevos residentes extranjeros. No siempre son extranjeros los que vienen del extranjero: según Montserrat Golías desde 1998 la inmigración en Galicia conoce un proceso de “extranjerización” ya que hasta entonces la mayoría de los que llegaban eran descendientes de gallegos no nacidos en Galicia.

Las dinámicas demográficas tienen mucha inercia y por esa razón son difíciles de invertir. A pesar de ello en esta última década España ha salido de la atonía gracias a un incremento de población sin precedentes en su historia. Sin embargo, por debajo de la dinámica general surgen tendencias locales cada vez más complejas y en ocasiones alarmantes debido, como se verá más adelante, al envejecimiento, a la pérdida de población o por el contrario a la llegada de nuevos habitantes.

Pautas actuales en la distribución territorial de la población: movilidad y poblamiento

Las pautas de distribución de la población no son objeto de uno de los cinco apartados del libro, pero están presentes en una gran mayoría de las comunicaciones. En su conjunto estas ofrecen una visión completa e interesante de los comportamientos sociales en este ámbito desde que, a mediados del siglo XX, España se incorpora al sistema económico internacional, se industrializa y dinamiza su modelo de movilidad y de poblamiento.

Las pautas de movilidad: desplazamientos más distantes y más numerosos

En las sociedades actuales el paradigma de la movilidad evoluciona siguiendo la ruptura iniciada con la industrialización y los profundos cambios que ésta indujo. Como señala Yves Lacoste en su libro La geografía un arma para la guerra, con los medios de transporte mecánicos las personas han pasado de una movilidad limitada y un conocimiento del espacio compacto a otra mucho más amplia aunque con un conocimiento muy disgregado del territorio. Estamos ante una evolución que desde entonces continúa y que en el caso de España se inicia al terminar los años de autarquía: el fortísimo incremento de las rentas, del número de automóviles y de infraestructuras así como la apertura de las fronteras y la integración en Europa multiplican exponencialmente los intercambios y los desequilibrios, y con ello la movilidad y las migraciones. Tras las primeras décadas, muy marcadas por el éxodo rural y la emigración laboral internacional, la movilidad se ha diversificado y ha aumentado extraordinariamente. Aunque, en palabras del ponente Dirk Godenau siga siendo relativamente débil con respecto a los extranjeros y a otros países por distintos motivos como el régimen de la propiedad de la vivienda o la fortaleza de los lazos familiares.

Las infraestructuras viarias son un elemento determinante en la accesibilidad al territorio. Lo demuestran José Antonio Gutiérrez et al. a través de la cartografía basada en los índices de accesibilidad absoluta y relativa a las aglomeraciones del conjunto de la península ibérica y Francisco Jaraiz que establece esos mismos mapas para la Raya Central Ibérica, en la frontera hispano-portuguesa.

La casuística de la movilidad es cada vez más diversa como mencionan Carmen Carvajal para el caso de Málaga y Joan Alberich para el de Cataluña. En el capítulo de éste último sobre el espacio de vida en Cataluña se dice que cada vez nos movemos más y lo hacemos más lejos. La movilidad sigue aumentando en un segmento creciente de la sociedad al tiempo que las experiencias territoriales de los individuos se multiplican. Hemos pasado de un modelo de proximidad a otro caracterizado por la dispersión territorial de la movilidad que no corresponde con límites administrativos sino funcionales. Como menciona Dirk Godenau en ciertas regiones asistimos a una progresiva especialización productiva y residencial de municipios y de territorios en un fenómeno que guarda paralelismos con lo que se da desde hace décadas en la ciudad. Esto nos lleva, según Joan Alberich, a un cambio conceptual: antes el lugar de residencia era el centro estructurador de la vida cotidiana de las personas, ahora la dispersión territorial de la movilidad determina que éste pierda importancia.

Los conceptos que parten de una percepción estática de la realidad como población de hecho y de derecho están en crisis porque están basados en una fijación territorial a partir del lugar de residencia. Ahora ya no se trata tanto, o no sólo, de los habitantes residentes de un núcleo determinado sino de los habitantes vinculados. En este sentido hay varios autores que comparan el comportamiento de la población residente y vinculada. Marc Ajenjo et al. estudian estos comportamientos para el caso de Cataluña mostrando por ejemplo cómo ciertos municipios rejuvenecen, envejecen, se feminizan o se masculinizan según los momentos del día o de la semana a causa de la población vinculada. También indica que, salvo excepciones puntuales como los municipios con muchas residencias secundarias o Cerdanyola del Vallès, donde se ubica la Universitat Autónoma de Barcelona, la población vinculada no genera cambios estables significativos.

El incremento de la movilidad se da pues en mayor o menor grado en todas las tipologías: por regiones, incluyendo los espacios intra-urbanos como indican María Rosa Barreda et al., por funciones (trabajo, ocio, estudios y jubilación) o por edades. Con respecto a este último caso Raúl Lardíes señala en su aportación sobre la movilidad de los jubilados, que actualmente este grupo de población cuenta con una disponibilidad y unas oportunidades sin precedentes lo que le permite participar en la movilidad de una manera muy significativa. La revolución en la tecnología y en las infraestructuras está llevando a un nuevo impulso en la democratización de la movilidad. El acceso de nuevos grupos sociales a territorios cada vez más distantes genera un nuevo modelo de poblamiento flexible y también insostenible desde el punto de vista energético y medioambiental.

Las contradicciones actuales del poblamiento: concentración y dispersión

A lo largo de la Historia siempre ha habido flujos y reflujos de población entre lo urbano y lo rural, entre modelos de poblamiento más dispersos o más concentrados, aunque siempre dentro de una fuerte predominancia de lo rural y de lo disperso. Esta alternancia milenaria se empieza a romper hace dos siglos con el inicio y la expansión del éxodo rural en Occidente. Desde entonces la población mundial ha tendido a concentrarse en el litoral y en los espacios antiguos de poblamiento hasta que a principios del siglo XXI la población urbana supera por primera vez a la población rural.

A pesar del retraso en la adopción de estas pautas “industriales” de poblamiento España no ha sido una excepción. A mediados del siglo XX comienza el doble proceso de despoblamiento y de concentración espacial. Por una parte, siguiendo las mismas pautas que en el conjunto del mundo, las personas se concentran en las aglomeraciones y en el litoral, un espacio especialmente importante en el caso de España. Por otra parte el despoblamiento rural que se inicia hace décadas con el éxodo rural continúa actualmente aunque reforzado por la desnatalidad. Como indica Lorenzo López Trigal en su ponencia “población y reconfiguración territorial”, actualmente 6.000 de los 8.000 municipios españoles están perdiendo habitantes mientras el 40 por ciento de población se concentra en el 1 por ciento del territorio. Las pautas recientes y actuales parecen abocarnos a una dicotomización del territorio; hacia una nueva reconfiguración socio-territorial donde la población se concentra, por migración interior y últimamente exterior, en la región de Madrid, el litoral, grandes ciudades y ambos archipiélagos mientras que los espacios de vacío o cuasi vacío demográfico van ampliándose por el resto del territorio y envolviendo los puntos densamente poblados.

Una nueva realidad de este modelo de poblamiento poco perceptible a escala estatal, es que algunas pequeñas ciudades y cabeceras de comarcas del ámbito rural reciben inmigración, personas del entorno e incluso del extranjero. Es lo que estudian José Cortizo para el Oeste de León, Miguel Solana para el Baix Empordà o Manuel Sáenz et al. en cuyo análisis sobre la distribución de la población en la provincia de Granada señala que los municipios de más de 5.000 habitantes están ganando población de una forma generalizada, a excepción de la capital. Y es que a la hora de emigrar, un destino minoritario pero significativo para la población rural, especialmente para las parejas jóvenes, está siendo la cabecera comarcal donde los precios son asequibles y la calidad de vida es aceptable, así como el nivel de los servicios y de las infraestructuras. Los estudios actuales no permiten generalizar esta tendencia al conjunto del país pero muestran cómo las pautas de poblamiento ya no conducen sólo a las grandes y medianas aglomeraciones.

Lo que complica este esquema sencillo de concentración / despoblamiento es que desde los años noventa, se acelera el fenómeno opuesto. Se trata de la dispersión de la población sobre todo urbana por zonas que perdían habitantes o que nunca habían tenido núcleos habitados, aunque casi siempre en regiones densamente pobladas como el litoral mediterráneo y las zonas metropolitanas. Este comportamiento tiene dos vertientes bien estudiadas: la periurbanización y suburbanización por saturación de la ciudad, una realidad atestiguada desde mediados del siglo XX; y el neorruralismo cada vez más visible en periferias cada vez más alejadas, de personas movidas por ideales o de las clases medias, jubilados o profesionales liberales.

En el caso de España el mapa de población y poblamiento realizado por Franch, Esteve y Recaño en la comunicación “Modelos de poblamiento en España” muestra lo complejo de esta realidad: entre 1986 y 2006 municipios del litoral Mediterráneo, archipiélagos, Comunidad de Madrid y, en menor medida, algunas regiones como el Pirineo catalán o del entorno de las grandes ciudades, experimentan una cierta dispersión de la población. Se trata de una dinámica que en España se remonta a los años setenta y que desde mediados de los años noventa se ha vuelto significativa en paralelo al aumento de la construcción. Todo ello debe ser evidentemente relacionado con el modelo de urbanización que se ha propagado en España al amparo del boom inmobiliario entre 1993 y 2008. Como señala Dirk Godenau esta realidad favorece un poblamiento disperso y los costes derivados de ello: movilidad diaria, problemas de planificación y desaprovechamiento de las economías de aglomeración.

Pero no son todo “urbanizaciones duras”. En el capítulo de Enrique Pozo et al. sobre la revitalización demográfica de las comarcas rurales madrileñas se muestra la amplitud que el ocio ha alcanzado en el entorno de Madrid. Desde los años noventa todas las coronas que rodean la capital han intensificado su recuperación gracias al aumento de las rentas, de las infraestructuras y de la motorización, lo que facilita la urbanización y la práctica del ocio en espacios cada vez más alejados. Algo parecido estudia Miguel Solana en el Baix Empordà de Girona donde las clases medio-altas del área metropolitana de Barcelona están comprando casas y masías en busca de una mejor calidad de vida. Dentro de esta línea un fenómeno significativo es la instalación en zonas interiores de jubilados europeos a causa de la saturación, no de la ciudad, sino del litoral como han estudiado Carlos Cortés y Ana Espinosa con respecto a la montaña alicantina, un espacio sin embargo poco conocido, relativamente aislado y falto de actividades. Y es que como también observa Ernesto Cutillas para el litoral de Orihuela en Alicante, el poblamiento del traspaís es ya un fenómeno de proporciones considerables en ciertas franjas del litoral Mediterráneo lo que contribuye a la dispersión de la población.

Los trabajadores extranjeros que se instalan en el medio rural son muy minoritarios, pero están teniendo un papel significativo en este ámbito y contribuyendo por ende a la dispersión de la población en sus dos facetas. Por una parte se están habituando rápidamente a las pautas residenciales e incorporándose al proceso de periurbanización como indican Enrique Pozo et al. para el caso de Madrid; por otra parte una minoría de los extranjeros, casi siempre jubilados aunque también trabajadores, se instalan en áreas poco pobladas como señalan Jordi Bayona et al. para el caso de Cataluña. La llegada de extranjeros al medio más rural es un fenómeno reflejado en el cine y en los documentales de autor como hace saber José Costa en su apartado centrado en torno a la película Flores de otro mundo dirigida por Iciar Bollaín y al documental Aguaviva dirigido por Ariadna Pujol.

Los impactos de las nuevas pautas de movilidad y de poblamiento

Además de los cambios en el reparto de la población las pautas indicadas más arriba tienen otros impactos en los diversos ámbitos sociales, económicos, territoriales y, obviamente, demográficos. Con respecto a este último conviene insistir en que la emigración selectiva de las regiones rurales conlleva en realidad una doble pérdida: la pérdida real de jóvenes y la pérdida potencial de nacimientos. Lo recuerdan Alberto Del Rey et al. al indicar que los nacimientos rurales en Castilla León se han dividido por ocho durante el siglo XX. Si el impacto demográfico en el medio rural es envejecimiento y desnatalidad, en el medio urbano no es el esperado rejuvenecimiento. La precariedad y el descenso generalizado de la natalidad, que afecta a las extranjeras como a las autóctonas, explica que los nacimientos urbanos en Castilla León sólo se hayan duplicado en el mismo periodo.

Uno de los impactos territoriales más vistosos de las nuevas lógicas de poblamiento es la modificación del paisaje relacionada con el abandono del territorio como se verá más adelante, o con el aumento desenfrenado de la urbanización que han sufrido las provincias litorales e insulares así como el entorno de las grandes ciudades. Ramón Díaz et al. señalan por ejemplo cómo, en Canarias, el aumento de la población en más de medio millón de habitantes desde 1991 (+38%) ha venido acompañado de una fuerte expansión urbana mientras que José María Serrano estudia las actuaciones urbanísticas de la Región de Murcia basándose en dos municipios de diferentes características: uno en el litoral (Los Alcázares) y otro en la periferia de la ciudad de Murcia (Molina de Segura).

En el ámbito económico los cambios poblacionales se traducen, en caso de pérdida, por el empeoramiento de servicios y equipamientos o por una gestión compartida de las actividades tradicionales. Esto no impide que se implanten nuevas actividades como el turismo, casi siempre impulsadas por personas alóctonas. El aumento de población por su parte dinamiza sectores como la construcción así como la implantación o mejora de servicios o actividades lo que a menudo es sinónimo de hiperterciarización económica como indican Ramón Díaz et al. para Canarias. No siempre se dan los cambios en esa dirección, algunas zonas puntuales ocupadas por “neorrurales” como el Pirineo Catalán conocen, además del turismo, una franca reactivación de actividades olvidadas como la agricultura ecológica o la artesanía tradicional al amparo de la creciente demanda del mercado como señala Carles Guirado refiriéndose a las subcomarcas de l’Urgellet y El Baridà.

Algunos capítulos también estudian el impacto en los valores y en la estructura social del medio rural. Además de aumentar la demanda de servicios y comercios específicos, la llegada de europeos jubilados acelera la geriatrización, mientras que la de clases urbanas medias y altas provoca una elitización. La mezcla de edades y de condiciones sociales, laborales e incluso culturales tan diferentes amenaza la cohesión social de un medio rural aún anclado en la tradición como reflejan los documentales y películas analizados por José Costa. Uno de los problemas más interesantes es el derivado de la competencia por lo inmobiliario y la consiguiente escalada de precios que provoca la revalorización del patrimonio[8], pero también la expulsión de jóvenes autóctonos hacia la gran ciudad o la capital comarcal. Esto culmina la sustitución de población y condena el medio rural, no al abandono pero sí a ser el territorio de residencias secundarias vacías la mayor parte del año. Se trata de un proceso parecido al que se da en los centros históricos desde hace décadas y que Miguel Solana no duda en calificar como de gentrificación en el medio rural.

Finalmente hay que citar los impactos medioambientales recogidos por Joan Alberich derivados de estas nuevas pautas de poblamiento y de movilidad. En particular de la dispersión de clases medias de alto poder adquisitivo así como del uso cada vez más extensivo del territorio con transporte individual.

La movilidad y las migraciones domésticas o de proximidad siguen aumentando en todos los colectivos y todas las regiones al igual que la inmigración de jubilados. Éstas son junto a la migración internacional componentes esenciales para comprender las pautas actuales de un modelo de poblamiento y de distribución de la población que se vuelve cada vez más complejo. Como sintetizan Franch, Esteve y Recaño estamos ante el lento agotamiento del patrón clásico de éxodo rural de dirección y sentido único y su metamorfosis en un sistema migratorio donde además del viejo éxodo rural encontramos contracorrientes que van de la ciudad a las periferias y al medio rural. Todo ello desemboca en un modelo en el que se entrecruzan territorios en proceso de despoblamiento que se va propagando y territorios con cada vez más densidad que también se va expandiendo.

La pérdida de población: despoblamiento y despoblación

De las dinámicas señaladas en la parte anterior acerca de la movilidad y el poblamiento, el descenso de la población es sin duda la más alarmante, sobre todo cuando ésta amenaza con llegar a la desertización. Son muy numerosos los capítulos que tratan directa o indirectamente esta cuestión central en el congreso que ha originado este libro. Muchos de ellos vienen agrupados en una parte titulada “despoblación y reconfiguración territorial” que muestra sin paliativos la gravedad de la situación, en especial en las regiones del noroeste de la península ibérica. Es por estas razones que aquí dedicamos un apartado exclusivo a la pérdida de habitantes.

La evolución y la difusión del proceso despoblador

En ocasiones se da cierta confusión entre los conceptos que se refieren a la disminución de población. Como puntualiza el ponente Lorenzo López Trigal es necesario distinguir entre la despoblación, causada por exceso de las defunciones sobre los nacimientos; el despoblamiento que se debe a la emigración; y la desertización, que desde el punto de vista geográfico es cuando un núcleo ha perdido todos sus habitantes.

Según Olga De Cos et al. a partir del momento en que se inicia el éxodo rural y el saldo migratorio se hace negativo la despoblación pasa por unas etapas. En el caso de España hasta los años sesenta el medio rural es la reserva demográfica con un saldo vegetativo positivo que supera las pérdidas por emigración con lo que sigue creciendo demográficamente. Cuando el éxodo supera las aportaciones del saldo vegetativo el medio rural pasa a ser reserva, aunque con pérdidas. Finalmente a medida que la natalidad se hunde y persisten las partidas, se alcanza un punto crítico por debajo del cual, con o sin éxodo rural, el propio envejecimiento condena el área al agotamiento biológico y a la desertización.

El resultado de este proceso varía en función del lugar y de la escala de estudio. Tenemos amplias zonas rurales que simplemente han perdido habitantes durante el siglo XX como sucede en Castilla-La Mancha o en numerosas comarcas de Aragón mencionadas por María José Aguilar y María Luisa Frutos et al. en sus respectivos apartados. Luego está la creciente mancha despoblada que se concentra en Galicia, Asturias y Castilla León donde, según Lorenzo López Trigal, se contabilizan más de dos mil localidades abandonadas. Dicha mancha se va ampliando aunque de forma muy irregular; por una parte deja áreas muy pobladas en su interior y por la otra avanza incluso en las regiones más dinámicas, como Alicante, donde a pesar de la saturación del litoral y de la difusión de la población hacia el interior surgen zonas amenazadas por la desertización.

La reducción de la población es pues un fenómeno vivo y complejo que requiere estudios que, más allá del descenso de población, expliquen las interacciones sociales y espaciales. Se trata sin duda de un fenómeno de graves repercusiones, sobre todo cuando se pasa por debajo de la población mínima para mantener la actividad económica. Pero como matiza Lorenzo López Trigal, este fenómeno debe ser analizado en el marco de la sociedad urbanizada y post-productivista; un contexto en el que las bajas densidades no son un factor tan limitante como en el pasado debido al incremento de movilidad y a que lo importante ya no son tanto los habitantes residentes como los habitantes vinculados. A pesar de ello, lo irreversible es la pérdida de capacidad de recursos humanos para el desarrollo que suele acompañar la despoblación.

El noroeste de la península: la zona más amenazada

Dentro de esta parte sobre el descenso de población este libro presta, por el número de capítulos dedicados, una atención preferente a diferentes zonas del noroeste de España, la región más llamativa en lo que a despoblación y despoblamiento se refiere. Además de la mencionada comunicación de Olga De Cos et al. sobre el valle de Nansa tenemos la aportación de José Antonio Aldrey sobre las “Implicaciones socio-territoriales de la despoblación en la montaña astur-galaico-leonesa”. En ésta última se explica cómo, dentro de la gravedad del contexto, la montaña es un espacio territorial diferenciado con unos potenciales naturales y culturales específicos y complejos y con una situación más extrema que en el resto del mundo rural en lo que se refiere a senectud, masculinidad y despoblamiento. Por su parte José Cortizo estudia el proceso en el oeste de León desde los años sesenta y cómo el despoblamiento y el envejecimiento han llevado a una pérdida irreversible de valores sociales, culturales y medioambientales. Luis Alfonso Hortelano analiza las secuelas de la reducción de habitantes en las Merindades de Burgos, una comarca que ha perdido masivamente población amenazando modos de vida ancestrales. Alberto Del Rey et al. estudian el descenso de población, por emigración y natalidad, en el medio rural de Castilla León durante el siglo XX. Finalmente Sara Hidalgo habla de la despoblación en la comarca de Riaño. En este último espacio, a las pérdidas espontáneas de población por envejecimiento y éxodo hay que añadir el “despoblamiento forzado” motivado por la construcción de controvertidos embalses, un factor de primera magnitud en el área y la causa de una auténtica diáspora. En algunos de estos casos (oeste de León, Riaño, Pernía - Barruelo) el colapso demográfico es según la autora todavía más grave por que hasta los años sesenta eran, debido a la minería, regiones de inmigración con mano de obra cualificada con lo que a la crisis económica se añade la crisis demográfica.

Los impactos del abandono y de la pérdida extrema de población

Algunos autores ofrecen cifras concretas sobre el fuerte descenso de habitantes; mientras Olga de Cos et al. revelan que entre 1950 y 1981 el decrecimiento de la población del Valle de Nansa supera el 1,7 por cineto anual, Luis Alfonso Hortelano señala que entre 1950 y 2007 las Merindades pierden el 56 por ciento de sus habitantes y algunos de sus municipios hasta el 80 por ciento. En estos casos, y en el de otras regiones rurales españolas, la reducción masiva y permanente de población termina llevando a la desertización como mencionan varios apartados del libro. Pero antes de llegar a esta situación se alcanzan otros umbrales críticos: el punto en el que el propio envejecimiento condena el área a la desertización, o el punto también crítico, estimado por Olga De Cos et al. en nueve habitantes por kilómetro cuadrado en el valle de Nansa, por debajo del cual es casi imposible mantener la actividad económica. En el caso de la desertización o en el del descenso extremo de la población, se dan unas situaciones que van más allá de la pérdida de valores o los cambios de tendencias sociales o económicos señalados anteriormente.

Una de estas situaciones es la extinción de actividades y las consecuencias que ello conlleva. La desaparición de la agricultura y de la ganadería, además de la extinción de valores y modos de vida tradicionales, provoca transformaciones paisajísticas visibles en el abandono de pueblos, terrazgos y pastizales. Esto favorece la recolonización por ciertas especies de fauna o de vegetación natural del territorio. La menor capacidad de control sobre el territorio facilita la ocupación de canteras y minas como recuerda José Cortizo, la tala de árboles o el expolio del patrimonio por parte de individuos o de empresas.

Además del impacto territorial o paisajístico este proceso se proyecta en otros planos como el político. Las administraciones locales ya no pueden ofrecer servicios y equipamientos. En algunos casos se comparte personal y se mancomunan servicios para seguir cumpliendo con los cometidos institucionales[9], en otros casos desaparecen directamente las administraciones absorbidas por otros municipios como se indica para el caso de Riaño, Granada o las Merindades donde según Luis Alfonso Hortelano cuarenta pueblos han sido abandonados y más de treinta tienen menos de cinco habitantes.

Las políticas de lucha contra la pérdida de población

Los autores que tratan la disminución de habitantes mencionan en sus respectivos capítulos diversas medidas y políticas de lucha contra esta dinámica. Pero como señalan Manuel Sáenz et al., no hay posibilidad de mejora territorial sin la existencia de un tejido social fuerte y con capacidad de iniciativa. Es por ello que Luis Alfonso Hortelano habla de la necesaria colaboración entre municipios e instituciones, de sensibilizar a los representantes empresariales y de movilizar agentes sociales, juntas vecinales y asociaciones culturales, tal y como pretenden los Grupos de Acción Local de las iniciativas comunitarias que cubren casi todas las comarcas analizadas. Como indican varios autores la condición sine qua non para el desarrollo rural de las regiones despobladas son los recursos humanos, no la cantidad de personas sino su formación y capacidad para coordinarse y poner en marcha actividades emprendedoras[10].

Sólo si las regiones conservan cierta capacidad para generar o atraer capital humano pueden tener éxito los recursos financieros y los diferentes planes e intervenciones europeos, estatales o autonómicos como por ejemplo el Plan de Desarrollo del Noroeste de la Región de Murcia o la Zona de Actuación Preferente de las Merindades. Estos planes suelen incluir baterías de medidas entre las que cabe destacar la promoción de suelo para parques empresariales; la construcción de VPO; los recursos para la formación; las políticas pronatalistas, de apoyo a la familia o de integración de extranjeros y las ayudas en infraestructuras y equipamientos para sectores productivos. En este sentido algunas comunicaciones como la de Josefina Domínguez et al. muestran el potencial de los SIG y de la cartografía para visualizar, analizar y establecer diagnósticos.

Pero el tipo de medidas que más se repite son los planes de desarrollo turístico que inciden en la puesta en valor de recursos naturales y patrimoniales: estación de esquí y declaración del Parque Regional Picos de Europa cerca de Riaño[11]; aprovechar el tirón del año jubilar en Caravaca[12]; exposiciones como la “Memoria Habitada” para la conservación de la arquitectura popular en las Merindades[13]; aprovechamiento del patrimonio minero de Riotinto en Huelva y la Pernía-Barruelo en Palencia[14].

Otras iniciativas reseñables son las que prestan una atención especial a las mujeres jóvenes, un grupo que juega un papel decisivo en el despoblamiento. Como indican Luisa María Frutos et al. para el caso de Aragón la emigración selectiva afecta de manera especial a las mujeres activas y fértiles dejando en el medio rural a los hombres y a las mujeres mayores como también muestra María José Aguilar para Castilla-La Mancha. En este sentido se han implementado varias políticas de desarrollo local y en particular las iniciativas comunitarias Leader y Proder centradas en la retención de la población femenina.

Finalmente hay que revelar el debate que se da, tanto en las regiones en proceso de despoblación como en las que consiguen cierta recuperación demográfica, acerca del tipo de migración que se puede o se quiere atraer. Y es que la instalación de nuevos pobladores está lejos de ser la panacea. Primeramente por que de poco sirve la inmigración mientras se sigan dando los flujos de salida[15]. Por otra parte hay que tener en cuenta que el padrón puede estar sesgado por el registro de habitantes que no viven en realidad ([16]) y en caso de hacerlo la llegada de “urbanitas” puede llevar a una mera sustitución de población como se ha indicado más arriba para el caso del Baix Empordà[17]). La instalación de extranjeros, aunque sean jóvenes, tampoco es una solución plenamente fiable por los conflictos socio-étnicos que puede provocar[18] y porque no es posible asegurar que su comportamiento o el de sus hijos vaya a ser diferente del de los jóvenes autóctonos a la hora de querer emigrar.

Además de ser unos de los temas principales del congreso, el despoblamiento es uno de los aspectos más alarmantes de la dinámica actual en la población española. En la mayor parte de los territorios que sufren de despoblamiento - tres cuartas partes de los municipios españoles - ya no hay natalidad ni inmigración que venga a frenar el proceso; la situación actual es grave en bastantes lugares y las tendencias descritas se están generalizando. Con los medios y las infraestructuras actuales el despoblamiento podría no ser una condena siempre y cuando existieran los recursos humanos y se realizaran las inversiones adecuadas, pero en tiempos de crisis dichas tendencias parecen aún más difíciles de invertir o de frenar. No es descabellado pensar que la expansión de estas dinámicas termine alcanzando o juntándose con fenómenos parecidos en las extensas zonas suburbanas. Es algo que ya sucede, aunque de manera puntual, en una creciente proporción de ciudades occidentales con el fenómeno llamado shrinking cities o ciudades en decrecimiento.

Evolución de las estructuras de población

Al igual que acabamos de ver con la pérdida de población o con la movilidad y el poblamiento, en las últimas décadas también se han dado importantes cambios en las estructura de población. Y no sólo en lo referente al envejecimiento, también se perciben transformaciones significativas en aspectos como la sex-ratio, la estructura familiar o económica de la sociedad española, entre otros. Dos de las cinco partes del libro abordan estas cuestiones: la primera, “transformaciones recientes de las estructuras de población” y la segunda, “envejecimiento, población mayor y territorio”.

El aumento de las divergencias territoriales en la sex-ratio

Como es sabido, lo normal es que la mortalidad masculina supere a la femenina lo que explica que las mujeres sean más numerosas que los varones a partir de la edad adulta. La menor esperanza de vida de éstos hace que la proporción de mujeres aumente con la edad, pero cuando las migraciones se hacen significativas estas lógicas sufren transformaciones. Cuando los varones se desplazan más que las mujeres, como suele suceder al inicio de muchos procesos migratorios, el lugar de origen se feminiza y el de destino se masculiniza. A medida que la migración se feminiza, como ha sucedido en el medio rural español, esta dinámica se invierte.

Tras décadas de una emigración selectiva que ha afectado sobre todo a las mujeres, el medio rural se encuentra ante un fuerte aumento de la masculinidad como señalan Luisa María Frutos et al. para el caso de Aragón y María José Aguilar para el de Castilla-La Mancha. Ésta última autora indica que cuanto más pequeño es el pueblo más masculinidad hay y mayores son las mujeres. Hace décadas que las jóvenes emigran más que los varones debido a la propia presión de la sociedad rural y a la falta de actividades y de servicios a su medida. Las inversiones en formación, además de alejarlas de los valores tradicionales y patriarcales predominantes del mundo rural, las dotan de un capital formativo difícil de rentabilizar en el medio propio. Como se ha señalado más arriba la salida de las jóvenes tiene consecuencias especialmente graves por tratarse de la población en edad activa y fértil. Por su parte la llegada de extranjeros no suele reducir la masculinidad porque estos, en el caso de ser trabajadores, son mayoritariamente varones, y en el caso de ser jubilados son parejas de edades avanzadas.

La aceleración del envejecimiento

El envejecimiento de la sociedad española se remonta a los años setenta cuando empezaron a descender los nacimientos. No cabe duda de que la causa principal de este proceso es el hundimiento de la natalidad. Sin embargo actualmente se observan nuevas tendencias demográficas que se suman a la desnatalidad para reforzar y acelerar el proceso: la instalación de jubilados europeos, la entrada en la tercera edad de un número creciente de personas o el alargamiento sostenido de la esperanza de vida. Son formas de envejecimiento por la cima de la pirámide - pocas veces mencionadas - que llevan a su “rectangularización” como indica Ricard Génova. Las nuevas pautas de poblamiento de españoles y extranjeros también precipitan el proceso, pues mientras en la ciudad apenas se percibe un rejuvenecimiento o una ralentización del proceso, en el medio rural la persistente partida de los jóvenes condena una parte creciente del territorio a la geriatrización antes de llegar a la despoblación y a la desertización.

Numerosos capítulos del libro se centran en la aceleración del envejecimiento insistiendo sobre todo en la desnatalidad, la partida de los jóvenes y la instalación de jubilados. Para el caso de las provincias litorales Carlos Cortés y Ana Espinosa muestran cómo la instalación de un número creciente de jubilados europeos en la montaña alicantina acelera el envejecimiento de estos municipios ya muy afectados por el éxodo rural. Por su parte Ramón Díaz et al. explican cómo Canarias ha aumentado su población, pero la reducción de nacimientos y la llegada de jubilados han puesto a esta sociedad, hasta hace poco considerada joven, en el umbral del envejecimiento, aunque con fuertes contrastes entre las islas occidentales y orientales. Miguel Solana habla de la preocupante geriatrización de las comarcas rurales de Girona causada por la instalación de jubilados y la marcha de los jóvenes. Julio Hernández revela cómo el envejecimiento gallego se inició antes que en el resto de España por la endémica emigración de jóvenes de esta región. Manuel Sáenz et al. indican cómo toda la provincia de Granada está sufriendo este proceso a excepción del área urbana de Granada y de algunos municipios de la costa que se presentan como “islas jóvenes”. Por su parte José Antonio Aldrey y Luis Alfonso Hortelano mencionan la extrema senectud y el agravamiento de las tasas de dependencia de la montaña astur-galaico-leonesa y de las Merindades de Burgos. Finalmente Miquel Valls et al. estudian la correlación entre envejecimiento, población y tipo de poblamiento (disperso o concentrado) a escala de todo el Estado y destacan cómo los municipios más pequeños son los más envejecidos y los de estructura dispersa son los más envejecidos de entre los municipios pequeños. Son pues muchas y muy diversas las regiones en las que continúa el envejecimiento iniciado con el éxodo rural y el hundimiento de la natalidad y donde hoy hay que añadir la llegada de jubilados.

Sin embargo la aceleración del envejecimiento no es omnipresente, las ciudades y zonas rurales muy concretas conocen una ralentización del proceso e incluso un rejuvenecimiento gracias a la inmigración. Sobre la base de los censos de 1991 y 2001 y de la revisión del padrón de 2007 Carolina Montoro et al. indican cómo la llegada de extranjeros ha rejuvenecido los centros históricos españoles aunque sigan siendo más viejos que el resto de sus municipios. Por su parte Miguel Solana explica cómo la recuperación de población desde 1996 ha rejuvenecido zonas rurales del Baix Empordà (Girona).

Vejez y calidad de vida

La evolución de la estructura demográfica augura un futuro difícil por los impactos socioeconómicos de la geriatrización de nuestra sociedad. Entre otros problemas asistimos a un aumento del número de personas con discapacidad ante las barreras urbanas y los problemas ambientales o psicosociales que ello genera, como muestran Dolores Puga et al. Las características del barrio o del pueblo tienen una influencia creciente sobre la movilidad ordinaria y la actividad física, los accidentes y los temores pueden ser causa de segregación. De allí el reto de envejecer de manera activa y saludable abordado por varios autores, de generar un debate social y político y de implementar políticas públicas de atención a mayores tanto en el medio urbano como en el rural: centros de día, centros residenciales, servicio de ayuda a domicilio, tele-asistencia, diseño de SIG… Como señala Carmen Delgado hablando de Tenerife las políticas y la preocupación por el envejecimiento y el incremento de las tasas de dependencia eran inexistentes hasta los años ochenta. En la actualidad se están transformando en una cuestión central como lo demuestra la ley estatal sobre la dependencia y la adopción, por otras administraciones, de programas por un envejecimiento activo descritos por Carmen Delgado, Maria Celeste García para el caso de Extremadura y Sagrario Anaut para el del municipio navarro de Aibar.

Por otra parte varios autores destacan el aumento muy considerable de la calidad de vida de los mayores con respecto a un pasado no muy lejano. Los cambios sociales, políticos, culturales y económicos de las últimas décadas han influido en la calidad de vida de los mayores, que viven en casa o en residencias. Como señalan María Beatriz Lidón et al. actualmente se vive más y mejor; las relaciones familiares, de amistad o de pareja, la autonomía física y psicológica, las infraestructuras de sanidad, comunicación y transporte mejoran la calidad de vida de los mayores. Estos conjugan mejor la autonomía residencial con el mantenimiento de satisfactorios lazos con la familia a pesar de la eventual distancia, lo que Karim Ahmed-Mohamed denomina como “intimidad a distancia”. Gracias a estos factores y a otros inherentes a la edad como la reducción de las ataduras familiares y laborales, los mayores tienen ahora más oportunidades y más movilidad. Aún así éstas siguen siendo menores con respecto al conjunto de la sociedad como apunta Raúl Lardíes.

Sin embargo muchas veces no es posible mantener la independencia. Son necesarios entonces unos cuidados que muchas familias no se pueden permitir por los costes en tiempo y en dinero. Muchas familias de clase media optan por contratar una trabajadora extranjera. El cuidado de las personas mayores es desde el principio de los años noventa un nicho laboral reservado a las extranjeras, muy mayoritariamente latinoamericanas y europeas del este, y una causa de la feminización de las migraciones como indican Raquel Martínez y Vicente Rodríguez et al. en sus respectivos capítulos. Estas mujeres se incorporan a un segmento del mercado de trabajo poco visible, desregularizado y desprotegido a pesar de que las tareas que llevan a cabo no son fáciles física y psicológicamente.

La terciarización y la feminización de la estructura económica

Como puntualiza al inicio de su ponencia Dirk Godenau, el concepto “estructura” se puede aplicar a otros criterios como los económicos o los socioculturales que al igual que los demográficos también están conociendo una evolución significativa.

Algunos apartados se dedican a la estructura económica de la población mostrando la acentuada hiperterciarización y desagrarización a las que contribuyen causas como las pautas actuales de poblamiento. Sin embargo ocasionalmente las migraciones permiten un resurgir de las actividades tradicionales, en especial cuando se trata de personas con fuertes ideales que se instalan en el campo con el ánimo de ser neo-artesanos y neo-agricultores. En otras ocasiones es el tirón de la demanda de productos “auténticos” y “eco-tradicionales” el que permite el mantenimiento de estas actividades, a veces al amparo de denominaciones de origen. Sin embargo en la gran mayoría de los casos, al tratarse de jubilados europeos o de trabajadores extranjeros o domésticos, las migraciones acentúan una terciarización de la economía y una expansión de la ciudad o de comportamientos urbanos como mencionan Ramón Díaz et al. para el caso de las Canarias. Por otro lado, en el medio rural la despoblación también afecta evidentemente a la estructura económica a través de la desagrarización y la reducción de los escasos servicios.

Hay varios apartados que abordan las transformaciones de la estructura económica de la población, aunque centrados en la jubilación y en el mercado de trabajo. Dos de los tres capítulos liderados por Pau Miret estudian la evolución del mercado de trabajo mostrando su constante expansión y feminización desde los años ochenta. A excepción de los funcionarios casi todos los sectores han aumentado su número de trabajadores y en particular de trabajadoras. La tasa de ocupación de las españolas se dispara a cualquier edad laboral desde la segunda mitad de los años noventa mientras desaparece por completo el hundimiento de la tasa de ocupación que en 1977 tenían las mujeres después de los 23 años, resultado de la maternidad. Por otra parte Pau Miret destaca en una tercera comunicación las variaciones de la edad de jubilación y cómo desde los años setenta se ha reducido la tasa general de los mayores. En una economía en plena terciarización que valora menos la experiencia de los mayores, se ha dado un constante acortamiento del periodo laboral desde los años setenta como resultado del aumento de las prejubilaciones. Una evolución que contrasta con el aumento de la esperanza de vida durante el mismo periodo. El número de varones que se jubila cada año se ha duplicado desde mediados de los ochenta. Antes de que las primeras generaciones del baby boom alcancen la jubilación ya podemos decir que nuestra sociedad está cada vez más envejecida y jubilada lo que a su vez implica más terciarización.

El aumento espectacular de los hogares unipersonales

Por último cabe mencionar los cambios que se están dando en la tipología de hogares, una realidad poco visible pero representativa de la evolución de la familia. Como consecuencia de los nuevos comportamientos sociales, de las pautas de movilidad y del alargamiento de la esperanza de vida, se están dando cambios bruscos e importantes en la estructura familiar. Asistimos a una desestructuración de la familia tradicional y al fortísimo aumento de nuevos tipos de familia (monoparentales, unipersonales). Ello tiene su reflejo en el mercado inmobiliario y en el aumento espectacular de los hogares unipersonales, que se ha cuadruplicado entre 1970 y 2001, y en la diversificación de su composición. Como indican Cristina López et al. hemos pasado de un perfil muy marcado por las mujeres viudas a otro mucho más rejuvenecido y desfeminizado marcado por el crecimiento de la soltería, de las rupturas y de la esperanza de vida. Los pueblos pequeños se especializan en mayores solos/as y viudos/as mientras que las ciudades lo hacen en solteros, adultos solos, divorciados y separados de ambos sexos. Aún así la proporción de hogares unipersonales sigue siendo inferior a la europea con lo que la transición va a seguir.

Las diferentes estructuras de población estudiadas en el libro han seguido cambiando en los últimos años en el mismo sentido que vienen haciéndolo desde hace décadas. Lo han hecho hacia una sociedad más feminizada y terciarizada, con nuevas tipologías de familia y con una creciente dicotomía entre el campo y la ciudad. Pero lo más llamativo es que el repunte de la natalidad y los millones de extranjeros llegados durante la década de los años dos mil han frenado el envejecimiento, pero en ningún momento han invertido el proceso que a partir de ahora parece definitivamente irreversible. Si a escala estatal la situación aún no es muy grave (la edad media es de 41,6 años según el padrón de 2012), a una escala local se confirma la geriatrización de regiones cada vez más amplias. Aunque la calidad de vida de los mayores mejora, estas dinámicas plantean al igual que la movilidad y el poblamiento cuestiones preocupantes a medio y largo plazo.

Conclusión

En la pasada década de este siglo la inmigración extranjera ha sido, no sin razón una temática prioritaria en las investigaciones en ciencias sociales y en los estudios de población. No hay que olvidar por ello la importancia de otras dinámicas actuales de la población. El libro envejecimiento, despoblación y territorio es una aportación significativa en este sentido y supone un estado de la cuestión sobre realidades poblacionales, muchas de ellas endógenas, que ya tienen una importancia primordial en España.

A pesar del gran número de autores y de la diversidad de temáticas abordadas el libro permite inducir con total claridad la diversificación de las pautas de comportamiento poblacional y conectarlas con las tendencias que se vienen dando en España desde hace décadas. Hasta mediados del siglo XX las dinámicas poblacionales iban en una única y misma dirección: la del aumento de población en todos los ámbitos debido a la alta natalidad y al descenso de la mortalidad. Desde entonces procesos como el éxodo rural, la desnatalidad, el envejecimiento, el crecimiento de la esperanza de vida y la instalación de extranjeros han incrementado la complejidad actual de dichas tendencias.

Desde el final de los años noventa estamos ante un aumento demográfico sin precedentes en el conjunto del Estado y en todas sus grandes regiones debido a la llegada de extranjeros y en menor medida al repunte de los nacimientos. Tal es la conclusión en la que podríamos quedar si nos limitáramos a los datos generales de población. Sin embargo al variar la escala de análisis, y este libro nos ofrece esa oportunidad al tener capítulos en regiones y a escalas muy diversas, se hacen visibles otras dinámicas que se vienen gestando desde hace décadas. Entre dichas dinámicas cabe mencionar el incremento de los hogares unipersonales, el aumento de la movilidad, la constante expansión del mercado laboral y por encima de todo, el envejecimiento de la sociedad y los procesos de concentración - dispersión territorial de la población.

En una parte significativa, aunque minoritaria del territorio, la población se está dispersando a través de la periurbanización, la suburbanización e incluso la ruralización del hábitat. Esto se relaciona con la extraordinaria democratización de la movilidad en la que participan cada vez más grupos sociales en territorios cada vez más alejados de las grandes concentraciones urbanas. Esta dispersión genera un modelo de poblamiento y de movilidad que, además de provocar roces socioeconómicos y problemas medioambientales, incrementa la vulnerabilidad ante el envejecimiento y el encarecimiento estructural de los recursos. Por otra parte, en una porción, esta si mayoritaria del territorio, la población tiende a concentrarse en los núcleos grandes, medianos y últimamente incluso pequeños. Esta concentración nos lleva a la despoblación e incluso al abandono del medio rural y a una creciente dicotomización del territorio entre unas localidades grandes o pequeñas cada vez más habitadas y un resto del territorio cada vez más despoblado y en proceso de desertización. Una realidad que sin duda se remonta al inicio del éxodo rural pero que se acelera en estas décadas con la consiguiente pérdida de valores y actividades tradicionales.

Durante los años de bonanza (1996 - 2008) se ha ralentizado el envejecimiento, aunque sin llegar a invertirse, en todas las regiones a excepción del medio rural. En esta evolución ha jugado un gran papel la inesperada y repentina instalación de millones de jóvenes extranjeros y el moderado repunte de los nacimientos con los hijos de la inmigración y de las españolas nacidas en los años sesenta y setenta, la generación más numerosa de la historia del país. Pero una vez pasados los “años fastos”, el envejecimiento parece abocado a acelerarse irremediablemente en todos los ámbitos. Al proceso de desnatalidad iniciado en los años setenta y a la instalación de jubilados europeos se añaden ahora otras dinámicas como la inevitable reducción del número de mujeres en edad fértil y el aumento del número de españoles mayores. Todo ello se junta actualmente con una crisis social y económica sin precedentes en muchas décadas, y la imposición de modelos socioeconómicos más neoliberales que van a favorecer un aumento de la precariedad sociolaboral y una reducción de los nacimientos.

La sociedad española está en una clara aceleración del envejecimiento y está cada vez más concentrada en una porción menor del territorio; pero no es pionera ni en éstas ni en ninguna de las numerosas dinámicas estudiadas en este libro. Se trata por el contrario de procesos cada vez más visibles en el mundo, aún inexistentes o poco significativos en la mayoría de las regiones pero muy relevantes en otras como sucede en Europa Occidental, en Rusia y muy especialmente en Japón donde el saldo natural lleva décadas descendiendo y es negativo desde 2007. Estos son algunos de los retos poblacionales y territoriales más importantes de este siglo XXI. Enfrentarlos de la mejor manera posible exige tanto un seguimiento de su evolución en España y en los países en este sentido adelantados como un compromiso mucho mayor por parte de los actores privados y por descontado públicos.


Notas

[1] Al tratarse de un libro en el que han participado decenas de investigadores se ha citado a los autores en las notas finales para facilitar el seguimiento de cada investigación, aunque, salvo excepciones, sólo se incluye el primer autor de cada capítulo para no sobrecargar el texto. En la bibliografía se ha incluido todos los autores de todos los capítulos del libro.

[2] Transformaciones recientes de las estructuras poblacionales; Envejecimiento, población mayor y territorio; y Despoblación y reconfiguraciones territoriales.

[3] Aplicación de metodologías de análisis espaciales en los estudios de población.

[4] Las cifras de la población en España y sus implicaciones territoriales: un debate necesario.

[5] Manuel Sáenz et al.

[6] José Antonio Aldrey

[7] Sara Hidalgo

[8]Carlos Cortés y Ana Espinosa

[9]  José Cortizo

[10] Diego Barrado et al.

[11] Sara Hidalgo

[12] Ramón Martínez et al.

[13] Luis Alfonso Hortelano

[14] Diego Barrado et al.

[15] Lorenzo López Trigal

[16] Carles Guirado

[17] Miguel Solana

[18]  José Costa

 

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© Copyright: Juan David Sempere Souvannavong, 2014.
© Copyright: Biblio3W, 2014.

 

Ficha bibliográfica:

SEMPERE SOUVANNAVONG, Juan David. Envejecimiento, despoblación y territorio. Contribuciones al XI Congreso de la Población Española. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de octubre de 2014, Vol. XIX, nº 1095 <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1095.htm>[ISSN 1138-9796].


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