Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIX, nº 1098, 15 de noviembre de
2014
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

175 AÑOS DE SERIES DEMOGRÁFICAS EN LA CIUDAD DE BARCELONA.
LA MIGRACIÓN COMO COMPONENTE EXPLICATIVO DE LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN

Antonio López-Gay[1]
Centre d’Estudis Demogràfics

Recibido: 19 de abril de 2012; devuelto para revisión: 13 de noviembre de 2012; aceptado: 3 de octubre de 2014


 

175 años de series demográficas en la ciudad de Barcelona. La migración como componente explicativo de la evolución de la población (Resumen)

La serie anual de nacimientos y defunciones de la ciudad de Barcelona ha cumplido 175 años, sin apenas vacíos. La efeméride es un buen motivo para retomar el análisis del comportamiento de las tres variables demográficas que explican el crecimiento de la población (natalidad, mortalidad y migración) durante este periodo. La migración, en sus diferentes formas, regional, estatal e internacional, ha sido el componente determinante en la evolución demográfica de Barcelona, y por ello el análisis de esta variable tiene especial protagonismo en el artículo.

La evolución demográfica del municipio de Barcelona ha sido objeto de estudio por diversos autores. Este trabajo, no obstante, aporta nuevos elementos para el análisis: se retrocede hasta 1834 en las series de nacimientos y defunciones (que nunca antes han sido presentadas de forma conjunta), se reconstruyen las tasas específicas de fecundidad desde 1927, y se calculan las tasas específicas de migración neta desde comienzos de siglo XX hasta ahora.

Palabras clave: Barcelona, migración, movilidad residencial, demografía urbana, transición demográfica.


 

175 years of demographic series in Barcelona. Migration as explanatory element of the evolution of population (Abstract)

It has been 175 years from the beginning of the births and deaths series in the city of Barcelona. These annual series are almost completed. The anniversary is a good reason to review the analysis of the three demographic variables that have explained population growth (natality, mortality and migration) during this period. Migration, in its different forms, regional, interregional and international, has been a determinant factor in Barcelona’s demographic evolution; this is the reason why the analysis of this variable plays a major role in this paper.

Previous researchers have analyzed the demographic evolution of Barcelona’s municipality. This work, however, includes new elements for the analysis: it goes back to 1834 in the birth and deaths series (which never before have been included together), specific fertility rates have been calculated since 1927, and specific net migration rates have been reconstructed from the beginning of the 20th century to the present day.

Key words: Barcelona, Migration, Residential Mobility, Urban Demography, Demographic Transition.



A finales de 1833 se instala en la calle Tallers de Barcelona “El Vapor”, la primera fábrica totalmente mecanizada de España. La carga simbólica de ese suceso en la historiografía barcelonesa es fuerte, y suele considerarse esa fecha como el inicio, entre otras, de la revolución industrial, urbana y demográfica de la ciudad de Barcelona. En el caso de la demografía, Ramon Miracle publica en el año 1837 una breve serie de eventos demográficos que comienza en 1834. Se cumplen, por tanto, 175 años del inicio de la serie anual de nacimientos y defunciones que en el caso de la ciudad de Barcelona no presenta apenas vacíos. Teniendo en cuenta que los primeros datos publicados en el movimiento natural de la población datan de 1858, la mayor cobertura histórica del caso de Barcelona es consecuencia de las aportaciones de diversos estudiosos de la época, que han sido recopiladas en este trabajo[2].

La efeméride es un buen motivo para retomar el análisis del comportamiento de las tres variables demográficas que explican el crecimiento de la población (natalidad, mortalidad y migración) a lo largo de estos 175 años en la ciudad de Barcelona. La migración, en sus diferentes formas, regional, estatal e internacional, ha sido el componente determinante en la evolución demográfica de Barcelona, y por ello el análisis de esta variable es clave en el desarrollo de este artículo. Además, el hilo argumental conduce a valorar el presente demográfico de Barcelona en base a los procesos conocidos en el pasado, y a realizar algunas consideraciones sobre el futuro de su población.

La evolución de la población de Barcelona desde la revolución industrial ha sido objeto de estudio por numerosos autores. Entre los que analizan los diversos componentes demográficos del crecimiento de la población destacan los amplios monográficos de López Guallar, 1995, Tatjer, 1995 y Cabré, 1997, incluidos en la enciclopedia barcelonesa, Historia de Barcelona, que tratan de forma muy profunda las principales etapas que se distinguen en la historia demográfica barcelonesa. Previamente, Pujadas, 1986 había repasado de forma conjunta el periodo 1857-1986, y Vidal, 1985 había tratado específicamente la etapa de la transición demográfica en Barcelona.

Este trabajo, no obstante, no pretende retomar aspectos que ya han sido presentados por estos autores, sino aportar nuevos elementos de análisis desde un punto de vista estrictamente demográfico. Así, se enfatizan variables como la edad y el sexo, que  cobran protagonismo en la reconstrucción del paso de las generaciones barcelonesas a través del periodo estudiado. Este ejercicio permite el cálculo de las tasas específicas de migración neta a lo largo del siglo XX, cuyos resultados son inéditos. Además, se aportan series anuales que no habían sido presentadas de forma conjunta: se retrocede hasta 1834 en las series de nacimientos y defunciones, y se reconstruyen las tasas específicas de fecundidad desde 1927.

Las fuentes de datos

Un repaso demográfico que comienza en la tercera década del siglo XIX y que se prolonga hasta la actualidad implica la utilización de una gran variedad de fuentes de información. Los datos más antiguos se han tenido que recopilar, a menudo, a través de fuentes secundarias de información, que publicaron aquellos resultados que registraban otras instituciones. A medida que se avanza en el tiempo, en cambio, los datos se recopilan directamente desde las instituciones encargadas de registrarlos. Los datos que se presentan en este artículo se pueden agrupar en dos grandes grupos, dependiendo de su naturaleza demográfica:

- Fuentes de stock de población. En el cuadro 1 se recoge la serie con el total de población residente en Barcelona desde 1826, información imprescindible para aplicar el método indirecto de estimación de los componentes del crecimiento. Los datos a los que se les atribuye un mayor grado de confianza son los procedentes de los censos y padrones elaborados a partir de 1857. Desde 1902 se dispone anualmente del total de residentes gracias a la publicación del Ayuntamiento de Barcelona, el Anuario Estadístico de la Ciudad de Barcelona, que en los periodos intercensales ha construido el total de la población en base a los registros municipales. El padrón continuo de la población del Instituto Nacional de Estadística ha venido a substituir a partir de 1998 ese cálculo interno del Ayuntamiento de Barcelona. Los datos anteriores a 1902 han sido recopilados a través de diversas fuentes entre las que destacan las obras de estadistas, políticos, urbanistas e higienistas que, derivado de sus reflexiones sobre los intensos procesos de crecimiento e industrialización que vivió la ciudad a lo largo del siglo XIX, han aportado un material bibliográfico muy valioso.

La calidad de los datos de stocks es muy diversa a lo largo del periodo estudiado. Como se ha comentado, debe atribuirse un mayor grado de confianza a los recuentos de población realizados tras la implantación de los primeros censos modernos, a partir de 1857. Por otro lado, las estimaciones anuales de población publicadas en el Anuario Estadístico de la Ciudad de Barcelona a partir de 1902 deben asumirse con cierta cautela ya que se elaboraron en base a los registros de flujos naturales y migratorios. Así pues, en periodos de alta intensidad migratoria debe esperarse, por un lado, una fuerte variación interanual de los datos (de mayor o menor intensidad en función de cómo el ayuntamiento registraba las altas y bajas en cada momento), y por el otro, una marcada oscilación con la cifra resultante del censo de población, que permite corregir las deficiencias de los registros migratorios. La diferencia de más de 100.000 personas entre los datos del Anuario Estadístico de 1929 y las del Censo de 1930 es un buen ejemplo para ilustrar esta situación. Más tarde, el advenimiento de la democracia y la facilidad de empadronamiento para realizar los primeros censos electorales podrían haber generado un fuerte sobreregistro en las cifras publicadas a finales de la década de 1970[3], que superan en más de 150.000 individuos al total de población que se obtuvo en el Censo de 1981. El último periodo de fuerte intensidad migratoria, ya con el padrón continuo de la población en marcha, también presenta algunos puntos a tener en consideración[4], como los incrementos producidos por las altas por omisión (de individuos que probablemente llegaron con anterioridad a la fecha registrada) o las bajas por caducidad, cuyo registro se ha depurado recientemente a través de la obligación de la población no comunitaria de renovar su inscripción en el padrón cada dos años.

- Fuentes de flujos de población. En lo que respecta a datos demográficos naturales, la recopilación para el siglo XIX se ha elaborado a través, principalmente, de dos vías. La primera recoge los datos de nacimientos y defunciones que fueron publicados por las instituciones que se encargaron, bajo diversos nombres, de la organización de los datos demográficos y estadísticos en España. Los periodos sin datos han sido cubiertos en su gran mayoría por los publicados en otras fuentes y estadísticas. Diversos autores, desde diferentes disciplinas científicas, publicaron los datos del Registro Civil barcelonés, uno de los primeros en organizarse de forma eficiente en España[5]. Se tiene constancia de la inscripción a partir de 1834 de defunciones, nacimientos y matrimonios[6]. En la serie que comienza en 1834 tan sólo ha quedado sin información el periodo 1848-1855 en el caso de los nacimientos, y 1850-1855 en las defunciones (cuadro 2 y cuadro 3 en anexos)[7].

No existen, en cambio, registros que permitan reconstruir una serie equivalente de entradas y salidas de la ciudad por migración. Este hecho no deja de ser esperado, pues registrar las entradas y salidas residenciales es todavía hoy una tarea compleja, y no comparable a la elevada fiabilidad que aportan los registros de los fenómenos demográficos naturales. El Ayuntamiento de Barcelona publicó en determinados momentos de la primera mitad del siglo XX, y de forma ininterrumpida desde 1950, el número de altas y bajas de la ciudad, pero su calidad se ve afectada por haber adoptado diferentes criterios de registro y por la inclusión de un número notable de omisiones en determinados momentos. No es hasta la consolidación de la Estadística de Variaciones Residenciales, en las últimas décadas del siglo XX, que se dispondrá de datos migratorios internos verdaderamente fiables.

Deben aplicarse, pues, métodos indirectos que permitan estimar el componente migratorio a lo largo de los 175 años estudiados. En el presente artículo se han aplicado dos. El primero es el método de la ecuación compensatoria, es decir, la estimación de la migración neta de un determinado periodo a partir de los nacimientos y defunciones registrados durante el mismo periodo, de un lado, y del crecimiento total del otro. El crecimiento que no es explicado por el crecimiento natural se asigna al migratorio. La calidad de los registros del movimiento natural y del volumen total de población contabilizado en los censos, es clave para el éxito de este método. Se ha podido realizar este ejercicio desde 1834 hasta la actualidad con el único vacío del periodo 1848-1855. El segundo método se ha utilizado desde el censo de 1900 y es el de la reconstrucción de las generaciones de residentes en Barcelona. Se trata de seguir los efectivos de una misma generación a lo largo del tiempo aplicándoles las probabilidades de supervivencia propias del momento, y de su sexo, edad y generación[8]. El déficit o superávit poblacional entre dos momentos censales, resultado de la comparación entre la población real y estimada, es asignado a la migración neta, que finalmente se relaciona con los efectivos medios de esa generación y sexo para crear la tasa de migración neta. Se han utilizado siempre los datos censales (o estimaciones de ellos a 1 de enero, como ha sido necesario para el caso de los censos de 1981 y 1991), con la excepción del periodo 1996-2010, en el que los datos de stock proceden del padrón de población (1996) y del padrón continuo de la población (2001, 2006 y 2011).

El pasado

El repaso al comportamiento de las variables demográficas durante los últimos 175 años se estructura en base a la figura 1, que muestra en números absolutos la aportación del crecimiento natural y migratorio al crecimiento total. Tal y como se ha comentado en el apartado anterior, los datos del crecimiento natural y total son conocidos, con lo que la migración se estima a través de los dos valores anteriores.

Figura 1. Componentes del crecimiento demográfico en la ciudad de Barcelona, 1834-2010
Fuente: Diversas fuentes, citadas en los anexos 1, 2 y 3.


Inmigración y saldo natural negativo durante la explosión industrial y urbana

El conjunto de municipios del Llano de Barcelona, incluida la capital catalana, triplicaron su población entre 1834 y 1900. Los diversos registros de la ciudad de este periodo muestran que rara vez el saldo natural fue positivo. La mortalidad presentaba valores elevados, sobre todo en los años en los que se registraban crisis epidémicas, relativamente frecuentes en este periodo. La dificultad por reducir la mortalidad en un ámbito urbano e industrial como el barcelonés era notable, y por este motivo la mortalidad no era menos letal que en las áreas rurales, incluso una vez las denostadas murallas fueron derribadas[9]. Los indicadores de mortalidad se encontraban lejos de los que presentaban las ciudades mundiales más prósperas[10] y no se redujeron con decisión hasta la última década de siglo XIX, una mejora que coincidió con las reformas urbanas y procesos de saneamiento que lideró el ingeniero García Faria[11]: en 1890 la tasa de mortalidad era del 30,3‰, mientras que en 1902 ya se situó en un 23,2‰.

La fecundidad sí que anticipó su reducción respecto al conjunto de Cataluña[12], y se encontraba en los niveles más bajos entre las áreas urbanas europeas. El recuento de nacimientos según la edad de la madre registrados en el municipio de Barcelona entre 1864 y 1880 publicados por Colomer i Codina en 1883 permiten situar el ISF de la ciudad poco por encima de los tres hijos por mujer, claramente por debajo del 4,13 de Cataluña en 1885 i similar al 3,32 del conjunto francés del mismo año[13].

Con un saldo natural negativo, se atribuye al comportamiento migratorio no tan sólo el incremento total de efectivos, sino también la compensación del balance natural negativo. La ciudad ejerció el papel de centro industrial con una enorme capacidad de atracción. Los núcleos del Llano de Barcelona también se aprovecharon de la difusión industrial y económica que se produjo en la zona. La última década del siglo es la que registró un crecimiento migratorio más elevado, superior incluso, en cifras relativas, al episodio inmigratorio de la segunda mitad del siglo XX.

La atracción de Barcelona se manifestaba en población de ambos sexos, aunque el flujo inmigratorio femenino fue ligeramente más importante. La estructura por edad de los nuevos residentes estaba marcada por una notable acumulación de individuos en la franja de jóvenes y adultos jóvenes. En el caso de las mujeres, también debe destacarse la llegada de importantes flujos de población muy joven, incluso infantil. Estos aspectos pueden identificarse en la figura 2, que traza la evolución de los residentes del Llano de Barcelona desde el censo de 1860 hasta 1900. Como ejemplo de crecimiento de intensidad elevada destaca el caso de las generaciones de mujeres nacidas entre 1871 y 1880, que pasan de tener 38.000 efectivos en 1887 a 58.000 en 1900.

Generaciones masculinas
Generaciones femeninas
Figura 2. Evolución de los residentes en la ciudad de Barcelona y municipios anexionados según generación, 1860-1900
Fuente: Censos de población de 1860, 1877, 1887 y 1900. La figura incluye en todos los censos la población de los municipios que finalmente formarán el municipio de Barcelona

Localidades de la provincia de Barcelona y del resto del territorio catalán fueron los principales puntos de procedencia de la población inmigrante. Respecto a las personas nacidas en el resto de España, no existen datos empíricos hasta el año 1877, cuando el censo indica que uno de cada cuatro barceloneses había nacido fuera del territorio catalán, valor que se mantuvo bastante estable hasta el final del siglo. La presencia de este grupo era, pues, bastante destacable antes de los episodios migratorios del siglo XX, cuando definitivamente se amplía el ámbito de procedencia de la población. También era significativo el elevado grado cosmopolita de la ciudad, con diferencia la capital española con más extranjeros (en el censo de 1877, el 2% de población de Barcelona había nacido en el extranjero). La atracción que la ciudad ejerció sobre los extranjeros refuerza la idea de una Barcelona que vivió un gran desarrollo industrial, urbano y económico durante la segunda mitad del siglo XIX.

Las dos etapas de crecimiento migratorio del siglo XX: hacia la conquista de los límites municipales

La consolidación de la inmigración interregional, 1900-1940

Con el cambio de siglo, la fecundidad y la mortalidad prosiguieron su camino hacia niveles post-transicionales, que se alcanzaron hacia el final de la primera mitad de siglo XX. La fecundidad se reducía progresivamente, y en la década de 1920 y 1930 se registraron valores transversales similares a los que se registrarían a finales de la década de 1970, por debajo, incluso, de los dos hijos por mujer. Con una fecundidad a la baja, el saldo natural no consiguió mostrar la espectacular mejora de los niveles de mortalidad, que iniciaron un veloz proceso de reducción, sobre todo después de la letal epidemia de gripe de 1918. Buena prueba es el aumento de la esperanza de vida, que estuvo a punto de doblarse entre 1900 y 1940, gracias a un extraordinario descenso de la mortalidad infantil, que pasó del 150‰ al 50‰ entre ambas fechas. El saldo natural es prácticamente nulo entre 1900 y 1920, mientras que a partir de 1920, y hasta la Guerra Civil, se suceden los años con saldo natural positivo. En este periodo se produce, finalmente, la convergencia entre los valores catalanes y barceloneses en las dos variables, fecundidad y mortalidad.

La centralidad de Barcelona en la dinámica migratoria catalana del primer tercio del siglo XX fue indiscutible. Entre 1900 y 1930 se duplicó la población, Barcelona se convirtió en la primera capital española en superar el millón de habitantes, y su peso dentro de Cataluña aumentó considerablemente (en 1940, casi el 40% de los catalanes residían en Barcelona, mientras que en 1900 vivían en la capital el 27,7%).

El periodo 1915-1930 ha sido la etapa de la historia moderna de Barcelona en la que se ha incorporado más población por motivos migratorios, tanto en términos absolutos como en términos relativos (sólo el periodo 1940-1970, más largo, añade en números absolutos una cantidad similar). Con un saldo migratorio cercano a las 400.000 personas, la variable migratoria aportó más del 90% del crecimiento del periodo. A raíz de esta dinámica, tan sólo cuatro de cada diez residentes eran hijos de Barcelona en 1930. La actividad económica y la transformación industrial generada en la Barcelona de la década de 1920, además de un contexto de expulsión en algunos ámbitos españoles, potenciaron la capacidad de atracción de la ciudad. Entre 1920 y 1940, Barcelona atrajo el 90% del flujo inmigratorio que llegó a Cataluña[14].

La juventud del flujo que se incorpora a la ciudad se repite en todos los episodios inmigratorios de Barcelona, y éste no es una excepción. Entre las generaciones más jóvenes se superaron unas tasas de migración del 60‰, unos valores relativos que tan sólo se han vuelto a alcanzar en el primer quinquenio del siglo XXI (figura 3). La inmigración de las primeras décadas del siglo XX estuvo asociada, también, a una cierta feminización de los flujos, sobre todo en los procedentes del norte de España.

1901-1910
1911-1920
1921-1930
1931-1940
 

Figura 3: Tasas de migración neta según periodo, sexo y generación, 1901-1940
Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población de 1900, 1910, 1920, 1930 y 1940 y la tabla de mortalidad de las generaciones catalanas[15]

Gracias a la inclusión en los censos de 1920, 1930 y 1940 del lugar de nacimiento de la población, se dispone de información más amplia sobre los ámbitos de procedencia de los flujos migratorios. De éstos se extrae la definitiva apertura de Barcelona a ámbitos migratorios extraregionales, y cada vez más alejados. Aragón, Comunidad Valenciana, además del resto de Cataluña se consolidaron como las principales regiones de nacimiento de la población no nacida en la ciudad, a la vez que dos nuevas procedencias, Murcia y Almería, incrementaron extraordinariamente sus efectivos en Barcelona. En 1930, menos de la mitad de la población había nacido en el propio municipio de Barcelona (43,6%) y más de una tercera parte (37,0%) había nacido fuera de Cataluña.

Inmigración y saldo natural positivo en la llegada de Barcelona a su techo demográfico y a la conquista de los límites municipales, 1940-1970

Después del estancamiento poblacional durante la década de 1930, la inmediata postguerra representa en Barcelona el retorno al crecimiento migratorio intenso. El flujo inmigratorio no sólo compensó el emigratorio, sino que fue el responsable de la mayor parte del crecimiento de 200.000 personas que se experimentó en la ciudad entre 1940 y 1950. La centralidad de Barcelona respecto a la dinámica catalana continuaba siendo indiscutible en los primeros momentos de esta segunda etapa migratoria del siglo XX.

De este periodo destacan diversos elementos que lo diferencian de anteriores etapas inmigratorias:

-       (i) El saldo natural positivo acompañó al crecimiento migratorio en el crecimiento total del volumen de población. Fue sobre todo a partir de la década de 1950 cuando el aumento de la fecundidad y la existencia de una estructura por edades favorable, principalmente, potenciaron el incremento de los nacimientos registrados. El resultado fue un saldo natural positivo, en aumento, que a finales de la década de 1960 y comienzos de la del 1970 alcanzó los valores más elevados. La fecundidad aumentó en todas las edades, pero sobre todo entre las mujeres adultas-jóvenes, hecho que representó un ligero descenso de la edad media a la maternidad (figura 4). En la década de 1950 el saldo natural ya pasó a explicar un tercio del aumento total de la población, pero en la década de 1960 el crecimiento natural se consolidó como principal, y casi único, responsable del incremento de población.

Figura 4. Evolución de las tasas específicas de fecundidad. Barcelona, 1927-2012
Fuente: Nacimientos según edad de la madre en: Anuari Estadístic de Barcelona (1926-1974), Movimiento Natural de la Población (INE) (1975-1984) e IDESCAT (1985-2012). Población específica en Anuario Estadístico de Barcelona, censos de población y padrón continuo

-        (ii) El segundo rasgo distintivo de esta etapa respecto episodios anteriores se encuentra en elementos de índole urbana y en la propia superficie del municipio de Barcelona como ente administrativo. La progresiva saturación del tejido urbano municipal anticipó respecto al resto de Cataluña el descenso del flujo inmigratorio procedente de fuera del territorio catalán. La construcción de la ciudad se acercaba hacia su punto final con la urbanización de los últimos espacios disponibles en los límites municipales. Esta misma saturación urbanística, con las lógicas consecuencias económicas en el precio del suelo, fue clave en la pérdida de la centralidad migratoria que Barcelona había ejercido en todas las etapas migratorias anteriores. Los municipios metropolitanos, sobre todo los situados en el interior de la primera corona, fueron los que recibieron no tan solo parte de la inmigración que durante la década de 1960 continuaba llegando de forma intensa a Cataluña, sino también el flujo que abandonaba la ciudad central en forma de movimientos residenciales de relocalización metropolitana. La atracción migratoria que había generado la ciudad de Barcelona, casi exclusivamente, en las etapas migratorias anteriores evolucionó hacia otra dimensión, una nueva situación en la que el conjunto de la Región Metropolitana, con la ciudad central como motor económico, se convirtió en la generadora de la atracción migratoria.

La conjunción de estas dos dinámicas queda patente en la figura 5. Las tasas de migración neta disminuyen a media que se avanza en el tiempo, y durante la década de 1960 tan sólo son las generaciones de adultos más jóvenes las que aumentan efectivos.

1941-1950
1951-1960
1961-1970
 
Figura 5. Tasas de migración neta según periodo, sexo y generación, 1941-1970
Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población de 1940, 1950, 1960 y 1970 y la tabla de mortalidad de las generaciones catalanas[16].

Los ámbitos que alimentaron los flujos que llegaron a la ciudad y al ámbito metropolitano se ampliaron finalmente a todo el territorio español. Las provincias occidentales de Andalucía, las dos castillas y las de carácter más rural de Galicia, incorporaron un gran número de efectivos a la población de Barcelona. En 1970 la mitad de los barceloneses habían nacido fuera del municipio, mientras que casi cuatro de cada diez habían nacido fuera del territorio catalán. Con la progresiva saturación del municipio barcelonés, los primeros mecanismos de selección de la población de Barcelona se manifestaron sobre el propio flujo inmigratorio procedente de fuera de Cataluña, ya que existía una mayor preferencia por la localización en la ciudad de Barcelona de los flujos procedentes del norte de España, mientras que las personas nacidas en la mitad meridional de la península estaban más representadas, en términos relativos y absolutos, en el resto de los municipios metropolitanos[17].

Con estos elementos demográficos, saldo natural positivo e intenso, y un saldo migratorio que hasta 1960 presentó niveles elevados, se experimentó un rápido proceso de rejuvenecimiento de la pirámide de población de la ciudad. Como se podrá ver más adelante, se podría decir que el elevadísimo crecimiento natural que compensó la reducción del crecimiento migratorio a partir de 1960, incubó las salidas municipales barcelonesas que se han experimentado con especial intensidad durante la década de 1990.

La saturación de la ciudad central: movilidad residencial y desconcentración de la población en la metropolitanización de Barcelona, 1970-2000

Agotados los flujos inmigratorios interregionales fueron los movimientos a corta distancia, la movilidad residencial, los que protagonizaron la dinámica migratoria en la ciudad de Barcelona y en la región metropolitana a partir de 1970. Por primera vez, como mínimo desde 1834, se prolongó a partir de 1970 un periodo de más de 25 años en los que la ciudad de Barcelona registró un saldo migratorio negativo. Alcanzado el techo poblacional a finales de la década de 1970[18], gracias a un saldo natural todavía positivo que compensaba las pérdidas por migración, pero que se reducía rápidamente, comenzó el proceso de pérdida de población que tocó fondo a finales de la década de 1990 (1,5 millones), cuyo principal responsable fue el balance migratorio negativo. Los municipios metropolitanos, situados primero en la primera corona y, más tarde, en la segunda corona, fueron los principales ámbitos que recogieron el flujo emigratorio barcelonés, en un proceso experimentado con anterioridad en otros espacios centrales de Europa y de Estados Unidos.

Los aspectos residenciales, integrados en el contexto de un proyecto vital, individual y familiar, en que la decisión residencial se entiende dentro de un marco explicativo que incorpora las decisiones pasadas y las expectativas de futuro[19], y en los cuales también aparecen elementos relacionados con el heterogéneo y selectivo mercado de vivienda que condicionan las decisiones y trayectorias residenciales, son imprescindibles para entender la desconcentración demográfica de la ciudad central barcelonesa. Éste es también el periodo de metropolitanización de Barcelona, con el crecimiento de las áreas funcionales y la consolidación de unos ejes metropolitanos[20].

Entre los elementos que explican el proceso de desconcentración de la ciudad central destacan: i) elementos de naturaleza demográfica con la llegada a la edad de emancipación de las generaciones del baby-boom nacidas entre 1960 y 1975 que han incrementado significativamente la demanda de vivienda en los sectores urbanos[21], ii) la revalorización de los espacios periféricos, bien por la relocalización de la actividad económica, la expansión de las vías rápidas de comunicación, o por los nuevos modelos residenciales en los que se valoran favorablemente las características de la vivienda y del entorno[22], y iii) la situación del mercado de la vivienda, con precios menores en las coronas metropolitanas, y la capacidad de movilidad cotidiana de la población[23].

Desde la óptica demográfica, la evolución del número de hogares y de las personas se configura como aspecto clave para comprender el proceso de desconcentración urbana (figura 6). La pérdida de población registrada en la ciudad central a partir de 1981 no ha estado acompañada por un decrecimiento en el número de hogares. Parece lógico pensar, pues, que la principal explicación al descenso de la población se encuentra en la imposibilidad de incrementar el parque de viviendas al mismo ritmo al que se experimentó el descenso del número de personas en el hogar. En este proceso jugó un papel clave la llegada de generaciones muy numerosas a la edad de emancipación residencial y de formación de nuevos hogares, que generó una presión adicional en los espacios centrales. La desaparición de hogares por la cúspide de la pirámide era insuficiente para compensar la demanda de vivienda que se generaba entre la población adulta-joven de la ciudad.

Municipio de Barcelona
 
Municipios < 15 km de Barcelona
Municipios resto provincia BCN

Figura 6. Evolución de la población  y de los hogares en la ciudad de Barcelona y en el  resto de municipios de la provincia según distancia a Barcelona, 1950-2001
Fuente: Censo de población y hogares, 1950-2001

En la ciudad con límites, la pérdida de población de todas las edades por migración es una dinámica común a lo largo de todo este periodo (figura 7). Especialmente relevante es la forma de la curva de las tasas de migración neta del quinquenio 1991-1995. En ella se puede identificar, aunque con signo negativo, la tradicional curva de movilidad residencial, aquella que vincula los cambios de residencia con el ciclo de vida individual y familiar[24]. Las generaciones que cruzaron ese periodo en edades de formación de nuevos hogares son las que presentan pérdidas de población por migración más elevadas.

1971-1980
1981-1990
1991-1995
 
Figura 7. Tasas de migración neta según periodo, sexo y generación, 1971-1995
Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población de 1970, 1981, 1991, del padrón de población de 1996 y de la tabla de mortalidad de las generaciones catalanas[25]

El presente

El descenso del número de habitantes en el municipio de Barcelona, nunca del número de hogares, se frenó a finales de la década de los noventa en los 1,5 millones de personas. Desde entonces, la población de la ciudad ha aumentado en unas 120.000 personas, un crecimiento que se ha experimentado, casi exclusivamente, durante el quinquenio 2001-2005. La migración internacional ha sido la responsable del cambio de signo del saldo migratorio de Barcelona tras tres décadas de pérdidas por migración. La población de nacionalidad extranjera pasó de 30.000 personas en 1996 a 260.000 en enero de 2006, mientras que era de unas 280.000 a finales de la década. La elevada intensidad del proceso, la heterogeneidad de orígenes y la diversidad de la estructura por sexo y edad según esos orígenes, son los principales rasgos que caracterizan esta nueva etapa inmigratoria de la ciudad[26].

Con la llegada de la población extranjera las tasas migratorias netas de Barcelona de los quinquenios 1996-2000 y 2001-2005 han vuelto a ser positivas en las edades adultas, sobre todo en las más jóvenes (figura 8). Mientras tanto, el número de nacimientos no ha cesado de ser inferior al de las defunciones, pese a que las generaciones llenas del baby-boom han cruzado las edades de máxima fecundidad, y a la aportación de la población extranjera.

1996-2000
2001-2005
2006-2010
 

Figura 8. Tasas de migración neta según periodo, sexo y generación, 1996-2005
Fuente: Elaboración propia a partir del padrón de habitantes de 1996 y del padrón continuo de la población hasta 2011

No obstante, las tasas migratorias netas positivas no deben ocultar el saldo migratorio negativo que la ciudad todavía mantiene en la relación con el resto de su región metropolitana. La situación demográfica del presente en Barcelona no puede explicarse sin contemplar la existencia de elementos que se encuentran fuera de la demografía[27]. Entre ellos destacan la vivienda y el uso del suelo, cuya importancia arranca en la etapa anterior, en el momento en el que la ciudad se urbaniza hasta los límites municipales[28], y que ha provocado que el parque de viviendas haya permanecido muy estable a lo largo de las últimas décadas. Este escenario genera un importante cambio de dimensión respecto a un pasado en que los cambios demográficos se explicaron primero por las características de los que llegaron a la ciudad, y más tarde por las de los que marcharon. Una vez se paraliza el descenso de población y el repentino incremento consecuencia de la migración internacional, la ciudad entra en una etapa de cierta estabilidad, en lo que respecta al volumen de población, en la que los cambios en las características demográficas están determinados por la propia evolución de sus residentes y, sobre todo, por la relación que se establece entre quien abandona la ciudad, ya sea por motivos naturales o migratorios, y quien se incorpora a la ciudad. A partir de ese momento, por tanto, se puede hablar de renovación de la población.

La población que protagoniza los flujos migratorios en que participa la ciudad de Barcelona no está extraída al azar del conjunto de la población sino que obedece a unos criterios de selección muy precisos, en forma de filtro sociodemográfico, en el que intervienen elementos relacionados con la centralidad, el mercado de la vivienda o la localización de la actividad económica. Como consecuencia de las fuerzas de ese filtro, la ciudad central retiene y atrae la población con un mayor nivel de instrucción y con una condición socioeconómica más alta, mientras que los barceloneses con estudios obligatorios y los trabajadores manuales son los principales candidatos a abandonarla. También se registra un notable arraigo en la ciudad de los movimientos con una dimensión individual, de forma que la mayor parte de la población que marcha de la ciudad con destino a la Región Metropolitana de Barcelona y al resto de Cataluña está casada o convive con la pareja. La resistencia de los solteros y de la población que no convive con la pareja a abandonar la ciudad, les hace adoptar estrategias residenciales que les permite hacer frente al competitivo mercado de la vivienda barcelonesa, como el alquiler o la residencia en unidades de menor superficie. En cambio, la población que abandona la ciudad satisface sus preferencias en términos de régimen de tenencia y superficie de la vivienda. De este modo, el modelo emigratorio está caracterizado por el protagonismo casi absoluto de la propiedad y de viviendas con una superficie superior.

La dinámica migratoria y residencial de los últimos años, pues, ha potenciado la segmentación y especialización de los espacios metropolitanos en múltiples términos sociodemográficos. A modo de ejemplo, algo menos de la mitad de las mujeres barcelonesas de 30 a 34 años estaban casadas en 2001, mientras que en el resto de la Región Metropolitana, éstas representaban un 70%. En términos de nivel de instrucción, en la ciudad de Barcelona reside casi la mitad de la población con estudios universitarios de 25 a 39 años de toda la RMB, mientras que tan sólo lo hace una cuarta parte de la población de ese mismo grupo de edad con estudios obligatorios[29].

Un ejemplo muy gráfico para definir la renovación de la población de Barcelona derivada de los procesos migratorios es el de la transformación de la estructura por edad. La combinación de la migración extranjera y la emigración por motivos residenciales ha provocado que el protagonismo de las generaciones nacidas durante el baby-boom en Barcelona haya quedado totalmente diluido (figura 9).

Figura 9. Relación entre los nacimientos registrados en Barcelona y la estructura actual de la población de Barcelona, 1-I-2012
Fuente: Padrón continuo de la población española, 2012 (INE) y Movimiento Natural de la Población (Anuari de la Ciutat de Barcelona, 1920-1979; INE, 1980-2011)

 

Consideraciones finales: el futuro

Se ha insistido a lo largo de los capítulos anteriores sobre dos elementos que inciden fuertemente en la situación actual de la población de Barcelona y que lo continuarán haciendo en el escenario futuro. Uno hace referencia a la escala geográfica sobre la que se estructura este artículo, una entidad administrativa municipal con unos límites establecidos, y a los que la actividad urbanística alcanzó hace casi medio siglo. El otro es la fuerte dimensión central que ocupa esta unidad dentro en la Región Metropolitana de Barcelona.

En este contexto urbano que es maduro, saturado y central, la migración continuará siendo la principal responsable de las transformaciones sociodemográficas que se experimentarán en el futuro. Estos cambios ya no se harán patentes en términos del número absoluto de habitantes, sino en la composición de la población. Del saldo natural no se puede esperar una inflexión en su signo. No parece razonable contemplar a medio plazo, ningún otro escenario que no sea el de un número de defunciones superior al de nacimientos, y eso que en 2008, los nacimientos han estado muy cerca de superar al de defunciones después de más de veinte años de saldo natural negativo. Puede ser que en un futuro inmediato se consiga el cambio de signo, pero será una situación excepcional, pues la llegada de generaciones de efectivos decrecientes a las edades de máxima fecundidad es inminente. La migración internacional ha incrementado el número de efectivos de esas generaciones, pero la diferencia es todavía grande en comparación con el volumen de las generaciones que han cruzado las edades de máxima fecundidad durante de los últimos años. Debería darse un considerable aumento de la fecundidad para cambiar este escenario. Por otro lado, en la cúspide de la pirámide se acumulan generaciones que han visto aumentar su esperanza de vida a lo largo del transcurso de sus vidas (figura 10).

Figura 10. Pirámide de población de la ciudad de Barcelona, 1-I-2012
Fuente: Padrón continuo de la población (INE)

Antes de detallar los efectos de la migración, internacional e interna, en el futuro de la población de Barcelona, es necesario destacar la importancia de los registros administrativos como elemento que también incide en las características de la población que se contabilizará en el futuro. En primer lugar, debe darse un plazo de tiempo para que los registros de la población extranjera se normalicen y se aproximen al escenario real. La gran intensidad del fenómeno, junto con la inestabilidad residencial de la población y la picaresca sobre el propio registro, ha puesto a prueba una fuente recién estrenada como el padrón continuo, que ha introducido cambios en los últimos años para mejorar su calidad. Por otro lado, la evolución del comportamiento de la población en términos residenciales hace más compleja la tarea de la adscripción de una persona a un determinado lugar. Si en el futuro la población se contabiliza como hasta ahora, habrá que tener en cuenta en qué lugar se inscribirán personas que residen indistintamente en dos municipios, o en dos países, por ejemplo, o si la población que reside por un breve periodo de tiempo en la ciudad se inscribe en ese registro.

El flujo migratorio internacional es el más difícil de predecir en un futuro a medio plazo. El freno de la migración en el segundo quinquenio de la presente década como consecuencia de la regresión económica no tiene por qué ser definitivo. Barcelona, como espacio central de la región metropolitana, puede ejercer de nuevo su atractivo sobre la población extranjera. Los orígenes de esa migración pueden diversificarse todavía más. La migración internacional no debe considerarse exclusivamente en términos de flujos desde los países con menores ingresos, sino que también debe incluirse a la población que presenta un perfil sociodemográfico más cualificado y que puede llegar a la ciudad por poco tiempo, como los estudiantes, por ejemplo, o con el objetivo de establecerse durante un periodo más largo, como los profesionales. En este escenario futuro a corto plazo de la migración internacional, jugará un papel muy importante la duración e intensidad de la actual crisis económica. Más allá de una disminución significativa del total de población de nacionalidad extranjera que no parece que se esté produciendo, la crisis está generando algunos cambios en su composición. Determinadas nacionalidades han visto decrecer el número de habitantes en el municipio, especialmente las latinoamericanas, mientras que las asiáticas, especialmente Pakistán y China, han aumentado su población.

En términos de migración interna, las salidas municipales han sido superiores a las entradas a Barcelona desde hace casi medio siglo. No obstante, en los últimos años se han observado signos que apuntan hacia una recuperación del atractivo ejercido por los espacios centrales. Se ha registrado un significativo aumento de las tasas de emigración de los municipios metropolitanos con destino a la ciudad central. De la misma forma, se ha experimentado un descenso de las tasas emigratorias con destino a la región metropolitana[30]. El saldo migratorio negativo de Barcelona en relación con el resto de la provincia se ha reducido desde los 25.000 individuos de 2003 hasta los 5.000 de 2012 (figura 11). Será importante también tener en cuenta el comportamiento de la población extranjera en términos de movilidad residencial[31]. En la relación con el resto de España, desde 2009 ya se registra un saldo migratorio positivo tanto de población de nacionalidad española como de extranjera. No parece haber elementos que hagan pensar en un cambio de tendencia de este flujo interregional a corto y medio plazo.

Figura 11. Evolución de la movilidad residencial y del saldo migratorio de la ciudad de Barcelona en relación con el resto de municipios de la provincia, 1998-2012
Fuente: Estadística de Variaciones Residenciales, 1998-2012

Podríamos estar, pues, en la antesala de la inflexión del signo del saldo migratorio interno, o como mínimo de su estabilización alrededor de cero. Si así sucediese se pondría fin a décadas en las que la ciudad central ha perdido población en beneficio de su región metropolitana. El momento parece propicio para conseguirlo. Vinuesa (2005) apunta el efecto del envejecimiento de los hogares en los espacios centrales sobre la liberación de viviendas. Blanes y Menacho, 2007 anunciaban que a lo largo del quinquenio 2006-2010 se registraría una progresiva reducción en la generación neta de hogares por el efecto estructural de la población residente en Barcelona, un proceso que prevé un punto de inflexión en el quinquenio 2011-2015, cuando desaparecerán más hogares por mortalidad que los que generarán los barceloneses por la propia dinámica de creación de hogares por el efecto estructura. Sería ésta la primera vez en la historia contemporánea barcelonesa en que se registrarían estas circunstancias. Sin duda, la llegada de las generaciones menos numerosas a la edad de emancipación residencial y la desaparición de hogares por la cúspide de la pirámide moderará la presión al mercado de la vivienda en los espacios centrales e introducirá cambios en las dinámicas residenciales metropolitanas. En este contexto, habrá que prestar atención a cómo evoluciona el filtro sociodemográfico, claramente selectivo a favor de los grupos socioeconómicos más altos[32], porque en su mecanismo de selección está el futuro de la renovación de la población de Barcelona.

ANEXOS

Notas

[1] Antonio López-Gay, Centro de Estudios Demográficos, tlopez@ced.uab.es, Campus de la UAB, Edificio E2, 08193 Bellaterra.

[2] Este texto se inscribe dentro del proyecto de I+D “La movilidad geográfica de la población extranjera en España: factores sociodemográficos y territoriales” (SEJ2007-61662/GEOG) dirigido por el Dr. Joaquín Recaño y del proyecto «Inmigración internacional y familia en España: Trayectorias de pareja en perspectiva transnacional» (CSO2011-24544), dirigido por el  Dr. Albert Esteve Palos (PI).

[3] Cabré y Muñoz, 1997

[4] Ródenas y Martí, 2006; Devolder, Gil y Forte, 2006

[5] Tatjer, 1995

[6] Tatjer, 2001

[7] El Registro Civil se implanta de forma definitiva en toda España en 1871. No obstante, los primeros intentos de conseguir un sistema de registro civil normalizado datan de principios del siglo XIX. En 1841, mediante un decreto del Gobierno de la Regencia, se ordena el establecimiento del Registro Civil en los municipios de más de 500 personas (Cusidó, 2011). En el caso de Madrid, también se dispone de la serie completa del registro civil desde 1841, que está siendo digitalizada en la actualidad en el contexto del proyecto HISDI-MAD del Consejo de Investigaciones Científicas. El Registro Civil se implanta en España tiempo después de que se organizase en otros países europeos. Los países nórdicos son los pioneros en establecer la obligatoriedad civil de registrar los nacimientos, defunciones y matrimonios a fines del s. XVII. En Francia se organiza el registro civil desde 1792 y en Inglaterra desde 1836 (Cusidó, 2011)

[8] Se han utilizado las probabilidades de supervivencia calculadas por A. Cabré para todas las generaciones catalanas nacidas entre 1856-1960 (Cabré, 1989). Para los últimos períodos quinquenales del siglo XX y el primero del siglo XXI se han utilizado las calculadas por Blanes para el conjunto de población catalana, utilizadas en las proyecciones de población del Centre d’Estudis Demogràfics.

[9] Monlau, 1841; Cerdà, 1867

[10] Colomer i Codina, 1883

[11] En 1893 García Faria publica desde su posición en el Ayuntamiento de Barcelona el Proyecto de Saneamiento del subsuelo de Barcelona: alcantarillado, drenaje, residuos urbanos.

[12] Cabré, 1999; Vidal, 1996

[13] Cabré, 1999

[14] Aracil et al., 1996

[15] Cabré, 1989

[16] Cabré, 1989

[17] López-Gay, 2008

[18] Las cifras oficiales lo alzan hasta cerca de los dos millones de personas, aunque se estima que ese dato está ligeramente sobrestimado y se sitúa alrededor de 1,75 millones (Cabré y Muñoz, 1997).

[19] Módenes, 2001; Módenes, Recaño y Sánchez, 2003

[20] Nel·lo, 2004

[21] Módenes, 1998

[22] Pujadas, 2005

[23] Miralles, 2002

[24] Rossi, 1955; Clark y Onaka, 1983

[25] Cabré, 1989

[26] Domingo, Bayona y López-Gay, 2004

[27] Cabré, 1991; Cabré y Muñoz, 1997

[28] Debe tenerse en cuenta que el municipio de Barcelona es una de las entidades más pequeñas entre las principales ciudades centrales europeas (Serra, 2002). Este rasgo refuerza la centralidad de esta unidad administrativa en los estudios realizados a escala municipal.

[29] López-Gay, 2008

[30] López-Gay, 2011; 2012; 2014

[31] Bayona y López-Gay, 2011

[32] López-Gay, 2008


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Ficha bibliográfica:

LÓPEZ GAY, Antonio. 175 años de series demográficas en la ciudad de Barcelona. La migración como componente explicativo de la evolución de la población. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de noviembre de 2014, Vol. XIX, nº 1098 <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1098.htm>[ISSN 1138-9796].


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