Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796] 
Nº 118, 9 de octubre de 1998.

  Elisa Petti Pinheiro: Europa, Francia y Bahía. La difusión y adaptación de los modelos urbanos europeos. Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Francisco Javier Monclús, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (Departamento de Composición Arquitectónica), Universidad Politécnica de Cataluña, enero 1998, 389 págs.

Horacio Capel



La Tesis de Eloisa Petti Pinheiro responde a una línea de investigación coherente y sostenida, y supone un paso más en una investigación personal que se inició con su Tesis de Maestrado sobre las reformas urbanas realizadas en el casco antiguo de Salvador, Brasil, a principios del siglo XX. En ella había planteado ya el tema de las influencias en el proceso de modernización urbana, tratando de descubrir si las claves de dicho proceso se encontraban en las actuaciones de Haussmann en París y en la aplicación de este modelo a Rio de Janeiro. En esta Tesis de Doctorado vuelve a debatir el mismo problema, extendiendo la investigación a las reformas urbanas de Rio y a un examen de los procesos de reforma urbana realizados en París y en Europa en general durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX.

La Tesis, elaborada dentro del Programa de Doctorado del Departamento de Composición Arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la U.P.C., ha sido dirigida por el Profesor Francisco Javier Monclús, que ha realizado notables aportaciones a la historia urbana y que impulsa también una línea sostenida de investigaciones en este campo, con atención especial a la comparación internacional de los procesos de urbanización. El trabajo que ahora se ha presentado ha de ser juzgado en ese contexto, como una aportación más a dicha línea de investigación.

Creo que hay que felicitarse de que esta Tesis haya finalizado y se haya podido defender, ya que ello puede estimular a otros investigadores iberoamericanos para que culminen sus programas de doctorado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, cosa que no siempre ocurre, con graves perjuicios para la Escuela y para los mismos becarios. La Tesis está bien resuelta y, en conjunto, reúne los requisitos que se exigen en este tipo de trabajos. Se refiere a un problema bien definido y relevante en el campo de la historia urbana, está claramente organizada, muy bien escrita, apoyada en una bibliografía general bien seleccionada y pertinente. Realiza también una aportación documental gráfica muy apreciable, reuniendo en 137 figuras una gran cantidad de planos, proyectos urbanos e ilustraciones de gran interés; dichas figuras están oportunamente situadas junto al texto para su correcta interpretación.

El contenido de la Tesis

La Tesis consta de dos partes, la primera de carácter general y la segunda dedicada al análisis de las reformar urbanas en Rio de Janeiro y en Salvador.

La primera parte, dedicada a "El debate sobre la reforma urbana", presenta en dos capítulos: 1) el debate general sobre las reformas urbanas durante el siglo XIX primeros decenios del XX, y 2) un rápido resumen de la historia urbana iberoamericana y brasileña, quizás innecesario en relación con el tema de la Tesis.

Según la autora, en las ciudades tradicionales de Brasil el modelo colonial se mantuvo durante el siglo XIX y las reformas urbanas solo se iniciaron a finales de dicho siglo, aunque en algunos casos con precedentes desde mediados del ochocientos. Al igual que en las ciudades europeas y norteamericanas, las mejoras urbanas en Brasil durante la segunda mitad del siglo XIX fueron también impulsadas por los problemas higiénicos, así como por la necesidad de adaptar la trama urbana a las nuevas condiciones de la circulación y a las exigencias de refuncionalización del espacio y segregación social. Durante ese período "se cambian los focos de valorización del espacio urbano" y hay que reestructurar el espacio ya edificado. La reforma de los centros urbanos tiene que ver también con razones estéticas, y con el deseo de emular a las ciudades europeas, París sobre todo.

La autora destaca el carácter autoritario de las reformas urbanas que se acometieron. Según sus palabras:

"Las reformas poseen connotaciones político-ideológicas de contenido autoritario y pretenden controlar lo urbano y disciplinar la población. Nuevas ordenanzas dictan la manera de construir, introducen una nueva estética y transforman las viviendas en mercancías que se producen en serie. Las innovaciones técnicas introducidas tienen como uno de sus principales objetivos las cuestiones de higiene y las mejoras de la circulación. La segregación social y una nueva jerarquización del espacio con la separación de la vivienda y el trabajo y lo funcional de lo social son consecuencias de la intervención" (pág. 118). A partir del discurso de la modernidad "el poder político derriba las viviendas pobres, los conventillos y trata de sacar a los pobres del centro, es decir, de los espacios nobles de la ciudad" (pág. 119).

La segunda parte presenta los casos concretos específicamente analizados, Rio de Janeiro, estudiado en el capítulo 3, y Salvador, en el 4.

En Rio los primeros cambios se inician con la implantación de la corte portuguesa en la ciudad (1808), y luego con la independencia. A pesar de ello, a fines del siglo XIX Rio conservaba todavía una estructura de calles estrechas y fuerte presencia del pasado colonial.

En las últimas décadas del siglo las clases medias empiezan a abandonar sus viviendas en el centro, que son subdivididas y transformadas en conventillos y pensiones (casas de cômodos). Los cortiços se convierte en el nuevo tipo de vivienda popular para las clases de menores rentas, situados en el fondo de antiguas viviendas o en parcelas adquiridas para ello, miserables, poco higiénicos, con promiscuidad. En Rio de Janeiro en 1869 el 3 % de los edificios eran cortiços y en ellos vivía un 10 % de la población; en 1888 eran ya el 4 % de los edificios y el 12 % de la población (pág. 139). Esa situación y los problemas de salubridad relacionados con ella dieron lugar a medidas legislativas que intentan erradicar ese tipo de viviendas.

El crecimiento de la ciudad se realizó durante el siglo XIX sin plan de conjunto, adaptándose a la topografía. Se mantuvo la estructura irregular de la ciudad antigua, cidade velha, que bajaba desde el Morro do Castelo hacia el puerto y se contraponía a la cidade nova del siglo XIX, con la actuación de grandes propietarios urbanos en la parcelación.

Desde la década de 1840 algunos proyectos urbanos ya se preocupan por la salubridad de la ciudad. En particular, tras la epidemia de fiebre amarilla de 1849-50, que estimuló el debate sobre la necesidad de un eficiente servicio de cloacas, cuya construcción se aborda en 1862. Los problemas higiénicos llevan a discutir la necesidad de mejorar la salubridad y abordar la reforma urbana. Se empieza a debatir asimismo la necesidad de ordenar la expansión de la ciudad, el establecimiento de normas para la construcción de casas higiénicas, la necesidad de la apertura de nuevas calles y la construcción de mercados y mataderos con normas de higiene, y basureros. Las propuestas de reforma de las tres últimas décadas del ochocientos están influidas por el urbanismo francés, aunque también se percibe el eco de los desarrollos de Nueva York y Chicago.

En 1902 con el inicio de la presidencia del paulista Rodríguez Alves se da prioridad al saneamiento de la ciudad y modernización del puerto. Las reformas urbanas de Rio son impulsadas para enfrentarse a la recesión económica con obras públicas y urbanismo de la capital. El presidente nombra alcalde al ingeniero Francisco Pereira Passos que había estudiado en la Ecole des Ponts et de Chaussés de Paris entre 1857 y 1860, y que también había participado en el Plano de Melhoramentos da Cidade de Rio en 1875.

La Reforma Passos significa el inicio de una fase de demoliciones que tratan de transformar la capital de la República, evitando los focos infecciosos y mejorando también la imagen del país. Se imponen los proyecto de alineamiento, y se realizan expropiaciones, para lo cual se argumenta con la relación entre densidad y epidemias. Se trataba de cambiar la imagen de una ciudad considerada sucia, insalubre y peligrosa, para lo que se contó con el apoyo eficaz del Diretorio de Salud Pública, dirigido por el médico Oswaldo Cruz y, en general, con el de los medios de comunicación controlados por clases altas y medias.

Entre 1902 y 1906 se derribaron 2.240 edificios, lo que supuso desalojar a 36.900 personas. Afectó especialmente a los grupos pobres, inmigrantes, antiguos esclavos que habían pasado a habitar en esas áreas. Se les consideraba como grupos peligrosos. Se argumentó también con la necesidad de la circulación, y de una mejor relación con el puerto.

Estas mejoras se realizaron con ayuda federal y control municipal. La avenida central, de 1,8 km de longitud y 33 de ancho, como los boulevares de Paris, trataba también de imitar la avenida de Mayo de Buenos Aires. Para construirla hubo que derribar 700 edificios y afectó a 25 calles y a un total e 130.000 m2. Se concibió como un eje monumental para la instalación de edificios públicos y de representación. Al mismo tiempo se acometió la modernización del puerto, para lo que se teraplenaron 175.000 m2. Se derribó completamente el Morro do Senado y parte del Morro do Castelo. La apertura de nuevas calles permitió articular la relación de la ciudad con el puerto.

La reformas de Pereira Passos en Rio de Janeiro en 1902-1906 utilizan explícitamente el modelo europeo para dar aire de modernidad y evitar el pasado colonial. Suponen, según la autora, el triunfo del urbanismo de la Ecole des Beaux Arts de París y del modelo de Haussmann, que Pereira había conocido directamente la capital francesa en el momento en que se construía el Boulevard de Sebastopol. Esa influencia fue reconocida por los mismos contemporáneos que calificaron a Pereira Passos como el Haussmann brasileño o el Haussmann tropical. Al igual que el prefecto francés trató de construir avenidas rectas, amplias y monumentales, y realizó las reformas con métodos autoritarios.

Pero al mismo tiempo se señalan algunas diferencias entre el modelo parisiense y el de Rio. Debidas, en primer lugar a las diferencias entre los barrios populares de una u otra ciudad, con fuerte presencia de los grupos proletarios en Paris y un destacado impacto de la cultura esclavista y afro-brasileña en la capital brasileña. Además, señala la autora, Pereira Passos utilizó también proyectos anteriores debatidos en el mismo Rio de Janeiro durante el siglo XIX. En todo caso, la reforma de Rio por Pereira Passos se convirtió en un modelo para otras ciudades de Brasil, que imitaron su actuación y objetivos.

Desde 1910 se dejan sentir nuevas fuerzas para la expansión de la ciudad de Rio y el modelo de Pereira Passos queda obsoleto. Se plantean nuevos retos: difusión de servicios y equipamientos públicos, crecimiento de las favelas, transporte de masas, presión inmobiliaria en el centro. La ciudad posee un centro donde viven las clases acomodadas y donde se realizan fuertes inversiones y una periferia popular con intervención pública nula.

Durante la década de 1920 se sigue actuando en el centro para mejorarlo higiénicamente y monumentalizarlo. Se destruye el Morro do Castelo, con la excusa de encontrar espacio para la Exposición Universal de Brasil de 1922 (centenario de la Independencia). En el Morro estaba la sede del gobierno, la catedral, conventos y muchos palacios nobiliarios. Existían desde el siglo XIX proyectos para mejorar condiciones higiénicas de este sector y se diseñaron diversos proyectos especulativos de gran alcance ya que se previó que con sus materiales rocosos podrían ganarse tierras al mar y aumentar el espacio edificable. La operación debía servir para erradicar todos los grupos sociales pobres que vivían allí y mejorar la imagen de ciudad, ya que al estar frente al puerto de la capital daba una mala imagen de la puerta de entrada a Brasil.

El resultado de la demolición es 431.534 m2 de la explanada do Castelo y 384.424 de area litoral aterrada. Para ocupar ese espacio se elaboró un plan especial encargado por el alcalde Prado Junior (1926-1930) al arquitecto francés Alfred Agache uno de los fundadores de la Societé Française des Architectes et Urbanistes (1913), con Louis Bonnier y Marcel Auburtin (pag. 221). Nuevamente, estima la autora, vuelve a ponerse en marcha un urbanismo de influencia parisiense con grandes avenidas, plazas y puntos focales. Aunque también exista al mismo tiempo en esas reformas la influencia del City Planning norteamericano, y especialmente del plan de Burnham y Bennet de Chicago.

Las reformas urbanas de Rio de Janeiro se convirtieron en una referencia para todas las otras ciudades brasileñas, y concretamente para las que se acometieron en la ciudad de Salvador, tema del capítulo 4 de la Tesis. La ciudad, que había sido fundada en 1549 para capital y que mantuvo esa función hasta 1763, cuando se trasladó a Rio, tenía un plano en cuadricula adaptado al relieve, aunque fuera del parímetro central dominaba un trazado irregular. Existía en ella la distinción entre Cidade alta y Cidade baixa, como en Lisboa y Oporto.

La población de Salvador que era en 1805 de 45.600 habitantes (aproximadamente el 50 % negros y 20 % mulatos) había pasado a ser de 205.813 en 1900. El sistema esclavista estuvo presente, de hecho, hasta finales del siglo XIX, y existían graves problemas higiéncos reflejados en las epidemias de fiebre amarilla y cólera, especialmente la de cólera de 1855, que produjo 10.000 muertos (16,8 % población total)

La cidade baixa amplió su espacio a partir del siglo XVIII ganando tierras al mar. Entre ese momento y mediados del siglo XIX se construyeron varias calles y tres plazas, un conjunto de 16 bloques de manzanas, con un trazado ortogonal y edificios neoclásicos, como en la Lisboa pombalina. En la cidade alta desde fines del siglo XIX se produce un proceso de empobrecimiento, con la huida de poblaciones ricas hacia barrios nuevos servidos por el tranvía.

La reforma urbana de 1912-16 se realizó sobre todo en el centro y supuso una extensión del puerto y de la ciudad baja, ganando terrenos al mar y la construcción de nuevas avenidas en la alta. Como en otros casos, las reformas urbanas de fines del siglo XIX y primera década del XX en las ciudades americanas intentaron modernizar la ciudad y acabar con el pasado colonial. En Salvador con referencia a las reformas de la década de 1910 se ha hablado de insensibilidad y "odio con relación al Salvador colonial".

El impulsor de esas reformas en Salvador fue el gobernador José Joaquín Seabra (1912-1916), con apoyo federal y municipal (políticos e ingenieros) e incluso del arzobispo. Seabra había sido ministro en Rio durante el periodo de reformas de 1902-06, y tuvo en cuenta esencialmente las reformas realizadas en la capital brasileña. Impuso un urbanismo demoledor, con el derribo de casas viejas de valor histórico, monumentos civiles y religiosos. Para la financiación de las obras de reforma se buscó apoyo financiero del capital nacional o exterior, autorizado por la ley de 1912 que permitió la adquisición de préstamos en el extranjero.

En la conclusión la autora retoma las ideas fundamentales de la Tesis y realiza nuevas comparaciones con las reformas urbanas de otras ciudades europeas.

Una valoración positiva de la Tesis

En conjunto, la descripción e interpretación de las reformas urbanas acometidas en Rio y Salvador está bien realizada y es convincente. La Tesis realiza una amplia y útil síntesis de materiales ya publicados, aunque parece usar en menor medida materiales de archivo y de primera mano, que son sin embargo amplios en lo que se refiere a la parte gráfica. Es también interesante destacar el interés de un estudio comparado como el ue realiza entre las reformas urbanas de dos grandes ciudades brasileñas y de la difusión de modelos urbanos desde Europa a América del Sur.

Tal vez haya en ella un énfasis excesivo en la dimensión puramente morfológica, y en especial en la trama urbana y la forma de los edificios, y poca atención a otras dimensiones que son esenciales para entender la morfología (propiedad del suelo, agentes inmobiliarios, infraestructuras, coste de la urbanización, intereses en juego, demanda pública...). Quizás debería haberse prestado mas atención a los agentes urbanos que actuaban en las dos ciudades; agentes que de todas maneras están presente incidentalmente en el texto o en las figuras: por ejemplo en la figura 41, que muestra un "Proyecto para el nuevo barrio de Vila Isabel de la Compañía Arquitectónica de propiedad del Sr. Barón de Drummond, 1873", del que nos gustaría tener más información.

La autora interpreta todo en clave de influencia francesa, lo que le vela segurmente ciertos matices importantes. En ocasiones parece seguir demasiado cercanamente los trabajos de Margaret da Silva Pereira que ha realizado su Tesis doctoral en Paris y está muy influida por el habitual patrioterismo francés que magnifica la influencia parisiense. Sin negar que dicha influencia existe y que es importante, quizás una mayor atención al mismo contexto americano le habría permitido tal vez matizar sus afirmaciones. Desde luego el contexto del urbanismo norteamericano, que era conocido en Brasil, especialmente desde finales del XIX; pero también el urbanismo argentino, con el modelo de Buenos Aires, que fue muy influyente en todo el Cono sur. En especial, resulta excesiva la preocupación de la autora por conocer "si el Paris haussmaniano inspira y seduce al Salvador de principios del siglo XX" (pág. 348), dado que en realidad habían transcurrido aproximadamente cinco décadas desde que se iniciaron las reformas parisienses, por lo que, como la misma autora señala, se trataba "de una referencia más que de un modelo".

La pregunta fundamental que se realiza la autora es la de si en el caso de no existir las intervenciones haussmanianas en París se habría producido la reforma urbana de las dos ciudades brasileñas estudiadas. La respuesta, me parece, ha de ser afirmativa, ya que en realidad durante el siglo XIX todas las ciudades sintieron, antes o después, la necesidad de remodelar su viejo centro histórico para adaptarlo a la nueva situación planteada por el desarrollo de la Revolución industrial y de las relaciones sociales capitalistas. Operaciones realizadas antes de las actuaciones haussmanianas, como la apertura de la calle Fernando de Barcelona y tantas otras en diversas ciudades europeas, muestran suficientemente la necesidad de una reforma interior del tipo de las que se realizaron en París a una escala diferente y con unos recursos políticos y económicos que correspondían a la capital imperial de Napoleón III.

La Tesis fue defendida en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña el día 2 de octubre de 1998 ante un tribunal consituido por los siguientes miembros: Presidente Dr. Horacio Capel Sáez, Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona; Vocales, Drs. Fernando Terán Troyano, Catedrático de Urbaística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (UPM), Marco Aurelio de Filgueiras Gomes, Profesor Titular de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Federal de Bahía, Dr. José Luis Oyón Bañales, Profesor Titular de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Escuela Superior de Arquitectura del Vallés (UPC) y Fernando Álvarez Prozorovich, Profesor Titular de Composición Arquitectónica de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC). Obtuvo la calificación de Sobresaliente cum laude.

© Copyright:  Horacio Capel, 1998.
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