Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales 
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 135, 15 de febrero de 1999
De Ridder-Symoens, Hilde [et al.]. Historia de la Universidad en Europa. Volumen I: Las Universidades en la Edad Media. Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1994. 595 p. ISBN 84-7585-620-9.

Maria Dolors Baena Tostado



Este libro es el primero de una obra estructurada en cuatro volúmenes (los dos últimos aún en preparación), que traza un recorrido por la universidad europea desde sus inicios en la Edad Media pasando por la Europa Moderna, la Europa del siglo XIX y principios del XX, y finaliza con la evolución más reciente desde 1945 hasta la actualidad.

Los diferentes volúmenes han sido escritos por un grupo internacional de autores, todos ellos vinculados a la institución universitaria, bajo la responsabilidad editorial del Profesor Walter Rüegg. Tanto la iniciativa como la dirección del conjunto de la obra la ha llevado a cabo la Conferencia Permanente de Rectores, Presidentes y Vicecancilleres de las Universidades Europeas (CRE), organización no gubernamental creada en Dijon (Francia) en 1959 y que cuenta en la actualidad, con casi 500 universidades miembros, tanto de la Europa Oriental como de la Occidental

Este primer volumen presenta las universidades medievales europeas enmarcadas en el contexto social y político de la época. Recoge el número y tipo de universidades que existían, desde sus inicios como institución en el siglo XII hasta el año 1500 aproximadamente, y presenta el funcionamiento interno de las mismas así como un panorama general de la vida universitaria en la Edad Media.

Consta de cuatro partes precedidas por un prefacio; cada una de ellas está integrada por un número variable de capítulos y viene acompañada de una bibliografía seleccionada sobre los temas tratados.
 

La creación de las universidades

La primera parte es una introducción temática y una descripción general de la distribución y desarrollo de las universidades en la época medieval; incorpora una serie de mapas donde se sitúan geográficamente las universidades de la época, indicándose su fecha de creación. La segunda es una descripción de la estructura de la universidad en su doble vertiente de relación con la autoridad externa y de organización interna de sus recursos. En la tercera parte se aborda una de las principales tareas encomendadas a la universidad: la formación del estudiante en los conocimientos científicos y humanísticos. Finalmente, en la cuarta parte, se hace un repaso de las actividades intelectuales que se desarrollan en las facultades medievales y que tienen como objetivo llevar a cabo el fin último de la universidad: la validación, renovación y expansión del conocimiento humano mediante el uso del método crítico.

El libro concluye con un epílogo en el que se hace una reflexión sobre el Humanismo como corriente de pensamiento que impregna la enseñanza universitaria con posterioridad a la época medieval.

La Universidad medieval es parte y expresión de su entorno social y político. En la primera parte del libro se presenta el entorno europeo que propicia su aparición en los siglos XII y XIII el cual viene determinado por los agentes sociales de la época: la iglesia, la corona, la municipalidad, los eruditos y los estudiantes, cada uno de ellos con unas expectativas diferentes respecto de la nueva institución.

El impulso a la creación de la nueva institución viene dado por las particulares circunstancias económicas, políticas y sociales que se daban en ciertas ciudades europeas (fundamentalmente de Francia e Italia) a principios de la Edad Media. Se caracterizaban por un grado importante de desarrollo económico y social derivados del florecimiento del comercio y de las rutas de transporte. Así, todo parece indicar que las dos primeras universidades europeas son Bolonia (entre 1180-90) y París (1208).

En su origen, las facultades fueron herederas de la antigua tradición de las escuelas que ya existían en las ciudades donde se implantaban (el caso de la larga tradición de las escuelas de derecho en Bolonia). Este hecho determinó que las disciplinas que se empezaron a impartir no fueran aquellas que pudieran derivarse de las necesidades sociales de la época (arquitectura, ciencias aplicadas), sino las tradicionalmente relacionadas con "el bien público" (artes, medicina, leyes y teología).

La creación de la universidad supone la adopción de un esquema y de un método pedagógico. Como esquema se adopta el de studium generale, institución de educación superior que debe su estatus a una autoridad de carácter universal (en general el papa y en menor medida el emperador). Era frecuente, sin embargo, la utilización del término universitas con el que en la Edad Media se designaba a corporaciones de diversos tipos y que en este caso, hacía referencia a la particular organización que formaban profesores y estudiantes. En cuanto al método, las universidades europeas medievales son seguidoras de la pedagogía escolástica, legado de las concepciones pedagógicas de las escuelas del siglo XII.

A pesar de la uniformidad con la que, aparentemente, nacen las universidades en la Edad Media, se advierte ya en ese momento una cierta diversidad entre ellas derivada, entre otros factores, de la fecha de establecimiento de cada una, de las condiciones de fundación o del sistema político y económico de la ciudad donde se implantan.

Además de las universidades de Bolonia y París ya citadas, entre 1200 y 1250 existían alrededor de una veintena de universidades en Europa: Vicenza, Oxford, Montpellier, Cambridge, Arezzo, Padua, Nápoles, Vercelli, Toulouse, Orleans, Siena, y Angers. Respecto de los studia de Salerno, Reggio y Piacenza no existe consenso en cuanto a su consideración como universidad.

Entre finales del siglo XIII y mediados del XIV aparecen universidades como Lisboa, Avignon, Roma, Perugia, Coimbra, Treviso, Cahors, Grenoble, Verona (cuestionada como universidad), Pisa, Praga, Florencia y Perpignan; entre 1350 y 1450 se establecen Pavía, Cracovia, Orange, Viena, Pécs, Lucca (cuestionado su estatus), Erfurt, Heidelberg, Colonia, Ferrara, Buda, Würzburg, Turín, Leipzig, Aix-en-Provence, St. Andrews, Parma (cuestionado su estatus), Rostock, Dole, Lovaina, Poitiers, Caen, Burdeos y Catania.

De entre 1450 y 1500 datan las universidades de Glasgow, Valence, Tréveris, Griefswald, Friburgo de Brisgovia, Basilea, Nantes, Bourges, Pozsony, Venecia, Génova, Copenhague, Maguncia, Tubinga, Uppsala, Aberdeen y Frankfurt-del-Oder.

Por lo que respecta a las universidades españolas, la primera que figura por orden cronológico es la de Salamanca (1218-19). Con fecha 1208 aparece el studium de Palencia pero su estatus de universidad está cuestionado; dicho centro desapareció alrededor de 1250. En este mismo caso se encuentra la Universidad de Sevilla (1254-60) desaparecida en 1270.

La siguiente universidad española reconocida como tal es la Universidad de Valladolid (finales del siglo XIII) a la que seguirá Lleida en el 1300. A mediados del siglo XIV aparece la Universidad de Huesca (1354) desaparecida en la primera mitad del siglo XV y restablecida en 1464. Casi un siglo después, aparecen las universidades de Girona (1446), no reconocida así hasta el siglo XVI, y la de Barcelona (1450). Ya en el último cuarto del siglo XV se establecen los centros de Zaragoza (1474), Palma de Mallorca (1483), Sigüenza (1489), Alcalá de Henares (1499) y Valencia (1500).
 

Las estructuras universitarias

En la segunda parte del libro, se caracterizan las estructuras universitarias. Se analizan, por un lado, las relaciones con las autoridades de la época y, por otro, las relaciones internas así como la administración de los recursos.

En cuanto a las relaciones con la autoridad de la época, éstas vienen determinadas fundamentalmente por la hegemonía del poder de la Iglesia, derivado del papel preponderante que en aquel momento había asumido el papado y la jerarquía eclesiástica en Europa. Esta relación se mantendrá hasta que progresivamente, se de paso a la intervención de las autoridades seculares, ya en el siglo XIV. De esta manera, el esquema de studium generale irá dando lugar a otro tipo de institución más cercana a los soberanos y a las autoridades seculares hasta convertirse en escuelas para la élite intelectual y las clases dominantes de los estados a los que pertenecían.

El análisis de la estructura interna de la universidad de la época se centra, en primer lugar, en el papel de las diferentes instancias de poder que ejercen la toma de decisiones en la universidad medieval (rector, consejeros,) y en segundo lugar, en la administración de los recursos internos integrados, fundamentalmente, por los recursos financieros, las infraestructuras y los profesores.

Se distingue entre dos tipos de recursos financieros: los propios, procedentes de los estudiantes, y los externos que provienen de agentes diversos como la iglesia, la municipalidad, el rey, o las donaciones de particulares.

En cuanto a las infraestructuras, su dotación viene determinada por el crecimiento de la población estudiantil y de las necesidades derivadas. En sus inicios, la universidad utilizaba edificios religiosos de titularidad pública para impartir la docencia. Progresivamente pasará a adquirir sus propios edificios no sólo para crear aulas sino para cubrir otras necesidades como, por ejemplo, bibliotecas o colegios universitarios. Estos últimos fueron, en su origen, fundaciones piadosas para alojar estudiantes con pocos medios, pero poco a poco evolucionaron de manera que a finales del siglo XIV se habían convertido en instituciones privilegiadas que reunían unas excelentes condiciones para el estudio.

Los profesores, eran un colectivo integrado por los miembros ordinarios y los extraordinarios. La distinción obedece al carácter de las materias que impartían unos y otros; los ordinarios impartían aquellas que se consideraban fundamentales o esenciales y que, por tanto, se enseñaban ordinariamente; por el contrario, existía un colectivo de profesores extraordinarios que cubrían la docencia de materias que se ofrecían de forma extraordinaria.
 

La vida universitaria y los estudiantes

En la tercera parte del libro se lleva a cabo el análisis de otro de los aspectos fundamentales de la universidad: los estudiantes. Se analizan desde la perspectiva del acceso (no muy riguroso en la época), de las características fundamentales de la vida del estudiante medieval (alojamiento, asociacionismo) así como desde el punto de vista socioeconómico. En síntesis, el colectivo de los estudiantes refleja la misma estratificación social que presenta la sociedad de la época (nobles, ricos y pobres) y está integrado fundamentalmente por población urbana.

En esta caracterización del estudiante medieval es importante mencionar el factor movilidad, importante en ese momento a causa de la fascinación que ejercen los viajes en una parte de la sociedad medieval. No obstante la movilidad se fue debilitando a medida que se extendieron los centros universitarios por toda Europa.

Por último, en la parte cuarta se realiza un recorrido por las facultades medievales: la facultad de Artes, la facultad de Medicina, la facultad de Leyes y la facultad de Teología.

La facultad de Artes recogía la tradición que ya desde la antigüedad dividía las Artes en las tres disciplinas verbales de gramática, retórica y lógica (trivium) y las cuatro disciplinas matemáticas de aritmética, geometría, astronomía y música (quadrivium).

La facultad de Medicina proporcionó un tipo de formación profesional e intelectual que propició una nueva elite médica vinculada fundamentalmente al desarrollo económico, demográfico y urbano de la Europa occidental en los siglos XII y XIII. Sin duda el entorno religioso que presidía la sociedad de la Edad Media no facilitaba precisamente la expansión de la ciencia médica que se enfrentaba en ocasiones con métodos tradicionales de curación o incluso con intervenciones milagrosas.

El estudio de las Leyes cuenta con su primera facultad en Bolonia la cual marcará la pauta del resto de facultades de Leyes que aparecen en la época, fundamentalmente en Italia y en Francia. De manera general, el único derecho que se impartía en las universidades medievales europeas era el derecho romano canónico que era considerado como el que capacitaba adecuadamente a los juristas para interpretar adecuadamente cualquier otro sistema legal de un reino dado, iglesia local u otra comunidad. Los textos que apoyaban la enseñanza del derecho eran textos romanos clásicos.

En cuanto a la facultad de Teología, hasta el siglo XIV París, Oxford y Cambridge fueron las únicas universidades con derecho a conceder títulos en Teología. En este contexto adquiere una importancia relevante el papel de las escuelas de las órdenes mendicantes que se convierten en facultades internacionales de Teología en Alemania, Francia y sobre todo, en Italia.

Este monopolio quedó definitivamente roto con el Gran Cisma que dividió a la iglesia entre 1378 y 1418, que provocó un éxodo de universitarios (fundamentalmente alemanes) que abandonaron París y se instalaron en otras universidades ya existentes y contribuyeron a la creación de otras nuevas.
 

Conclusiones

Una vez examinados sus orígenes y teniendo en cuenta su posterior evolución, la Universidad es considerada la institución europea por excelencia. Como se ha visto, en su concepción de comunidad de profesores y estudiantes dotados de autonomía administrativa, libertad de cátedra y con potestad para emitir títulos reconocidos públicamente, es una creación de la Europa Medieval, la Europa de la Cristiandad papal. Es la única institución europea que ha mantenido e incluso aumentado sus funciones en la sociedad a través de la difusión por todo el mundo de los conocimientos y disciplinas que en ella se han ido originando.

Socialmente, ha desarrollado ciertas funciones comunes para todas las sociedades europeas como el desarrollo y transmisión del conocimiento científico y humanístico así como los métodos para su análisis y estudio. Además, ha contribuido a crear una elite académica que, en cuanto a valores, bebe de la fuente común europea y que traspasa las fronteras nacionales.

Sin duda una obra como ésta contribuye a conocer, de manera rigurosa, la evolución de la institución universitaria desde sus orígenes, como studium generale, hasta su configuración actual como centro de excelencia en docencia e investigación. El principal interés del libro radica en la descripción de las estructuras universitarias y de su configuración interna y de cómo éstas han evolucionado a lo largo de las diferentes etapas históricas hasta conseguir su adaptación a las nuevas realidades. Dicha evolución nos ofrece, por tanto, elementos de reflexión entorno a uno de los debates reiterados en el seno de la institución universitaria como es su capacidad de adaptación a la sociedad y a los cambios que en ella acaecen.

El hecho de que los cuatro volúmenes de que consta la obra desarrollen, para cada período, los mismos bloques temáticos - a saber, temas y esquemas, estructuras, estudiantes y conocimientos - facilitará, sin duda, esa visión general que de la institución universitaria se plantearon en su día ofrecer los responsables de la CRE (Conferencia de Rectores Europeos). Por otra parte la obra presenta una excelente idoneidad histórica ya que aparece en un momento en el que Europa se está dotando de instituciones comunes con las que encarar el futuro conjunto de todos los países que la integran. Es, por tanto, un buen momento para hacer un análisis de cómo se encuentra una de sus instituciones más características, más antiguas y más genuinamente europeas: la Universidad.
 
 
 

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
 

Repertorios bibliográficos

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Historia de las universidades

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Verger, J. Les Universités au Moyen Age, París 1973

Verger, J. Universités et écoles médievales de la fin du XI à la fin du XV siècle. En G. Mialaret y J. Vial (eds.), Histoire mondiale de l'éducation, vol. 1, París, 1981, 281-309.
 

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