Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales 
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 141, 4 de marzo de 1999 

ALFRED D. CHANDLER JR. Y EL DEBATE EN TORNO A SU OBRA  INTELECTUAL*
Mercedes Arroyo 


Hace algunos años, no había libro, artículo, recensión o reseña entre cuyas páginas no se encontrase alguna referencia a la obra de Karl Marx. Hacia principios de los años noventa, Marx desapareció literalmente de la bibliografía de carácter académico. No entraremos ahora en valorar las condiciones externas que favorecieron esa desaparición, pero sí diremos que en la actualidad, es casi imposible encontrar en las publicaciones recientes, de carácter económico esencialmente, una que no haga referencia a la obra del historiador y sociólogo Alfred Chandler Jr. Y no sólo por economistas; actualmente Chandler es citado por historiadores, geógrafos y sociólogos con una liberalidad que recuerda el antiguo fervor hacia las referencias a Marx. Y esto es así porque el impacto que ha generado su amplia producción científica ha traspasado todas las fronteras, geográficas y de carácter disciplinario. ¿Una moda? Quizás, pero también un cambio de paradigma en las ciencias económicas.

Como señala uno de los mejores conocedores de la obra de Chandler, Richard R. John(1), las iniciales BC ya no tienen su significado original; ahora significan "before Chandler". Eso indica que el impacto de su obra intelectual ha sido no sólo importante, sino decisivo, principalmente en el ámbito de la historia de la empresa.
 
Escala y diversificación. La dinámica del capitalismo industrial

La publicación, hace poco más de dos años, de la traducción de este libro de Chandler(2) nos brinda la oportunidad de trazar un panorama sobre el impacto que han supuesto sus obras. En primer lugar, expondremos las cuestiones principales que se proponen en Escala y diversificación, entendiendo que quizás no es tan importante resumir la obra, sino conocer los conceptos y generalizaciones que se encuentran en su base. En segundo lugar, ofreceremos algunas reflexiones en torno al debate que ha suscitado en el mundo académico y, en tercer lugar, examinaremos las posibilidades del modelo de Chandler para analizar economías de distintas características que las que se utilizan en esta obra, entre ellas la española.

En realidad, Escala y diversificación es una obra que comprende cuatro libros en uno solo, como hace notar el profesor Albert Carreras en el prólogo a la versión española. Tres de ellos se dedican a analizar en profundidad los casos del crecimiento industrial en Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania y el cuarto se podría obtener con la introducción y las conclusiones, en las que el autor expone la teoría para ese estudio, en el que invirtió diez años.

Con un estilo decididamente narrativo, Chandler inicia su obra con el análisis de la dinámica interna de la empresa industrial moderna, nacida alrededor de los años ochenta del siglo XIX. La razón de que diferencie ese contexto de épocas anteriores se justifica por la aparición de los modernos medios de transporte y de comunicación -el ferrocarril y el telégrafo- y el surgimiento de una nueva forma de capitalismo, el capitalismo gerencial. Es ella la que dió lugar a la aparición de un nuevo tipo de empresa, cuya pieza central es la introducción de las capacidades organizativas. Antes de eso, las empresas se encontraban gestionadas directamente por sus propietarios asistidos por algunos -pocos- directivos contratados. La gestión y la propiedad se encontraban, pues, reunidas en una sola persona.

La complejidad de las operaciones que se produjo a partir de la construcción de los nuevos sistemas de transporte y de comunicación condujo a la separación gradual entre gestión y propiedad. Las empresas pasaron a ser gestionadas por equipos de directivos contratados, con pocas o ninguna acción de la compañía. Además, las nuevas formas de transporte y comunicación dieron lugar, a su vez, a la comercialización y producción en masa, lo que obligó, también, a reclutar equipos directivos a sueldo especializados en esos distintos campos económicos.

Todo ese nuevo conjunto de circunstancias económicas -la construcción y explotación de los sistemas de transporte y comunicación y las nuevas formas de producción y comercialización en masa- dio como resultado la aparición de "una nueva institución económica: la empresa gerencial y una nueva subespecie del hombre económico: el directivo a sueldo". La empresa gerencial supuso "una dinámica determinante para un proceso continuo de crecimiento y transformación económicos" (p. 10). Las nuevas condiciones de producción supusieron beneficios de economías de escala y de diversificación. Para obtener dichas economías, los empresarios debieron efectuar tres tipos de inversiones correlacionadas: inversión en infraestructuras; inversión en técnicas de ventas y distribución e inversión en dirección.

La primera supuso la posibilidad de producir mayores cantidades de producto en mejores condiciones de calidad. La segunda permitía colocar esa producción en mercados crecientemente más alejados -recuérdese que el empuje inicial de ese nuevo tipo de empresa se encuentra en la expansión del ferrocarril y del telégrafo- y la tercera inversión debía proporcionar el potencial humano capaz de administrar estructuras amplias de personal cualificado. Sin esa triple inversión inicial, el nacimiento de la empresa industrial moderna no hubiese tenido lugar, y lo cierto es que las primeras industrias que adoptaron los nuevos sistemas de capitalismo obtuvieron importantes ventajas competitivas. Volveremos sobre esta cuestión más adelante al explicar las estrategias de los iniciadores y de los desafiadores.

La historia que se explica en esta obra es, como dice Chandler, "la historia de una institución humana (...) resultado de innumerables decisiones tomadas por empresarios individuales, propietarios y directivos" (p. 18). Las situaciones en las que se tomaban esas decisiones variaban de un país a otro, de un sector a otro y hasta de períodos de tiempo por razones económicas -disponibilidad de mercados, condiciones de aprovisionamiento, volumen de capital o disponibilidad de mano de obra- por razones culturales -sistemas legales y educativos- pero sobre todo, por razones tecnológicas.

Estructura de la obra

Como se ha dicho, la introducción y las conclusiones forman el cuerpo teórico del libro; las partes segunda, tercera y cuarta son el análisis de las 200 mayores industrias en tres países -Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania- en tres momentos de sus respectivas historias industriales, que coinciden bastante en el tiempo: durante la Primera Guerra Mundial, al final de los años veinte y al final de la Segunda Guerra Mundial. En esas tres partes se analiza la documentación procedente de las empresas individuales, así como artículos de revistas, guías de inversión e informes empresariales y gubernamentales publicados.

Cada una de estas partes se inicia con un capítulo dedicado al entorno histórico, dimensión geográfica, población, mercados interior y exterior, sistemas de producción, estado de los transportes y comunicaciones antes y después de los períodos estudiados. También pasa revista a cada uno de los sistemas educativos y financieros de los tres países así como a sus respectivos sistemas legales. La estructura interna de las tres partes es muy similar: se efectua una agrupación por sectores -mercado interior y exterior; medios de transporte; productos alimenticios; industrias químicas y farmacéuticas; eléctricas y electrónica y minería, entre otros- para favorecer las comparaciones entre los tres países.

La sección dedicada a Estados Unidos fue objeto de estudio pormenorizado en una obra anterior de Chandler, The Visible Hand(3), que vió la luz en 1977, y sobre la que tendremos ocasión de volver más tarde. En Scale and Scope el autor vuelve a mostrar que el nacimiento del capitalismo gerencial competitivo es un proceso que se inició en ese país y que ya en la primera Guerra Mundial esa institucion dominaba las industrias norteamericanas más importantes. En éstas, se hizo norma la separación llevada a cabo por equipos de directivos con plena dedicación entre la propiedad y la gerencia. Como esas empresas competían por el mercado interior y por el mercado extranjero, pudieron crear las redes esenciales de distribución de sus productos con los cuales tendrían más difícil competir los que vendrían después.

La sección dedicada a Gran Bretaña describe la experiencia del capitalismo gerencial en ese país como un cierto fracaso. La razón se debe, para Chandler, en que la adhesión mantenida a la direción personal por una gran mayoría de empresarios británicos retrasó la industrialización y, en consecuencia, provocó una importante pérdida de mercados, tanto en el interior del país como en el exterior. Durante mucho tiempo, la dirección de las grandes empresas fue de tipo personal, y aunque hubiese algunos empresarios dispuestos a realizar las inversiones necesarias para adoptar el capitalismo gerencial se encontraron sin capacidad competitiva, ya que otros países se habían asentado en los distintos mercados, tanto en el británico como en los mercados exteriores. Cuando ese cambio se produjo, Gran Bretaña debió competir con los otros países ya asentados en esos mercados y siguió en desventaja a causa de haber empezado tarde.

La sección que se ocupa de Alemania -cuya experiencia se asemeja más a la norteamericana- explica que también en ese país se organizó la gran empresa de acuerdo con los nuevos sistemas de producción, distribución y gerencia. Pero el autor constata dos diferencias respecto de Estados Unidos. La más importante radica en que en ese país los líderes industriales competían por la cuota de mercado, dentro y fuera de sus fronteras, y en Alemania, en cambio, los líderes industriales prefirieron negociar con los demás por la cuota de mercado en el propio país, y sólo en algunos casos, en el extranjero. A ese tipo de capitalismo, Chandler lo llama capitalismo gerencial cooperativo; en Estados Unidos el capitalismo, pues, se hizo más gerencial, en Alemania, fue más cooperativo. La otra diferencia se encuentra en que en Estados Unidos, las grandes industrias se concentraron en la producción de bienes de consumo, mientras que las empresas alemanas se especializaron en bienes industriales. Ambos tipos de mercado tenían, por supuesto, muy diferentes características.

Escala, diversificación y capacidades organizativas

El estudio pormenorizado de casos, cuyas diferencias analiza el autor, precisa de la explicación previa de algunos conceptos y generalizaciones. El primer concepto a retener -al menos por parte de los no economistas- es el de la escala eficiente mínima, es decir, el equilibrio existente entre la capacidad instalada y la rotación de los factores de producción -"la escala de producción necesaria para alcanzar el menor coste unitario"- (p. 37), que se puede ver afectada -aumentada o disminuída- por los cambios en la tecnología. La determinación del coste, por su parte, depende de dos variables esenciales coordinadas: del tamaño, es decir, la capacidad instalada y de la velocidad, o sea, la intensidad con la que se utiliza la capacidad de la unidad de producción.

El segundo concepto es, así, el de la dimensión óptima de la planta, es decir, el tamaño óptimo de una unidad de producción para explotar las economías de escala y de diversificación. Esa dimensión óptima de la planta está fuertemente vinculada a los cambios en el mercado.

Y llegamos al concepto -en este caso, una pareja de conceptos- de las economías de escala y de diversificación(4). Las economías de escala se producen cuando el aumento de tamaño de una unidad operativa reduce el coste de producción o de distribución. La economía de diversificación se produce cuando el uso de procesos en una unidad productiva aumenta la cantidad de producción o de distribución. Las diferencias en las economías de escala y de diversificación son consecuencia de la introducción de diferentes tecnologías en la producción y la distribución y de diferencias en el tamaño y la localización de los mercados.

Una cuestión fundamental para Chandler es el papel desempeñado por el mercado como catalizador del cambio en la estructura industrial. Evidentemente, él tiene la imagen de la producción de bienes de consumo en masa que deben ser colocados en mercados crecientemente más alejados, entre sí y respecto de los centros de producción. Chandler utiliza el concepto de la demanda de consumo global, cuyos dos componentes básicos son el crecimiento de la población y el crecimiento de la renta por habitante. Efectivamente, el mercado norteamericano era en los años ochenta del siglo XIX mucho mayor que el alemán o el británico y además, en Norteamérica se estaban desarrollando rápidamente el ferrocarril y el telégrafo. Eso permitía aumentar el alcance de los bienes y favorecer su distribución.

A todo esto, se debe añadir el papel de las innovaciones tecnológicas aplicadas al proceso de producción y de distribución. Por sí mismas no son suficientes; se precisa la inversión, más o menos masiva en función del tamaño de la empresa, para transformar las estructuras, reducir los costes y aumentar la productividad.

La coordinación de todas esas variables exigía la atención constante de un equipo especializado. Esa es una de la principales razones de que se produjese la separación entre la propiedad y la dirección. Las exigencias de un mercado cada vez mayor, dice Chandler, son las que hacen necesaria una creciente especialización dividida funcionalmente para dar a la empresa la necesaria agilidad. La empresa industrial moderna se define, así, como "una agrupación de unidades operativas, cada una de ellas con sus propios medios y personal, cuyos recursos y actividades combinados se coordinan, controlan y asignan por medio de una jerarquía de directivos de nivel medio y alto" (p. 28) que son quienes deben coordinar los flujos de recursos que entran y salen de la empresa.

Formación de una jerarquía integradora

Una de las tres piezas básicas sobre las que se fundamenta la teoría de Chandler es la función gerencial, la capacidad organizativa que debe ser desempeñada en la empresa por individuos altamente cualificados. Se ha indicado antes que las dos últimas décadas del siglo XIX vieron aparecer la creciente separación de la propiedad de la gestión empresarial. Su lugar fue ocupado por un equipo o jerarquía directiva, ya que si bien "las economías potenciales de escala y de diversificación, medidas por la capacidad instalada son las características físicas de los medios de producción, las economías reales de escala o de diversificación, determinadas por la rotación de los medios de producción son de carácter organizativo" (p. 39) . Para que se produzcan esas economías es necesario el conocimiento, la habilidad y la experiencia del trabajo en equipo.

Ese trabajo deberá racionalizar la reorganización y la introducción de las innovaciones precisas en cada momento del proceso de producción y de distribución. Es necesario, pues, formar una jerarquía integradora que supervise las actividades funcionales relacionadas con la producción y la distribución y que a la vez, sea capaz de hacer previsiones sobre la ordenación y la distribución del flujo de bienes para la producción y la distribución futuras.

Las jerarquías resultantes del proceso de separación de la propiedad y de la gestión se establecieron sobre una base funcional. Cada función era administrada por un departamento -producción, ventas, compras, laboratorios de investigación y desarrollo- que funcionaban de manera prácticamente independiente, aunque supervisados y gestionados por otro departamento de carácter general que administraba la empresa en su conjunto. Eso nos lleva a otro de los conceptos más desarrollados por Chandler, la multidivisionalidad, sobre la que volveremos después. Ahora nos detendremos en la explicación sucinta de la relación entre los empresarios iniciadores y los desafiadores, interesante por diversas razones.

Ventajas de los iniciadores y competencia oligopolística

Los primeros empresarios que adoptaron como medio de organización empresarial la jerarquía integradora, que hemos descrito más arriba, obtuvieron ventajas sobre sus competidores. Esas ventajas se tradujeron en un mayor grado de operatividad, en la posibilidad de producir más y mejores productos, en la apertura de nuevos mercados y en las primeras alianzas que les interrrelacionaban. Estaban, en pocas palabras, en mejores condiciones de competitividad. Una vez que los iniciadores habían entrado en ese proceso, podían "situarse muy abajo en la curva de aprendizaje de cada una de las actividades funcionales" (p. 56), es decir, con poco esfuerzo podían continuar manteniendo su situación de líderes en la producción, la distribución, el aprovisionamiento, la investigación, la financiación y la dirección general.

Las empresas iniciadoras que contaban con ventajas competitivas se expansionaron muy rápidamente en el extranjero y se mantuvieron durante mucho tiempo como empresas dominantes tanto en sus mercados interiores como en los mercados extranjeros. La expansión por medio de la diversificación en industrias relacionadas entre sí permitió utilizar las economías de diversificación a los tres niveles de organización: al nivel de las unidades operativas, al de los departamentos funcionales y al nivel gerencial. Los atractivos para esa diversificación se encontraban tanto en el exterior -en la demanda- como en el interior de la empresa, es decir, en las necesidades y oportunidades que la propia empresa generaba para "utilizar más plenamente los medios y capacidades existentes" (p. 65).

Para lograr situarse en la posición de los iniciadores, y a ser posible sobrepasarlos, los desafiadores debían efectuar un esfuerzo mucho mayor, debían realizar inversiones mucho más fuertes para lograr una capacidad competitiva similar. Mientras lo lograban, los iniciadores les podían cerrar el paso haciendo uso de su ventaja inicial. Aunque las barreras de los iniciadores "eran capaces de amedrentar a las potenciales empresas desafiadoras", éstas aparecieron. Las cambiantes condiciones de los mercados y los cambios en la tecnología podían proporcionar ventajas, también, a los desafiadores. La apertura de nuevos mercados o los procesos obtenidos por medio de nuevas tecnologías permitían a los desafiadores beneficiarse también de las economías de escala y de diversificación. El tamaño de los iniciadores fue rápidamente superado por los desafiadores y aparecieron las grandes empresas, muchas veces fundamentadas en alianzas oligopolísticas o monopolísticas.

Ahora ya no se competía sobre la base de los precios, ahora se competía por la cuota de mercado y por mayores beneficios "por medio de una eficiencia funcional y estratégica", es decir, perfeccionando los procesos de producción y de distribución a través de una investigación y desarrollo sistemáticos; por la apertura de nuevos mercados; por la búsqueda de fuentes de aprovisionamiento alternativas y por medio de la estructuracion de unos servicios de publicidad y de técnicas de ventas más eficaces, para todo lo cual se debía disponer de directivos de alto y medio nivel que mejor conociesen sus respectivas técnicas.

Seguidamente, nos detendremos en el último concepto del modelo, la multidivisionalidad que, según palabras del profesor Albert Carreras en el ya indicado prólogo de este libro, "es el elemento aglutinador (...) que alcanzó la categoría analítica gracias a Chandler ".

Crecimiento continuo de la empresa moderna

Una vez que las inversiones en producción y distribución alcanzaban un volumen suficiente para explotar las economías de escala y de diversificación, la empresas continuaron creciendo de cuatro maneras: por medio de la adquisición o fusión -en combinación horizontal-; por absorción de las unidades anteriores o posteriores del proceso de producción -por integración vertical- por expansión geográfica en áreas distantes y por último, por la fabricación de nuevos productos relacionados con la aparición de nuevas tecnologías, es decir, por medio de la diversificación del producto. Las dos primeras formas de crecimiento obedecen a estrategias de carácter defensivo; en las otras dos, las empresas utilizaban sus inversiones y sus capacidades organizativas para entrar en nuevos mercados y en nuevas actividades, y contenían una componente más agresiva.

En particular, la expansión geográfica y la diversificación en la producción dieron lugar a "una profunda reestructuración administrativa adoptando una estructura multidivisional" (p. 69). Ya hemos indicado que el concepto de multidivisionalidad es otro de los conceptos básicos para entender el funcionamiento de la empresa capitalista gerencial; es la respuesta administrativa al crecimiento basado en la "utilización adicional de las capacidades organizativas de las empresas" (p. 71).

En la estructura multidivisional cada división funciona de manera prácticamente autónoma -de manera parecida al modo en que funcionaban los departamentos de las empresas en los inicios de esa etapa de crecimiento- y eran administradas en su conjunto por una oficina general. Este cambio estructural se produjo cuando los altos directivos se percataron de que no tenían el tiempo suficiente ni la información necesaria para atender la coordinación de las empresas y al mismo tiempo diseñar estrategias de inversión y de producción futuras. La creación de las divisiones se produjo cuando el crecimiento por adición de unidades en el extranjero o de industrias relacionadas llegó a un volumen que no podía ser manejado como hasta entonces.

Cada división se componía, así, de una estructura jerárquica similar, en la que se reproducía la estructura de la organización centralizada original, excepto en que el directivo de mayor categoría de la división ya no era de nivel alto, sino de nivel medio y debía reportar a los directivos máximos de la oficina central. "Cada una de las divisiones competía funcional y estratégicamente con otras empresas o con las divisiones de otras empresas dentro de la misma industria" (p. 71).

La expansión geográfica en áreas distantes proporcionó una vía a las empresas para continuar explotando sus ventajas competitivas, esencialmente las que se basaban en sus capacidades organizativas. La otra estrategia de crecimiento, la diversificación del producto, fue consecuencia de las oportunidades para aprovechar los "recursos materiales y personales existentes de producción, técnicas de ventas e investigación, mediante el desarrollo de productos para mercados nuevos y más rentables". Esa es la razón para Chandler de la creación de las multinacionales. Construyendo instalaciones para reproducir las plantas originarias se podía diversificar la producción en áreas relacionadas y "contrarrestar la inercia burocrática inherente a la institución jerárquica"(5). Las nuevas fábricas que se construían en lugares geográficamente distantes eran producto de un cálculo minucioso para una de estas tres posibilidades: para escapar a las trabas arancelarias del propio país; para adelantarse a futuros competidores o para aprovechar las ventajas competitivas sobre los productores locales.

Fuese para aprovechar las ventajas sobre las materias primas o para aumentar su cuota de mercado, la instalación de fábricas alejadas geográficamente era el resultado de un cálculo que comparaba "por una parte, los costes de los bienes primarios e intermedios en plantas de dimensión óptima y por otra los costes de transporte, distribución y aranceles u otras medidas reguladoras" (p. 64).

Diversificadas de esta manera, las empresas multidivisionales "pudieron intensificar la competencia dentro de la industria o región en la que desarrollaban su actividad y al propio tiempo pudieron transferir recursos de las industrias o mercados más antiguos a los más nuevos y dinámicos" (p. 72).

Las tesis de Escala y diversificación

Chandler ha querido con este estudio rebatir dos corrientes de pensamiento principales: la de la economía más tradicional, que considera a las grandes empresas como "poco más que productoras de rentas monopolísticas u oligopolísticas", y la sociología, cuyo concepto de esas grandes empresas era el del "mejor ejemplo de organización ineficiente, dirigida con estilo burocrático". Ante esas dos versiones, Chandler opone su visión de la empresa industrial moderna como parte de una evolución dinámica que representó "un papel fundamental en la creación de las industrias con la tecnología más avanzada y con la mayor tasa de crecimiento de su época" (p. 989).

El núcleo dinámico de la empresa industrial son las capacidades organizativas. Sobre ese núcleo cae la responsabilidad de coordinar e integrar todos los elementos humanos y tecnológicos, para conseguir las economías de escala y de diversificación necesarias, para competir en los mercados nacionales e internacionales y para seguir creciendo. Como que "el objetivo básico de la empresa industrial moderna pasó a ser el beneficio a largo plazo, basado en el crecimiento a largo plazo", eran imprescindibles las habilidades de los directivos de máximo nivel. Para definir objetivos, asignar responsabilidades y coordinar las actividades de los niveles inmediatamente inferiores. En consecuencia, la piedra angular de todo ese edificio es la jerarquía gerencial formada por individuos especialmente preparados para dirigir y coordinar.

En las empresas de propiedad y con dirección personal el objetivo era por lo general la seguridad en los ingresos, más que la revalorización de los activos. En lugar de reinvertir para crecer, los empresarios se limitaban a repartir los beneficios. En el capitalismo británico, esta característica estuvo más marcada que en el capitalismo norteamericano o alemán, en los que pronto se llegó a la separación entre propiedad y dirección.

A través de su voluminoso estudio de las tres economías, Chandler concluye que los creadores -los iniciadores- de la empresa industrial moderna eran empresarios, no directivos, que debían poseer "habilidades empresariales de orden muy elevado". Tuvieron que innovar en los campos de "la producción, las técnicas de ventas, las fuentes de aprovisionamiento y la organización". Tuvieron que ser conscientes del potencial de las nuevas tecnologías, reunir fondos y realizar inversiones suficientemente grandes para explotar plenamente las "economías de escala existentes en las nuevas tecnologías" y tuvieron, finalmente, que reclutar y organizar los equipos directivos necesarios para "mantener e integrar las inversiones llevadas a cabo en los procesos de producción y distribución". Es decir, que debían efectuar un importante salto cualitativo empresarial: la triple inversión interrelacionada en las áreas de producción, distribución y dirección.

El siguiente paso en la estructura de la economía industrial se produjo con la entrada en escena de los desafiadores, que debían traspasar todas las barreras tras las que se habían hecho fuertes los iniciadores. Debían, por tanto, llevar a cabo mayores inversiones con un riesgo más elevado, precisamente porque los iniciadores conocían ya los nuevos procesos de producción y ya dominaban los mercados de sus productos.

Algunas empresas desafiadoras surgieron de la fusión de empresas ya consolidadas y tuvieron éxito por cuatro razones principales: porque los iniciadores desaprovecharon sus ventajas; por la acción gubernamental en forma de financiación directa, principalmente después de la primera Guerra Mundial; por los cambios significativos de las fuentes de aprovisionamiento y en los mercados de los productos básicos, como el petróleo; y por último, por el crecimiento del mercado, que supuso para los desafiadores la posibilidad de ocupar segmentos de mercado especializados que les permitiría el crecimiento posterior, como en el caso de los productos químicos o farmacéuticos. Es decir, aprovecharon "las ventajas de los cambios en las tecnologías y en los mercados".

Ese proceso de competencia se reprodujo cuando los iniciadores entraron en mercados extranjeros, es decir, los iniciadores también podían ser desafiadores, lo cual se produjo por dos vías: por la inversión en tecnología, investigación y desarrollo y por la diversificación de la producción en industrias afines.

Por ejemplo, una empresa dedicada a la producción de cereales envasados podía diversificarse hacia la fabricación de arados y otros equipos agrícolas. Pero más tarde podía -según las expectativas del mercado- introducirse en el sector electromecánico y continuar en la producción de electrodomésticos. Esta creciente diversificación dio origen a un nuevo fenómeno: la competencia no sólo entre industrias de un mismo sector sino con otras de sectores diferentes.

Las capacidades organizativas en lo que se refiere a las estrategias de investigación y desarrollo, tuvieron su punto de inflexión después de la segunda Guerra Mundial. Antes de entonces, fueron escasas las empresas industriales importantes que invirtieron grandes cantidades en investigación fundamental. En lo que se refiere a las industrias intensivas de capital, las capacidades organizativas que se desarrollaron -estructuras y habilidades- otorgaron "poderosas ventajas competitivas" por medio de la inversión en producción, las técnicas de ventas y la dirección (p. 996-997).

Después de 1945, no sólo existían empresas desafiadoras, sino países desafiadores, como Japón o antiguas colonias de los imperios desmembrados, que esperaban su oportunidad para industrializarse. Esa oportunidad se produjo con la transformación de las tecnologías: la entrada en la escena mundial de la ciencia electrónica -que permitía la recopilación, cotejo y transmisión de la información- que transformó una vez más los procesos de producción y de distribución. A menudo esa transformación supuso la reordenación de las economías de escala y de diversificación. Redujo la escala eficiente mínima y al propio tiempo aumentó las oportunidades para la economía de diversificación.

Una idea muy sugerente para los geógrafos: la innovaciones que consiguieron "la espectacular contracción del espacio". El primer paso se produjo con la instantaneidad de la transmisión de información por la introducción de los ordenadores. En el sector de los transportes ese papel lo despempeñó la sustitución del carbón por el petróleo y la introducción del avión a reacción.

La globalización de las comunicaciones estimuló la internacionalización de los mercados. El crecimiento se produjo por dos vía principales, el crecimiento por medio de la expansión exterior y el crecimiento por medio de la diversificación de industria afines. Se entró, entonces, en una nueva era del capitalismo gerencial con seis cambios en la estructura industrial interrelacionados y que no tienen precedentes históricos.

Esos seis cambios se fundamentaron en "la adopción de una nueva estrategia de crecimiento consistente en introducirse en nuevos mercados donde las capacidades organizativas de la empresa no proporcionan ventajas competitivas; la separación de la alta dirección de la oficina central de los directivos de nivel medio de las divisiones operativas; la amplia y continua cesión de unidades operativas; la compra y venta de sociedades considerada como actividad distinta y autónoma; el papel desempeñado por los directores de cartera en los mercados de capitales; y la evolución de estos mercados de capitales para facilitar la aparición de lo que se ha denominado 'mercado para el control social'" (p. 1024).

La nueva era del capitalismo gerencial iniciada en los años 1960 se caracterizó, pues, por el crecimiento por medio de fusiones y adquisiciones, por la diversificación por medio de la inversión en industrias afines y por la entrada en mercados en los que todavía no se había generalizado la empresa gerencial. La diversificación dió lugar a una separación mayor entre altos y medios niveles de la dirección, y entre directivos y ejecutivos por tamaño, diversificación de las divisiones o filiales. Si antes de la segunda Guerra Mundial las mayores empresas contaban con 10 divisiones como mucho, en 1969 las grandes compañías estaban operando con divisiones cuyo número se encontraba entre las 40 y las 70. El efecto más evidente fue el de la debilidad gerencial y la creciente autonomía de los jefes de divisiones.

Esa situación provocó un efecto inesperado: en los 70 se inició un proceso sin precedentes de desinversiones, que produjo rápidos cambios en la estructura de la propiedad. El gran incremento del volumen total de transacciones, el aumento del ritmo en el cambio de la propiedad y el crecimiento de la venta de títulos hizo posible el último y nuevo fenómeno: la aparición de un mercado institucional para el control de sociedades.

Las empresas podían ser "compradas, vendidas, divididas y reagrupadas de una forma que hubiese sido imposible antes de las oleadas de adquisiciones de los años sesenta" (p. 1031).

El tema fundamental de todo el proceso de crecimiento que nos ha mostrado esta obra -y con esto acaba Chandler sus conclusiones- es que "la creación y mantenimiento de la empresa industrial moderna es un proceso continuo a largo plazo, un proceso que requiere perspectivas solventes a largo plazo por parte de los responsables de la toma de decisiones relacionadas con la salud y el crecimiento de la empresa" (p. 1033).

Hasta aquí, la reseña de la teoría que sustenta esta monumental obra de Chandler. Vale la pena detenerse ahora en el conocimiento de su trayectoria intelectual. Este libro es la continuación de un largo camino iniciado en 1940, cuando era un joven recién graduado.

La tarea intelectual de Alfred Chandler

Aunque para muchos de nosotros Alfred Chandler era prácticamente un desconocido hasta épocas muy recientes, el impacto de su obra se ha dejado sentir en muchas de las disciplinas afines a la historia de la empresa. Entre los años 50 y 70 fue profesor en el Massachussets Institute of Technology y en la Universidad Johns Hopkins y poco después se vincularía a la Harvard Business School. No en vano la Harvard Business School, de cuyo centro fue profesor Chandler desde 1970 -y aún lo es emérito- es la institución que inventó y ha desarrollado el "estudio de caso" para la enseñanza de la dirección de empresas. De su numerosa producción se destaca, por la importancia que supuso para la historia económica, su obra Strategy and Structure (1962), en la que analizó la forma multidivisional -el concepto de multidivisionalidad tan caro a Chandler está, por tanto, ya en sus primeras obras- de tres grandes empresas norteamericanas, Du Pont, General Motors y Standard Oil. Como ya se ha indicado, en 1977 aparecería The Visible Hand, en la que Chandler realizó un estudio "desde dentro" de la empresa y en el que enfatizó la interdependencia entre la ciencia, la empresa y la tecnología.

Por oposición a la Mano Invisible de Adam Smith -que, como se recordará, regulaba las relaciones económicas en base a los deseos individuales y a la competencia para obtener mejores condiciones de vida-, en The Visible Hand, Chandler prestó atención al desarrollo económico de la empresa moderna y al papel concreto de los empresarios.. Ese desarrollo se explicaba para nuestro autor como la sucesión de tres estadios: el primero -entre 1790 y 1840- cuyo mecanismo primario fue el mercado y en donde la empresa moderna era todavía desconocida; en el segundo -entre 1840 y 1880- aparece la moderna empresa con el inicio de los cambios en el transporte y las comunicaciones, esencialmente, el ferrocarril y el telégrafo, en combinación con el uso del carbón. En el tercer estadio -entre 1880 y 1920- se completan las redes de ferrocarril y telegráfica que favorecen la emergencia de la empresa industrial. Este trabajo, centrado en el caso norteamericano, ha sido motivo de numerosas reseñas y se ha transformado ya en un clásico, reconocido con los prestigiosos premios Pulitzer y Bancroft(6).

En 1990, apareció Scale and Scope. The Dinamics of Industrial Capitalism, cuya traducción al castellano hemos reseñado. En ésta, el autor siguió el modelo ya ensayado en The Visible Hand para Estados Unidos al que añadiría el análisis de la segunda revolución industrial en Alemania y en Gran Bretaña.

Una consideración para la metodología utilizada. Como el mismo Chandler ha defendido siempre, su enfoque pone énfasis en la interdependencia entre la teoría y el empirismo. Es decir, que junto a su gran rigor en el acarrero de datos, que es impresionante, sus obras no dejan de tener un carácter narrativo. Como escribe Richard John, ya citado, sus obras "no se abren con un espectacular conjunto de sentencias", sino con una "narración del desarrollo económico". Lo cual, en una lectura superficial, podría dar la impresión de un marco teórico que de tan didáctico, puede llegar a naïf; muy distinto del lenguaje de Marx, por seguir con el ejemplo ya utilizado al principio. No hay duda de que el carácter funcional de las ideas de Chandler, evidenciadas en Escala y diversificación están motivadas por consideraciones de eficacia y utilidad. Este pragmatico(7) enfoque de Chandler sobre el crecimiento de la industria capitalista moderna -que ha significado su consagración como líder de su propia disciplina- le hizo escribir en 1971: "la tarea del historiador es utilizar los conceptos y modelos existentes para analizar los datos que ha reunido para contestar sus preguntas e intereses particulares"(8).

Una bibliografía de las obras de y sobre Alfred Chandler, el "patriarca de la historia de la empresa"(9), contiene más de 300 títulos -sólo hace falta echar un vistazo a cualquier buscador de Internet-; por lo tanto, creemos que puede ser interesante detenernos en una muestra del impacto de Scale and Scope en la historia de la empresa actual.

En las líneas que siguen mostraremos un forzosamente reducido panorama de las reaciones a la obra de Chandler en el que veremos, en primer lugar, algunas obras en las que se sigue fielmente el modelo chandleriano y después un conjunto de artículos, procedentes de los ámbitos británico e italiano. En el panorama británico se percibe claramente que se ha optado por líneas de investigación alejadas del modelo de Chandler; en el panorama italiano, la presencia de algunos estrechos colaboradores de Chandler, como Franco Amatori, ha llevado a la historia italiana de la empresa a compartir bastantes de sus postulados.

Algunas repercusiones de la obra de Chandler en la historia económica de la empresa

Un órgano de difusión académica que ha acogido casi sin reservas el modelo chandleriano es, sin duda, la Business History Review, editada, precisamente, por la Universidad de Harvard. Una simple revisión de los últimos números publicados permiten asegurar que en todos ellos se encuentran numerosas referencias a la obra de Chandler, lo que obliga a conocer algo de su obra para entender "de qué" están hablando todos los autores a un tiempo.

Precisamente, en esta revista ha aparecido recientemente uno de los primeros balances sobre la historia de la empresa, debido a Richard, R. John en el que analiza las diferentes actitudes intelectuales que suscita la obra de Chandler. No se debe perder de vista que la obra de Chandler ha supuesto un marco interpretativo del que carecía la historia de la empresa, a no ser que tomase prestados conceptos de otras disciplinas, como la economía política o la microeconomía. El marco teórico que presta Chandler significa, sin duda, el inicio de numerosas aportaciones que lo modificarán, lo ampliarán o lo invalidarán, lo que por otra parte, es una manifestación del crecimiento de una disciplina.

Dos décadas después de la publicación de The Visible Hand se puede afirmar que existen tres tipos de respuestas a la obra de Chandler. Los "campeones" que reelaboran la teoría, los "críticos" que encuentran anomalías entre los argumentos de Chandler y sus propias investigaciones y los "escépticos" que rechazan el análisis de Chandler(10).

Entre los "campeones" se encuentran algunos de sus antiguos colegas y estudiantes de la Harvard Business School; como Chandler, creen que la revolución gerencial se ha visto potenciada por el desarrollo de la tecnología y de la organización empresarial. Todos ellos manifiestan que existen diferencias entre la invención inicial de un producto y el éxito de su comercialización, que requiere un tipo de inversión que sólo una gran empresa puede realizar. Algún chandleriano convencido como Tedlow(11) ha especulado con la idea nada chandleriana de que los empresarios del mercado de masas han podido crear la demanda. De todas formas, Tedlow, como Chandler, acaba afirmando que el mercado permanece como fuerza impredecible, independiente y fuera del control de la empresa industrial -"el cliente dispone, pero la empresa propone".

Los críticos, entre los que se encuentra el mismo Richard John, han señalado algunas carencias del trabajo de Chandler. Por ejemplo, el papel de las instituciones y de la cultura(12), y el carácter de fenómeno cultural de la revolución industrial en sus diferentes formas tecnológicas. De hecho, uno de los reproches que le dirige Richard John a Chandler es que éste ha tratado la cultura como una categoría residual y que raramente ha dedicado su atención a la historia de las ideas. Especial controversia ha constituido la omisión de Chandler respecto a la dimensión política de los cambios económicos. Algunos historiadores han subrayado la transformación gradual de los Estados Unidos desde una economía mercantil a otra de libre acceso, o el papel esencial desempeñado por las empresas públicas como el ejército, la maquinaria armamentística, los bancos federales o el sistema postal(13).

Así como Chandler consideró el telégrafo y el ferrocarril como las precondiciones para el desarrollo de la gran empresa capitalista, otros autores, historiadores del telégrafo, como Gabler(14), Yates(15), Blondheim(16) o Israel(17), han demostrado que precisamente en esos campos fue donde se encuentran los primeros líderes de los negocios modernos. Otros historiadores también críticos han puesto énfasis en el fundamento social de esa "revolución desde arriba", que se ha interpretado desde dos puntos de vista: el que considera a los lideres como componentes de una élite homogénea y el punto de vista que por el contrario considera que los directivos de nivel medio surgieron para garantizarse sus lugares de trabajo y una trayectoria profesional. En ese proceso se fue creando la nueva clase media y una nueva cultura del trabajo.

Los escépticos forman legión, principalmente desde el campo de la historia social: desde los que acusan a Chandler de considerar la fuerza de trabajo como variable dependiente, a los que consideran que en su versión del crecimiento económico lo considera como algo no sujeto a normas sociales o impedimentos legales. Es cierto que Chandler orilla las consideraciones políticas sobre la clase trabajadora y que las considera menos importantes que las estrategias de gestión.

Desde la historia de la tecnología, también se han producido algunas críticas de calibre importante, como la de Thomas Hughes(18) y Philip Scranton(19), entre otros. La principal crítica se encuentra en la decisión de Chandler de tomar la empresa como unidad de análisis, cuando, al menos desde 1917, sostienen estos autores que se debe hablar de conjuntos de empresas vinculadas por actividades productivas interrelacionadas. Otra de las críticas -que modestamente compartimos- se encuentra en el concepto de infraestructura aplicado al transporte, comunicación o fuentes de energía. El esquema narrativo de Chandler y la forma exhaustiva de tratar la información también son motivo de más de una crítica llegándose a decir que Chandler ha efectuado una descripción de la industria del siglo XIX "curiosamente sesgada y falsa".

Algunos de los más íntimos colaboradores de Chandler han realizado ampliaciones a su modelo, como es el caso de Franco Amatori, señalado más arriba, y Louis Galambos. Franco Amatori, que ha sido colaborador de Chandler en más de una obra, utiliza su modelo para analizar la globalización actual -la "aldea global"- y desde este punto de vista explica la tercera revolución industrial, iniciada en 1950, basada en el transporte aéreo y la informática (20). Louis Galambos(21) señala en un corto artículo que ante el paradigma de Chandler, según el cual sólo hay una posible vía de crecimiento, se está observando que a partir de los años 1960 "la innovación ha sido siempre la fuerza motriz del desarrollo económico capitalista" independientemente del tamaño, estado de la tecnología utilizada, del carácter de los mercados -regulados o competitivos- o de las condiciones de producción, investigación y desarrollo o los equipos directivos. Es decir, para Galambos la variable independiente de todo el proceso no es como para Chandler las capacidades organizativas sino el constante proceso de innovación.

Otros dos seguidores de Chandler, Mark Casson y Mary Rose(22) han señalado la importancia de las redes sociales y políticas y el proceso de información en o entre instituciones para el desarrollo de la empresa. Para estos autores el estudio del contexto institucional es inseparable del estudio de la empresa. Concluyen que se está haciendo imprescindible una teoría de la organización empresarial en la que se contemple no sólo las condiciones endógenas de la empresa, sino las exógenas, que se muestre las interacciones entre los agentes económicos y políticos y cómo éstos últimos influyen en la organización, estrategias y funcionamiento de los negocios y de los gobiernos.

Mary Rose, además, es autora de una obra(23) en la que siguiendo las tesis de Chandler sobre el retraso y el declive de la economía británcia en el siglo XX, observa que éste es debido a la persistencia de las empresas de tipo familiar. Rose analiza las ventajas y desventajas de la organización familiar en términos de incentivos y de control y los especiales papeles desempeñados por el "altruismo" y la "lealtad familiar". Otras desventajas que Rose identifica en la organización familiar de las empresas se encuentran en las rupturas por conflictos, la tolerancia para la ineficacia personal, la utilización inapropiada de individuos y la incapacidad para realizar economías de escala. Si esas actividades se desempeñan por instituciones de manera que se minimicen los costes, el balance de las ventajas y desventajas desempeña un papel mayor para determinar qué actividades pueden ser llevadas a cabo por las empresas, y cuáles por las instituciones sin ánimo de lucro o por el Estado.

Como se puede observar, las fronteras de la historia económica no están claramente delimitadas respecto de la economía general o del papel de las instituciones, como también ha notado Boyns(24). Eso lleva, según este autor, a un pluralismo metodológico que, de igual manera que puede significar un avance en el conocimiento puede, también, crear barreras, ya que crea diferentes lenguajes y, en consecuencia, hace imposible la comunicación entre científicos con distintas metodologías. En Gran Bretaña se esta produciendo en estos últimos años un cierto cambio desde enfoques de carácter sociológico y cultural, hacia otros que proceden de la etnociencia, un tipo de antropología cognitiva. Boyns mismo constata la tendencia a desaparecer, al menos en las revistas inglesas, del estudio de casos, de la que Chandler es el maestro.

De todos modos, algunos autores reconocen que el empirismo continúa siendo la base de muchas investigaciones en historia de la empresa en Gran Bretaña; pero al mismo tiempo detectan una crisis de indentidad en esta disciplina, una falta de definición clara sobre su objeto de estudio. La historia económica británica parece encontrarse en un momento en el que los investigadores no se ponen de acuerdo sobre los aspectos relevantes a estudiar. Napier(25), a pesar de proponer una aproximación más crítica e interpretativa, llama la atención sobre la necesidad de contar con una base documental, ya que de no ser así, el objeto de estudio puede perder su dirección. Sin embargo, se continúa poniendo énfasis en la utilización del carácter narativo de los estudios, también como Chandler.

Por su parte, el ya citado Philip Scranton(26) en otra obra considera que la teoría espacial de los geógrafos puede proporcionar un marco teórico a los historiadores de la empresa, sobre todo si se desplazan del estudio de la empresa hacia un contexto más global, sea éste nacional o regional.

El interesante artículo de Francesca Carnevali(27) muestra la ya extensa bibliografía existente sobre la historia de la empresa italiana. La economía de ese país, según la autora, se encontró durante los años posteriores a 1945 dominado por tres gigantes -Fiat, Ansaldo y Montecatini- a los que se contraponían las empresas vinculadas al Estado. Ese período ha sido ya estudiado por algunos historiadores de la gran empresa, entre los que la autora cita a Romeo, Castronovo y Cassese(28). Esos libros, junto a otros algo anteriores, son en palabras de la autora, mucho más que simples estudios de casos. En Italia, la historia de la gran industria se ha visto más influenciada por el modelo de otro historiador económico, Alexander Gerschenkron(29), y su estudio sobre los distintos caminos seguidos para el desarrollo del capitalismo. En el caso de Italia, además, intervinieron los bancos para financiar las nuevas empresas y el Estado para protegerlas.

Sobre estas cuestiones, la bibliografía italiana cuenta con algunos títulos significativos en los que se ha estudiado la relación entre banca e industria(30); el papel desempeñado por la banca regional en condiciones de recesión(31) las relaciones entre el Estado, la Banca y la industria(32), el papel desempeñado por el Estado en el desarrollo de la industria petrolífera(33) y más tarde la distribución del gas natural(34).

Hasta aquí, hemos recogido una muestra sobre el impacto de Alfred Chandler en la bibliografía económica más reciente. Nos detendremos a continuación en un reducido grupo de estudios en los que se ha aplicado con mayor o menor fortuna el modelo y el método de Chandler a otros crecimientos industriales tan distantes entre sí -geográfica y economicamente- como Japón, Italia, Francia, China, Grecia, Suecia o España. Ante todo se debe decir que el volumen económico manejado por los "tres grandes" es tan superior al del resto de los otros países que evidentemente el modelo resiste muy precariamente.

Los estudios de casos

El ya citado Franco Amatori, en un corto pero interesante artículo(35) sobre la aplicación del modelo de Chandler al caso italiano, se define a sí mismo como un "chandleriano tozudo". Efectivamente, los intentos que se han llevado a cabo muestran en su mayoría desviaciones significativas. En ese mismo artículo, Amatori reconoce que el modelo de Chandler es "incapaz de explicar desarrollos económicos que no estén basados en las grandes industrias". Para la tercera revolución industrial, basada, como ya se ha indicado, en la aviación a reacción y la informática, el modelo se puede aplicar con restricciones y con un peligro suplementario: el aumento de la velocidad en la información puede provocar la "desintegración" de las grandes empresas, en un fenómeno conocido como "concentración sin centralización". Esos cambios han obligado a Chandler, según explica Amatori, a matizar algunas afirmaciones como aceptar que, en la actualidad, una de las más importantes características de la gran empresa es ser el nexo de una red de pequeñas empresas. El modelo, sin embargo, puede ser aplicado sin dificultad en la organización de los desafiadores, debido a la "brutal" revolución en la tecnología. Por otro lado, Amatori añade el papel intervencionista del Estado tanto en Italia como en Rusia y Japón.

Para Etsuo Abe(36), el desarrollo japonés también participa de las categorías de Escala y diversificación, especialmente si se observan las jerarquías gerenciales que se han creado en el país -el auge de los directivos profesionales, separados de la propiedad- entre los que distingue dos tipos de estructuras: la forma unitaria -U-Form- y la forma multidivisional -M-Form- relacionadas ambas estructuras con el desarrollo de las empresas de gran escala. Este artículo de Abe es interesante, también, porque no se limita a aceptar el modelo de Chandler, sino que introduce el modelo del ya citado Alexander Gershenkron, el cual propone dar más énfasis a la naturaleza y al camino seguido por los desafiadores que hemos visto en el modelo de Chandler. De esta manera, el autor utiliza los dos modelos para explicar el desarrollo del capitalismo en el Japón.

Sobre el desarrollo en Francia se conocen dos excelentes trabajos, el de Michael Smith(37), en el que el autor muestra que las diferencias entre el desarrollo económico de la gran empresa en Francia y el de los tres países estudiados por Chandler se deben al tamaño de los respectivos mercados y a la diferencia entre sectores hacia los que se canalizaron los recursos. Para Smith, no hay duda de que Francia y otros países realizaron la triple inversión inicial antes de 1913 y constata que por las mismas fechas, pocas empresas la habían realizado en Estados Unidos. Por otra parte, la lectura del artículo de Smith permite deducir diferencias importantes entre estructuras sectoriales, lo cual se traduce en diferentes ritmos de crecimiento y de concentración para diferentes sectores, y que es sólo un reflejo de diferentes entornos sociales y culturales.

Otra obra a tener en cuenta es el libro de François Caron(38), también en la línea de Chandler, que vincula las revoluciones industriales al cambio tecnológico y sus efectos sobre la estrucura económica y su crecimiento. Como Chandler, también pone énfasis en el análisis de las estructuras organizativas, es decir, las relaciones entre el desarrollo tecnológico y las estrategias empresariales.

Una aplicación del modelo de Chandler a Grecia(39) muestra que también en ese país se produjeron estrategias por parte de algunas empresas para adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado. En ese estudio se analiza la evolución de las estructuras organizativas y de propiedad desde el gran negocio hasta la empresa dirigida por una sola familia. En Grecia el papel de las empresas familiares, que gestionaron sus negocios de manera centralizada, fue importante para promover la evolución de la economía nacional. Pero no obstante, también en ese país se produjo la separación entre la propiedad familiar y la gerencia.

Un magnífico articulo de Choi Chi-Cheung(40) muestra que en China el modelo de Chandler sufre importantes distorsiones. A través del estudio de la linearidad de dos familias concluye que es importante el control de las empresas precisamente por parte de las familias. En una de ellas, en la que domina la matrilinearidad -los Chens-, el control de la compañía pasa por hermanos y primos antes de pasar a la nueva generación; todos los miembros de la familia ven la empresa como una propiedad común. En la familia en que ha primado la patrilinearidad y la sucesión directa del hijo mayor -los Gaos-, ha primado una gran continuidad que ha exigido la lealtad del resto de la familia. Las dos empresas tuvieron trayectorias similares desde 1850 hasta 1934. Ese año, el colapso de nueve bancos en Japón arrastró a los Gaos, mientras que los Chens no sólo sobrevivieron sino que continuaron prosperando.

Las redes familiares en China son una clara muestra de la posibilidad de funcionamiento diferencial del capitalismo, no sólo en ese país, sino en otras partes de Asia. El libro de Hamilton(41) muestra, también, que la base de la cultura de negocios china se distingue por constituir una mezcla de confucionismo y socialización en la que el papel central está ocupado por el "trust familiar".

El caso de Suecia fue uno de los primeros analizados en dos artículos de la revista Business History, que como es conocido se encuentra vinculada a diversas Universidades británicas, Londres, Reading y Lancaster entre otras, y que da cabida a numerosos artículos de carácter metodológico, en una vía algo diferente de su casi homonima del otro lado del Atlántico.

Por una parte, Modig(42) ve en el capitalismo sueco algunas diferencias importantes respecto al modelo de Chandler, principalmente en la gestión de las empresas públicas. Cree que se deben considerar como un tipo especial de gestión capitalista -distinta del capitalismo gerencial- principalmente por el papel desempeñado por parte del gobierno en el desarrollo de los ferrocarriles y en la gestión de la energía hidráulica. Esos dos sectores no ejercen monopolio, pero desempeñan un papel principal en sus mercados específicos; sin embargo, no pueden desarrollarse de manera independiente porque el gobierno es quien establece las estrategias.

Por otra parte, Glete(43), cree que el capitalismo gerencial ya ha pasado en Suecia. Fue la forma dominante de gestión en algunas de las empresas mayores, mientras los gerentes profesionales fueron importantes durante la creación de las grandes compañías. En la actualidad han perdido parte de su poder a manos de los grandes propietarios que han sido capaces de crear su propia base de poder en la Banca y ampliarla por medio de relaciones entre sociedades de la Suecia industrial. Eso permite a los grandes propietarios tomar sus decisiones independientes y controlar el auge de los líderes gerenciales. Glete concluye, así, que el capitalismo gerencial existe en Suecia pero que no ha llegado a ser dominante.

Otras aplicaciones del modelo de Chandler se encuentran en el análisis del papel desempeñado por las publicaciones técnicas durante la segunda revolución industrial en Gran Bretaña(44) para la formación de técnicos; en los ensayos realizados en algunas industrias, como la del papel en la Inglaterra victoriana(45); sobre las causas culturales de la decadencia británcia antes de la segunda Guerra Mundial(46); o la emergencia de un tipo de capitalistas individuales en la industria textil británica, independiente de la estructura de jerarquías profesionales, y dependiente, en cambio, de las preferencias por la acumulación individual en lugar de corporativa(47). En otra, Youssef Cassis(48) estudia de manera comparada el desarrollo de los grandes negocios en Inglaterra, Francia y Alemania desde el punto de vista del liderazgo económico y el status social.

Los economistas Carreras y Tafunell, en un artículo de 1993(49), han hecho un esfuerzo de acomodación, sin duda loable, del crecimiento económico español al modelo de Chandler. Se debe reconocer a sus autores el mérito que supone incorporar a su estudio el sector financiero, especialmente por haberlo realizado en época mucho más temprana que la mayoría de artículos que llevamos reseñados. Vaya también por delante que los autores ya advierten en su trabajo que la empresa española entre 1917 y 1974 es "lo más opuesto a la gran empresa moderna chandleriana".

Sin embargo, del intento de aplicación del modelo chandleriano al caso español resulta cuando menos llamativo el hecho de incluir en la lista de las 200 mayores empresas españolas a las sociedades financieras y bancos, cuando el modelo de Chandler alude explícitamente a las empresas industriales productoras de bienes de consumo, dominantes en Estados Unidos e Inglaterra o de bienes de producción, dominantes en Alemania. En la España de 1974 -en vísperas del inicio de la Tercera Revolución Industrial -afirmada sobre la aviación a reacción y la informática- se debe esperar al puesto 6º para encontrar la primera empresa productora de bienes de producción -Ensidesa-; al 20º para Astilleros de España y al 23º para la empresa SEAT. Los lugares entre esas empresas se encuentran ocupados por entidades financieras y de servicios públicos, éstos últimos tampoco incluídos en el modelo de Chandler y a duras penas aceptados por sus críticos más acérrimos, como hemos visto.

¿Hasta qué punto es significativo tomar las doscientas mayores empresas de un país indiscriminadamente, sólo porque su volumen de negocio es el mayor de un país, sin tener en cuenta los parámetros que definen la industria capitalista moderna?. Porque esto puede llevar a distorsionar el modelo de crecimiento industrial de Chandler. Para ajustarse a este modelo, quizás hubiese sido necesario interpretar las instituciones financieras y las empresas de servicios como la infraestructura que hace posible el crecimiento de la estructura económica, que, en definitiva, es como los considera Chandler.

También hubiese sido preciso preguntarse si en las industrias que se han escogido como muestra se realizó la triple inversión cuya necesidad sostiene Chandler como inicio del despegue de la empresa capitalista moderna y en lo que están de acuerdo prácticamente todos los historiadores de la empresa. Ciertamente, en España las condiciones políticas fueron tan diferentes a las de los tres países del modelo de Chandler que es difícil, casi imposible, encontrar similitudes. Las condiciones políticas pesaron de una forma importante. La tutela del Estado, que en Estados Unidos e Inglaterra fue mínima y en Alemania discretamente superior, se mostró en toda su dureza en el caso español. Y ése es un escollo difícil de superar.

Y a la inversa, sería bueno conocer cuántas empresas de menor tamaño que las grandes de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania habían realizado ya la triple inversión en España hacia 1913, como ha señalado Michael S. Smith, ya citado en referencia al estudio del desarrollo francés.

También cabría preguntarse en cuáles de las doscientas empresas españolas se produjo la combinación horizontal y la integración vertical seguidas por la expansión geográfica y la diversificación del producto. Y a continuación podríamos también preguntarnos si se produjo y dónde el proceso de multidivisionalidad, consecuencia de esas dos últimas estrategias.

Contestadas estas preguntas, quizás encontraríamos una cifra mucho menor de la que han manejado Carreras y Tafunell e, indefectiblemente, mucho nos tememos que los principales lugares estarían ocupados por las grandes empresas de servicios -como FECSA, como la actual Gas Natural- empresas en las que realmente se reprodujeron casi todas las condiciones para la creación de una industria de capitalismo gerencial.
 

*Este artículo forma parte de una investigación más amplia financiada por la Fundación Caja de Madrid con el título: Innovación tecnológica y comportamientos empresariales en tres ciudades españolas del siglo XIX: Barcelona, Málaga y Madrid. Estudio comparado.

Notas

1. Tendremos oportunidad de referirnos más extensamente a Richard R. John en la segunda parte de este trabajo.

2. CHANDLER, Alfred D. Jr. Scale and Scope. The Dynamics of Industrial Capitalism. Harvard University Press, 1990. Versión española: Escala y diversificación. La dinámica del capitalismo industrial. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 1996, 2 vols. Traducción de Jordi Pascual.

3. CHANDLER, Alfred D. Jr.The Visible Hand: The Managerial Revolution in American Business. Cambridge, Mass: 1977.Versión española: La mano visible. La revolución en la dirección de la empresa norteamericana. Madrid: Centro de publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad, 1988.

4. Debemos señalar que la palabra inglesa Scope, utilizada en el original, ha dado mucho que pensar a los estudiosos de la obra de Chandler; finalmente y aunque no sea una traducción literal, diversificación ha parecido ser la que capta mejor el sentido.

5. Ver más adelante en las conclusiones la opinión de Chandler sobre la percepción de la burocracia en la gran industria capitalista moderna.

6. Ver esencialmente JOHN, Richard R. Elaborations, Revisions, Dissents: Alfred Chandler Jr's The Visible Hand after Twenty Years. Business History Review, vols. 71, nº 1, 1998, p. 151-200. Extenso artículo que comprende detalles sobre la vida y la trayectoria intelectual de Chandler, un estudio de The Visible Hand y un resumen de las aportaciones a favor y en contra de su obra desde el punto de vista de la historia de la economía.

7. Entendemos por pragmático el conocimiento basado en y aplicado a la experiencia empírica, que el mismo Chandler defiende.

8. En John, R.R. op. cit. en nota nº 6, p. 180.

9. CARMONA, Joam. Reseña de Scale and Scope. Revista de Historia Industrial, nº 1, 1992, p. 241-244.

10. Ver John, R. R. op. cit. en nota nº 6 del que hemos tomado lo esencial para tratar esta cuestión.

11. TEDLOW, R. S. New and Improved: The Story of Mass Marketing in America. New York: 1990. Citado por R. John, op. cit. en nota nº 6.

12. PERKINS, E. J. The Entrepreneurial Spirit in Colonial America: The foundations of Modern Business History. Business History Review, vol 63, nº 1, 1989, p. 160-186. Ver asimismo, COCHRAN, T. C. Frontiers of Change: Early Industrialism in America. New York: 1981. (Citados ambos por John, op. cit. en nota nº 6.)

13. JOHN, R. R. Spreading the News: The American Postal System from Franklin to Morse. Cambridge, Massachssuets: 1995.

14. GABLER, E. The American Telegrapher: A social History, 1860-1900. New Brunswick, N. J., 1988.

15. YATES, J. Control through Communication: The Rise of Ssystem in American Management. Baltimore, Md.: 1989.

16. BLONDHEIM, M. News over the Wires: The Telegraph and the Flow of Public Information in America, 1844-1897. Cambridge, Mass.: 1994.

17. ISRAEL, P. From Machine Shop to Industrial Laboratory: Telgraphy and the Changing Context of American Invention, 1830-1920. Baltimore: 1992.

18. HUGHES, T. P. The Order of the Technological World. In HALL, R. SMITH, N. History of Technology, 1980. p. 7-10.

19. SCRANTON, P. Determinism an Indeterminacy in the History of Technology. In SMITH. Does Technology Drive History?.

20. AMATORI, F. Reflections on global Business and Moder Italian Entreprise by a "Stubborn" Chandlerian. Business History Review, vol. 71, nº 2, 1997, p. 309-318.

21. GALAMBOS, L. Global perspectives on Modern Business. Business History Review, vol 71, nº 2, 1997, p. 287-290.

22. CASSON, M. ROSE, M. Institutions and the Evolution of Modern Business. Business History, vol. 39, nº 4, 1997, p. 1-8.

23. ROSE, M. Family Business, Londres: Aldershot, 1995.

24. BOYNS, Trevor. British Business History: a review of the periodical literature for 1996. Business History, vol. 40 nº 2, 1998, p. 95-114.

25. NAPIER, C.J. Accounting and the Absence of a Business Economics Tradition in the UK. European Accounting Review, vol 5, nº 3, 1996, p. 427-450.

26. SCRANTON, P. The significance of Spatial Theory for Business Historians. Economica and Business History, vol. 25, nº 1, 1996, p. 72-80.

27. CARNEVALI, F. A Review of Italian Business History from 1991 to 1997. Business History, vol. 40, nº 2, 1998, p. 80-94.

28. ROMEO, R. Breve Storia della grande industria in Italia (1861-1961). Bologna: 1961. CASTRONOVO, V. L'Industria italiana, dell'Ottocento ad oggi. Milano: 1980. CASSESE, E. E' ancora attuale la legge bancaria del 1936? Stato, banche e imprese pubbliche degli anni '30 agli anni '80. Roma: 1987.

29. GERSHENKRON, A. Economic Backwardness in Historical Perspective. Cambridge: 1962.

30. CONFALONIERI, A. Banca e industria in Italia 1894-1906. Milano: 1974-76. Y CONFALONIERI, A. Banche miste e grande industria in Italia, 1914-1933. Milano: 1994.

31. RIENZO, M.G. L'essordio della banca di Calabria nel tessuto economico napoletano. IL percorso di un'oligarchia finanazaira in eta' liberale'. Societá e storia, nº 70, 1995, p. 793.

32. ASSO, P.F. y DE CECCO, M. Storia del Crediop. Tra crédito speciale e finanza pubblica, 1920-1960. Roma: 1993.

33. Los trabajos de SAPELLI, G. y CARNEVALI, F. esencialmente, Uno sviluppo fra politica e strategia: ENI (1953-85). Milano: 1993.

34. ZAMAGNI, V. The Economic history of Italy. 1993.

35. AMATORI, F. op. cit. en nota nº 20.

36. ABE, E. The Development of Modern Business in Japan. Business History Review, vol. 71, nº 2, 1997, p. 299-308.

37. SMITH, M. S. Putting France in the Chandlerian Framework: France's 100 largest Industrial Firms in 1913. Business History Review,vol 72, nº 1, 1998, p. 46-85.

38. CARON, F. Les deux revolutions industrielles du Xxème siècle. París: Éditions Albin Michel, 1997, 525 p.

39. DRITSAS, M. GOURVISH, T. (Eds.) European Enterprise: Strategies of Adaptation and Reneval in the Twentieth Century. Atenas: Trochalia Publicatios, 1997, 310 p. ensayo introductorio realizado por Chandler.

40. CHOI CHI-CHEUNG. Kinship an Business: Paternal and Maternal Kin in Chaozhou Chinese Firms. Business History, vol. 40, nº 1, 1998, p. 26-49.

41. HAMILTON, G. G. (Ed.) Asian Business Networks. Berlín: de Gruyter, 1996, XVI + 302 p.

42. MODIG, H. Management of Public Entreprises. A Special Type of Managerial Capitalism. The Swedish case. Business History, vol. 35. Nº 2, 1993, p. 55-67.

43. GLETE, J. Managerial Capitalism. Did it ever ascendant?. Business History, vol. 35, nº 2, 1993, p. 99-110.

44. BOTTICELLI, P. The British Engineering Press during the Second Industrial Revolution: Responses to Corporate Capitalism. Business History Review, vol. 71, nº 2, 1997, p. 260-286.

45. MAGEE, G. B. Competence or Omnisciencie? Assessing Entrepreneurship in the Victorian and Edwardian Britsh Paper Industry. Business History Review, vol. 71, nº 2, 1997, p. 230-259.

46. JONES, G. Global perspectives and British Paradoxes. Business History Review, vol. 71, nº 2, 1997, p. 291-298.

47. TOMS, S. Windows of Opportunity in the Textile Industry: The Business Strategies of Lancashire Entrepreneurs, 1880-1914. Business History, vol. 40, nº 1, p. 1-25, 1998.

48. CASSIS, Y. Big Business: The European Experience in the Twentieth Century. Oxford: Oxford University Press, 1997, XIV + 277 p.

49. CARRERAS, A. TAFUNELL, X. La gran empresa en España (1917-1974). Una primera aproximación. Revista de Historia Industrial, nº 3, 1993, p. 127-174.
 

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