Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales 
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 148, 24 de marzo de 1999
 

EL DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN COMO SIGNIFICANTE: EXPLORACIONES SOBRE EL SENTIDO(i)
 

Juan Besse (ii) 



Este trabajo quiere desbrozar algunos sentidos del término diseño con el fin de reducir problemas semánticos que se presentan en la docencia al yuxtaponerse, al menos, dos acepciones básicas que remiten a diferentes operaciones discursivas y prácticas del proceso de investigación. Como señala Lacan (1984) el sentido es un recipiente agujereado. Este trabajo no se propone detener la pérdida o el deslizamiento de sentido mediante un parche al recipiente, o su normalización, que es casi lo mismo; sin esa pérdida de sentido sería imposible pensar los propios procesos de investigación. Sin embargo, ponerse de acuerdo en un seminario de investigación sobre qué decimos cuando decimos diseño no está demás. Ayuda a reflexionar sobre el proceso de investigación al poner en palabras el modo en que pretendemos recortar lo real, obtener información y finalmente a través de la construcción de los datos en relación a una problemática, construir un objeto de investigación.
 

De qué se habla cuando se dice diseño
 

Una acepción madre aplica el sustantivo diseño a un "estado" del proceso de diseñar una investigación. Llevar a cabo una práctica de diseño sería entonces propiamente investigar. Las prácticas de diseño quedan asociadas a lo que efectivamente hacen los investigadores en el proceso de investigación.

El uso del término lleva hacia otros deslizamientos semánticos. A esos deslizamientos de sentido voy a denominarlos acepciones no excluyentes de un significante que a fuerza de ser usado cobija el secreto de la coexistencia pacífica.

En una punta de ese arco de acepciones, una definición amplia que refiere al bosquejo del conjunto de los componentes (tema, problema, objetivos etc.) que le permiten al investigador anticipar - mediante una representación organizada del punto de partida - el inicio de la construcción del objeto en el proceso de investigación. De este modo, la noción de diseño es asimilada o se confunde con la de proyecto de investigación, sin que el proyecto quede necesariamente circunscripto a una fase inicial del proceso de investigación. En la otra punta del arco, una acepción restringida que define al diseño como la opción técnica adecuada a un determinado tipo de problema de investigación(1) y que entiende al diseño como un dispositivo exclusivamente técnico.

Ahora bien, cuando diseñar reemplaza como verbo a investigar no lo hace como sinónimo. El uso del verbo diseñar está poniendo énfasis en la dimensión estratégica del proceso de investigación. Desde el punto de vista etimológico, diseño significa plan, programa o hace referencia a algún tipo de anticipación de aquello que se pretende "conseguir": la construcción de un objeto. Morin (1995) recupera la etimología común que tienen los términos diseño y designio, lo cual hace pensar en la tensión que estructura el sentido de lo que se quiere comunicar cuando se habla de diseñar una investigación. Por un lado, un plan de investigación, es decir hacia donde se apunta, qué se quiere recortar de lo real, pero también con qué instrumentos; y entonces lo que se resalta es el componente técnico del diseñar. No sólo persigo un objetivo, sino que armo los instrumentos que permitirán perseguirlo. Y es esa combinatoria de componentes tácticos y estratégicos lo que se quiere significar cuando en términos más modernos (unas dos décadas) se habla de una estrategia teórico-metodológica.

Bajo el rótulo estrategia teórico-metodológica se describe una particular puesta en relación de la teoría, el método y la técnica en el proceso de captura de lo real, como nos dice Ibañez (1996: 61) "la investigación es una operación de la caza. Investigar viene de 'üestigo' (seguir las huellas que deja una presa en el camino). Los dispositivos de investigación son dispositivos de predación: son capturados los cuerpos (en la selección de la muestra, o en la reunión del grupo, o en la elección de una institución) y son capturadas las almas -las hablas-(en la entrevista, en la discusión, en la asamblea)".
 

La asimilación entre diseño y técnica en el discurso metodológico "clásico"
 

El término diseño de investigación está asociado al cuerpo de las discusiones que hicieron de la metodología un dominio con aspiraciones disciplinarias. Las diversas clasificaciones sobre los tipos de diseño asocian al concepto de diseño con la dimensión técnica del proceso de investigación y, a su vez, esta asociación entre diseño y técnica se vincula a determinadas concepciones de la investigación empírica. Así las cosas, la metodología se fue constituyendo como un discurso en torno de las operaciones técnicas involucradas en la producción de conocimientos en el seno de aquello que comenzaba a actuar "los sueños de física social -de las leyes de alcance universal, de la ciencia unificada" (Geertz,1994 :36) : las ciencias sociales.

Hacia mediados de siglo las ciencias sociales compartamentalizadas en torno a competencias recortadas por objetos, hallaban su lugar de encuentro en el terreno del método. Allí, el patrimonialismo de objeto, una de cuyas derivaciones es el empirismo ingenuo que confunde objetividad y objetualidad (Bourdieu et al, 1993), encontró un abalizamiento en la creencia de que la verdad se deriva del método (Cf. Rudner: 1979), lo cual constituyó a la metodología de la investigación social en una transdisciplina que al amparo de la epistemología (neo) positivista podía albergar las inquietudes de los mas diversos investigadores y construir tecnologías que hicieran de la Babel una torre; sólida y mítica construcción, a la que, como a una ciudadela sagrada, pudieran dirigir las miradas los hombres azorados para predicar la verdad(2).

En El oficio de sociólogo, Bourdieu, Chamboredon y Passeron titulan a la introducción del libro, Epistemología y metodología, poniendo a desnudo los vínculos estrechos entre ambos significantes. En esa introducción, todavía hoy insuperable, con mordacidad volteriana recurren para desautorizar las disociaciones entre el método y la práctica de investigación, propias del metodologismo, al mismísimo Comte. Allí los autores, en una nota al pie, señalan que "todo intento de volver a insertar las operaciones técnicas en la jerarquía de los actos epistemológicos será casi inevitablemente interpretada como un ataque dirigido contra la técnica y los técnicos; pese a que reconocemos la contribución capital que los metodólogos, y en particular Paul F. Lazarsfeld, han aportado a la racionalización de la práctica sociológica"(Bourdieu y otros, 1993: 13).

Entiendo que mediante ese reconocimiento con nombre y apellido lo que se intenta es recuperar contribuciones, como las técnicas de operacionalización de conceptos, que la furia -o el furor religioso- de los críticos enrolados en el cualitativismo fundamentalista logró desdibujar(3). La construcción de estereotipos sobre las técnicas cuantitativas y los procesos de operacionalización(4) ha impedido su adecuado conocimiento y por lo tanto dificultado la ponderación de las potencialidades que dichas opciones técnicas ofrecen para ciertos tipos de investigaciones empíricas. Y esto es central, las conversiones religiosas en el terreno de las opciones teóricas, metódicas y técnicas lleva a la investigación hacia los rituales de procedimiento que entrañan en el mismo acto de la repetición el riesgo del desplazamiento de la vigilancia epistemológica (Bourdieu y otros, 1993: 23).

Los rituales de procedimiento de cualquier signo no pueden sostenerse si no es a través de la construcción de una cosmovisión(5) de molde religioso. Freud (1986: 155) señala que las religiones se constituyeron disputando entre sí la posesión de la verdad y que - desde una concepción de la verdad como correspondencia - considera lícito "tener por nulo el contenido de verdad de la religión. Esta es un intento de dominar el mundo sensorial en que estamos inmersos por medio del mundo del deseo que hemos desarrollado en nuestro interior", juicio que me permite abordar los discursos del método como estrategias de control social, activo y reactivo a la vez , en el campo de las prácticas profesionales de producción de conocimientos.

Tomo esta concepción de control social activo y reactivo de la teorización de Melossi (1992). Resulta sugestivo comparar el desarrollo que hace Melossi de las teorías del control social, sobre todo a partir de su ingreso en el ámbito de la reflexión sociológica estadounidense, en sus versiones funcionalista (Parsons) e interaccionista crítica (entre otros Wright Mills), con el proceso de estructuración del campo disciplinario de la metodología de la investigación, ya que es precisamente Mills, con su concepto de imaginación sociológica, quién encarna emblemáticamente la crítica teórica y metodológica a la arrolladora escuela de Parsons. Y es precisamente a partir de esa crítica, que se da en el interior del campo académico norteamericano, que comienza el proceso de dura coexistencia de perspectivas de investigación en las ciencias sociales norteamericanas(6).

Para explicar lo antedicho voy a realizar una analogía entre dos espacios nocionales que, en principio, puede resultar grosera. Estos espacios se constituyen en torno a los términos estado y ciencia, los cuales pertenecen al conjunto de los significantes que han sido arena de luchas conceptuales prolongadas.

En un manual interesante, Cerroni (1992:45) hace referencia a estado y sociedad como "viejos conceptos 'metafísicos'", e interpreto a esa "metafisicidad" como el ariete que me habilita a analogarlos en lo que tienen de Leviatán hobbesiano(7). En esta línea, Melossi (1990: 211), desarrollando la "teoría del etiquetamiento fundamentada", señala "que 'el estado' bien puede ser que aparezca en la [una] cadena de etiquetamiento discursivo fundamentado. Aparecerá (...) no como la persona actuante que haya designado el analista social, sino como uno de los recursos discursivos en los que se apropian los propios actores con el fin de dar una explicación acerca de lo que hacen (...) quienes estudian el control social no pueden tratar al "estado" como una variable independiente. No obstante el analista social, está interesado en describir aquel efecto particular del control social que consiste en la orientación de los miembros de la sociedad hacia el estado (...) El estado no es más que un poderoso mecanismo retórico, una variable conceptual dependiente, como muy adecuadamente lo ha llamado P. Nettl (1968); dependiente de la interpretación social del significado -o mejor, diríamos, del control social del significado".

Más allá de si rubriquemos o no esta perspectiva de análisis del estado, su utilización en el estudio de las prácticas científicas y su relación con los procesos de institucionalización de la actividad científica en ámbitos académicos, me parece estimulante. Donde dice estado bien podría decir ciencia y donde dice analista social estudioso de la actividad científica. Y en este sentido, la función ejercida por las epistemologías normativas, en la construcción de una imagen de la ciencia como operador de síntesis, como dominio del cual prediscursivamente y providencialmente se predicaría la verdad (Foucault, 1992) es innegable. La ciencia como cosmovisión de naturaleza religiosa, por recuperar la imagen de Freud, y los discursos del método que oficiaron de soporte de las representaciones de unidad, ha devenido un obstáculo epistemológico, ya que en muchos sentidos produce diversos tipos de desplazamiento de la vigilancia epistemológica, entre ellos la producción de visiones disociantes de la relación entre teoría, método y técnica en el proceso de investigación.

Sería una bobera no reconocer que la formalización de la escena científica a través de las estrategias policiales (por lo que tiene de política toda práctica de control social reactivo) del normativismo epistemológico, ha producido un efecto de subjetivación extraordinario que llevó y lleva a la flexibilización de las reglas de producción de los discursos que construyen los investigadores sociales. Sin embargo, y esto no es bueno o malo, conveniente o inconveniente en sí mismo, sino que me parece que debe ser objeto de atención -práctica de prevención contra un cierto idealismo discursivo que interpreta los actos de habla, y peor aun, los de escritura como meros actos volitivos- los investigadores aprendemos a comunicar, hablar y escribir en el marco de la socialización universitaria, y somos más allá de nuestras destrezas personales y nuestro capital cultural, aprendices de formas estandarizadas de hablar y escribir, las cuales no son independientes de los objetos que producimos(8).

Así, en el contexto de la elevada formalización que adquirió la metodología de la investigación construida en estrecha relación a los supuestos del funcionalismo primero parsoniano y luego mertoniano, el concepto de diseño asoció método y técnica en una imagen arquitectónica, pero de naturaleza ingenieril que dominó las discusiones sobre el proceso de investigación en el mundo sociológico y luego se legitimó a través de las denominadas revoluciones cuantitativistas que caracterizaron a las disciplinas sociales en los años sesenta, incluso a las más impermeables por tradición metodológica como la antropología y la historia.

Las tríadas que distinguen al pensamiento del indo-occidente hicieron su aparición en el discurso de los diseños de investigación. Explorar, describir y explicar, se constituyeron en un continuum de funciones que asumieron la noción de fases de un proceso con carácter de creciente complejidad en el conocimiento de la realidad. A la tríada se le reconoce un cuarta categoría, predecir. Diseños exploratorios, descriptivos, explicativos y predictivos pueden utilizarse por separado o en conjunto según las decisiones que tome el analista en relación a los problemas que se proponga estudiar(9).

Ahora bien, la constitución de esa perspectiva metodológica monista en la inmediata posguerra se vió atravesada por el debate entre cuantitativistas y cualitativistas (Plummer, 1989; Conde, 1994) cuya cristalización en conjuntos excluyentes y jerárquicamente definidos tuvo como resultado una redefinición de los papeles de las técnicas en el proceso de investigación que terminó por instaurar la imagen de la existencia de un solo modo correcto de investigar. Modo que quedó subsumido en la hegémonica trivialización metodológica de no tan triviales disputas epistemológicas: una miscelánea entre el denominado método inductivo-probabilístico y el método hipotético deductivo en los términos que, a fuerza de efectuar una generalización, quedaron asociados a las perspectivas epistemológicas denominadas por Hacking, como la Concepción Heredada(10).

Como señalé, hacia los años cincuenta la, ahora con mayúscula y lógicamente normalizada, Metodología de la Investigación emergía como un territorio pleno de certezas en el cual podían encontrarse, en su vocación de institucionalización como dominios científicos, las diferentes disciplinas sociales con la consecuente pérdida de una blandura indeseable. Y fue sobre la base de la sobrestimación de las técnicas cuantitativas y el relegamiento de las cualitativas al papel de técnicas exploratorias con incapacidad para verificar, comprobar, corroborar o confirmar hipótesis, que los diseños más allá de los objetivos para los cuales se los elaboraba (explorar, describir, explicar) quedaron asociados a la representación de modelos técnico-metodológicos de producción de datos, donde los datos eran un aspecto de la realidad descubierto mediante la puesta en marcha del diseño y no la trabajosa construcción de un complejo proceso de intelección que permite construirlos como datos en el interjuego de las relaciones entre teoría, método y técnica.
 

Los conceptos de diseño no pueden ser definidos independientemente de las perspectivas que se tengan sobre la práctica de investigación
 

Parto de la idea que sostiene a la reflexión epistemológica como la intervención de la política en la práctica científica (Escolar, 1998), y en tal sentido considero que la caracterización de las relaciones entre el diseño de investigación y las perspectivas de la investigación social realizada por Jesús Ibañez , hace poco más de diez años, constituye una síntesis de suma utilidad(11). Ya que a través de su contenido sincrético permite establecer nuevos ejes para ponderar los diseños de investigación en su acepción estrictamente técnica. Y lo hace mediante la vinculación de los diseños con el conjunto de la construcción del objeto, lo cual sitúa al diseño no como un dispositivo técnico de producción de verdad en si mismo, sino como un componente indisociable de la problemática y los objetivos de la investigación. Por lo tanto, abre la puerta para (ir a jugar) admitir, en principio, las dos acepciones básicas al principio mencionadas.

Una vez más al aislar los extremos me enfrento a clasificaciones sobre el proceso de investigación. Ibañez (1996: 70 y ss) nos dice que los procesos pueden ser abiertos o cerrados a la información, "es cerrado cuando el proceso de investigación sólo produce las informaciones previstas en el diseño (previamente programadas). Es abierto en la medida que en que puede producir informaciones no previstas en el diseño".

Para Ibañez las perspectivas de la investigación social marcan modos de concebir y organizar los diseños. La asunción consciente de una perspectiva invita a posicionarse frente a lo real que no por imposible dejará de ser encontrado en cada intento de apropiación, cada vez que el sujeto se encuentre con su vocación de ser deseante o deseado.

La perspectiva distributiva entiende que el diseño o programa de la investigación tiene que ser "explícito: se puede enseñar a investigar, decir a un investigador cómo se deben diseñar las investigaciones". Se trata entonces de una perspectiva normativa de la investigación. En la perspectiva estructural, y en mayor grado en la perspectiva dialéctica la investigación está planteada como un proceso abierto donde el diseño no puede ser escindido del proceso de investigación , es decir del "proceso del sujeto de la investigación en el proceso de investigación: no se puede enseñar a investigar, no se puede decir a priori a un investigador cómo se deben diseñar las investigaciones" (Ibañez, 1996: 74).

Al hablar de procesos de investigación abiertos y cerrados a la información inevitablemente caemos en las polémicas entre cuantitativistas y cualitativistas. En este punto diversas perspectivas epistemológicas encontraron un terreno de confrontaciones en el plano de las opciones metodológicas y técnicas (Conde 1994), en el marco de las cuales se constituyeron los rasgos básicos, cuando no los estereotipos, de los diseños cuantitativos y cualitativos: diseños tácticos versus diseños estratégicos, rígidos versus flexibles, cerrados vs. abiertos.

El delineado de los enfoques cuantitativos y cualitativos colaboró en la organización de las representaciones sobre el proceso de investigación como una práctica que debe reconocer un comienzo, al menos una posición inicial en el proceso de intervención en la realidad mediante las técnicas (cuan o cual) de obtención de información.

Ibañez señala que las diferencias entre ambos tipos de perspectivas pueden ser entendidas cómo diferencias entre técnicas y artes, por lo tanto las perspectivas conllevan modalidades pedagógicas específicas de enseñanza y aprendizaje(12) que permiten distintos abordajes desde lo ritual, ya sea como analogía con la función ritual de la performación de la realidad o como metáfora de un universo de prácticas altamente codificadas, o por utilizar un término caro al discurso de la perspectiva distributiva, altamente protocolizadas. La enseñanza de la técnica (por favor, lea la nota 12) al enfatizar el nivel del contenido puede inscribirse en un discurso escrito, tal como el que nos presentan los manuales de metodología. Ese tipo de discurso al proponerse enseñar a utilizar instrumentos y llevar a cabo procedimientos ha sido denominado discurso procedural (Silvestri, 1995).

Sin embargo no sería adecuado inferir una diferencia sustancial entre ambos tipos de diseños, algo así como diseños técnicos y diseños artísticos y caer en una romantización de lo cualitativo por asociación con el dominio del arte, frente a los gélidos y deshumanizados diseños cuantitativos propios del mundo de la técnica (en su versión romántico-conservadora(13)). Ya ciertas líneas del feminismo mujerista introdujeron una ontología de lo cálido y lo frío en la conceptualización de los métodos tan profundamente moralista que arrastró a los métodos cuantitativos a las mismas puertas del averno.

Lo cierto es que como señala Bourdieu parafraseando a Kant (1995: 116) la investigación sin teoría es ciega y lo mismo a la inversa. En el mismo sentido un diseño sin perspectiva de investigación no puede constituirse en estrategia, renunciando de este modo a su eficacia en la producción de información y la construcción de datos.
 

Bibliografía
 

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Notas
 

i El presente trabajo es una fragmento adaptado del trabajo Prácticas de escritura y diseños de investigación, Fichas de Cátedra de Epistemología y Metodología, Dpto. de Geografía, FFyL, UBA.

ii Docente del Area de Metodología y Epistemología, Dpto. de Geografía/Investigador del Proyecto UBACyT TF 44, Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

1. Alvira (1996: 87) sostiene que "un diseño de investigación se define como el plan global de investigación que (...) intenta dar de una manera clara y no ambigua respuestas a las preguntas planteadas en la misma".

2. Uno de los supuestos que permitió la territorialización disciplinaria de la metodología en consonancia con la concepción de unidad de la ciencia en torno a la razón fue, como sostiene Davila (1994:78), la idea de que "el método (...) siempre prima sobre el objeto, refugio éste de los especialistas en métodos acerca de los cuales lo importante 'no es que sean especialistas, sino el hecho de que uno de los resultados de su especialización es impulsar el proceso de especialización dentro de las Ciencias Sociales en su conjunto(...) (siendo ésta) una especialización que se funda únicamente en el uso del método, independientemente del contenido, del problema y del campo de estudios' (C. Wright Mills, 1979)" (los destacados en bastardilla son míos).

3. Al hacer referencia a un fundamentalismo cualitativista lo que quiero señalar es la supresión total en ciertas estrategias de investigación, de técnicas de cuantificación. En otro sentido coincido con la crítica que ha recibido el "imperialismo cuantitativista", por ejemplo la crítica a la teoría de los indicadores que, como señala Davila (1994: 81) "ya ha recibido críticas internas y externas; pero ante todo ha de resaltarse que los indicadores neutralizan técnicamente (es decir, políticamente) cualquier campo sobre el que se orienta su aplicación, de manera que dicho campo aparezca como 'desprovisto de analizadores'; esto es, se proclama la no existencia de aquellos elementos de una situación que, negando de una forma u otra lo instituido, le fuerza a hablar (bien expresando, bien ocultando) a éste último. La teoría de los indicadores supone una total adhesión a lo instituido -forma estatal, centralismo... : tanto la estandarización como la codificación o la uniformización, etc. son formas vinculadas a su propio ejercicio pues la producción de información a partir de procedimientos codificados, sistematizados sobre el conjunto de una población y de un territorio es impensable por fuera de la administración (...) centralizada con todas las cuestiones que en ella se congregan - ; así pues, la característica principal de la teoría de los indicadores consiste en que está imposibilitada para tratar con toda categoría que escape a todo un aparato de integración estadística que ha de preexistirle".

4. La operacionalización al quedar asociada al cuantitativismo corrió su misma suerte. Ciertas perspectivas teóricas pos modernas al enrolar los métodos de análisis en la línea de la crítica textual perdieron de vista la distinción entre método y técnica y por lo tanto el rigor en el proceso que va del diseño a la obtención de información en el campo y de allí a su procesamiento y análisis para la construcción de los datos.

5. En una conferencia publicada en 1932, Freud analiza las relaciones entre ciencia y religión. Allí entiende "que una cosmovisión es una construcción intelectual que soluciona de manera unitaria todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis suprema; dentro de ella ninguna cuestión permanece abierta y todo lo que recaba nuestro interés halla su lugar preciso. Es fácilmente comprensible que poseer una cosmovisión así se cuente entre los deseos de los hombres. Creyendo en ella uno puede sentirse más seguro en la vida, saber lo que debe procurar ..." (Freud, 1986: 146).

6. Un análisis que aborda la constitución del campo profesional de las ciencias sociales en la Argentina durante los años cincuenta y sesenta puede verse en Neiburg (1998). En el trabajo se establecen conexiones entre la estructuración del campo político y el campo académico que constituyen un buen marco de referencia para analizar los discursos y las prácticas de los actores que impulsaron, según los paradigmas dominantes en la sociología científica, la constitución de los primeros ámbitos de reflexión metodológica en la Argentina.

7. La trama entre metafísica y animismo sigue siendo en plena modernidad un lugar de producción goyesca, por aquello de que "el sueño de la razón produce monstruos".

8. Foucault (1992: 38) en El orden del discurso en clave trágica aborda los "procedimientos de sumisión del discurso. ¿Qué es, después de todo, un sistema de enseñanza, sino una ritualización del habla; sino una cualificación y una fijación de las funciones para los sujetos que hablan; sino la constitución de un grupo doctrinal cuando menos difuso; sino una distribución y una adecuación del discurso con sus poderes y sus saberes ?¿Qué es la "escritura"...".

9. Hyman (1993 :80) uno de los metodólogos inspiradores de esta concepción señala que "el analista decide qué tipo de diseño escogerá y lo ejecutará en función de los recursos disponibles y del tipo de problema que vaya a estudiar. El análisis parte habitualmente del diseño y sigue hasta que las propiedades establecidas en la etapa de planeamiento aseguren el éxito".

10. Según Hacking (Lamo de Espinosa y otros, 1994), Kuhn impactó tanto sobre la Concepción Heredada (CH) como sobre el falsacionismo popperiano que por entonces constituía la punta crítica contra los presupuestos del neopositivismo lógico. Las coincidencias entre los autores de la CH y el Popper de aquellos años sesenta, momento en que el pensamiento de Kuhn hiciera su irrupción, hablan de fuertes líneas de continuidad. Las principales características de la Concepción Heredada (Lamo de Espinosa y otros, 1994) son: realismo ; la postulación de estrictos criterios de demarcación entre ciencia y sentido común y ciencia e ideología ; una noción del progreso científico basada en la acumulatividad ; un presupuesto que distingue tajantemente entre observación y teoría ; el presupuesto de que sólo la observación y la experimentación sirven de fundamento a las hipótesis y teorías ; la postulación de la estructura deductiva de las teorías y el hecho de que las pruebas de las teorías se siguen a partir de los informes de observación ; énfasis en la precisión e invarianza de los conceptos y términos que se emplean en el quehacer científico ; la distinción entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación o validación y la creencia en la unidad de la ciencia. Lo que dice Hacking es que estas son, a grandes trazos, las imágenes prevalentes en la filosofía en la historia y en la sociología de la ciencia antes de la aparición de la concepción kuhniana, específicamente antes de la aparición de la ERC, aún cuando otros autores antes ya planteaban críticas a la Concepción Heredada.

11. Ibañez reconoce tres perspectivas de la investigación social "la distributiva, la estructural y la dialéctica, [las cuales] puntúan de modo diferente estos niveles: la perspectiva distributiva puntúa sobre todo el nivel tecnológico (es empirista), la perspectiva estructural puntúa sobre todo el nivel metodológico (articula empirismo y formalismo), la perspectiva dialéctica puntúa sobre todo el nivel epistemológico (articula empirismo, formalismo e intuicionismo)" (1986: 51).

12. Para Ibañez (1996: 74) "una técnica se puede transmitir a nivel de contenido (...) cómo cocinar un plato (o cómo realizar una encuesta). Un arte sólo se puede transmitir mediante una comunicación a nivel relacional: así cómo pintar un cuadro o cómo operar una úlcera (o cómo realizar un grupo de discusión). En este caso se puede aprender mediante una relación interpersonal prolongada con uno que sabe: el pintor, el cirujano o el sociólogo que trabaja con grupos suelen estar muchos años al lado de un 'maestro' (también pueden aprender, emborronando telas, matando enfermos o mareando a la gente)".

13. Una curiosa y bucólica versión romántica del cualitativismo que, incluso, parece anterior al romance entre técnica y cultura que propugnaron las versiones modernistas reaccionarias en el período de entre guerras (Herf, 1993).
 

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